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Revista de Estudios Sociales

versão impressa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  n.33 Bogotá maio/ago. 2009

 

Kurlansky, Mark. 2004. 1968: el año que conmocionó al mundo.

María JoséParís

Historiadora de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Actualmente es estudiante de la Maestría en Geografía de la misma universidad y miembro del grupo Transformación ambiental del páramo de Guerrero desde las interacciones cultura-ecosistema, de la Universidad Nacional de Colombia. Correo electrónico: ma-paris@uniandes.edu.co.


Este texto puede considerarse como una recopilación descriptiva de los acontecimientos más importantes que se presentaron en 1968 y que lo convirtieron en "el año que conmocionó al mundo". El autor es el escritor y periodista Mark Kurlansky, y no tiene la intención de que este libro sea considerado como un texto de historia. Muy seguramente un historiador de oficio tampoco lo calificaría como tal: carece de orden metodológico, no hay marco teórico ni conceptual y es un texto en el que abunda información interesante y graciosa, pero irrelevante. Al final del libro, Kurlansky cuenta al lector que aunque en historia sea impreciso atribuir transformaciones fundamentales a un momento exacto, 1968 significó el nacimiento de la posmodernidad dirigida por los medios de comunicación. En ese año empataron fenómenos sociales, políticos, económicos e ideológicos tan importantes que generaron una transformación significativa: cambiaron el período histórico e inauguraron lo que se conoce como el tiempo presente. Kurlansky señala que el común denominador de 1968 puede caracterizarse por el deseo de la generación de la posguerra de rebelarse ante cualquier forma de totalitarismo –capitalismo o comunismo–. Cuatro factores confluyeron además para fortalecer este denominador y convertirlo en agente transformador: el movimiento por los derechos civiles de la población negra en Estados Unidos; una generación que se sentía diferente a sus mayores y que rechazaba cualquier manifestación de autoridad; el odio hacia los conflictos bélicos –especialmente la guerra de Vietnam– y la transmisión inmediata de experiencias comunes a través de la televisión.

El movimiento por los derechos civiles de la población negra de Estados Unidos inauguró el discurso y la práctica de la afroamericanidad. Tomó dos formas: una consistió en la lucha violenta, y la otra, en la no violenta. Al norte, el movimiento Panteras Negras, con el eslogan Poder Negro y liderado por Stokely Carmichael, adoptó la vía de la violencia y fue inspirado por la sublevación de los rebeldes Mau Mau en Kenia contra los británicos. Pero al sur, el movimiento negro leía a Gandhi, admiraba su campaña no violenta contra los británicos en India y estuvo liderado por Martin Luther King, Jr., quien identificó el movimiento de población negra oprimida con la lucha del Tercer Mundo. La generación diferente que rechazaba cualquier forma de autoridad estaba representada por los estudiantes universitarios que se movilizaron en distintas partes del mundo. Lo que los hacía diferentes no radicaba en ser de la posguerra y los efectos secundarios que esta coyuntura pudo imprimir, sino en haber sido los primeros que crecieron con televisión; Kurlansky la denomina la primera generación global. Los movimientos de estudiantes se caracterizaron por estar en contra de la guerra de Vietnam, por oponerse al totalitarismo, por los deseos de rebelarse y por el rechazo al liderazgo tangible. Los estudiantes españoles comenzaron a organizarse en 1967 contra el régimen fascista del general Franco. Los italianos protestaron contra la carencia de instalaciones de la Universidad de Roma, mientras que los de Alemania occidental, que rechazaban tanto al comunismo como al capitalismo, por ser hijos genuinos de la Guerra Fría, terminaron involucrando cuestiones sociales de interés nacional como la dimisión de altos cargos con pasado nazi y el reconocimiento de Alemania del Este. El movimiento estudiantil mexicano era el único colectivo al que el Partido Revolucionario Institucional –PRI– no tenía bajo control, porque en sus inicios no se tomó como una fuerza política. Los estudiantes consideraban autoritario al PRI, y también marcharon contra la guerra de Vietnam. Sus héroes eran Zapata, el Che y Fidel Castro. En 1968, cuando los estudiantes comenzaron a ser entendidos como fuerza política, preocuparon al gobierno mexicano. Organizaron marchas en julio en contra de la brutalidad del gobierno. Una cifra importante de estudiantes, aún desconocida y manipulada por la prensa de la época, murió el 2 de octubre en un enfrentamiento contra el ejército en la Plaza Tlatelolco. Este enfrentamiento se convirtió en una masacre. El movimiento se disolvió ese mismo día.

Los estudiantes japoneses, apenas mencionados por Kurlansky, protestaron de manera violenta contra la presencia de militares gringos en su espacio geográfico. El movimiento estudiantil polaco, decepcionado del comunismo, clamaba socialismo, libertad e independencia. Polonia respiraba un aire antisionista que se convirtió en antisemitismo, y en la década de los sesenta se acabó con el judaísmo polaco. En la Universidad de Columbia se formó un movimiento de estudiantes "liderado" por Mark Rudd, un estudiante de ascendencia judía pero con apellido anglicanizado. Este movimiento se vinculó con los movimientos por los derechos civiles y Rudd denunció a las directivas de Columbia por apoyar la desobediencia no violenta, pero también de hipócrita porque se robaba los terrenos de la gente negra de Harlem para hacer un gimnasio. Esta denuncia se convirtió en revuelta estudiantil de Columbia y consistió en la toma de cinco edificios del campus, con el director adentro.

Tanto la sociedad francesa como el general De Gaulle veían con desdeño a los estudiantes, por la alta tasa de deserción, y menospreciaron el movimiento estudiantil en sus orígenes.

Este movimiento, denominado Mouvement du 22-Mars, no tenía una causa clara, pero se dirigía a seguir un código antiautoritario que rechazaba cualquier forma de liderazgo. Estuvo inspirado en el movimiento de Columbia y también fue liderado por un estudiante judío: Daniel Cohn-Bendit, más conocido como Dany el Rojo. En mayo del 68 hubo una alianza entre obreros y estudiantes en París. A pesar de tener intereses diferentes, los primeros querían una reforma radical en las condiciones laborales; los segundos querían un cambio de vida radical. El resultado de esta alianza fue la reforma. Las universidades francesas, así como las de Estados Unidos, durante los 60 seguían siendo muy conservadoras, pero uno de los efectos de esta reforma fue la creación del diálogo entre los estudiantes y los profesores, democratizándose un poco el ámbito universitario.

Kurlansky también propone que los medios de comunicación cumplieron un papel primordial en que 1968 con-mocionara el orden del mundo. Cuenta que la retransmisión en directo y la cinta de video de ese año comenzaron a cambiar los noticieros. Las nuevas tecnologías recortaban los costos de la producción y permitían que otras cosas pudieran ser grabadas, como las marchas estudiantiles. Los "líderes" estudiantiles no se conocían entre sí, pero gracias a la televisión sabían de la existencia de cada uno. Estos movimientos desempeñaron un rol importante en cuanto a la veracidad de la prensa; por ejemplo, en Polonia y México los medios estaban controlados por el gobierno, omitían y manipulaban a su antojo mucha información, pero se crearon brigadas de personas para difundir la verdad.

Para la escritura de este libro el autor revisó periódicos como The New York Times, Life, Paris Match, Time Magazine, El Universal de México y el Sol de México. Realizó una serie de entrevistas a protagonistas de esta historia, como Dany el Rojo. Aunque mucha información en su libro carece de referencias bibliográficas, el autor usó diferentes textos de historia y publicaciones como Los condenados de la Tierra de Franz Fanon y El hombre unidimensional de Herbert Marcuse, para contextualizar el pensamiento de 1968.

Una lectura detallada del texto permite ver que, junto a la descripción de los acontecimientos que dieron forma a 1968 como el año que conmocionó al mundo, el autor pone mucha atención sobre el lugar y el papel de los judíos en el desarrollo de este fantástico año. Vale la pena recordar que tanto Dany el Rojo como Mark Rudd fueron los líderes de los movimientos de Nanterre y Columbia, respectivamente, y ambos son judíos. Cuando narra la experiencia polaca en 1968, también describe la extinción del judaísmo polaco y su migración hacia Israel. Este énfasis responde a que su crianza se enmarcó dentro de las costumbres de la familia judía; su apellido es Asquenazi.

Mark Kurlansky es conocido por sus textos sobre historia de la comida y sobre el mundo vasco. 1968: el año que conmocionó al mundo, aunque no es un texto de historia en términos rigurosos, cumple con una función social muy importante y que los historiadores de oficio suelen olvidar o más bien ignorar: llegar al público general.

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