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Revista de Estudios Sociales

Print version ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.35 Bogotá Jan./Apr. 2010

 

Lacan y lo politico

Stavrakakis, Yannis. 2007. Lacan y lo politico. Buenos Aires: Prometeo-UNLP [213 pp.]

Martín Retamozo

Doctor en Ciencias Sociales (FLACSO-México). Profesor-Investigador del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET) Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, (Argentina). Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (CONICET-Argentina). Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: Movimientos Sociales. Subjetividad y acción de los trabajadores desocupados en Argentina. México D.F.: FLACSO, 2009; Orden social, subjetividad y acción colectiva. Apuntes para el estudio de los movimientos sociales. Athenea Digital 16: 95-123, 2009; Las demandas y el estudio de los movimientos sociales. Cinta de Moebio. Revista de epistemología de ciencias sociales 35: 110-125. Correo electrónico: martin.retamozo@gmail.com.


"Qué tiene que ver Lacan con lo político?" es la pregunta elegida por Yannis Stavrakakis para iniciar un libro que ayuda a comprender la ligazón del pensamiento de Jacques Lacan y los desarrollos de una serie de teóricos políticos como Ernesto Laclau, Chantal Mouffe y Slavoj Zizek. Enmarcado en una doble discusión sobre la relación entre psicoanálisis y política, por un lado, y la influencia lacaniana en teóricos posestructuralistas, el trabajo recorre buena parte de los aportes conceptuales del psicoanalista francés utilizados para el estudio de los procesos políticos. La pregunta inicial, además, ayuda en la articula­ción de los cinco capítulos que componen este libro editado en inglés en 1999 y que casi una década después se edita en español.

La controversia acerca de la relación entre psicoanálisis y ciencias sociales (especialmente sobre si es posible utilizar categorías psicoanalíticas para la comprensión de fenómenos sociales y políticos) es de larga data. En el caso de la teoría lacaniana esta polémica adquiere rasgos particulares, por un lado, por lo debatido que resulta Lacan mismo como psicoanalista y su particular lectura de la filosofía, la lingüística y la matemática (cabe recordar el affaire Sokal). Por otro lado, la discusión adquiere aristas singulares por el uso de conceptos medulares lacanianos como Sujeto (falta, demanda, imposibilidad), la tríada Real-Simbólico-Imaginario e identidad-identificación, en autores contemporáneos del campo de la teoría política.

En la introducción, el autor reestructura sus preguntas sobre la relación de Lacan con lo político; los interrogantes específicos a desarrollar son: qué de Lacan y cómo es posible la utilización de esas herramientas teóricas para el análisis político. Los tres primeros capítulos del libro están dedicados a revisar aquellos aspectos de la teoría lacaniana que efectivamente están sobrevolando la teoría política posestructuralista, mientras que los dos capítulos finales exploran las potencialidades de la incorporación lacaniana a la teoría política de orientación radical en nuestros días, fundamentalmente con el horizonte puesto en un proyecto de democracia radical.

En el primer capítulo, "El sujeto lacaniano. Imposibilidad de la identidad y la centralidad de la identificación", el autor ofrece una primera aproximación a lo que considera uno de los aportes de Lacan a la teoría política, en especial de corte posestructuralista: una concepción de la subjetividad necesaria para el análisis sociopolítico y compatible con muchos de sus desarrollos actuales. Esto lleva a Stavrakakis a repasar la teoría del sujeto barrado que desarrolla Lacan, ofreciendo un tratamiento riguroso de su relación con la falta, la distinción entre significado y significante, el Estadio del Espejo y el desarrollo conceptual de la tríada Real, Simbólico e Imaginario, categorías que resurgirán en las obras de teóricos políticos contemporáneos. Uno de los aspectos destacados por el autor es la importancia de los desarrollos lacanianos sobre la identidad (su imposibilidad perpetua) y el lugar de los actos de identificación como instancias constitutivas, ya que ofrecen materiales para pensar la conformación de las identidades o subjetividades políticas, tópicos debatidos en los análisis políticos.

El aporte lacaniano en la teoría del sujeto es de suma relevancia; no obstante, para Stavrakakis la principal contribución que Lacan puede brindar a la teoría política se encuentra en el nivel de la ontología. En esta perspectiva dedica el segundo capítulo a indagar en la concepción del objeto lacaniano y sus consecuencias para una noción de la sociedad u objetividad social. El autor repasa las concepciones de Lacan de la conformación de la objetividad (su ruptura con dicotomías como objetivo-subjetivo) y presenta las posiciones sobre la concepción de lo Real -aquello que resiste la simbolización— y el proceso de construcción de realidad como un momento discursivo. De este modo, se plantean problemas ya clásicos en el psicoanálisis de orientación lacaniana como el lugar de lo presimbólico, la realidad fallida, el sujeto barrado, la presencia de la falta y el intento imposible y necesario de satisfacción del deseo. Es allí donde el autor presenta el tratamiento de algunos de los temas que la teoría política contemporánea toma de Lacan, como el carácter discursivo de lo social, la falla estructural de todo orden político y las operaciones retóricas (especialmente la metonimia y la metáfora) como actos fundamentales en la representación de la objetividad. Stavrakakis dedica especial atención a los intentos de sutura del orden social y el lugar de la promesa de plenitud como un elemento político ineludible. Esto conduce a una discusión sobre el lugar del objeto petit a que encarna el universal sin dejar de ser un particular —algo que sirve a Ernesto Laclau para explicar el funcionamiento de la lógica de la hegemonía— y que en­carna también la promesa mítica de plenitud. Para el autor, los aportes de Lacan para la tarea de pensar una ontología política (y social) son fundamentales porque complementan el constructivismo social ofreciendo una mirada muy sugerente sobre la estructuración de la realidad, su plenitud fallida y las opciones de poner en cuestión lo naturalizado.

El tercer capítulo sirve como espacio para poner en diálogo los aportes revisados de Lacan con las teorizaciones de autores como Claude Lefort, Ulrich Beck y Chantal Mouffe en el campo de la teoría política. La distinción entre lo político y la política, el primero como el momento de institución del orden social y la segunda como un sistema instituido ligado a la administración del orden, sirve a Stavrakakis para establecer ciertas analogías, a su juicio, importantes. En este sentido, lo político guardaría relación con el Real lacaniano, por su imposibilidad de representación y poder subversivo sobre las estructuras simbólicas (asociadas éstas a la política). Este juego entre institución, represión y subversión tiende puentes entre el esquema lacaniano y el andamiaje conceptual que gran parte de la teoría política utiliza para pensar la estructuración del orden social, su reproducción y su cambio, además de temáticas como la ideología y las identidades sociales. Autores como Ernesto Laclau han explorado la heurística de categorías lacanianas para el análisis político, por ejemplo, al considerar "la imposibilidad de la sociedad" (o la sociedad no existe) como una traducción de "la relación sexual no existe", en el sentido de que nunca hay una objetividad social plena, debido a la falla estructural (lo político/lo Real). Esto ubica a Lacan como una de las grandes influencias de la teoría políticaposestructuralista. La influencia lacaniana también puede notarse, reconoce el autor, en las formas de abordar los procesos de institución simbólica; allí la metáfora y la metonimia y la existencia de puntos nodales (point du capiton) que articulan dis­cursos (y producen realidad) han sido utilizadas, especialmente en el análi­sis de la ideología, por Zizek.

La segunda parte el libro está perge­ñada para explorar en los horizontes abiertos por la teoría política de inspiración lacaniana en lo que refiere al lugar de las utopías políticas (como fantasías) y el sitio del aspecto ético-político (la incorporación de una ética de lo real) en el proyecto de la democracia radical. Demostrar el carácter eminentemente problemático de las utopías políticas y explorar nuevas orientaciones de la imaginación y la praxis política es el objetivo específico del capítulo cuatro. Stavrakakis repara tanto en la ingenuidad como en el peligro del persistente intento de cumplir la fantasía utópica de armonía (el sueño totalitario) y propone explorar una teoría política que reconozca la imposibilidad de la plenitud sin caer en posiciones pesimistas o cínicas. En esta perspectiva, el autor analiza la posibilidad de una concepción política que incorpore la dislocación constitutiva (la falta, la falla inherente) del orden y preserve su indeterminación (a la manera de Lefort). Esto supone un aporte a la fundamentación psicoanalítica de la democracia moderna tendiente a la institucionalización de lo político. El proyecto de la democracia radical —como ha defendido en repetidas ocasiones Mouffe— apunta a evitar la clausura de la disputa por el sentido supuesta en las posiciones pospolíticas (Rawls, Habermas), a partir de reconocer que no hay posibilidad de dominio final sobre lo real. De este modo, el orden social democrático radical evita el intento de clausura completa, asume la imposibilidad constitutiva de alcanzar la plenitud y abre el juego plural de la hegemonía.

El quinto capítulo avanza en la pre­sentación de los aportes de la teoría lacaniana para una concepción radical de la democracia, la cual, a la vez que superar el utopismo, debe incorporar una dimensión ético-política. Sin la posibilidad de un fundamento último y desde una noción de democracia como una forma de orden social que reconoce su propia dislocación, su indeterminación y apertura, la única posibilidad de fundar un orden democrático estaría dada por la institucionalización de esa falta. Mientras que el totalitarismo busca clausurar el conflicto y la contingencia (bajo la fantasía de una armonía) y los particularismos disgregantes denuncian cualquier intento de articulación universalizante, la democracia radical aspira a reconocer el lugar de la falta y convoca a la disputa por la hegemonía, en un marco de ethos democrático. Es decir, reconociendo que la armonía perpetua es imposible y que cualquier cierre será precario, pero que, lejos esto de ser una tragedia, es la posibilidad misma de la democracia. De este modo, Stavrakakis —siguiendo a Zizek— aspira al reconocimiento de una ética de lo real, algo que implica la construcción de un espacio público capaz de saberse dislocado y que da cuenta de sus traumas históricos. Esto permitiría un orden regido por la política pero que posibilita la reemergencia de lo político como un acto tendiente a nuevas identificaciones que ponen en cuestión los sentidos naturalizados y abren espacios de relativa autonomía, como había planteado Cornelius Castoriadis.

Stavrakakis, en Lacan y lo político, nos ofrece la posibilidad de repensar la relación entre psicoanálisis y ciencias sociales, aportando a la mejor comprensión de debates de la teoría política contemporánea que giran en torno a la ideología, el funcionamiento de la hegemonía, la formación de identidades colectivas, el populismo y los antagonismos sociales. En esta perspectiva, el trabajo resulta atractivo tanto para quienes desde el psicoanálisis se interrogan sobre la dimensión política como para aquellos interesados en la agenda de la teoría política desde una perspectiva actual y posestructuralista.

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