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Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.42 Bogotá ene./abr. 2012

 

Independencias no simultáneas, memorias coloniales encontradas: la crítica literaria "[...] de patria dudosa [...]" de Rafael María Merchán (1844-1905)*

Kevin Sedeño Guillén

Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Coordinador de Publicaciones de la Fundación Universitaria del Área Andina. Correo electrónico: krsedenog@unal.edu.co


RESUMEN

El artículo se inscribe en un intento por contribuir al desarrollo de la historia de la crítica literaria en Colombia y Cuba durante el fin del siglo XIX. Se analiza el libro Estudios críticos (1886) del cubano Rafael María Merchán (1844-1905), escrito y publicado durante su exilio en Colombia, proponiendo que el corpus transnacional cubano-colombiano-hispanoamericano que allí se analiza, se encuentra posicionado en medio y como resultado de las negociaciones coloniales y poscoloniales de finales del siglo XIX. Se concluye que el valioso legado crítico de Merchán -atrapado en las redes de la situación colonial cubana, a la vez que en la condición poscolonial y posindependiente colombiana- parece constituir aún una herencia no reclamada por la historia de la literatura hispanoamericana, especialmente por las tradiciones letradas cubana y colombiana.

PALABRAS CLAVE

Independencias hispanoamericanas continentales, crítica literaria, Cuba, Colombia, siglo XIX.


Non-simultaneous Independences and the Meeting of Colonial Memories: The Literary Criticism "[...] de patria dudosa [...]" of Rafael María Merchán (1844-1905)

ABSTRACT

This article contributes to the history of Cuban and Colombian literary criticism at the end of the 19th century. It analyzes Rafael María Merchán's Estudios críticos (1886), written and published during the author's exile in Colombia, and suggests that this kind of transnational Cuban-Colombian-Spanish American corpus is positioned within, and is the result of, the negotiations between coloniality and post-coloniality in the late 19th century. Its findings show that the important critical legacy of Merchan - trapped between the tangles of Cuba's colonial situation and a post-colonial, post-independent Colombia - constitutes an unclaimed inheritance in the history of Spanish American (and especially Cuban and Colombian) literature.

KEY WORDS

Continental Spanish American Independence Movements, Literary criticism, Cuba, Colombia, Nineteenth Century.


Independências não simultâneas, memórias coloniais encontradas: a crítica literária "[...] de patria dudosa [...]" de Rafael María Merchán (1844-1905)

RESUMO

O artigo se inscreve em uma tentativa de contribuição para o desenvolvimento da história da crítica literária na Colômbia e em Cuba durante o final do século XIX. Analisa-se o livro Estudos Críticos (1886) do cubano Rafael María Merchán (1844-1905), escrito e publicado durante seu exílio na Colômbia, propondo que o corpus transnacional cubano-colombiano-hispanoamericano que ali se analisa, encontra-se posicionado em meio e como resultado das negociações coloniais e pós-coloniais dos finais do século XIX. Conclui-se que o valioso legado crítico de Merchán - preso nas redes da situação colonial cubana, ao mesmo tempo em que a condição pós-colonial e pós-independente colombiana - parece constituir ainda uma herança não reivindicada pela história da literatura hispano-americana, especialmente pelas tradições letradas cubana e colombiana.

PALAVRAS CHAVE

Independências hispano-americanas continentais, crítica literária, Cuba, Colômbia, século XIX.


    [...] Nada hemos hecho tras tantos años de lucha! ¡No hay libertad en América mientras llore esclava Cuba. (Rafael María Merchán, citado en Dihigo 1915, 31)
    Después de todo, migrar es algo así como nostalgiar desde un presente que es o debería ser pleno las muchas instancias y estancias que se dejaron allá y entonces, un allá y un entonces que de pronto se descubre que son el acá de la memoria insomne pero fragmentada y el ahora que tanto corre como se ahonda, verticalmente, en un tiempo espeso que acumula sin sintetizar las experiencias del ayer y de los espacios que se dejaron atrás, y que siguen perturbando con rabia o con ternura. (Cornejo 1995b, 103)

La actividad crítica de Rafael M. Merchán (1844-1905) se produce en contextos de dramática complejidad motivados por su exilio en Colombia, como resultado de sus actividades independentistas contra la administración colonial española en Cuba, que le impedirían continuar residiendo en la Isla; por el desfase de casi un siglo entre el proceso separatista cubano y las independencias de las naciones continentales, que triangulaba las relaciones entre esos países, la Cuba colonial y su metrópoli (España); por las propias renegociaciones que se producen en Colombia entre independencia política y reafiliación cultural hispánica, y, de igual modo, por las complejas relaciones políticas interpartidistas que vive Colombia a la llegada de Merchán, en 1874, pronto convulsionada por las guerras civiles de 18761878, y por la de 1885.

El entrecruzamiento de los referidos contextos políticos nacionales y transnacionales en la Hispanoamérica de la segunda mitad del siglo XIX debió condicionar la actividad crítica del lenguaje, la literatura, la cultura y la sociedad en general, que realizó desde Colombia el exiliado Merchán, marcando ideológicamente sus relaciones con la literatura de su país de origen, el país de llegada, la metrópoli en conflicto y las nuevas metrópolis culturales (Francia, Inglaterra y Estados Unidos).

Intentaré comprender por qué la crítica y la historia literarias, responsables de elaborar el discurso sobre la literatura, quedan excluidas en la definición de los géneros "fundacionales" de la literatura colombiana del siglo XIX, que se formulan desde la crítica colombiana contemporánea (Camacho 1984).1 Desde un espacio marcado por la duda, pretenderé entonces realizar un estudio de algunas zonas de la crítica literaria de fines del siglo XIX en Colombia, privilegiando los espacios transfronterizos en que se produce la emergencia de las naciones independientes latinoamericanas y caribeñas, desde distintas experiencias no simultáneas de crisis del orden colonial español, en ese ámbito emergente de autonomización que José Martí llamó "Nuestra América" (Sedeño 2009b, s. p.).

El objetivo de este artículo se constituye en un intento por contribuir al desarrollo de la historia de la crítica literaria en Colombia y Cuba durante el fin del siglo XIX, mediante la identificación de las relaciones entre la crítica y los procesos políticos, sociales y culturales, intentando destacar la participación de los exiliados cubanos en el desarrollo de la crítica literaria en Colombia, y visualizando así la incidencia en las memorias coloniales de ambos países de la no simultaneidad de las independencias entre los territorios continentales de América Latina y el Caribe hispano.

Epistemologías posoccidentales y transculturación transfronteriza en la Hispanoamérica de fines del siglo XIX

La escritura de una historia crítica de la crítica literaria en Colombia e Hispanoamérica debiera partir de redefinir sus presupuestos teórico-metodológicos en relación con las propuestas de los estudios literarios y culturales en los siglos XX y XXI en América Latina. Mucho más en un momento en que desde un "giro neoconservador" se estaría enfatizando en:

    [.] hacer de la literatura y las reflexiones sobre el valor estético y literario un orden crucial del pensamiento, no algo que es simplemente suplementario o secundario. Su objetivo es vigilar las fronteras de lo que es y no es permisible dentro del ámbito de la crítica literaria y cultural latinoamericana, en un momento en el que muchos de sus supuestos fundamentales han sido puestos en duda interna y externamente, incluyendo la idea de Latinoamérica como tal (Beverley 2007, 164).

González Stephan establece que, ya sea "Por las vías del hispanismo o por el apego a modelos no hispánicos, la historiografía hispanoamericana (literaria, política, y social) tuvo a Europa como paradigma. Los historiadores concebían la historia como un movimiento teleológico orientado hacia la realización de sus propios objetivos, es decir, los de su clase" (González 2002, 115). La perspectiva posoccidental constituirá la principal premisa teórica que animará esta lectura. El posoccidentalismo constituye para Walter Mignolo un proyecto de superación desde América Latina de la crisis de la modernidad, erigiéndose en "la palabra clave para articular el discurso de descolonización intelectual desde los legados del pensamiento en Latinoamérica [...] Posoccidentalismo, repitamos, concebido como proyecto crítico y superador del occidentalismo, que fue el proyecto pragmático de las empresas colonizadoras en las Américas [...]" (Mignolo 1998, s. p.).2

Dentro de esta perspectiva, mi propia condición de crítico cubano emigrado en Colombia respondería a "[...] la condición de experiencia surgida, para cada uno de nosotros, del acto de pensar la teoría insertos en una determinada localidad geocultural a través de la relación -construida- entre emplazamiento de sujeto y mediación de códigos, entre ubicación de contexto y posición de discurso" (Richard 1998, 246-247).3 Exiliado Merchán, emigrado yo mismo, no sería descabellado emplear aquí la categoría de "sujeto migrante" elaborada por Antonio Cornejo Polar para repensar de manera especial los desplazamientos de los sujetos indígenas en las culturas andinas: "[...] el discurso migrante es radicalmente descentrado, en cuanto se construye alrededor de ejes varios y asimétricos, de alguna manera incompatibles y contradictorios de un modo no dialéctico. Acoge no menos de dos experiencias de vida que la migración [...] no intenta sintetizar en un espacio de resolución armónica" (Cornejo 1996, 841). El ámbito "abrumadora-mente ambiguo" de la literatura latinoamericana -en palabras de Cornejo Polar- enmarca la complejidad de la "[...] construcción del tantas veces mencionado 'objeto' (nuestra literatura) [que] no depende solamente de una opción propia de la teoría literaria sino también, y tal vez sobre todo, de una opción inocultablemente política acerca de quiénes (y quiénes no) formamos parte de 'nuestra América'" (Cornejo 1999, 11).

La no simultaneidad de Nuestra América: 1810 vs. 1898

La celebración del bicentenario de las "independencias americanas", que soslaya el hecho de que las independencias del Caribe Hispano se dieron un siglo más tarde que las de los territorios continentales, es una de las agendas que creo necesario problematizar y que me permite desplazarme dentro del campo colonial a la hora de considerar la transculturación transfronteriza en el siglo XIX latinoamericano y caribeño, especialmente en el caso cubano.4 El Caribe hispano emerge a la independencia hacia 1898, lo que implica observar la no simultaneidad que se produce entre el desarrollo de los procesos sociales y culturales, particularmente de la crítica literaria, en la Cuba colonial entre 1874 y 1895, en relación con igual período en Colombia, nación que consolida por entonces su perfil nacional, al haber arribado casi un siglo atrás a su independencia.5 José Martí (1984), en su archiconocido ensayo "Nuestra América", haría un balance de la situación poscolonial en las repúblicas americanas para, alertando sobre los peligros del "desdén del vecino formidable que no la conoce" (Martí 1984, 16-17), concluir su ardiente alegato abogando por la unión de éstas con las naciones que deben emerger del Caribe insular hispánico: "La colonia continuó viviendo en la república; y nuestra América se está salvando de sus grandes yerros [...] por la virtud superior, abonada con sangre necesaria, de la república que lucha contra la colonia" (Martí 1984, 14).6

Resulta poco menos que curioso que Rafael María Merchán inicie su libro Estudios críticos (1886) -escrito y publicado en Bogotá, Colombia- dando cuenta de los comentarios que ha recibido de parte de "algunos compatriotas desde La Habana y New York" (Merchán 1886, ii) -es decir, algunos exiliados como él y residentes en la Isla- sobre que "[...] la crítica [...] presenta mayores desventajas y peligros para un extranjero en la sociedad donde la ejercita".7 Lo curioso estriba no tanto en la conciencia de estar practicando el género crítico, sino en la invocación a sus "compatriotas", ante cualquier reparo pasado o futuro sobre "nuestro derecho" a la crítica: "usted no debe criticar á tales ó cuales autores, porque no nació donde nacieron ellos". Merchán tiene claridad de que un libro como el suyo, sobre todo por la heterogeneidad del corpus al que se enfrenta, va dirigido a un público disperso por la geografía de Cuba, por la del exilio cubano, así como por el territorio de la nación colombiana y el de Iberoamérica, un público "transnacional", como se diría hoy.8

La no simultaneidad de la crítica de Merchán se evidencia en un tema central como el de la relación con los "clásicos españoles", que coloca en distintas posiciones a los críticos cubanos y colombianos (Merchán 1886, iv). Con esta afirmación de distancia no sólo establece unos criterios estéticos, sino que se remite a una "jurisdicción" política, ayer arrebatada a España en Colombia, y en ese momento disputada en la Cuba insurrecta.9 También polemiza con varios de los autores de mayor centralidad en el campo literario colombiano -de marcada vocación hispanista- y establece su posición, más cercana al "genio moderno" que al "buen gusto" de los clásicos. Su elección se inclinará a "[...] las quejas del alma de Francia, que ha sido siempre, y lo será por mucho tiempo todavía, para ventura de nuestra raza, el alma de toda la sociedad moderna" (Merchán 1886, 155). Estos desplazamientos autorizan la lectura transnacional que me he propuesto realizar, concibiendo los procesos nacionales, y latinoamericanos y caribeños, como "procesos abiertos, no excluyentes, que pueden articularse entre sí de muchas maneras distintas" (Cornejo 1987, 129).10

Literatura cubana de fines del siglo XIX: "Musas cubanas" e "independencia patria"11

Cornejo Polar dio cuenta del "[...] espesor y la densidad de los procesos histórico-literarios del siglo XIX [dentro del cual] caben contiendas que invalidan toda imagen unilateral y cohesiva y ponen énfasis en la conflictividad de sociedades y culturas que se desencuentran una y otra vez en un espacio que dispersa los ejercicios semióticos de sujetos a la vez entreverados y distantes" (Cornejo 1995a, 23). El fin de siglo cubano -que se ubicaría en el período que va desde 1878, fecha en que termina la primera guerra de independencia, hasta 1895, en que comienza la tercera (Fornet 2000, 56)- no escaparía al "espesor y densidad" atribuidos al siglo XIX hispanoamericano. El período de entreguerras sería "la etapa de mayor esplendor de la crítica cubana", representada por Enrique José Varona, Enrique Piñeyro (radicado en París), Manuel Sanguily, Rafael María Merchán (en Bogotá), Emilio Bobadilla ("Fray Candil") (en Madrid) y Manuel de la Cruz (Vitier 1968-1974, 43).12

Aunque la obra crítica de Merchán más conocida fue recopilada por él en dos volúmenes publicados en Bogotá, Estudios críticos (1886) y Variedades (1894), su recepción, aunque tuvo momentos de plenitud tanto en Colombia -donde era considerado como un compatriota (Gómez 1886, 1917; París 1915)- como en Cuba, comienza a languidecer en el país andino antes de los años veinte del siglo XX. La publicación de Estudios críticos es considerada en Bogotá, en el mismo año de su aparición, como "[...] una de las más notables de su género que han visto la luz en la América Española" (Gómez 1886, 9).

La inestabilidad identitaria de la crítica de Merchán -resultado de su necesidad de vivir entre dos mundos- se expresa en su imperativo de dar cuenta de lo que sucede en Cuba, de la que estaba ausente hacía casi 20 años, a la vez que participar en el debate crítico que tiene lugar en Bogotá.13 Fruto de esa tenacidad serán los dos textos que analizaré en este apartado: "Poesías de Juan Clemente Zenea", de 1881,14 y "La Habana intelectual: vista desde los Andes", de 1886, ambos recopilados por su autor en Estudios críticos.

La poesía de Zenea: "[...] el aire de la emigración, del ostracismo y de los campamentos"15

La crítica de Merchán que analizaré en este apartado tiene por objeto el libro Poesías completas de Juan Clemente Zenea... (1872).16 En el momento en que Merchán escribe su crítica se están cumpliendo diez años del fusilamiento de Zenea; de allí que el inicio del análisis esté referido a la supuesta ausencia de una literatura patriótica en el ámbito de la "Revolución de Cuba" (Merchán 1886, 151): "De dos grandes poetas de una misma época y de un mismo país, el que levante su tienda en medio de la sociedad de que le ha tocado formar parte, y marque en su laúd el compás de los dolores que en su torno resuenan, parecerá más grande que el que se retire á las grutas á cantar alegrías cuando sus hermanos quizás gimen, ó á llorar elegías inmortales cuando los pueblos bendicen á la Providencia por algún gran favor" (Merchán 1886, 154). Luego de semejante exhaustividad, se esperaría que presentara a Zenea como excepción de esta ausencia de poesía patriótica, pero lejos de eso insiste en que "Nuestros poetas han padecido y muerto por la patria, pero no han sabido cantarla" (Merchán 1886, 156), en referencia directa al malogrado autor de Fidelia, poema antológico interpretado por algunos como una "alegoría política" (Merchán 1886, 157), criterio al que se opone Merchán, que da paso a ofrecernos su propia interpretación del conjunto poético de Zenea. Merchán busca en Fidelia la representación de la Cuba de la que se encuentra él largamente ausente.

Uno de los rasgos más sobresalientes de su actividad crítica consiste en la indefinición de los corpus nacionales. Cuando habla de autores cubanos los relaciona con autores colombianos, y viceversa; a la vez que hace crítica de un autor cubano, adelanta la historia de la literatura colombiana: "En Colombia, donde ya no se conservan rencores contra España, la literatura tiene dos corrientes: la una, la de más caudal de erudición, enteramente española, más española que en España quizás, pues hay aquí quien escriba el castellano con más pureza que la mayor parte de los autores de la Península; la otra corriente, la más atrevida, es francesa por sus ideas, por su espíritu, por su lenguaje. En Cuba toda la literatura es francesa" (Merchán 1886, 191).17 La crítica de Merchán resulta consciente de su función política, que se manifiesta en su lucidez al identificar el hispanismo de la literatura colombiana como una consecuencia del restablecimiento de los lazos culturales entre España y sus ex colonias de América, luego de que sanaran las heridas de la separación política. A Cuba, por su parte, entre dos guerras por la obtención de la independencia política, una pasada y otra por venir, frustrada en lo político, le quedaba sólo la posibilidad de realizar su imposibilitada independencia en un simulacro de libertad estética de corte afrancesado. "Miembro de una comunidad en duelo, lo que le tocó fue llorar, y hasta tuvo que dar otro nombre a su dolor y a sus lágrimas" (Merchán 1886, 192), es una de las últimas expresiones de Merchán sobre la relación entre poesía y contexto político en la Cuba colonial de la segunda mitad del siglo XIX; con ella absuelve a Zenea de no haber enriquecido la poesía patriótica, en razón de la propia situación en que le correspondería crear, que era la misma que aún sufría él: "[.] el aire de la emigración, del ostracismo y de los campamentos" (Merchán 1886, 152).18

La Habana intelectual de fin de siglo mostrada a los Andes: "[...] entre la lejana Antilla y nuestra elevada cumbre [...]"

En su artículo "La Habana intelectual: vista desde los Andes", Merchán se propone realizar un panorama del desarrollo de la cultura y la ciencia en Cuba para el consumo de lectores no cubanos, principalmente. La periodización que establece se basa en las tensas relaciones entre literatura y política que se dan en la isla colonial; de ese modo, comienza trazando un período de esplendor que se habría extendido a lo largo de las tres primeras décadas del siglo, caracterizadas por "[.] el ciclo científico y literario de José Antonio Saco, el Padre Varela, José de la Luz y Caballero, Nicolás M. Escovedo, José Agustín Govantes, Francisco de Armas, José Agustín Caballero, Blas Oses y Domingo del Monte" (Merchán 1886, 643), y que el represivo gobierno de Miguel Tacón habría terminado. Vendría luego una nueva etapa de renacimiento en la que a algunos de los nombres anteriores sumaría los de Zenea, Piñeyro, Luaces, Fornaris, Mendive, entre otros; ésta habría venido a cerrarse violentamente con el inicio de la guerra de independencia de 1868. La dispersa continuidad que tuvo ese movimiento se convierte en el objeto de "La Habana intelectual". En las geografías que se demarcan en el propio título del artículo, se establecen las dicotomías que definirán la escisión de su pensamiento crítico, entre la Cuba ausente que se representa y la distancia de su exilio andino-colombiano:

    Sin duda, no estamos bien situados para la observación, y es seguro que, por más que sacudamos el polvo del catalejo y agucemos la vista, perderemos muchos pormenores importantes, desconoceremos muchas figuras, ó por nuevas, ó por envejecidas, ó por haber crecido mucho intelectualmente; otras veces el humo de las guerras civiles colombianas se interpondrá repentinamente entre la lejana Antilla y nuestra elevada cumbre, y cortará durante años enteros toda comunicación (Merchán 1886, 645).19

Luego de un "bosquejo" sobre las revistas, tertulias y la "instrucción pública", emprenderá un catálogo de los avances de la ciencia,20 la literatura y las bellas letras en la Isla. Su concepto de "Literatura" comprende historia, novela, poesía, literatura dramática, conferencias y discursos, y crítica literaria.21 Si hasta aquí el artículo no supera en mucho lo escueto de un catálogo, que da cuenta de una producción escrita a la que no ha podido tener acceso en la mayoría de los casos, la presentación de la crítica literaria compensará las ausencias valorativas anteriores: "En ninguna época se ha cultivado tánto como ahora: veinte años atrás no se oía más voz autorizada que la de Piñeyro, pero valía por las de una legión [.]" (Merchán 1886, 678) y añade que "[.] este escritor es uno de los más notables que ha producido Cuba desde que en Cuba se escribe [.]" (Merchán 1886, 680). Al evaluar las regularidades de la crítica cubana correspondiente al período de entreguerras, refiere que "El estudio de los clásicos españoles no tiene secuaces en Cuba: ahora, como hace veinte años, son las literaturas extranjeras las que llevan allí filosofía, estética, ideas y sentimientos; todo eso está en francés, inglés ó alemán, y no queda tiempo ni gusto para volver la vista al siglo XVI" (Merchán 1886, 682). Ya en el "Prólogo" había dejado sentada su posición de distancia con respecto a la literatura española, pero en su bosquejo de la crítica en la Isla esta distancia se hace más punzante; a lo que añade ahora que para encontrar un clásico español es necesario remontarse tres siglos, haciendo evidente la percepción de decadencia de la literatura peninsular.22

El artículo de Merchán se desplazará de su objeto explícito para dar cuenta de la recepción de los autores colombianos en la Isla. A partir de este desplazamiento podemos leer en el título de "La Habana intelectual", algo más que la simple ubicación espacial del que escribe, para localizar un punto de vista analítico que ha asumido conscientemente sus nuevas coordenadas culturales y hecho operativa su posición inestable entre dos culturas: la cubano-caribeña y la colombiano-andina. El posicionamiento de Merchán no puede ser ya el de un "adentro" insular porque -a pesar de su pasión por la cultura cubana- el territorio de la patria es un sitio enemigo y distante, y su ubicación actual, que le permite mirar desde lejos y desde arriba, está en los Andes, lo que hace de su artículo más una visión, nublada por el humo y catalejo esforzado, que intenta presentar a los andinos lo que sucede en la cultura de Cuba, que verdadero inventario cultural del fin de siglo cubano.23

No sorprende tras este desplazamiento que la última sección del artículo se dedique a "Los cubanos fuera de Cuba", lo que, como el propio Merchán expresa, se sale de su objeto, por lo que pide "[...] patrióticamente perdón [.] sin arrepentimiento" (Merchán 1886, 705), por "[.] dirigir una ojeada á los trabajos que nuestros compatriotas ejecutan fuera del suelo natal". Vuelve a aparecer entonces Piñeyro, en París; en Nueva York, Néstor Ponce de León, con su Diccionario tecnológico bilingüe, que da cuenta de los modernos intereses de Merchán; Cirilo Villaverde, y su fundacional Cecilia Valdés, y "José Martí [que] dirige solicitadas correspondencias á varios periódicos sudamericanos, y ha publicado un tomo de poesías titulado Ismaelillo" (Merchán 1886, 708). A pesar del prolijo bosquejo, la conclusión de Merchán termina siendo pesimista:

    Muchos años han de pasar antes de que la literatura de la América hispana sea otra cosa que una serie de retoños de la española; porque para poseer una propia se necesita caudal copioso de obras maestras, y tal producción no es labor de reducido tiempo. Si esto sucede tratándose de naciones, mayores son los obstáculos en un país que, como Cuba, sigue siendo provincia. Allí no hay literatura original ni puede haberla; falta, pues, la primera condición, lo que pudiéramos llamar la idiosincrasia literaria de los pueblos [.] (Merchán 1886, 710-711).

La anterior opinión, que sirve de colofón al estudio de Merchán sobre el estado intelectual de Cuba durante el fin del siglo XIX, arroja conclusiones que él hace extensibles a toda América Latina. Sus posiciones resultarán coincidentes con buena parte de las de los críticos que le son contemporáneos; sin embargo, creo que Merchán se deja atrapar por la extensa longitud de los ciclos culturales europeos y por el artificio de la letra, llegando a conclusiones erradas sobre la posibilidad de existencia de una literatura auténticamente americana; no obstante, estas mismas problemáticas continuarán asediando a la crítica latinoamericana aún en las décadas del sesenta y el setenta del siglo XX.

"[...] [M]ientras estamos aquí":24crítica literaria y sujeto migrante en la consolidación del centralismo de la nación colombiana

Uso el término "crítica literaria" en relación con la definición corriente sobre el campo de los estudios literarios en América Latina a finales del siglo XIX, que incluye -además del estudio de la literatura- el análisis del lenguaje, la historia y otras disciplinas. Abarco entonces tanto la recensión realizada por Merchán de los estudios del lenguaje adelantados por Rufino J. Cuervo como su valoración de la actividad crítica de Miguel Antonio Caro. La producción escrita de ambos se enmarca en el período de Hegemonía Conservadora (1885-1930), en que el dominio de la lengua haría parte de las artes del buen gobierno (Deas 2006, 30); pero no fueron ellos los únicos autores colombianos revisados por Merchán en sus Estudios críticos.

Antihispanismo y americanismo en la crítica del lenguaje: guerra a los españoles pero no al español

En su condición de exiliado llegado a Colombia en 1874, que lleva viviendo en el país doce años, Merchán sigue experimentado un sentido de transitoriedad de su estancia: "[...] mientras estamos aquí. No queremos que se nos pregunte más tarde, como a otros: '¿por qué no se expresó usted así cuando vivió en Colombia?'" (Merchán 1886, s. p.). Amparado en esta justificación es que emprende la crítica de las Apuntaciones críticas... de Rufino José Cuervo, en su artículo titulado "Estalagmitas del lenguaje":25

    Confesamos que el título de la obra del señor D. Rufino J. Cuervo nos había retraído de leerla. Apuntaciones críticas sobre el lenguaje Bogotano: ¿Qué interés puede eso despertar fuera de la localidad á que parece limitarse? Y cuando uno no conoce á Bogotá sino de oídas, cuando sabe que, capital y todo, como es, de la República, no pasa de ser una de las agrupaciones, la principal, es cierto, pero una sola, al fin, de las varias en que está repartida la población colombiana, ¿cómo interesarse por un libro indudablemente provincial, á no ser por la curiosidad propia de filólogos de profesión o de gente desocupada? (Merchán 1886, 119-120).

Tras lo que semeja ser una crítica al espíritu lugareño bogotano, Merchán enmascara una estrategia retórica para dotar a su texto de una entrada atractiva -por lo polémica- y a vez de la admiración que le provoca la labor filológica de Cuervo.26 El giro se hace notable cuando afirma que el título se deba quizás a la modestia del autor, pues:

    No sólo en Bogotá, sino fuera de ella y fuera de Colombia, puede ser leído con mucho provecho: más de sus dos terceras partes tienen aplicación en Cuba, donde maltratamos bastante el español. El señor D. Esteban Pichardo publicó en la Habana hace veinte años un Diccionario provincial de vocescubanas [1836] [...], que sería curioso comparar con las Apuntaciones. Hay muchas voces consideradas por el uno como nacidas en la Isla, y en Colombia por el otro, y que por el hecho de haber obtenido, ó mejor dicho, robado, acá y allá, carta de ciudadanía en el lenguaje corriente, son de patria dudosa; y seguidas por la pista, es probable que nos convencerían de su ubicuidad en toda la América Latina. Valdría la pena escribir un Diccionario de americanismos, fijando, hasta donde fuese posible, la etimología de ciertas voces que todos, desde Rio-Grande hasta Patagonia, entendemos yá, y darlo á España [.] (Merchán 1886, 122) .

Llama la atención que en un texto sobre un autor colombiano, publicado en una revista de ese país, lo primero que haga el crítico sea buscar los puntos de contacto con su propia patria ausente; pero sorprende menos ese comportamiento si observamos que el mismo fue publicado a sólo cinco años de haber fijado su residencia en Colombia, con menos vínculos con el país como los que le hemos visto desarrollar. Resulta también particular que el título del connotado diccionario de Pichardo al que hace alusión Merchán se refiera a las "voces cubanas" como un habla "provincial", condición relacionada con la dependencia colonial a la que se referiría también Merchán, como ya hemos apuntado. Su particular ubicación cultural le permite superar las visiones localistas del lenguaje que llevan a que varias patrias se disputen como propios determinados términos, y proponer una perspectiva desde un espacio transnacional, delimitado en función de fronteras lingüísticas, que llama ya con propiedad "América Latina", desde una conciencia continental precursora de la conformación de un pensamiento latinoamericano.27 El proyecto de un diccionario de americanismos resulta en igual sentido, en la propuesta de un frente común para combatir el poder que siguen ejerciendo las autoridades lingüísticas de Madrid, en circunstancias en que su antiguo poder político sobre América está a punto de desaparecer totalmente.

Las coincidencias le sirven de algún modo para introducir otro tema lingüístico, relacionado con el establecimiento de políticas del lenguaje por fuera de los conflictos políticos, con el propósito de recuperar la corrección en el uso del español: "Entre nosotros, los descendientes de españoles, hay todavía otra causa poderosa para la conservación de esas excrecencias del idioma: hemos hecho hasta befa del castellano bien hablado, y sin averiguar si las diferencias eran en ventaja ó detrimento propio, nos hemos negado á borrarlas por no cambiar la fisonomía que queremos tener" (Merchán 1886, 136). Por fuera de su militancia independentista, encuentra razones para delimitar la lucha contra el dominio español en Cuba, como antes en el resto de América, de la necesidad de continuar compartiendo la misma lengua: "Confundimos dos ideas, á saber: que hemos hecho la guerra á los españoles porque han sido tiranos, y no porque hablan español" (Merchán 1886, 137).

A pesar de sus diferencias con muchas de las posturas de Cuervo, Merchán hace una muy justa evaluación de los logros de su obra, que resume en la siguiente frase: "Una obra de esta naturaleza no se acaba de estudiar nunca: los periódicos deberían publicar un párrafo de ella todos los días" (Merchán 1886, 149). El análisis de un libro sobre el lenguaje en una de las regiones de América, se convierte para la mentalidad política de Merchán en una posibilidad de analizar tanto las relaciones de las naciones americanas entre sí como con su antigua/actual metrópoli. Sus síntomas de inestabilidad geográfica están motivados por la redefinición de las fronteras latinoamericanas y caribeñas que conoció: conflictos anticolonialistas en el Caribe, expansión comercial y geopolítica estadounidense, renegociación de vínculos políticos y culturales con España y las nuevas metrópolis europeas. Su concepción del lenguaje se aleja de las posturas defendidas por Caro y Cuervo, que ven en la preservación de la pureza del español la renovación del pacto cultural con España. La suya es una actitud beligerante, que diferencia el enfrentamiento político-militar de la comunión idiomática, aunque entiende el lenguaje como un campo activo de confrontación ideológica y cultural.

Caro y la "Didáctica de las Musas": autores muertos vs. contemporáneos americanos

El enjuiciamiento que emprende Merchán de la producción crítica de Miguel Antonio Caro (1843-1909) parte de constatar la necesidad de que éste recopile en libro los que considera sus valiosos trabajos de crítica.28"Miguel Antonio Caro, crítico", titula Merchán (1886) su artículo, en el que se propone aislar la amplia zona de la escritura de Caro dedicada a la crítica: "La crítica que por antonomasia se nombra literaria, abarca en los escritos del señor Caro crecido número de autores y de obras. Sus apreciaciones estéticas emanan de un gusto acendrado y de un vastísimo dominio sobre las literaturas, principalmente la latina y la española" (Merchán 1886, 587). Esta afirmación insinúa la principal crítica que le hará: el interés de Caro en las literaturas latina y española que lo llevaría a privilegiar el examen de los autores muertos en desmedro de los contemporáneos.29En este primer momento de su artículo, llamémosle de coincidencias, Merchán no juzga a Caro por la crítica que ha realizado sino por la que ha dejado de hacer, recordándole su deber para con la literatura americana.30Este imperativo viene de la mano de la claridad con que Merchán comprende las tareas de la crítica literaria latinoamericana naciente, abocada a realizar el análisis de sus propios "ingenios", como manifestación de independencia cultural, no dejándole esta tarea evaluativa a la crítica europea, que ha demostrado estar "desprovista de criterios" para el análisis de la producción literaria de Nuestra América.31

Luego de esta objeción, que podemos denominar política, se concentra Merchán en exponer sus "disidencias" sobre los criterios "teóricos" y estéticos que sustentan la crítica literaria de Caro. La crítica a su "españolismo" es la más remarcada divergencia de Merchán con la obra de Caro: "Pero si americano por los asuntos, es ibero por el espíritu. El españolismo es lo que domina en él, sobre su estética, sobre su filosofía, hasta sobre su religión, diríamos, si no temiésemos lastimarlo con la hipérbole, y si católico y español32 no hubiesen sido sinónimos en pasada época, y si no lo fuesen todavía en el sentido en que es español el señor Caro. No hay en la Península quien ame á España como la ama él" (Merchán 1886, 635). Pero a pesar de todas las divergencias que los separan en lo estético, lo filosófico, lo histórico y lo poético, exclama finalmente Merchán: "¡lástima que no sea de los nuestros!" (Merchán 1886, 640), lo que podríamos intrepretar como un lamento de que no sea cubano, perdonándole quizás, por su mérito, el resto de las diferencias.

Vindicación de Merchán: crítico y político o Diatriba en "la casa de la patria"33

En 1898 -año de la intervención de Estados Unidos en la guerra de Cuba por su independencia-, se produce en Colombia un álgido debate por la acusación que lanza el Partido Revolucionario Cubano, en la voz de Rafael M. Merchán, su delegado en ese país, contra el colombiano Gustavo Ortega Herrán, por presunta malversación de las donaciones recibidas por este último con destino al pueblo cubano en guerra. Este debate hoy olvidado quedó ampliamente documentado, al menos, en un artículo periodístico de Merchán titulado "Un punto de disciplina" y en el folleto Fusilamiento de tres héroes de Cuba en Colombia (1898), alegato de autodefensa del inculpado. A pesar de su carácter polémico, su lenguaje descalificador y el desconocimiento personal de pruebas que me permitan formarme una opinión "histórica" de este enfrentamiento, he decido manipular literariamente dicho documento para resumir el análisis emprendido aquí sobre la complejidad de la ubicación geopolítica de Merchán, a medio camino entre Cuba, en guerra por su independencia, y Colombia, conmovida por conflictos internos propios del reacomodo posindependiente. La diatriba comienza por intentar desvirtuar a su adversario, justo por la labor por la que hemos intentado vindicarlo aquí:

    Vamos á cuentas, don Merchán, que yo no soy don Juan Valera ni se trata de criticar la "Pepita Jiménez". Este Merchán es un talento crítico, este Merchán es un talento esdrújulo, este Merchán es un genio águila, este Merchán es un hombre globo que se remonta en el espacio cálido de lo in-válido (Ortega 1898, 29).

Esta cita, tomada de una sección de su alegato subtitulada expresivamente "Contra Merchán, por su hoja", no carece de cierto talento "literario", a pesar del tono descalificador que la recorre, y se vale de una astuta estrategia retórica que consiste en llevar la discusión al tema de lo literario, de lo ficticio, para equiparar y confundir la actividad crítica del cubano con su denuncia política, y de ese modo restar la acusación que se ha lanzado contra él. Con su característica habilidad retórica, Ortega Herrán se propone descalificar a Merchán por el hecho de no encontrarse en los campos de batalla de Cuba: "Yo he vivido hasta ayer en la casa de los cubanos, sin tener deber ni necesidad de vivir allí, donde Merchán sí tiene obligación de estar y donde ha brillado por su ausencia. Es verdad que el Delegado de Cuba me dijo alto,34 pero no me lo dijo porque quisiera fundar casa aparte, sino porque ese hombre tiene la mollera tal, que es capaz de concebir la insensatez de creer que conviene despedirme, por patriota, de 'la casa de la patria,' que me ofreció gustosamente, antes que nadie, mi grande y buen amigo don Pepe Martí" (Ortega 1898, 37).

Al no poder dedicar más espacio a este interesante debate, quisiera cerrarlo con una última y breve cita del propio Ortega Herrán que me permitirá concluir el porqué he traído su texto a colación: "¿se imagina Merchán que yo en Colombia soy tan extranjero como lo es él en los campamentos de Cuba?" (Ortega 1898, 38-39). Ortega Herrán no se conforma con descalificar la actitud de Merchán hacia la guerra que libran sus compatriotas, sino que convoca para ello a Martí, muerto ha pocos años en combate en esos mismos campos de los que Merchán se ausenta; no sólo le recuerda implícitamente su condición de extranjero en Colombia, sino lo que es peor, lo acusa de extranjero en su propia tierra, en otra palabras, de traidor de su patria. El debate Ortega Herrán vs. Merchán da cuenta de la inestabilidad identitaria padecida por Merchán, consecuencia de su exilio y de la no simultaneidad de los procesos independentistas entre las naciones continentales de Hispanoamérica y el Caribe hispano -que por otros caminos he tratado de explicar aquí-, y que dan cuenta de unas memorias poscoloniales en conflicto.

Hacia una historia continental de la crítica literaria hispanoamericana

Como ha propuesto Laverde Ospina (2009) para el caso colombiano, nos enfrentamos al imperativo de reescribir la historia de la literatura en los países de América Latina y el Caribe por fuera del ámbito de la construcción de mitos fundacionales adscriptos a los procesos nacionales, para dirigirnos desde una perspectiva por fuera de los límites disciplinares a una "descripción de 'configuraciones discursivas' a partir de las cuales sea posible establecer sistemas y subsistemas literarios que efectivamente componen el sistema literario colombiano en el contexto del sistema literario continental" (Laverde 2009, 48-49).

El análisis realizado sobre la inestabilidad identitaria de la crítica literaria de Rafael María Merchán debe ubicarse dentro de la trayectoria de diversos autores cubanos que participan desde el siglo XVIII, y con mayor fuerza en el XIX, en la construcción de una cultura nacional en Colombia. Me refiero, por supuesto, a la labor fundacional de Manuel del Socorro Rodríguez (1758-1819) y a la actividad de críticos como Emilio Bobadilla ("Fray Candil") (1862-1921). Una labor similar debería emprenderse sobre la participación de colombianos como José Fernández de Madrid (1789-1830) y Félix Tanco y Bosmeniel (1797-1871) en la cultura cubana del siglo XIX.

En un sentido político, la crítica de Merchán supera por momentos la crítica estética y encarna una notable zona de la modernidad, más aún por el carácter meta-crítico que adquiere buena parte de su actividad: crítica de la crítica. En este texto he intentado aproximarme a la cuestión de cómo participa la critica literaria y cultural de fines del siglo XIX -"no simultáneamente"- en el proceso de "leer y escribir" la nación en Colombia y Cuba. Creo haber evidenciado el papel central desempeñado por Merchán en Colombia como crítico durante el período analizado y su papel central en el campo literario en esa nación. Contradictoriamente, la misma crítica que habría trabajado por el bien público de las repúblicas americanas, permitiendo la visualización de las obras literarias nacionales y la conformación de un canon propio, quedaría sistemáticamente excluida de las historias de la literatura colombiana. Mi hipótesis al respecto estaría relacionada con las consecuencias derivadas de la "división geopolítica del trabajo intelectual" (Pletsch, citado en Castro-Gómez 1998, s. p.) dentro del orden epistemológico mundial impuesto por la Modernidad, en el que a América Latina y demás regiones consideradas periféricas les correspondería la obligación de producir materias primas (carbón, petróleo, alimentos no elaborados, novelas, poemas, etc.), y a Europa y los Estados Unidos, reelaborar esos productos brutos, y devolverlos al resto del mundo con altos precios y en forma de artículos de lujo, maquinarias, teoremas, modelos, leyes y teorías.35 De ese modo, la crítica merchaniana, decisiva en su tiempo para la conformación del canon colombiano e hispanoamericano, va desapareciendo paulatinamente de la historia de la crítica, con más marcado énfasis en Colombia.

Los problemas a los que se enfrenta Merchán en sus Estudios críticos -al abordar corpus literarios constituidos transnacionalmente y al intentar encontrar lugar en el cuerpo de la nación cubana para la producción cultural realizada en condiciones de exilio- han continuado siendo una contradicción constante en el desarrollo actual de la cultura cubana, y un desafío a las posturas teóricas, los instrumentos metodológicos y las políticas culturales contemporáneos. El propuesto por Merchán es un corpus transnacional cubano-colombiano-hispanoamericano que se emplaza en medio y como resultado de las negociaciones coloniales y poscoloniales de finales del siglo XIX, causa quizás de que su obra se haya percibido como "fragmentaria" (Henríquez 1967, t. 2, 89). La crítica cubana no ha dejado de notar el "[.] espíritu zumbón que latía en este manzanillero academizado por la filología bogotana" (Vitier 1969-1974, 20), criterio en el que insiste Bueno (1979), atribuyendo el formalismo y la retórica de Merchán al contacto prolongado con filólogos de la talla de Caro y Cuervo. El valioso legado crítico de Rafael María Merchán -atrapado en las redes de la situación colonial cubana, a la vez que en la condición poscolonial y posindependiente colombiana- parece constituir aún una herencia no reclamada por la historia de la literatura hispanoamericana.


Comentarios

* Una versión en formato de ponencia de este texto se presentó en II Conferencia Internacional en Estudios Caribeños. Cartagena de Indias: Fundación Universitaria del Área Andina, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad de Cartagena, University of Texas Pan American, 15-19 de marzo de 2010. El artículo es resultado de un proyecto de investigación independiente.

1 Beatriz González señala cómo "[...] el interés de los estudios literarios latinoamericanos -por lo menos hasta hace poco-, no se ha centrado en rescatar y elaborar la historia de la crítica; como tampoco una historia de la escritura de la literatura" (González 2002, 32).

2 Para una discusión sobre la necesidad de una estrategia posoccidental en las epistemologías caribeñas, véase Sedeño y Bolaños (2005).

3 Los resaltados son míos, siempre que no señale otra cosa.

4 Partiendo de un modelo que divide la historia y la literatura continental en tres épocas: colonial, siglo XIX (nacional) y siglo XX (moderno), se entiende que la época colonial en América Latina es el período que abarca los siglos XVI al XVIII (Simson 1989). Sin embargo, se han señalado deficiencias de este modelo general, especialmente en el estudio de la literatura colonial, ya que: "[...] estructuras similares, como las que signan la época colonial de los siglos XVI al XVIII, dominan en algunos países hasta el siglo XX" (Simson 1989, 195).

5 Este fenómeno de desfase histórico, al que he llamado la "no simultaneidad", ha sido denominado por los historiadores como la "peculiaridad cubana" (Piqueras 2003, 186). Piqueras Arenas destaca que "La ausencia de insurrecciones y el limitado movimiento conspirador existente en los años en que se produjo la emancipación del continente y de Santo Domingo supuso una anomalía que no pasaría desapercibida a los contemporáneos ni a los historiadores [...]" (Piqueras 20 03, 18 3).

6 No es el momento de detenerme en la claridad martiana sobre esa condición que a finales del siglo XX vendría a definirse como "lo pos-colonial"; sólo quiero resaltar que su consciencia de la no simultaneidad resalta como conclusión programática de "Nuestra América": "¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas; por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!" (17-18). "Nuestra América" apareció publicado en El Partido Liberal, de México, el 30 de enero de 1891.

7 Ayudará a aquilatar la recepción tenida por la obra de Merchán el saber que recibió la atención, entre otros, alg unos ya citados aquí, de Baldomero Sanín Cano (1905, 97-109), en Colombia; Enrique José Varona (1887, 469), Manuel de la Cruz (1892, 56) y Félix Lizaso (1948, 373-401), en Cuba; y G. A. Cesareo (1888), en Europa. También se puede mencionar la publicación del extenso Opiniones sobre los "Estudios críticos" y otros trabajos de Rafael María Merchán (1890), que incluía criterios de Manuel Sanguily, Menéndez y Pelayo, Cuervo, Bancroft, Leopoldo Alas ("Clarín"), entre otros (Figarola-Caneda 1905, 12-13, 16). Respeto la ortografía original de todas las citas de Merchán y otros autores del siglo XIX y principios del XX.

8 González Stephan plantea que "Tomamos con frecuencia como entidades de carácter cerrado las diferentes literaturas nacionales, estableciendo una correspondencia -aunque involuntaria- entre las fronteras políticas, el Estado nacional y los límites del corpus de esa literatura, sin advertir que la identidad de un sistema literario rebasa en muchas oportunidades las fronteras que imponen la geografía y las demarcaciones políticas" (González 2002, 119). Véanse también Betancourt (2002), D'Allemand (2003) y Rodríguez-Arenas (2003) El carácter transnacional y latinoamericano era aplaudido agudamente, en otros términos, por Gómez Restrepo al destacar, refiriéndose a "La Habana intelectual vista desde los Andes" -artículo que analizo más adelante-, que: "Ojalá tuviéramos una revista semejante de cada una de las Repúblicas Hispano-Americanas, que así conoceríamos, de nombre á lo menos, á los hombres de letras que en ellas sobresalen, yá que sus obras son de casi imposible consecución. ¡Quién sabe cuándo acabará el secuestro en que vivimos respecto de nuestros hermanos! Mientras estamos al corriente de las publicaciones que se hacen en Francia, Inglaterra y aun Alemania, ignoramos lo que se escribe en nuestro continente" (Gómez 1886, 10-11).

9 El debate sobre las relaciones con lo español en las nuevas naciones hispanoamericanas se hace más álgido si se considera que: "If, at the end of the wars of Independence the new states of Spanish America may be considered nations in the sense of sovereign collectivities, they were very far from possessing other essential imaginative attributes of a modern nation: a history and ancestral territory, common heroes and ancestors, and a national character and destiny. Spanish American elites dedicated themselves to creating that discursive infrastructure of nationhood only after independence was won" (Guerra 2003, 32).

10 Para el caso particular de Cuba estas circunstancias provocarían que "Las relaciones con México, los Estados Unidos y España, ampliadas en el siglo XX con las relaciones con Francia e Inglaterra, así como también con otras regiones del hemisferio americano -como ejes en un sistema de coordenadas biográfico y cultural dentro del que se constituyó la literatura nacional cubana décadas antes de la independencia política de Cuba-, van formando la matriz dinámica que caracteriza la literatura cubana desde sus principios. El spiritus rector de esta literatura es desde el principio un spiritus vector: una literatura que es en grado sumo una literatura del movimiento y en movimiento" (Ette 2005, 734-735).

11 Merchán (1886, 156).

12 Para un estudio de Merchán desde la historia de la crítica literaria cubana, véanse Henríquez (1967), Lesmes (2005) y Vitier (1968-1974). Agradezco la posibilidad de haber consultado la monumental obra de Vitier, que se encontraba extraviada, a la señora Flor María Velandia Téllez, de la Biblioteca Central, Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá.

13 Según Ette: "Era demasiado fuerte la presencia y la creatividad de aquel campo literario ubicado fuera de la isla de Cuba. Incluso en los tiempos de mayor territorialización de la literatura cubana, como consecuencia de una política cultural integrada, bajo auspicio de numerosas instituciones, las áreas 'extraterritoriales' de la literatura cubana lograron desarrollarse según otras lógicas" (Ette 2005, 735).

14 Fue publicado originalmente con el título "Juan Clemente Zenea: poeta cubano" en Repertorio Colombiano, de Bogotá (7 [37], jul.-dic., 1881), reproducido luego en forma de folleto con igual título (Bogotá: Imp. De Echeverría Hermanos, 1881), antes de ser incluido en los Estudios críticos (Figarola-Caneda 1905, 6).

15 Merchán (1886, 152).

16 Juan Clemente Zenea (1832-1871) nació en Bayamo, por lo que era compatriota de Merchán. Habían estado cerca en Nueva York, donde Ze-nea colaboraba con el periódico La Revolución -órgano semioficial de la Junta Central Republicana de Cuba y Puerto Rico-, dirigido por Enrique Piñeyro. Pero las divisiones del movimiento independentista condujeron a la renuncia de Piñeyro y al retiro de Zenea, a la vez que a la designación de Merchán al frente de dicho órgano. En 1870 Zenea acepta trasladarse a la zona insurrecta de Cuba, como portador de una propuesta de arreglo de las autoridades españolas dirigida a los líderes de la Revolución, y es apresado en confusas circunstancias y posteriormente fusilado (Henríquez 1967).

17 Vitier considera exagerada esa afirmación para 1881, pero pronto realizada (Vitier 1967-1974, 20). Analiza también Fornet cómo "Lo curioso es que la ideología política acabó determinando hasta las preferencias estéticas y metodológicas de los críticos independentistas. Estos [.] mostraron su partidismo mediante el sencillo expediente de negarse a pensar en español. En efecto, eligieron como mentores intelectuales a los teóricos franceses -Taine, Guyau, Bouget, Lemai-tre [.] (Fornet 2000, 60).

18 Para Lezama Lima: "Cuando Merchán hace crítica de poesía, en mi opinión fracasa [.] Tiene algunos aciertos, pero en la visión general del enfoque, del conjunto, no me parece que acierta. Porque mi opinión definitiva es que Merchán no comprendió a Zenea ni a Bécquer. Ya como polemista es otra cosa, sobre todo cuando polemiza con españoles como don Juan Valera o Francisco Barrantes" (Lezama 1994, 212).

19 Las cursivas son mías, siempre que no se indique lo contrario.

20 Resulta muy particular, tal como lo presenta Merchán, observar la consolidación en el país de una ciencia pensada para la construcción de una nación que aún no existía en lo político: Flora cubana, de 1873, de Sauvalle; Ornitología cubana, de 1876, y Mamalogía cubana, de 1877, ambas de Gundlach; Ictiología, de 1883, del sabio Poey... La ciencia es ya cubana, pero Cuba continúa aún siendo española.

21 Historia y literatura no se habían diferenciado completamente a mediados del siglo XIX: "Es decir, el arte de escribir la historia no estaba separado de las bellas letras, o lo que es lo mismo, de un concepto amplio de la noción de la literatura capaz de abarcar géneros como la filosofía, la crónica, el ensayo biográfico, el discurso político, los sermones religiosos, el género epistolar, y, desde luego, la historia y las bellas letras propiamente dichas" (González 2002, 148).

22 Si se contrastan estas opiniones radicales con el hispanismo militante que profesan algunos de los autores colombianos que le son contemporáneos -como tendré la oportunidad de mostrar-, se comprenderá el profundo sentido polémico que tienen los cuestionamientos de Merchán. Sin embargo, da cuenta de que "las no interrumpidas relaciones con España" han contribuido a la conservación de un español bastante castizo en Cuba, lo que después de una breve disquisición sobre barbarismos y neologismos lo llevará a afirmar que "Los Cuervos y los Caros no abundan en el mundo; pero en ese estadio se pueden medir diversas estaturas, y lo que en La Habana vemos es indiferencia ó indisciplina; allá no hay filólogos, ni afición a la filología" (Merchán 1886, 684). Esta afirmación, que podría leerse en clave elogiosa, contrasta por su ambigüedad con la exaltación de las influencias extranjeras en la literatura cubana contemporánea, propia de los "gustos modernos" (Merchán 1886, 685).

23 Confiesa Figarola-Caneda: "No sé de otro emigrado cubano, incluso Saco, que tan al corriente estuvo de los asuntos políticos y económicos de la Isla durante su largo destierro, que haya vivido como aquél, en país extranjero, en una ciudad interior, de relativas y tardías comunicaciones, y que se haya mantenido enterado como él, con más constancia ni con mayor riqueza de noticias, de todos, absolutamente todos los asuntos generales de Cuba" (Figarola-Caneda 1905, xxvi). Similar criterio sostiene Vitier; según él, "Para los diez años que incluye, del 76 al 86, no hay mejor resumen de las actividades y orientaciones culturales de la isla" (Vitier 1967-1974, 23). Sobre lo que aclaro que me refiero no a la validez del "bosquejo", sino al lector implícito en el texto. Sin embargo, comete Vitier un error histórico al referirse a la "[.] paz de su mirador bogotano", pues, como lo señala el propio Merchán, una guerra sucede a la otra. Para la fecha en que se publica el estudio, acaba de terminar la guerra de 1885 y el presidente Rafael Núñez -de quien Merchán era secretario privado- ha proclamado una nueva Constitución, que refleja la derrota liberal.

24 Merchán (1886, s. p.).

25 Publicado originalmente en Repertorio Colombiano, de Bogotá (2 [4], abril de 1879).

26 La circunscripción del título de Cuervo al territorio de la capital tendría que ver quizás con la ausencia en la nueva república de un proyecto integralmente nacional y con el enfrentamiento por el control lingüístico como forma de poder político. Para las relaciones entre gramática y política en Colombia en el siglo XIX, véanse Deas (2006) y Sedeño (2009a).

27 "The term 'Latin America' only emerges in the mid-nineteenth century in the aftermath of the wars for independence. Apparently first used by the Colombian, José María Caicedo in 1856, it was quickly adopted by the French under Napoleon III to provide ideological cover for his imperial and colonial ambitions in the Americas" (Eakin 2004, 32).

28 Téngase en cuenta, tal como lo considera Jaramillo Uribe (2001), que Caro constituye quizás el pensador por antonomasia del siglo XIX colombiano, lo mismo que Cuervo y Rafael Núñez se constituyen, respectivamente, en el lingüista y el pensador más destacados de este período.

29 "Comprenderíamos, á pesar de todo, que el señor Caro guardase silencio sobre muchas de las obras que se publican en Bogotá; pero desde Méjico hasta la Argentina hay una literatura naciente, exuberante, obras muy notables que no han sido bien juzgadas todavía y que deben serlo por plumas como la del señor Caro, cuya autoridad es reconocida en toda la América. Revistas extranjeras, como la de Deux Mondes, suelen dedicar estudios extensos á algunos de nuestros poetas y escritores. ¿Hemos de esperar que plumas europeas midan nuestras glorias, teniendo aquí quien pueda anticiparse á hacerlo, con mejor conocimiento de los antecedentes literarios de nuestros ingenios, porque sabemos mejor su historia y la del elemento en que se han formado, y hemos de dejar que circulen sin correctivo obras desprovistas de criterio, que desde Europa vienen á inundar nuestros mercados, como algunas que todo el mundo conoce y que no queremos nombrar?" (Merchán 1886, 590).

30 Los intereses críticos de Caro responden a su ideología, que resume Jaramillo Uribe: "Para América, por lo tanto, ser fiel a su propia esencia, ser auténtica, ser independiente espiritualmente, era ser fiel a la tradición española de vida, fidelidad que en ningún caso consideró incompatible con la independencia política. Porque para Caro no existe el antagonismo que se planteaban casi todos sus contemporáneos entre el estilo español de vida y la independencia política con respecto a la metrópoli" (Jaramillo 2001, 66).

31 Puedo inferir de este planteamiento una cuestión epistemológica de fondo, pues el llamado que realiza Merchán para que los críticos americanos reemplacen a los europeos en el estudio de la literatura latinoamericana, no se debe a una repartición geográfica del espacio, sino a lo que intuyo como una conciencia temprana de la inoperancia de las "teorías" europeas para dar cuenta efectiva de la literatura de acá.

32 Cursivas del original.

33 Ortega (1898, 37).

34 Cursivas del original.

35 Cornejo Polar había alertado ya "[...] contra el excesivo desnivel de la producción crítica en inglés que parece -bajo viejos modelos industriales- tomar como materia prima la literatura hispanoamericana y devolverla en artefactos críticos sofisticados" (Cornejo 1998, 9).


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Fecha de recepción: 9 de marzo de 2011 Fecha de aceptación: 26 de agosto de 2011 Fecha de modificación: 23 de octubre de 2011