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Revista de Estudios Sociales

versão impressa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.47 Bogotá set./dez. 2013

 

A World Connecting: 1870-1945

De Rosenberg, Emily (ed.). 2012. A World Connecting: 1870-1945. Londres: The Belknap Press of Harvard University Press [1168 pp.].

Hugo Fazio Vengoa

Doctor en Ciencia Política por la Université Catholique de Louvain, Bélgica. Profesor titular del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Colombia. Correo electrónico: hfazio@uniandes.edu.co

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res47.2013.17


En los ochenta y noventa, no fueron pocos los académicos que se enfrascaron en prolongadas discusiones sobre la supuesta "crisis" de la historia. En los inicios del nuevo siglo, la situación parece ser bien distinta. Una mirada somera al estado actual de la disciplina muestra numerosos visos de renovación y confirma que es fuerte el interés por ensanchar el campo temático e interpretativo. En efecto, en un puñado de años, la historiografía ha registrado el nacimiento y la consolidación de un conjunto de nuevas perspectivas históricas.

Muy llamativo es el hecho que varios de estos enfoques confluyen en torno a preocupaciones similares: constituyen esfuerzos por incorporar ciertas reflexiones y ciertos presupuestos suscitados por los acalorados debates académicos que se han librado en torno a la globalización; se caracterizan por el desarrollo de perspectivas que buscan trascender el marco nacional como lugar privilegiado tradicional del análisis histórico; se preocupan por elevar el nivel de la reflexión sobre algunos tópicos frecuentes de la disciplina y se piensan como perspectivas que se ubican por fuera de las tradiciones historiográficas nacionales, razón por la cual persiguen la interacción con profesionales provenientes de distintas partes del mundo.

A la luz de estos intereses compartidos se han ido consolidando enfoques históricos e historiográficos, que hoy se reconocen bajo los rótulos de historia transnacional, historia conectada, historia cruzada, historia global, historia compartida (shared), etcétera.

Como ocurre habitualmente en la historiografía, en un primer momento, los historiadores intentaron poner los cimientos de sus enfoques mediante la publicación de ensayos teóricos y metodológicos, los cuales, además de servir para estampar sus diferencias con los procedimientos habituales en la disciplina, ofrecían justificaciones sobre la necesidad social e intelectual de los nuevos enfoques, exponían sus antecedentes y filiaciones intelectuales y sugerían ciertas indicaciones sobre cómo debía ser abordado el trabajo histórico a partir de estos lineamientos. Las reacciones en contra no tardaron en llegar. Rápidamente se alzaron voces que ponían en duda estas propuestas, con el argumento de que representaban interesantes disquisiciones teóricas y metodológicas, pero que escasa era su utilidad o pertinencia en el trabajo histórico.

Por fortuna, a diferencia de lo que ha ocurrido con otros momentos en la disciplina, cuando la discusión nunca trascendió el plano de la abstracción, en esta ocasión numerosos han sido los historiadores que asumieron el desafío y se lanzaron a historiar con base en estos nuevos presupuestos y perspectivas. Como ilustración se pueden citar los recientes trabajos de Gruzinski (2012), que han demostrado la vitalidad de la historia conectada; de Werner y Zimmermann (2004), quienes han demostrado la pertinencia del enfoque cruzado cuando se analizan temas de naturaleza binacional; Osterhammel y Petersson (2005) e Iriye (2013) le han dado nuevos asideros a la historia transnacional, y Bayly (2004) construyó una gigantesca historia global para explicar el nacimiento del mundo moderno.

Como ilustración de la plena factibilidad de este tipo de operaciones históricas, un grupo de historiadores publicó recientemente el libro A World Connecting: 18701945. Desde un comienzo el editor se preocupa por dejar en claro que el libro no representa ninguna metateoría de la historia. El propósito es mucho más simple: la construcción de una historia del mundo marcada por una interconexión global constante. De más está decir que, no obstante las mil y tantas páginas que comprenden la monumental obra, no se pretende cubrir la totalidad de temas, regiones y pueblos del mundo, sino exponer aquellos grandes procesos históricos mundiales cuya comprensión se alcanza mejor a partir de un esquema global.

No puedo dejar de recalcar la importancia de la periodización propuesta. Se ha convertido en un lugar común entre los especialistas considerar el período que se extiende entre 1870 y 1914 como una fase de extendida globalización que habría contribuido enormemente a la compactación del mundo. En contraste, los años que separan las dos guerras mundiales han sido analizados como una etapa de desglobalización, es decir, de fraccionamiento de la sistematicidad antes alcanzada. Es muy interesante que si bien estos autores reconocen las particularidades que tuvo el período de entreguerras, muestran que las conexiones siguieron siendo persistentes.

Los autores se valieron de un conjunto de elementos para imaginar la unidad temporal y espacial de esta mundialidad: primero, aquellas décadas fueron un período en el que se asistió a una fuerte compresión del tiempo y del espacio como resultado de las grandes innovaciones en las comunicaciones y en los transportes. Ello lleva a concluir que si con anterioridad los procesos históricos podían desarrollarse independientes los unos de los otros, las transformaciones de tiempo y espacio minaron los anteriores aislamientos y pusieron en una estrecha interdependencia a todos los colectivos humanos. Segundo, la acelerada movilidad de personas, bienes e ideas actuó como un sincronizador de experiencias, reduciendo aún más las brechas que antes separaban a unas comunidades de otras. Tercero, el poder hegemónico que detentó Occidente favoreció la irrupción de sistemas modernos de estatalidad. Sobre este punto cabe destacar que el libro recusa la identificación de la historia mundial con Occidente. El énfasis se desplaza más bien en la dirección de comprender la naturaleza de aquellos procesos que afectaban al mundo en su totalidad, varios de los cuales terminaron explicando la ascendencia de Occidente durante buena parte de este período. Cuarto, los autores destacan las interacciones y las variadas intersecciones entre lo global y lo local, tema que alcanza su máxima figuración y notoriedad por el énfasis que los autores ponen en la movilidad y en la conformación de complejas redes de alcance global, que se intercalan en razón de las condiciones de tiempo, lugar y circunstancia.

Sólo cuando se acomete un ejercicio tal se entiende la historicidad de la modernidad como productora de homogeneidad y de diferencia. Quinto, la prominencia que comenzaron a adquirir las ciudades globales, fuerzas centrípetas de la globalización y de estímulo de políticas generalizadas de urbanización. Sexto, la proliferación de tecnologías de producción y consumo que favorecieron la movilidad de factores, además de desempeñar un importante papel en el desencadenamiento de distintas formas de violencia. Séptimo, el poder del nacionalismo y de las ideologías raciales, formas de esencialismos y particularismos que se forjaron de manera transnacional. Por último, la violencia sin igual de las nuevas formas de autoritarismo que golpeó por igual a todos los continentes y que fue uno de los procedimientos más usuales para la construcción de un centro vital en los Estados y que sirvió igualmente para acentuar la emergencia de los movimientos anticoloniales.

Sobre estos fundamentos analíticos y conceptuales se desarrollan los cinco capítulos que comprende la obra. Se inicia con un escrito de Charles S. Maier sobre la invención y el desarrollo del Estado moderno. En esta oportunidad, el célebre historiador norteamericano vuelve sobre una tesis que en trabajos anteriores había esbozado y que en esta oportunidad desarrolla in extenso. Su tema es el asunto de la territorialidad. En su argumentación, Maier sostiene que los finales de los sesenta del siglo XX marcaron la finalización de un inmenso período, porque fue en el fragor de esos años cuando se puso término a una tendencia que había predominado en el mundo durante los últimos cien años, la cual se caracterizaba por un fuerte énfasis en delimitar la territorialidad de los Estados, con lo cual se activaba el espacio nacional dentro de unos confines determinados, a lo que se sumaba una obsesiva propensión en la dirección de demarcar fronteras de todo tipo, fueran nacionales, de clase, privadas, públicas, etcétera. De tal suerte que el período que cubre el libro comprende los momentos axiales en la configuración estatal: el nacimiento, con las "guerras de construcción nacional", fenómeno que se extendió a escala global; en los finales del siglo XIX e inicios del XX el centro de la atención giró en torno a los asuntos de gubernamentalidad; las últimas décadas del período se caracterizaron por la proliferación de ciertas formas autoritarias de estatalidad territorial. En síntesis, todo éste fue un extenso período en que los Estados se recrearon de diversas maneras pero siempre encontraron su fundamento en la compactación de un dominio territorial, proceso que continuaría hasta finales de la década de los sesenta.

El capítulo segundo, escrito por Tony Ballantyne y Antoinette Burton, constituye otra importante faceta de la mundialidad, representada por la conformación de grandes imperios y por las resistencias que produjeron dichas formas de dominio. El capítulo constituye un excelente ejemplo de aquello que se reconoce en la historiografía como la "nueva historia imperial", que recusa la idea de que el imperio es una construcción europea implantada "afuera", pues es analizado como un "sistema imperial" y como una globalidad imperial, que deben ser abordados desde distintos ángulos. Especial interés ponen los autores en la reorganización territorial del espacio geográfico de los imperios británico, japonés y otomano, para lo cual las metrópolis se valieron de instituciones imperiales, como las misiones religiosas y los ejércitos, pero también de los modernos medios de comunicación y transporte y de las configuraciones que suponían los nuevos modelos económicos. Todo ello dio lugar a fuertes y desiguales interrelaciones dentro de los imperios y entre ellos, lo que hizo posible la emergencia de redes transnacionales anticoloniales.

El tercer capítulo, escrito por Dirk Hoerder, analiza el tema de las migraciones de masas en el mundo, y no sólo el muy trillado caso de los desplazamientos de los europeos allende sus fronteras. Para el autor, los ferrocarriles, las ciudades portuarias y los barcos a vapor desempeñaron un importante papel para que las migraciones pudieran alcanzar el carácter masivo que se le reconoce. Destaca que también intervinieron en ello las prácticas coloniales, la interconexión económica, las crisis, los proyectos de vida y el mejor conocimiento que se tenía de lugares lejanos. El trabajo de Hoerder remata con una serie de ejemplos y consideraciones que ilustran la complejidad de los fenómenos de aculturación, cuestionan la concepción del Estado como un "contenedor" e ilustran la interacción entre lo global y lo local que provoca la migración.

El capítulo cuarto, escrito por Steven C. Topik y Allen Wells, se centra en el tema de las cadenas mercantiles que se forjaron en estas décadas, sobre todo gracias a la revolución agrícola que aportaba el grueso del comercio mundial (cereales, café, azúcar, té), y que produjo profundas transformaciones sociales en todo el mundo. El incremento de la producción de alimentos y los modernos sistemas de transporte facilitaron el crecimiento de las ciudades y de las clases trabajadoras, las cuales a su vez implicaron una demanda en constante aumento de productos agrícolas e industriales. Éste, empero, no es el único aspecto que interesa a los autores. También fueron éstas las décadas en las que se masificaron nuevas producciones: hierro y acero, ferrocarriles, automóviles, aviones, barcos, submarinos, radios, cables, caucho. En este sentido, a los autores les preocupa analizar cómo estimularon estas nuevas ramas industriales la producción de recursos energéticos y minerales, nada de lo cual hubiera sido posible sin una correspondiente movilidad de capitales por los distintos confines del planeta. Los circuitos económicos, de tal suerte, alcanzaron niveles de sistematicidad nunca antes vistos.

El último capítulo, de Emily Rosenberg, se interesa por ilustrar la variedad de corrientes sociales y culturales transnacionales que sirvieron para afirmar y también para trascender los estados estados y los imperios. Esta historia transnacional se detiene en el examen de cinco grandes áreas: las instituciones multilaterales internacionales, las redes sociales transnacionales (el anticolonialismo, las religiones), los centros de exhibición (como las ferias mundiales, las competiciones deportivas, los zoológicos y los museos), la afiliación epistémica basada en la experiencia, y los medios y el consumo masivos (los espectáculos, el cine, el turismo y el consumo de masas). Con esta información y este análisis detallados, la autora concluye que la homogenización y la diferenciación, lo global y lo local, el trans o el internacionalismo y el nacionalismo, la razón y el espectáculo, no constituyen opuestos sino complementos que operan en una tensión creativa entre sí en esta era de redes transnacionales.

En síntesis, éste es un excelente libro que muestra la manera como se ha ido conformando el mundo en su significación histórica, la forma como se ha vuelto una "unidad operativa"; en este sentido, constituye un importante referente para la comprensión de momentos cruciales de los siglos XIX y XX. No queda más que esperar con sumo interés la publicación de una nueva historia del mundo que se prolonga hasta nuestro presente, la cual está prevista para diciembre de 2013.


Referencias

1. Bayly, Christopher. A. 2004. El nacimiento del mundo moderno. Madrid: Siglo XXI.         [ Links ]

2. Gruzinski, Serge. 2012. Las cuatro partes del mundo: historia de una mundialización. México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

3. Iriye, Akira. 2013. Global and Transnational History: The Past, Present and Future. Hampshire: Palgrave MacMillan.         [ Links ]

4. Osterhammel, Jürgen y Niels Petersson. 2005. Storiadella globalizzazione: dimensioni, processi, epoche. Bolonia: Il Mulino.         [ Links ]

5. Werner, Michael y Bénédicte Zimmermann. 2004. De la comparaison à l'histoire croisée. París: Seuil.         [ Links ]