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Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  n.34 Bogotá sep./dic. 2009

 

La tragedia como conjuro: el problema de lo sublime en Friedrich Schiller.

Juanita Maldonado C.

Filósofa de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia) y estudiante de la Maestría en Filosofía en la misma universidad. Entre sus publicaciones se encuentran: La libertad ideal como la noción final de la libertad en Schiller. Bogotá: Documento Ceso No. 147, 2008 y la reseña del libro Friedrich Schiller: estética y libertad en la revista Ideas y Valores 58, No 139: 199-202. También ha colaborado en el trabajo editorial de varios libros publicados por la Universidad de los Andes. Actualmente es profesora de cátedra en la Universidad del Rosario. Correo electrónico: jua-mald@uniandes.edu.co.


El libro La tragedia como conjuro: el problema de lo sublime en Friedrich Schiller, escrito por María del Rosario Acosta como su tesis de Doctorado en Filosofía, nos presenta la complejidad del pensamiento schilleriano desde un punto de vista que pone de manifiesto la importancia de este autor dentro de la historia de la filosofía. En este libro encontramos un tratamiento cuidadoso y detallado de ciertos problemas y discusiones presentes en los ensayos sobre estética escritos por Schiller, que no sólo nos permite una mayor comprensión y claridad de las propuestas de este poeta, filósofo y dramaturgo alemán, sino que también, y justamente por su claridad, nos hace posible entender la relevancia y utilidad de este autor para las reflexiones filosóficas contemporáneas.

Desde el comienzo de la introducción de este libro queda claro que lo que sigue a continuación es una interpretación del pensamiento filosófico de Schiller, centrada en la comprensión de la modernidad que este autor presenta a lo largo de sus ensayos sobre estética a partir de las nociones de tragedia y de lo sublime. Gracias a este interés de la autora en resaltar la importancia para la filosofía de un pensamiento como el de Schiller, este libro se diferencia de la mayoría de estudios en español que se encuentran sobre este autor, en la medida en que éstos se concentran en resaltar las ambigüedades presentes en los textos de Schiller, debido a su doble condición de poeta y filósofo. Por el contrario, lo que tenemos aquí es una propuesta sobre cómo entender filosóficamente a Schiller; una propuesta sobre cómo el pensamiento schilleriano, además, nos sirve para comprender ciertos aspectos de nuestra condición de seres humanos.

Esta obra, entonces, como se anunciaba anteriormente, nos presenta la manera en que Schiller comprende la modernidad, tanto los problemas y dificultades que esta época trae para el hombre como sus posibilidades internas de resolución y de desarrollo, a partir de unas concepciones específicas de la tragedia y del placer de lo sublime. Así, siguiendo el orden cronológico de los textos sobre estética schillerianos, la autora divide su libro en tres partes: 1. "Antecedentes y primeros escritos sobre la tragedia: antes y después de Kant (1779-1790)"; 2. "Lo sublime como destino moderno: la tragedia como diagnóstico y conjuro (1793-1795)"; y 3. "Reflexiones finales: la ampliación de la apariencia". Con esta división, se logra dar cuenta del desarrollo de los conceptos centrales del pensamiento schilleriano, comenzando por sus primeras reflexiones, determinadas, más que todo, por sus estudios de medicina y fisiología, pasando por la relación tanto de cercanía como de lejanía que establece Schiller con Kant a partir de su lectura de la Crítica del juicio, y terminando con una interpretación de lo que se puede considerar la propuesta schilleriana sobre la tragedia, una propuesta que permite comprender la modernidad de tal forma que se le abren al hombre nuevas posibilidades para la realización de su libertad. Además, como se ve a lo largo de todo el libro, el desarrollo del pensamiento de Schiller que nos presenta María del Rosario Acosta se caracteriza por su interés de mostrar una relación tanto problemática como enriquecedora entre la estética y lo político.

Antes de hablar de cada una de las partes de este libro, vale la pena referirnos a su introducción, ya que en ésta la autora nos muestra cómo el pensamiento schilleriano sufre una transformación que marca su comprensión de la modernidad y determina sus posteriores reflexiones sobre la tragedia y el placer de lo sublime. Esta transformación se pone de manifiesto con las dos versiones del poema "Los dioses de Grecia", y es la que se lleva a cabo entre una visión melancólica de la Antigüedad griega y una visión nostálgica de ella. La diferencia entre melancolía y nostalgia es explicada de manera clara por María del Rosario Acosta, y muestra cómo Schiller no se queda en el dolor y el sufrimiento por un pasado perdido al que se debe intentar retornar, sino que, por el contrario -aceptando la pérdida de esa unidad griega y reconociendo la necesidad de esta pérdida-, descubre las posibilidades que se le abren al hombre moderno dentro de los conflictos y problemas que caracterizan la época en la que vive. Esta transformación en la manera de pensar de Schiller sobre Grecia no sólo determina su comprensión de la modernidad, sino que también sirve como ejemplo de la movilidad del pensamiento schilleriano; una movilidad que también se pone en evidencia con los cambios con respecto a la concepción misma de la tragedia, y a las nociones de libertad y de lo sublime.

Luego de la introducción, la primera parte de este libro, llamada "Antecedentes y primeros escritos sobre la tragedia: antes y después de Kant (1779-1790)", nos indica cómo las preocupaciones que se hacen evidentes en los primeros textos sobre medicina de Schiller ya presentan una concepción del ser humano mucho más antropológica y filosófica que solamente fisiológica, y cómo, a partir de la lectura de Kant, Schiller logra darle a esta concepción del hombre una expresión decididamente filosófica. Así, es gracias a la lectura de Kant que Schiller -en sus primeros textos sobre la tragedia, Sobre el fundamento del placer ante los objetos trágicos y Sobre el arte trágico- comienza a hablar de cómo la tragedia debe permitir la autoconciencia de la posibilidad de la libertad. Una libertad que, además, se relaciona, por un lado, con una noción de lo sublime extraída de lo sublime kantiano presentada en la Crítica del juicio, y, por otro lado, tiene en cuenta la idea presentada en los textos sobre medicina, según la cual el desarrollo pleno del hombre debe dar cabida tanto a su naturaleza racional, espiritual, como a su naturaleza sensible. En esta primera parte, entonces, vemos el inicio de una teoría sobre la tragedia, sobre el placer de lo sublime y sobre la libertad, que, al haber obtenido su expresión filosófica a partir de la lectura de Kant, todavía no se muestra como propiamente schilleriana. Por ello, en estos primeros textos sobre la tragedia, lo sublime de lo que nos habla Schiller parece ser lo sublime dinámico de Kant, y la libertad a la que nos debe referir la tragedia parece ser la libertad moral kantiana.

Ahora bien, como lo presenta claramente la autora del texto reseñado, el pensamiento de Schiller se irá desarrollando e irá ganando con el paso del tiempo una mayor distancia con respecto a las propuestas de Kant. Así, en la segunda parte de este libro, llamada "Lo sublime como destino moderno: la tragedia como diagnóstico y conjuro (1793-1795)", la autora nos señala lo que podríamos considerar la verdadera teoría schilleriana sobre la tragedia. Esta teoría, entonces, muestra ya no sólo una distancia crítica con respecto a Kant, sino que también presenta con claridad las ideas propiamente schillerianas sobre lo sublime y la libertad que la tragedia permite poner en escena. En esta segunda parte vemos cómo la libertad a la que nos debía remitir la tragedia -según los primeros ensayos sobre estética- deja de ser la libertad moral kantiana, para adquirir un componente sensible. Es decir, la libertad a la que se refiere ahora Schiller es considerada por la autora de este libro como una libertad "más humana", que no sólo tiene en cuenta la capacidad autodeterminante de la razón, sino también la importancia de la naturaleza sensible del hombre. Y por esto mismo, por ser una libertad que da lugar a lo fenoménico, debe lograr mostrarse, presentarse, hacerse visible en la tragedia, en lo sensible. Ahora bien, si de lo que se trata ahora es de una libertad que tiene en cuenta las dos naturalezas del hombre, como ya quedaba anunciado en los textos sobre medicina, debemos mirar cuál es la relación más adecuada para el hombre moderno entre la razón y la sensibilidad. Y, a mi parecer, esta reflexión sobre la relación entre lo que Schiller llama las dos naturalezas del hombre es la que María del Rosario Acosta nos presenta con mayor claridad y cuidado. Es realmente asombrosa la manera con la que se nos indican los matices que constituyen la propuesta de Schiller con respecto a esta relación. Así como la autora nos explica a qué se refiere Schiller con la idea de que la libertad es presentada en lo sensible por la belleza, es decir, que la libertad implica una unidad, un acuerdo entre las dos naturalezas del hombre, también nos muestra el cambio que se lleva a cabo en el pensamiento de Schiller con respecto a esta relación a partir del desarrollo del concepto de lo sublime. Es lo sublime, la escisión, el conflicto caracterizado por este tipo particular de placer, lo que se considera propio de la modernidad, y por esto la libertad más adecuada para el hombre moderno debe tener en cuenta, en primer lugar, a esto sublime. A partir del desarrollo de este cambio en el pensamiento schilleriano, María del Rosario Acosta logra mostrarnos cómo una teoría de la tragedia como la de Schiller permite ver que las posibilidades que se le abren al hombre moderno lo llevan a buscar una libertad en medio del conflicto, de la lucha.

Finalmente, es precisamente esta reflexión sobre la modernidad a partir de la tragedia y de lo sublime, y la conclusión de que la modernidad también trae para el hombre una posibilidad de realización de su libertad, la que permite conectar la preocupación estética de Schiller con una preocupación política. Y, en este punto, la autora de este libro vuelve a hacer evidente el alto nivel de comprensión que tiene del pensamiento schilleriano. No sólo nos aclara la conexión que existe entre los ensayos sobre estética de Schiller y sus Cartas sobre la educación estética del hombre, donde se pone de manifiesto la preocupación política de Schiller -una preocupación por la posibilidad de un espacio donde los hombres se comprendan y juzguen desde una perspectiva distinta, desde una perspectiva estética-, sino que tiene el cuidado de mostrarnos cómo la perspectiva desde la cual Schiller plantea la relación entre la estética y lo político puede evitar las críticas que usualmente se asocian a esta relación.

Considero que este libro es un estudio de gran importancia sobre el pensamiento filosófico schilleriano, que nos señala cuidadosamente cómo, a pesar de las transformaciones que sufren los distintos conceptos de la tragedia, de lo sublime y de la libertad, existe una continuidad desde los primeros textos sobre medicina hasta las Cartas sobre la educación estética del hombre. Creo que este libro es fundamental para quien está interesado en estudiar los textos de Schiller, no sólo por su claridad, sino también porque pone en evidencia cómo el pensamiento schilleriano resulta clave a la hora de comprendernos como seres humanos que actuamos en un espacio.

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