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Revista de Estudios Sociales

versão impressa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.17 Bogotá jan./abr. 2004

 

Relación de las actitudes personales y de la norma social con la actividad sexual de los adolescentes*

Fernando Barrera**; Estefanía Sarmiento***; Elvia Vargas Trujillo****

** Grupo de Investigación "Familia y Sexualidad" Departamento de Psicología, Universidad de Los Andes.

*** Grupo de Investigación "Familia y Sexualidad" Departamento de Psicología, Universidad de Los Andes.

**** Grupo de Investigación "Familia y Sexualidad" Departamento de Psicología, Universidad de Los Andes.


Resumen:

Con una muestra de 326 estudiantes de secundaria (178 hombres, 144 mujeres, 4 participantes no indicaron su sexo) entre 13 y 18 años, de niveles socio-económicos bajo, medio y alto, se examinó la relación de la actitud personal y de la norma social percibida (percepción de la actitud de los amigos y de la norma de pares) con varios indicadores de la actividad sexual de los participantes. Se usó un cuestionario de autorreporte para obtener información sobre las variables del estudio. El análisis de la información mostró que sólo el 31% de los jóvenes participantes había tenido relaciones sexuales penetrativas. Los análisis de correlación y regresión apoyan los planteamientos de la Teoría de la Acción Razonada acerca de la importancia de la actitud personal y de la percepción que tienen los jóvenes de la norma social en la explicación de la actividad sexual durante la adolescencia. Las variables predictoras del estudio explican entre el 10% y el 60% de la variabilidad de cada uno de los indicadores de la actividad sexual. Se verificó estadísticamente que la influencia de la percepción de la actitud sexual de los amigos sobre la actividad sexual penetrativa se da a través de la actitud sexual personal. Estos resultados confirman el papel de las cogniciones en los comportamientos de salud y señalan la necesidad de considerarlas en los programas de promoción de la salud sexual y reproductiva.

Palabras clave:

Actividad sexual, adolescentes, norma social, salud sexual


Abstract:

Using a sample of 326 high-school students (178 males, 144 females, 4 participants who did not indicate their sex) between 13 and 18 years old, from lower, middle and upper socio-economic levels, the relationship between personal attitude and the perceived social norm (perception of friends' attitude and of peer norm) was examined with several indicators of the sexual activity of participants. A self-report questionnaire was used in order to get information about the variables of the study. The analysis of information showed that only one 31 percent of the young participants had had penetrative sexual relationships. Correlation and regression analyses support the statements of Reasoned Action Theory on the importance of personal attitude and the youth's perception of the social norm in explaining sexual activity during adolescence.The study's predictive variables explain between a 10 percent and a 60 percent variability of each one of the sexual activity indicators. It was statistically verified that the influence of perception of sexual attitudes of friends on penetrative sexual activity takes place through the personal sexual attitude. These results confirm the role of cognition in healthy behaviour and point to the need to bear it in mind in programs of sexual and reproductive health promotion campaigns.

Key words:

Sexual activity, adolescents, social norm, sexual health.


Actualmente se reconoce que durante la adolescencia las personas tienden a practicar diferentes formas de actividad sexual. Diamond, Savin Williams y Dubé (1999) definen la actividad sexual como un continuo de comportamientos motivados por el deseo sexual y orientado hacia el placer y la gratificación, independientemente de que culmine o no en el orgasmo.

La actividad sexual incluye diversas formas de contacto físico y estimulación mutua (Diamond, Savin-Williams y Dubé, 1999; Heaven, 1996; Gotwald y Holtz Golden, 1996; Brook, Balka, Abernathy y Hamburg, 1994). Esa actividad ocurre en una secuencia que se inicia con comportamientos propios del trato afectuoso convencional hasta finalizar en la relación sexual genital, coital o penetrativa (McCabe y Collins, 1983; Smith y Udry, 1985; Hovell, Sipan, Blumerg, Atkins, Hofstetter y Kreitner, 1994; Miller y Moore, 1990; Brook et al., 1994; Vargas Trujillo y Barrera, 2002). Diversas organizaciones nacionales e internacionales han dedicado sus esfuerzos investigativos a describir e identificar los factores que deben tenerse en cuenta en los programas de prevención del inicio temprano de la actividad sexual. Estos estudios asumen que la actividad sexual en la adolescencia constituye un comportamiento problemático por su asociación con el embarazo no planeado y las infecciones de transmisión sexual (Chalmers, Stone y Ingham, 2001).

La Teoría de la Acción Razonada - TAR (Fishbein y Ajzen, 1975) nos ofrece los elementos conceptuales para hipotetizar que las actitudes personales y la norma social percibida pueden operar como factores explicativos de la actividad sexual de los adolescentes.

Esta teoría plantea que el antecedente inmediato de cualquier comportamiento (la actividad sexual) es la intención de ejecutarlo (la disposición para tener relaciones sexuales penetrativas durante la adolescencia). Concretamente, en el contexto de este estudio se plantea que esta intención conductual está determinada, a su vez, por a) la tendencia favorable o desfavorable del adolescente hacia el comportamiento (actitud personal hacia la actividad sexual en la adolescencia); b) la percepción del joven sobre las actitudes de otros significativos frente al hecho de realizar el comportamiento (percepción del adolescente de qué tan favorable es la opinión de los padres y de los amigos hacia el hecho de tener relaciones sexuales en la adolescencia) y c) la percepción del número de miembros del grupo de pares que practican la conducta, en otras palabras, percepción de prevalencia o norma de pares.

La percepción de las actitudes de los otros significativos y la norma de pares constituyen lo que se ha denominado norma social percibida.

Los antecedentes empíricos sobre la actividad sexual de los adolescentes señalan que las actitudes personales y de las personas cercanas influyen sobre la disposición a tener relaciones sexuales (Leland y Barth, 1993; East, 1996; Bearman y Brückner, 1999; Kinsman, Romer, Furstenberg y Schwarz, 1998;Whitaker, Miller y Clark, 2000a) y sobre el hecho de iniciarlas (Carvajal et al., 1998), tanto en hombres como en mujeres (Rotheram-Borus y Koopman, 1991; Plotnick, 1992).

De acuerdo con Miller, Forehand y Kotchick (1999) las actitudes parentales conservadoras respecto al comportamiento sexual adolescente se relacionan significativamente con un menor número de relaciones sexuales genitales y de compañeros sexuales. Small y Luster (1994) también encontraron que un factor de riesgo para el inicio precoz de actividad sexual es la percepción que tienen los adolescentes de valores permisivos frente a la actividad sexual por parte de sus padres.

Jaccard y Dittus (2000), por su parte, observaron que las adolescentes que perciben que sus padres aceptan las relaciones prematrimoniales durante la adolescencia tienden a tener más experiencia sexual. Baker, Thalberg y Morrison (1988) presentan conclusiones similares. Otros investigadores han encontrado que en muchas sociedades aún persiste el doble estándar respecto a lo que los padres esperan de los hombres y de las mujeres, y que este doble estándar se relaciona con la actividad sexual de los adolescentes. Así por ejemplo, en el estudio de Small y Luster (1994) se encontró que los hombres perciben en sus padres actitudes más permisivas respecto a su actividad sexual que las mujeres, y que la mayoría de los mensajes paternos conllevan el doble estándar acerca del comportamiento sexual de los hijos y las hijas. Recientemente, Vargas Trujillo y Barrera (2002) encontraron resultados similares en Colombia.

Ahora bien, sobre la influencia de los pares, las investigaciones en psicología social han mostrado la importancia del grupo sobre el comportamiento de sus miembros y la forma como las personas tienden a adaptarse a las normas sociales (Urberg, Degirmencioglu y Pilgrim, 1997). Diversos estudios han tratado de identificar las relaciones que existen entre las actitudes, las normas, las expectativas, el comportamiento del grupo de iguales y los comportamientos de riesgo de los niños y los adolescentes (Chen, Greenberger, Lester, Dong y Guo, 1998; Jessor, Van Dem Bos, Vanderry, Costa y Turbin, 1995; Perkins, Luster, Villarruel y Small, 1998).

Concretamente, Perkins y sus colaboradores (1998) plantean que la edad de la primera relación sexual se puede explicar, en parte, por la influencia del grupo. Otros investigadores han encontrado que la actividad sexual de los adolescentes está influida por el comportamiento del mejor amigo o amiga o de la persona con la cual se tiene una relación estable o romántica (Miller, MacCoy y Olson 1986; Small y Luster, 1994; Gaston, Jensen y Weed, 1995). Sin embargo, resulta particularmente interesante que investigadores como Small y Luster (1994) planteen que la actividad sexual está más relacionada con la percepción que tienen los adolescentes de las actitudes de sus amigos frente a la misma, que con lo que realmente hacen sus amigos con su vida sexual.

Gillmore et al. (2002), por su parte, encontraron que la norma social tiene un efecto más fuerte que las actitudes personales sobre la intención de tener relaciones sexuales. De acuerdo con Kinsman y colaboradores (1998) la motivación principal de los adolescentes para iniciar su actividad sexual, no es que sientan que sea divertida, sino que no quieren quedarse atrás con respecto al grupo de adolescentes de su misma edad.

Otros autores consideran que las diferencias observadas en la frecuencia de actividad sexual reportada por hombres y mujeres pueden deberse a una tendencia de los hombres a exagerar sobre su experiencia sexual y de las mujeres a ocultar algunos aspectos de esta esfera de su vida, como resultado de lo que consideran socialmente deseable (Mejía, Cortés, Madera, Del Rio y Bernal, 2000; Eggleston, Jackson y Hardee, 1999; Ordoñez-Gómez, 1994).

En un estudio de Baumer y South (2001) se encontró que en estratos bajos, los adolescentes hombres promueven el inicio temprano de relaciones sexuales y una alta frecuencia de actividad sexual, para adquirir prestigio y estima. Así mismo, los embarazos no planeados se pueden asumir como un mecanismo para ganar estatus. En el caso de los hombres, porque aumenta su sentido de masculinidad (Marsiglio, 1993) y en el de las mujeres porque adquieren respeto social como madres (Stern, 2001).

El indicador de la norma de pares que con más frecuencia se cita en la literatura es la prevalencia percibida de actividad sexual en el grupo de referencia. Numerosos estudios han demostrado su asociación significativa con variables como la edad de inicio (Baumer y South, 2001; Carvajal et al., 1999; Kinsman et al., 1998; Millar, Norton, Curtis, Hill, Schvaneveldt y Young, 1997; Whitaker et al., 2000a), el número de parejas sexuales (Baumer y South, 2001; Magnani, R.J., Seiber, E.E., Zielinski Gutiérrez, E. y Vereau, D., 2000; Whitaker y Miller, 2000; Whitaker, et al., 2000a), la disposición para iniciar actividad sexual (Bearman y Brückner, 1999; Kinsman et al., 1998; Whitaker, et al., 2000a), la frecuencia de actividad sexual (Baumer y South, 2001; Magnani et al., 2000), el hecho de haber iniciado o no actividad sexual (Kinsman et al., 1998; Whitaker, et al., 2000a) y el uso de métodos anticonceptivos (Baumer y South, 2001; Bearman y Brückner, 1999; Magnani et al., 2000). En este estudio la prevalencia percibida de actividad sexual en el grupo de compañeros se consideró como norma de pares.

El estudio de Kinsman y colaboradores (1998) reveló que los estudiantes de sexto grado que creían que la mayoría de sus amigos había tenido relaciones sexuales, tenían una intención significativamente mayor de iniciar su actividad sexual en el siguiente año. Los estudiantes que ya habían iniciado actividad sexual, en comparación con los que no la habían iniciado, reportaron una mayor prevalencia de iniciación sexual entre sus amigos, mayores ganancias sociales derivadas de la actividad sexual temprana y la percepción de una menor edad de iniciación sexual entre sus amigos. Los estudiantes que no habían tenido actividad sexual, en comparación con los que sí la habían iniciado, tenían una mayor probabilidad de creer que los niños de 12 años experimentados sexualmente serían estigmatizados negativamente. Finalmente, estos autores encontraron que el factor predictor más importante de la iniciación de la actividad sexual en sexto grado es tener la intención de hacerlo durante ese año escolar; a su turno, el mayor predictor de dicha intención es la creencia de que la mayoría de los amigos ha tenido actividad sexual. Por otra parte, un estudio realizado por Magnani y colaboradores (2001) con cerca de 7000 adolescentes peruanos, mostró que los hombres que reportaban tener más amigos que habían tenido relaciones sexuales, tenían una mayor probabilidad de tener múltiples parejas y reportaban haber tenido más experiencia sexual, que los que reportaban no tener amigos que habían iniciado su actividad sexual. Además los primeros, a diferencia de los segundos, dejaban de usar el condón en la medida que tenían más relaciones sexuales.

En un estudio realizado por Whitaker y Miller (2000) se encontraron resultados similares. Los adolescentes que percibían que sus pares habían iniciado actividad sexual más temprano, también reportaban haber iniciado ellos mismos su actividad sexual a una edad más temprana. Así mismo, los adolescentes que percibían que una mayor proporción de sus amigos tenía vida sexual activa reportaban un mayor número de parejas sexuales. Finalmente, la percepción de que los pares rechazaban el uso del condón, se asoció con la baja disposición del adolescente para usarlo.

En un estudio longitudinal realizado por Miller, Norton, Curtis, Hill, Schvaneveldt y Young (1997), se encontró una asociación negativa entre la edad de inicio de actividad sexual y la percepción del número de amigos que han iniciado actividad sexual. En general se observó que una de las variables predictoras de mayor peso es el número de amigos que había iniciado actividad sexual antes de los 16 años.

En síntesis, las relaciones estudiadas en las páginas anteriores sugieren la importancia de las actitudes propias y de la norma social percibida para explicar la variabilidad de la actividad sexual en la adolescencia. Algunos estudios en otros países han demostrado la utilidad de la Teoría de la Acción Razonada para explicar el comportamiento sexual de los adolescentes (por ejemplo, el de Gillmore et al., 2002). Sin embargo, en la revisión de estudios nacionales no se encontró una investigación que haya examinado simultáneamente el conjunto específico de relaciones que propone la TAR. Este estudio buscó superar ese vacío empírico en una muestra de adolescentes colombianos.

Método

Participantes

Se obtuvo información de 326 adolescentes, 178 hombres y 144 mujeres (4 participantes no reportaron sexo) con edades entre 13 y 18 años (M = 15.19, DE = 1.66). Todos eran estudiantes de 6° a 11° grado de secundaria que se encontraban vinculados a una de tres instituciones educativas no profesantes y mixtas de Bogotá. Estas instituciones se seleccionaron según su nivel socioeconómico (NSE): bajo, medio y alto. La institución de NSE bajo era pública, mientras las otras dos eran privadas. El número de estudiantes de 14 o menos años fue de 65 (20%), entre 15 y 16 fue de 117 (36%) y de 17 o más años fue de 144 (44%).

Instrumento

Se utilizó un cuestionario de autorreporte para obtener información sobre las variables demográficas, las variables predictoras y la actividad sexual.

Variables demográficas

Se obtuvo información sobre el sexo, la edad (preguntando la fecha de nacimiento), el grado escolar que cursaba cada estudiante y el tipo de familia (personas con quienes vivía el adolescente al momento de responder el cuestionario). Además se registró el nivel socio-económico del colegio a través del cual se contactó al participante.

Variables Predictoras

Se obtuvo información sobre cinco variables consideradas como predictoras de la actividad sexual de los adolescentes. Todas las preguntas de las escalas utilizadas para evaluar las variables predictoras tenían un formato de respuesta tipo Likert con valores de 1 a 5. A lo largo del cuestionario se mantuvo el mismo esquema de respuesta solicitado a los adolescentes con el fin de evitarles confusiones.

Actitud personal hacia la actividad sexual: Se evaluó por medio de la afirmación "Yo desapruebo que las personas de mi edad tengan relaciones sexuales" (1= para nada cierto, 5= totalmente cierto). Las puntuaciones de este ítem se invirtieron para obtener un indicador de tendencia favorable a la actividad sexual.

Actitud de los padres frente a la actividad sexual durante la adolescencia: Se definieron tres afirmaciones para indagar sobre la percepción que tienen los hijos de la opinión de sus padres con respecto a la actividad sexual durante la adolescencia (alfa = 0,67). El adolescente debía responder qué tan cierta era cada afirmación (1= para nada cierto y 5= totalmente cierto), por ejemplo, "Mis padres piensan que está mal tener relaciones sexuales a mi edad". Aquí también, las puntuaciones de los ítems de esta escala que hacen referencia a actitudes desfavorables de los padres se invirtieron para obtener un indicador de tendencia favorable a la actividad sexual.

Actitud de los amigos frente a la actividad sexual durante la adolescencia: Se definieron cinco afirmaciones para indagar sobre la percepción que tienen los adolescentes de la opinión de sus amigos con respecto a la actividad sexual durante la adolescencia (alfa= 0,72). Frente a cada afirmación se debía responder qué tan cierta era (1= para nada cierto, 5= totalmente cierto), por ejemplo, "Mis amigos piensan que uno debe tener relaciones sexuales antes de los 16 años".

Norma de Pares: Se evaluó como la percepción que tiene el adolescente de la prevalencia de actividad sexual en el grupo de pares. Se incluyó una pregunta sobre el número de compañeros de grupo que el adolescente creía que ya había tenido relaciones sexuales genitales (1= ninguno, 5= todos).

Medidas de Actividad Sexual

Actividad Sexual: La actividad sexual se evaluó de dos formas: (a) a través de la pregunta "¿Alguna vez has tenido relaciones sexuales?" y (b) mediante la Escala de Actividad Sexual (Vargas y Barrera, 2002) la cual indaga por la frecuencia (1 = nunca, 5 = siempre) con que el adolescente ha realizado cada una de cinco actividades sexuales diferentes (tomarse las manos, darse besos, tocarse diferentes partes del cuerpo, acariciarse los genitales y tener relaciones sexuales) (alfa= 0,76). De esta escala se extrajeron tres indicadores: la actividad sexual convencional (promedio de las frecuencias de tomarse las manos y darse besos), la actividad sexual pre-penetrativa (promedio de las frecuencias de tocarse diferentes partes del cuerpo y acariciarse los genitales) y la actividad sexual penetrativa (frecuencia de relaciones sexuales penetrativas).

Disposición para iniciar actividad sexual en la adolescencia: Dado que las investigaciones recientes señalan consistentemente que sólo el 35% de los adolescentes ha tenido relaciones sexuales penetrativas (Vargas Trujillo y Barrera, 2002), a los participantes que informaron no haber iniciado actividad sexual genital se les preguntó sobre su disposición para iniciarla durante la adolescencia, contestando qué tan de acuerdo estaban con las afirmaciones: "A mí me gustaría comenzar a tener relaciones sexuales en este momento de mi vida". y "A mí me gustaría comenzar a tener relaciones sexuales después de casarme". (1= totalmente en desacuerdo y 5= totalmente de acuerdo). Las puntuaciones de esta pregunta de la escala que hacen referencia a una baja o nula disposición de inicio de la actividad sexual durante la adolescencia, se invirtieron para obtener un indicador favorable de disposición.

Procedimiento

Se estableció contacto con tres colegios de Bogotá seleccionados de manera intencional a través de personas conocidas por los miembros del equipo de investigación. Para la selección de los colegios se definieron como criterios de inclusión el nivel socio-económico (bajo, medio y alto), que fueran mixtos, no religiosos o no profesantes.

Los instrumentos se aplicaron a estudiantes del grado sexto a undécimo después de haber obtenido el consentimiento pasivo por parte de los padres.1 Para tal fin se envió a los padres una comunicación escrita mediante la cual se les informaba que su hijo(a) había sido seleccionado(a) para participar en la investigación, se les explicaba los objetivos del estudio, el procedimiento del mismo y el carácter voluntario, confidencial y anónimo de la participación. También se les solicitaba su autorización para que su hijo(a) respondiera el cuestionario y se les pedía que si no estaban de acuerdo se comunicaran telefónicamente con alguno de los miembros del equipo de investigación. No se presentó ningún caso de desautorización.

Con base en un cronograma previamente acordado con cada institución educativa, se reunieron los grupos de estudiantes para contestar los cuestionarios. Antes de iniciar a responder los cuestionarios, se explicó de nuevo a los estudiantes en qué consistía el proyecto y, si estaban de acuerdo en participar, firmaban la forma de consentimiento.

Una asistente y dos auxiliares de investigación indicaban las instrucciones generales de resolución de los cuestionarios e iniciaban leyendo la primera parte para asegurarse de que todos los participantes comprendían la forma de responder a cada una de las preguntas y afirmaciones. El diligenciamiento del instrumento duraba en promedio una hora.

Resultados

Este estudio buscaba establecer el papel explicativo que sobre la actividad sexual de los adolescentes tienen la actitud personal y la norma social percibida por los adolescentes con respecto a la actividad sexual durante la adolescencia (percepción de la actitud de los padres y de los amigos y la norma de pares). A continuación se sintetizan los resultados de los análisis estadísticos que se realizaron para dar respuesta a las preguntas investigativas.

Análisis descriptivos

En la figura 1 se presentan las estadísticas descriptivas de las variables del estudio. Se observa que el 31% de los jóvenes (101) respondió que sí había tenido relaciones sexuales, mientras el restante 69% (225) no las había tenido. Los que reportaron haber tenido relaciones sexuales penetrativas dijeron haber comenzado a tenerlas a una edad promedio de 14.4 años.

Análisis de asociación entre variables

Para examinar la magnitud y la significación de las asociaciones entre las diferentes variables del estudio, se calcularon los coeficientes de correlación de Pearson. En la figura 2 se observa que todas las medidas de la actividad sexual se encuentran altamente correlacionadas con la actitud personal frente a la actividad sexual durante la adolescencia y las variables de la norma social percibida por los adolescentes frente a esta actividad.

Análisis explicativos multivariados

Con el fin de examinar la pertinencia explicativa de las actitudes y la norma social para dar cuenta de la variabilidad de la actividad sexual de los adolescentes se realizaron análisis de regresión múltiple por pasos, teniendo como variables predictoras la actitud personal, la actitud percibida de los padres y de los amigos hacia la actividad sexual durante la adolescencia, por una parte, y la norma de pares, por otra. Antes de estos análisis se hicieron pruebas de colienalidad que permitieron seguir adelante con el procedimiento.

Como criterio para evaluar la importancia de las variables propuestas sobre la actividad sexual se utilizó el porcentaje de varianza de ésta que se puede considerar atribuible a esas variables en un modelo de regresión lineal múltiple (ver los valores R2 total en las figuras 3,4 y 5). En la figura 3 se observa que las cuatro variables incluidas como predictoras explican el 30% de la variabilidad de la actividad sexual pre-penetrativa; la actitud sexual de los padres y la norma de pares explican el 26% de la actividad sexual penetrativa; y la actitud sexual de los amigos y la norma de pares explican el 10% de la variabilidad de la actividad sexual convencional.

Para explicar la disposición de inicio de actividad sexual en la adolescencia se obtuvo un modelo significativo que explica el 60% de la variabilidad a partir de la actitud personal y la actitud percibida de los padres y de los amigos hacia la actividad sexual.

Al realizar este mismo análisis separando la muestra por sexo se obtuvieron los resultados que se sintetizan en las figuras 4 y 5. En términos generales se observa que la actitud personal y la actitud percibida de padres y amigos explican el 59% de la variabilidad de la disposición de inicio de actividad sexual en la adolescencia para las mujeres mientras que para los hombres el modelo explicativo sólo quedó constituido por la actitud sexual personal y la actitud percibida de los amigos. Llama la atención que la norma de pares es pertinente de manera consistente en la explicación de las diferentes modalidades de actividad sexual (convencional, pre-penetrativa y penetrativa). Además es interesante ver que la actitud personal y los componentes de la norma social percibida dan cuenta de un mayor porcentaje de la variabilidad de la actividad sexual en el grupo de los hombres.

Análisis para explorar relaciones de mediación

Se puso a prueba la hipótesis según la cual la influencia de la norma social sobre la actividad sexual del adolescente se encuentra mediada por la actitud personal. Se calcularon las tres regresiones propuestas por Baron y Kenny (1986) para el análisis de relaciones de mediación. De acuerdo con estos autores, primero se debe comprobar la influencia significativa de la variable independiente sobre la variable mediadora; en segundo lugar, se debe comprobar la influencia significativa de la variable independiente sobre la variable dependiente; y en tercer lugar, se realiza una regresión en donde se incluyen la variable independiente y la mediadora como predictoras de la dependiente. Si el coeficiente estandarizado de la variable independiente sobre la dependiente deja de ser estadísticamente significativo en la última regresión, se comprueba la hipótesis de mediación.

Se verificó estadísticamente que la influencia de la percepción de la actitud sexual de los amigos sobre la actividad sexual penetrativa se da a través de la actitud sexual personal. En la tabla 6 se aprecian estos resultados.

Discusión

Los resultados apoyan los planteamientos de la Teoría de la Acción Razonada acerca de la importancia de la actitud personal y de la percepción que tienen los jóvenes de la norma social en la explicación de la actividad sexual durante la adolescencia. Se encontró que la norma de pares es la única variable que consistentemente queda incluida en los modelos de explicación de las diferentes formas de actividad sexual. Estos resultados señalan que la decisión de tener relaciones sexuales en la adolescencia se relaciona con la percepción que tienen los adolescentes de lo que sus padres y amigos opinan al respecto. Diversos estudios han logrado establecer que la influencia de los padres y de los amigos ocurre principalmente a partir de lo que comunican, de manera verbal y no verbal, sobre lo que es aceptable, deseable o permisible en este aspecto durante la adolescencia (Miller, Forehand y Kotchick, 1999; Small y Luster, 1994; Jaccard y Dittus, 2000; Chen et al., 1998; Jessor et al., 1995, entre otros). Por lo tanto, es importante crear condiciones para que tanto los padres como los miembros del grupo de iguales discutan abiertamente su posición frente a la actividad sexual en la adolescencia.

Consistentemente con los resultados de estudios como los de Kinsman y colaboradores (1998) se encontró que otro factor que explica la actividad sexual de los adolescentes, es la percepción que tienen sobre la cantidad de amigos de su edad que ya han comenzado a tener relaciones sexuales. Estos resultados confirman lo que plantean Small y Luster (1994) acerca de que si el adolescente percibe que la "mayoría" o "muchos" de los jóvenes de su edad han empezado a tener relaciones sexuales, puede llegar a creer que este es un comportamiento "esperado" o "deseable" para su edad. Esta creencia de que "la mayor parte" de los jóvenes tiene actividad sexual puede ser un factor que motiva a los adolescentes, que no han tenido relaciones genitales, a creer que hacen parte de una minoría y que, por lo tanto, deben preocuparse por satisfacer aquello que perciben como "norma de pares".

Lo anterior nos lleva a hacer un llamado de atención a los padres de familia, a los educadores y a los medios de comunicación masiva, sobre el cuidado que deben tener cuando hacen referencia a la actividad sexual de los adolescentes. Muchos de los mensajes que provienen de estas fuentes de información transmiten la idea de que actualmente "la mayoría" o "una alta proporción" de los jóvenes tienen relaciones sexuales.

Los datos de este estudio, al igual que los de estudios previos realizados por el mismo grupo de investigación, revelan que sólo alrededor de un 31% de los adolescentes entre los 12 y los 18 años ha tenido relaciones sexuales penetrativas. Estos resultados son muy importantes en tanto debe considerarse que la información que le llega al público en general, es que la proporción de adolescentes que ya ha iniciado su vida sexual es mucho más alta. Los padres pueden contribuir a esta tarea proporcionando a sus hijos elementos que les ayuden a interpretar adecuadamente la información ambigua que pueden trasmitirle sus amigos y los medios de comunicación sobre las relaciones sexuales. Las instituciones educativas y los padres, pueden aunar esfuerzos para fomentar en el/a adolescente una postura crítica que le permita poner en duda o cuestionar lo que se da por hecho.

Por otro lado, al contrario de lo que plantean Gillmore et al. (2002), en nuestra muestra se encontró que la actitud personal explica mejor que la norma de pares la disposición de inicio de actividad sexual en la adolescencia. Esa actitud, además, juega un papel mediador en la influencia de la norma social sobre la actividad sexual en esta etapa de la vida.

Estos resultados y los postulados de la Teoría de la Acción Razonada nos permiten plantear la necesidad de que los programas de Promoción de la Salud Sexual y Reproductiva se centren, en primer lugar, en ayudar a los jóvenes a clarificar las creencias acerca de los resultados de la actividad sexual a su edad. En segundo lugar, estos programas deben buscar que los jóvenes evalúen las implicaciones que pueden tener estas consecuencias en su vida.

Adicionalmente, aunque los análisis que se realizaron separadamente para hombres y mujeres sugieren que el modelo propuesto por la Teoría de la Acción Razonada se puede considerar válido para ambos sexos, los resultados indican que es urgente reconocer las especificidades de género para el diseño de programas que atiendan las necesidades propias de cada grupo.

Los análisis de esta investigación muestran, en primer lugar, que en el grupo de mujeres la actitud personal y la norma social explican tan solo un 14% de la actividad sexual penetrativa; mientras en el grupo de los hombres estas variables explican el 31% de la variabilidad de esta actividad.

En segundo lugar, se observó que la actitud personal juega un papel importante en la explicación de la actividad sexual pre-penetrativa y en la disposición de iniciar la actividad sexual en la adolescencia para las mujeres; mientras que en el caso de los hombres esta variable sólo es importante en la explicación de la disposición de inicio de relaciones sexuales.

En tercer lugar, se encontró que la percepción de la actitud de los padres sólo es importante en la explicación de la disposición de inicio de relaciones sexuales en el grupo de las mujeres y en la explicación de la actividad sexual penetrativa en el grupo de los hombres. Finalmente, los resultados de este estudio difieren y avanzan en relación con el trabajo de Gillmore et al. (2002), en el que se encontró que la norma social tiene un efecto más fuerte que las actitudes personales sobre la intención de tener relaciones sexuales. Aquí se ha encontrado, en cambio, que esas actitudes personales operan como una variable mediadora en la relación entre la norma social y la actividad sexual penetrativa. En otras palabras, un modelo que incluye simultáneamente la norma social y la actitud personal parece demostrar que el fuerte efecto de la primera, no es directo sino que se da a través de la segunda.

Sugerencias para investigaciones posteriores

De la reflexión sobre los resultados de esta investigación surgen algunas sugerencias para futuros estudios sobre la actividad sexual de los adolescentes.

1. En este campo, como en otros de la investigación social, se requiere generar desarrollos metodológicos que superen el nivel de los estudios transversales. La validez de las atribuciones de influencia puede ser mayor si se dispone de los recursos financieros y logísticos para someter a prueba, entre otras cosas, la dirección de las relaciones entre variables con estudios de seguimiento.

Además de la función señalada, estos estudios permitirán examinar la continuidad o el cambio de las relaciones. Por ejemplo, un estudio de seguimiento con los adolescentes que participaron en este estudio permitiría determinar el valor predictivo que tiene la variable disposición de inicio de relaciones sexuales en la adolescencia y validar empíricamente el planteamiento de la TAR de que la intención es el mejor factor de predicción del comportamiento.

2. Aclarar la dirección de la relación entre el hecho de haber tenido actividad sexual penetrativa y el de sostener actitudes sexuales permisivas y favorables a la actividad sexual premarital. Esto se podrá lograr con el diseño deliberado de estudios longitudinales.

Limitaciones del estudio

Este estudio representa una importante fuente de información acerca de los factores explicativos de la actividad sexual de los adolescentes colombianos. Sin embargo, es necesario señalar algunas limitaciones. Todas las medidas empleadas en este estudio fueron cuestionarios de autorreporte respondidos por los propios adolescentes. Aunque es ampliamente reconocido que los adolescentes son la fuente de información más confiable sobre lo que les pasa, también son valiosas otras fuentes como los padres y los pares. Información de estas fuentes puede fortalecer la validez de la información que se obtenga en estudios futuros.

Por otra parte, debido al tipo de investigación, se sugiere tener cuidado en las inferencias de causa - efecto que a partir de los datos de este estudio puedan hacerse. Por ejemplo, aunque otros estudios (Scott y Johnson, 1993) han encontrado resultados similares, coincidimos con Billy y sus colaboradores (1988) en cuanto a que se debe ser cuidadoso al afirmar que existe una relación causal entre las actitudes sexuales y la actividad sexual de los adolescentes. Estos autores encontraron que cuando los jóvenes (tanto hombres como mujeres) tienen experiencia coital desarrollan actitudes sexuales más permisivas y favorables hacia la actividad sexual premarital. No obstante, Stacy, Bentler y Flay (1994) afirman que los antecedentes cognitivos son mejores predictores de los comportamientos futuros que al contrario.


Comentarios

* Este estudio fue realizado en el marco de la investigación "Actividad sexual y relaciones románticas durante la adolescencia: algunos factores explicativos". Esta investigación, financiada con la cooperación de Colciencias y el BID, fue adelantada por el grupo de Investigación Familia y Sexualidad del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes.


Bibliografía:

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