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Revista de Estudios Sociales

Print version ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.35 Bogotá Jan./Apr. 2010

 

Estética y política en Jacques Rancière. Genealogías de una obra en curso

Jacques Rancière. 2009. Et tant pis pour les gens fatigues [Me da lo mismo con los que estén cansados]. París: Editorial Ámsterdam [699 pp.]

Alberto Bejarano

La editorial La Fabrique ha publicado de forma simultánea a fines de 2009 otro libro de Rancière, esta vez de artículos dispersos, titulado Momentos políticos.

Actualmente adelanta su doctorado en Filosofía en la Universidad París 8, con una tesis sobre "El concepto de desgarramiento en la novela '2666' de Roberto Bolaño". Ha combinado la docencia con la traducción. Ha publicado algunos ensayos sobre filosofía y literatura, alrededor de la ucronía, la heteronomía, la literatura apócrifa y la(s) musa(s) indecible(s), para parafrasear en parte a Nancy. Entre sus publicaciones se encuentran: Los 68 y sus amuletos. Número 55: 34-45, 2008; y Raúl Ruiz y los fantasmas del placer. Hapax 2: 45-52, 2009. Correo electrónico: kinephilo@gmail.com.


    Me sitúo en el marco de los posibles del arte y no en el de una teoría del sujeto en general, ni en el de las normas de aceptabilidad definidas por una moral, una religión u otro sistema dogmático (Rancière 2009, 517).1

Aveces se nos refunden algunos libros, algunas artes poéticas, algunas viejas lecturas y algunos pocos recuerdos. Algunos podrían llamarlos lapsus o actos fallidos. Nuestras palabras resuenan sólo para unos cuantos y se esfuman entrada la noche. Quienes hemos participado en comités editoriales de revistas conocemos ese destino o esa dimensión de las palabras casi solipsistas, como en un poema de Cernuda.2 Se trata, de todas maneras, de palabras escritas en revistas en muchos casos ya desaparecidas o casi inhallables, o de diálogos efímeros que desaparecen para el público. Les ocurre también a los filósofos, incluso a los que poseen una mente brillante. Con el fin de remediar en parte estos olvidos, en los últimos años ha ido ganando fuerza, en especial en Francia, el género de las "obras póstumas". Podríamos decir que este nuevo escenario nació con la publicación de los cursos de Foucault en el Collège de France a mediados de los años ochenta y, luego, se extendió a Deleuze, Barthès, Lyotard y Derrida, entre otros. Una avalancha de textos inéditos, exhibidos como "novedades filosóficas", puebla desde hace más de dos décadas las vitrinas de las librerías filosóficas de la Plaza de la Sorbona en París. Son en su mayoría textos de "situación y circunstancia", para citar a Sartre, que tienen la fuerza y las falencias de la oralidad y que provienen principalmente de clases, conferencias y entrevistas. Aunque no es una obra póstuma, el caso de Me da lo mismo con los que estén cansados, el nuevo libro de Jacques Rancière, sí hace parte de esta saga de publicaciones "coyunturales" que se editan en un formato diferente al original.

Este libro, publicado a finales de 2009 en Francia, se asemeja a la colección de "Dichos y escritos" de Foucault o a "Dos regímenes de locos" de Deleuze, y su título, Me da lo mismo con los que estén cansados, pertenece a uno de los artículos recogidos en este volumen. Se dirige, según el mismo Rancière, a todos aquellos que están cansados de "pensar", en especial, de pensar en una vía de emancipación. A través del género "menor" de la entrevista, vemos el itinerario conceptual de Rancière, después de los años "Althusser".3 El libro recoge cuarenta y cinco entrevistas con Rancière, con diverso origen y público, realizadas entre 1976 y 2009. Las primeras entrevistas datan de los tiempos en que Rancière compartía escena con Deleuze, Lyotard, Chàtelet, Badiou y Lacan, en los años dorados de la entonces Universidad de Vincennes, postmayo del 68. Unas son entrevistas inéditas, otras fueron publicadas en revistas conocidas, como Cahiers du cinéma o Europe, o en revistas "menores" de diferentes lugares, desde Argentina hasta Portugal. Con este libro, el lector puede apreciar la formación de conceptos fundamentales en la obra de Rancière ("régimen estético del arte", "división de lo sensible", "política/policía 4", "lo visibl(e y lo posible", etc.). Encontramos además, por ejemplo, una primera definición bastante completa señalada por Rancière sobre la relación entre estética y política: "trabajo sobre la idea de estética: para mí, esto no es la filosofía, la ciencia o la teoría del arte, sino un régimen específico del arte. Intento trabajar entonces en desfase con respecto a lo que algunos llaman modernidad artística, término que implica un tipo de relación entre historia, política y arte que no me satisface" (Rancière 2009, 255).

Así, leyendo en detalle todas las en­trevistas, aprehendemos de cerca la obra múltiple de Rancière y entende­mos mejor por qué su pensamiento ha adquirido tanta notoriedad mundial y por qué ejerce una influencia considerable no sólo en círculos filosóficos europeos, norteamericanos y latinoamericanos, sino en espacios destinados a la creación artística. Sus últimos libros (casi todos traducidos al español, vía Argentina) suelen contribuir a debates estéticos locales de diverso orden.5 Sin embargo, hay una paradoja también constante en la recepción de la obra de Rancière, en especial en algunos espacios académicos latinoamericanos. En ocasiones se le presenta como un "marxista" de larga duración, como una especie de "dinosaurio althusseriano" (definición más cercana a Badiou), y en otros momentos se le percibe como un "agitador" de las vanguardias altermundialistas.6 En todo caso, Rancière ocupa un lugar predominante en la filosofía francesa actual, al lado de Badiou y Nancy.

Ahora bien, creemos que el lugar de Rancière, a juzgar por sus obras, en es­pecial por la que nos ocupa, está en otra parte. En un paisaje utópico, fiel a sus posiciones libertarias. A través del libro, descubrimos a un Rancière en autorretrato de filósofo contemporáneo, en los términos nietzscheanos recordados en un reciente ensayo de Agamben. Un contemporáneo, como aquel que llega demasiado pronto o demasiado tarde. Demasiado pronto, por ejemplo, cuando, ya desde 1981, Rancière anunciaba una crisis "estructural" de las ideas de izquierda (no ligada a la vía de los "totalitarismos" señalada por Arendt, sino a la reconsideración del concepto de revolución y de emancipación) en relación con sus orígenes no marxistas. Demasiado tarde, cuando señala la pertinencia de leer en clave "democrática" a autores calificados por algunos como apolíticos o incluso reaccionarios, como Flaubert, Mallarmé, Woolf o Borges. En palabras de Rancière:

    [M]e interesa la literatura no como una disciplina sino, por el contrario, como principio de desclasificación de los discursos. Por lo tanto, no creo que haya método literario o competencia literaria específica. Para mí, la literatura no es un arte o un dominio cerrado sobre sí mismo, a la espera de especialistas que vengan a despejar sus leyes y a permitir la apreciación de sus obras. [La literatura] es un régimen histórico del arte de escribir que precisamente se caracteriza por la abolición de las reglas de las artes poéticas, por el hecho de que no hay cerramiento del sistema, y porque no hay ni siquiera oposición entre una razón de ser de las ficciones y una razón de ser de los hechos. La literatura designa para mí una apertura de las fronteras entre los discursos y no necesita de expertos para esa apertura [...] por lo tanto, yo no me he ocupado de producir una teoría de la literatura que brinde instrumentos que permitan despejar las reglas y explicar en general y transmitir las obras literarias [.] (Rancière 2009, 481).

Esta cita nos permite mostrar cómo en Rancière el "oficio" del filósofo (y en particular del que se dedica a la "estética") no se dirige a "esclarecer" la obra de los "otros", sino a poner en resonancia fragmentos y pasajes de una obra (artística) siempre en movimiento. Enseguida, Rancière se refiere a Flaubert, y precisa:

    [P] ara mí la crítica literaria o cinematográfica no consiste en explicar o clasificar las cosas. Es más bien una manera de prolongar las obras, de hacerlas resonar de otra forma. No me interesa explicar a Flaubert, Balzac o Hugo. Lo que me interesa es poner a resonar un personaje, una palabra o una sintaxis con respecto a otros personajes, otras palabras y otras sintaxis. Primero me ocupé de Flaubert, no lo hice para escribir sobre Madame Bovary sino para operar identificaciones imaginarias entre los obreros (cuyos textos leía en los archivos) y los personajes de Flaubert (Rancière 2009, 482).

Nos gustaría subrayar esa idea de Rancière: la de no escribir sobre algo sino escribir para poner a resonar algo. De allí también proviene una idea esencial en este autor: la adisciplinariedad. Una variante crítica de las hoy defenestradas por algunos: "interdisciplinariedad" y "transdisciplinariedad". En este sentido, el propósito de Rancière es abrir los campos cerrados por dentro de "disciplinas" como la literatura, y poner a resonar ideas en común.

En síntesis, podemos decir que después de leer Me da lo mismo con los que estén cansados, apreciamos mejor lo que Rancière llama reconfigurar la mirada "filosófica" sobre las artes. Bien sea que dicha mirada se dirija hacia el cine (la fábula cinematográfica), la literatura ("Mallarmé, la política de la sirena"; "Políticas de la literatura"), el teatro ("El espectador emancipado") o el arte conceptual ("Malestar en la estética").7 Con este libro nos acer­camos al trabajo cotidiano de Rancière y conocemos el funcionamiento de su pensamiento en la intimidad de los diálogos con los "entrevistadores" (colegas, profesores y estudiantes extranjeros, en buena parte latinoamericanos, cinéfilos, artistas, colectivos de desempleados, etc.). De allí proviene el interés principal de este libro: asistir en "vivo y en diferido" a la conformación de la trama del pensamiento de un autor contemporáneo que, como en una novela del escritor argentino Cesar Aira, nos invita a su "taller de creador de conceptos" (alusión indirecta a Deleuze, con quien Rancière comparte mucho más de lo que él mismo está dispuesto a aceptar).

Aunque pareciera que sólo en la úl­tima década Rancière se hubiera in­teresado por la "estética" (categoría que prefiere llamar "régimen estético del arte"), su obra siempre ha estado marcada por la no distinción entre una esfera de lo "estético" y una esfera de lo "político". Desde allí, desde escenarios plurales de diálogo con lo "filosófico" y lo "no-filosófico" como lo entendía Deleuze, Rancière ha proyectado en sucesivas genealogías y estudios "archivísticos", en parte a la manera de Foucault, nuevas miradas que problematizan aún más los debates sobre estética y política.

Para concluir, vale la pena insistir en que para Rancière la relación entre estética y política no pasa necesariamente por el peligro de una deriva hacia una "estetización de la política" frente a una "politización de la estética". En una de las últimas entrevistas que se le hicieron, del año 2008, el autor explica en estos términos el sentido de su trabajo filosófico, insistiendo en que una crítica a la modernidad, como prisma de lectura del arte, está en el centro de aquél:

    [T]rabajo actualmente sobre lo que yo llamo régimen estético del arte. Es una forma de rom­per el concepto de modernidad, es decir,  de pensar en otros términos lo que define propiamente una ruptura con respecto a la lógica representativa clásica. Esto implica pensar al mismo tiempo cómo se redefinen las relaciones entre el dominio del arte y otros dominios, sobre todo la política [.] se trata, en mi caso, de pensar toda una serie de artes y de discursos sobre el arte, bien sea a través de una pintura, una coreografía o un discurso crítico o filosófico (Rancière 2009, 586).


Comentarios

1 Todas las traducciones son nuestras.

2 O parafraseando un sutil comentario de la evocadora reseña del número 34 de Revista de Estudios Sociales, escrito por Ana M. Amaya (2009): "[...] esa dimensión misteriosa y retadora en la que somos individuos solitarios que luchan, de modos tan distintos, contra su soledad".

3 Nos referimos al período de formación y militancia marxista de Rancière, alumno de Althusser (junto a Balibar y Macherey) en la París estructuralista de los años sesenta.

4 En su acepción señalada por Foucault (2007).

5 Un ejemplo de ello lo vimos el año pasado en la Universidad Nacional, durante la polémica por el performance de Tania Bruguera.

6 Para situar más en detalle el "momento" de la filosofía francesa contemporánea, pueden verse en particular dos libros. El primero, de Vincent Descombes (1982), y el recientemente publicado en Francia por Frederic Worms (2009).

7 Se deben mencionar también otros temas que son transversales a su pensamiento, como la educación (ver su libro El maestro ignorante [2003]), los "movimientos sociales" y la historia de las luchas populares (ver La filosofía y sus pobres [1983] y El odio a la democracia [2006], etcétera).


REFERENCIAS

1. Amaya, Ana María. 2009. La libertad entre lo visible y lo invisible: límites y alcances de lo sublime kantiano. Revista de Estudios Sociales 34: 33-45.        [ Links ]

2. Descombes, Vincent. 1982. Lo mismo y lo otro: 45 años de filosofía francesa (1933-1978). Madrid: Cátedra.        [ Links ]

3. Foucault, Michel. 2007. Seguridad, territorio y población. México: Fondo de Cultura Económica.        [ Links ]

4. Rancière, Jacques. 2003. El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emnacipación intelectual. Barcelona: Editorial Laertes.        [ Links ]

5. Rancière, Jacques. 1983. La philosophie et ses pauvres. París: Fayard.        [ Links ]

6. Rancière, Jacques. 2006. El odio a la democracia. Buenos Aires: Amorrortu.        [ Links ]

7. Worms, Frederic. 2009. La philosophie en France au XXe siècle. París: Gallimard.        [ Links ]

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