SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número39El liberalismo comoonto-tecnología de la autorregulación: Una lectura de la analítica foucaultiana de la gubernamentalidadModernidad conservadora y cultura política: La Acción Católica Argentina (1931-1941) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  n.39 Bogotá mayo/ago. 2011

 

Diccionario de estudios culturales latinoamericanos

Gregory Lobo

Ph.D. de la Universidad de California. Profesor asociado del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales de la Universidad de los Andes. Áreas de trabajo: estudios culturales, ideología, discurso, hegemonía, nación, raza. Autor de Colombia: algo diferente a una nación. Bogotá: Universidad de los Andes, 2009; coeditor invitado del número especial de la revista académica Politics and Culture <politicsandculture.org> 3 y 4 sobre The Left at War with Itself: A Special Double-Issue Devoted to Discussing Michael Bérubé's The Left At War & the Questions it Raises, que incluye el artículo de su autoría "For Liberalism & Thinking Politically Again: Reflections Inspired by Michael Bérubé's The Left at War", 2010; editor principal invitado del número especial de la revista académica Cultural Studies (en prensa) sobre la institucionalización de los estudios culturales en América Latina, que incluye el artículo de su autoría "Institutionalizing Cultural Studies in Colombia; or, an Argument about Marx and Foucault". Correo electrónico: globo@uniandes.edu.co


Todavía no han transcurrido diez años desde que cerraron el Center for Contemporary Cultural Studies de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido. Fue este Centro el que le prestó su nombre al proyecto político-académico internacional -Cultural Studies/Estudios Culturales- en todo el mundo, aunque son varios los eruditos latinoamericanos que han insistido en que, en América Latina, los intelectuales y académicos han venido haciendo estudios culturales sin saber nada del supuesto proyecto, y menos del Centro en Birmingham.

En los últimos años, sin embargo, el continente -desde el Cono Sur hasta la frontera mexicana con Estados Unidos- ha testimoniado el auge de posgrados centrados en el campo y hasta un pregrado en la Universidad de los Andes en Bogotá: parece que los estudios culturales, en y sobre América Latina, ya son un hecho. Es grato, entonces, y probablemente necesario, que se haya publicado el Diccionario de estudios culturales latinoamericanos. Es hora, según los coordinadores Mónica Szurmuk y Robert Mckee Irwin, de "codificar, unificar y ordenar" (9) el campo, a través de esta colección de "48 términos provenientes de paradigmas diversos que consideramos fundamentales para quien se acerque al campo" (9). La idea general es evitar la repetición de los empeños de otros diccionarios enfocados en la teoría sociocultural, como Términos críticos de la sociología de la cultura de Carlos Altamirano (2002) o el Diccionario de teoría crítica y estudios culturales de Michael Payne (2002), por supuesto, y, más bien, complementarlos y llenar un hueco al "hacer un retrato de un momento en los estudios culturales [específicamente] latinoamericanos" (9).

Además de las 48 definiciones que constituyen la gran parte del grosor del diccionario, los coordinadores han escrito una presentación muy útil para el lector, que incluye una genealogía de los estudios culturales latinoamericanos, una discusión de los "espacios" de los estudios culturales latinoamericanos y unas páginas dedicadas a los debates alrededor de los cuales el campo toma forma, y al final han incluido una bibliografía general que servirá mucho a los interesados. La presentación tiene entre sus méritos particulares el de distinguir entre la gestión cultural y los estudios culturales. Los estudiantes que se matriculan en estos programas no siempre saben en qué se están metiendo. Los coordinadores aclaran que los estudios culturales no contemplan, generalmente, la gestión cultural, aunque no son pocos los que llegan a los programas esperando precisamente ésta. Para subrayar la distinción, Szurmuk e Irwin proveen una buena definición de los estudios culturales, que resalta su vertiente política: los estudios culturales denominan una forma de "la crítica cultural [...] en la que se aplican metodologías y teorías multidisciplinarias a la crítica y consumo de la cultura, como parte de un proyecto político de interrogar jerarquías culturales y sociales, y mecanismos de comunicación y manipulación ideológica" (25). De esta manera, queda claro que el enfoque está en el poder, lo cual es, o debería ser, la característica definitiva del proyecto de los estudios culturales.

Por lo demás, esta reseña no va a convertirse, obviamente, en 48 "mini-reseñas", pero no puedo pasar por alto la obligación de comentar por lo menos algunas de las definiciones. Son extensas todas, incluso algunas son muy extensas. Proveen una genealogía del término y luego relatan, cuando esta genealogía no es estrictamente latinoamericana, su desarrollo en el campo de los estudios culturales latinoamericanos. Una manera de medir, por así decirlo, la calidad de las definiciones es preguntar si podrían servir como esquema para cursos sobre los temas. En este aspecto, la de performance de Antonio Prieto Stambaugh es ejemplar, como lo son la de poder de María Inés García Canal, la de género de Maricruz Castro Ricalde, y la de Núria Vilanova sobre desterritorialización.

Como es de esperar, algunas definiciones son, al contrario, bastante insatisfactorias. Por ejemplo, la entrada sobre alteridad no ofrece mucho que ayude a entender esta idea. Al contrario, se explaya sobre la historia del otro, y al leerla, uno piensa que habría sido más apta para entradas sobre el otro, otredad, o diferencia, pero estas entradas ni siquiera salen en el diccionario. La entrada sobre deconstruccionismo, si bien reconoce la notoria dificultad de definir este término, no relata mucho más que una historia geopolítica de las Américas en el siglo XX. La entrada sobre producción cultural trata más bien la teoría cultural, sin decirnos en qué consiste la producción como tal. Uno queda descontento; aunque la información puede ser útil en general, no constituye una definición específica correspondiente.

Las susodichas definiciones me parecen particularmente inadecuadas, pero sólo son cuatro. Por otra parte, aunque la mayoría de las definiciones tienden a ser una buena guía para los practicantes en el campo, es igualmente verdad que a veces se encuentra reproducido el tipo de pensamiento descuidado que aflige a este mismo campo, y a las ciencias sociales y humanidades en general. En su aporte sobre identidad No-hemy Solórzano-Thompson y Cristina Rivera-Garza invocan la "heterogeneidad de la población latinoamericana [...] que hizo esta labor [la de crear una nación] difícil en comparación con las del 'viejo mundo', cuyas poblaciones se entendían como uniformes" (142). Este increíble ahistoricismo, que no entiende que en el Viejo Mundo la supuesta uniformidad fue el resultado de conquistas internas, de guerras y violentos procesos industriales, en contra de poblaciones asentadas y ya desaparecidas, recapitula el pensamiento idealista que entiende -equivocadamente- las naciones como comunidades casi espirituales, en vez de productos de historias brutales. Así mismo, es problemática la repetida invocación del mercado, por ejemplo, en el caso de la definición de industria cultural de Victoría Ruétalo (154), como si el mercado fuera una fuerza siniestra, un hecho cumplido, y no, más bien, una retórica, un discurso, a través del cual se forjan relaciones sociales que privilegian a pocos a expensas de muchos. El mercado, como tal, tanto para los liberales como para los radicales, es un ideal. Ambos quieren un mercado de verdad: verdaderamente libre, tanto en el nivel de las ideas como en el del proceso político, y de la producción de bienes. El problema es que lo que pasa por mercado no lo es; es, más bien, un sistema sesgado que produce resultados parciales, en vez de imparciales. Si las ciencias sociales, en general, y los estudios culturales, en particular, van a avanzar, tiene que superarse este débil pero característico pensamiento politizado.

En otros aspectos -no necesariamente menores-, lastimosamente, el libro adolece de los errores tipográficos y de edición de los que suele padecer la industria editorial latinoamericana: "ppo" (15), "de Certau" (16), el uso de la palabra "vertical" (16), cuando se quería repetir la palabra "horizontal" (12), el título del libro de Beverley: "Against Literatura" (55). Igualmente, la impresión no es de primera calidad, con varias páginas mal impresas, como si escaseara la tinta, por lo menos en el ejemplar que usé para esta reseña.

El diccionario, en fin, no es perfecto pero, en resumen, sí es un recurso que no puede faltar en las bibliotecas de quienes trabajan en este campo, tanto los intelectuales establecidos como los estudiantes que inician sus carreras. Es un buen aporte que va a ayudar a asentar los estudios culturales latinoamericanos sobre unas bases bien definidas, sólidas e, importantemente, políticas. Sin duda, este diccionario debería ser obligatorio para los estudiantes en los programas de Estudios Culturales; es más, quienes organizan y administran estos programas podrían recurrir al libro cuando reflexionen sobre el contenido de los pensum, que deberían preparar a los inscritos para "revisar archivos, entrevistar a informantes, interpretar textos escritos y visuales, seguir los procesos de comunicación cultural, interpretar datos demográficos", y además, para poder entender la economía política (25); igualmente, nos ayuda a cavilar sobre nuestro propósito político-académico, trátese de nosotros mismos o de nuestros estudiantes: el de "formar investigadores, profesores y lectores no especializados que buscan una perspectiva crítica que fomente el cambio social" (25), como bien lo dicen Szurmuk e Irwin.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons