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Revista de Estudios Sociales

Print version ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.37 Bogotá Sept./Dec. 2010

 

Presentación

Francisco Gutiérrez Sanín

Antropólogo de la Universidad de los Andes. Magíster y Doctorado de la Universidad de Varsovia, Polonia. Profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), Universidad Nacional de Colombia. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: Measuring Poor State Performance: Problems, Perspectives, and Paths Ahed (en coautoría con Diana Buitrago, Andrea González y Camila Lozano). Londres: LSE/UKAid, 2010; The Quandaries of Coding and Ranking: Evaluating Poor State Performance Indexes. [Crisis States Working Paper Series, No. 58]. Londres: Crisis State Research Centre (LSE), 2009; Telling the Difference: Guerrillas and Paramilitaries in the Colombian War. Politics and Society 36, No. 1: 3-34, 2008. Correo electrónico: fgutiers2002@yahoo.com.


Fragilidad estatal: ¿cómo conceptualizarla?

Presentamos aquí un conjunto de textos provenientes en su gran mayoría del Crisis States Research Center,1 un programa de investigación que este año ofrece un balance de diez años de actividades en tres continentes: Asia, África y América Latina. El programa se ha preguntado sistemáticamente por la forma de conceptualizar la fragilidad estatal, y por los métodos para evaluarla empíricamente, ya sea a través de la investigación cualitativa, caso por caso, ya sea por medio de comparaciones grandes basadas en la construcción de bases de datos.

El lector iniciado en estos temas se dará cuenta inmediatamente de la gran compatibilidad que existe entre este conjunto de preocupaciones y las que han guiado buena parte de la reflexión social en Colombia. En efecto, por las razones obvias, la obsesión por el Estado (y por su debilidad, o su naturaleza premoderna) ha sido quizás el motivo central de nuestra investigación social, por ejemplo, en la explicación de nuestras múltiples violencias. Ha sido también uno de los más fructíferos. En la medida en que la fragilidad —un término análogo, aunque no idéntico, al de "debilidad" sobre el que los colombianos y los "colombianólogos" hemos vuelto una y otra vez— y en que las fallas del Estado han estado en el centro del desarrollo de las ciencias sociales contemporáneas en Colombia (actuando de hecho como punto focal para su progresiva institucionalización), el hecho de que ella se haya transformado en una dinámica área estudio y de toma de decisiones global, nos deja en una situación interesante, y se me antoja que particularmente favorable, para dialogar con los debates actuales y para pensarnos en una perspectiva comparada. La esperanza es que los artículos que siguen puedan ayudar a ello. Están ellos divididos en dos categorías.

La primera es la de los estudios de caso, que permiten ilustrar algunos de los problemas característicos de la construcción del Estado en países de desarrollo tardío y con una pesada herencia colonial. Creo que ambos trabajos tienen el mérito de interrogar en caliente procesos que tienen un gran interés intrínseco tanto de coyuntura como analítico. El primero trata sobre Mozambique. Este país ha protagonizado un curioso "milagro". Después de una lucha armada contra la potencia colonial —Portugal—, llegó al poder el FRELIMO, una guerrilla que adoptaría explícitamente el credo marxista-leninista. Siguió, sin embargo, una guerra civil en la que intervinieron potencias regionales encabezadas en su momento por regímenes racistas —Sudáfrica y Rodesia—, para apoyar al adversario del FRELIMO, el RENAMO. Después del proceso de paz, y de que no funcionara el intento de construir una economía centralmente planificada viable, el FRELIMO, en una espectacular volte-face, optó por un curso de acción neoliberal. Mozambique obtuvo muy altas tasas de crecimiento, y pronto se convirtió en uno de los consentidos africanos de las agencias multilaterales. El texto de Jason Sumich arroja una mirada escéptica —pero ponderada y analíticamente cuidadosa— sobre este aparente milagro. Sumich muestra que en Mozambique hay mucho más partido que Estado, un motivo que, una vez más, sonará conocido a los estudiosos colombianos. FRELIMO está asociado a una capa específica de la población que ha querido construir al país a su imagen y semejanza; una vez comprendido esto, las continuidades entre el período socialista y el neoliberal aparecen mucho mayores de lo que uno esperaría.

El otro texto trata sobre Afganistán. Su autor, Antonio Giustozzi, es un reconocido especialista en el caso. Éste, con el reciente retiro —parcial, es cierto— de Estados Unidos de Iraq y el creciente énfasis que ha puesto Obama en él, además del continuo e increíblemente ambiguo involucramiento pakistaní, se ha ido convirtiendo en uno de los grandes focos de atención mundiales. Lo que Giustozzi nos ofrece aquí es una mirada de larga duración, que muestra que una combinación de diversidad étnica e incapacidad de desarrollar un discurso nacional laico está en el trasfondo de la catástrofe estatal afgana. Si el lector tiene la tentación de atribuir ésta a simple falta de desarrollo —algo que se hace rutinariamente desde algunas agencias internacionales—, esta colección de artículos le dará material para darse cuenta de que el asunto no es tan fácil. Pues en la escala inferior del desarrollo hay países que en todo caso están transformando sus condiciones objetivas a pasos agigantados, y otros que, pese a no lograr salir de su estancamiento relativo, han logrado mantenerse cohesionados, evitando grandes conflagraciones (como Zambia, entre muchos ejemplos posibles).

Esto me lleva a la segunda categoría de textos, que podría llamar conceptuales-comparativos. Ellos intentan ver el problema de fragilidad ya no desde el prisma de casos concretos, sino de los conceptos y las herramientas metodológicas para aprehenderlas. Aquí tenemos también dos textos. El primero de ellos, por Jonathan Di John, es una revisión exhaustiva de la literatura sobre fragilidad y falla. Será extremadamente útil para todo aquel que quiera adentrarse seriamente en las complejidades del tema. Muestra de manera bastante elocuente las lagunas y los vacíos de comprensión que hay en la producción internacional sobre el tema. Di John expone de modo particularmente sugerente la tensión dinámica que existe entre las teorías del Estado establecidas — la de Tilly, la de Mann, etc.— y las que sirven de guías operativas a las agencias internacionales y a muchos analistas. Según las primeras, es la guerra la que crea a los Estados, generando el típico círculo virtuoso tilliano (la guerra hace necesarios los impuestos, éstos sólo se recogen con burócratas, quienes hacen necesarios más impuestos, lo que aumenta el poder del Estado y las oportunidades/tentaciones de nuevos emprendimientos belicosos, y así sucesivamente). De acuerdo con las segundas, la guerra es una desgracia integral, un fenómeno destructivo, y el gran peligro lo constituyen los Estados excesivamente fuertes, que a menudo se involucran en dinámicas predatorias. Claro, una cosa es una teoría desarrollada para la lenta maceración del Estado a lo largo de siglos en Europa, y otra las herramientas que nos permiten entender fenómenos que están ocurriendo ante nuestros ojos —y cuyas implicaciones apenas podemos entrever— en un contexto completamente distinto, sobre una base tecnológica nueva y contando con una comunidad política global en pleno desarrollo. Pero a partir de la tensión antedicha, Di John logra mostrar con mucha eficacia la multiplicidad de acercamientos al problema del Estado contemporáneo y las dificultades comunes que tienen todos ellos, al no contar con teorías fuertes que los alimenten.

Algo similar sucede con mi artículo sobre la medición de la fragilidad estatal. Espero haber mostrado allí, de la manera más llana posible, que el problema de medir fenómenos políticos a una escala global: a) no es trivial en lo más mínimo; b) no puede ser calificado de absurdo; y c) sin embargo, no ha encontrado hasta el momento soluciones satisfactorias. El artículo presenta el planteamiento inicial de toda una línea de investigación, que ha generado publicaciones en revistas internacionales y un libro publicado por el LSE sobre el tema. En el proceso, el equipo de investigación tuvo la oportunidad de presentar sus críticas y resultados en sendos seminarios en Londres (mayo y septiembre de 2010) frente a una comunidad que incluía a estudiosos del tema, gestores de índices existentes y técnicos de agencias internacionales. El resultado más o menos inequívoco, después de largas e interesantes sesiones de discusión, es que las críticas se mantienen en pie. Los indicadores políticos son distintos a los económicos, en el sentido de que presentan especificidades y complicaciones adicionales que las técnicas actuales aún no captan. El artículo presenta algunos de los problemas, sin entrar en los detalles técnicos sino manteniéndose más bien en el plano de la divulgación. También discute desde una hipotética medición el caso colombiano y su evolución en años recientes. En realidad, esta preocupación implícita o explícitamente alimenta todo este Dossier: solamente en una perspectiva comparada podemos entender bien nuestras fortalezas y debilidades. No tiene nada de casual, pues, que uno de los pioneros y más representativos analistas de nuestra debilidad-fortaleza estatal, Fernán González, reflexione en la sección Debate junto con Angelika Rettberg sobre la trayectoria colombiana.

A su vez, la sección Documentos se compone esta vez del discurso elaborado y pronunciado por Ralf Leiteritz con motivo de la celebración de los veinte años de la caída del Muro de Berlín.

Nota editorial: Para cerrar el número, se presentan dos de las convencionales secciones de la Revista de Estudios Sociales: Otras Voces y Lecturas. Con la convicción de que estos apartes nutren siempre el contenido de cada edición —aportando visiones alternativas, temas variados de análisis e investigación y posturas críticas sobre diferentes obras—, incluimos esta vez cuatro artículos en Otras Voces y una reseña en Lecturas. El primer grupo de textos aborda cuestiones tan variadas como las dinámicas actuales de corrupción en la Unión Europea, las competencias informacionales en el contexto de la educación superior, los aportes de Robert K. Merton a la consolidación de la sociología de la ciencia, y la posibilidad de discutir la perspectiva antropológica en la obra de Alejo Carpentier. Como se hace evidente, cada uno de estos trabajos ofrece la oportunidad de explorar universos específicos de sentido, a partir de aproximaciones sistemáticas y críticas a la información.

Por último, tenemos una reseña sobre un tema ajeno al del Dossier, pero que recoge los principales planteamientos de una obra que, consideramos, demuestra su vigencia en el contexto contemporáneo —nacional e internacional—: el comentario del libro de Jules Falquet De gré ou de force, les femmes dans la mondialisation, publicado en 2008.


1 Ver http://www.crisisstates.com/

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