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Territorios

versão impressa ISSN 0123-8418versão On-line ISSN 2215-7484

Territ.  no.50 Bogotá jan./jun. 2024  Epub 29-Fev-2024

https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.12511 

Sección general

"Tendremos que vivir en este lado": construcción de habitabilidad desde la perspectiva de género

"Tendremos que vivir en este lado": Building Habitability from a Gender Perspective

"Tendremos que vivir en este lado": construção de habitabilidade a partir de uma perspectiva de gênero

* Universidad Nacional del Litoral (Argentina). Centro de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (Conicet). Correo electrónico: martinezmarina89@hotmail.com. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9004-6800


RESUMEN

La Vuelta del Paraguayo es un barrio ribereño de la ciudad de Santa Fe (Argentina) que se localiza en el valle aluvial del río Paraná y tiene la peculiaridad de que cíclicamente sufre inundaciones. En este artículo se indaga por las estrategias de construcción de habitabilidad en sus propias casas que se despliegan para poder convivir con la "invasión" del río. La categoría de habitabilidad es la que guía todo el escrito, ya que es una noción que permite leer la problemática en clave de género, porque son las mujeres quienes socialmente están encargadas de hacer habitables los espacios para la reproducción. A partir de la realización de entrevistas etnográficas a mujeres que habitan el barrio, se identificó que la construcción del espacio "habitable" tiene diferentes estrategias en función de la altura del río.

Palabras clave: Mujeres; habitabilidad; casas; inundaciones; barrio; Argentina

ABSTRACT

La Vuelta del Paraguayo is a riverside neighborhood of the city of Santa Fe that is located in the alluvial valley of the Paraná River and has the peculiarity that it suffers from cyclical flooding. In this article we are interested in investigating what are the strategies of construction of habitability in their own houses to be able to live with the "invasion" of the river. The category of habitability is what will guide us throughout the writing, since it is a notion that allows us to read the problem in terms of gender, because it is women who are socially in charge of making spaces habitable for reproduction. From ethnographic interviews with women who live in the neighborhood, we were able to identify that the construction of the "inhabitable" space has different strategies depending on the height of the river.

Keywords: Women; habitability; houses; floods; neighborhood; Argentina

RESUMO

La Vuelta del Paraguaio é uma margem fluvial da cidade de Santa Fé, que está localizada no vale aluvial do rio Paraná, e está sujeita à particularidade de sofrer inundações cíclicas. Neste artigo interessa-nos investigar quais foram as estratégias de construção de habitabilidade em suas próprias casas, que só foram implementadas para poderem conviver com a "invasão" do rio. A categoria habitabilidade é a que nos guiará ao longo do artigo, pois é uma noção que nos permite ler o problema em termos de gênero, pois são as mulheres que têm a responsabilidade social de tornar habitáveis os espaços de reprodução. Ao realizar entrevistas etnográficas com mulheres que vivem no bairro, identificamos que a construção de um espaço "habitável" tem estratégias diferentes dependendo da altura do rio.

Palavras-chave: Mulheres; habitabilidade; casas; inundações; bairro; Argentina

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o la biblioteca.

El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

-¿Estás seguro? Asentí.

-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.

Cortázar (2007, pp. 12 y 13)

Introducción: la casa tomada por el río

"Casa tomada"1 es uno de los cuentos más populares de Julio Cortázar. Es un relato que en sus gestos surrealistas nos propone una historia en la que interactúan una hermana y un hermano con una casa e invasores. En la construcción narrativa del cuento se jerarquiza la casa como uno de los protagonistas relevantes, interpela al lector a partir de una descripción pormenorizada de cada una de sus habitaciones y espacios.2 Dicha casa, tal y como se la presenta, también está vinculada con una noción de espacio habitado, y el "habitar" es inherente a una relación que entablan las personas con los lugares. En este sentido, nos acercamos a su diseño a partir de las sensaciones como el silencio, la tranquilidad, la limpieza, el polvo, la espacialidad, la inmensidad, los recuerdos, los objetos del hermano y la hermana distribuidos en las distintas habitaciones, las rutinas, entre otros. Todos estos detalles nos remiten a una interacción y vinculación de estos dos personajes con la casa.

Para las personas, las casas constituyen "un lugar en el mundo", "un primer universo", "un cosmos" en sí mismo (Bachelard, 2000). El autor sostiene que "la casa" se vive en su realidad y en su virtualidad, con el pensamiento y los sueños. Los refugios, albergues y habitaciones que se habitan constituyen intersecciones de la memoria y la imaginación. Pensar las casas desde las formas en que se habitan, nos permiten entenderlas como agentes dotados de cualidades que, junto con las personas que en ellas viven, constituyen una composición inaudita perceptible tan solo cuando nos aproximamos a ellas. En suma, cuando somos convidados a entrar en ellas (Borges, 2011).

En este artículo no nos proponemos contribuir al análisis del cuento. Efectivamente, nos apartamos del campo de la crítica literaria y de sus interpretaciones más populares y extendidas, para simplemente sustraer algunas escenas de la historia que describe el autor y ponerlas en juego en un ejercicio de metonimia con un tipo de experiencia que se despliega en la ciudad de Santa Fe.3 "Tendremos que vivir en este lado", dice el personaje femenino del cuento ante la invasión de la cocina de la casa que habita con su hermano. La resignación con la que afrontan los personajes la situación de unos presuntos "invasores" es lo que nos produce gran desconcierto y, por ello, recuperamos tal imagen. La admirable naturalidad con la que los habitantes de esta casa que está siendo "tomada" viven el proceso por el cual los invasores van avanzando en las distintas habitaciones y cómo van reestructurando la vida en función de los espacios que les quedan disponibles es lo que nos condujo a pensar en el barrio denominado La Vuelta del Paraguayo (en adelante LVDP) y en cómo viven las inundaciones las personas que lo habitan. Con la misma alarmante parsimonia, se espera "el agua" en las inundaciones y de esta misma forma se va reestructurando la vida "en otros lados".

En LVDP, el "invasor"4 tiene "la forma del agua"; se mete en las casas, en las habitaciones, en los recovecos, en los desniveles. Cada vez que crece el río a alturas que generan inundaciones, las familias reorganizan la vida en sus propias casas. Es decir, suben muebles, electrodomésticos y otras pertenencias a un segundo piso o los levantan para que no les llegue el agua, y en este momento "la cocina" ya no es "cocina" ni "el dormitorio" es solo "dormitorio". Así como los hermanos del cuento de Cortázar empezaron a comer en la habitación destinada para dormir, y refuncionalizaron la vida en otro lugar que no era el habitual o el destinado a tales tareas, nos interesa indagar qué estrategias se dan en LVDP para "tener que vivir en otro lado". Cabe resaltar que, a veces, ese otro lado, para la gente de LVDP, no es en su propia casa, sino que son refugios provisorios en los que se evacúan.

En este artículo, nos interesa indagar cuáles son esas estrategias que se desarrollan para poder habitar las casas, "para estar en el mundo" (Giglia, 2012), en un barrio que convive con la "invasión" del río. Más específicamente, nos interesa indagar por las estrategias de habitabilidad que se despliegan para poder convivir con "los invasores". La categoría de habitabilidad es las que nos va guiar en todo el escrito, ya que nos permite observar no solo cómo son las estrategias de refuncionalización de la vida en "otros lados", sino que también es una noción que nos permite leer la problemática en clave de género, porque son las mujeres quienes socialmente están encargadas de hacer habitables los espacios para la reproducción. Giglia sostiene la hipótesis de que:

[...] aun en sociedades como la nuestra, en la que los hombres han asumido parte de los trabajos propios del hogar, las mujeres siguen siendo las principales responsables de producir y reproducir la habitabilidad del espacio doméstico, porque sobre ellas recae la mayor parte de las tareas orientadas a hacer que el espacio doméstico sea un espacio habitable. (2012, p. 28)

Por ello, nos vamos a enfocar, en esta oportunidad, en dicha categoría para organizar el argumento del artículo. Cuando hablamos de habitabilidad, nos vamos a referir a hacer un espacio apto para ser habitado, es decir, para habitar (Giglia, 2012).5

Descripción de la problemática y breve estado de la cuestión

Existe una complejidad para reconstruir los aportes de la categoría de género dentro de los estudios sobre espacio, debido a que las producciones se encuentran dispersas no solo temáticamente, sino también deslocalizadas disciplinariamente (Soto Villagrán, 2016). Cabe resaltar que solo hasta la década de 1970 comenzaron a proliferar los estudios académicos para indagar dónde están las mujeres y por qué, si están, son omitidas (Massolo, 1992; Ortiz Guitart, 2007). En ese momento de desarrollo científico, las investigaciones que problematizaban la relación de mujeres y espacio rondaban en torno a las mujeres en las ciudades. Los estudios pioneros de espacio y género, principalmente anglosajones, tienen como denominador común poner de manifiesto la diversidad de experiencias de las mujeres en la ciudad y en el espacio urbano (Hayden, 1980; McDowell, 1983; Wekerle, 1984). Posteriormente, el giro cultural en el campo de la geografía habilitó que se jerarquicen en el análisis geográfico categorías como "experiencias", "sentimientos", "percepciones" y, sobre todo, la noción de "lugar" e "identidad" (García-Ramón, 2008), que constituyen coordenadas teóricas relevantes para pensar nuestro problema de investigación. En palabras de Ortiz Guitart (2007), comienza el interés por el estudio de las prácticas espaciales y sociales teniendo en cuenta la diversidad de identidades, según género, sexo, clase social, cultura, etnia, edad, habilidades psíquicas, entre otras.

También en la década de 1970 se comienzan a consolidar los estudios que problematizan la relación entre mujeres y "ambiente" (Rico, 1998). En el norte global, las preocupaciones emergen de mujeres que participaban en movimientos ecologistas y pacifistas y criticaban a las feministas que no tenían un posicionamiento respecto de la crisis ambiental.

Por su parte, el sur global, y en América Latina en especial, el cruce surge en función de los conflictos derivados de los modelos de explotación del sector forestal y la agricultura. El feminismo ecológico o "ecofeminismo" se va a constituir como un conjunto de perspectivas que se ocupan de estudiar la dominación de la mujer y de otros grupos oprimidos desde una mirada que aborda el vínculo con la dominación de la naturaleza (Triana, 2016).

Cabe resaltar que nos interesa situarnos dentro de la pregunta de cómo viven las mujeres desde una perspectiva espacial y territorial en Latinoamérica, donde los estudios que se han ido consolidando vienen problematizando los procesos de desigualdades socioterritoriales (Falú, 2019). En estas latitudes, es objeto de interés la vida comunitaria de las mujeres, los espacios organizativos que construyen y en los que participan con diversos fines reivindicativos, ya sea defensa de la vivienda, del barrio, de los territorios, etc. (Blondet & Trivelli, 2004; Borges, 2011; Massolo, 2003; Urquieta Álvarez, 2010). Respecto del cruce de mujeres y "ambiente" en el contexto de América Latina y el Caribe, se consolidan perspectivas que van desde el feminismo diferencialista o identitario -que sostiene que existe una relación "natural" entre mujer y naturaleza- hasta miradas de ecofeminismo constructivista -desde el que se comprende tal relación como una construcción histórico-social, ligada a la división sexual del trabajo- (Svampa, 2015).

Desde los feminismos de Abya Ya-la se viene pensando la relación de las mujeres y los recursos naturales -entre ellos, los ríos- desde problematizaciones que ponen el relieve en su expropiación a las comunidades indígenas (López Canela & Cielo, 2018). Se plantea que la expropiación de recursos naturales y la transformación de los usos del río tienen efectos significativos, incluida una diferenciación de roles por género y una transformación en las actividades de cuidado. En este sentido, encontramos investigaciones sobre resistencias frente a los conflictos socioambientales relacionados con la mercantilización de los bienes comunes, la destrucción de los ecosistemas y la biodiversidad (Cáceres & Miranda, 2021; Vijil, 2021; Korol, 2018).

Nuestro objeto de estudio constituye un híbrido entre estas líneas de estudios; no se refiere estrictamente a mujeres que habitan barrios que se consolidan en espacios urbanos -dada la peculiaridad "ribereña" del territorio-. No obstante, la cercanía y características de la costa de la ciudad de Santa Fe implica que las formas de vida tengan más puntos de encuentro con las dinámicas de las ciudades a la de las zonas rurales. Respecto a la relación de las mujeres en territorio ribereño, encontramos investigaciones sobre la experiencia de vida de mujeres isleñas (en la zona del delta Paraná) que se enmarcan dentro de los estudios rurales que profundizan en aspectos del trabajo (Camarero, 2019). También encontramos estudios sobre mujeres y pesca (Monroy Pensado & Pedroza Gutiérrez, 2022; Pedroza Gutiérrez, 2019) y, recientemente, un campo en emergencia son las investigaciones que cruzan "desastres naturales" (entre ellos inundaciones) y género, desde los que se complejiza cómo la gestión del riesgo hídrico tiene efectos diferenciales en varones, mujeres y disidencias (Vergara Saavedra et al., 2022; Albarrán Rebaza & Marín Ríos, 2023).

En cuanto a los estudios que se vienen realizando en territorio ribereño en la ciudad de Santa Fe, cabe resaltar aquellos que abordan la vinculación de poblaciones y las inundaciones, entendiéndolas como parte de procesos de relaciones sociales, de conflictos, tensiones y disputas, y con una fuerte crítica a la mirada de catástrofe o de riesgo hídrico (Acebal, 2015; Crovella, 2016, 2011; Núñez, [2006] 2012; Roze, 2003). Desde este lente, se han estudiado los conflictos que se despliegan sobre las formas de habitar de ciertas fracciones sociales que residen en el territorio ribereño ubicado al este del ejido municipal de la ciudad de Santa Fe y dentro del valle aluvial del río Paraná; las tensiones entre las propuestas de "relocalización", y una posible "planificación conveniente y en convivencia con el río" (Zentner, 2016; Acebal & Crovella, 2017, 2018). Estos estudios han avanzado en el conocimiento acerca de los efectos de las políticas de gestión del riesgo en la configuración de las relaciones e identidades sociales, pero también se han pensado las consecuencias de estrategias políticas y económicas a escala global (las grandes obras de infraestructuras de la fase del capitalismo extractivista) en relación con las poblaciones ribereñas (Acebal & Álvarez, 2018, Acebal, 2023).

Construir una mirada que indaga en las experiencias de vida de mujeres que habitan un barrio que convive con el río, tiene como punto de partida reconocer que el "género" no solo interactúa con estructuras etarias, de clase, de sexualidad, sino que también implica la relación con los desastres socionaturales y las cualidades del territorio. Es decir, entendemos que el "sujeto situado" (Haraway, 1991) que nos interesa analizar en este artículo tiene experiencias que están atravesadas por estar inmersas en diferentes estructuras de desigualdad, como lo es la clase social y el género (Platero, 2012); pero también, dada la recurrencia de las inundaciones, los recursos a los que acceden en el barrio en cada momento del ciclo del río determinan sus vivencias de forma diferencial (Martínez, 2023). Empleamos la categoría de formas de "habitar", tal como la entiende Angela Giglia (2012), en tanto el conjunto de prácticas y saberes con los que nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Esta concepción del habitar excede la cuestión del hábitat y la vivienda para expresar "la relación con el mundo" que entablan los sujetos con su entorno. De acuerdo con Giglia, habitar es un proceso continuo de interpretación, modificación, simbolización del entorno que nos rodea, con lo cual lo humanizamos y transformamos en un lugar moldeado por la intervención de la cultura. Agrega la autora que esta noción está vinculada con la idea de "presencia" en un lugar. "Estar en un lugar" refiere a la relación de un sujeto (individual o colectivo) con un lugar y la relación con sus semejantes.

La "presencia" y el "estar en el mundo" en territorios que conviven con la temporalidad del ciclo de río -como ocurre con ciertos barrios de la ciudad de Santa Fe- constituye un determinado orden espacial atravesado por ciertas coordenadas materiales que instituye el río en función de sus crecidas y bajantes, y de las inundaciones. Pero también ese orden espacial se configura en función de la vinculación de la población respecto de tales condiciones materiales y la dinámica regular de los afluentes de la cuenca del Paraná. En este artículo, ponemos nuestro interés en las formas de habitar que emergen en un territorio condicionado por las dinámicas del río y que resultan en un tipo de territorialidad ribereña (Acebal & Crovella, 2018).

En la investigación, buscamos generar un cruce para pensar las prácticas, los saberes y las estrategias de la vida cotidiana de las mujeres de LVDP, e indagar sobre las representaciones y las simbolizaciones que construyen a partir de la experiencia de ser mujer en un territorio ribereño. Buscamos detenernos en aquellas prácticas o estrategias que emergen de la relación de las mujeres con un territorio ribereño. Nos preguntamos por la relación con el espacio, con sus viviendas, con la ciudad, con la participación comunitaria y con los conflictos y tensiones que subyacen en las políticas públicas que implementa el Estado en el territorio.

Entrar metodológicamente a una casa

Como sostiene Borges (2011), para indagar no solo en el plano de lo tangible de la casa, precisamos herramientas etnográficas y respetuosas que nos habiliten a reponer y dar espacio a aquello que se encuentra en el plano de lo "invisible". Para abordar "la habitabilidad", entonces, empleamos algunas técnicas del método etnográfico, más específicamente las entrevistas etnográficas (Spradley, 1979). Las entrevistas se realizaron en el marco de una investigación para la elaboración de una tesis doctoral;6 por ello, las dimensiones que abarcan exceden los resultados que se presentan en este artículo. Los ejes temáticos que se abordaron fueron: trayectorias habitacionales; experiencias de inundaciones transcurridas; así como la relación con la casa, el barrio, la participación comunitarias, el Estado y el trabajo productivo y reproductivo. Para este artículo utilizamos algunos fragmentos de la información que se produjo para esta. Más específicamente, recuperamos las secciones de las entrevistas en las que se describían procesos de domesticación de la casa y las estrategias que se daban las mujeres para hacer un espacio habitable en diferentes momentos del ciclo del río. Entonces, en esta oportunidad, nos posicionaremos y situaremos solo en la casa, con sus distintos formatos, a partir de la categoría de habitabilidad.

Como sostiene Spradley (1979), el trabajo de campo desde este método implica el estudio disciplinado de cómo es el mundo para personas que han aprendido a ver, escuchar, hablar, pensar y actuar de formas diferentes. Fueron de gran utilidad las preguntas grandtour (Spradley, 1979), pues con esta estrategia les propusimos a las informantes que nos acompañaran en caminatas en sus propias casas. En esos recorridos van emergiendo las decisiones que tomaron en su construcción, su organización, la utilizada de los espacios, cómo se sienten en ellos, así como los deseos de cómo proseguir en las mejoras edilicias. Las preguntas grandtour también nos permiten abordar la organización de la vida de las mujeres del barrio. De acuerdo con Spradley, las preguntas del tipo "cómo describirías un día típico en" también entrarían en esta categoría y nos habilitaría a acceder a un recorrido en la vida de las mujeres. Para analizar la variables de las casas fue de gran utilidad hacer esa pregunta para que describieran cómo es un día típico con el río bajo y cómo es cuando hay inundación, porque mucha de las tareas que mencionan, justamente, tienen que ver con la construcción de la habitabilidad.

Es importante resaltar que en nuestro objeto de estudio es sustancial pensar epistemológicamente a las mujeres, en cuanto sujetos de enunciado, como un lugar de autoridad y legitimación fundado en su propia existencia. Como sostiene Scott (2008), no hay una pretensión de contar lo que "ocurrió" u "ocurre" a las mujeres en oposición a los varones; al contrario, se busca observar cómo se han construido las significaciones subjetivas y colectivas de las mujeres, entendidas como categoría de identidad.

Cabe aclarar que al hablar de mujeres en la investigación, nos referimos a mujeres-cis que residen en LVDP. Para esto, se construyó una muestra intencional de mujeres que abarca una gran amplitud de experiencias de formas de habitar el territorio, es decir, se tuvo en cuenta una amplia representación etaria, de ocupaciones, de vinculación o no en actividades comunitarias, así como de los roles que ocupan dentro de las familias con las que conviven o con las personas que comparten vivienda, buscando el punto de saturación en los relatos. Se realizaron en total once entrevistas a mujeres-cis del barrio y a una mujer trans.

La edad de las entrevistadas va desde los diecinueve años hasta los ochenta y tres años. Se realizaron entrevistas individuales, pero también grupales. En más de una ocasión se hizo más de una entrevista para profundizar en algunos aspectos. La entrevista once, la de la única mujer trans que reside en LVDP, constituyó el punto de saturación, no solo solo porque era la única que no era madre, sino porque su propia subjetividad constituye otro tipo de relaciones con el espacio (Boy, 2018; Karsten & Meerten, 1991-1992) que se manifestaron en distintos aspectos de las entrevistas. Para su procesamiento y análisis se utilizó el software Atlas.Ti.

"Vivir del otro lado": sobre La Vuelta del Paraguayo, un barrio con contorno de río e isla

La historia y configuración de la ciudad de Santa Fe está atravesada por su relación con los ríos. A lo largo del tiempo, los diferentes gobiernos procuraron confrontar, con distintas modalidades, las crecidas del río Salado y el río Paraná, los dos cursos fluviales que la circundan. En las sucesivas inundaciones, los intentos estatales por gobernar el vínculo con el río estuvieron mediados por la movilización de varios saberes expertos -ingenieros hídricos, arquitectos o urbanistas- que se plasmaron en distintas acciones de ordenamiento territorial. Particularmente, a partir de la inundación en 2003 (que supuso para la ciudad la mayor catástrofe hídrica en muchos años), se desencadenó un proceso que apuntó a pensar las inundaciones como un hecho natural, recurrente e inevitable (Acebal & Crovella, 2018) y a definirlas en términos de riesgos hídricos. A pesar del conjunto de intervenciones que se despliegan para mitigar el riesgo de inundaciones y los procesos de reordenamiento urbano, continúan habitando el territorio ribereño poblaciones empobrecidas que han configurado formas del habitar vinculadas con el río y la costa. En 2009 se elabora un plan urbano seguido de modificaciones en el Reglamento de Zonificación Urbana, donde se plantean restricciones para residir en las zonas costeras, que conllevan procesos violentos de relocalización y desalojo de poblaciones que viven a la vera del río (Acebal, 2015). Al mismo tiempo se viene llevando adelante un conjunto de intervenciones para poner en valor paisajística y recreativa el sector costero que en ocasiones enmascaran estrategias de especulación inmobiliaria (Acebal & Crovella, 2014). La inundación de 2003 trajo al río y su gestión al centro del debate, pero se contempló escasamente el punto de vista de las poblaciones que habitan barrios ribereños y que han convivido con sus ciclos a lo largo de la historia.

LVDP es uno de esos barrios ribereños de la ciudad de Santa Fe que se localiza en el valle aluvial del río Paraná y tiene la peculiaridad de que cíclicamente sufre inundaciones. Más específicamente, se consolida en lo que se denomina Isla Sirgadero, adquiriendo características de un barrio ribereño, pero al mismo tiempo localizado en las inmediaciones del centro neurálgico de la ciudad. El barrio de LVDP tiene características de un barrio empobrecido; en este sentido, es preciso señalar que no cuenta con servicio regular de agua potable, luz, cloacas o recolección de residuos, todas cuestiones que complejizan la gestión de la vida y la construcción de un espacio habitable.

El barrio está "del otro lado de la ciudad", se encuentra localizado en un espacio desprendido de la ciudad compacta (figura 1). LVDP es un barrio con más de un siglo de existencia y es posible observar un acervo de saberes populares que se cimientan en el cúmulo de experiencias y estrategias que fueron construyendo y consolidando los/as sucesivos/as habitantes para convivir con el río en los distintos momentos de su ciclo.

Fuente: Google Earth.

Figura 1 Imagen satelital de lvdp con las aguas agosto de 2017 que muestra del río en su cauce 

En este barrio, el modo de vida de su población y la identidad están estrechamente ligados a la proximidad con este curso de agua. Para algunas familias, el río supone una fuente de recursos necesarios para la reproducción de sus condiciones de existencia, pero también es un factor insoslayable en la determinación de los hábitos constructivos, formas de comunicación, uso del tiempo, etc. (Zentner, 2016). El avance del agua se vive con una actitud de naturalización; el río tiene una geografía singular y particular en cada casa, solo perceptible por sus habitantes:

Lo que pasa que para la gente que vivimos acá es como que las inundaciones, es algo que ya lo esperás y es tan natural que como que vos ya sabés que es como que vas hacer un viaje. Vamos a preparar todo porque nos vamos. ¿Me entendés? Porque yo fui madre soltera entonces yo (-) y gracias a Dios que yo tuve a mis viejos que siempre... Siempre siempre siempre me ayudaron todos y mis hermanos también. Siempre siempre. Entonces en una inundación, cuando viene el agua, entonces qué hacemos, mi papá nos armaba un rancho grande ya te digo y, eran fácilmente 15 metros de largo y nosotros dividíamos adentro. (Entrevista personal a mujer de LVDP de 51 años de edad)

La naturalidad con la que se espera a los "invasores" o al "invasor", pero a la vez la acción en consecuencia que deviene de que "algo está pasado", nos conduce a pensar que hay una cierta forma de estar en el mundo, una forma de habitar, bajo la cual la experiencia de que "algo" está entrando, apropiándose del lugar, invadiendo la casa, que "ese" algo reestructura la forma que se habita la casa y que está situación es tomada con una suerte de resignación.

La apropiación de la casa que se inunda en tres momentos: amueblar, ordenar, limpiar

Massolo (1994) sostiene que las mujeres son quienes pasan más tiempo en las casas por cuestiones de distribución social de tareas. Por ello, la crecida del río, las inundaciones y las bajantes suponen una experiencia distinta, ya que son quienes socialmente están expuestas a las comodidades e incomodidades que supone la vida en una casa condicionada por el ciclo del río. Asimismo, tal y como propone Giglia (2012), a las mujeres les corresponde la tarea de generar "habitabilidad", en cuanto sinónimo de orden y confort. Si el espacio es habitable, garantiza la reproducción; entonces, las mujeres se encargan de producir las condiciones propicias para que la reproducción se lleve a cabo, es decir, que garantizan la reproducción de la reproducción.

Esta tarea tiene gestos culturalmente significantes, como decorar o amoblar, ya que los actos de transformación estructural, como construir ampliaciones, son socialmente asumidos por los hombres (Urquieta Álvarez, 2010). La acción doméstica, que consiste nada más y nada menos que en ordenar, limpiar, pulir u organizar -tareas que asumen las mujeres-, está constituida por son las acciones que les dan el sentido al habitar y es una forma, también, de dominar la memoria (Bachelard, 1957/2000).

En el caso de LVDP observamos, a partir del análisis de las entrevistas, que la construcción del espacio "habitable", es decir, de la "habitabilidad" tiene diferentes estrategias en función de la altura del río. El artículo se va a organizar en tres momentos que emergen de los relatos de las mujeres entrevistadas en relación con su experiencia de vida en el territorio. Es decir, observamos en los relatos marcas temporales que organizan sus historias de vida en un ciclo de tres momentos: el primero de ellos es cuando el río está bajo, el segundo de ellos es el momento de la inundación y el tercero es cuando el río vuelve a su cauce. Respecto de las estrategias para generar habitabilidad, podemos encontrar diferencias en función de estos tres momentos y haremos hincapié en el segundo de ellos. En cada momento, la domesticación del espacio tiene una tarea predominante que lo caracteriza. Cuando no hay inundaciones, la principal acción que se identifica es la de "llenar" las casas (los muebles, los electrodomésticos) y acondicionarla proyectando que suba al agua. Cuando hay inundaciones, y tienen que abandonar sus casas o reconfigurar la vida en su interior, la tarea de generar habitabilidad está principalmente asociada con el "ordenar" las pertenencias en otras habitaciones, armar nuevos espacios para vivir o reorganizar la cotidianeidad en un refugio provisorio. Ahora bien, cuando baja el río, en el momento de volver a las casas, el proceso de reconstruir un espacio habitable está vinculado con "limpiar".

Momento uno: la casa, las mujeres y el río bajo

Partimos de la idea de que en LVDP, el proceso de apropiación de la casa está condicionado por el río. En este momento que llamamos uno, que es cuando el que el río está bajo y no hay crecida7 inminente, el proceso de generar habitabilidad está vinculado principalmente con acondicionar la casa a partir del amoblamiento y la decoración. Este momento de "llenar" la casa, en general, se realiza una vez que se tiene la casa adaptada al territorio.

Las mujeres de LVDP plantean la importancia y el deseo de construir un segundo piso en sus casas o erigir sus casas en un terreno alteado. El segundo piso o el alteo del terreno para construir la casa tiene una finalidad pragmática de resolución de la vida en el territorio. "Elevarse" o dejar que el río pase por debajo de los pies, en cualquiera de las dos opciones (por un terreno alteado o por un segundo piso), constituye la posibilidad de proteger y resguardar la familia y las pertenencias. "Por eso te digo mi idea, mi sueño, es hacerme arriba una piecita arriba, cosa que vos te inundas, subís la cama, lo básico y bueno lo demás lo subimos como toda la vida, con tarimas arriba de la mesa" (entrevista personal a mujer de LVDP de 51 años de edad).

La casa con segundo piso o construida en terreno alteado habilita la posibilidad de convivir con los ciclos del río sin tener que "mudarse" cuando hay inundaciones (figura 2). La posibilidad de tener una casa con estas cualidades implica poder cuidar las pertenencias y tener espacio donde desarrollar la vida en circunstancias de crecidas del río. En este sentido, es importante resaltar que los proyectos de casas que se desean, a los que se aspiran, suponen aquellos que permitan la autodeterminación para elegir dónde vivir. Sin embargo, las mujeres reconocen que la probabilidad de contar efectivamente con una casa acorde con todos estos requerimientos está sujeta a la capacidad económica de sus habitantes. Asimismo, en términos sociales, es posible afirmar que hay una división sexual del trabajo, y que todo lo que tiene que ver con cuestiones de construcción y albañilería es trabajo de varones. Como sostiene Bachelard (1957), los hombres, socialmente, solo saben construir las casas desde el exterior y las mujeres son las que reconstruyen desde el interior.

Fuente: archivo personal.

Figura 2 “Casa en altura” 

Luego de tener la casa, la construcción de la habitabilidad supone el acondicionamiento para poder asegurar la reproducción de la reproducción. Entonces, hay que mencionar que las mujeres de LVDP, en cada mueble y objeto que compran, adquieren o recuperan, evalúan cómo disponerlo en sus casas en función de la posibilidad de la crecida. Se evalúa si es posible moverlo, si es un objeto que se puede dañar si se lo mueve, si es posible elevarlo y, principalmente, si es el momento "adecuado" de comprar muebles, como sostiene la siguiente entrevistada: "Porque ya está la casa. Yo sé que si yo me inundo, no se me va a mojar un mueble... Tenemos la parte de arriba. Así que como, ya ahora puedo pensar más, en amoblar, o en llenar, digamos" (entrevista personal a mujer de LVDP de 32 años de edad).

Muchas de las mujeres entrevistadas plantean que el proceso de domesticar el espacio en sus propias casas está vinculado con "llenarlo". Vivir en convivencia del río supone para las mujeres una constante evaluación de cómo gestionar el cuidado de las pertenencias. Por ello, a la hora de adquirir nuevos muebles o electrodomésticos, de hacer arreglos en sus casas o de plantar plantas, se evalúa la propia geografía que tiene el río con sus casas.

Entonces, cuando el río está "bajo", la habitabilidad se construye a partir de la obtención de todos esos electrodomésticos y mobiliario necesario para gestionar el cuidado de sus familias. En los relatos de las mujeres se plantea que, en general, se encargan ellas de las compras de estos objetos, utilizando estrategias de ahorro propio, generalmente pagados en cuotas y destacando el esfuerzo y la organización económica a largo plazo para adquirirlos. Por otro lado, muchas de las mujeres entrevistadas resaltan que les gusta decorar sus casas con objetos que ellas mismas producen en distintos talleres en los que aprenden distintas técnicas artísticas.

Momento dos: la casa, las mujeres y el río alto

Cuando hay crecida, la relación con la casa se transforma. Hay familias que pueden "resistir" las inundaciones en sus casas y otras que se trasladan a refugios provisorios que, por lo general, se localizan en frente del barrio, en una franja de terreno lindera la ruta 168. La población de LVDP tiene la dinámica de transitar su vida no solo en la casa que se consolida en el barrio, sino que cíclicamente también lo hacen en los "refugios" que se construyen para pasar las inundaciones. Es usual que los periodos de inundación se extiendan entre semanas y meses, lo que supone reorganizar la vida en otro contexto y construir "habitabilidad" para que la vida siga con normalidad.

Resistir la inundación en la casa propia

La opción de "resistir en el agua", la inundación, solo es posible para las casas que se pudieron adaptar al territorio o para las familias que lograron construir/ comprar sus casas en una zona "alta" del barrio. La preferencia de las mujeres frente a la inundación es "no tener que salir". Contar con un segundo piso o estar viviendo en una casa en un terreno alteado, significa un alivio para pasar las crecidas del río sin atravesar el proceso de mudanza a un refugio y también no perder las pertenencias. Ante esta situación, se reorganiza la vida en otra habitación: se suben muebles o los electrodomésticos, se piensa en la forma en que los/as hijos/as estén entretenidos y se gestionan formas de cargar celulares, tabletas, juegos, radios a partir de redes de solidaridad entre vecinos y vecinas. Además, se generan estrategias para mantener comida fría con hielo y conservadoras y se utilizan otras habitaciones para vivir, cambiándoles la funcionalidad con la que originalmente se las disponía. Es decir, "tendremos que vivir de este lado", para la población de LVDP, implica reorganizar la funcionalidad de la casa. Con esto, nos referimos, tal como hicieron los hermanos del cuento de Cortázar, a disponer un lugar para cocinar que no es el que se utilizaba para cocinar, un lugar para dormir que no era en el que dormían, un lugar de aseo distinto al originalmente dispuesto (figuras 3 y 4).

Fuente: archivo del Proyecto Revuelta.8

Figura 3 Casa con segundo piso, familia que resiste la inundación en el piso superior 

Fuente: archivo de Proyecto Revuelta.

Figura 4 Casa con segundo piso y canoa 

Las mujeres sostienen que prefieren "resistir" o "aguantar" en sus casas hasta que el río se los permita. Al quedar habitaciones anuladas por el agua, o ciertos espacios de la casa inhabilitados, se reconstruye la vida en los espacios disponibles, en formas que se asumen provisionales (las inundaciones no duran años); pero que implican adaptar un espacio para vivir dentro de los márgenes de la comodidad por semanas o incluso meses.

En todo este proceso de reestructuración y de cuidado de las pertenencias, las mujeres tienen un rol fundamental. La posibilidad de "resistir" o "aguantar" en sus casas implica cuidar el sistema y la infraestructura que pudieron armarse para el cuidado de la familia que capitaliza o engloba la acumulación de tiempo de esfuerzo y trabajo de muchos años, agravado o complejizado por lo que supone ser mujer empobrecida.

El refugio provisional: rancho9versus módulo habitacional10

Evacuarse de sus casas, es decir, transitar la inundación en un refugio ha ocurrido en el transcurso de la historia del barrio bajo dos modalidades: 1) como autoevacuación (con poca ayuda estatal y construyendo cada familia su rancho) o 2) como evacuación organizada desde el Estado (con intervención estatal a partir de la construcción de módulos habitacionales).

Algunas de las mujeres plantean la opción de construir el rancho como la más deseable, incluso hay una suerte de nostalgia respecto de cuando esta opción era una posibilidad. La valoración positiva del rancho como forma de autoevacuación está vinculada principalmente con la posibilidad de decidir acerca de su tamaño y disposición, teniendo en cuenta las necesidades particulares de cada familia. Es decir, las mujeres lo valoran en términos de comodidad y confort, y estas dos cualidades varían según la composición de las familias. Lo que se desea de un refugio para pasar la inundación es tener espacio para poner los muebles y que no se les arruinen, espacio para poder cocinar y dormir tranquilamente, espacio para moverse o que sus hijos/as puedan jugar y divertirse, y también el silencio y la tranquilidad. Es decir, el rancho permitía la posibilidad de construir decidiendo la distancia entre rancho y rancho para no convivir con los ruidos de cada familia. En este sentido, el silencio es algo que se valora y se desea tanto para transitar la vida en una evacuación como para la vida en el barrio.

En los relatos de las mujeres hay un fuerte rechazo a las formas de evacuación que se empezaron a disponer desde el municipio en 2007. El gobierno municipal empezó a construir módulos habitacionales (figura 5) y cercos perimetrales para delimitar zonas de evacuación; se constituyeron los denominados predios de evacuación (figura 6), y, a la vez, se desarrolló un fuerte hostigamiento a quienes no aceptaron esta modalidad y resistieron otras formas de vivir la inundación (Acebal & Crovella, 2018).

Fuente: archivo de Proyecto Revuelta.

Figura 5 El interior de un módulo habitacional 

Fuente: archivo de Proyecto Revuelta.

Figura 6 Predio de evacuación localizado en el terreno del corralón denominado Méjico 

Los relatos de las mujeres respecto de los módulos giran en torno al tamaño, a su pequeñez, a la imposibilidad de organizar la vida ahí adentro y a las peripecias para conseguir dos módulos, en vez de uno, a fin de contar con más espacio en pro de armar la vida de forma más cómoda. También resaltan con angustia la dinámica con la que se organizaba la vida en el predio de evacuados:

En realidad, en los módulos ya habían empezado medio raro, porque por ejemplo te querían poner horario de visita, que entras a tal horario y salís a tal horario y si salís a tal horario justifícalo ¿qué? ¿Me tenés presa? ¿En qué cabeza cabe? Vení y viví vos así, encima que tengo, está bien yo siempre digo, esas cosas se le agradecen al Estado, por lo menos es su trabajo. Pero se le agradece porque muchas veces es como te digo, muchas veces teníamos que salir solos. Pero tampoco para que, se abusen. (Entrevista personal a mujer de LVDP de 32 años de edad)

Entonces, el gobierno comienza a determinar dónde evacuarse y, asimismo, provee módulos habitacionales que constituyen un campo de conflicto con las personas que deben habitarlos. Se empiezan a detectar conflictos entre familias por convivencias forzosas, por ubicarlas en lugares donde no se desean como espacio de evacuación. En este contraste hay una nostalgia del rancho como forma de evacuación.

El refugio como casa

El refugio, en cualquiera de sus versiones, es la forma que adopta la casa provisional durante periodos de inundaciones extraordinarias. En general, se lo entiende como una estrategia paliativa para resolver lo que es un momento circunstancial de la vida en el barrio, pero se tornan rápidamente en sus casas. Las mujeres generan estrategias para construir habitabilidad: asignando lugares para cocinar, para preservar la mercadería y para dormir, todo en un espacio muy limitado. El acto de ordenar pertenencias es una de las únicas posibilidades que tienen las mujeres para generar habitabilidad, para lograr el confort de la familia en un espacio que no es el cotidiano.

En ocasiones, las estadías en los refugios se prolongan varios meses, lo que supone un tiempo extendido, suficiente para generar un ambiente para resolver la vida cotidiana, para proveer cuidados y asegurar la reproducción de la reproducción. Muchas mujeres han transitado embarazos y los primeros días posparto en situaciones de evacuación, es decir, viviendo en refugios. En estos casos, las mujeres han tenido que verse con la tarea de gestionar un espacio propicio para el cuidado de sus hijos/as recién nacidos/ as. Generar un espacio para proveer cariño es otra de las manifestaciones de la construcción de habitabilidad y también de transformar un refugio en casa:

... la verdad que yo estaba feliz. Como que no le daba bolilla a la creciente, no, yo volví mi casa con mi bebé. En realidad estaba cómoda. No tanto [se corrige], porque no tenía ahí mi baño, mi ducha. No, no estaba cómoda en realidad. Pero, estaba, trataba de no estar, de no estar nerviosa por ella. Porque me dijeron que no pasara nervios y esas cosas, porque uno se lo transmite al bebé, le afecta al bebé, le hace mal. Entonces yo trataba de estar tranquila, pero en realidad yo estaba embobada con ella. Estaba todo el día con ella, y mirándola, y dándole besos, y qué se yo, yo soy muy cargosa [risas]. Sí, yo estaba muy, embobada ahí con ella. Y limpiaba, en realidad teníamos una, una, como una pieza grande que era ahí la, la pieza y la cocina. Era todo junto. (Entrevista personal a mujer de LVDP de 40 años de edad)

Entonces, en este momento del río, el proceso de habitabilidad se genera principalmente a través de ordenar el refugio para poder asegurar la reproducción de la reproducción. Generar un espacio habitable para transitar la inundación y una estadía cómoda mientras el río está alto.

Momento tres: la casa, las mujeres y el río vuelve a su cauce

Tanto quienes se mudan al refugio como quienes resisten en sus casas luego de atravesar la inundación, tienen que volver a acondicionar sus casas en el momento en que baja el agua. Cuando comienza a bajar el río, las familias que estuvieron en refugios empiezan a evaluar cuándo volver a sus casas originales. El proceso por el cual se vuelve a la casa es más progresivo, se hace con más tiempo. Vuelven a ocupar su casa y a vincularse con el espacio a partir de las tareas de limpieza que van realizando.

Generalmente, inician los procesos de limpieza y desinfección de las casas cuando el río aún no tiene niveles normales, es decir, cuando el camino del barrio no es transitable, pero las casas no tienen agua en sus interiores. Muchas de ellas indicaron que son tareas que están acostumbradas a hacer y que quizás para otros/as suponían una complicación, pero para ellas prima el deseo de "estar en sus casas". Además, sostienen que "la vuelta" a la casa es más tranquila que "la salida":

Sí, después todo más tranquilo, uno ya trasladaba las cosas con más tranquilidad... Eh, además de que después que bajaba el agua, teníamos que esperar un tiempito hasta que se secara el agua, teníamos que venir a limpiar, a ver qué se tiraba y qué no. (Entrevista personal a mujer de LVDP de 34 años de edad)

Me acuerdo que ni bien empezó a bajar, teníamos el agua sobre la puerta, acá teníamos todo barro, y veníamos un día y sacamos todo el barro y así con la humedad nos metimos. (Entrevista personal a mujer de LVDP de 32 años de edad)

Bell Hook (1997), en su ensayo sobre la casa como espacio de resistencia, plantea que tener la casa en condiciones, que incluye la limpieza, es parte de generar un espacio de confort para sus habitantes. En este momento, la principal forma de la habitabilidad es la ejecución del proceso de limpieza y desecho de lo que ya no sirve.

Conclusiones

El artículo problematiza la experiencia y la relación de las mujeres con sus casas en un barrio que cíclicamente se inunda. Más en específico, indagamos respecto a cómo son las estrategias para construir habitabilidad de acuerdo con la altura del río. Los resultados que se exponen son avances de una investigación que se enmarca en la intersección de los estudios de espacio y género/ambiente y género, e intenta indagar en las peculiaridades de las experiencias de vida de las mujeres en un barrio donde se convive con el ciclo del río y las inundaciones. Justamente porque las personas que habitan este barrio tienen una peculiar relación con el río; para algunas supone una fuente de trabajo, pero también condiciona las estrategias de construcción de sus casas, las formas de trasladarse y comunicarse, el uso del tiempo, las estrategias de cuidado, la relación con la naturaleza. El punto de partida del análisis consistió en entender que los lugares no son neutros en ninguna escala, sino que son condicionantes e imponen cuáles comportamientos son adecuados y cuáles no, y reproducen desigualdades sociales y de género (Muxí Martínez, 2019; Ortiz Guitart, 2007).

Sostuvimos que, dado que las mujeres son quienes más pasan tiempo en las casas, por una distribución social de tareas (Massolo, 1994), las inundaciones y las bajantes suponen una experiencia distinta, ya que son quienes socialmente están expuestas a las comodidades e incomodidades que supone la vida en un casa condicionada por el ciclo del río. Recuperamos a Giglia (2012) para sostener que a las mujeres les corresponde generar la habitabilidad en las casas (es decir, orden y confort), en cuanto gesto sociocultural de construir un espacio que garantice la reproducción a partir de las condiciones para que se lleve a cabo.

Los vaivenes del río inciden en cómo resolver el orden y el confort de sus casas. Hay vinculación con el mobiliario, los objetos y la decoración, que se la piensa estacionalmente. Se construye un orden en las casas para vivir y asegurar la reproducción que luego se reconfigura y reconstruye cuando el agua está alta, en el segundo piso, en algún refugio y luego nuevamente en la casa propia. Las estrategias para generar habitabilidad en las casas tienen el mismo vaivén que la altura del río; no solo cambia la forma de habitar la propia casa, sino que en ocasiones cambia de lugar, se reconstruye y reconfigura en los refugios que también tienen un poco de casas.

En este artículo, quisimos jugar con la carga metafórica de "vivir de este lado" para construir una imagen de lo que supone la cotidianeidad de un grupo poblacional. "Vivir de este lado" no solo implica hablar de un barrio que está desprendido de la ciudad compacta, sino una forma de vincularse con las inundaciones y con el río. Pudimos identificar que la construcción del espacio "habitable", es decir, de la "habitabilidad" tiene diferentes estrategias en función de la altura del río e hicimos hincapié en el rol de las mujeres en estos procesos.

Todos estos procesos constituyen prácticas culturales arraigadas en saberes populares que denotan la larga historia de relación de esta población con el río. Las mujeres ribereñas tienen una forma de estar en el mundo que conjuga múltiples conocimientos de habitar un barrio con las características de la LVDP.

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1Es el primer cuento que el autor publica en la revista Anales de Buenos Aires, en 1946. Posteriormente, el relato forma parte del libro denominado Bestiario, publicado en 1951.

2El autor describe la disposición de la casa y sus funcionalidades y se frena en "el otro lado de la casa", del cual no tenemos detalles. Si bien es un detalle pormenorizado, deja rienda suelta a la imaginación de los "espacios no caracterizados".

3Se aclara que hay una libre interpretación del texto de Cortázar por parte de la autora, y el ejercicio de metonimia es un recurso de escritura creativo para construir argumentos o "imágenes" respecto a una forma peculiar de vincularse con las casas.

4La idea de "invasor" se la va a utilizar durante todo el texto entre comillas, ya que no se la entiende de manera literal; es una "imagen" metafórica para ilustrar cómo se va transformando la forma de habitar los espacios de las casas a medida que avanza el agua dentro de estas.

5Con la categoría de habitabilidad, entonces, nos ubicamos en el interior de las casas, "entramos a las casas"; por eso, en esta ocasión, omitimos cuáles son las redes y lazos familiares y comunitarios que también son necesarios para alcanzar la reproducción de la vida. Aquí hacemos hincapié en un aspecto de la relación de las mujeres con sus casas.

6Los resultados que se comparten en este artículo constituyen avances parciales de una investigación más amplia que analiza las "formas del habitar" de las mujeres que viven en territorio litoraleño, indagando en las relaciones que construyen con su entorno, las prácticas y estrategias para "estar en el mundo" en un territorio que convive con los ciclos del río, haciendo hincapié en las vinculaciones con el barrio, la vivienda, el trabajo, la participación comunitaria y las tensiones/conflictos con el Estado. Es un área de vacancia y presenta cierta originalidad, porque hasta el momento no existen estudios que indaguen sobre mujeres ribereñas en la ciudad de Santa Fe ni en la Provincia de Santa Fe.

7Con crecida nos vamos a referir a cada vez que el río se sale de su cauce normal. Quienes habitan LVDP utilizan la palabra crecida e inundación indistintamente.

8Proyecto Revuelta es una organización política y social que viene trabajando en el barrio desde 2005. Para más información:http://www.proyectore-vuelta.com/

9Cuando hablamos de rancho, nos vamos a referir a un tipo de vivienda autoconstruida con paja, barro, tirantes, maderas y otros materiales provenientes de la isla, y en ocasiones también se utilizan chapas.

10Los módulos habitacionales son construcciones encaradas por el gobierno municipal, destinadas a las personas que se inundan. Tienen la cualidad de construirse rápidamente y utilizar maderas de baja calidad como material.

Para citar este artículo Martínez, M. A. (2024). "Tendremos que vivir en este lado": construcción de habitabilidad desde la perspectiva de género. Territorios, (50), 1-26. https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/ territorios/a.12511

Recibido: 22 de Septiembre de 2022; Aprobado: 02 de Octubre de 2023

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