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Revista de Estudios Sociales

Print version ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.18 Bogotá May./Aug. 2004

 

Transformación y resiliencia en familias desplazadas por la violencia hacia Bogotá*

Constanza González Viveros**

** Psicóloga, Magíster en Psicología de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Actualmente pertenece al grupo de investigación del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes, Psicología Social Crítica, dirigido por Ángela María Estrada.


Resumen

En este artículo se exploran tanto las transformaciones en la estructura y dinámica de las familias desplazadas por la violencia, como las habilidades que desarrollan sus integrantes para enfrentar diferentes situaciones adversas que se les presentan durante este proceso. Partiendo de los relatos de las personas entrevistadas se buscó identificar acciones e interacciones en las cuales se pusiera de presente el hecho de que no son actores pasivos sino agentes que buscan reconstruir sus proyectos de vida. Esto con el fin de motivar a que las acciones de atención a esta población partan tanto de sus necesidades particulares como de sus fortalezas para enfrentar la adversidad.

Palabras clave:

Desplazamiento forzado, transformación, familias, resiliencia, red social, apoyo.


Abstract

In this article the author explores the structural and dynamic transformations within displaced families, as well as the abilities its members develop for dealing with various adverse situations they face during this process. Based on testimonies from the people interviewed, the author searches for actions and interactions where it is evident that they are not passive actors, but individuals trying to reconstruct their lives. This was done with the purpose of motivating any attention given to this population to be rooted in their particular necessities as well as the strengths they have to face adversity.

Key words:

Forced displacement, transformation, families, resiliency, social network, support.


Como se señala en el Informe Nacional de Desarrollo Humano para Colombia 2003 (Gómez Buendía et. al., 2003), el desplazamiento forzado ha acarreado el mayor número de victimas del conflicto armado colombiano. En efecto, 2,9 millones de colombianos y colombianas se han desplazado desde 1985, en lo que se ha descrito como la mayor crisis humanitaria y de derechos humanos en nuestro país (Codhes, 2003).

En aras de aportar a las diferentes acciones de atención y reparación a esta población, este proyecto de investigación buscó caracterizar las transformaciones que presentan las familias desplazadas por la violencia tanto en su estructura como en su dinámica, así como las habilidades que les permiten a sus integrantes recuperarse y seguir adelante en la reconstrucción de sus proyectos vitales.

La propuesta de investigación estuvo enmarcada dentro del paradigma socioconstruccionista en psicología social (Gergen, 1993,1996), desde el cual se plantea la pertinencia de desarrollar la práctica científica y particularmente la investigación en ciencias humanas, guiada por tres compromisos éticos y políticos. La deconstrucción, bajo la cual se ponen en tela de juicio las verdades que se dan por sentadas en la cultura; la democratización, en la cual se busca ampliar la gama de voces que participan en las elaboraciones científicas; y finalmente la reconstrucción, desde la cual se busca la emergencia de nuevas realidades y prácticas para la transformación cultural.

Lejos de concepciones atemporales, naturales e ideales de la familia, ésta se consideró una entidad inscrita en la historia, e influenciada por diversos ordenamientos sociales (Bermúdez, 1987; Burin y Meler, 1998; Cicerchia, 1999). La posibilidad de aceptar más de un modelo legítimo de familia permitió entender y validar diversos tipos familiares que, como en el caso de la población desplazada, enfrentan múltiples transformaciones. Igualmente, se buscó un distanciamiento del modelo de déficit predominante en psicología desde el cual se tiende a caracterizar a los individuos y a sus familias por sus fracasos y sus deficiencias. En efecto, gran parte de la literatura relacionada con el afrontamiento de las familias desplazadas por la violencia, muestra tanto familias colapsadas como individuos sin herramientas para modificar sus condiciones de vida.1

Aunque nociones cercanas a la resiliencia ya habían sido observadas y descritas con anterioridad por algunos psicólogos, el término como tal es relativamente nuevo en el léxico psicológico,2 y su uso cada vez más amplio en la literatura, es un lente que permite nuevas inteligibilidades y acciones posibles para individuos y grupos sociales que han sufrido situaciones de adversidad significativa.

Dada la bidireccionalidad de las relaciones entre los individuos y su entorno, antes de ser una característica individual relacionada con la invulnerabilidad, la resiliencia fue entendida en este estudio como el proceso en el cual los individuos y los grupos sociales, dadas ciertas condiciones favorables en su contexto, desarrollan progresivamente hiabilidades o recursos que les permiten afrontar positivamente situaciones adversas.3 Así, una mirada desde la resiliencia permite hacer énfasis en las fortalezas y no en las debilidades de las personas, en la medida en que los traumatismos son entendidos como desafíos a través de los cuales se presenta la oportunidad para el cambio. Como bien lo señalan Cyrulnik (2002) y O'Leary (1999), frente a la adversidad los individuos se ven obligados a confrontarse a sí mismos y a reevaluar su sentido de vida y prioridades.

La teoría que se construyó en este estudio partió fundamentalmente de los relatos de los integrantes de nueve familias desplazadas por la violencia, asentadas en el sector de Altos de Cazuca (Soacha). La muestra del proyecto es una muestra teórica (Strauss y Corbin 1998), en la cual el tiempo de asentamiento en Bogotá y el motivo del desplazamiento, fueron las características consideradas para su selección. Ésta quedó conformada por seis familias que llevaban menos de cuatro meses de asentamiento en el sector, y tres familias que llevaban más de un año. Igualmente, tres de estas nueve familias habían sido desplazadas por amenaza directa, dos por amenaza indirecta, y cuatro por miedo.

La recolección de información se llevó a cabo a través de entrevistas semiestructuradas y diarios de campo realizados en tres o cuatro visitas a cada familia. Las entrevistas tuvieron una duración aproximada de una hora, y en la mayor parte de oportunidades, se contó con la participación de todos los integrantes que se encontraban conviviendo en ese momento. En éstas se privilegiaron preguntas circulares en torno a la transformación de la familia y a la forma en que individualmente y como unidad familiar, habían sobrellevado los diferentes momentos adversos presentes durante el proceso de desplazamiento y asentamiento en Bogotá.4

La recolección de los datos y su análisis se llevó a cabo de forma paralela. Acorde con los lineamientos de la teorización fundamentada (Strauss y Corbin 1998), en el análisis se desarrollaron los procesos de codificación abierta,5 axial y selectiva. Los resultados que se presentan a continuación corresponden a la integración y refinamiento de las categorías centrales y subcategorías que dieron lugar a la teoría.

Transformación de las familias en situación de desplazamiento

Primeras fragmentaciones

Las mayores transformaciones en la estructura familiar se presentan generalmente en el periodo anterior al desplazamiento de la familia y durante los primeros meses de asentamiento en el sitio de llegada, en este caso la ciudad de Bogotá. Al llegar, las familias originariamente extensas y aquellas con hijos/as jóvenes, suelen haber modificado su estructura. Es común que los abuelos, tíos o primos que hacían parte de la familia, se desplacen con anterioridad de sus sitios de vivienda, como consecuencia de la presión que ejercen los grupos armados que tienen o buscan el control del territorio.

El proceso de desplazamiento no sólo fragmenta las familias extensas, sino que también acelera las separaciones de los y las jóvenes de su unidad familiar. En efecto, sobre éstos recae la responsabilidad de trabajar para contribuir al mantenimiento de la familia, generalmente en lugares apartados del sitio de asentamiento, como lo señala una joven: "él (hermano mayor) está donde mi familia (tíos), se queda por allá meses y meses porque como por acá no hay que comer, entonces se va por allá a trabajar" (f.1 u.a. 124).6

Quizás la experiencia más dramática que llegan a experimentar algunas de las familias asentadas en sectores marginales como Altos de Cazuca, es el asesinato de uno de sus hijos por parte de los grupos armados ilegales que operan en el lugar. Una de las nueve familias con las que se trabajó en este estudio, se vio obligada a desplazarse nuevamente debido a este hecho, que ya se ha vuelto común (El Tiempo, 7 de Marzo de 2004).

Intentando nuevas composiciones

La mayor parte de las familias que llegan a Bogotá cuentan con familiares o conocidos que les permiten vivir por algún tiempo con ellos. En algunos casos, los integrantes de las dos familias construyen relaciones funcionales y nuevos lazos afectivos. Esto lleva a que con el tiempo se sientan parte de una sola familia que dispone de una dinámica propia, como lo relata una madre de familia que recibió a la familia de su hermano: "nos la llevamos muy bien, nosotros nos sabemos comprender...cuando yo salgo, yo me voy tranquila porque por lo menos sé que está mi hermano, está ella (la compañera del hermano), que ellos andan pendientes de a qué horas llegan los niños, si tienen tareas, si por lo menos yo llego tarde, ella ya le va ayudando a hacer las tareas a las niñas" (f. 8 u.a. 20, 30).

Sin embargo, el surgimiento de esta nueva composición familiar es complejo en la medida en que las relaciones entre los integrantes de las familias no siempre son fáciles, máxime cuando tienen condiciones de vida precarias. El testimonio de otra madre de familia ilustra esta situación: "aquí estaba mi hermana, cuando llegué me dijo claro mija, pues ella no me daba cama pero yo me acostaba en el piso con mis cinco niños...más adelante mis sobrinos me echaban en cara la comida, la comida de mis hijos...¡Es duro! Me decían que me fuera, que esto, que lo otro, me humillaban a mis hijos" (f.6 u.a 15, 17). En estos casos la unión de las dos familias se presenta por un periodo corto, tras el cual los integrantes de la familia en situación de desplazamiento ven la necesidad de independizarse.

Crisis en los roles y en las relaciones familiares

Acorde con lo señalado por Meertens (1999), se encontró en estas familias que durante los primeros meses de asentamiento, la inserción en el mercado laboral urbano es más probable para las mujeres que para los hombres, en la medida en que la experiencia que éstas tenían en oficios domésticos constituye una fuente de empleo en la ciudad. A diferencia de las mujeres, el conocimiento de oficios como la agricultura y la ganadería no representan para los hombres ninguna utilidad.

El desempleo ocasiona al padre de familia sentimientos de impotencia y desesperación asociados con la pérdida de status como proveedor económico de la familia. Éstos se incrementan en hombres de edad avanzada a quienes se les dificulta aún más conseguir trabajo en la ciudad: "se lo juro que a mí se me hace muy duro saber que yo tengo una obligación y que toda la vida he sido responsable y que llega el momento en que sin trabajo y sin nada, le dan a uno ganas como de tomar camino...a ratos uno piensa mal porque que el compañero en lugar de ser ayuda, sea un zángano digamos, entonces saber que eso me va a tocar a mi con ella (la compañera), saber que ella sufre, ella lucha, lucha por los hijos y por todo y yo en lugar de darle, le toque trabajar para ver por mí, eso me (voz entrecortada) me pone pensativo" (f.5 u.a. 31, 51).

En este contexto, consecuencia apenas esperable, es común que se presenten periodos de tensión en las relaciones entre los integrantes de las familias como se refleja en el testimonio de una joven: "pues es que como le digo, como no hay trabajo ni nada, pues mi papá se siente estresado, entonces él vive siempre de mal genio por eso, y mi mamá, lo mismo, porque 'que ya no hay qué comer!', 'que mañana, ¡qué vamos a comer!'y entonces por eso viven todos malgeniados y entonces pues uno los entiende porque como es una preocupación, uno se estresa también" (f1 u.a. 122).

Padres itinerantes, madres permanentes

Algunos padres vuelven al campo a trabajar en temporadas de cosecha por tres o cuatro semanas y regresan a su casa por uno o dos días. En estos casos, las madres deben asumir la cabeza de la familia y buscar diversas soluciones para su sustento. Igualmente, la ausencia del padre afecta emocionalmente a los miembros de la familia como se presenta en el testimonio de una madre de familia: "y a mi lo que me da guayabo y me da mucha tristeza de que él (el compañero) se vaya por allá, es el niño, porque cuando el niño empieza ya a ver que no viene y no viene, entonces él comienza y se arrincona acá (mostrando una esquina de la cama), en ese rincón, y comienza: ' Mi papi! Por qué no llega mi papi!' Eso todas las noches, entonces pues eso me hace dar guayabo porque imagínese!... Yo varias veces le sirvo el desayunito, le sirvo el almuercito y se queda pensando, '¿mi papá? ' Su papá allá papito porque qué vamos a hacer, entienda '. Entonces de todas maneras el niño está sufriendo...entonces ahora cuando él (el esposo) se va, lloramos todos tres (risas), porque a él le da guayabo de irse y dejarnos, y a nosotros nos da guayabo que se vaya, y queda ese vacío entre esa casa que no hallamos qué hacer, pero luego yo me controlo, yo digo: 'pero también qué vamos a hacer todos acá, si nos ponemos a mirarnos las caras unos con otros, aquí nos morimos de hambre" (f 4 u.a. 101,104, 109). Otra madre de familia lo narra de esta manera: "pues de todas maneras un poco triste pues por lo que él (el compañero) no está pues cerca de nosotros, se demora siempre cada quince, cada veinte días que viene. Está una noche y al otro día ya se va. El sábado llega y el domingo a medio día ya se va. Por ese lado pues un poco triste..." (f5. u.a. 77).

En algunos casos, las condiciones adversas a las que se enfrentan las familias en situación de desplazamiento desencadenan el abandono del padre. Esta circunstancia se refleja en el testimonio de una madre cabeza de familia: "mi esposo se fue donde la hermana y es un tipo que no se preocupa si tenemos comida, si no la tenemos, él no se preocupa por eso, si tienen comida los hijos, o si no, que se acuesten con hambre. Aquí ha venido dos veces desde que llegamos, no ha vuelto más a saber si estamos bien, si estamos mal, si nos morimos, si todavía vivimos aquí o no..."(f. 6 u.a 18). La situación repercute de manera directa en todos los integrantes de la familia: "la niña llegó y me dijo, '¿y mi papá?' Yo le dije: ' yo no sé mijita '. Me dijo: ' entonces yo me voy a buscarlo. ' Yo le dije: ' el derecho no es suyo que ir a buscarlo, sino que él tiene que venir aquí a ver cómo están ustedes '. Me dijo: ' no, yo me voy ' y se fue a buscarlo a donde la tía..." (f. 6 u.a 21).

En hogares de más de un año de asentamiento y en donde el padre y en algunos casos la madre han conseguido un trabajo relativamente estable en la ciudad, sigue siendo una constante que el padre por diversos motivos permanezca ausente de la casa por un tiempo. Trabajos nocturnos como el reciclaje, hacen que los padres se establezcan cerca del área de trabajo y regresen a sus casas después de varios días. En estos casos, la madre asume nuevamente la cabeza de la familia: "por lo menos esta semana él (el compañero) no había subido en toda la semana, hasta anoche que vino y hoy se madrugó a ir nuevamente, me dejó seis mil pesitos que para el diario y estos días que él no ha estado pues yo he ido a trabajar y he sustentado a la familia... y es que uno de mujer siempre es la que lleva la batuta de la casa, dicen que el papá, pero sinceramente no" (f.3 u.a. 99 y 102).

La ausencia del padre y las dificultades que se le presentan para ingresar al mercado laboral urbano, conducen en un gran número de casos a que la madre asuma la responsabilidad económica de la familia. Estas situaciones generan transformaciones en las relaciones de género en las que las mujeres desarrollan nuevas habilidades y pueden fortalecerse, a pesar de las situaciones adversas que atraviesan.

Fortalezas: reflexiones, actitudes y estrategias de comunicación y organización en las familias

Frente a las precarias condiciones en el sitio de llegada y a las diferentes rupturas en el tejido familiar y social (Meertens, 1999; Rojas y Romero, 1999), los integrantes de las familias en situación de desplazamiento desarrollan habilidades en el ámbito de las reflexiones, actitudes y estrategias de comunicación y organización, que les permiten sobreponerse y emprender la reconstrucción de sus proyectos vitales.

La vida como valor fundamental

Los integrantes de familias que llevan un tiempo de asentamiento corto y particularmente las desplazadas por el miedo o la amenaza indirecta, suelen desarrollar reflexiones en las que al exaltar el valor fundamental de la vida, le dan un sentido a su experiencia. Este hecho como lo señala Walsh (1998) es fundamental en el proceso de asumir el cambio y reorganizar la familia bajo las nuevas circunstancias. Igualmente, frente a la decisión de desplazarse los miembros de estas familias se narran como agentes activos y no meramente acatadores de imposiciones externas. El siguiente testimonio de una madre de familia ilustra este hecho: "¿por qué nosotros no nos podemos ir pa'rriba? (para Bogotá) ¿Pensando en todo lo material? Pensando que en la gallina, no! Qué carambas! Viendo que nosotros íbamos era a evitar los peligros!...O digo, yo no me apego de nada, ¿paquése apega uno de las cosas?¿Paqué?...Lo importante es tener la vida tranquila porque mire, qué sacamos con estar en un palacio, y estar uno bien intranquilo, 'que mire que ya viene esa gente', 'que nos van a llevar', 'que nos van a coger', 'que mire que no podemos salir por aquí, como les digo yo a ellas (a las hijas)" (f. 1 u.a 89, 93,101). Otra madre de familia lo expresa de la siguiente manera: "es que hay personas que se aferran es a los bienes materiales y es que sinceramente yo digo, es que el día que uno se muera nada se lleva...pues es mejor perder todo y tener sus hijitos al lado, y no de pronto ir uno a padecer por tener una comodidad... y uno mientras pueda vivir, yo digo que la vida es muy bonita" (f.2 u.a. 46, 70,72).

Reconstrucción de proyectos de vida

Independientemente del motivo de desplazamiento, todas las personas entrevistadas reflexionan en torno a la reconstrucción de sus proyectos de vida. Acorde con lo planteado por Meertens (1999), se identificó que los proyectos, aunque relacionados con la supervivencia cotidiana van más allá de ésta pues connotan futuro, planeación, control, meta, voluntad de superación, y confianza en las capacidades propias. El testimonio de una madre, un padre y una joven sirven de ejemplo: "...sacar mi pasado judicial, hacer el curso para vigilancia para portería para así pongámosle, poder tener un trabajo más seguro el cual me dé más oportunidad de darle un mayor bienestar a mis hijos y de surgir, de que mis hijos sigan estudiando y tratar de ahorrar para poderles dar a ellos lo que necesitan, ese es el objetivo mío y de pronto que se me dé la oportunidad de terminar un bachillerato que yo sé que de pronto trabajando en vigilancia le queda a uno de pronto tiempito, se puede uno dar sus escapaditas y terminar su bachillerato porque esa es mi ilusión, yo les digo a mis hijos, así yo tenga sesenta años no me importa, terminar mi bachillerato, si esa es la oportunidad y ese es el tiempo..." (f.3 u.a 106); "yo me voy a trabajar y vamos ahorrando y ahorrando y quien quita que nos compremos un lotecito por acá" (f.4 u.a 86); "yo quiero seguir estudiando, pues esa es mi meta, acabar el estudio porque es que yo quiero ser alguien en la vida" (f.1 u.a 148). Las convicciones que surgen de estas reflexiones orientan la lucha permanente de los y las desplazadas, quienes asumen actitudes y desarrollan estrategias acordes con el nuevo sentido que le han dado a sus vidas.

Perseverancia en todo momento y lugar

La constancia en la búsqueda de objetivos que benefician a la unidad familiar fue identificada por varias personas. En la mayor parte de los casos, esta característica fue señalada por los hijos/as y compañeros para describir a su madre o compañera. Las siguientes expresiones dan cuenta de este hecho: "mi mami no es una persona que se echa a morir por una cosa" (f.3 u.a 29); "ella es muy trabajadora y animosa en todo" (f. 2 u.a 23); "ella es muy presta para todo, ella se defiende con lo uno, con lo otro" (f. 5 u.a 28); "ella no se deja llevar por el abandono, sino que cualquier trabajo que se le presente lo hace" (f.9 u.a 66). Igualmente, esta actitud se refleja en el siguiente testimonio de una madre de familia que se refiere a la búsqueda de trabajo: "...tocar uno puertas, buscar uno muchas opciones, no solamente tocar una puerta y si ahí no le abrieron quedarse uno estancado, no, buscar uno más opciones, que lo que le toque hacer honestamente, ¡vaya y hágalo!, yo me vi en muchas dificultades, yo me iba para Abastos, yo traía comida recogida y cuando ya estaban cerrando los puestos, ayudarlos a barrerlos, y ya, yo me hice conocer y traía buen mercado y me regalaban lo de los pasajes, o sea, son opciones porque uno aquí en la ciudad de lo que más tiene que estar uno pendiente, es de la alimentación, que es lo más costoso" (f. 3 u.a 87).

En las mujeres cabeza de familia, sobresale la perseverancia como en el siguiente testimonio: "yo trabajo entre semana por ahí, en lo que me salga, yo lavo, una señora me da mercado en lugar de plata, panela, café, que aceite, cualquier cosita, además yo trabajo en un programa aquí abajo en Visión mundial, trabajo de abrir chambas, echar pica, pala, sacar tierra, reservar el pasto, cortar el pasto, en el Oasis, le dan mercado a uno. Trabajo una semana completita y también voy a unas reuniones de gente desplazada, unos líderes, esos señores buscan ayudarle a la gente desplazada, ayudarles para el mercado, pa'la casa, entonces yo voy allá a las reuniones, entonces yo trabajo toda la semana y voy a las reuniones los jueves, ese día trabajo medio día" (f.6 u.a 24, 25).

Ponerse en el lugar del otro

Es fundamental el papel de soporte emocional que a través de una actitud empática se brindan entre sí los integrantes de las familias. Una actitud en la cual se reconocen y comprenden los sentimientos y emociones del otro, fue identificada en por lo menos una persona de cada familia, con repercusiones significativas en los demás. En momentos críticos del proceso de desplazamiento y asentamiento, ésta postura frente al otro facilita el alivio y la recuperación emocional, como se presenta en el siguiente testimonio de un padre: "...se lo juro que a mí se me hace muy duro saber que yo tengo una obligación, y que toda la vida he sido responsable y que llega el momento en que sin trabajo y sin nada, le dan a uno ganas como de tomar camino, entonces ella (la compañera) me dice que no, que llevemos la vida con paciencia a ver qué pasa" (f.5 u.a 31).

La actitud empática también se da de manera recíproca en la pareja, como lo señala una madre de familia: "yo por lo menos le doy ánimo a él, que de pronto yo lo veo a él aburrido, vacío, yo le digo 'mijo, no se afane, llevemos las cosas con calma porque qué vamos a hacer y tenga fe en Dios que Dios y la Virgen Santísima, ellos son tan grandes que de aquí a mañana nos van a dar la casita, ellos nos tienen la casita y volvemos nuevamente a tener la casita', entonces él ya por ese lado él se controla y entonces cuando él me ve que yo estoy así, él me dice 'mija pues tenemos que tener paciencia', y yo siempre le digo que no se ponga a pensar tantas cosas" (f.4 u.a 46). Para las madres, esta actitud en sus hijos juega un papel importante dada la frecuente ausencia de sus compañeros: "en mis hijos yo encuentro una tranquilidad, una paz, que de pronto me dicen, 'mami aguántese un poquito, suframos con paciencia, de pronto un día a Dios le da por ayudarla, ¿bueno? ' "(f.2 u.a 54).

Unión familiar a pesar de la distancia

La unión familiar en la que hay apoyo mutuo, confianza en el otro y cercanía emocional, también está presente en todas las familias. Como se desprende de los siguientes testimonios de una joven y un padre de familia, esta estrategia brinda seguridad y respaldo a sus integrantes: "...si uno tiene un conflicto pues es mejor resolverlo en familia...pues yo varias veces me he sentido mal acá, pues triste porque dejé mi vereda y todo, pero pues con la ayuda acá de mis padres y de mis hermanos pues me he recuperado un poquito"(f.1 u.a 138, 145); "pues nosotros siempre con las angustias y todo, pero siempre entre nosotros, siempre bregamos a superarnos y seguir adelante"(f.4 u.a 38). Dadas las características de la estructura y la dinámica de las familias en situación de desplazamiento, la unión familiar no está relacionada necesariamente con la cercanía física de los integrantes, sino con la certeza de poder contar con el otro, como se lee a continuación: "nosotros somos una familia unida, a pesar de que mi papi no vive casi con nosotros y que mi mami trabaja, llega por la noche y nosotros nos la pasamos casi todo el día solos...nosotros nos la mantenemos peleando y en lo que nosotros podemos nos ayudamos, nosotros nos colaboramos mucho" (f. 3 u.a 38, 41).

Resolver problemas conjuntamente

En la mayor parte de las familias, en especial en las de mayor tiempo de asentamiento en el sector, las personas tienden a aunar esfuerzos para solucionar problemas de la cotidianeidad. El proceso de consecución de vivienda propia es un ejemplo en el cual esta estrategia es puesta en práctica, como lo narran una madre y su hija: "...después nos vinimos para acá, estuvimos por allá en la parte de arriba, porque nosotros llegamos como con tres tejas y cuatro palos porque no nos quedó para más, y llegamos aquí y nos dieron un ranchito que estaba desocupado para que estuviéramos ahí mientras podíamos hacer nuestro ranchito, y nos pusimos a cuidar una tira de lotes y entonces ya después de que entregamos esa tira de lotes, nos regalaron un lote que fue el que se vendió y con eso compraron más latas, más palos y con eso nos vinimos para acá al lote que habíamos comprado y ya lo forramos así con esta blonda..." (f.3 u.a 71,72). La hija termina de contar el proceso: "después a mi papi le salieron unos tablones de madera, mi papi los trajo, nos tocó irlos a traer a San Mateo al hombro con mi mami, mi hermano, mi papá y yo, los trajimos y armamos una sola pieza para todos y era pequeñita, la cocina y todo era ahí, entonces después a mi mami le salió lo de VM (subsidio de vivienda), nos dieron los tablones, las tejas, la madera, todo para terminar de hacer la casa..." (f. 3 u.a 51, 52).

Buen humor

El buen humor como estrategia de comunicación se presentó en las madres de algunas familias desplazadas por la amenaza directa o el miedo. Acorde con lo que señala Cyrulnik (2002), a través de la risa las mujeres logran un determinado control de la difícil situación. El siguiente relato de una madre sirve como ejemplo: "le dije: 'yo no sé qué hacer, si esto sigue así yo me voy a amarrar una cuerda al pescuezo y me voy a lanzar a esa laguna' -risas-, yo estaba muy desesperada... la mujer del familiar de él (el esposo), comenzó por ahí a hacernos mala cara, y mandaba a los niños de ella a que le pegaran al niño (el hijo), le escupían, comían y no nos daban -risas-" (f.4 u.a 34,32). Otra madre de familia se expresa de la siguiente manera: "nosotros llevamos aquí seis años porque cuando llegamos J. estaba de un año, aquí aprendió a dar sus primeros pasos, en esta loma -risas-... "(f.3 u.a 74).

Generosidad con el otro

Esta actitud, la acción de dar a otros de forma desinteresada, se presentó en algunas madres y en sus hijos. Como se verá a continuación, la generosidad no sólo fomenta la unión familiar sino que también facilita los primeros lazos con la comunidad: "mis hijos si sinceramente son tan especiales!... Aquí me los trajeron a todos (otros niños del sector en condiciones más desfavorables que las de ellos) y eran todos chiquiticos, me dijeron: 'mamita esos niños están en ayunas, cómo van a hacer si son todos chiquiticos, ay mamita déles algo por favor, ¿ si?' Y lloraban, 'es que no hay más' (dijo la madre), 'pues ahí hay sopa, pues así no comamos nosotros pero déle a los niños' (dice uno de sus hijos)...cuando hay agua de panela, se sienta como un viejito (el hijo) y se pone a darle (a una niña), o si no, pone el arroz así y lo machuca bien y le da" (f.6 u.a. 35, 37,44). Otra madre de familia señala: "a mí me parece muy lindo que uno como persona desplazada, tener ese amor de ayudar a otra persona de la misma situación en la que uno llegó" (f.3 u.a 78).

Construcción de nuevas redes de apoyo

Esta estrategia de organización en la que las mujeres, parientes o vecinas se apoyan en aspectos cotidianos como el cuidado de los hijos, el compartir alimentos y el préstamo de dinero, se identificó en más de la mitad de las familias: "yo le dije a A. (vecina que llegó desplazada del mismo sector): 'cuando usted me pueda ayudar me ayuda, y cuando yo la pueda ayudar la ayudo', y así estamos, ella se va a trabajar, yo me voy a llevarle la niña al jardín, la saco, lo mismo a la otra, se la tengo acá, por ahí a las seis y media la mando con el niño (su hijo) que vaya y le eche llave, y el niño va y echa llave y se viene para acá, ya antecitos de llegar la mamá, y así mantenemos, y si yo de pronto necesito por ahí dos mil pesitos o mil pesitos, entonces ella me los presta y cuando yo consigo, voy y se los pago, entonces ella viene: '¿usted no tiene unos dos mil pesos que me preste?'; 'Sí, sí tengo y así mantenemos -risas-'(f.4 u.a 92). En efecto, como lo ha identificado Meertens (1999), las mujeres son las que en las nuevas condiciones de vida construyen lazos sociales a partir de la participación en relaciones de vecindad, y en algunos casos en grupos comunitarios.

En síntesis, las reflexiones, actitudes y estrategias de comunicación y organización que desarrollan los integrantes de las familias en situación de desplazamiento, señalan que ellos y ellas no son personas desvalidas. Por el contrario, son agentes que frente a situaciones adversas generan recursos que les permiten sobreponerse y seguir adelante en la reconstrucción de sus vidas. Como se recordó anteriormente, estas habilidades no se desarrollan aisladas del entorno familiar y social pues requieren de ciertas condiciones e interacciones sociales.

Condiciones e interacciones sociales en relación con la resiliencia de las familias

Proyecto educativo en la comunidad

Es fundamental el papel que juega el director de la escuela y líder comunitario del sector de asentamiento. Su proyecto educativo, que lleva siete años de construcción permanente, ha contado con la participación activa de la comunidad y ha buscado brindar una educación integral a los niños y niñas. A través de la escuela se desarrollan diversas actividades para los niños y sus padres. Se ha fomentado así un sentido de pertenencia al nuevo lugar, punto neurálgico en el proceso de inserción a la comunidad. El registro de una madre de familia sirve de ejemplo: "primero que todo, el que primero nos ayudó fue el profe Nelson, eso si, gracias a Dios! Yo por eso le digo en la cara, 'Que Dios lo bendiga, porque él fue el primero que nos dió la mano, el que nos ha ayudado de todas las maneras" (f. 1 u.a 33).

Apoyo no gubernamental que reconoce al otro como un ser humano

La atención que brindan las entidades no gubernamentales a la población desplazada del sector no siempre es percibida como adecuada o significativa. Aquella que sí lo es se caracteriza por ser sostenible y duradera, por no estigmatizar la condición de desplazados, reconocer sus capacidades y permitir la creación de vínculos con la comunidad. Como lo plantea una madre de familia: "VM han sido los que por medio de trabajo nos han dado la oportunidad de obtener las cosas. La teoría de ellos es muy bonita porque no que por el hecho de ser uno desplazado, le van a sentir lástima, no, le dan la oportunidad de que uno trabaje y se gane sus cosas...el interés de esa entidad es ayudar a las personas desplazadas a surgir, pero que también ellos se valoren como seres humanos que son y eso me ha parecido una teoría muy bonita..." (f.3 u.a 76,77,78).

Responsabilidad del Estado y lineamientos generales para la acción

El hecho de enfatizar que las personas y sus familias en situación de desplazamiento desarrollan recursos para enfrentar diferentes situaciones de adversidad, no pretende minimizar la responsabilidad que tiene el Estado en la prevención del fenómeno y el desarrollo de programas de atención y reparación de las víctimas. Vale la pena resaltar que aproximadamente la mitad de las familias con las que se trabajó no recibieron ayuda alguna por parte de entidades estatales, en algunos casos por falta de información clara y en otros, por no haber sido reconocidos como desplazados. Cuando la atención estatal recibida no supera el carácter asistencial, no se percibe como adecuada o significativa.

En relación con los programas de organismos gubernamentales y no gubernamentales de atención y reparación a esta población, los resultados de la investigación pretenden resaltar tres aspectos fundamentales.

En primera instancia, el concepto de familia tradicional e ideal no es aplicable a las familias en situación de desplazamiento. En la aproximación a estas familias es necesario comprender que disponen de una estructura y dinámica particular que se caracteriza por fracturas y recomposiciones, por el cambio en los roles y las fuertes tensiones en las relaciones que se tejen entre los miembros.

Es igualmente importante reconocer que a pesar de las desfavorables condiciones a las que se enfrentan, no son sujetos pasivos resignados a su suerte, sino agentes de cambio que desarrollan habilidades para reconstruir sus proyectos vitales. En esta medida, el develar y fomentar estas fortalezas favorecerá un mayor impacto de las acciones emprendidas.

Finalmente, antes de realizar acciones que desconozcan las necesidades de esta población, es importante favorecer aquellos proyectos que tienen un tiempo de consolidación en los sectores de asentamiento, que apuntan a necesidades concretas de la población, y que cuentan con la vinculación y el soporte de la comunidad.


Comentarios:

* El estudio de tesis de Maestría del cual se deriva este texto, se llevó a cabo durante el año 2002 y parte del 2003 bajo la dirección de Ángela María Estrada, con la colaboración de la ONG Dos Mundos y de Nelson Pájaro, maestro y líder comunitario del sector de Altos de Cazuca (Soacha).

1 Por ejemplo ver Michel Agier y Odile Hoffmann (1999).

2 Por ejemplo ver el concepto de tendencia actualizante desarrollado por Carl Rogers (1997).

3 Esta concepción surge de la integración de definiciones planteadas por Cyrulnik (2002), Waller (2001) y Luthar, Cicchetti y Becker (2000).

4 En todos los casos se contó con el consentimiento de los participantes.

5 Se tomaron como unidades de análisis (u.a.), las unidades con sentido.

6 (f.1 u.a. 124) La información entre paréntesis identifica a la familia y la unidad de análisis de donde proviene el testimonio. En este caso, la familia número uno y la unidad de análisis 124.


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