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Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  n.26 Bogotá ene./abr. 2007

 

 

Presentación

 

Claudia Leal y Carl Langebaek


Desde el siglo XIX las razas han sido categorías privilegiadas para diferenciar la población, discriminar a ciertos grupos y privilegiar a otros. Entre nosotros, categorías como blanco, negro, indio y mestizo han sido usadas para designar a personas y grupos que, se asume, comparten características biológicas o heredables. Así, por ejemplo, los atributos físicos de una persona, como el color de la piel o la forma del pelo, relacionados con el aspecto de sus antepasados, han servido para construir categorías raciales. Pero las características consideradas heredables que han sido asociadas con la raza no se refi eren solamente a la apariencia. Expresiones tales como ‘baila como un negro’, demuestran que dentro de los aspectos que se han utilizado para defi nir a las razas se encuentran otros tales como el modo de mover el cuerpo o, para citar otros casos, la moral y la inteligencia. El ascenso de la raza como forma de clasifi car a las personas fue paralelo al ascenso de los Estados nacionales como forma privilegiada de organización político administrativa en el mundo. De allí que el Dossier de esta edición busque examinar la creación de estas categorías y la historia de los grupos designados con ellas dentro del marco de la construcción de los Estados nacionales.

Este dossier se centra en América Latina, cuyas sociedades han sido ampliamente examinadas bajo la lente de las clases sociales. La inequitativa distribución del ingreso y la infl uencia de marcos de interpretación estructuralistas, como lo es el marxismo, contribuyeron a la primacía de las categorías de clase en los análisis sociales. Sin embargo, en años recientes ha habido un creciente interés por otras categorías, entre ellas la de raza. Este cambio tiene diferentes orígenes. Por una parte está la infl uencia de la academia estadounidense. Dado que en los Estados Unidos existe una tendencia fuerte a pensar las diferencias en términos raciales y étnicos, no es de sorprenderse que algunos estudiosos entrenados allí hayan mirado a América Latina bajo esa óptica. Por otra parte, el giro cultural en los estudios sociales, con su énfasis en temas tales como la identidad, han gestado un clima propicio para el nuevo interés en la categoría de raza como herramienta para entender nuestra región. Este interés ha reforzado los trabajos sobre grupos que habían recibido poca atención y ha permitido examinar desde un nuevo ángulo otros ya bastante estudiados (como puede observarse en el cambio de categoría de campesinos a indígenas).

Este es el primero de dos dossieres sobre el tema de Raza y Nación. Además de su énfasis en América Latina, este primer dossier tiene un fuerte componente histórico. Cinco de los 10 artículos presentados se preguntan por el lugar de los negros, mulatos e indígenas en diferentes países de América Latina durante el siglo XIX y principios del XX. Estos grupos entraron a la era republicana cargando con el peso de los prejuicios heredados de la Colonia, adicional al hecho de que muchos de sus miembros tenían un estatus legal especial. No es de extrañarse, entonces, que varios de los autores indaguen sobre la suerte de estos grupos y las ideas que sobre ellos se construyeron. Los cinco artículos restantes también se preocupan por el pasado, aunque tratan otros periodos. Entre los contribuyentes al Dossier hay autores colombianos, centroamericanos y estadounidenses, cuyos trabajos abarcan estudios sobre Cuba, Centroamérica, Colombia, Venezuela y Uruguay. Dos de los textos son traducciones de artículos publicados recientemente en inglés. Con estas traducciones hemos querido hacer accequible en español el excelente trabajo de James Sanders sobre los grupos subalternos del Cauca en la segunda mitad del siglo XIX en Colombia y dar una muestra de la prolífi ca producción de George Reid Andrews sobre diferentes grupos de afrolatinoamericanos.

El artículo de Max Hering sobre variaciones históricas del término “raza” abre el Dossier. Por medio de varios ejemplos, Hering muestra cómo, aunque desde el siglo XIV el término “raza” ha tenido signifi cados diferentes, siempre ha servido para marcar la diferencia por medio del determinismo biológico. De esta manera, Hering da contenido a la afi rmación frecuente de que la raza es una construcción social y propone una historia del racismo con raíces profundas.

Los siguientes tres artículos examinan desde ángulos variados el lugar asignado a los indígenas y buscado por ellos dentro de algunas naciones latinoamericanas en el siglo XIX (y en uno de los casos en parte del siglo XX). James Sanders muestra cómo los indígenas del Cauca, Colombia, propusieron y defendieron una noción propia de ciudadanía compatible con la identidad indígena, con lo cual se abrieron un lugar dentro de la nueva nación. Más aún, el estudio de Sanders muestra cómo estos indígenas manejaron hábilmente el escenario político de su región, marcado por el antagonismo entre liberales y conservadores, para lograr su objetivo de mantener sus tierras comunales, su autonomía local y la unidad de sus comunidades.

Usando fuentes distintas y enfocándose en lugares diferentes, Carl Langebaek y David Díaz exploran los discursos construidos sobre los indígenas. Langebaek estudia los textos literarios decimonónicos de Colombia y Venezuela en busca del lugar asignado a los indígenas dentro de los procesos de construcción nacional. El carácter comparativo de su investigación le permite concluir que, aunque en ambos países se buscó crear una identidad colectiva, hubo diferencias importantes mediadas por el referente de un pasado indígena “civilizado” o “salvaje”. Díaz se ubica en el tardío periodo liberal centroamericano de fi nales del siglo XIX y principios del siglo XX, y compara el lugar de los indígenas en el discurso de la elite política de cinco países del istmo. Con este estudio, que repasa y sintetiza la interesante literatura sobre el tema, concluye que en los cuatro países se borró o marginó a los grupos indígenas del imaginario nacional. Mientras que en Costa Rica se creó la idea de una nación sin indios, en El Salvador, Nicaragua y Honduras se incorporó y diluyó la participación indígena al crear la idea de naciones mestizas. En Guatemala no se logró crear una gran imagen que agrupara a todos y la nación quedó escindida al excluir a los indígenas.

Los siguientes dos artículos se refi eren a grupos negros y mulatos a lo largo del siglo XIX en dos países opuestos en cuanto a su herencia e imagen racial: Cuba, con su innegable presencia negra, y Uruguay, país cuya población es considerada blanca. En el primero Luz Mena se enfoca en las negras y mulatas, uno de los sectores más dinámicos de la población de la fl oreciente capital cubana de la década de 1830. Mena reconstruye la importante presencia de estas mujeres, que mediaron entre negros y blancos por medio de su trabajo como sirvientas, niñeras y maestras, pero también como empresarias, propietarias y usuarias del sistema legal. También analiza cómo los discursos de las elites, que buscaban modernizar y disciplinar la ciudad, trataron de imponer límites al papel de las negras y mulatas en la sociedad habanera.

El segundo artículo, escrito por Andrews, se refi ere a los carnavales de Montevideo, y en especial al ritmo del candombe, en términos de su inserción en la cultura nacional. El texto aporta un análisis valioso sobre la forma como tradiciones africanas se incorporan en la sociedad superando los límites étnicos y generando nuevas actitudes frente a lo africano. En ese sentido destaca el valor de entender la categoría de raza como un aspecto cultural y social más amplio.

Los textos de Eugenia Ibarra y Robert Jackson se remontan al periodo colonial. Basados en juiciosos trabajos de archivo, estos autores se preguntan por grupos que habitaban las fronteras de algunos centros coloniales. Ibarra indaga sobre el origen de los zambos surgidos del contacto entre negros y amerindios en la costa de Mosquitos en el Caribe centroamericano. Jackson se pregunta por las categorías utilizadas para designar a las poblaciones de tres misiones en lo que es hoy el norte de México y Paraguay. El dossier termina con dos textos que brindan aportes desde otras perspectivas. El artículo de Alejandro Castillejo sobre Alemania nos recuerda que el tema de raza y nación va mucho más allá de América Latina. Este texto examina la ideología y política eugenésica alemana a través del Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia, creado en 1927. El texto de Angela Uribe cierra el Dossier haciendo referencia a la humillación como forma atroz del mal. En él se analiza la categoría de humillación desde una perspectiva que no puede ser ni exclusivamente piscológica ni fi losófi ca, haciéndo énfasis en las profundas consecuencias de la humillación sobre aquellos que la sufren. En esta ocasión la sección Otras Voces está compuesta por dos textos que refl exionan acerca del tema de la educación. El primero de ellos, escrito por Sergio de Zubiría, recoge los problemas y las crisis que han enfrentado las instituciones universitarias latinoamericanas a lo largo de la historia, resaltando sus transformaciones y evaluando las opciones que tiene a futuro. El segundo, escrito por Margarita Gómez, Renata Amaya y Ana María Otero estudia el alcance del derecho a la educación y de la autonomía universitaria, con el fi n de evaluar cómo estos derechos pueden llegar a limitarse mutuamente en los procesos disciplinarios adelantados por las instituciones de educación superior. En la sección Documentos reproducimos un artículo publicado en la Revista Médica de Bogotá en 1935, escrito por el colombiano Alberto S. de Santamaría con motivo de su elección como Presidente de la Sociedad de Antropología de París, sobre las investigaciones sobre el cerebro.

Por último, hemos querido enriquecer el tema central de este número con las reseñas de los libros La constitución multicultural de Daniel Bonilla y La Hybris del Punto Cero: ciencia, raza e Ilustración en la Nueva Granada (1750-1816) de Santiago Castro-Gómez.

El lector de este número encontrará la inclusión del portugués como tercera lengua de referencia. Esta novedad busca no solamente ampliar la cobertura dentro del círculo de lectores, sino también afi anzar las relaciones entre comunidades académicas del continente. Esto hace parte de una serie de cambios que venimos implementando, con el fi n de mejorar nuestra calidad editorial y científica.

 

Esperamos que difruten este número.

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