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Territorios

versão impressa ISSN 0123-8418versão On-line ISSN 2215-7484

Territ.  no.51spe Bogotá dez. 2024  Epub 06-Fev-2024

https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.13802 

Sección temática

Interseccionalidad, resistencia y resiliencia de mujeres afro en búsqueda de una paz que aún no llega, caso de los municipios de Istmina y Condoto (Chocó, Colombia)

Intersectionality, Resistance, and Resilience of Afro Women in the Search for Peace that Has yet to Arrive: The Case of the Municipalities of Istmina and Condoto (Chocó, Colombia)

Interseccionalidade, resistência e resiliência das mulheres afro em busca de uma paz que ainda não chegou: o caso dos municípios de Istmina e Condoto (Chocó, Colômbia)

Camila Rodríguez-Calderón* 
http://orcid.org/0000-0003-3142-3703

Gloria Patricia Castrillón Arias** 
http://orcid.org/0000-0002-4066-0308

Catalina Ascanio Noreña*** 
http://orcid.org/0000-0001-9365-8722

Stephanye Zarama Alvarado**** 
http://orcid.org/0000-0003-2781-8251

*Antropóloga y estudiante de la Maestría en Ecología Humana y Saberes Ambientales de la Universidad de Caldas; integrante del Grupo de Investigación en Estudios Jurídicos y Sociojurídicos de la Universidad de Caldas; joven investigadora del programa Colombia Científica “Reconstrucción del tejido social en zonas del posconflicto en Colombia”. Ha realizado investigación y trabajo sociocomunitario en temas socioambientales, memoria, estudios de mujeres y construcción de paz

**Trabajadora social de la Universidad de Caldas; socióloga; especialista en Sociología con Énfasis en Desarrollo Económico y Social Local; especialista en Ciencia Política; magíster en Desarrollo Local y Descentralización de la Universidad París X (Nanterre, Francia); y doctora en Sociología de la Universidad Goethe de Frankfurt am Main (Alemania). Docente e investigadora del Grupo Desarrollo Regional Sostenible de la Universidad Autónoma de Manizales (uam) (Colombia)

***Médica especialista en Medicina Familiar; magíster en Protección Social; especialista en Pedagogía; y estudiante del Doctorado en Estudios de Familia de la Universidad de Caldas. Docente asistente del Departamento de Salud Pública, Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia (Bogotá, Colombia)

****Licenciada en filosofía y bióloga de la Universidad del Valle; magíster en Ecología y especialista en Estudios Ambientales de la Universidad de Múnich (Alemania); y magíster en Política Ambiental. Actualmente, es investigadora de la Universidad de Massachusetts Amherst (Estados Unidos). Así mismo, fue becaria Fulbright-Pasaporte a la Ciencia


Resumen

Este artículo continúa con el análisis de la investigación “Mujer, conflicto armado y paz: un ejercicio de memoria individual y colectiva para la reconstrucción del tejido social en Caldas, Sucre y Chocó”, en el marco del programa Colombia Científica. Particularmente se discute el caso de las mujeres afro del departamento de Chocó (Colombia), en los corregimientos de Basurú en Istmina y Acosó en Condoto. La información se desarrolló a partir de la reconstrucción de memoria individual y colectiva con hombres y mujeres de las comunidades por medio de relatos biográficos, entrevistas y grupos focales en relación con los hechos vividos por la mujer antes, durante y después del conflicto armado. Como resultado se propone la interseccionalidad como postulado necesario para comprender la realidad de las mujeres afro desde una lectura integral del conflicto armado, de la mano del estudio a las respuestas de las comunidades a este conflicto enmarcadas en los distintos tipos de resiliencia y resistencia.

Abstract

This article continues with an analysis of the research “Women, armed conflict and peace: an exercise of individual and collective memory for the reconstruction of the social fabric in Caldas, Sucre and Chocó” within the Scientific Colombia program: “Reconstruction of the Social Fabric in Post-Conflict Zones in Colombia”. Particularly, the case of Afro women in Chocó’s department (Colombia), in Basurú’s villages in Istmina and Acosó in Condoto, are discussed. Starting from the intersectional factors that affect the situation experienced by women in relation to the armed conflict and analyzing the mechanisms of resilience and resistance developed by these women in response to the armed conflict. The information was developed from the reconstruction of individual and collective memory with men and women of the communities through biographical diaries and focus groups in relation to the topic of women before, during and after the armed conflict. As a result, intersectionality is proposed as a necessary postulate to understand the situation of Afro women from an integral reading of the armed conflict, hand in hand with the study of the responses of communities to this conflict framed in the different types of resilience and resistance.

Keywords Afro-Colombian women; memory; intersectionality; armed conflict; resistance; resilience; peace

Resumo

Este artigo dá continuidade à análise da pesquisa “Mulheres, conflito armado e paz: um exercício de memória individual e coletiva para a reconstrução do tecido social em Caldas, Sucre e Chocó”, no âmbito do programa Colômbia Científica. Em particular, é discutido o caso das mulheres afro-colombianas nos pequenas populaçãos de Basurú, em Istmina, e Acosó, em Condoto, em Chocó (Colômbia). As informações foram desenvolvidas a partir da reconstrução da memória individual e coletiva com homens e mulheres das comunidades por meio de relatos biográficos, entrevistas e grupos focais com relação aos eventos vivenciados pelas mulheres antes, durante e depois do conflito armado. Como resultado, a interseccionalidade é proposta como um postulado necessário para compreender a realidade das mulheres afro a partir de uma leitura integral do conflito armado, juntamente com o estudo das respostas das comunidades a esse conflito, enquadradas nos diferentes tipos de resiliência e resistência.

Palavras-chave Mulheres afrodescendentes; memória; interseccionalidade; conflito armado; resistência; resiliência; paz

Introducción

Este artículo es resultado de la investigación “Mujer, conflicto armado y paz: un ejercicio de memoria individual y colectiva para la reconstrucción del tejido social en Caldas, Sucre y Chocó”, desarrollado en los años 2021 y 2022 dentro del programa de investigación de Colombia Científica: “Reconstrucción del tejido social en zonas de posconflicto en Colombia”, del proyecto “Modelo ecosistémico de mejoramiento rural y construcción de paz: instalación de capacidades locales”.

El texto aborda el caso del departamento de Chocó, específicamente de los corregimientos de Basurú del municipio de Istmina y Acosó del municipio de Condoto. Se busca identificar los factores interseccionales que inciden en la situación vivida por las mujeres antes, durante y después del conflicto armado, así como los mecanismos de resiliencia y resistencia creados por ellas como una respuesta a este conflicto en sus comunidades.

Los resultados se obtuvieron a partir de las metodologías de diarios biográficos y grupos focales en relación con el tema de la mujer antes, durante y después del conflicto armado. En la investigación se plantea la interseccionalidad como postulado necesario para comprender la situación de las mujeres afro desde una lectura integral en estos contextos de conflicto armado, de la mano del análisis de las respuestas de las comunidades a este conflicto desde los distintos tipos de resiliencia y resistencia, basadas en los relatos de memoria individual y colectiva de los participantes.

Contexto

El departamento de Chocó se ubica en la región Pacífica con una geografía tropical. Sus habitantes son de una diversidad étnica amplia, con comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas ( dane, 2017 ). Su población es de 534 826, que representa el 1,07 % de la población nacional, de los cuales el 44 % habita en cabeceras municipales y el 56 % restante, en los centros poblados y rural disperso ( dane, 2022 ). El territorio tiene un ambiente de selva húmeda tropical y es famoso por ser uno de los sitios del planeta en los que más llueve. Su economía se basa principalmente en pesca, agricultura de subsistencia, ganadería, explotación forestal y extracción de recursos minerales ( Pastoral Social de Quibdó, 2014 ).

El territorio del Pacífico ha sido muy codiciado debido a su gran riqueza en bienes naturales y fuentes hídricas, lo que lo ha llevado a tener múltiples formas de colonización, explotación y extractivismo. Entre algunos de los conflictos se ha tenido la extracción minera extranjera y la explotación maderera, que ha conllevado la expropiación y despojo de las comunidades, perpetuando la pobreza y exclusión que estos grupos étnicos han tenido que sufrir históricamente ( cev, 2022b ).

Adicional a los conflictos socioambientales, Chocó ha sido uno de los departamentos más afectados por el conflicto armado en el país, con una prevalencia de este aun en las épocas actuales de transición hacia la paz. Desde los años setenta y ochenta varios grupos han llegado a su territorio, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc), el Ejército de Liberación Nacional (eln), el Ejército Popular de Liberación (epl) y el Movimiento 19 de Abril (M-19), los carteles de Medellín y Cali, así como grupos paramilitares ( cev, 2022a ). Según el Registro Único de Víctimas, a enero de 2023 se reportan 521 226 víctimas de ocurrencia en el departamento, exactamente 22 836 en el municipio de Istmina y 7551 en Condoto ( ruv, 2023 ).

Marco conceptual

Interseccionalidad para leer el conflicto armado

Resistencia o resiliencia

Muchas veces, las investigaciones acerca del conflicto armado terminan hablando de los mismos temas: los grupos armados, cifras de víctimas y violencias ejercidas en los territorios. Estas son lecturas que, aunque son necesarias, solo muestran una mirada de lo que puede ser el conflicto armado y no tienen en cuenta las voces de aquellas personas que se vieron involucradas al tener que vivir en carne propia estas situaciones. Esta apuesta teórica parte de dos conceptos, el de interseccionalidad y el de memoria, ambos para poder comprender desde las voces de las víctimas, las personas del territorio y las comunidades afectadas qué fue lo que sucedió, no solo durante, sino también antes y después, del conflicto armado.

Para empezar, la interseccionalidad es una herramienta importante del feminismo porque visibiliza las superposiciones que existen en las relaciones de poder, pues en situaciones como el racismo se busca otorgar a la mujer un lugar de sumisión ( Hill Collins, 1993 ; Crenshaw, 1991 ; Viveros, 2009 ). La propuesta de la interseccionalidad es una de las respuestas a las críticas que se han venido planteando desde los feminismos negros y multirraciales a los enfoques hegemónicos que buscan comprender la desigualdad desde una sola mirada, dejando de lado múltiples factores históricos que también inciden, como la opresión, el racismo y la desigualdad social ( Meloni, 2012 ; Busquier, 2018 ).

En las investigaciones sociales, la interseccionalidad permite posicionarse desde América latina y ser críticos con aquellos postulados eurocéntricos que tienden a generalizar las problemáticas de las mujeres ( Lamus, 2009 ). De la mano de la interseccionalidad se pueden crear nuevos escenarios dignos, tomando como base las experiencias de las poblaciones vulneradas, aportando a la comprensión de diversas necesidades ignoradas por los discursos hegemónicos que invisibilizan las particularidades específicamente considerando los cruces de género con otros cruces de desigualdad ( Hankivsky & Jordan-Zachery, 2019 ). Como apuesta pedagógica, el llegar a comprender los casos de exclusión, vulnerabilidad y desigualdad abre puertas para la edificación de propuestas antirracistas y antisexistas que aporten a la solución de estas desigualdades ( Amézquita & Trimiño, 2020 ).

Ambos términos, resistencia y resiliencia, son de uso frecuente para comprender las acciones de las comunidades en respuesta al conflicto armado. Algunas veces estas se presentan de forma excluyente, pero no necesariamente se tratan de antónimos. La resistencia suele entenderse como un asunto contrahegemónico, emancipatorio, del desafío, de la lucha y del desgarre de velos; es la antípoda del poder y la dominación; es la pregunta por la emergencia de las fisuras al poder y por cómo la dominación hegemónica es desafiada y contestada ( Nieto, 2008 ).

Es a la vez una característica ontológica e histórico-política que nace de la conjugación entre una percepción subjetiva del contexto cambiante y dinámico y las posibilidades de acción en búsqueda de un presente y un futuro diferente, que expresa el sujeto colectivo de acuerdo con las posibilidades de acción; como lo explica la autora Flor Osorio (2001) : “Resistencia puede incluir, en perspectiva ampliada, desde la resistencia a la muerte en la guerra, a la resistencia a la miseria, a la injusticia y al enemigo con dimensiones muy profundas, en términos de sus apuestas por la transformación, aun por encima de la propia vida, es decir, de la supervivencia” (p. 71).

Existen distintos tipos y formas de comprensión de la resistencia; todas las aproximaciones comparten la característica de reconocerse como un proceso colectivo, que se construye en el tiempo, se constituye de fases y requiere de unas condiciones para que pueda ser expresada y replicada.

Si bien existen expresiones de resistencia que implican acciones de hecho no necesariamente violentas, como la resistencia legítima ( O’Brien & Li, 2006 ), la disruptiva ( Benegiamo, 2020 ) o la denuncia pública ( Osorio, 2016 ; Wilson, 2015 ), la resistencia civil es una de las más estudiadas, significando la lucha sin armas por parte de los ciudadanos, manifestada casi siempre en prácticas autoafirmativas que se ubican en el mundo cotidiano, casi siempre informales, sutiles, indirectas no conflictivas, en las que la organización social es vital, pues allí se avivan dogmas, como el de la unión hace la fuerza, que se basa en valores como la solidaridad y el fortalecimiento del tejido social ( Osorio, 2001 ; Cancimance López, 2014 ; Arias-López, 2019).

Al respecto, Scott (2013) plantea que, en todos los sistemas de dominación como los contextos de guerra, la población dominada desarrolla formas ocultas y disimuladas de resistencia para reivindicar la autonomía y la dignidad; de esta manera, ‘el arte de la resistencia’ consiste en la adopción por parte de los subordinados de una actitud estratégica llena de simbolismos y sutilezas frente a la opresión, puesto que de ese modo la población oprimida logra disminuir las humillaciones, el maltrato y la violencia precipitada por las manifestaciones explícitas de insubordinación.

Zuluaga-Sánchez y Arango-Vargas (2013) describe la resistencia cotidiana rural en mujeres colombianas de la siguiente forma: “[...] los grupos campesinos suelen desarrollar distintas estrategias, como alternativas prácticas de resistencia, que pueden ser adaptativas a contextos hostiles. Estas no siempre son de abierta confrontación, conflicto o acción colectiva, sino que, en la mayoría de las oportunidades, son prácticas furtivas, falsa sumisión, ignorancia fingida, calumnia, etc., que no suelen requerir planeación o coordinación” (p. 172).

La resistencia ante el conflicto armado puede presentarse de diversas maneras; su expresión de una u otra forma depende del tipo de grupo armado que se encuentre en el territorio y del nivel de violencia o poder que este ejerza.

Existen diferentes tipos de resiliencia, específicamente desde el conflicto armado se identifican dos tipos: por un lado, desde la parte individual de cada víctima del conflicto, la cual se define como “la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, aprender de ellas, superarlas inclusive, ser transformados por estas” ( Grotberg, 2006, p. 24 ). De igual forma, se entiende la resiliencia como un proceso resultado de distintos factores que permiten que la persona afronte y supere una situación traumática ( García & Domínguez, 2013 ).

A una escala más amplia y especialmente desde los estudios latinoamericanos se define la resiliencia a nivel colectivo; los autores Fabiola López-Bracamonte y Fernando Limón-Aguirre (2017) lo discuten desde el concepto de resiliencia comunitaria:

El concepto de resiliencia comunitaria ha permitido analizar los diferentes recursos, medios y estrategias que los colectivos, familias o grupos culturales utilizan para enfrentarse y sobreponerse a amenazas sociopolíticas o ecológicas. Esta perspectiva reconoce que la resiliencia a nivel colectivo se logra gracias a interrelaciones e interacciones de características comunitarias que integran acciones compartidas y organizadas de reconstrucción, y más que actividades individuales se aborda a la entidad social como tal. En este caso el colectivo mantiene un mayor significado que el número de personas localizadas en un territorio (p. 3).

Los autores Ospina y Guerrero (2020) , quienes explican la resiliencia desde el caso de las lideresas sociales sobrevivientes al conflicto armado en Colombia, exponen que la capacidad de ser resiliente es una característica que está permeada por muchos otros factores que van más allá de la voluntad de las personas:

[…] la resiliencia enfatiza en las habilidades, capacidades, conductas vitales positivas, y adaptabilidad de las y los sujetos que, comprendiendo su relación con el ambiente, despliegan estrategias que les permiten superar una situación. Es así como la resiliencia se retoma como un comportamiento clave para las sociedades que tienen que pasar por sucesos traumatizantes como catástrofes, genocidios, desplazamientos, entre otros, hallando la manera de adaptarse y recuperarse (p. 37).

Continuando con esta definición de Ospina y Guerrero (2020) , el contexto y las relaciones sociales son claves para poder dar una superación a los eventos traumáticos: “Entre los elementos decisivos que se han hallado en la capacidad resiliente, se encuentran la familia, los amigos, el papel de la comunidad y sociedad en general que actúa como promotora de recursos para el desarrollo personal y social” (p. 36).

Como explican los autores, es necesaria una mirada integral de las vidas de las víctimas para poder así comprender cuáles son las acciones de respuesta o que suceden posteriores al conflicto armado, pues estas no dependen solo de las personas o comunidades, sino de sus lazos afectivos, oportunidades y las situaciones que sucedan en el territorio.

Para poder abordar los tres conceptos anteriores de interseccionalidad, resistencia y resiliencia en el conflicto armado, se debe acudir a la edificación de la memoria, clave en la construcción de la historia de una comunidad, que se reconoce tanto como un acto político como una práctica social, es decir, un campo de tensión en el que se instauran, refuerzan, retan y transforman jerarquías, desigualdades y exclusiones sociales; también se considera una esfera en la cual se tejen legitimidades, amistades y enemistades ( cnmh & University of British Columbia, 2013 ).

La memoria debe comprenderse y ser escuchada desde espacios en los cuales la pluralidad es clave; la autora Eliana Pinto (2011) reconoce las memorias subalternas como aquellas de grupos minoritarios que históricamente han sido invisibilizados, como es el caso de las mujeres: “Las voces de las mujeres cuentan historias diferentes respecto a los hombres, y, si se tiene en cuenta esta diferencia, se introduce una pluralidad de puntos de vista. Esta perspectiva también implica el reconocimiento y legitimación de ‘otras’ experiencias, además de las dominantes” (p. 46).

La memoria colectiva es un concepto desarrollado por Maurice Halbwachs (2004) , en la cual ocurre una recomposición del pasado a través de los recuerdos que se hilan desde las subjetividades de cada individuo como miembro de un grupo. Alcanzar un macrorecuerdo colectivo permite a las comunidades identificarse con el transcurrir del tiempo y la variación del territorio, ya que reconoce las particularidades de cada contexto desde la continuidad de la vida de las personas que lo habitan.

La memoria colectiva se diferencia así de la memoria histórica, puesto que esta segunda recrea la historia nacional bajo un pensamiento continuo, mientras que la primera se construye desde las subjetividades, componiéndose desde lazos identitarios, desde las experiencias a partir de los recuerdos y siendo parte íntegra de cada comunidad ( Bogoya, 2017 ).

Por lo tanto, el concepto de memoria colectiva se convierte en una herramienta investigativa de primera mano a la hora de abordar contextos específicos del país, comprendiendo cada caso según su propio contexto. En el caso del conflicto armado, en la construcción de memoria colectiva es fundamental reconocer y hacer públicas las voces de las víctimas, esto como estrategia para la resistencia activa con el fin de evitar la impunidad y el olvido, además de que los mismos recuerdos son testimonios que ayudan a la búsqueda de justicia ( cnmh & University of British Columbia, 2013 ).

Las víctimas en su historia tienen un gran motor para el cambio, ya que la subjetividad de su recuerdo, en conjunto con los demás recuerdos del resto de la comunidad, erige un relato que revela la verdad y crea un contexto de reconciliación y reconstrucción de paz. Además, es de suma importancia resaltar que la reconstrucción de la memoria colectiva como herramienta de investigación es comprender en un sentido más amplio todas las afectaciones que produce el conflicto armado en la sociedad, asumiendo el inmenso grupo de personas que son parte de esta historia particular, sobre todo asegurando siempre la confidencialidad de los testimonios directos.

Como vimos anteriormente, la reconstrucción de la memoria del conflicto armado y el enfoque interseccional permiten llegar a aquellos lugares donde las voces han sido usualmente invisibilizadas, como expone el autor Pablo Bedoya (2016-2017) :

Las narrativas sobre el conflicto armado colombiano han dejado de lado no solo las experiencias de diversos sectores de la población, sino también de las explicaciones que les dan sentido a los horizontes de futuro y que se materializan en aspectos como la orientación de los procesos de reparación y de construcción de garantías de no repetición. La invitación: necesario reconstruir el relato de la nación, que en sí mismo significará fracturar los sentidos universalistas y generalistas de nuevas narrativas sobre el conflicto armado colombiano. Para ello, habrá que encontrar en las grietas, en las figuras, en las fugas, las voces de la gran mayoría de actores que aún no han logrado hacer audibles sus voces (p. 59).

De la mano, memoria e interseccionalidad llevan a reconstruir historias más verídicas, con más sentimientos, nombres propios y heridas o alegrías verdaderas. Permiten comprender la situación del conflicto no solo desde cifras, ni desde fechas o datos sin rostro, sino desde el lado de las voces que poco han sido tenidas en cuenta, pero que vivieron de primera mano todo lo que sucedió con su territorio, sus ríos, vecinos, hijas, padres, entre otros.

Metodología

La investigación cuenta con un corte cualitativo, se recogió información secundaria de fuentes bibliográficas y primarias por medio de trabajo de campo realizado en el departamento de Chocó, en los municipios de Istmina en el corregimiento de Basurú y Condoto en el corregimiento Acosó durante el año 2021. La recolección de información se hizo mediante las estrategias de grupos focales para la memoria colectiva con un total de 36 participantes; y para la memoria individual, con el uso del diario biográfico, se diligenciaron 16 relatos biográficos. Adicionalmente, se efectuaron 4 entrevistas semiestructuradas a líderes de la comunidad, 1 a una mujer y 3 a hombres.

Para ejecutar este artículo, se tomó en consideración la información relacionada con la situación de las mujeres antes, durante y después del conflicto armado, a partir de los testimonios y vivencias que siguen presentes en la memoria de los participantes (figura 1). Para el análisis de los datos, se procedió a una sistematización de la información en los softwares Excel y Atlas.ti 9.

Fuente: elaboración de los autores.

Figura 1 Mapa conceptual del modelo de análisis usado en la investigación 

Como se observa en la figura 1, para hacer el análisis de la información se parte de los conceptos de interseccionalidad, memoria, resistencia y resiliencia. La figura 1 explicita la manera en que estos conceptos fueron analizados, desde la relación entre los diferentes tipos de respuesta al conflicto armado, los cuales son la resiliencia y resistencia desde sus distintas variaciones, ambas condicionadas por los factores de interseccionalidad que pueden supeditar a las comunidades o personas, y todos estos reconstruidos con base en la memoria individual y colectiva.

Resultados

Memoria colectiva con relación a las mujeres de Basurú y Acosó

Memoria individual

La importancia del valor de la crianza por parte de madres y abuelas

Durante el conflicto

¿Existe un después del conflicto?

En la recolección de información se hicieron dos grupos focales en 2021 con respecto a la memoria y el conflicto armado; estos se efectuaron uno en el municipio de Condoto junto a la comunidad de Acosó y el otro en el corregimiento de Basurú (Istmina). En total hubo un total de 27 participantes, en los que 18 fueron mujeres y 9 hombres (tablas 1 y 2).

En estas tablas 1 y 2 se puede observar la información diligenciada por los participantes de los grupos focales; en ellas se presenta la información en tres momentos relacionados con el conflicto armado, antes, durante y después.

Tabla 1 Mapa memoria, conflicto armado, Acosó, Condoto (Chocó) 

Antes del conflicto Durante el conflicto Después del conflicto
Antes de 2000 • La comunidad de Acosó vivía en paz, tranquilidad y armonía. • Se implementaba el diálogo y se castigaba con baja violencia cuando se infringían las normas del pueblo. • La economía era abundante, focalizada en minería artesanal y el trabajo se realizaba en pareja. • Era una comunidad libre de expresión. • Las mujeres eran activas, emprendedoras. No eran sumisas y había muy poca violencia contra ellas. • A nivel cultural se festejaba la Fiesta de San José y existían dos religiones. 2000 • Las auc llegaron a la comunidad y se toman el pueblo. • Los habitantes vivían atemorizados y con miedo. • Durante ese tiempo se presentaron dos desplazamientos y las personas regresaron. • La economía bajó. • Con la mujer se presenta abuso de poder. 2004 • Ocurre el asesinato de una mujer por las auc. • Se ocasiona el desplazamiento masivo de la comunidad. • Llegando a la cabecera municipal no fueron bien recibidos por el pueblo. • No se tuvo apoyo de la Alcaldía, pero sí soporte alimentario por la Cruz Roja. 2006 • Las auc se entregan y se acaba el conflicto. • Regresaron muy poco al territorio para ejercer la minería. • Se continuó con la inestabilidad económica. • Las mujeres han sobrevivido haciendo oficios varios. • No es una comunidad unida. • Pérdida de creencias y costumbres.

Fuente: elaboración de los autores.

Tabla 2 Mapa memoria, conflicto armado, Basurú, Istmina (Chocó) 

Antes del conflicto Durante el conflicto Después del conflicto
Antes de los ochenta • Vida de trueque. • Actividad de pesca ejercida mayoritariamente por mujeres. • Agricultura mayormente realizada por hombres. • Minería artesanal por hombres y mujeres. • Diferentes actividades productivas, economía buena. • Violencia contra la mujer sumisa. • Juegos culturales. 1989 • Llegada de Bencos Biojo (rama de las farc). • Baja intensidad de violencia. 1997 • Muerte de Belén (6 de mayo) por las farc. • Seis días después comunidades aledañas (Juana Marcela y Playa Grande) sufrieron la muerte de cinco personas por otro grupo armado. • Poco desplazamiento. Intensificación de la violencia 2002 • Muerte de Muñeco. 2008 • Inicio de presencia institucional. • Llegada de otro grupo. • Combates entre ellos y un miembro fue asesinado. • Maltrato físico y psicológico. • Intensificación de la violencia. • Desplazamiento masivo. • Economía afectada. • Violencia contra la mujer. • Invisibilidad de la mujer. 2009 • Masacre de diez personas de territorios. • Se ha vivido con miedo por los antecedentes. • Presencia institucional. • Mayor participación y visibilización de la mujer. Continuidad del conflicto armado… La comunidad no ubicó un después del conflicto, pues este aún se vive en el territorio.

Fuente: elaboración de los autores.

En el pasado se resalta la tranquilidad y unión de las comunidades, en ambos casos se mencionan los lazos de ayuda, fraternidad y apoyo entre los miembros de los corregimientos, añorando aquellas celebraciones que permitían esta unión. Por parte de las mujeres, se menciona que existía un papel equitativo con los hombres, en el que participaban activamente en la economía y tenían poder de elección, aunque existían algunos rasgos machistas asociados a los tradicionales roles de género de las labores del cuidado. Se recuerda una economía con equidad de género, en la que todos participaban y aportaban, y se utilizaba el trueque; entre los trabajos que se realizan se resaltan la minería artesanal, la pesca y la agricultura.

El momento que marca el inicio del conflicto armado y su desarrollo es en el que las comunidades tienen historias muy diferentes, aunque con algunas situaciones repetitivas. En el caso de Basurú, se plantea que es a finales de los ochenta que empiezan a llegar al corregimiento los grupos armados, mientras que para Acosó se habla de esta llegada alrededor de 2000. Durante esta época en ambos se destacan la falta de empatía por parte de las personas de las cabeceras municipales y una nula presencia estatal.

En los dos territorios se presentaron desplazamientos, extorsiones, amenazas y asesinatos, algunos de los que más sobresalen es una masacre cerca de Basurú durante 2009 y el desplazamiento total de la comunidad de Acosó en 2004. La economía tuvo un gran declive debido a la presencia de grupos armados, además del desplazamiento, suspendiendo actividades ancestrales como la minería artesanal y la agricultura.

La comunidad de Basurú no ubicó en la línea de tiempo un después del conflicto, puesto que, aunque desde el año 2008 se habla de aparición de presencia estatal, aún existen muchos grupos armados en el territorio, e incluso, cada vez, van llegando otros nuevos. Durante el grupo focal hubo una petición colectiva de no mencionar algunos datos referentes a grupos o situaciones que recordaban, ya que esto podría poner en peligro a los participantes. Para los participantes, aún no existen las garantías para hablar de un posconflicto, ni para hablar abiertamente del conflicto vivido, lo que sucede es un conflicto armado que permanece en su territorio y lo enfrentan día a día.

Por otro lado, la comunidad de Acosó indica que posterior al conflicto comienzan a sufrir el desplazamiento masivo, la mayoría de ellos tuvieron que desplazarse a su cabecera municipal, el municipio de Condoto. Acá se organizaron en el barrio Buenos Aires, junto a otras comunidades desplazadas, y lo que en inicio fue una invasión, ahora es el barrio en el que viven casi todos.

A pesar de esto, no se pudo recuperar la unión ni recuperar las tradiciones que se tenían cuando vivían en el corregimiento. Las mujeres se dedican principalmente a sobrevivir en medio de la situación precaria que les dejó el perder todo por el desplazamiento, muchas de estas son madres cabeza de hogar y anhelan poder volver a tener una vida tan alegre y tranquila como lo era cuando estaban todos juntos en Acosó.

En la recolección de información se usó la herramienta del diario biográfico con una totalidad de 16 participantes; la distribución que se tuvo fue de 3 mujeres menores de 26 años y 5 mujeres entre 27 y 59 años. Por su parte, la participación de los hombres fue de 7 de entre 27 y 56 años y 1 de más de 60 años.

Para la sistematización de la información, se utilizó la codificación de cb para aquellos participantes que pertenecen al corregimiento Basurú y ca para el corregimiento de Acosó; la última letra hace referencia a su identidad de género, en todos los participantes solo se encontraron dos variables: M para las mujeres y H para los hombres. En cuanto a las entrevistas, se realizaron a 3 hombres: 1 de 27 años, pastor líder de los hermanos menonita; 1 de 44 años, quien también es pastor y presidente de la jac; 1 líder de 62 años, docente, integrante del Consejo Local Comunitario de Basurú; y 1 mujer de 55 años, ama de casa y lideresa comunitaria.

En los diarios biográficos en los que los participantes trabajaron la memoria individual, las madres y abuelas fueron resaltadas siempre como quienes se desempeñaban tanto en las labores del cuidado como en las económicas. Se destaca el trabajo de las mujeres en actividades productivas importantes como la minería y agricultura, en igualdad de condiciones a los hombres, ya que estos se dedican a estos mismos oficios. De la información diligenciada en los diarios por los participantes, se encuentra que existe una mayor información acerca de las abuelas que de los abuelos, los cuales se encuentran ausentes.

Fuente: elaboración de los autores en Atlas.ti 9 (2023).

Figura 2 Relatos de origen de mujeres, diarios biográficos, Chocó 

Como podemos observar en la figura 2, la nube de palabras nos muestra cuáles fueron aquellas que tuvieron una mayor repetición en los relatos de los diarios biográficos, en la parte del origen de las mujeres. Para las participantes, los abuelos tuvieron un papel importante en la crianza, las abuelas maternas principalmente trabajaron la minería artesanal (9), agricultura (3) y labores del hogar (2) y oficios varios (1).

Sobresalen mucho en sus enseñanzas los valores, las labores domésticas y el trabajo, que pudieran ejercer las tareas tradicionales como la agricultura o poder estudiar para tener otras posibilidades: “Una niña humilde, que estudiara” (Diario_1micbm); “Valores, prácticas del campo” (Diario_3micbm); “Lavar platos y barrer” (Diario_1ccam). Muchos de los recuerdos de las abuelas se relacionan con su personalidad, con su trabajo y forma de ser, con su familia: “Un agasajo familiar” (Diario_1micbm); “Amor, responsabilidad por su familia, nos inculcaban respeto hacia los otros, madrugaban a laborar el campo, nos contaban chistes en la noche” (Diario_3micbm); “Cómo bailaban, cocinaban, trabajaban y cocinaban” (Diario_1ccam).

Por su parte, las abuelas paternas se dedicaban a la minería artesanal (8), a la agricultura (1), y varias de ellas combinaban estas labores con el ser amas de casa (3) y el oficio de costurera (1) y hacer vendajes (1). Las nietas recuerdan enseñanzas de sus abuelas vinculadas a las tareas domésticas, pero también a la agricultura, como: “Lavar ropa, cocinar, tender la cama” (Diario_1ccam); “A rozar colino y sembrar arroz” (Diario_1micbm); “Hacer masas de maíz, arroz de maíz” (Diario_4micbm).

Entre algunos de los recuerdos que tienen sobre sus abuelas está su fuerza, las describen como personas alegres y luchadoras, también se rememoran sus platos típicos y trabajos: “Masas fritas, arroz de maíz, chica” (Diario_1micbm); “Mi abuela era madre soltera y luchaba para que nunca me faltara nada” (Diario_2micbm); “Semana Santa hacían comidas y se repartían en las casas” (Diario_4micbm).

Las mujeres recuerdan de su madre la enseñanza de trabajos tanto domésticos no remunerados como de trabajos remunerados, inculcándoseles principalmente la autonomía: “A trabajar, no depender de un hombre” (Diario_2ccam); “A estudiar, trabajar, a ser buena mujer” (Diario_1micbm). Existía, como con los hombres, un gran interés para que las mujeres tuvieran la oportunidad de trabajar y abrirse a nuevas posibilidades de trabajo. Algunos de los recuerdos más importantes que tienen sobre ellas reflejan el gran valor y la fortaleza que tienen: “Mujer valiente” (Diario_2ccam); las participantes resaltan los valores y el amor con el que fueron criadas, rememorando el “amor hacia sus hijos, trabajar honradamente. Luchar por objetivos” (Diario_3micbm).

La figura 3 nos muestra las palabras más utilizadas en los diarios de los hombres para hablar de su origen. Algunas de las enseñanzas de las abuelas que recuerdan los hombres están relacionadas con el trabajo y las labores domésticas, enseñando de forma igualitaria las labores del hogar, formando adultos autosuficientes: “A moler maíz y realizar comidas” (Diario 3cibh); “Minería artesanal” (Diario_1ccah); “Cocinar, lavar” (Diario_4ccah). En sus principales recuerdos están sus comidas, trabajos y los consejos que les dieron: “Cosechar el maíz para los envueltos, chichas, birimbi, mosas” (Diario 3cibh); “Charlas, consejos, chontaduros, sus platos” (Diario 4cibh); “Personas muy amables, amorosos, atentos, me consentían” (Diario 2cibh); “Enseñanzas, bailes típicos, forma de cocinar” (Diario_1Ccah).

Fuente: elaboración de los autores en Atlas.ti9 (2023).

Figura 3 Relatos de origen de hombres, diarios biográficos, Chocó 

Por parte de los nietos, ellos evocan cómo sus abuelas les enseñaron trabajos asociados a las costumbres tradicionales y al estudio: “Laicar el oro con batea” (Diario 3cibh); “Minería artesanal” (Diario_1ccah); “Trabajar y estudiar” (Diario_3ccah); “Nada” (Diario_4ccah). Algunos de los recuerdos que mencionan tienen que ver con sus personalidades, la comida tradicional y las costumbres: “Semana Santa, por las comidas típicas de la región, compartir la comida, chontaduros” (Diario 3cibh); “Enseñanzas, bailes típicos, comidas, ejemplos y sabiduría” (Diario_1ccah); “Celebración de las fiestas en el corregimiento, gozábamos mucho” (Diario_2ccah).

Desde la memoria de los hombres acerca de sus madres se encuentra en estas enseñanzas que los conocimientos ancestrales fueron en muchos casos aprendidos de ellas, los hombres recuerdan cómo ellas les enseñaron actividades como “agricultura y minería” (Diario_4ccah); igualmente, existía un interés en que pudieran dedicarse al estudio y poder llegar a tener más posibilidades de empleo: “Que estudiara porque la minería era dura” (Diario_2ccah). Sus enseñanzas van desde trabajar, valores, también los oficios del hogar a sus hijos hombres; los hijos resaltan de sus madres su entrega, sus comidas, su alegría, y entre los eventos que destacan están las fiestas y la felicidad que estas generaban.

Las madres son reconocidas en los diferentes relatos como mujeres valientes, ejemplares y guerreras, muchos hombres rememoran de ellas: “Su entrega para defendernos en la vida” (Diario 3cibh); “Consejos, su esfuerzo, todavía para ganarse el pan” (Diario 1cibh); “Cuidado para sus siete hijos” (Diario 2cibh); y, así mismo, en ellas admiran su manera de ver la vida y alegrar y permitir la paz en sus comunidades: “Su forma de bailar, amar a sus hijos, trabajar para alimentarlos, cuidar de su familia” (Diario_1ccah).

Durante el conflicto armado las mujeres vivieron en los corregimientos de Basurú en Istmina y Acosó en Condoto, estas se dedicaron principalmente a su familia y a ser amas de casa, y algunas a estudiar. Al hablar sobre si sintieron discriminación, se expusieron dos casos: “Por mi forma de pronunciar la R y mi dentadura” (Diario_1ccam) y “[por] el color de la piel” (Diario_2micbm). Todas las mujeres participantes sí se consideran víctimas del conflicto armado, ya que padecieron violencia: “Psicológica” (Diario_2ccam); “Física” (Diario_1micbm); “Psicológica” (Diario_2micbm); “Psicológica” (Diario_3micbm); “Psicológica” (Diario_4micbm); “Verbal, psicológica, física” (Diario_5micbm).

En las narrativas biográficas los participantes mencionan que la vida de las mujeres era “una vida muy temerosa, se debían quedar en casa” (Diario_1ccam); “Mal, no volvieron a ser las mismas, a trabajar por el pueblo, a adornar la calle o la iglesia, se fue quedando en el olvido” (Diario_2ccam); “Muy duro, todo cambió, ya no se festejaba en el corregimiento” (Diario_3ccam); “Fue una vida de miedo, incertidumbre. Ejemplo: ya no salían solas, no dejaban a sus hijas solas” (Diario_3micbm); “Muy dura, difícil, antes utilizábamos mucho el río para lavar y ahora usamos lavadoras. Dejaron de ir a sus parcelitas. Yo, de hecho, me fui a otro lugar, solo que, por la situación económica, de trabajo, de vivienda, me tocó regresar” (Diario_4micbm); “Dura, actividades como el bingo, yermis, pesca y agricultura se pararon. Abandono de nuestras casas, los hijos crecían con temor” (Diario_5micbm).

Como podemos ver acá, se destacan relaciones importantes para las comunidades afro, como con los ríos, en los que desarrollan muchas de sus actividades económicas, domésticas, recreativas, es uno de sus mayores bienes naturales y su vida se relaciona alrededor y junto a este. Igual es el caso de las parcelas y la agricultura, pues estas comunidades rurales despliegan su vida vinculada con el campo, con sus cultivos y la cosecha.

Como pudimos observar en el ejercicio de la memoria colectiva, es complejo poder llegar a hablar de un posconflicto en estos territorios, dado que los participantes plantean que aún hay grupos armados y la presencia estatal es bastante vaga; el paso y asentamiento del conflicto armado en estos sectores ha generado cambios extremos para ambos corregimientos, pero de maneras muy diversas. Aunque no se habla de un fin del conflicto, en la lucha por la reconstrucción del tejido social y el poder vivir lo más cercano a la paz, las mujeres han tenido papeles importantes en las acciones que desde sus hogares, organizaciones o comunidades han venido ejecutando.

Mientras la comunidad de Basurú se encuentra asentada en el mismo territorio, la comunidad de Acosó tuvo un desplazamiento completo y desde hace varios años está principalmente habitando el barrio Buenos Aires en la ciudad de Condoto, junto a otras comunidades también desplazadas del departamento, no han podido regresar al corregimiento, por lo tanto, continúan en situación de desplazamiento.

Entre las ocupaciones, en este tiempo que se denominó ‘después del conflicto’, las mujeres se han ocupado en: “Estudiar” (Diario_1ccam), (Diario_2ccam), (Diario_3ccam), (Diario_1micbm), (Diario_2micbm); “Estudiar y buscar oportunidad laboral” (Diario_3micbm); “Seguir mi vida cotidiana” (Diario_ 4micbm); “Buscar cómo sobrevivir con familia” (Diario_5micbm). Existe una gran necesidad por abrirse a nuevas oportunidades laborales que les permitan mantener a su familia y reconstruir de nuevo sus vidas.

No obstante, a pesar de la búsqueda, hay un aumento significativo en la oportunidad de estudio para las mujeres, su vida aún se encuentra opacada por el miedo y la violencia, poniendo principalmente su papel como cuidadoras en defensa de la vida de sus familiares; se describe su vida en estos momentos como: “Miedo, no dormían bien por el pánico” (Diario_3ccam); “Ya no andan solas para el monte, les da miedo” (Diario_1micbm); “Son temerosas por sus hijos, que les pase algo por andar en la calle” (Diario_2micbm); “No es la misma, se vive con mucho miedo” (Diario_3micbm); “Algunas cosas siguen igual porque tenemos miedo, pero otras hemos mejorado” (Diario_4micbm); “Han sido valientes, luchando esforzadas a pesar de la adversidad, buscan estrategias” (Diario_5micbm).

Los participantes reconocen diversos aportes de las mujeres en estos momentos, las cuales buscan reconstruir el tejido social y apoyar sobre todo a las familias, y contribuir a la comunidad en la construcción de paz: “Ya estábamos en otro lugar” (Diario_3ccam); “Aportar lo que esté a su alcance” (Diario_1micbm); “La mujer apoyando a su marido para poder vivir de nuevo en la tierra donde nació” (Diario_2micbm); “La mujer ha despertado sabiendo que ella también es importante en la comunidad, empoderándose, al igual que el hombre, en la formación de su territorio, buscar posibles soluciones a la degradación de la sociedad” (Diario_3micbm); “Aportan educación en los niños, participación, eventos comunitarios y cuidado del medio ambiente” (Diario_4micbm); “Aportan iniciando estrategias con su familia, comunidad, hallando esperanza de salir adelante” (Diario_5micbm).

Las mujeres sostienen que nada volvió a ser igual, son desplazadas en comunidades donde no viven ni comparten con los vecinos como antes, evocan la felicidad de su vida, principalmente quienes vivieron en Acosó. Han encontrado un fuerte refugio en la religión, la cual ha sido para ellas un resguardo que las mantiene fuertes y las ayuda en los momentos difíciles.

Pues la situación fue muy dura, al menos yo perdí mucho, yo perdí en ese desplazamiento mucho, a mí me ha gustado tener muchos animales y ya cuando volvimos, que el Ejército trajo la gente para que volvieran a retomar sus tierras, yo llegué y nada de lo que yo tenía gallinas, no encontré nada de eso. Para uno como mujer, yo que he sido desde que mi esposo se separó de mí, yo he sido cabeza de familia, aunque ya estoy sola, porque tuve tres hijos, crie un nieto y ahora todos andan por su cuenta, pero pa’ uno como mujer fue muy duro el desplazamiento aquí, después el conflicto armado aquí (Entrevista_1cibm).

Discusión

Las mujeres que sufrieron el conflicto armado y hacen parte de comunidades étnicas como la afro o indígena padecen de múltiples formas de violencia estructural, se suman algunas ligadas a la condición de género, étnica y como víctima, las cuales muchas veces influyen en la falta de oportunidades por las precariedades de estudio y empleabilidad que se presenta en estas comunidades del país ( Palacios & Mondragón, 2021 ). Específicamente, para el caso de las mujeres afro víctimas del conflicto armado, la suma de estas violencias y condiciones excluyentes llevan a que se construyan vínculos más fuertes con sus familias e hijos debido a la desconfianza que les da relacionarse con nuevas personas por el miedo de volver a ser violentadas ( Ibarra, 2022 ).

Estas particularidades, como la importancia del núcleo familiar en las mujeres afro, deben tenerse en cuenta al momento de realizar proyectos y propuesta de paz que puedan reducir y combatir la desigualdad del país. Las voces de todas las personas son esenciales, pero, más en estos momentos, es vital escuchar y reconocer aquellas que no han sido tomadas en consideración históricamente, y aquellas de quienes han sufrido de formas más complejas, y aún siguen sufriendo, el conflicto interno.

Para la situación de Colombia en la etapa de transición hacia la paz, “es fundamental destacar que el enfoque interseccional aporta una visión holística para la comprensión de la victimización de las mujeres antes, durante y ‘después’ del conflicto armado interno” ( Iza, 2018, p. 26 ). Debido a la riqueza étnica de nuestro país, es crucial poder tener en cuenta todas las voces pluriétnicas, intergeneracionales y de géneros diversos, para no quedarse solo en relatos bélicos o revictimizantes, sino detallar la historia completa de todas las comunidades que vivieron y aún hoy viven el conflicto, a fin de comprender cómo establecer estrategias de reparación y no repetición.

En la investigación nos encontramos con dos casos con desarrollo muy diferente y respuestas completamente diversas, por lo que, primero, se hará una lectura de la situación desde las diferencias y, posteriormente, de las convergencias o similitudes de los casos. Antes que nada, vemos cómo los valores de resiliencia y resistencia pueden ser dos formas distintas de respuesta según el contexto y el despliegue de los conflictos que se viven.

El caso de Acosó nos muestra una comunidad que sufrió un desplazamiento completo hace ya casi diez años, en la cual las mujeres llegaron a encabezar muchos de los hogares a causa de la pérdida de familiares por asesinatos o migraciones. Esto generó un cambio grande en las dinámicas de relaciones familiares, puesto que esta comunidad, caracterizada por su unión y lazos afectivos, se vio terriblemente afectada. Un caso similar expone la autora Lulle Viveros (2022) sobre las familias afro que tuvieron que desplazarse a la ciudad de Bogotá: “Se ha resaltado y dado importancia a cómo las poblaciones afrodescendientes mantienen y a la vez cambian sus modelos familiares por causa del desplazamiento territorial, que obliga a que dichas poblaciones replanteen su organización tanto familiar como social para poder adaptarse a la ciudad que se migró, y que también cambian las dinámicas por causa de familiares ausentes” (p. 394).

No obstante, estas dinámicas no siempre alejan a las familias; acá, el papel de las mujeres es vital para formar lazos de solidaridad y ayuda al momento de verse múltiples madres cabeza de hogar en situaciones similares de tener que rehacer completamente su vida en un nuevo territorio, como el del actual barrio Buenos Aires en Condoto, cuyos habitantes llegaron desplazados de distintas veredas y desde hace un tiempo se está reconstruyendo el tejido social de esta nueva comunidad.

La autora Lulle Viveros (2022) explica esto como nuevos lazos de familiaridad y solidaridad: “Al vivir el desplazamiento y llegar a un nuevo territorio, las mujeres se ven obligadas a conocer nuevas dinámicas sociales y culturales del nuevo territorio del que migran. En ese orden de ideas, se crean nuevos lazos de familiaridad y solidaridad entre las personas y las familias afrodescendientes desplazadas por el conflicto, manteniendo las formas de relación afrodescendiente” (p. 394).

Este tipo de nuevos lazos de familiaridad son vitales en la resiliencia, pues el apoyo entre las víctimas les permite poder continuar con sus vidas y trabajar arduamente en la reconstrucción del tejido social y la búsqueda por la paz. Sin embargo, esto no borra ni deja de lado el anhelo por volver a tener la vida que se tenía antes, todos los participantes tienen en común la nostalgia y el anhelo por poder recuperar lo que fue su vida en Acosó, por volver a vivir en comunidad, no como lo están haciendo ahora, sino como se podía vivir en los tiempos antes del conflicto. Acosó es el territorio construido, donde se tejió territorialidad, es decir, relaciones afectivas e identitarias, una vez perdido es el territorio anhelado, en efecto, los sentimientos de pérdida son dolorosos y omnipresentes.

Cabe resaltar que la unión entre la comunidad de familias desplazadas que viven en el barrio Buenos Aires no significa que el recibimiento haya sido completamente bueno cuando llegaron al municipio, por el contrario, es repetitivo en los relatos hallar historias acerca de la discriminación por ser desplazados y el poco apoyo de parte de las instituciones o de las demás personas.

Para el caso de las mujeres, puede ser aún más complejo el tener que enfrentarse a este tipo de violencias, sumadas a todas las otras violencias que las atraviesan en su diario vivir, lo que genera que exista un aislamiento y desconfianza hacia las otras personas del municipio o hacia las instituciones, ya que lo que más buscan es poder protegerse y proteger a sus familias de la revictimización. Los autores Pareja y Domínguez (2014) explican este fenómeno desde el estudio de caso acerca de las mujeres desplazadas por el conflicto armado en Medellín:

Las jefas de hogar desplazadas tienen una relación distante y en algunos casos de rechazo hacia el ámbito público, cuando era de esperarse que acudieran a él para resolver su situación. Su estrategia de vida se orienta principalmente por los ámbitos familiar y privado, donde hallan un mayor número de respuestas a sus demandas, en particular, porque son los que salen a su encuentro a la llegada a la ciudad, los que les darán las primeras señales de cómo proceder y como sobrevivir (p. 169).

Aunque en los casos mencionados de Medellín y Bogotá, que son ciudades alejadas de los territorios de los que las víctimas fueron desplazadas y con una extensión territorial y social más amplia que Condoto, y en estas no se comparte la misma etnia afro, la situación que se presenta es la misma. Una mujer que emigró a Cartagena y se empleó como doméstica relata las dificultades que encontró, la discriminación y el mal trato que la obligaron a retornar a Condoto, así las condiciones de vida no fueran para ella las óptimas. Con bajos niveles educativos ella sufrió una discriminación que sumó ser mujer, negra y desplazada.

Por su parte, la situación de Basurú aún se encuentra a la espera de poder marcar en la línea de tiempo de su territorio un después en el conflicto armado. Todavía existe una falta de mucha información que no puede ser contada por los participantes debido a que los grupos armados continúan en su territorio y dar información de más podría significar un riesgo para ellos. Vemos en este caso un claro ejemplo de lo que la autora Osorio (2016) define en su texto como resistencia cotidiana:

En las regiones y localidades el silencio es el mejor seguro para sobrevivir. “En boca cerrada no entran moscas” parece ser el lema, pues, además, no es fácil confiar en los otros. “Quien anda entre miel, algo se le prende” es otro adagio que puede llevar a condenar a alguien por una aparente amistad o sospecha de estar con el enemigo. En este contexto de alta desconfianza y riguroso control, las resistencias cotidianas se constituyen en un mecanismo posible frente a una dominación difícil de disputar y de transgredir de manera abierta y organizada (p. 68).

En esta situación, las estrategias de resistencia no son para hacerse en contra de los grupos armados, sino para poder mantenerse en el territorio e intentar llevar una vida en la que el conflicto no ponga en riesgo su permanencia, lo que está más relacionado con una supervivencia; muchas resistencias fueron silenciosas y sutiles, llevadas a cabo en la esfera de la intimidad, pero no fueron ingenuas ni aleatorias, sino intencionadas y estratégicas; otras acciones desafiaron abiertamente las relaciones de dominación, las presiones de los grupos armados, sus normas y controles; algunas de estas emprendidas en forma colectiva, otras de forma individual, todas reforzaron el valor de la acción colectiva, como lo señala la autora:

La relación supervivencia y resistencia es compleja y dinámica. Podríamos decir que en las diferentes acciones de la población rural en medio de la guerra están presentes la supervivencia y la resistencia, en una relación que no es excluyente y que puede tener diversas significaciones. Las experiencias muestran, por ejemplo, que acciones de resistencia como una “toma” para reclamar soluciones materiales, es decir, para reclamar por la supervivencia, suscita un hecho político, al posicionarse el grupo como sujeto de derechos ( Osorio, 2001, p. 71 ).

Aún falta un cierre del conflicto en departamentos como Chocó, el caso de Basurú no es el único corregimiento en que todavía hay presencia de estos grupos; lastimosamente, aunque esto es conocido por todos, sigue siendo la falta de presencia estatal y de políticas incluyentes que busquen reparar a todas las víctimas lo que no permite que se pueda hablar, al menos en un futuro cercano, del cese del conflicto a nivel nacional.

No existen garantías, las víctimas terminan viviendo en este conflicto por años; como ocurre en Basurú, la llegada de grupos armados se sitúa desde finales de los años ochenta y, más de 40 años después, la misma situación continúa. Aunque luego de 2008, en que la institución inicia a llegar y se habla de una mayor participación por parte de las mujeres, está es aún muy poca, pues al continuar con el conflicto tampoco existen garantías para desempeñarse como lideresas.

Volviendo a las similitudes, podemos iniciar por la característica de que en ambos casos se pueden hacer lecturas integrales del conflicto armado, resaltando, sobre todo, la importancia de los ríos, la crianza, las tradiciones y memorias, no solo desde lo personal, sino desde lo colectivo, esto también gracias a la participación de las mujeres, como indica la Comisión de la Verdad (2022b) :

En general, las mujeres hablan del sufrimiento de otros, de lo que dejaron: la tierra, las plantas, los animales. En las entrevistas fueron sorprendidas por sus propias palabras y sus análisis; algunas identificaron sus potencialidades y resistencias allí. Las mujeres sienten que los muertos son responsabilidad de todos; por eso, muchas enterraron cadáveres de desconocidos, recogieron los huesos de quienes podrían haber sido sus hijos, esposos o parientes. Llenaron de flores los cementerios y rezaron por los propios y los ajenos (p. 34).

Cabe anotar para estos ejercicios el gran valor de la memoria, tanto individual como colectiva, como algo necesario que permite también captar aquellas historias de vida de resiliencia o resistencia, en las que se exalta y se comprende de una forma más explícita y protagónica a las personas resilientes o resistentes, como argumenta la autora Sandra Aya-Angarita (2012) : “La resiliencia es un proceso complejo que implica la interacción de los sistemas con diversos contextos ecológicos; es por ello que no puede entenderse bajo una lógica lineal, en otras palabras, no aparece a causa de algo sino que se construye a través del desarrollo de la vida y a su vez construye historias de vida” (p. 404).

Los autores Ospina y Guerrero (2020) plantean que muchas veces tanto la resiliencia y resistencia para el caso de las lideresas sociales víctimas del conflicto se conjugan en el concepto de sobrevivir, pues la nueva forma de reinventarse y ser resilientes se da en medida de situaciones extremas, como amenazas y desplazamientos forzados, que hacen que deban dejar su cotidianidad. Igualmente, la resistencia social que en ocasiones ellas desarrollan es en búsqueda de poder denunciar aquellas violencias de sus derechos y en búsqueda de poder sobrevivir en sus territorios.

Explícitamente, desde una lectura de las mujeres, el autor Comins-Mingol (2015) propone tres pilares motivos de la resiliencia en las mujeres: el primero es su papel como cuidadoras, en el cual los vínculos afectivos con sus familias son el motor para querer mejorar y superar las adversidades; el segundo es, de la mano con su papel de cuidadoras, el querer tomar ellas mismas el rol de sus vidas y poder recuperar la dignidad propia y de los suyos; y, en tercer lugar, se encuentra la participación comunitaria, debido a que se crean redes de apoyo entre aquellas otras mujeres que han sufrido la misma situación que ellas.

Como un ejemplo relevante está un estudio realizado con mujeres lideresas sociales sobrevivientes del conflicto armado en Bogotá, el cual destacó la formación de redes de apoyo mutuo entre mujeres, quienes se han unido para reclamar justicia por sus familiares asesinados. Acá vemos las redes de mujeres como hilos fortalecedores de resiliencia en los diversos territorios, desde el compañerismo, el lograr ponerse y comprender la situación de la otra, y querer aportar a partir de los conocimientos propios, como exponen los autores:

En aquellos momentos de persecución y hostigamiento, las sobrevivientes encuentran un lugar de respaldo en las colectividades de mujeres víctimas del conflicto armado; a través de los relatos se evidencia la importancia de crear y vincularse a redes de apoyo, las cuales tienen múltiples funciones: asesoramiento jurídico para conocer las rutas de atención y el proceso para el inicio de investigación de los hechos violentos; brindar un respaldo económico, especialmente a las personas que provienen de otras regiones del país, en el proceso de búsqueda de verdad y, por último, un soporte emocional ante las carga de la lucha ( Castillo et al., 2024, p. 198 ).

Más ligada a la presente investigación en Chocó se evidencia que la memoria se desarrolla de dos formas diferentes entre las mujeres y los hombres de acuerdo con los roles de género asociados a los tradicionales, al crear las mujeres sus memorias desde las relaciones de cuidado, familiares o comunitarias, y los hombres hacer referencia más directa a los aspectos económicos. Esto permite que existan distintos sentires respecto a los territorios, los espacios y los anhelos de una paz; las mujeres han tendido a esta resiliencia más comunitaria gracias a su rol de cuidar, en el cual buscan reconstruir el tejido social fragmentado y añoran la paz algún día tenida. Los hombres tienen una visión más hacia el valor de recuperar lo que algún vez fue suyo, como el territorio y también su forma de trabajo y economía.

Las mujeres se encuentran en los relatos de las dos comunidades como víctimas de diversas violencias, que van desde la simbólica, estructural, económica, directa e indirecta, lo que se repite en las tres temporalidades de antes, durante y después del conflicto. No obstante, en el después, resaltan por su participación y su búsqueda por la reconstrucción del tejido social y el sueño de una paz, pero este no ha sido un camino fácil para ellas, al ser un actor anteriormente invisibilizado; por ello, al tomar estos papeles de liderazgo o resistencia, se convierten en una amenaza directa para los grupos armados, como apuntan Lasso et al. (2022) :

Bajo ese escenario de fragilidad estatal y de baja presencia institucional en contextos de conflicto armado, los actores armados ilegales ven la actuación de las mujeres el dique y el obstáculo para ampliar sus objetivos de control territorial, y por ello, crean las tácticas y estrategias necesarias para debilitarles moral, emocional y de manera psíquica, restringir su actuación colectiva y expresión social y cultural, obstaculizar sus formas organizativas y de relación con el territorio desde sus múltiples dinámicas (p. 126).

Al comprender todos estos aspectos alrededor de la situación de las mujeres antes, durante y después del conflicto, podemos entender aquellas violencias, injusticias y desventajas que históricamente y aun en la actualidad sufren, principalmente por su condición de mujeres, que es mayormente afectada si son víctimas, más si son parte de etnias tradicionalmente discriminadas, y que empeora aún más si son jefas de hogar, sobre todo si viven en territorios desconocidos debido a que el conflicto armado las desplazó o continúan en el mismo pero bajo el control de grupos armados.

Conclusiones

El conflicto armado colombiano lleva años afectando a millones de personas en nuestro país; aunque ahora los estudios sobre el tema, la memoria y las comunidades víctimas han estado en un auge importante, aún hace falta reconocer las minorías, aquellas que presentan múltiples violencias y hoy después de tantos años continúan viviendo día a día un conflicto que no ha terminado. Es necesario poder entender cuáles son esas violencias, denuncias, historias y memorias que tienes las comunidades, para así mismo comprender cuáles son las necesidades, las transformaciones y las acciones que deben tomar las instituciones, empezando por el Estado, a fin de procurar una reparación y una no repetición a las víctimas.

Es preciso comprender los casos del conflicto armado desde las diferencias y particularidades que los rodean; para esto, la interseccionalidad es clave, pues ayuda a hacer un análisis en profundidad, que permite leer las múltiples violencias a las que están expuestas y que han sufrido las víctimas. Igualmente, la construcción de la memoria desde las historias de vidas particulares es necesaria para poder aterrizar las distintas situaciones que afectan a las personas reconociendo la realidad detrás del conflicto, que muchas veces no es exacta al ser narrada, sino homogeneizante, y no respeta las historias de a quienes atravesó, ni permite dar posibles luces de reparación y no repetición realmente funcionales.

El caso de Chocó, más concretamente de las comunidades de Basurú y Acosó, nos ilustra dos formas en las que se vive el conflicto en uno de los departamentos más ricos en biodiversidad y cultura, pero más pobres en condiciones humanas y paz. Como estas dos, muchos otros corregimientos y municipios del departamento continúan sufriendo aún hoy el conflicto y no ven tangible en ellos una esperanza para trazar una fecha que marque el posconflicto. Las mujeres han tenido un papel muy importante en estas comunidades afro y, al momento de hablar de conflicto, también han padecido fuertemente muchos tipos de violencias e injusticias que no han sido reparadas.

Entre las diversas formas de respuesta al conflicto, acá vimos dos casos, uno de resiliencia individual y comunitaria, en que el desplazamiento forzado llevó a las mujeres, familias y comunidades a reinventarse, a ocupar un nuevo territorio, a crear nuevos lazos de familiaridad y solidaridad, para poder forjar así un nuevo comienzo sin dejar de lado su historia ni su memoria. El otro es de resistencia cotidiana, en la que, más cercano a ser una estrategia de supervivencia, la comunidad debe acomodarse al grupo armado que se encuentra en el territorio y guardar silencio frente a muchas injusticias para poder conservar así su permanencia en este.

Complejamente podemos aterrizar este caso en un estudio de paz, pues aún faltan mucho, principalmente desde el Estado, para poder devolver la paz, la unión y las tradiciones que tanto anhelan las comunidades de Basurú y Acosó. Es necesario empezar por finalizar completamente el conflicto armado, no solo de los lugares más populares, sino también de aquellos históricamente abandonados.

Reconocer las particularidades de este y sus actores, como sus relaciones con su ambiente y con los demás seres del territorio, desde su desarrollo antes, durante y después del conflicto, permite pensar posibles soluciones más claras y fructíferas a las comunidades. Con relación a las mujeres, falta mucho por trabajar, el conflicto armado ha llegado a transformar las tradiciones de trabajo equitativo y oportunidades igualitarias; ahora, muchas han tenido que cambiar sus roles debido a las pocas oportunidades y a las limitaciones que el conflicto les ha impuesto.

La búsqueda de la paz, así sea imperfecta, debe seguir siendo un propósito nacional, especialmente en aquellos territorios olvidados, apartados, excluidos, tomados por actores armados al margen de la ley, este es el anhelo de las mujeres que han padecido el conflicto armado colombiano y que hoy siguen luchando por sobrevivir ellas y sus familias en territorios hostiles y discriminatorios en virtud de su etnia, origen campesino, género y condición de desplazadas.

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Recibido: 13 de Octubre de 2023; Aprobado: 18 de Julio de 2024

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