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Revista de Estudios Sociales

Print version ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.43 Bogotá May/Aug. 2012

 

Presentación

Laura Quintana *
Carlos Manrique **

* Doctora en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia. Profesora Asociada del Departamento de Filosofía de la Universidad de los Andes, Colombia. Correo electrónico: lquintan@uniandes.edu.co

** Ph.D. en Filosofía de la Religión de The University of Chicago, Estados Unidos. Profesor Asistente del Departamento de Filosofía de la Universidad de los Andes, Colombia. Correo electrónico: ca.manrique966@uniandes.edu.co


A plantear el tema de discusión para este número nos propusimos reorientar ciertos debates que se han dado en torno a la noción de "biopolítica". Con ello, buscábamos problematizar el término, confrontando su uso inflacionario; y así mismo desplazar la atención a otros horizontes de reflexión que parecían perderse de vista en su difusión cada vez más dispersa en las ciencias humanas y sociales. ¿Pero qué estaba en juego con esta apuesta?

Tal vez lo primero que habría que considerar son las modulaciones de esta inflación del término 'biopolítica', ligada con su uso crecientemente difundido en registros discursivos y metodológicos dispares, que lo llevan a adquirir una suerte de polisemia vertiginosa. Esto podría comenzar a apreciarse si uno se aventura a hacer una lista de las discusiones en las que la noción ha llegado a ser movilizada en una dirección u otra; una lista que parece interminable, y que podría entonces contenerse en una clasificación entre perspectivas más históricas, más coyunturales o más filosóficas.

Por una parte, desde una perspectiva histórica, se pueden mencionar las historias del desarrollo de las técnicas de gobierno en los Estados modernos, los de Europa pero también los de "nuestra América", que muestran cómo la "vida" se ha vuelto crecientemente objeto de regulación; o las reflexiones sobre las complejas imbricaciones entre ciencias naturales y ejercicios del poder en el ámbito de una cierta historia de la ciencia (ya sea ésta europea, o bien neogranadina, y luego criolla). Por otra parte, desde la perspectiva de debates jurídico-políticos en torno a diversos fenómenos coyunturales del mundo contemporáneo, podría uno mencionar los procedimientos de identificación de individuos a partir bien sea del "sexo" presuntamente "natural" y "biológico", bien sea del género cultural y socialmente producido, y advertir el efecto de estas discusiones en la toma de decisiones legislativas sobre derechos matrimoniales, de adopción, o de intervención quirúrgica de los cuerpos; también podrían señalarse las discusiones sobre la manipulación genética, o la eutanasia, y las preguntas "éticas" a las que se ven confrontadas allí las prácticas médico-científicas, y las prácticas gubernamentales que las instrumentalizan; o asimismo, en el marco de estas discusiones coyunturales, se podría aludir al problema de la distinción entre lo humano y lo animal, y lo que nos lleva a condenar ética y jurídicamente, de manera diferencial, el daño que se le inflige a una vida o a otra; o podría hacerse referencia al debate en torno a las técnicas de aislamiento penitenciario en un cierto "estado de excepción" que suspende las normas del derecho internacional humanitario como en el caso de la prisión de Guantánamo, en el marco de una guerra librada en defensa de la vida de las poblaciones; o, en fin, podríamos mencionar la discusión sobre los bienes comunes y sobre si ciertas manifestaciones de la "vida" (la biodiversidad, por ejemplo) deben eximirse de las leyes del mercado y de la propiedad privada.

Finalmente, desde una perspectiva más disciplinariamente circunscrita al ámbito filosófico, puede uno pensar en los intentos por trazar genealogías del término biopolítica en las cuales se pone al descubierto una suerte de lógica del dominio sobre la vida en la tradición metafísica de la filosofía occidental; genealogías en las que también emergen formas de pensamiento en las que se habría anunciado la dislocación de esta lógica, siendo paradigmático en este sentido el caso de Nietzsche. En particular, podrían advertirse los esfuerzos de una serie de pensadores contemporáneos por rastrear, en la estela de Nietzsche, las distancias y contaminaciones -por un lado- entre una vida dominada y, en los términos del diagnóstico histórico-cultural nietzscheano, enferma, debilitada por diversos mecanismos de sujeción y homogeneización; y -por el otro- una vida potenciada o plena que pueda remodular esos mecanismos y desarticularlos. En fin, múltiples discusiones en múltiples registros temáticos, disciplinarios y metodológicos que se han cruzado en la creciente inflación del término "biopolítica".

No obstante, en un espacio discursivo como aquel en el que se mueven las preguntas que este número busca reactivar -tan atento a los ejercicios de poder resultantes de la producción y fijación del sentido de las palabras, y al consecuente trazado de fronteras entre el sentido y el sinsentido, entre la verdad y su afuera-, puede causar cierta perplejidad proponer un escenario de discusión, justamente, desde la problematización de la inflación de un término y de su polisemia resultante. Y más aún, y ésta sería una de las perplejidades que habría que confrontar, ¿de qué manera se puede formular una tal problematización sin pretender asumir ningún prurito filosófico, ni filológico, ni epistemológico, por fijar de manera inequívocamente precisa el sentido de un término ante la amenaza de su proliferación polisémica?

En relación con esta perplejidad, por supuesto no perdemos de vista que si hay algo que se pone de relieve en los discursos filosóficos contemporáneos, que se han dado a la tarea de profundizar con mayor rigor en estos temas, es que la producción y fijación de sentido en nuestras prácticas del lenguaje conllevan ejercicios y efectos de poder que hay que desestabilizar y resistir. Sin pretender de ningún modo dicha fijación, a lo que en todo caso queremos prestar atención es al hecho de que tal circulación masiva y poco examinada del término biopolítica en los circuitos de los discursos académicos puede fácilmente terminar por desgastar su potencial crítico, analítico o sugestivo.

Así, pues, fue esta la inquietud que nos impulsó a realizar un coloquio en el mes de abril de 2011 con el fin de abrir un escenario de reflexión interdisciplinaria que problematizara -y recondujera hacia nuevas direcciones- las maneras como se piensan, en estas discusiones contemporáneas, las relaciones entre los siguientes tres registros: las técnicas y ejercicios del poder; la producción de sujetos y de mecanismos de administración de la vida; y la creación posible de nuevas formas de vida con el potencial de efectuar modos alternativos de constituirnos como sujetos, en un mundo tenido en común. El punto de partida para delimitar el espacio de discusión que propusimos a los invitados nacionales e internacionales que nos acompañaron en este coloquio, y más adelante a quienes atendieron a nuestra convocatoria para este número, es el modo como Michel Foucault ha analizado en su obra los efectos de sujeción (assujettissement) de las técnicas de poder en las sociedades modernas; pero también, y quizás con mayor énfasis, la provocativa pregunta que su trabajo ha dejado abierta acerca de cómo pensar y ejercer otras posibles formas de subjetivación como instancias de crítica y resistencia ético-política en el mundo contemporáneo. En efecto, ha sido en gran parte la apropiación del trabajo de Foucault como una "caja de herramientas" desplegable en una amplia diversidad de contextos -y con propósitos circunscritos a unas contingencias históricas específicas- la que ha conducido a la polisemia casi vertiginosa del término "biopolítica", a la que hacíamos referencia arriba. Pero, dado que el mismo Foucault propuso y defendió este tipo de apropiación como una forma de exposición -extremadamente flexible y notablemente arriesgada- de su trabajo al devenir incierto de un legado intelectual, es claro que no habría que lamentar tales efectos de dispersión. Se trataría más bien de reactivar y movilizar en otras direcciones estas preguntas que el trabajo de Foucault ha dejado abiertas. Y con este fin quisimos recortar o especificar tres ejes de aproximación al problema de la imbricación entre técnicas de poder y formas de vida, que lo sacudieran del estancamiento, la obviedad y la domesticación a las que lo puede haber conducido, en ocasiones, la proliferación del término "biopolítica". A continuación esbozaremos estos ejes que encuadran las discusiones propuestas para este número, indicando también cómo los artículos que lo integran se sitúan en ellas. Sin embargo, dado que muchas de estas contribuciones se mueven a la vez en varios de estos ejes, la ubicación de los artículos en el marco de éstos, que hemos escogido para orientar mejor al lector en las temáticas del número, es en todo caso esquemática y provisional.

El primero de estos ejes consistió en enfatizar la imposibilidad de deslindar la pregunta por una concepción renovada de los ejercicios del poder, de la pregunta por otras formas de pensar la acción política y el "sujeto" de tal acción. En relación con esto no hay que perder de vista que al enfatizar en un "antagonismo de estrategias", Foucault nunca deslindó el análisis de las técnicas de poder, de la reflexión también cada vez más afinada sobre sus instancias de dislocación e interrupción. 1 Tales instancias de resistencia a lo que el autor llamó en unos casos biopoder, y en otros biopolítica (como la unidad estratégica de los distintos procedimientos en los ejercicios de poder sobre la vida del cuerpo individual y de la especie biológica, históricamente configurados en las sociedades europeas modernas), han de tener que habérselas con inventar nuevas formas de vida. Esta incitación a la creación de nuevas formas de vida en las prácticas con el lenguaje, y con nuestros cuerpos, como modos de ser con otros en el mundo, se puede pensar de diversas maneras: o bien desde la noción de "subjetivación ética", entendida como el ejercicio de ciertas prácticas en las que el sujeto se transforma y se constituye a sí mismo; o bien se puede pensar en el complejo intervalo, o a veces tensión, entre esta noción de "subjetivación ética" y otras aproximaciones que, encontrando diversas dificultades en esta noción, buscan entender la relación entre ética y política en el pensamiento de Foucault desde otros ángulos: ya sea en cuanto a la noción de "contraconducta", ya sea enfatizando el carácter político de prácticas de sí que configuran una contraética, ya sea destacando también en el trabajo de Foucault los efectos políticos de ciertas formas de desubjetivación. Es justo en este primer eje que se mueven las contribuciones al Dossier de Paolo Savoia ("Foucault's Critique of Political Reason: Individualization and Totalization") y Carlos Manrique ("La palabra transgresiva y la otra vida: de la literatura al gesto cínico [entre Foucault y

Raúl Gómez Jattin]"), así como el artículo "Elogio de la contraconducta" del reconocido estudioso de Foucault Arnold I. Davidson que presentamos, traducido al español, en la sección "Documentos". Por otro lado, apartándose del registro más exegético-conceptual de esta discusión, pero siguiendo el impulso crítico foucaul-tiano por problematizar nuestro presente histórico, se encuentra el ensayo de Patrick Singy ("How to Be a Pervert: A Modest Philosophical Critique of the Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders").

Un segundo eje de recorte del problema de la imbricación entre técnicas de poder y formas de vida emerge de la necesidad de moverse en la dirección de otros importantes puntos de referencia en la historia del pensamiento político (como el ya citado Nietzsche, pero también autores tan disímiles como Arendt, Rancière, Derrida, Blanchot, Nancy, Bataille, Sloterdijk, entre otros). Sin ser usualmente asociados a la discusión sobre la "biopolítica", estos autores pueden contribuir significativamente para afinar nuestros recursos conceptuales en el esfuerzo por repensar, hoy, nuestras posibilidades de praxis e intervención ética y política. Aquí encontramos una serie de caminos de interpretación en las discusiones filosóficas contemporáneas que aportan otros enfoques y preguntas, que complejizan el debate sobre poder, vida y subjetivación. Consideramos pertinente acá hacer un excursus en la exposición, para delinear algunos contornos amplios de estos caminos e indicar cómo se sitúan allí algunos de los artículos de este número. 2

Por una parte, pueden discutirse los alcances políticos de la noción foucaultiana de "prácticas de sí" desde planteamientos de autores que, en principio, van más allá del horizonte de la biopolítica, como los de Hannah Arendt, Jacques Rancière, o en otra dirección muy distinta, Peter Sloterdijk. Como ya lo sugerimos, tal noción se refiere a los modos de transformación siempre dinámicos e imprevisibles en los que los sujetos pueden configurar otras formas de existencia, desplazando y dislocando la manera en que son atados a ciertas identidades. Surge entonces la pregunta acerca de en qué medida, desde su registro ético-político, esta noción permite movilizar formas de reconfiguración de los ordenamientos políticos y sociales, y en general de los modos de ser en común. Con este cues-tionamiento no sólo está en juego la pregunta por la manera en que un sujeto se transforma en ciertas prácticas de sí, sino la manera en que unas acciones colectivas permiten confrontar y transformar los ordenamientos gubernamentales, teniendo efectos de desestabilización sobre sus formas de exclusión, sujeción y violencia. En gran medida podría decirse que lo que se busca poner acá en discusión es la manera en que ha de pensarse la noción misma de "subjetivación", como puede verse en los artículos de Étienne Tassin ("De la subjetivación política. Althusser/ Rancière/Foucault/ Arendt /Deleuze") y Laura Quintana ("Singularización política [Arendt] o subjetivación ética [Foucault]): dos formas de interrupción frente a la administración de la vida"), incluidos en el Dossier de este número. En efecto, la subjetivación puede ser entendida ya sea como un proceso abierto en el que se constituye un sujeto que nunca es, en todo caso, completamente dado ni dueño de sí (Foucault); ya como un proceso en el que las personas se desidentifican para establecer nuevas formas de relación y de experiencia en acciones colectivas que tienen incidencia en lo visto y en las formas de ver (Rancière); ya sea como la desapropiación de los sujetos que podría darse en su actuar unos-con-otros y que les permitiría una cierta singularización (Arendt). Finalmente, en el artículo de Santiago Castro-Gómez podrá encontrarse una aproximación cuidadosa a la manera en que Peter Sloterdijk ha extendido y transformado, a través del concepto de "antropotécnica", las reflexiones de Foucault en torno al entrecruzamiento entre tecnologías de poder y tecnologías del yo.

Pero frente a estas perspectivas también podría preguntarse por algo que parece rebasarlas, y es la manera en que las resistencias y desestabilizaciones con respecto a las técnicas de poder podrían darse más bien en formas de desubjetivación, es decir, en prácticas o acontecimientos que alteran, horadan, expropian al sujeto. Pensamos aquí, por una parte, en los efectos que tienen las modificaciones infraindividuales en las transformaciones supra y transindividuales, siguiendo el camino abierto por las reflexiones de Deleuze. Y, por otra parte, en el trabajo de Derrida sobre la noción de archiescritura como una manera de pensar una cierta fuerza performativa en el lenguaje que disloca y desestabiliza no solamente la identidad sino la posición misma de cualquier sujeto de enunciación, individual o colectivo; una desestabilización en la que se fracturan y subvierten los regímenes de sentido en el marco de los cuales se ejercen históricamente las técnicas de poder y los mecanismos de exclusión constitutivos de todo proceso de socialización. 3 En la primera de estas direcciones -abierta por Deleuze- podrían ubicarse el artículo de Federico Luisetti, que extiende de manera provocadora los planteamientos deleuzianos a la discusión italiana en torno a la biopolítica, y la contribución de Amalia Boyer, que recoge algunas tendencias del pensamiento feminista contemporáneo que se han desplegado en los entrecruzamientos entre la filosofía de Foucault, Deleuze y Derrida.

Por último, se puede cuestionar que la noción de subjetivación (ética o política) pueda ofrecer una alternativa fructífera para concebir formas de interrupción con respecto a la administración de la vida, y para quebrar los mecanismos con los cuales operaría. Recuperando la noción de biopoder, y desprendiéndose de la más tardía y amplia noción de gubernamentalidad, ésta es la dirección que parece tomar la "vertiente italiana" del debate, desde las diferentes perspectivas de Roberto Esposito y Giorgio Agamben; vertiente a la que interpelan varias de las contribuciones del número (Quintana, Luisetti, Aparicio). Para Esposito y Agamben, el centro de atención se encuentra en el análisis genealógico de las formas de poder sobre la vida, y en detectar una suerte de racionalidad de este poder que, en contraste con la historicidad de los análisis foucaultianos, se remontaría para ambos a una matriz metafísica y teológico-política del pensamiento occidental. Así, para estos autores, la biopolítica funcionaría desde una "máquina antropológica" (Agamben), o desde un "dispositivo de la persona" (Esposito) que escinde la vida entre vida humana (forma de vida, vida política, vida racional) y vida animal-humana. Y para ambos, entonces, lo que estaría en juego sería repensar los modos en que podría hacerse inoperante este dispositivo, dislocando todas las representaciones y lógicas que le habrían permitido funcionar, comprendida toda referencia a un sujeto (incluso asumido como un proceso abierto que le permitiría constituirse como tal). Por eso, tanto para Esposito como para Agamben, la noción de subjetivación no puede rehusarse por completo a la regulación y a las formas de sujeción de la biopolítica, y no puede tener entonces el potencial disruptivo que ellos encuentran en una comprensión alternativa de la vida.

De este modo, estas reflexiones abren el debate acerca de la manera en que podría pensarse una vida que exceda los dispositivos de humanización, sobre todo teniendo en cuenta las formas en que esa vida des-humanizada podría alterar los modos de ser y las formas de relación éticas y políticas. En particular, como lo discuten Gustavo Chirolla, Vanessa Lemm/Miguel Vatter y Benjamin Noys en la sección Debate, estos cuestionamientos se refieren en gran parte a cómo repensar lo ético desde una vida inescindible que se expone y se singulariza en la impersonalidad de su devenir animal; a cómo se reconfigura la política desde una vida inmanente que se rehúsa a los procesos de subjetivación y a los límites vinculados con la individuación personal; y, asimismo, desde una perspectiva más agambeniana, surgen preguntas acerca de cómo, para frenar los efectos del biopoder, habría que atender a distintas formas en las que el sujeto pueda desubjetivarse y exponerse a una radical inoperancia. En todo caso, resulta interesante que en la sección Debate también emergen críticas con respecto a la productividad de esta vertiente italiana de la discusión en torno a la biopolítica.

Ahora bien, cerrando este excursus por el horizonte de las reflexiones filosóficas contemporáneas que han seguido el impulso de la pregunta por los cruces entre técnicas de poder, formas de vida y modos de subjetivación, retomamos nuestra exposición de los ejes a través de los que buscamos orientar el espacio de discusión del presente número. Así, conscientes de que las perspectivas de análisis e interpretación en torno a estas cuestiones han sido mayormente desarrolladas en el campo de la filosofía con referencia a las condiciones históricas y culturales de las sociedades europeas y anglosajonas, buscamos articular un tercer eje de discusión en torno a la siguiente pregunta: ¿cómo es que estas categorías conceptuales (las del trabajo de Foucault, las de la tradición intelectual en contrapunto con la cual esta obra se desarrolló y las de las discusiones contemporáneas que han seguido en buena medida su impulso) tendrían que desplazarse y reconfigurarse en el análisis de otras circunstancias históricas y culturales como las que caracterizan las contingencias de Latinoamérica? Y al mismo tiempo, ¿cómo estos desplazamientos pueden, a su vez, complicar y problematizar los marcos conceptuales que han orientado estos debates? En la dirección de estas preguntas se sitúan varias de las contribuciones, en particular, las de Agnes Lugo-Ortiz ("Poder, resistencia y dominación en las Américas esclavistas: apostillas a Michel Foucault [paradojas y aporías]"), Zandra Pedraza ("La disposición del gobierno de la vida: acercamiento a la práctica biopolítica en Colombia") y Juan Ricardo Aparicio ("Los desplazados internos: entre las positividades y los residuos de las márgenes").

Así, pues, como puede verse tras este recorrido, lo que estaba en juego al proponer los ejes de discusión del número no era abogar por un rigor conceptual per se, sino enfatizar una mutua interpelación entre lo histórico y lo conceptual. Y esta interpelación exige una discusión interdisciplinaria, en la que un mayor rigor conceptual puede potenciar la capacidad de comprensión de lo histórico en su singularidad, a la vez que la complejidad de la contingencia histórica exige dinamizar tales conceptos. De hecho, es esta movilidad la que buscan las vertientes filosóficas en cuyo horizonte se mueven, aunque también excediéndolo, las discusiones que en este número nos propusimos suscitar, y las diferentes perspectivas mencionadas que intervienen en ellas.

Ya para concluir, quisiéramos destacar que, animados por las inquietudes anteriormente expuestas, vemos con entusiasmo cómo las contribuciones que integran este número se destacan no sólo por el cuidado conceptual y metodológico de cada una de ellas, en sus respectivas disciplinas, sino también por su capacidad de cruzar las fronteras disciplinares y topográficas para explorar y profundizar en los ejes de discusión que hemos delineado. Resaltamos también que abiertas a esa movilidad entre el análisis histórico y la elaboración conceptual, las contribuciones acá recogidas logran, en su diversidad, converger en la actitud crítica que implica confrontarse con la pregunta por el carácter históricamente contingente de lo que somos, de cómo vivimos, y, en consecuencia, por los modos como aún podemos transformarnos, expuestos a múltiples devenires. Agradecemos entonces por todo esto a los autores que han generosamente aceptado nuestra invitación a participar en este número, con sus novedosas y sugestivas aproximaciones.


Comentarios

1 Además, aunque la apropiación de Foucault en los estudios sociales en América Latina ha sido profusa, ha habido quizás una preponderancia de la pregunta por el análisis histórico-genealógico de la configuración de las técnicas de poder en la historia de nuestras sociedades, en detrimento de la pregunta por la configuración -también histórica y geográficamente contingente- de resistencias a esas técnicas de poder, en la posible creación de otras formas de vida. Como lo veremos, esta alusión a la especificidad de las contingencias históricas, políticas y sociales de Latinoamérica nos lleva a plantear un tercer eje de recorte de la pregunta amplia que nos ocupa, y que luego precisaremos.

2 El lector podrá encontrar en la sección Debate una discusión más detallada de estas diferentes vertientes en la reflexión contemporánea desde las perspectivas de cuatro filósofos muy familiarizados con ellas, que nos honran con su participación en este número: Gustavo Chirolla, Vanessa Lemm, Miguel Vatter y Benjamin Noys.

3 En esta medida, las mismas reflexiones tempranas de Foucault (siguiendo el impulso de Bataille y Blanchot) sobre los efectos desubjetivantes de ciertas prácticas del lenguaje, como la literatura, apuntan también a la posibilidad de pensar otros agenciamientos ético-políticos que producen la reconfiguración de un ser-unos-con otros modulado por el estar arrojados en un lenguaje. (Esto también se puede ver en el artículo de Carlos Manrique incluido en este número).