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Revista de Estudios Sociales
versão impressa ISSN 0123-885X
rev.estud.soc. n.20 Bogotá jun. 2005
¿DEGENERA LA RAZA? CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE ESTE IMPORTANTE PROBLEMA EN LO REFERENTE A NUESTRA FACULTAD DE MEDICINA
Roberto Restrepo
Proemio
¿Se debe a degeneración el poco entusiasmo que hay en nuestra juventud para los estudios universitarios, y el reducido provecho que de ellos se saca? Así lo afirman y sostienen distinguidos profesores de nuestra universidad.
Respeto merecen esas opiniones, por la autoridad científica de quienes las emiten, pero no creo que puedan aceptarse como absolutas. Procuraré mostrar que otras son las causas que en aquel fenómeno influyen, y que son factores quizá de más trascendencia que aquél. Se verá aquí la exposición de una por una de dichas causas, comentadas someramente, por no disponer de los medios necesarios para desarrollarlas con la extensión debida.
El doctor M. Jiménez López plantea así la cuestión: "Nuestro país presenta signos indudables de una degeneración colectiva: degeneración física, intelectual y moral".
No se estudiará aquí el punto primero ni tercero, tareas que pertenecen al biólogo y moralista, respectivamente. No me ocuparé sino de si hay o no degeneración intelectual, y solo en lo referente a nuestra Facultad de medicina, de la que soy alumno, y a cuyo personal, tanto discente como docente, conozco más de cerca.
Por eso este trabajo más bien será una "contribución" al estudio de este delicado problema, que un estudio del problema mismo, tomando como tesis general: "El análisis del caso concreto dice el doctor Jiménez López presta elementos de valor para el gran trabajo de generalización". En un trabajo como éste se debe ir por partes, para después por el análisis de éstas, dar la ley general.
Podrá parecer extraña mi tarea, más no importa. Es preciso que el estudiante también alce la voz, para la defensa, si así se exige; para el ataque, si a ello se le obliga. No sigamos la tradición de ese mutismo que muchas veces degenera en servil, y que, de cierta manera, ha hecho perder al estudiante toda personalidad. Empieza ya a sentirse una evolución regeneradora: nuevas ideas tienen que venir a ocupar el lugar que otras dejaron: a nuevas ideas, nuevos campos, y en nuevos campos, nuevas armas.
La lucha leal ennoblece; el quietismo cobarde humilla.
Duras verdades habrá que decir, más no será éste el apoyo que pueda justificar el ir hasta el anatema: no, que compañera de la verdad siempre ha sido la cultura.
Causas
Del poco entusiasmo en los estudios de Medicina, y del poco provecho que de ellos se saca
-Falta de preparación en los estudios de bachillerato
¿Quién no alcanza a darse cuenta de lo deficiente y mal ordenado que es el plan de estudios a que se somete a los jóvenes aspirantes al bachillerato? Cierto que es un plan que no merece siquiera un nombre. Creo suficientemente conocida esa deficiencia por las personas de mediana ilustración, para ahorrarme el trabajo de aducir argumentos en su apoyo.
Ahora, en la suposición -mera suposición- de que el actual plan de estudios fuera completo, quiero dar una ligera idea de cómo se hacen esos estudios en la mayor parte de nuestros colegios, para que los lectores juzguen y digan si aquello puede ser admisible. Tomo como ejemplo la Gramática, materia tan importante. ¿Cuál es el método que se sigue para enseñarla? El profesor pondrá una lección sobre el sustantivo, por ejemplo: llega aquél al día siguiente, y con el libro en la mano, empezará a interrogar; y su discípulo, que en todo se ha ceñido a la letra, procurará contestar lo que ha aprendido.
No, señor; esa definición no es así; mire usted que allí le falta esta palabra (que sabe Dios si alguna importancia tiene). Usted no sabe la lección. Veamos: el de más allá: ¿qué es sustantivo? Y con el libro en la mano, comparará la definición de éste con la de su discípulo. El muchacho dio la lección sin suprimir una coma.
Si, señor; así se da una lección.
Y continuará su interrogatorio de una manera semejante. ¿Qué resultó al fin? Que la fama de mejor estudiante la sacó el que mejor recitó un trozo del libro, el de mejor memoria. ¿Y cuál el provecho de éste con su aprendizaje? ¿Meditaría por un momento lo que querían decir las frases que recitó? Y el profesor ¿se tomaría por ventura el trabajo de exponer a sus discípulos el significado de aquéllas? ¿Exigirá unos ejercicios en que aquéllos pongan en claro que han entendido y sacado algún provecho? No; eso se considera como innecesario.
Y estudiantes así preparados llegan a estudios superiores, al estudio de Inglés, por ejemplo. En un simple who encontrarán un escollo infranqueable, porque como no saben qué es un acusativo o un genitivo, se verán imposibilitados para dar a aquella palabra las desinencias que a cada uno de estos casos corresponden. Esta materia se hace mal; y con una preparación deficiente pasan a otra, que no correrá mejor suerte; y, por un fatal encadenamiento, todas las materias restantes tendrán que hacerse mal, muy mal.
Asistamos a una clase de Química. -Si mezclamos fósforodirá el profesor -con una solución acuosa de sulfuro de bario, obtendremos hipofosfito de bario. Y en seguida escribirá fórmulas tras fórmulas que cansarán el ánimo del estudiante, hasta obtener, por mil reacciones, el ácido fosfórico libre, gracias a la acción del ácido sulfúrico sobre el tal hipofosfito. ¿Qué provecho creéis que haya podido sacar de esa clase el estudiante que asistió a ella? ¿Sí quedaría sabiendo qué era un hipofosfito y para qué podría utilizarse? ¿Conocería siquiera el ácido sulfúrico? Todas esas reacciones tuvieron lugar...en el tablero. El mejor estudiante grabaría talvez aquella retahíla de fórmulas inútiles; pero, ¿podréis decirme cuál será el beneficio que pueda sacar de aquello para su vida práctica?...
No quiero apuntar más escenas de éstas: sería tarea inacabable. Y no queráis enrostrarme que lo expuesto es solo obra de imaginación. Ojala fuera así; pero desgraciadamente aquello ha pasado a mi vista.
Y con tales métodos, ¿qué clase de estudiantes podrán enviar a nuestras Facultades los colegios que los adoptan? ¿Y no son las dos terceras partes de los establecimientos de educación los que en la República se rigen por esos métodos? Aquello equivale a hacer perder todo entusiasmo por el estudio desde los primeros años.
¿Y cómo se explica el que niños de inteligencia asombrosa, como se observa frecuentemente en los estudios primarios, donde, dicho sea en honor de la justicia, hay métodos más racionales, al pasar a los estudios secundarios vienen a reducirse a una nulidad? ¿Podrá decirse que esto se debe a degeneración, y no a otras causas?
De manera que no es en la Universidad donde solamente se ha adquirido ese desdén por el estudio: éste acompaña a la casi totalidad de nuestros estudiantes desde los colegios de instrucción secundaria.
¿Y sobre quién puede descargarse el peso de este grave mal? No hay que vacilar en decirlo: sobre el Gobierno. Este hace concesiones hasta la de dar el título de bachiller, a colegios que, considerados con el espíritu sereno e imparcial que exige la honradez, por aspecto ninguno han podido merecerla.
¿Cuáles son las garantías que a dichos colegios se piden para considerarlos merecedores de aquellas concesiones? Que sean católicos, apostólicos, romanos; que sus directores sean hombres adictos al partido dominante; que el credo político de éstos sea el conjunto de ideas que puedan inculcar, aunque sea indirectamente, a sus educandos; y eso basta.
Que jóvenes así preparados entren a nuestras Facultades, y el provecho que de allí se saque ira siempre de mal en peor.