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Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.19 Bogotá sep./dic. 2004

 

Competencias ciudadanas: de los estándares al aula.  Enrique Chaux, Juanita Lleras y Ana María Velásquez (autores - compiladores) (2004). Bogotá: Ministerio de Educación Nacional, Departamento de Psicología -Universidad de los Andes, Ceso.

Andrés Mejía*

* Profesor Asistente. Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia.


Acaba de ser publicado el libro "Competencias Ciudadanas: De los Estándares al Aula", compilado por Enrique Chaux, Juanita Lleras, y Ana María Velásquez. Éste se divide en dos partes principales: en la primera se hace una presentación de posibles estrategias pedagógicas e institucionales, genéricas, que pueden ayudar a fomentar y desarrollar competencias ciudadanas en los estudiantes. Estas estrategias son aulas en paz, dilemas morales, juegos de roles, aprendizaje cooperativo, proyectos, aprendizaje a través del servicio, y estrategias institucionales. En la segunda parte se muestra de manera mucho más detallada cómo se pueden implementar algunas de las estrategias propuestas en la primera parte, en las áreas o cursos disciplinares del currículo. Esto se hace a través de actividades diseñadas para alcanzar tanto objetivos de conocimiento específico de cada una de las disciplinas, como objetivos relacionados con el desarrollo de competencias ciudadanas. Las áreas académicas trabajadas en el libro, en su segunda parte, son ciencias naturales, ciencias sociales, educación artística y musical, educación física, informática, lenguaje, y matemáticas.

Quiero comenzar mi comentario diciendo que dado que, posiblemente uno de los obstáculos principales para el aprendizaje y mejoramiento en la acción diaria de las personas en general, y de los docentes en particular, es la falta de ideas sobre alternativas, creo que la contribución del libro es particularmente valiosa. Sus propuestas son concretas, y muestran cómo se pueden llevar al aula en actividades particulares. Por otro lado, creo que la principal fortaleza del libro se encuentra en la idea aplicada de que es necesario integrar las actividades que promueven competencias ciudadanas a las áreas académicas. Esta integración puede entenderse en al menos dos sentidos, y los dos implícitamente se trabajan en el libro: por ejemplo, para las matemáticas, y haciendo una adaptación de expresiones acuñadas por Marilyn Frankenstein, se trabajan de manera simultánea las matemáticas de la ciudadanía, y la ciudadanía del aprendizaje de las matemáticas. Es decir, por un lado se pretende que el conocimiento matemático sea utilizado para entender dimensiones del mundo que son relevantes para la ciudadanía (por ejemplo, el cuidado del otro mediante el estudio de las matemáticas de la desnutrición); y por el otro lado se pretende que el aprendizaje se dé mediante estrategias pedagógicas que permiten a los alumnos y al profesor poner en práctica acciones consideradas propias de un ciudadano competente (por ejemplo, escuchar activamente al otro, manejar conflictos apropiadamente, etc.). Hay al menos dos puntos importantes acerca de esto que vale la pena resaltar. Primero, es más probable que los estudiantes comiencen a ver el problema de la ciudadanía como algo que no es sólo para discutir en clase de democracia, y que se queda siempre confinado en ese espacio, sino como algo que llega a todos los ámbitos de la vida, incluso fuera del colegio. Y segundo, se comienzan a establecer conexiones entre disciplinas y temas que en general se han tratado de manera aislada. Esto es especialmente importante dentro del marco actual de la idea de que la educación debe formar en competencias, lo cual implica que los estudiantes pueden mostrar desempeños apropiados a pesar de que se cambie el contexto. Adicionalmente, vale la pena decir que da la impresión que el tono del libro, reflejado en todos sus capítulos, es de optimismo generalizado. Es decir, parecería existir una cierta garantía de que las estrategias propuestas cumplen lo prometido, y además que lo prometido está bien. Esto puede ser por un lado esperable, por cuanto se está presentando una propuesta. Por otro lado, este optimismo también puede ser bueno, por cuanto puede animar a los profesores del país a atreverse a realizar cambios en sus actividades docentes. Sin embargo, respecto a este optimismo quisiera describir cuatro aspectos a manera de señal de alerta:

1) Hasta donde yo sé, no existe certeza debido a la complejidad de lo pedagógico, de que cada una de las estrategias propuestas en el libro garantice el desarrollo en los estudiantes de las competencias ciudadanas correspondientes. Sin embargo, un tono optimista del libro combinado con una lectura poco crítica del docente o rector, puede llevar a generar demasiadas expectativas.

2) Es posible -aunque cuestionable-que los principios implícitos en las competencias ciudadanas sean relativamente universales en el sentido de que casi todo el mundo pueda estar de acuerdo con ellos. Sin embargo, normalmente el problema no es acerca de cuáles principios adopta uno, sino de qué decisiones toma uno en las ocasiones en que algunos de ellos entren en conflicto entre sí en la práctica -en el mismo sentido en que diferentes valores entran en conflicto en situaciones tales como las representadas en los dilemas morales-. No obstante, en mi opinión el libro no reconoce del todo claramente que este tipo de conflictos puede aparecer. Por ejemplo, ¿en qué casos estaríamos dispuestos a manipular un poco una conversación -y con ello limitar el pensamiento crítico- con el fin de que los estudiantes realmente adopten un determinado valor en su pensamiento y en su acción? Es de notar que varias de las actividades propuestas en la segunda parte del libro parecen estar dirigidas a obtener una moraleja en el ámbito de lo moral. Si bien no se dice explícitamente que la conversación deba manipularse para llevar a los estudiantes a concluir la moraleja (¡cómo podría decirse esto!), tampoco se hace una advertencia clara para que esto no se haga así.

3) Se hace mucho énfasis en la participación y la búsqueda de consenso, pero se omite la posibilidad de que esto no se pueda lograr. Así, se habla de definir reglas de comportamiento, sanciones, objetivos de actividades y proyectos, etc., en consenso, con la participación de los estudiantes y en varios casos incluso de personas externas (p.e., comunidad). Pero hay múltiples maneras en las que un consenso o una participación no son genuinas: Está lo que se puede decir en público y lo que no (porque es lo socialmente correcto o no lo es); están las actitudes emocionales que pueden hacer que uno se vea a sí mismo de una u otra manera, con repercusiones sobre cómo uno participa o deja de hacerlo; están las maneras más o menos sutiles de manipular una conversación, etc. O simplemente es posible que no se llegue a un consenso (lo cual puede ser incluso más beneficioso porque al menos los desacuerdos y las dificultades pueden no quedar escondidas.) En últimas, es posible que los procesos democráticos sean complicados.

4) En relación con el punto anterior, podemos decir que la sociedad también está llena de procesos aparentemente participativos, con decisiones aparentemente consensuales, pero que al examinarlas de cerca se revela que no son del todo genuinas. Dado que esto influye directamente en las posibilidades de participación política, la capacidad de identificar críticamente los casos en los que esto ocurre en nuestra sociedad puede ser muy relevante para una ciudadanía responsable. No obstante, no aparece claramente en las estrategias o actividades propuestas en el libro.

Para concluir y resumir, creo que el libro presenta una contribución valiosa que se necesitaba para los docentes y rectores de Colombia. Pero éste debe ser tomado de una manera crítica que permita realizar una práctica pedagógica consciente y responsable.