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Revista de Estudios Sociales
versão impressa ISSN 0123-885X
rev.estud.soc. n.30 Bogotá maio/ago. 2008
El muy serio arte del humor
Ronderos, Maria Teresa (2007). 5 en humor. Bogotá: Aguilar (pp. 411)
Eduardo Arias*
* Egresado del programa de biología de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Con Karl Troller escribió los libros Guía del buen estudiante vago, Semama, Ciertamente, Bienvenidos a Colombia, Col&Co, Diccionario de la Ch y Operación Colombia. Desde fnales de diciembre de 2003 realiza en Semana.com la sección de humor El Irregulárico. Su más reciente publicación es Nuevo diccionario de la Ch, publicado en abril de 2005. Actualmente se desempeña como editor de Cultura de la Revista Semana y dirige junto a Karl Troller la revista de humor y sátira política Larrivista. Correo electrónico: earias@semana.com
El libro 5 en humor, de María Teresa Ronderos, es uno de los más serios que se han escrito en Colombia en los últimos meses. Por más que en él la autora se refiera a cinco grandes maestros del género y esté ilustrado con abundantes ejemplos gráficos y transcripciones de textos humorísticos y anécdotas que hacen reír, el resultado ha sido un libro serio, riguroso y profundo. Aparentemente resulta paradójico que un libro sobre humor y humoristas no sea chistoso ni frívolo, y más en un país como Colombia, donde el buen humor y la risa suelen estar a flor de piel ("el colombiano le saca chiste a todo") y donde suele confundirse el humor con el arte de contar chistes y mamar gallo.
5 en humor, compuesto de cinco perfiles sobre la vida y obra de Ricardo Rendón; Lucas Caballero, Klim; Héctor Osuna; Jaime Garzón y Vladimir Flórez, Vladdo, y un excelente prólogo de Antonio Caballero, muestra que el humor político es uno de los oficios más serios que existen. Y, además, la seriedad y el rigor de María Teresa Ronderos durante la investigación y la escritura del libro lograron que el resultado final haya sido mucho más que cinco relatos de vida. 5 en humor es un recuento de la historia del siglo XX en Colombia a través del prisma de estos cinco humoristas. Porque el humor político, cuando se ejerce con independencia y no para darle gusto al director del periódico o al presidente de turno, se convierte en un documento de invaluable importancia no sólo para entender el presente sino también para indagar en el pasado. Dice tanto o más una caricatura de Rendón sobre el desplome de la Hegemonía Conservadora que una nota de prensa o un documento oficial.
Además, el humor permite que se digan cosas muy duras y que éstas estén tamizadas por el empaque ingenioso del apunte o del juego de palabras. Y, en el caso concreto del humor gráfico, tiene la contundencia de poder sintetizar en una frase y una viñeta un hecho que le toma varios párrafos a un redactor o a un columnista de opinión.
El libro también es un triste reflejo de la intolerancia y los obstáculos que sufrieron los tres que ya murieron (Rendón, Klim y Garzón) y han tenido que soportar Osuna y Vladdo, los dos que siguen activos en su oficio.
Un oficio duro. Porque ejercer el humor político en Colombia de manera independiente no es fácil. A todos ellos los censuraron de una u otra forma y a tres de ellos nada menos que en El Tiempo, un periódico que al menos en el papel dice defender los principios liberales. A Rendón, por asumir un papel crítico frente al gobierno de Enrique Olaya Herrera, el primer presidente liberal luego de la Hegemonía Conservadora. A Klim, por señalar las irregularidades del presidente Alfonso López Michelsen. Vladdo sencillamente se fue de El Tiempo porque le cambiaron el texto a una caricatura.
Un oficio trágico, puesto que dos de ellos murieron de manera violenta. Rendón se suicidó en 1931 y a Jaime Garzón lo asesinaron fuerzas oscuras en 1999.
Para llegar a estos cinco nombres, María Teresa Ronderos tuvo en cuenta varios aspectos. El primero de ellos, que hubieran o hayan ejercido su trabajo con una independencia a toda prueba. Que no hayan dado su brazo a torcer cuando directores y editores les sugirieran cambios o que dejaran de meterse con fulanito o zutanito. Que a pesar de estar matriculados en un partido político, hubieran tenido una actitud firme frente al poder, sin importar la filiación de la víctima de sus dardos.
De hecho, Rendón y Klim, dos de los tres censurados de El Tiempo, eran liberales declarados y, como se señaló arriba, los censuraron por atacar a presidentes de su propio partido. Osuna es laureanista y Vladdo se cataloga a sí mismo como alvarista-leninista. De todos ellos el único sin un partido político definido era Jaime Garzón, pero estaba lejos de ser un apolítico. Él utilizó el humor y la fama que adquirió en los años 90 como herramienta para desarrollar un proyecto político.
Otro elemento que tuvo en cuenta María Teresa Ronderos fue que estos humoristas señalaran a personas con su nombre y apellido. Que pusieran en evidencia a personajes concretos y no a simples abstracciones o alegorías de la clase política. Y, por razones prácticas (se trataba de elaborar perfiles individuales), dejó de lado a equipos humorísticos muy reconocidos como los integrantes de La Luciérnaga o Tola y Maruja.
Uno de los grandes aciertos del libro es la diversidad de estilos con los que María Teresa Ronderos escribió cada perfil. El de Rendón es una pieza literaria, en el que intercala los detalles de una minuciosa reconstrucción de su muerte con su vida y las dificultades que soportó en la pacata y retrógrada Medellín y luego en Bogotá. El texto de Klim se apoya mucho en sus escritos. El retrato de Osuna está muy centrado en su vida casi que de ermitaño en una casa campestre en cercanías de Bogotá. El perfil de Garzón lo centra en las premoniciones de Jaime sobre su muerte y las distintas maneras como él parodió su propio entierro. A Vladdo, en cambio, le dedica una larga entrevista presentada en el formato de pregunta y respuesta. Y como Klim y Garzón que no fueron dibujantes de oficio, libro aparecen en la pluma de Osuna y Vladdo.
Los cinco textos tienen en común son un ajuste de cuentas con la clase política colombiana y con el poder en general. Ponen en su contexto a estos grandes retratistas de la realidad nacional, que eran mucho más que bufones de la Corte, término con en el que suelen descalificar a los humoristas para minimizar la importancia de su trabajo.