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Revista de Estudios Sociales

Print version ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.41 Bogotá Oct./Dec. 2011

 

Memorias de las décadas de 1930 y 1940 en Colombia

Catalina Muñoz Rojas* y María del Carmen Suescún Pozas***

Ésta es una muestra de un proyecto de investigación de Catalina Muñoz Rojas y María del Carmen Suescún Pozas sobre la memoria de las décadas de 1930 y 1940 en Colombia, que utiliza la historia oral como fuente y objeto de estudio.

* Ph.D. en Historia, University of Pennsylvania, Estados Unidos. Profesora principal de la Universidad del Rosario, Colombia. Correo electrónico: catalina.munoz@urosario.edu.co.

** Ph.D. en Historia y en Historia del Arte, McGill University, Canadá. Profesora Asistente del Departamento de Historia de Brock University e investigadora afiliada al Centre for Oral History and Digital Storytelling, Concordia University, Canadá. Correo electrónico: msuescunpozas@brocku.ca(Montreal, Canadá), y el del Institute of Oral History de Baylor University (Texas, Estados Unidos).


En nuestro artículo de este Dossier expresamos el interés que tiene la historia cultural por crear narrativas que nos acerquen a la formación de las subjetividades y las experiencias de vida en que se hacen manifiestas. El reto es generar lecturas que integren miradas que no desarticulen el mundo material del simbólico, prestando atención a la manera como las percepciones, las subjetividades, los símbolos y la agencia dan forma al mundo social y a sus relaciones de poder, sin pasar por alto las condiciones materiales que también son determinantes. En el período que nos interesa en particular, los testimonios orales pueden resultar de gran utilidad para enfrentar ese reto.

Gracias a la labor realizada por algunos investigadores, la historia oral ya ha entrado a ocupar un lugar importante en el repertorio de las fuentes utilizadas para narrar la historia de las décadas de 1930 y 1940.1 Sin embargo, el uso de los testimonios orales continúa siendo la excepción, a pesar del gran potencial que han demostrado tener. Nuestro objetivo en esta sección de Debates es hacer una invitación a recuperar y explorar la historia oral como género y objeto de estudio, y no sólo como fuente, para la historiografía del período.

Los lectores habrán constatado que este Dossier contiene trabajos de investigadores en las ciencias sociales y las humanidades que ofrecen nuevas lecturas del período. Sin embargo, las maneras de entender y resignificarlono son tan sólo de la competencia de la práctica académica, sino también del dominio público: las narrativas sobre el pasado y nuestra participación en el acto de contar se producen desde lugares variados. Es por este motivo, y por los múltiples retos que este período nos plantea, que decidimos abrir un espacio en esta publicación a otras voces e incorporarlas al debate. Consideramos de suprema importancia que las ciencias sociales y las humanidades rompan con la producción de conocimiento que es partícipe del ejercicio de poder que constituye el silenciar voces.

A continuación ofrecemos apartes de una serie de entrevistas de lo que es una investigación de historia oral de mayor envergadura sobre la diversidad de voces, experiencias y percepciones de las décadas de 1930 y 1940 en Colombia, con el fin de recuperar la complejidad, o lo que podríamos llamar la textura de la trama y urdimbre del período en distintos dominios de la experiencia.

Estos apartes salen de doce entrevistas llevadas a cabo en los meses de julio y agosto de 2011 en diferentes localidades de Bogotá, D. C., Cundinamarca y Cartagena.2El diseño de la guía de las entrevistas y la recolección de la información siguió protocolos éticos institucionales guiados por parámetros internacionales.3 La participación de los entrevistados fue voluntaria. Su identidad no ha sido divulgada, al considerar que, en general, éstos solicitaron que conserváramos su anonimato. Nos ha parecido importante ofrecer a los lectores información sobre la fecha y lugar de nacimiento del entrevistado, al igual que del lugar en el que se hizo la entrevista (cuya duración fue de una hora), seguida en algunos casos de una segunda, ya fuera para completarla o ahondar en ciertos temas, por decisión del entrevistado. Las entrevistas fueron registradas en grabación.4

Las preguntas se diseñaron de tal manera que fueran lo suficientemente abiertas, con el fin de predeterminar o prefigurar en el menor grado posible las respuestas de los entrevistados en lo que respecta a las preconcepciones que pudieran tener los entrevistadores. Si bien amplias, las preguntas permitían al entrevistado evidenciar aspectos íntimos de la memoria y de su subjetividad. Formulamos preguntas abiertas relativas a la experiencia de vida de los entrevistados durante esas dos décadas, y la memoria que sobre ellas persiste en su familia: ¿Qué recuerda usted de las décadas de 1930 y 1940 en Colombia? ¿Qué significaron las décadas del treinta y el cuarenta en Colombia para su familia? ¿Recuerda usted qué cambios ocurrieron entonces en ámbitos como la política, la sociedad, la economía o la cultura? ¿Podría decirnos, en su opinión, cuál fue la importancia de estas dos décadas en la historia del siglo XX en Colombia? Prestamos además especial interés a la valoración que el entrevistado hizo del período, de tal forma que si el entrevistado parecía tener una visión positiva, se lo invitaba a recordar algo que le hubiera parecido negativo, y viceversa. Con el fin de ahondar en lo que respecta al lugar que ocupaba el entrevistado en lo que recordaba, se lo invitó a reflexionar sobre cómo se sintió, cuándo o cómo se dio cuenta de lo que decía recordar, y se le pidió además describirlo en más detalle.

En cuanto a los entrevistados, ofrecemos aquí una muestra de hombres y mujeres que para 1950 tenían entre 15 y 27 años, y, por lo tanto, vivieron las dos décadas precedentes en distintas etapas de su infancia, juventud y edad adulta. Si bien en esta selección tenemos entrevistados de tres regiones, en el proyecto del que estas entrevistas hacen parte buscamos cubrir una mayor extensión del país. Algo que estas entrevistas evidencian es la movilidad de los entrevistados y la diversidad de experiencias urbanas y rurales, de distintas clases sociales, e identidades raciales y étnicas.5

Con esta selección pretendemos ilustrar la riqueza de esta herramienta y su cualidad inagotable, precisamente por la inestabilidad de la memoria (Frisch 1979; High 2010; Passerini 1987; Portelli 1991). El lector podrá apreciar que el juego, las libertades e intensidades de los testimonios no son obstáculo para el conocimiento, sino más bien un punto de entrada tanto para formularnos preguntas epistemólogicas en torno a lo que conocemos del período como para adentrarnos en territorios de lo que a primera vista no no nos pareciese del dominio de lo conocible. Igualmente, esta selección evidencia el interrogante sobre el límite entre la historiografía, entendida como el oficio de los historiadores, y la memoria, cuando ésta se apoya en las herramientas de la narrativa (Trouillot 1995).

Invitamos entonces a nuestros lectores a explorar los siguientes apartes de entrevistas, cuyo propósito es seguir abriendo vetas para el debate y expandir los límites de nuestras formas de entender el mundo social. Con estos apartes no queremos entregar al lector un análisis preestablecido sino darle la oportunidad de crear sus propias asociaciones e interpretaciones, y demostrar que los objetos de la memoria son siempre materia de debate.6Nuestro objetivo es estimular una producción imaginativa que amplíe los límites tanto de lo que sabemos sobre el período como de nuestro oficio.

***

Tila. Nacida en Tibaná en 1929. Entrevistada en Bogotá, agosto de 2011

Entrevistador(a): Doña Tila, ¿qué recuerda usted de la década que va de 1930 a 1940?

Tila: [...] Lo que yo recuerdo ahora lo leí. En 1930, en 1930 se sucedió en Colombia la masacre más violenta que ha existido en Colombia, que fue en la zona bananera. Estaba como presidente, ¡ay!, ahora se me olvida éste, pero yo tengo que acordarme porque es que, pero bueno, deme un espacio ahí. Estaba como presidente mmmm, que fue el último conservador de la Hegemonía Conservadora que duró 20 años. Entonces, ¡ay! Cómo es que se llamaba este hombre, me acuerdo tan rápido y ahorita se me olvida. Bueno, deme un espacio, porque me tengo que recordar. En ése, es decir, en esa masacre que fue en la zona bananera murieron centenares de hombres, mujeres y niños. ¿Por qué hubo esa masacre? Porque los obreros tenían que trabajar, y mujeres y niños, 22 horas seguidas, entonces ellos se reunieron... para pedir que le bajaran siquiera dos horitas de trabajo, que les dejaran solamente 20 [horas] de trabajo, y que les subieran un poquitico de lo que ganaban; la respuesta fue la masacre. Bueno, eso fue en 1930, en 1930 también vino el cambio del partido, porque hasta 1930 gobernó el trabajo conservador, es decir, ahí se terminó la Hegemonía Conservadora, y ganó este señor de Guateque, mmmm, Enrique Olaya Herrera, liberal... Ese Partido Liberal gobernó hasta 1946, que fue, 45, que lo vino a remplazar Ospina Pérez, conservador. Bueno, entonces veamos algo de lo que nos hizo, nos trajo Enrique Olaya Herrera. Entre las cosas que él hizo, sobre todo nos dio a la mujer los derechos civiles, porque la mujer anteriormente no podía disfrutar de la herencia que le dejaran los padres, porque de eso, esa herencia, si se casaba una mujer que llevaba algo de herencia al matrimonio, el que podía disponer de eso era el marido. Él podía venderlo, regalarlo, jugárselo, inclusive yo tuve una tía que víctima de esto. Entonces, Enrique Olaya Herrera dijo: "No, la mujer va a manejar sus bienes", y entonces él nos dio los derechos civiles, Enrique Olaya Herrera. [...] Otra cosa que dijo Enrique Olaya Herrera, liberal: "La mujer va a estudiar"; y entonces, ya la mujer pudo ir a estudiar, claro que a lo máximo que llegaba la mujer era a hacer sexto de normal o bachillerato; universidad, nada. Eso lo hizo Enrique Olaya Herrera. Algo que sucedió en el gobierno de Enrique Olaya Herrera en el 32 o 33 fue que los peruanos querían apoderarse del Trapecio Amazónico, y entonces Enrique Olaya Herrera hizo un llamado al pueblo colombiano, y les dijo en ese momento: "Tanto liberales como conservadores somos colombianos y tenemos que proteger el Trapecio Amazónico", entonces hizo un llamado; dijo en ese momento: "No hay liberales no hay conservadores, es un solo partido que se va a defender", y mandaron para allá un ejército lo mejor que pudieron; cuando los peruanos tuvieron conocimiento de esto, se retiraron y no hubo el enfrentamiento porque se retiraron, y desocuparon allá, el Trapecio Amazónico, donde está Leticia. Eso pasó en el gobierno de Enrique Olaya Herrera [.] De ahí en adelante de Enrique Olaya Herrera la verdad norecuerdo bien quiénes fueron los que gobernaron; sé que que. que en esa época de 1930 a 1940 hablaban, decían, que hubo una crisis económica terrible, es decir, la moneda no valía nada, fue una desvalorización, una crisis económica terrible hasta 1930. ¿Qué más recuerdo yo de esa época, qué le digo? No recuerdo exactamente quiénes gobernaron. Bueno, el último que vino a gobernar de, hasta 1945, fue este, ¡ay! mmm, López, pero no López Pu-marejo, sino López, López, López, que hubo un problema terrible con él en Pasto; allá casi lo, lo secuestraron o lo tuvieron; es decir, lo poco que yo [recuerdo] será porque en ese entonces no había ni prensa. La radio, pero por allá el que tenía la radio en su casa, porque no es como ahora que cada el radio por cada lado; los medios de comunicación eran limitados y el periódico estaba al alcance de los potentados, de los ricos, a uno no lo dejaban, no se informaba de nada.

Entrevistador(a): Doña Tila, ¿usted recuerda de qué libro leyó esto?

Tila: Yo lo leí del libro, pérese, pérese, de un libro que era así de grande y era hermosísimo y me lo robaron. Anao y Arrula, Anao y Arrula, como que era, sí, eso era, bueno Arrula.

Entrevistador(a): Cuénteme qué recuerda del período después de 1946.

Tila: Eso fue terrible, del 46 al 53 gobernó el Partido Conservador. Se inició con éste, ¡ay!, Dios mío, que se lo dije hace un momentico... Ospina Pérez. Me acuerdo mucho de esas elecciones [risas], porque yo estaba [.] donde las monjas, me acuerdo mucho porque como a las 5:30 que nos levantábamos, corrían las empleadas de un lado a otro pero uno, [.] uno era totalmente ignorante [.] Corrían de un lado al otro, se abrazaban, se besaban, y bueno, iban donde las monjas, y lo mismo las monjas encantadas de la vida; entonces ahí mismo nos arreglaron y fuimos a misa, porque había ganado el Partido Conservador. Eran monjas bizantinas, vicentinas [risas], [...] yo decía: "Y, pero ¿por qué eso?".

***

Betty. Nacida en Bogotá en 1923. Entrevistada en Bogotá, julio de 2011

Entrevistador(a): ¿Cómo recuerdas que era la vida diaria?

Betty: [...] En esa época sí se iba a cine. ¡Ah! Ésa era otra época. Empezaron [con] que no podíamos ir a cine. Meacuerdo que una vez nos llevaron a una película mi mamá y [.] la amiga de mi mamá que tenía también una hija [de la que] yo era amiga [.] Ya tenía yo [.] por lo menos 15 años o cosa así. Nos llevaron a cine y resultó escandalosa la película [risas] [...] ¡Y lo escandalosa era que creo que había una de las actrices que se tomaba unos tragos o alguna cosa así! [risas] [.] Apenas salimos, nos dijeron: "¡Qué arrepentimiento! ¡Cómo las fuimos a llevar a esa película! ¡Qué barbaridad!" [risas]. Pero no había remedio, ya la habíamos visto.

[.] Para la mujer era muy horrible la situación [.] porque la tenían muy por debajo. La primera abogada que hubo, que fue Gabriela Samper. ehhh. Peña. La primera que entró a la universidad. Eso fue un escándalo tremendo pensar que se metiera a la universidad a estudiar abogacía. Eso no se conocía... Ese escándalo debió ser por el año... más o menos, a ver, yo terminé en el 39, en el 40, 41, por ahí [.] Lo que me estoy acordando ahora, que el otro día nos acordamos con algunas [amigas], es que yo recién casada, cuando iba para Estados Unidos [...] tenía que tener permiso de Rodrigo [su esposo] para poder salir del país. Eso sí nos acordamos el otro día con las amigas; que eso era absurdo. Es que a las mujeres nos trataban como unas cosas. Las mujeres siempre nos casábamos sin cinco centavos. Siempre el señor lo mantenía a uno. Es que el cambio para la mujer ha sido lo más violento. En los 88 años que yo tengo, es decir, en los 80 que me doy cuenta, ha sido un cambio completamente radical; pero completo. Otro mundo. Y yo creo que en esa época inclusive en Estados Unidos la mujer era otra cosa. No tenían la libertad que tienen hoy ustedes. Que ustedes trabajan y pueden hacer lo que quieren.

***

Lily. Nacida en San José de Pare (Boyacá), 1923. Entrevistada en Facatativá, agosto de 2011

Entrevistador(a): ¿Qué significaron las décadas del treinta y el cuarenta en Colombia para su familia?

Lily: [...] Allá no hubo escuela pa' los pobres. La escuela era hacer oficio ¡y juete que no, señor! Huy, mi papá era un viejo muy [.] Ay, ¡pecadito! Perdóneme Dios. Muy atrevido. A ninguno de los hijos le dio escuela. Éramos ocho hermanos. Pa' ninguno, porque como a él no lo pusieron los papás a la escuela, entonces él dijo que como a él no lo habían puesto, que él tampoco ponía a ninguno de los hijos [.] Mis hermanos que aprendieron a leer [.]ellos aprendieron a leer porque se vinieron a trabajar a Bogotá, y ellos estudiaban de noche y así aprendieron. Y los otros fuimos una tanda de brutos, como dicen. A uno le hace falta que lo hubieran puesto, pero ya le digo, a ninguno. El Mono sí sabe leer porque él estuvo en el cuartel y allá aprendió.

Uno fue muy sufrido desde pequeño. Yo no sé por qué mi Dios lo tiene todavía a uno. ¡Muy sufrido! El hijo mayor es el que más sufre. En toda parte. Yo fue la mayor de todos [...] Pero mejor dicho, mi papá era que llegaba todo borracho de guarapo, y eso llegaba, y si uno estaba por ahí, eso era cada grito que lo sacaba a uno, y nosotras que temblábamos del susto. Y mi mamá decía: "Vaya acuéstense antes de que los agarre y les pegue". Y a ella le pegaba. Huy, ¡a ella le daba unas muendas.! Pero ella era una mujer alta de cuerpo [.] y una vez yo estaba ya volantona, y le dije: "¿Pero mamá tan cuerpada que es y se deja pegar de esa mincha de viejo.?". Ella se quedó pensando y se le desgranaron las lágrimas. Dije: "No señor, dejiéndase como pueda -dije dejiéndase-, para eso Dios le dio dos manos, dejiéndase". Y así ella fue sacando la uña y después ya el viejo no le podía pegar. Huy, porque sí. La gente antigua era muy fregada. Mucho atrevías. Me refiero a mi papá. [.]

***

Nacho. Nacido en Bogotá en 1933. Entrevistado en Bogotá, agosto de 2011

Entrevistador(a): ¿Podría decirnos, en su opinión, cuál fue la importancia de estas dos décadas en la historia del siglo XX en Colombia?

Nacho: Tal vez sí. la guerra con el Perú, porque papá participó. A papá le tocó transportar los soldados colombianos y a la munición para llevarla a la frontera, abajo en el sur. Y papá, con su hermano [.] consiguieron el contrato para llevar las tropas colombianas. [.] Y atravesando un río, en el Neiva. o más cerca al Caquetá [.] el río estaba crecido y papá se metió con sus camiones y con la tropa a pasar el río. La corriente se les llevó todos los camiones. Los soldados, menos mal que alcanzaron a pasar al otro lado nadando, pero se perdió cantidades de munición, equipo y todo. Sin embargo, ellos continuaron, alquilaron unos camiones, porque los de ellos ya los habían perdido. Recuerdo papá comentando eso de la guerra del sur [.] eso es una historia que papá me contaba, pero yo la oí tantas veces, que llegó un momento en que yo pensé que yola había vivido, porque me impactó muchísimo. Y hay fotografías que papá tomó de los camiones, ¡voltiados patas arriba! Y yo comparaba eso con un juguete mío; papá me había regalado un carrito de pedales, y ese carrito yo lo adoraba, y un día cogí ese carrito yo, y un día me dio por voltiarlo patas arriba, y me acordé de lo que papá me había contado de que la corriente del río le había voltiado los camiones.

***

Mercho. Nacido en Bogotá en 1930. Entrevistado en Bogotá, julio de 2011

Entrevistador(a): ¿Qué recuerda sobre la vida cotidiana?

Mercho: [.] Por el hecho de ser estudiante, yo podía ir a cine generalmente los domingos, en las tardes, que era el único momento donde estaba libre, que los estudios me permitían hacerlo. Y tal vez ésa era la única distracción que había, no había nada más [...] Íbamos con los compañeros de colegio, dentro de las amistades que nacen en el colegio, pues también había una vida social con los compañeros o con las amigas de mis hermanas, y formábamos grupos para ir a cine o [pausa] era más frecuentes las fiestas en las casas, más que ir a cine, se acostumbraba ir a las fiestas en las casas.

Me acuerdo que había un teatro que se llamaba el Teatro Caldas, el Metro en Teusaquillo, el Teatro Colombia, el Teatro Imperio, el Teatro María Luisa. Me acuerdo que iba a películas de vaqueros, eso íbamos mucho, porque había algo que se llamaba las series, lo que daban los teatros los domingos. Series eran unas películas de vaqueros especiales que duraban, digamos. tres horas, como cosa excepcional, entonces el programa los domingos era ir a ver las series, que todos los teatros por lo general pasaban una. [.] Yo no tenía predilección, no había mucho por escoger, simplemente en otros teatros había otras películas, pero lo cotidiano era ir entre estudiantes e ir a la serie que estuviera de moda [.] En los últimos años, cercanos a los cuarentas, había ya cambiado el cine, pues ya la presentación de películas era de otro orden, no eran tanto de vaqueros, sino musicales y, en fin, otras cosas [.] Películas americanas. La gran mayoría de las películas provenía de Estados Unidos y de México. y de Argentina, creo.

[.] El público en los teatros era lleno completo, yo no sé cuántas personas pero... llenaban el teatro. Es que eso era una costumbre muy difundida, que la gente iba a cinelos domingos. El costo de la entrada en proporción es lo mismo que ahora, y todo es igual. hoy día tiene un precio las películas, que antiguamente tenían posiblemente el mismo precio pero con una moneda distinta, más o menos la misma cuestión.

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Lucy. Nacida en Bogotá en 1931. Entrevistada en Bogotá, agosto de 2011

Entrevistadora: ¿Recuerda usted qué cambios ocurrieron entonces en ámbitos como la política, la sociedad, la economía o la cultura?

Lucy: [.] Recuerdo que a mí me encantaba oír hablar de Alfonso López Pumarejo. Pero había mucha gente que lo tildaba, en ese tiempo, como de izquierdista, no es que fuera izquierdista, y por eso es que me gustaba tanto. Porque cambió el sistema de trabajo, de los sueldos; modernizó en ese momento. antes casi que los trabajadores [eran] esclavos [.] no eran esclavos pero [quedaban] grandes rezagos de la esclavitud.

De eso sí me acuerdo, fue muy buen presidente y después lo reeligieran [...] porque había dejado una estela de regio presidente [...] El primer gobierno de Alfonso López Pumarejo fue decisivo en ese sentido, en la parte social, ¡fue decisivo! porque se valoró al trabajador. ¿Le quedó faltando? ¡Sí, claro! Pero se dieron los primeros pasos.

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Ana. Nacida en Cisneros (Antioquia), en 1931. Entrevistada en Bogotá, agosto de 2011

Entrevistador(a): Cuéntame, ¿qué recuerdas de la época de 1930 y 1940?

Ana: Que recuerde yo, en esa época la gente era campesina y pobre, y como siempre, había muchos encuentros políticos, tanto políticos como religiosos. era como raro. Habían muchas diferencias religiosas, también había mucho racismo. [El racismo se manifestaba] en muchas formas, por ejemplo, los niños en la escuela [.] la gente todavía dice que no hay racismo. Sí hay racismo, lo que pasa es que tú señales: "¡Eso es negro!", como se hacía antes [...] Lo que tú hacías era ofender a ese negro, ésa era la palabra, ofensiva.

Entrevistador(a): ¿Me podrías contar un poco más de la vida cultural de la época? ¿Libros, música?

Ana: [...] Entonces yo era una niña muy inquieta y recordaba el sentir africano. Había mucha música africana. Me gustaba mostrar lo que aprendía y me unía a los sainetes; así se les llamaba a los grupos de negritos que bailaban en las esquinas. También en la escuela nos influenciaba la cuestión española. Nos hacían bailar pa-sodoble y tocar las castañuelas.

Entrevistador(a): De la época de los treinta o de los cuarenta, ¿tú recuerdas algún acontecimiento especial que tengas en la memoria muy presente?

Ana: Sí, sí... era como 1939 más o menos. A Segovia se entraron unos, mejor dicho, un vigilante. Como Segovia es minera, con minas muy bien establecidas que eran manejadas por ingleses, las minas de Segovia, entonces había mucha vigilancia... Del 39 al 40 era la época de los machuqueros, que eran los que se robaban el oro de la mina. Era tanta la ansiedad de ser ricos, de robar el oro, como decían ellos... No, decían: "Me encontré una piedrita de oro"; "¡Me encontré un chicharrón, hermano!". Y la gente sufría accidentes en el estómago, para rajarse la piel y llenarse de oro. Ese acontecimiento me marcó, no mucho porque no soy de las personas que se dejan marcar por una situación, siempre busco superarlo. Yo estaba pequeña. estaba dormida cuando empecé a sentir que en mi casa estaban echando piedra, y dije: "Mamá Rita, ¡están echando piedra!".

Yo me acuerdo que ella me contaba mucho de la guerra con el Perú, porque a mi tío lo tuvieron que disfrazar de mujer, lo sacaron por los Llanos y le hicieron una casa por allá en un árbol las hermanas, y lo vistieron de mujer y lo pintaron y todo pa' que no se lo llevaran. Entonces, cuando pasó lo de Segovia, en esa época [...] estaban robando mucho a la empresa. Entonces la empresa había tomado medidas para corregir esos robos. Entonces mataron un celador que era el cómplice, era el jefe de los celadores, pero él era el que abría la puerta y se hacía el que no veía. El hermano de él era comandante de la Policía nacional en Medellín, y ese malvado se vino con 150 policías. Atacó Segovia en una forma despiadada, sin decirle a nadie nada. Usted estaba en una tienda a las 11 de la noche y fueron muchos los muertos. Se metieron a la zona de tolerancia. Había una mujer que se llamaba Ester; eso debe estar en los archivos de Antioquia, porque ella era una mujer que tenía una casa de citas, pero era una madre muy buena, y ella no quería que su hija supiera quién era ella; entonces la teníaen Medellín estudiando en un colegio. Y cuando entraron los nacionales, ella en el cuarto tenía una mesa, y ahí tenía la Virgen, y se les arrodilló, y les pedía que le perdonaran la vida. Y aparte de eso sacaron unos versos, porque en Antioquia a todo le sacan copla; entonces yo me acuerdo una partecita que decía: "Ester les pidió perdón, llorando arrodillada, ¡pero a un duro corazón, no le conmueve nada!". La mataron arrodillada pidiendo que no la mataran, Ése fue el más duro que me tocó vivir. De resto, la gente, nosotros los colombianos, por naturaleza, y no digo de acá o de allá, tenemos un carácter fuerte. No nos gusta que nos apachurren allá ni nos sentimos mejor que los demás, pero tampoco los in-diecitos como nos creen. Entonces en Segovia se hacían bailes públicos y se emborrachaba la gente y se peleaba por cualquier cosa. Eso era horrible, pero ahora ya no es una violencia política, [ahora] es de plata.

***

Ori. Nacido en Cartagena, en 1935. Entrevistado en Cartagena, julio de 2011

Entrevistador(a): ¿Recuerda usted qué cambios, sociales, culturales, políticos, se produjeron en Cartagena?

Ori: En la década del cuarenta eran pocas las personas que tenían una profesión. Eran muy limitados los cupos en las universidades, y además la mayoría de las personas no tenían los medios económicos para estudiar una profesión. En la época del cuarenta se graduaban como máximo 10 o 15 médicos en todo Cartagena. Los colegios que más se distinguían eran los colegios privados, como el Colegio Fernández Baena, Colegio de La Salle, el Colegio Universitario San Pedro Claver, que era donde estudiaba la clase media alta y la élite. Por ejemplo, yo estudié en el San Pedro y en el Fernández Baena. Además, en la cultura de esa década se apreciaba el Teatro del Almirante Padilla, donde cada semana se presentaban teatros, música, poesía, que se llamó minaretes del arte. Mi abuela me llevaba a esos actos donde uno pasaba un buen rato. Aquí también el deporte estaba muy raizado. El barrio Sabaní, un barrio distinguido por el béisbol y el boxeo; los boxeadores famosos de Panamá venían a entrenar acá a Cartagena porque por esa época era la plaza favorita de Latinoamérica para el boxeo.

Entrevistador(a): ¿Me puede comentar cómo eran las relaciones sociales de la época? ¿Vecinos, amistades?

Ori: Esa pregunta es muy importante. Yo considero por mi experiencia que Cartagena es desde esa época una de las ciudades más elitistas del país. Hay una discriminación que todavía no se ha podido erradicar. Hay varios clubes que aún están demandando por racismo. En la época eso se veía más claramente. En el Club Cartagena, de la élite y la aristocracia, no aceptaban un moreno, ni siquiera moreno, mucho menos negro. Me acuerdo yo que para esa época el gobernador, el doctor Francisco Vargas Vélez, y nunca lo aceptaron en el Club por ser moreno. En esa época, también del barrio Getsemaní existía hasta en las clases bajas discriminación. Se difundía dentro de la sociedad cartagenera y no importaba la plata.


Comentarios

1 Investigadores/autores tales como Mauricio Archila, Herbert Braun, Abel Ricardo López, Ann Farnsworth-Alvear, Ricardo Arias, Peter Wade, entre otros.

2 Las entrevistas fueron realizadas por Catalina Muñoz Rojas y los estudiantes Rubén Darío Serrato Higuera, Angélica Salazar Rodríguez y Juliana Gómez Merchán, miembros del Semillero de Investigación en Historia Oral del Programa de Historia de la Universidad del Rosario.

3 En particular, fueron utilizados el protocolo de ética de Brock University (Ontario, Canadá), el de Oral History, Concordia University.

4 En las transcripciones mantuvimos el uso idiosincrásico que los entrevistados hacen del lenguaje, para no perder la oralidad del relato.

5 Sabemos que categorizar a los entrevistados y sus experiencias según género, clase, raza o urbano/rural es materia de análisis y puede ser problematizado. Sin embargo, este análisis va más allá del objetivo de esta sección.

6 La apreciación, intelectual, artística, y la tradición oral nos ofrecen modelos para esto en distintas culturas, entre otros, los gabinetes de curiosidades, las colecciones de arte, los álbumes de fotografías, los álbumes de recortes, o hasta las mismas bibliotecas y archivos. Existen muchos ejemplos de cómo el modelo aquí propuesto se puede poner en función de la producción de conocimiento en las ciencias sociales y las humanidades. Para un ejemplo del potencial de este modelo de presentación-argumentación, ver Suescún (1998).


REFERENCIAS

1.Frisch, Michael. 1979. Oral History and Hard Times. Oral History Review 7: 70-79.        [ Links ]

2.High, Steven. 2010. Telling Stories: A Reflection on Oral History and New Media. Oral History Society 38: 101-112.        [ Links ]

3.Passerini, Luisa. 1987. Fascism in Popular Memory: The Cultural Experience of the Turin Working Class. Cambridge: Cambridge University Press.        [ Links ]

4.Portelli, Alessandro. 1991. The Death of Luigi Trastulli, and Other Stories: Form and Meaning in Oral History. Albany: State University of New York.        [ Links ]

5.Suescún, María del Carmen. 1998. From Reading to Seeing: Doing and Undoing Imperialism in the Visual Arts. En Close Encounters of Empire: Writing the Cultural History ofUS.-Latin American Relations, eds. Gilbert Joseph, Catherine LeGrand y Ricardo Salvatore, 525-556. Durham: Duke University Press.        [ Links ]

6.Trouillot, Michel-Rolph. 1995. Silencing the Past. Power and the Production of History. Boston: Beacon Press.        [ Links ]

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