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Territorios

versão impressa ISSN 0123-8418versão On-line ISSN 2215-7484

Territ.  no.50 Bogotá jan./jun. 2024  Epub 15-Abr-2024

https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.11778 

Sección general

Transformación productiva e inseguridad alimentaria en zonas de conflicto armado. El caso de María la Baja, Colombia

Transformations of the Urban-Rural Space in Colombia and Their Impact on Water Supply

Transformação produtiva e insegurança alimentar em zonas de conflito armado. O caso de María la Baja, Colômbia

Rosaura Arrieta-Flórez* 
http://orcid.org/0000-0002-2026-6899

Jorge Alvis-Arrieta** 
http://orcid.org/0000-0002-0226-6908

Aarón Espinosa-Espinosa*** 
http://orcid.org/0000-0001-8805-4166

* Universidad de Cartagena (Colombia). Correo electrónico: rarrietaf@unicartagena.edu.co. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2026-6899

** Universidad Tecnológica de Bolívar (Colombia). Correo electrónico: jalvis@utb.edu.co. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0226-6908

** Universidad Tecnológica de Bolívar (Colombia). Correo electrónico: aespinosa@utb.edu.co. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8805-4166


RESUMEN

El artículo analiza la transformación productiva en el marco del conflicto armado interno colombiano y sus efectos sobre las dinámicas económicas, sociales y ambientales de las poblaciones campesinas de María La Baja (Montes de María). Mediante un análisis cuantitativo se verifican las relaciones intertemporales entre las manifestaciones del conflicto y la expansión y concentración de cultivos de palma de aceite, en detrimento de la producción y acceso de alimentos. Así mismo, se documenta el papel de los actores armados en la fase previa de la expansión agroindustrial y su incidencia en el acceso a los alimentos. Se encontró que la expansión de la producción agroindustrial en María La Baja se correlaciona con hechos violentos del conflicto armado. El trabajo pone en valor las visiones territoriales que ayudan a comprender la naturaleza de las transformaciones productivas aupadas por políticas públicas agroempresariales que redujeron la autonomía y autosuficiencia alimentaria en comunidades campesinas.

Palabras clave: Conflicto armado; seguridad alimentaria; despoblamiento rural; transformación productiva; palma de aceite; Colombia

ABSTRACT

This article analyzes the productive transformation and its links with food insecurity in rural communities affected by internal armed conflicts. The case of Maria La Baja, a municipality of agroecological riches in the Montes de María, is examined, one of the most affected region by prolonged civil armed conflict in Colombia. Quantitative analysis is used to verify the intertemporal relationships between the conflict facts and the expansion and concentration of oil palm crops, in detriment of food production and its access. Participatory diagnostic methods are applied to peasants, producers and other social actors, to document the role of the armed actors before the agro-industrial expansion, and their incidence on food accessing. Expansion in agro-industrial production in María La Baja is strongly related with violent acts of armed conflict and with reduced peasant production, restricting availability of food. This work contributes to the discussion by valuing the territorial visions that helps to understand the nature of the productive transformations generated by agribusiness public policies that reduced autonomy and food self-sufficiency in peasant communities.

Keywords: Armed conflict; food safety; rural depopulation; productive change; oil palm; Colombia

RESUMO

O artigo analisa a transformação produtiva no marco do conflito armado interno colombiano e seus efeitos na dinâmica econômica, social e ambiental das populações camponesas de María La Baja (Montes de María), uma das sub-regiões mais afetadas pelas conflito armado colombiano. Através da análise quantitativa, verificam-se as relações intertemporais entre as manifestações do conflito e a expansão e concentração da cultura do dendezeiro, em detrimento da produção e do acesso aos alimentos. Da mesma forma, aplicando métodos de diagnóstico participativo a agricultores, produtores e outros atores sociais, documenta-se o papel dos atores armados na fase anterior da expansão agroindustrial e seu impacto no acesso aos alimentos. Verificou-se que a expansão da produção agroindustrial em María La Baja está correlacionada com os acontecimentos violentos do conflito armado e com a redução da produção camponesa, limitando a disponibilidade de alimentos. A pesquisa destaca as visões territoriais que ajudam a compreender a natureza das transformações produtivas apoiadas pelas políticas públicas do agronegócio, que reduziram a autonomia e a autossuficiência alimentar nas comunidades camponesas.

Palavras-chave: Conflito armado; segurança alimentar; despovoamento rural; transformação produtiva; dendê; Colômbia

Introducción

El prolongado conflicto armado que durante más de cincuenta años sacudió a Colombia cambió la estructura productiva en aquellos territorios donde fue más intenso y duradero. El conflicto ha dejado más de 260 000 muertos, 4,7 millones de desplazados y más de 80 000 desaparecidos (Centro Nacional de Memoria Histórica [CNMH], 2018). Además, provocó que más de ocho millones de hectáreas de propiedad campesina pasaran a manos de los actores de la guerra (paramilitares y guerrillas) y, posteriormente, de tenedores cuya titularidad ha sido polémica (CNMH, 2012).

A la confrontación armada se sumaron políticas de transformación productiva impulsadas por el Estado mediante proyectos agroindustriales (Otálora & Ayala, 2013) que determinaron un rumbo traumático para diversas comunidades campesinas colombianas. Estas afectaron el desarrollo de la agricultura, la ganadería y otras actividades agropecuarias que daban sustento a sus formas de vida, principalmente en ingresos y alimentos, y el acceso a recursos esenciales como el agua (Ojeda et al., 2015).

Uno de los casos más representativos es la subregión Montes de María (zona norte de Colombia), escenario entre 1996 y 2003 de 42 masacres de población civil. Conformada por 15 municipios que abarcan 2677 kilómetros cuadrados, la subregión fue la primera zona declarada libre de conflicto armado interno por el gobierno colombiano, en 2008. La intensidad, los daños humanos y económicos, y el debilitamiento del capital social que allí se generó, hacen de este territorio un punto estratégico de la política de paz nacional adelantada tras el acuerdo firmado en septiembre de 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) (Arrieta et al., 2020).

En esta subregión, María La Baja es uno de los municipios más importantes, tanto por su antigüedad (fundado en 1535) como por ser epicentro en la década de 1960 de un movimiento campesino que logró mayor acceso a la tierra y la construcción de un distrito de riego que lo convirtió en despensa alimentaria de la región (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2010). La ventaja derivada de la dotación natural, unida a su cercanía al puerto más importante del Caribe colombiano (Cartagena de Indias); y en el plano político, la desmovilización en 2004 de quienes dominaban el territorio, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), incentivaron la implantación de un modelo empresarial desde el Estado para la producción de cultivos agroindustriales como la palma de aceite (figura 1).

Fuente: Maza Ávila et al. (2012).

Figura 1 Ubicación del municipio de María La Baja, Bolívar 

Las políticas agroindustriales cambiaron la estructura productiva del territorio en medio de tensiones y resistencias de la población civil. Las acciones estatales, junto con los daños del conflicto armado -en particular, desplazamiento y despoblamiento del territorio-, el despojo de tierras y el desigual acceso a la tierra y otros recursos naturales confluyeron en una notoria reducción del acceso a alimentos de la población. Por esta razón, María La Baja representa un caso de estudio pertinente para comprender las transformaciones productivas y las dificultades al acceso de alimentos en zonas afectadas por conflictos armados internos.

Hasta ahora, los estudios sobre la expansión del cultivo de palma en Colombia muestran su concurrencia con fenómenos como el desplazamiento y el despojo (Ojeda et al., 2015); algunos evidencian las relaciones de poder que subyacen a la transformación productiva que genera (Arias et al., 2019; Otálora & Ayala, 2013), mientras otros examinan los efectos sobre la producción y la identidad campesina (García, 2011; Marín-Burgos & Clancy, 2017). Ninguno analiza los impactos sobre la inseguridad alimentaria.

Con este trabajo se aporta a la literatura, al dar respuesta a las siguientes preguntas de investigación: 1) ¿Cuáles son las principales transformaciones productivas que se han presentado en los Montes de María entre 2000 y 2020? 2) ¿Cuál es el papel del conflicto armado interno como factor desencadenante de la transformación productiva y la inseguridad alimentaria en zonas rurales rezagadas de Colombia? 3) ¿Qué efectos territoriales generaron las políticas agro-industriales impulsadas por el Estado en zonas rurales de Colombia, en el marco de desplazamiento forzado y despojo de tierras que caracterizó el conflicto armado en este país?

El artículo documenta estas respuestas mediante un estudio de caso que integra el uso de metodologías cuantitativas y cualitativas, ampliando el conocimiento sobre la compleja relación entre conflictos armados internos y transformaciones productivas. Se plantea que el origen y desarrollo de la agricultura empresarial -principalmente la palma de aceite- y el conflicto coexistieron en una relación provechosa, que se potenciaron con una política estatal de alianzas productivas; esta confluencia afectó la seguridad alimentaria en comunidades como María La Baja, al restringir el acceso a bienes públicos y de mérito esenciales para el bienestar de su población.

En la siguiente sección se presenta la revisión de la literatura para contextualizar internacionalmente los efectos de la expansión de los cultivos de palma sobre la seguridad alimentaria, así como la evidencia en Colombia y otros países donde han ocurrido conflictos armados. En la tercera se detalla la metodología y los objetivos propuestos con la aplicación de cada instrumento metodológico. La cuarta presenta los resultados del análisis, orientados a mostrar la relación entre expansión del cultivo de palma, conflicto armado y seguridad alimentaria en María La Baja. En la quinta se discuten los principales hallazgos del trabajo y, por último, se exponen las conclusiones del estudio.

Bases teórico-conceptuales

Durante el siglo XXI se ha generado una amplia discusión sobre los impactos de la expansión de cultivos agroindustriales en países con menor grado de desarrollo. Uno de los aspectos que mayor atención recibe es el efecto sustitución de la producción agrícola tradicional y sus consecuencias sobre la seguridad alimentaria en poblaciones y territorios donde se localizan (Sounkoura et al., 2013).

Sobre tales trasformaciones, Cerros (2017) cuestiona si este tipo de cultivos podrían considerarse alternativas viables para las poblaciones rurales. Para este y otros autores, los beneficios derivados de los cultivos comerciales recaen en unos pocos y desfavorecen a más personas, que terminan asumiendo retornos negativos reflejados en daños a la naturaleza, la cultura y la seguridad alimentaria, así como el deterioro de la salud y en algunos casos en el endeudamiento de campesinos (Somnuek et al., 2016; Andrianto et al., 2019).

Desde otra perspectiva, se considera que los modelos de producción agroindustrial proveen mayores ingresos a los agricultores, mejoran el acceso a alimentos y contribuyen a la seguridad alimentaria, al estimular la productividad y uso de tecnologías limpias en estos países (Kuma et al., 2019; Flachsbarth et al., 2015).

Sin embargo, en contextos como el latinoamericano, la deseada transformación productiva está determinada por factores como la concentración de la propiedad de la tierra y los conflictos armados violentos (no pocas veces correlacionados), hechos que también se asocian con el despoblamiento de las zonas rurales y el despojo de tierras y desplazamiento forzado de campesinos.

En Guatemala, El Salvador, Honduras y Colombia, el modelo de producción agrícola -orientado principalmente a los agrocombustibles- generó conflictos con la población campesina, disminuyó la producción de alimentos e interpuso barreras al acceso a la tierra para cultivos tradicionales. En estos países se encontró una asociación estrecha y positiva entre inseguridad alimentaria, violencia, migración y concentración de propiedad de la tierra (Organización Internacional para las Migraciones et al., 2015; Baumeister, 2013; Cramb & Curry, 2012).

La evidencia indica que los territorios con activos productivos valiosos (v. g. tierra y recursos ambientales e hídricos) son más propensos a convertirse en objetivos de control territorial, lo que produce disputas violentas por su dominio (Vestby et al., 2021). La apropiación o, algunas veces, el despojo de las tierras a los campesinos para la puesta en marcha de agronegocios se facilita en medio del conflicto.

Adicionalmente, la política de tierras y la capacidad del sistema de gobernanza y de los tomadores de decisiones también influyen en dichas trasformaciones. Valorar más la generación de divisas que la seguridad alimentaria que aportan cultivos tradicionales, y menospreciar los efectos negativos de monocultivos sobre el ambiente y el desarrollo sostenible, facilita tales transformaciones. Esto ocurrió en Malasia e Indonesia, donde factores políticos han permitido entender la lógica y responsabilidad de los terratenientes en la expansión de cultivos como la palma aceitera (Mccarthy & Cramb, 2009).

A manera de síntesis, la evidencia internacional muestra que el incentivo a los cultivos comerciales con débiles estructuras de control estatal produce bajo impacto en la distribución de la riqueza y la inclusión de los campesinos tradicionales (Rankoana, 2017; Ikelegbe, 2013). La dinámica del mercado internacional es más atractiva para la lógica extractivista y de acumulación que se deriva de los agro-negocios, en comparación con los mercados locales o regionales de la producción tradicional de alimentos. De esta forma, con esquemas de gobernanza y políticas estatales se acelera el paso de una agricultura tradicional a otra de tipo comercial.

María La Baja como caso de estudio

Durante el conflicto, María La Baja se convirtió en una zona estratégica de control territorial, político y económico de los grupos armados ilegales. Su población fue desplazada por la guerrilla y los paramilitares (en algunos casos, estos últimos actuaron en connivencia con las fuerzas armadas del Estado), principalmente desde las zonas rurales hacia las cabeceras urbanas. Este problema se enmarca en un proceso de desactivación productiva y del capital social de comunidades rurales con tradición de lucha por la tierra y al deterioro de activos ambientales y culturales (Espinosa et al., 2021).

María La Baja se distingue por su distrito de riego y por suelos fértiles que definen buena parte de su vocación agro-industrial, agrícola, forestal y pesquera. De sus 48 079 habitantes, el 56 % vive en el campo. Su vulnerabilidad ambiental y por violencia es superior a la de Montes de María, una de las subregiones más golpeadas por el conflicto y la pobreza en Colombia. La violencia y la desigualdad redujeron un 4,3 % su nivel de desarrollo humano medido a través del Índice de Desarrollo Humano (PNUD, 2011).

En 2002, el gobierno nacional inició el proyecto Apoyo a alianzas productivas con el objetivo de generar ingresos, empleo y cohesión social en las poblaciones rurales más pobres. Este se dirigió a grupos organizados de pequeños productores para articularlos a cadenas de valor del sector agroindustrial (Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia [MADR], 2016).

Esta política contribuyó a expandir la frontera agrícola, en especial la producción de palma aceitera. Según las cifras de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, el área cultivada se cuadriplicó entre 2000 y 2017, al pasar de 125 000 a 528 238 hectáreas.

La expansión palmera ocurrió con variedad de prácticas de control de la tierra, formas de acumulación por despojo y asimilación, en un contexto histórico de coexistencia de conflicto armado y políticas gubernamentales. Dos elementos constatan esta relación: 1) el desplazamiento forzado y 2) el despojo de tierras y la consecuente instalación de proyectos productivos (Oxfam, 2017; Rey, 2013) que, incluso, afectaron las decisiones agrícolas de los hogares sobre si mantener o no su actividad (Arias et al., 2019).

Estos procesos pusieron en riesgo la seguridad alimentaria, al restringir el acceso y uso de la tierra para el cultivo tradicional de alimentos (Marín-Burgos & Clancy, 2017). En María La Baja se amplía la multidireccionalidad de los efectos del conflicto armado. El paisaje se transformó en extensos cultivos de palma y se evidenciaron el despojo territorial y el desplazamiento forzado de la población por hechos de violencia, con el consecuente empobrecimiento de las comunidades campesinas que paulatinamente han perdido la propiedad de sus tierras (Hurtado et al., 2017; Ávila, 2015).

Según declaraciones de jefes paramilitares sometidos a la Ley de Justicia y Paz (Ley 975 de 2005), que reguló la negociación con las AUC, el destierro fue una estrategia multipropósito que despobló territorios para asegurar corredores estratégicos dedicados al tráfico de drogas y armas, atesorar tierras y apropiarse de tierras ricas en recursos naturales donde se planeaban y ejecutaban proyectos de desarrollo agroindustrial (CNMH, 2012, p. 65; Otálora & Ayala, 2013).

En María La Baja, la transformación agrícola causada por la instalación de monocultivos se dirigió especialmente a la producción de biocombustibles. Según el MADR, entre 2007 y 2016 la superficie sembrada en cultivos transitorios (destinados al consumo) se redujo cada año un 2.8 %, al pasar de 6300 hectáreas a un poco más de 5000. Por su parte, las hectáreas sembradas de cultivos permanentes (empresariales) aumentaron anualmente un 15 %, escalando de 4300 a 13 200 hectáreas. Esta expansión la explica en gran parte la producción de palma de aceite, cultivo que se instaló a finales de la década de 1990, después de la primera masacre de grupos paramilitares.

Objetivos, metodología y fuentes

Teniendo en cuenta el objetivo del trabajo, se parte de la hipótesis según la cual el origen y desarrollo de la agricultura empresarial -principalmente la palma de aceite- y el conflicto armado coexistieron en una relación provechosa, que se potenció con la política estatal de las alianzas productivas y afectó negativamente la seguridad alimentaria de este municipio.

Para confirmar o refutar la hipótesis se proponen los siguientes objetivos específicos: 1) indagar por la existencia de correlación entre la expansión de monocultivos de palma y la violencia armada, 2) identificar las nuevas dinámicas sociales y económicas generadas en la zona por el cambio de la estructura agropecuaria y su incidencia en la cotidianidad y la economía campesina y 3) analizar la evolución de indicadores sobre la disponibilidad y consumo de alimentos en el territorio.

El trabajo se orientó bajo el enfoque de investigación social aplicada; es mixto por cuanto utiliza técnicas de investigación cualitativas y cuantitativas. Para la integración e interpretación de resultados se utilizó la estrategia de triangulación, acorde con el enfoque elegido. Esto permitió profundizar en la comprensión de la situación de seguridad alimentaria y explicar cómo el conflicto armado interno y la expansión de cultivos de palma se relacionan.

Se utilizó el concepto de seguridad alimentaria propuesto en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (1995), que lo entiende como la disponibilidad de alimentos en todo momento y con acceso para todas las personas; que estos alimentos sean nutricionalmente adecuados en calidad, cantidad y variedad, y que, adicionalmente, sean culturalmente aceptables para la población en cuestión. Por tanto, esta noción tiene en cuenta 1) la capacidad de las personas de disponer de forma continua de los alimentos y de solventar (en momentos de inseguridad alimentaria) las necesidades de alimentos, y 2) el acceso sobre los medios de producción como la tierra y el agua (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, 1995).

En la primera fase se desarrolló el análisis cuantitativo, mediante datos de producción agrícola entre 1990 y 2018 del MADR y del CNMH, y se aplicaron herramientas de análisis cuantitativo para identificar la presencia de correlaciones entre la expansión del cultivo de palma y los hechos violentos ocurridos en el marco del conflicto armado interno. El periodo para el cual se dispone información de seguridad alimentaria (hectáreas cultivadas, producción, cosecha, entre otras) comprende 2007-2016.1 Teniendo en cuenta esta estructura de la base de datos y la información recogida en el trabajo de campo, la observación se dirige a establecer vínculos con los hechos victimizantes cometidos durante los años previos. Si bien lo deseable para observar de forma más clara la causalidad es la estimación de una serie de tiempo entre las variables de interés, el periodo analizado con los datos disponibles es insuficiente para lograr resultados consistentes.

Alternativamente, se optó por estimar correlaciones de Pearson, a fin de verificar de manera paramétrica e intertemporal el grado de asociación entre conflicto armado, expansión de palma, producción y acceso de alimentos derivado de cultivos tradicionales en el territorio. Estos coeficientes se corrigieron mediante la técnica de Bonferroni, para contrarrestar el problema de las comparaciones múltiples, esto es, se ajusta el nivel de significación relativo al número de pruebas estadísticas realizadas simultáneamente sobre el conjunto de datos.

En aras de medir las variaciones en la estructura productiva, se construyeron indicadores que reflejan la disponibilidad de alimentos y la autosuficiencia alimentaria. Se estimó el indicador de concentración Herfindahl-Hirschman (IHH) para medir el grado de concentración de uno o más productos agrícolas en el total de la estructura productiva del municipio.

Este índice tiene en cuenta tanto el número de municipios productores como el tipo de cultivo en el departamento de Bolívar; se calcula como la suma al cuadrado de la participación porcentual del i-ésimo municipio en la producción agrícola total, o en la producción de palma de aceite:

En (1), X i /X es la participación porcentual del i-ésimo municipio o cultivo en la producción correspondiente y N es el número de municipios (o cultivos) en la agricultura departamental. Si el valor del índice IHH se encuentra entre 0 y 1, el nivel de concentración es bajo; si es superior a 1,8, muestra una muy alta concentración. Si se ubica entre 1 y 1,8, la concentración es moderada.

Además de los indicadores anteriores que dan cuenta de la disponibilidad de alimentos, el análisis de la seguridad alimentaria se complementa con la información cualitativa compilada en la segunda fase del estudio, desarrollada entre 2017 y 2018, que indaga sobre la disponibilidad de los alimentos y el acceso a recursos productivos como el agua y la tierra.

Se utilizaron métodos de investigación cualitativa (diagnóstico rápido y participativo) mediante técnicas como entrevistas, grupos focales y talleres, comúnmente aplicados en el levantamiento de información en comunidades rurales (Duque et al., 2009). Se realizaron veinte entrevistas semiestructuradas: tres a productores campesinos de palma, seis a productores campesinos de otros cultivos, tres a líderes campesinos, tres a miembros de consejos comunitarios, dos a funcionarios públicos de la Gobernación de Bolívar, uno a la Defensoría del Pueblo y dos a representantes de organizaciones no gubernamentales con presencia en el territorio.

En las entrevistas se indagó sobre la dinámica productiva antes del conflicto armado, durante este y en el momento de realizar el estudio; sobre el acceso de los productores a los programas estatales para el desarrollo agrícola; sobre los principales problemas que se presentan en el territorio, y sobre el rol de instituciones estatales en la solución de estas problemáticas. De igual manera, se analizó cómo las barreras al acceso de alimentos pudieron ser causadas por la expansión de la palma y los incentivos otorgados por el gobierno que limitaron el acceso a recursos como el agua. Ello posibilitó mayor comprensión del contexto, profundizada posteriormente con grupos focales y talleres participativos.

Se realizaron dos grupos focales con hombres y mujeres representantes de la comunidad rural del municipio para construir participativamente la cartografía social. Aquí se identificaron las zonas de cultivo del municipio, los productos cultivados, las condiciones actuales de consumo y abastecimiento de alimentos y la ubicación en un mapa de las problemáticas que se presentan en el proceso de producción y distribución de los productos agrícolas.

Este análisis se complementó con tres talleres en los corregimientos rurales de Playón (noviembre de 2017), Paloaltico (mayo de 2018) y su vereda La Suprema (noviembre de 2018) para profundizar en el conocimiento sobre el acceso a alimentos de la población y la producción agrícola antes del conflicto, durante este y en la actualidad. Aquí participaron campesinos civiles, representantes de asociaciones campesinas y miembros de la comunidad, para elaborar una línea de tiempo, en la cual identificaron hitos históricos relativos a la instalación del monocultivo de palma, el recrudecimiento de la violencia en María La Baja y su incidencia en el bienestar.

Por último, la información compilada en los talleres y entrevistas se contrastó con las estadísticas de producción agrícola del municipio de María La Baja, y los indicadores que muestran el estado de la seguridad alimentaria, como la dependencia y la autonomía alimentaria.

Resultados

Conflicto armado y transformación agrícola

La presencia de grupos armados ilegales en María La Baja es de larga data. En las décadas de 1970 y 1980 hicieron presencia el Ejército de Liberación Nacional y las FARC, quienes, a posteriori, conforman el bloque armado más importante en la región. Los años noventa consolidaron la presencia de las FARC y marcaron la irrupción de paramilitares, que generaron enfrentamientos por el control territorial con fines de refugio y corredor estratégico del tráfico de armas y narcotráfico (CNMH, 2018).

Adicional a esto, las actividades ejecutadas por estos actores armados provocaron otros efectos. En este territorio existían organizaciones ligadas a la tierra y las luchas campesinas que fueron las primeras víctimas de los grupos armados en el momento de recrudecimiento de la violencia (entrevista funcionario de la Defensoría del Pueblo, 2017).

Según el CNMH, entre 1997 y 2002 ocurrieron siete masacres en María La Baja ejecutadas principalmente por paramilitares. La estrategia paramilitar, denominada en la literatura como tierra arrasada (destruir lo que es útil al enemigo y consolidar el control territorial), lo convirtió en uno de los municipios más expulsores durante el conflicto. Entre 1985 y 2018, 34 430 personas (figura 2) salieron forzadamente como víctimas de la violencia.

Nota: los puntos negros denotan masacres de población civil ocurridas en 1997, 1999, 2000, 2001 y 2002.

Fuente: elaboración propia con base en CNMH (2018).

Figura 2 Número de víctimas de diferentes actos violentos en María La Baja (1990-2012) 

Los homicidios selectivos, las masacres, las desapariciones, el abuso sexual y amenazas, la pérdida de libertad de expresión y de movilidad constituyeron la principal estrategia de control. El éxodo de la población, especialmente campesina, hacia lugares "más seguros", creó las condiciones para la venta y arriendo de activos como la tierra en condiciones desventajosas (Oxfam, 2017; Ojeda et al., 2015).

Con el fin de subsanar la dificultad de establecer relaciones causales, se estimó el grado de correlación entre la violencia y victimización, y la estructura agrícola.2 En concreto, se determinó el nivel y grado de validez estadística de la asociación con la producción de cultivos de tardío rendimiento que, como la palma, se instalaron inmediatamente después del periodo de mayor conflicto. Al mismo tiempo, se verificó si estas acciones influyeron en el descenso de los cultivos de alimentos de consumo local. Como se ha anotado, este ejercicio se orienta a complementar el análisis cualitativo que se ofrece mediante el trabajo de campo.

Se parte del hecho de que los efectos del conflicto permanecen en el tiempo (Espinosa et al, 2021; Oxfam, 2017), por lo cual se toma el valor rezagado de variables como desplazamiento forzado, torturas y secuestro de la población durante los diez años previos al periodo de análisis, entre 1996 y 2005. Esto significa que la instalación y expansión de cultivos permanentes como la palma no se relaciona tanto con los valores contemporáneos de la violencia instrumentalizada como sí con sus valores anteriores. Es este mismo periodo previo (1996-2005) durante el cual aumentan los cultivos permanentes y cesan las acciones de los grupos armados. Adicionalmente, se muestran las correlaciones con los valores contemporáneos de los hechos victimizantes y el tipo de producción agrícola para descartar la persistencia de correlación de los resultados obtenidos con los rezagos.

Los resultados muestran: 1) una correlación positiva, estrecha y significativa entre el número de personas desplazadas, torturadas, los secuestros y la pérdida de bienes, con la producción de cultivos de tardío rendimiento; 2) ante el aumento del número de personas desplazadas, la producción de productos de tardío rendimiento lo hace casi en la misma magnitud (0,979); 3) los hechos de victimización se relacionan inversamente y de manera significativa (-0,764) con el descenso posterior de los cultivos transitorios, dedicados en gran parte al autoabastecimiento y la seguridad alimentaria, y 4) no existe relación contemporánea entre el desarrollo de la violencia y la expansión de los cultivos de tardío rendimiento (tabla 1).

Tabla 1 Correlaciones entre hechos de victimización y tipo de producción agrícola 

Cultivos permanentes (empresariales) C ultivos transitorios
Permanentes 1 0,4782
Expulsados (contemporáneo) -0,562 -0,629**
Recibidos (contemporáneo) -0,606* -0,449
Neto (expulsados-recibidos) -0,487 -0,764**
Temporales 0,478 1
Muertes (contemporáneo) 0,629 0,189
Secuestros (contemporáneo) -0,699 -0,822
Torturas (contemporáneo) -0,023 -0,001
Desplazados (rezago) 0,979*** 0,590*
Torturas (rezago) 0,949*** 0,622**
Muertes (rezago) 0,917*** 0,597*
Cultivos permanentes (empresariales) Cultivos transitorios
Secuestros (rezago) 0,821*** 0,561

* p < 0,05; ** p < 0,01; *** p < 0,001.

Nota 1: Los cultivos permanentes son aquellos cuyo ciclo de vida es bastante extenso en el tiempo, y no requieren renovarse después de la cosecha (palma africana, cacao, aguacate, entre otros hacen parte de este tipo de cultivos); los cultivos transitorios son aquellos cuyo ciclo de vida es inferior a un año, y que luego de su cosecha se deben renovar o sembrar nuevamente (yuca, ñame, tomate, etc.).

Nota 2: los datos utilizados para la estimación corresponden al número de hectáreas cultivadas.

Fuente: elaboración propia con base en CNMH y el MADR (2018).

Esto se complementa con el análisis cronológico de hechos violentos e instauración de la palma de aceite. Según la línea de tiempo (figura 3), coincide el inicio del proyecto de palma en María La Baja en 1998, un año después de la primera masacre ocurrida en el vecino corregimiento de Arroyo Grande (1997), con el primer flujo de desplazamiento forzado y la reducción del valor de la tierra y las pocas posibilidades de los campesinos de producirla.

Fuente: elaboración propia con base en talleres participativos.

Figura 3 Hitos productivos y de la regulación agrícola-empresarial 

En 2002 coinciden el registro de la última masacre perpetrada en María La Baja con la declaración de Montes de María como piloto del programa de rehabilitación y consolidación territorial propuesto por el gobierno de la época para la recuperación de zonas en conflicto armado. A partir de este año, y durante la primera década del siglo XXI, se acentuaron políticas y programas de estímulos a proyectos de producción y transformación de la palma de aceite y sus derivados (figura 3).

En 2004 se desmovilizaron los paramilitares, a lo que siguió el periodo de mayor regulación de producción y comercialización de palma. En 2007 aumentaron los incentivos a la producción y comercialización de palma de aceite y sus derivados (figura 3). Como resultado, en 2013 el sector palmero había recibido el 10 % del financiamiento del sector agropecuario colombiano (Rojas & Castiblanco, 2018), unos 400 millones de euros.

Los hechos descritos permiten plantear argumentos razonables sobre los vínculos entre las estrategias de violencia y el despojo utilizados por grupos ilegales, en especial paramilitares, y la subsecuente instauración de proyectos de cultivo de palma de aceite en el municipio, aupados por políticas estatales dirigidas a la producción de biocombustibles. Este tipo de vínculos han sido identificados en otros estudios para una muestra más amplia de municipios (Fajardo, 2015; Ávila, 2015).

Estructura agrícola y seguridad alimentaria

Según Rathmann et al. (2010), el aumento de producción de cultivos empresariales afecta la provisión de comida y la seguridad alimentaria de la población más pobre. María La Baja es un caso representativo de cómo las transformaciones agrícolas han afectado la seguridad alimentaria en un contexto conflictivo.

Entre 2007 y 2016, la superficie cultivada aumentó en más de 300 000 hectáreas en Bolívar, departamento al que pertenece María La Baja. Dos tercios de esta expansión se debió a la palma de aceite y cultivos de uso industrial orientados a mercados externos (yuca, cacao y ñame); lo restante corresponde a una reducida cesta de productos de base alimentaria (frutales, plátano, arroz, mango, ají y ahuyama).

La expansión de la palma, a su vez, se relaciona estrechamente con la fuerte caída de la producción campesina de más de 46 000 hectáreas y, con ello, de la autosuficiencia alimentaria en este departamento. Entre 2007 y 2016, la relación entre la producción per cápita de alimentos sin incluir la palma de aceite, comparándola con los datos que la incluyen, bajó diez puntos porcentuales.

En María La Baja, este cambio productivo fue el más acentuado en Bolívar.

En su territorio fue donde más aumentó el cultivo de palma (8122 hectáreas) y el que más contribuyó (30 % de la variación total) al cambio de la estructura agrícola. Esto se evidencia al introducir el IHH3(H), que muestra a María La Baja en el grupo de municipios donde más se concentró la producción agrícola entre 2007 y 2016 (tabla 2). El valor estimado de H es 2182 cuando se toma como referencia la producción agrícola de Bolívar (todos los cultivos), y de 1882 cuando se estima solamente para la producción de palma de aceite en los distintos municipios productores. En ambos casos se observa una altísima concentración, ya que supera el umbral de 1.8 (Gutiérrez & Samudio, 2008).

Tabla 2 Cambio en el área cultivada (hectáreas) municipal de cultivos de palma de aceite 

Municipio 2007 2016 Cambio Part. % 2007 Part. % 2016
María La Baja 2900 11 022 8122 20 27,0
San Pablo 3412 7250 3838 23 18,0
Regidor 2163 6000 3837 15 15,0
Simití 3227 6300 3073 22 15,0
El Peñón 0 2500 2500 0 6,0
Mahates 40 2000 1960 0 5,0
Río Viejo 1995 2950 955 14 7,0
Morales 120 979 859 1 2,0
Zambrano 0 600 600 0 1,0
Cantagallo 560 863 303 4 2,0
Arjona 240 424 184 2 1,0
Santa Catalina 0 120 120 0 0,0
Arenal 85 200 115 1 0,0
Calamar 0 50 50 0 0,0
Bolívar 14 742 41 258 26 516 100 100

Fuente: elaboración propia con base en Agronet-Ministerio de Agricultura (2018).

Palma de aceite y seguridad alimentaria

Según los campesinos, los cambios agrícolas en el territorio redujeron los ingresos por la comercialización de excedentes de producción. A esto se sumó la pérdida de autonomía alimentaria y nuevos conflictos, por la presencia del monocultivo de palma y la apropiación del agua del distrito de riego, el cierre de caminos reales (rutas autoconstruidas, de uso tradicional de la población), contaminación ambiental y deforestación de áreas para uso comercial. Pobladores de la zona rural de María La Baja expresaron:

... ahora se sufre más por el agua que por la violencia. No hay agua potable. El agua se consigue a 2 km de la comunidad. (Entrevista a productor campesino del corregimiento de Playón de María La Baja, 2017)

[...] se dejó de sembrar porque se cultivaba arriba de la represa [de Matuya] y los "paras" no dejaban subir; hoy no se puede sembrar en los bajos de la represa, porque los terratenientes no dejan. (Entrevista a productor campesino del Corregimiento Paloaltico de María La Baja, 2017)

En los años noventa, María La Baja producía yuca, plátano, ñame, maíz, hortalizas, fríjol, ahuyama y otros productos que se comercializaban en los principales centros urbanos de la región y también se destinaban al consumo interno de los hogares. Sin embargo, a finales de esa década, la violencia provocó el desplazamiento masivo de campesinos, disminuyó la producción de cultivos e incentivó la apropiación ilegal y violenta de las tierras por parte de los grupos armados ilegales.

Al tiempo, según la comunidad, se evidenció la compra masiva de tierras a bajo precio por capitalistas foráneos que se aprovecharon del temor en la población campesina. La situación anterior permite preguntar: ¿cómo ha afectado la transformación de la producción agrícola de María La Baja la disponibilidad, el acceso y el aprovechamiento de los alimentos de sus habitantes?

Las estadísticas de producción agrícola del municipio entre 2007 y 2016 reflejan una disminución de índice de autosuficiencia alimentaria desde 2012; en contraste, la relación entre la producción per cápita del departamento sin palma y con palma bajó diez puntos, lo cual puede explicarse por la concentración de la producción agrícola para uso industrial, la cual ya era alta en 2007, pero se profundizó en los años subsiguientes (figura 4).

Nota: la producción interna de alimentos básicos se construyó como la proporción entre la producción de alimentos sin palma y con palma. Se propone así para analizar el efecto de la palma en la producción total. En 2007 por habitante se producían 0.98 toneladas de alimentos y en 2016 esta producción baja a 0,88.

Fuente: elaboración propia con base en Agronet-Ministerio de Agricultura y DANE-proyecciones de población (2018).

Figura 4 Producción interna de alimentos básicos, 2007-2016 (toneladas/por habitante) 

La disputa por el agua

Una problemática derivada de la expansión de los cultivos de palma es la disputa por el agua como insumo de producción para los empresarios y medio de vida para los campesinos. Los campesinos de María La Baja, quienes identificaron la localización y extensión de los monocultivos, ubicaron los cultivos de palma de aceite inicialmente alrededor de la ciénaga de María La Baja, la principal fuente de abastecimiento de agua de la población, en las cercanías del centro urbano del municipio, y a lo largo de la vía de acceso principal al poblado (figura 5).

Fuente: cartografía social, taller Paloatico (2018).

Figura 5 Mapa del territorio construido por la comunidad 

Por su parte, la producción campesina se concentró en las dos zonas más cercanas a los monocultivos. Esto ha generado conflictos por el uso del agua y de acceso a los caminos reales, de vital importancia para la movilidad de la población. Estos caminos se clausuraron por la expansión de las áreas de siembras de palma, hecho que ha sido documentado en otras zonas del territorio (Ojeda et al., 2015). El testimonio del campesinado da cuenta de esa situación:

Antes los violentos no nos dejaban llegar a nuestras tierras a sembrar, ahora no podemos entrar por la palma. Por este camino andábamos siempre, ha sido un camino real toda la vida. Ahora está prohibido el paso con seguridad privada y vigilantes con armas. (Entrevista a productor campesino del corregimiento Paloaltico de María La Baja, 2017)

La población campesina ha percibido las transformaciones productivas como fuente de limitaciones para el acceso, la producción y el consumo de los alimentos. La expansión de la palma y, con ella, el creciente consumo del agua proveniente del distrito de riego, la contaminación del suelo y agua, y el uso de fertilizantes químicos ha afectado la pesca, otra de las fuentes adicionales de alimentos e ingresos para la población:

Para conseguir agua, a pesar de estar rodeados de ella, tenemos que caminar hasta dos horas. Los cultivos de palma le han cambiado el color. Nosotros la consumimos porque no tenemos más. Ya ha habido enfermos y muertos, hay hasta una sentencia [judicial] que nos da la razón. Pero todo sigue igual o peor. (Entrevista a líder campesino de la Suprema y miembro de la Red Piscícola del Norte de Bolívar, 2017)

Nosotros criamos peces en estos canales, y cuando llueve el veneno que le echan a la palma baja por el agua, hace poco hubo una mortandad de peces. (Entrevista en grupo focal a campesinos de La Suprema en María La Baja, 2017)

El 46 % de participantes en grupos focales manifestó que consumen en promedio dos comidas diarias. La decisión más frecuente, a causa del conflicto y el desplazamiento, ha sido prescindir del almuerzo o de la cena, por la falta de recursos provenientes de la venta de los excedentes de producción de alimentos. Adicionalmente, la asequibilidad a la alimentación básica también se afectó, al pasar de una producción de autoconsumo a la compra de alimentos de otras zonas. En consecuencia, se incrementó el gasto de los hogares destinados a garantizar la dieta diaria.

Discusión

El artículo se propuso documentar cómo la transformación productiva ocurrida en el marco del conflicto armado mediante el impulso estatal de proyectos agroindustriales afectó dinámicas sociales, económicas y ambientales de la población campesina de María La Baja, en particular el aumento de la inseguridad alimentaria en zonas rurales y la disputa por el acceso y el uso del agua.

Los resultados se ubican en la línea teórica de los estudios sobre el impacto negativo de proyectos agroindustriales en la estructura productiva y el bienestar de las comunidades. En el caso de María La Baja, la implantación de este modelo productivo se correlaciona con hechos violentos del conflicto armado que, concatenados con políticas estatales de incentivo a la producción agroindustrial, propiciaron condiciones ventajosas para la inversión de capitales empresariales.

Las políticas estatales de incentivos a la producción de biocombustibles permitieron que Colombia, en 2020, se ubicara como el cuarto mayor productor de palma aceitera en el mundo, superado por Malasia, Indonesia y Tailandia, tres casos representativos referenciados en este trabajo (Ministerio de Agricultura de Colombia, 2021). Según Oxfam (2017), los beneficios se han concentrado en los empresarios de la palma, mientras los efectos negativos han recaído sobre las condiciones de vida de la población campesina.

El mecanismo de transmisión de estos cambios son los vínculos entre conflicto armado e instauración de monocultivos para uso industrial, que permiten ilustrar la discusión sobre cómo se acentuaron la pobreza y la vulnerabilidad en zonas rurales como María La Baja. Por una parte, la pérdida de acceso y estabilidad en la provisión de alimentos que, como lo evidencian Herrera Sebá y Cumplido Hernández (2016), provocaron una pérdida superior a 35 000 toneladas anuales de alimentos básicos.

Por otra parte, la estrecha correlación entre desplazamiento forzado y expansión de monocultivos en territorios donde grupos ilegales despojaron tierras e infundieron temor a los campesinos. Este hallazgo es coherente con lo hallado por Rey (2013), según el cual existe correlación espacial positiva entre la expansión de los monocultivos y desplazamiento forzado. La consecuencia directa de este vínculo es la pérdida de acceso campesino a recursos de producción como tierra, agua y crédito, en un contexto de destrucción de recursos y medios de vida, en especial el despojo de tierra para el cultivo y la baja generación de ingresos (Oxfam, 2017; Ojeda et al., 2015).

En consecuencia, la confluencia de procesos ligados al conflicto armado y a la consolidación de una economía de cultivos comerciales desplazó tierras destinadas a la producción de alimentos. Una señal inequívoca de esta tendencia es el aumento de la concentración de la estructura agrícola provocada por el ascenso de la palma.

En este sentido, los resultados se enmarcan en una línea de estudios que documentan la relación entre desplazamiento forzado e investigaciones contra empresas palmicultoras, como en los casos de Curvaradó y Jiguamandó (departamento de Chocó, occidente colombiano), donde son señaladas como responsables de promover desplazamiento mediante grupos paramilitares (Goebertus, 2008).

La revisión de literatura, en especial sobre África (Ikelegbe, 2013; Kuma et al., 2019), muestra que la implantación de modelos de cultivo empresarial ha generado condiciones sociales para el resurgimiento de conflictos territoriales; esto se evidencia también en María La Baja, en las tensiones entre campesinos y grandes cultivadores, por el acceso al agua y por la movilidad de las personas por los caminos reales.

¿Podrían políticas estatales configurar modelos de desarrollo económico local con características de dualidad en las zonas donde se han presentado situaciones similares a las de María La Baja? La respuesta es afirmativa. Por un lado, se expande y consolida una economía agroindustrial sin capacidad suficiente para incorporar los excedentes de mano de obra generados por su propia dinámica y formas de implantación, lo cual genera, eso sí, significativos beneficios a los inversionistas. Por otro lado, la mayor parte de la población campesina enfrenta vulnerabilidades que, en el caso de María La Baja, se manifiestan en el limitado acceso a alimentos y activos productivos.

Los resultados del artículo son relevantes, porque incluyen el periodo de mayor intensidad del conflicto (1997-2002) y la puesta en marcha de las alianzas productivas del gobierno de Colombia en 2002. Esta política estatal se implantó en un periodo de reacomodamiento (2003-2009), durante el cual disminuyó el conflicto debido a la política de seguridad nacional, pero que se manifestó con más eventos violentos en la región Caribe y el departamento de Bolívar (Sarmiento & Lagos, 2016).

Conclusiones

En el contexto de situaciones de conflicto armado interno y políticas del Estado para estimular la producción agroindustrial, se pueden desencadenar transformaciones productivas con efectos adversos sobre la seguridad alimentaria de la población. La revisión del caso de María La Baja, en los Montes de María colombianos, muestra aspectos clave para entender este tipo de relaciones.

Su área sembrada en alimentos disminuyó cada año un 2.8 % entre 2007 y 2016, lo cual contrasta con el incremento significativo del 15 % anual de los cultivos permanentes, principalmente, el de palma africana. Estos cambios ocurrieron ante las fuertes restricciones de recursos, el despojo de tierras a los campesinos y el despoblamiento forzado por las acciones de los grupos armados ilegales. Asimismo, por la puesta en marcha de políticas estatales de alianzas productivas que tenían por objeto modernizar el campo colombiano mediante proyectos agroindustriales que contribuyeron a expandir monocultivos en el territorio.

El trabajo aporta a comprender los procesos de transformación productiva en territorios afectados por conflictos armados internos, y pone en valor las interacciones entre conflicto armado interno, políticas agroindustriales estatales y los potenciales efectos sobre el desarrollo local. En ausencia de una base de información más robusta, la combinación de metodologías cuantitativas y cualitativas permitió identificar y analizar las relaciones entre desplazamiento forzado y un conjunto de vulnerabilidades generadas por el conflicto, particularmente, la seguridad alimentaria.

La evidencia encontrada en este trabajo subraya la necesidad de plantear acciones compensatorias de los efectos del modelo de producción agroindustrial colombiano de cultivos comerciales a gran escala que han deteriorado el acceso a alimentos y otros recursos productivos requeridos por la población. Más importante que aquello es la implementación de políticas agrícolas dirigidas a reactivar y expandir la producción de alimentos de base campesina en los territorios afectados.

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1El análisis de la seguridad alimentaria se realiza para el periodo 2007-2016, para el cual únicamente se encuentra información disponible en las fuentes de información oficiales. Por la naturaleza de largo plazo del conflicto y sus consecuencias, así como por la hipótesis planteada, acudimos al estudio de un periodo más amplio que, para el caso del conflicto inicia en 1990, y para las políticas agrícolas empresariales desde el año 1998, con el surgimiento del proyecto palmero (esto se evidencia en la línea de tiempo expuesta en la sección de resultados de este documento).

2Las correlaciones realizadas se enfocan en analizar el vínculo lineal entre el crecimiento de los cultivos de palma y los hechos victimizantes del conflicto armado; no se orientan a establecer una relación entre seguridad alimentaria y la expansión de los cultivos de palma.

3Este indicador se acerca a la comprensión de la estructura productiva del departamento de Bolívar, diseñado para analizar la concentración de la producción agrícola. Para el análisis que nos ocupa, se calculó a partir de la producción de cada municipio en dos años: 2007 y 2016. El índice explica el grado de concentración de uno o más productos agrícolas en el total de la estructura productiva. María La Baja, Regidor, San Pablo y Simití, son los municipios que encabezaban la lista de aquellos que aportaron más al cambio de la estructura productiva.

Para citar este artículo Arrieta-Flórez, R., Alvis-Arrieta, J., & Espinosa-Espinosa, A. (2024). Transformación productiva e inseguridad alimentaria en zonas de conflicto armado: El caso de María la Baja, Colombia. Territorios, (50), 1-26. https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.11778

Recibido: 14 de Marzo de 2022; Aprobado: 16 de Agosto de 2023

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