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Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.48 Bogotá ene./abr. 2014

 

La contracción de las redes de contrabando de migrantes en México*

Simón Pedro Izcara Palacios**

** Doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, España. Profesor en la Unidad Académica Multidisciplinara de Ciencias, Educación y Humanidades de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, México. Entre sus últimas publicaciones están: La etiología de ¡a migración permanente en ¡a zona citrícola de Tamaulipas. México: Miguel Ángel Porrúa, 2013, y "Contrabandistas de migrantes a pequeña escala de Tamaulipas". Perfiles Latinoamericanos 42 (2013): 109-134. Correo electrónico: sp_izcara@yahoo.com; sizcara@uat.edu.mx

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res48.2014.07


RESUMEN

Tanto el discurso oficial como el académico sostienen que el contrabando de migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos es una actividad cada vez más compleja y lucrativa, que requiere la operación de redes extensas y nexos con el crimen organizado. Los resultados de esta investigación, basada en una metodología cualitativa que incluye entrevistas en profundidad con 115 contrabandistas de migrantes, describen un escenario diferente. Los polleros deben compartir sus ganancias con nuevos actores; como consecuencia, algunas redes de contrabando de migrantes se han visto obligadas a despedir a algunos de sus miembros para disminuir los costos de operación, mientras que otras redes han decidido no emplear a más personas, para lograr que este negocio siga siendo rentable.

PALABRAS CLAVE

Migración indocumentada, polleros, redes de contrabando de migrantes, México, Estados Unidos.


The Contraction of Migrant-Smuggling Networks in Mexico

ABSTRACT

Both the official and the academic discourse argue that migrant smuggling along the border between Mexico and the United States is an increasingly complex and lucrative business that requires the operation of extensive networks with ties to organized crime. The results of this study, based on a qualitative methodology that includes in-depth interviews with 115 smugglers of migrants describe a different scenario. Smugglers of migrants have to share their profits with new actors; as a result, some migrant-smuggling networks have been forced to lay off some of their members to reduce operating costs while other networks have decided not to hire more people in order to maintain the profitability of the business.

KEY WORDS

Undocumented immigration, migrant-smugglers, migrant-smuggling networks, Mexico, United States.


A contratação das redes de contrabando de migrantes no México

RESUMO

Tanto o discurso oficial quanto o académico sustentam que o contrabando de migrantes na fronteira entre o México e os Estados Unidos da América é uma atividade cada vez mais complexa e lucrativa, que requer a operação de redes extensas e nexos com o crime organizado. Os resultados desta pesquisa, baseada em uma metodologia qualitativa que inclui entrevistas em profundidade com 115 contrabandistas de migrantes, descrevem um cenário diferente. Os coiotes devem compartilhar seu lucro com novos atores; como consequência, algumas redes de contrabando de migrantes estão se vendo obrigadas a despedir alguns de seus membros para diminuir os custos de operação, enquanto outras redes decidiram não empregar mais pessoas para fazer com que esse negócio continue sendo rentável.

PALAVRAS CHAVE

Migração indocumentada, coiotes, redes de contrabando de migrantes, México, Estados Unidos.


Introducción

Hasta el último cuarto del siglo XIX Estados Unidos mantuvo una política liberal en materia migratoria. Los inmigrantes constituían una mano de obra categorizada como valiosa, productiva y socialmente deseable, y el Estado estimuló la inmigración de aquellos que no tuviesen enfermedades ni antecedentes penales (Castles 2006, 37). En 1875 Estados Unidos aprobó la primera ley restrictiva de la inmigración para prostitutas y delincuentes, y en 1882 la presión popular condujo a la aprobación de la ley de exclusión de los chinos (Huntington 2004, 81); en 1907 se restringió la inmigración procedente de Japón, y en 1917 el Congreso impuso un impuesto y una prueba de alfabetismo a todos los recién llegados. Las leyes de Inmigración de 1921 y 19241 establecieron un sistema de cuotas para frenar la migración del sur y este de Europa, y en 1924 se creó la Patrulla Fronteriza para detener la inmigración procedente de México, a través de una campaña sistemática de deportaciones (Massey, Durand y Malone 2009, 40).

Las políticas restrictivas de la inmigración no cualificada dieron inicio a una nueva actividad: el contrabando de migrantes. Aquellas personas que no podían entrar legalmente en Estados Unidos demandaron la ayuda de profesionales para ingresar de modo subrepticio en el país. La ley de exclusión de los chinos condujo al contrabando de ciudadanos de este país, bien a través de los puertos de Ensenada, Guaymas o Mazatlán para ser conducidos hasta California o El Paso, o bien a través de la Columbia Británica, de modo que en 1891 ya se había implantado un control de los flujos migratorios por vía terrestre desde México y Canadá (Gómez 1990, 133), aunque la complicidad de los funcionarios de aduanas con los contrabandistas aligeró el flujo de indocumentados (Griffith 2004).

Las restricciones a la migración europea no cualificada en 1921 y 1924 impulsaron el contrabando de europeos a través de México (Andreas 2011, 141). Thomas y Znaniecki (2004, 262) documentan que desde principios del siglo XX los europeos podían contratar fácilmente contrabandistas de migrantes. En una carta de la serie Raczkowski, fechada el 19 de abril de 1907, Helena Brylska pide a su hermana Teófila que le envíe a su hijo Józiek desde Illowo2 a Estados Unidos con el señor Wisniewski; aunque temía que la pudiesen deportar porque el niño padecía una enfermedad ocular. Es por ello que le dice al señor Wisniewski "que no tema ni le preocupen las dificultades que pueda usted tener. Y si en la frontera hace usted un trato con un contrabandista, él puede llevar a diez personas al otro lado de la frontera" (Thomas y Znaniecki 2004, 262).

Durante décadas la mayor parte de los mexicanos que entraron de modo subrepticio a Estados Unidos lo hicieron sin ayuda; únicamente unos pocos contrataban los servicios de guías locales. En 1970 sólo 8,4% de los migrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza pagaron a un pollero3 (Andreas 2011, 142). Como contraste, el reforzamiento del control fronterizo en las siguientes décadas dificultó la entrada furtiva al país vecino e hizo que los migrantes se viesen obligados a contratar contrabandistas. Según Dolfin y Genicot (2010, 349), entre 1968 y 2004 el 62% de los migrantes hizo su primer viaje a Estados Unidos con la ayuda de un coyote.

En la actualidad la delincuencia organizada ha llegado a controlar gran parte del territorio mexicano; éstos vigilan el movimiento de personas por sus territorios y no permiten que ningún migrante transite si no va acompañado por un contrabandista que les pague un derecho de piso.4 Por otra parte, la frontera estadounidense nunca ha estado tan vigilada como ahora; por lo tanto, cruzar al país vecino sin ser detectado por los agentes migratorios es cada vez más difícil. Esto no significa que los migrantes ya no puedan ingresar de modo subrepticio en Estados Unidos. El pago de sobornos a la delincuencia organizada mexicana y a las autoridades migratorias estadounidenses permite a los contrabandistas conducir migrantes de forma más fácil y segura. Como consecuencia, los migrantes ya no pueden traspasar la frontera por su cuenta y necesitan la ayuda de una red de contrabando de personas porque carecen de la capacidad y de los contactos para realizar los sobornos y pagos de derechos de piso.

El texto parte de la siguiente hipótesis: en la frontera mexicana-estadounidense el control de los movimientos migratorios irregulares es tan férreo que las redes de contrabando de migrantes dependen cada vez más del pago de sobornos y derechos de piso para operar; esto resta rentabilidad a este negocio pero incrementa la predictibilidad de esta actividad. En un entorno más predecible, las redes de contrabando de migrantes, en lugar de expandirse, renuncian a aquellos miembros que son más prescindibles, para contrarrestar la pérdida de rentabilidad de este negocio.

Este artículo examina por qué se han contraído en los últimos años las redes de contrabando de migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos. En primer lugar, se describe la metodología utilizada; después se examinan las redes de contrabando de migrantes que operan entre México y Estados Unidos, y más adelante se analizan las causas que han conducido a una contracción de estas redes.

Metodología

Esta investigación está fundamentada en una metodología cualitativa. La técnica utilizada para recabar el material discursivo fue la entrevista en profundidad. Se entrevistaron 115 contrabandistas de migrantes. Las entrevistas fueron conducidas con una guía abierta que incluía bloques temáticos relacionados con la situación sociolaboral del entrevistado antes de dedicarse al coyotaje; las estrategias para evadir la vigilancia de los grupos delictivos mexicanos y autoridades migratorias estadounidenses, etcétera; además, contenía preguntas específicas sobre el cobro de tarifas y el pago de cuotas y derechos de piso, la periodicidad con que cruzaban la frontera y el número de personas transportadas, el número de integrantes de las redes, etcétera. Con el objeto de corroborar la veracidad de los discursos recabados, los participantes fueron entrevistados en dos ocasiones. La primera visita se prolongó más de una hora, mientras que el segundo encuentro, que buscaba aclarar aspectos que quedaron inconclusos o eran inconsistentes, tuvo una duración más corta. El contenido de las entrevistas fue grabado y transcrito de forma literal.

El trabajo de campo se realizó entre abril de 2008 y diciembre de 2012 en diferentes localidades de Tamaulipas, San Luis Potosí, Nuevo León y México D.F. El procedimiento utilizado para seleccionar la muestra fue el muestreo en cadena. Contactamos a los entrevistados con la ayuda de personas que conocían a gente que se dedicaba al contrabando de migrantes; además, los propios entrevistados nos ayudaron a contactar a otras personas. Finalmente, el tamaño de la muestra obedeció a una saturación del campo de diferencias en la producción discursiva de los hablantes; cuando obtuvimos discursos redundantes sobre el objeto de estudio, concluyó el proceso de acopio de información.

Todos los entrevistados eran líderes de una red de contrabando de migrantes o de una célula de la red y tenían una gran experiencia en el ejercicio de esta actividad, ya que se habían dedicado a guiar migrantes a Estados Unidos durante una media de más de nueve años. El entrevistado menos experimentado se había dedicado al coyotaje por dos años, y el que tenía más experiencia lo había hecho por veinte años. Ellos se definían como polleros, y aunque algunos eran conocidos con el apodo de "el coyote", este término les agradaba menos que el primero, debido a que tiene connotaciones más negativas. Algunos decían que a ellos los llamaban traficantes de personas, una actividad penada por la ley; pero rechazaban este término porque no se definían como delincuentes, ni pensaban que lo que hacían fuese comparable a lo que hacía la delincuencia organizada. Ellos se definían como personas que ayudaban a los migrantes a cumplir su sueño de llegar a Estados Unidos a cambio de una remuneración económica. Algunos se consideraban benefactores sociales, porque posibilitaban que sus paisanos pudiesen ganar más dinero y dar una mejor vida a sus familias.

El contrabando de migrantes es una profesión ejercida por varones jóvenes. La media de edad de los entrevistados era ligeramente superior a 37 años, y en promedio habían comenzado a trabajar como polleros poco antes de cumplir 28 años de edad. Uno de los entrevistados había comenzado a trabajar como pollero siendo menor de edad, dos se iniciaron en esta actividad con 40 años de edad, y uno, con 41 años. Pero éstos son casos raros: una cuarta parte de los entrevistados se iniciaron en el coyotaje entre los 20 y 24 años de edad, y dos terceras partes lo hicieron entre los 25 y 35 años de edad. La participación de la mujer en el transporte irregular de migrantes liderando una red o célula es excepcional, y en general se trata de mujeres que han padecido un entorno de violencia familiar y laboral, asociado a la prostitución. Sólo una de las entrevistadas era mujer. Las mujeres empleadas en este negocio trabajan principalmente en redes de tráfico sexual, ya que las mujeres se fían más de otra mujer que de un hombre. En las redes de tráfico sexual algunas mujeres están involucradas en el transporte, pero primordialmente trabajan como reclutadoras, ya que estas redes requieren una ardua labor de reclutamiento porque la industria del entretenimiento adulto estadounidense demanda mujeres jóvenes y esbeltas.

Las redes de contrabando de migrantes entre México y Estados Unidos

López (1997), en el primer estudio sobre el coyotaje en México, distinguió entre redes de contrabando de migrantes simples y pequeñas, y otras más grandes y complejas. Las primeras se caracterizaban por una cercanía al migrante y una elevada confiabilidad, mientras que las últimas eran menos confiables y más alejadas de los intereses de los migrantes. Tanto el discurso oficial como el académico y el de las organizaciones de derechos humanos coinciden en afirmar que a partir de los años noventa el coyotaje operado a pequeña escala se ha transformado en un negocio de mayor envergadura, operado por redes cada vez más extensas relacionadas con el tráfico de drogas.

El discurso oficial sobre el contrabando de migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos sostiene que las redes simples, poco estructuradas y oportunistas, que operaban a pequeña escala, fueron desplazadas por otras más complejas, operadas a gran escala por grupos criminales. Como consecuencia, el coyotaje habría dejado de ser una actividad manejada en el ámbito local, para transformarse en un negocio siniestro operado por criminales (HCHS 2006, 18). Aunque el documento de referencia del séptimo foro de Norteamérica descarta la asociación entre las redes de contrabando de migrantes y la delincuencia organizada, al describir a las primeras como víctimas de la extorsión ejercida por esta última (Guerrero 2011, 33 y 35). Lo que sí afirma este documento es que los grupos delictivos obligan a los migrantes a transportar drogas; aunque se contradice al señalar que esta forma de narcotráfico no es eficiente ni redituable.

Las organizaciones de derechos humanos también sostienen que el coyotaje ha pasado a manos de los criminales. Un reciente informe de Amnistía Internacional (2010, 12) señala que el contrabando de migrantes era operado por redes transnacionales involucradas en el tráfico de drogas. En un informe de 2009, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) responsabilizaba a las redes de contrabandistas de migrantes de la mayor parte de los secuestros de centroamericanos (CNDH 2009, 15); aunque otro informe más reciente las presentaba como víctimas, y no como victimarios (CNDH 2011, 29).

En la comunidad académica la opinión más extendida es que la implementación de los operativos Bloqueo, Guardián, Salvaguarda y Río Grande5 condujo al surgimiento de redes de contrabando de migrantes más sofisticadas y mejor organizadas. Se considera que el diseño de políticas más férreas de control fronterizo benefició a las redes más grandes y perjudicó a las más pequeñas, muchas de las cuales fueron desapareciendo (Aquino 2012, 20). López (1997) argumentó que a partir de 1994 se desarrollaron redes más complejas y rentables, que definía como el negocio del coyotaje fronterizo. El argumento es el siguiente: cuando la frontera estaba menos vigilada predominaban redes pequeñas sin lazos con el crimen organizado; sin embargo, cuando se implementó una política de prevención disuasiva colapsaron las redes más simples, debido a su falta de capacidad para sortear los nuevos desafíos, y se incrementó la demanda de contrabandistas porque los migrantes ya no podían cruzar sin ayuda; por lo tanto, las redes mejor organizadas y más extensas se fortalecieron, debido al incremento del número de migrantes que demandaban sus servicios y a la salida del mercado de las redes pequeñas (Andreas 1998 y 2006).

El resultado de esta transformación condujo a una convergencia entre el tráfico de drogas y el de migrantes (Artola 2005, 141; Pérez 2008, 152; González 2009, 54; Slack y Whiteford 2010, 88). Aunque investigaciones sustentadas en entrevistas realizadas a contrabandistas de migrantes concluyen que el tráfico de drogas y el de personas son realizados por organizaciones diferentes que no interfieren entre sí (Fuentes y García 2009, 98; Spener 2009, 155).

La idea de que las redes más simples -donde el contrabandista mantiene lazos con los migrantes- han decaído -en contraste con un crecimiento de las redes más complejas e impersonales- hace que el contrabando de migrantes haya sido definido como un negocio dominado por complejas organizaciones delictivas que se lucran de forma ilícita y maltratan y estafan a quienes contratan sus servicios (Feldmann y Durand 2008, 23; García, Gaxiola y Guajardo 2007, 104; O'Leary 2008, 117).

Como contraste, los datos de la tabla 1 parecen indicar que las redes de contrabando de migrantes que operan en la frontera entre México y Estados Unidos se contraen cada vez más. Dos redes que dejaron de operar en los años noventa (la 8 y la 26 de la tabla 2: la primera operó entre 1983 y 1993, y la segunda entre 1990 y 1997) sólo tenían un integrante. Este dato corrobora la hipótesis del predominio de redes poco estructuradas en los años noventa; sin embargo, en la actualidad siguen operando y predominando redes muy pequeñas.

Las redes6 que operan en la frontera entre México y Estados Unidos pueden dividirse en dos grandes grupos: las que operan de modo estacional y las que lo hacen de modo sistemático (Izcara 2012a, 46). Las primeras facilitan el cruce de pocas decenas de migrantes anualmente, y sólo operan una o muy pocas veces al año, y sus integrantes apenas obtienen una parte minoritaria de sus ingresos de esta actividad (véase la tabla 2), mientras que las últimas facilitan el cruce fronterizo de centenares de migrantes, operan de modo continuo a lo largo de todo el año, y sus integrantes obtienen la totalidad de sus ingresos de esta actividad (véase la tabla 3).

Los polleros que operan en redes estacionales son en general personas que obtienen una porción mayoritaria de sus ingresos del trabajo que realizan en Estados Unidos en sectores como la agricultura; pero regresan a México una o varias veces al año para reclutar mano de obra indocumentada para sus empleadores. Por lo tanto, el coyotaje representa para ellos un complemento salarial. Como contraste, aquellos que trabajan en redes que operan de modo sistemático únicamente se dedican al contrabando de migrantes. Es decir, mientras que los primeros suelen cruzar la frontera una vez al año, los últimos operan de forma continua.

Las redes que operan estacionalmente son lideradas por un contrabandista, que cuenta con el apoyo de un reducido número de ayudantes y de un empleador estadounidense. Las que lo hacen constantemente son más extensas y presentan una férrea estructura jerárquica, donde un líder administra el negocio y las finanzas del mismo (Fuentes y García 2009, 81; Izcara 2012a, 52). Las redes más complejas se han especializado en el transporte de centroamericanos desde la frontera guatemalteca hasta Estados Unidos. Estas redes se dividen en líneas; cada línea tiene varias células, y cada célula atraviesa una pequeña porción de territorio. Samuel (2012), un pollero empleado en una red de tráfico sexual que operaba una o dos veces al mes, explicaba esta estructura del siguiente modo: "una línea es un equipo de polleros que trabajamos para el mismo jefe, y hay varias líneas y cada línea tiene sus polleros". El primer grupo de redes mantiene una relación más estrecha con los migrantes; pero ambas están formadas por células7 que operan de forma relativamente simple.

Hay otro tipo de redes, que López (1997) denominó "coyotes locales de la frontera", que han languidecido. Éstas son redes simples que operan de modo sistemático apoyadas por el capital social generado por las redes migratorias de familiares y amigos, y en general no cuentan con el apoyo de los empleadores estadounidenses. Estas redes transportan desde unas decenas hasta más de un centenar de migrantes cada año (véase la tabla 4). Como decía Samuel (2012), "a los que les va mal es a los que trabajan por su cuenta". Manuel (2012), un contrabandista que li-deraba una de las aproximadamente veinte células de la red donde trabajaba, había pensado en trabajar por su cuenta; pero desistió porque, como él decía, "yo trabajo con un jefe y él me manda a mí; yo antes había pensado en trabajar solo por mi cuenta, pero me di cuenta que las cosas no andaban muy bien y mejor me dejé de eso".

Las funciones de los polleros no son las mismas en las redes simples que en las complejas. Los polleros que laboran en redes simples deben desempeñar un mayor número de funciones: ellos participan de un modo directo en las actividades de reclutamiento, cobran las tarifas a los migrantes, lidian con la delincuencia organizada y negocian el pago de cuotas a estas organizaciones. Es por ello que tardan más tiempo en reunir al grupo de migrantes que transportarán hasta el país vecino. Aunque existe una diferencia fundamental entre aquellos que trabajan en redes simples estacionales y los que laboran en redes simples que operan sistemáticamente. Los primeros trabajan para empleadores de Estados Unidos, quienes muchas veces llegan a acuerdos con las autoridades migratorias estadounidenses para que permitan el paso de sus polleros. Los últimos trabajan para las redes sociales de los migrantes y no cuentan con el apoyo de los empleadores.

Por lo tanto, deben esquivar por sí mismos la vigilancia de la Patrulla Fronteriza y corren un mayor riesgo de ser aprehendidos. Por otra parte, los ingresos de los polleros que operan en redes simples son más variables que los de aquellos que trabajan para redes complejas. Los últimos son trabajadores asalariados, mientras que los primeros son los responsables de las redes que lideran. Sus ingresos dependen del número de migrantes que recluten, de lo que paguen éstos y de los gastos causados por los pagos de derechos de piso o sobornos, que siempre fluctúan. Los polleros de las redes simples estacionales siempre obtienen ingresos razonables porque reciben de los empleadores estadounidenses una compensación económica. Como contraste, aquellos que operan redes simples sistemáticas ocasionalmente pueden llegar a obtener una ganancia neta nula si no logran reclutar a un número suficiente de migrantes o si tienen que hacer frente al pago de cuotas elevadas de manera inusual.

Los polleros que trabajan en redes complejas operan de modo más eficiente porque realizan menos funciones. En estas redes hay una mayor división del trabajo. Los polleros sólo transportan a los migrantes; no cobran a los migrantes, no negocian con la delincuencia organizada, no pagan sobornos, y muchos no realizan labores de reclutamiento. Estas funciones las administra el líder de la red, que es quien negocia con los grupos delictivos y autoridades estadounidenses para que los polleros puedan transitar. En las redes de mayor complejidad, el líder suele residir en Estados Unidos y tiene gestores en México, que se encargan de que las redes funcionen sin contratiempos en el territorio mexicano. A medida que la red es más compleja, el reclutamiento está separado del transporte; es decir, quienes transportan a los migrantes no los reclutan. Esto permite que las redes operen con mayor celeridad. En las redes complejas, los polleros son trabajadores asalariados, y su salario depende del número de veces que operan y del número de migrantes transportados en cada viaje. Este salario es relativamente estable, ya que suelen transportar casi siempre al mismo número de migrantes, y la periodicidad con que realizan estos viajes varía poco. Sin embargo, deben descontar de su salario algunos gastos de operación, ya que ellos son los responsables del funcionamiento de la célula que lideran. Su función es transportar a los migrantes del punto A al punto B; pero deben descontar de su salario los pagos realizados a los ayudantes que los apoyan en este trayecto. En los últimos años los líderes de estas redes han congelado o contraído los salarios de sus polleros; como consecuencia, muchos contrabandistas se han desprendido de algunos de sus ayudantes.

Finalmente, habría que señalar que las redes simples estacionales trabajan para los empleadores estadounidenses, mientras que las redes simples que operan de modo sistemático trabajan para las redes sociales de los migrantes; por otra parte, las redes complejas trabajan tanto para las redes sociales de los migrantes como para las de los empleadores estadounidenses; aunque estas últimas dependen cada vez más de la demanda de mano de obra irregular, ya que muchas tienen vínculos con seudoagencias de contratación que proveen de migrantes irregulares a empleadores en sectores que demandan mano de obra barata no cualificada (véase el cuadro 1).

Pérdida de ingresos y contracción de las redes de contrabando de migrantes

Durante los últimos años se contrajeron de modo notable los ingresos recabados por las redes de contrabando de migrantes. Esto obedeció a dos circunstancias: el control del contrabando de migrantes ejercido por los grupos delictivos mexicanos y el cobro de cuotas por parte de las autoridades migratorias estadounidenses (Izcara 2012b).

La delincuencia organizada comenzó a cobrar en 2004 una cuota de aproximadamente cien dólares por el derecho a traspasar los territorios fronterizos que ellos controlaban. En 2008 eran pocos los contrabandistas que no pagaban el canon exigido por la delincuencia organizada, y en 2012 el citado canon se elevó casi hasta la cifra de mil dólares por persona. Los inmigrantes centroamericanos pagan tasas hasta tres veces más elevadas que los mexicanos. Los primeros deben pagar un canon por transitar del sur al norte de México, mientras que los últimos sólo pagan cuando se encuentran en la frontera.

Las autoridades migratorias estadounidenses también comenzaron a cobrar cuotas a los contrabandistas (Izcara 2013). Es sorprendente la superposición entre los calendarios de la evolución de los cobros realizados por éstas y por la delincuencia organizada. Los contrabandistas empleados por empresarios estadounidenses fecharon en 2004 el inicio del cobro de cuotas a los empleadores para permitirles contratar indocumentados; más tarde, entre 2007 y 2008, las cuotas se extendieron para permitir el cruce fronterizo de los contrabandistas que los abastecían de migrantes:

    [La cuota] de los polleros tiene como unos tres años [2008] y la de los patrones tiene como unos siete años [2004], y es que los patrones que emplean a los mojados, ellos tienen que pagar para que no los revisen. (Dionisio 2012) [La cuota que pagan los empleadores] ya tiene como siete años [2004]; antes no lo hacían, pero ya después así pasó y siguió. (Edmundo 2012)

    Eso [el pago de la cuota] tiene unos cinco años [2007], creo que ese tiempo, porque antes no se hacía y se batallaba más para pasar. (Patricio 2012) Eso ya tiene buen tiempo, como cinco años [2007]; pero es que los migras no nos cobran a nosotros sino que el patrón es el que paga. (Raúl 2012) Mi patrón les paga desde el 2007. (Rodolfo 2012)

También es llamativa la similitud de la cuantía de los cánones cobrados por delincuentes y autoridades migratorias. Cuando preguntamos a los entrevistados quiénes se llevaban más dinero, si los primeros o los últimos, predominaron respuestas como: "se llevan lo mismo porque se les paga igual" (Carmelo 2011); "los dos se llevan bastante dinero, aquí la delincuencia en México se lleva y allá [en Estados Unidos] ellos [las autoridades migratorias]" (Humberto 2012); "se han de llevar por igual, pues los dos transan" (Jorge 2012); "es igual, los dos ganan igual, es lo mismo" (Manuel 2012) o "es lo mismo porque a los dos se les paga y cobran bien cobrado porque es mucho dinero lo que se da a ellos" (Gabriel 2012). La mayor parte de los entrevistados desconocían cuánto recibían las autoridades estadounidenses porque los pagos solían hacerlos sus patrones; aunque algunos dijeron que estos pagos ascendían a unos mil dólares por persona. Patricio (2012), un contrabandista que llevaba hasta Texas siete u ocho migrantes cada cuatro meses, dijo: "se pagan ocho mil dólar; eso es lo que se está pagando desde hace tiempo y no ha subido". Asimismo, Raúl (2012), un contrabandista que llevaba hasta Illinois unos siete migrantes cada tres meses, señaló: "se les da como ocho mil dólar; eso es lo que estaba pagando el patrón". Aunque, según los entrevistados, en el caso de los migrantes que pasan con documentos apócrifos por los puntos aduanales, el canon se duplica.

La coincidencia del calendario y de los montos cobrados por la delincuencia organizada mexicana y las autoridades migratorias estadounidenses hacía que algunos entrevistados pensasen que pudiese existir una conexión entre ambos. Aunque esto es sólo una conjetura, ya que ninguno de los entrevistados manifestó que tuviese conocimiento de que existía tal alianza. Algunos se cuestionaban cómo los agentes estadounidenses sabían cuántos migrantes cruzaban la frontera y a qué lugar se dirigían desde antes de que pisasen el país, por lo que llegaban a la conclusión de que debían existir lazos entre ambos, ya que los grupos delictivos mexicanos eran los únicos que disponían de esta información,

    [Los agentes migratorios y los delincuentes] se pueden comunicar de muchas maneras, por internet o celular, y ellos [los agentes migratorios] ya saben cuándo vamos para allá, creo que ellos deben de tenernos identificados pa' saber quiénes somos y cada cuánto vamos. (Felipe 2012)

    Yo creo que sí [hay lazos entre los delincuentes y los agentes migratorios] porque antes de llegar a donde vamos ellos ya saben que vamos para allá; aunque ellos saben cuántas personas llevamos y a dónde vamos. (Gabriel 2012)

    Cuando uno llega a la frontera de Estados Unidos ya saben cuánta gente va, y cómo saben, por medio de alguien que les informa. (Patricio 2012) He pensado que a lo mejor están en el mismo canal [los delincuentes y los agentes migratorios]; es decir, que lleguen a estar de acuerdo, porque cuando uno va para el otro lado los de allá ya saben, y nos están esperado, y se quitan del camino para que pasemos; es decir, ya están advertidos de que vamos. (Rodrigo 2012)

Para atravesar el territorio mexicano las redes de contrabando de migrantes tienen que pagar un canon a las organizaciones delictivas, que puede ascender hasta tres mil dólares por persona. Además, los entrevistados dicen que para cruzar la frontera estadounidense deben pagar un soborno cercano a mil dólares por migrante. Por lo tanto, el coste por migrante en concepto de sobornos y derechos de piso puede ascender hasta cuatro mil dólares. En el caso de aquellos que atraviesan en avión el territorio mexicano, o en el de los que cruzan la frontera estadounidense por los puentes aduanales, el pago de sobornos es más elevado. Esto ha conducido a una elevación de las tarifas cobradas por las redes de contrabando de migrantes. Los migrantes centroamericanos, que ahora deben pagar tarifas superiores a los cinco mil dólares para llegar a Estados Unidos, han sido los más afectados. Los migrantes mexicanos pagan tarifas más bajas, generalmente inferiores a tres mil dólares, porque no deben pagar derechos de piso por atravesar el territorio mexicano. Sin embargo, las redes de contrabando de migrantes no han podido elevar estas tarifas de modo proporcional al incremento de los costes de operación derivados del pago de derechos de piso y sobornos, ya que una subida excesiva de las tarifas reduce el número de clientes. Por lo tanto, durante los últimos años han mermado los ingresos netos de las redes de contrabando de migrantes.

La pérdida de ingresos derivada del pago de cuotas ha afectado negativamente las finanzas de las redes de contrabando de migrantes, pero también ha comportado efectos positivos. Los acuerdos entre contrabandistas y autoridades migratorias han reducido el riesgo e impredecibilidad de cruzar de modo subrepticio la frontera estadounidense; como consecuencia, algunas redes han empezado a reducir el número de sus integrantes para recortar costes y poder afrontar la pérdida de ingresos derivada del pago de cuotas.

La reducción del riesgo de cruzar a Estados Unidos

En las entrevistas aparecen constantes referencias a la reducción del riesgo de cruzar a Estados Unidos, que contrasta con un desproporcionado incremento de la violencia en México. Hasta 2004, la dificultad y el peligro se encontraban en el lado estadounidense; los migrantes debían esconderse para esquivar la férrea vigilancia de los agentes migratorios: esto se traducía en un incremento de las muertes por deshidratación, ahogamiento, insolación e hipotermia. Como contraste, transitar por México era relativamente seguro. A partir de 2004 las autoridades estadounidenses comenzaron a hacerse las de la vista gorda ante el empleo de indocumentados en sectores demandantes de mano de obra barata, y unos años después, ante el cruce subrepticio de migrantes solicitados para dichas actividades. Por el contrario, en México los grupos delictivos comenzaron a sembrar el terror entre los migrantes que pretendían llegar al país del norte.

Algunos contrabandistas hablan de un decremento de la probabilidad de perecer al cruzar la frontera. Manuel (2012) dijo: "antes pasaba que si la migra te veía la gente corría y por lo regular el pollero se iba". El abandono de los migrantes era, según los entrevistados, una práctica más habitual años atrás, cuando las autoridades no recibían sobornos por dejar que los indocumentados cruzasen la frontera. Puesto que muchos contrabandistas ya no huyen de las autoridades, el abandono de migrantes ha decrecido. Manuel (2012) expresó esta idea del siguiente modo:

    eso [el abandono de los migrantes al ser descubiertos por la Patrulla Fronteriza] ha dejado de pasar, pero comoquiera hay que tener cuidado, no puedes ir confiado del todo [...] Sí nos escondemos [de la Patrulla Fronteriza], no podemos confiarnos, pero ya no es lo mismo que antes, es menor el riesgo de que te deporten del camino, imagina que te deportan porque te encuentran en el camino, cómo le van a responder al patrón, porque está pagando para no tener problemas.

Patricio (2012) explicó de la siguiente manera cómo se produjo un descenso de las muertes de migrantes en el territorio fronterizo estadounidense en los últimos años. Él dijo que los migrantes conducidos por polleros que pagaban cuotas a las autoridades migratorias estadounidenses ya no morían en la frontera, y achacaba los decesos ocurridos al intento de algunas personas de pasar por su cuenta:

    Se batalla menos porque ahora se paga, antes no se pagaba y se batallaba más porque había que esconderse de los migras, y cuando te agarraban te deportaban y te dejaban días en la cárcel. Antes era más difícil de pasar y había más muertos y ahogados. Antes todos los días había ahogados, y ya pues, ya no ha habido; sí hay, pero son pocos, y se ahogan porque quieren pasar solos para el otro lado.

Las estadísticas oficiales confirman que a partir de 2005 se ha producido un descenso sostenido en el número de migrantes mexicanos fallecidos en la frontera. Sin embargo, este descenso es inferior a la caída de la migración subrepticia, de modo que la ratio entre fallecidos y migrantes aprehendidos al cruzar la frontera ha crecido (véase la tabla 5). Aunque los datos estadísticos sobre el número de muertes en la frontera están infradimensionados, y es posible que en los últimos años el recuento de los decesos sea más exacto que en años anteriores.

El despido de miembros de las redes para abaratar los costes de operación

Un proceso que parece haberse consolidado en los últimos años es una contracción del tamaño de las redes de contrabando de migrantes, con el objeto de abaratar los costes de operación; así minimizan los efectos de una pérdida de ingresos derivados del pago de cuotas. En algunos casos, los contrabandistas han recortado los salarios de las personas que les ayudan a operar las redes. Como dijo Donato (2012): "me queda menos dinero y a las personas que ayudan también se les paga menos por los gastos que hay". En otros casos, como aparece reflejado en los siguientes testimonios, las redes han prescindido de algunos de sus miembros para poder sobrevivir económicamente. Aunque el segundo efecto muchas veces ha sido derivado del primero; es decir, al mermar los salarios de los ayudantes empleados por los polleros, los primeros decidieron no continuar trabajando para los últimos. Como consecuencia, el número de tareas a realizar por cada uno de los integrantes de las redes se ha incrementado,

    Entre los que nos ayudamos somos tres, antes éramos cinco; pero como hay menos dinero pues a los otros dos no les convino y mejor ellos buscaron otra línea donde trabajar. (Gerardo 2012)

    Somos tres porque entre menos personas se ocupen se trabaja más, pero hay más dinero, porque el dinero que las personas pagan se usa para gastos, y de ahí mismo se cobra uno. (Gregorio 2012)

    Cada día es menos, un poco menos; pero por eso nada más tengo a una persona, que es con la que hago los tratos, y él me ayuda, y lo que queda es para nosotros. (Jaime 2012)

Por otra parte, algunas redes que desde tiempo atrás habían planeado integrar más personas dieron marcha atrás; después de valorar el problema de la pérdida de ingresos decidieron no dar empleo a nadie más, para no erosionar sus decrecientes ganancias. Las cuotas se incrementan de modo notable todos los años, pero ellos no pueden elevar sus tarifas en esa misma proporción porque entonces dejarían de tener clientes; por lo tanto, no pueden contratar más personas. Años atrás, cuando el coyotaje era un negocio más rentable, las redes no tenían inconveniente en ocupar más personas, ya que al incrementarse el número de participantes se agilizaba y facilitaba la operación de las mismas. En la actualidad los polleros se arriesgan menos a compartir sus ganancias con la incorporación de nuevos integrantes a la red o célula que ellos dirigen; prefieren trabajar más y asumir más tareas para no dividir sus ingresos.

    Habíamos pensado en ocupar a otro; pero también pensamos que si hay otro, hay que pagarle, y eso no nos conviene porque sería menos dinero para nosotros. (Gabriel 2012)

    Para llegar a San Antonio nos ayudan tres gentes, que son las que se necesitan; me han ofrecido a más gente pero no la empleo porque hay que pagarles. (Patricio 2012)

Décadas atrás, antes de reforzarse el control fronterizo, muchos contrabandistas de migrantes cruzaban la frontera estadounidense sin el apoyo de ningún ayudante. A partir de los años noventa, cuando se militarizó la frontera, estas redes se hicieron más complejas e incrementaron su tamaño para poder evadir más fácilmente la férrea vigilancia. Sin embargo, en los últimos años se ha producido el efecto inverso. Esta actividad ya no es tan lucrativa como lo era unos años atrás; pero tampoco comporta tantos riesgos como antes. Los acuerdos con las autoridades migratorias les permiten operar con más seguridad; como consecuencia, son cada vez más los contrabandistas que deciden operar solos para reducir los costos de operación y poder mantener sus ganancias:

    Yo trabajo solo por mi cuenta, yo no necesito ayudantes, yo hago el trabajo desde aquí y estando allá también trabajo solo. (Jorge 2012).

    Me ayuda una, y es la que nos renta la casa a donde llegamos, ya lo demás lo hago yo, los polleros que van más para allá, más lejos, ellos sí necesitan más ayuda, yo nada más tengo a una persona. (Marcelo 2012) Si alguien más te ayuda, tú vas a ganar menos, y pues, a mi no me conviene, comoquiera el que voy a trabajar voy a ser yo porque soy el que conoce más, no me conviene y mejor trabajo solo. (Orlando 2012)

Otro efecto de la decreciente rentabilidad de las redes de contrabando de migrantes es una disminución de las casas de seguridad utilizadas por los polleros a lo largo del trayecto. Esto reduce los costes de operación pero expone a los migrantes a un mayor estrés y agotamiento, ya que en las casas de seguridad los migrantes descansan y reponen fuerzas.

Conclusión

El contrabando de migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos es descrito tanto por académicos como por activistas sociales y autoridades gubernamentales como una actividad cada vez más compleja y lucrativa, que requiere la operación de redes extensas con nexos con el crimen organizado. Sin embargo, los resultados de esta investigación reflejan una situación diferente. Este negocio no lucra únicamente a los polleros, como años atrás; ahora éstos deben repartir sus ganancias con la delincuencia organizada y con las autoridades migratorias estadounidenses. Como consecuencia, algunas redes están despidiendo a algunos de sus miembros para reducir los costos de operación; otras han desistido de emplear a más personas, para sostener la rentabilidad de este negocio. El aspecto más llamativo es que cada vez más contrabandistas están decidiendo trabajar solos, sin la ayuda de nadie, para no renunciar a ninguna porción de los decrecientes ingresos que obtienen de su actividad.

Durante las dos últimas décadas la vigilancia de la frontera se reforzó con más patrulleros, con la construcción de más muros y bardas a lo largo de la misma, y con la adquisición de tecnología militar para detectar el movimiento de personas. Sin embargo, los entrevistados dicen que siguen cruzando la frontera con la misma facilidad que décadas atrás, debido a la construcción de acuerdos de beneficio mutuo con las autoridades migratorias. Las redes de contrabando de migrantes han comenzado a detraer el costo de los sobornos de sus gastos de operación; como resultado, en lugar de hacerse más grandes y sofisticadas, se están encogiendo. Incluso, las redes más complejas operan a través de células cada vez más simples.


Comentarios

* Este artículo es resultado del Proyecto No. 155901, titulado "Coyotaje y migración indocumentada en Tamaulipas", financiado por la Secretaría de Educación Pública y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (SEP/Conacyt).

1 Ley que se promulgó en 1924 y que no restringió la inmigración de trabajadores calificados.

2 Población rural del norte de Polonia.

3 Los términos contrabandista de migrantes, coyote, pollero, así como contrabando de inmigrantes y coyotaje, son utilizados como sinónimos.

4 Pago de un canon periódico realizado por las redes de contrabando de migrantes, proporcional al número de migrantes transportados y a la frecuencia con la que atraviesan un territorio específico controlado por un grupo delictivo concreto, que permite a los polleros, y a los migrantes que conducen, transitar seguros por ese territorio. Por lo tanto, cuando una red transporta a los migrantes por territorios controlados por diferentes organizaciones delictivas, ésta debe pagar un derecho de piso a cada una de estas organizaciones. Asimismo, en territorios extensos controlados por una misma organización delictiva deben hacerse pagos separados a cada líder regional de estas organizaciones.

5 Con el objeto de poner freno a la inmigración indocumentada en los años noventa, se implementó una política de prevención disuasiva, consistente en dificultar el cruce fronterizo para que los migrantes desistiesen de intentar su ingreso en Estados Unidos. En 1993 se desarrolló en El Paso la operación "Bloqueo"; en 1994 surgió en San Diego la operación "Guardián"; en 1995 se implementó en Arizona la operación "Salvaguardia", y en 1997 se inició en Texas la operación "Río Grande". Estas operaciones condujeron a una mayor vigilancia de las áreas más pobladas, utilizadas tradicionalmente por tres cuartas partes de los indocumentados que ingresaban en Estados Unidos; como consecuencia, los flujos migratorios se desplazaron hacia zonas desérticas de más difícil accesibilidad, con un incremento exponencial del costo económico y social de la emigración (las tarifas cobradas por los contrabandistas se incrementaron y el número de muertes se multiplicó).

6 Algunas de estas redes son tan simples que podría cuestionarse este término para definirlas. En este sentido, algunos "coyotes locales de la frontera", que transportan a los migrantes hasta sitios tan cercanos como el valle de Texas, trabajan solos. Sin embargo, el término red es adecuado porque la mayor parte de los casos estudiados, incluidos los polleros que operan estacionalmente, suelen apoyarse en tres o más personas: un empleador estadounidense (que sólo participa económicamente), un ayudante y el pollero, que es quien conduce a los migrantes a Estados Unidos. Además, hay que añadir el trabajo puntual de pateros que ayudan a los polleros a cruzar el río Bravo, y el de las personas que trabajan en las casas de seguridad utilizadas por diferentes polleros para descansar y reponer fuerzas. En el caso de las redes complejas que operan de modo sistemático, el número de personas involucradas es mucho mayor.

7 En el primer caso, se componen de una célula, y en el último, el número de células puede llegar a sumar más de una decena.


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Entrevistas

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32. Dionisio, contrabandista de migrantes de Tamaulipas de 33 años de edad. Enero de 2012.         [ Links ]

33. Donato, contrabandista de migrantes de San Luis Potosí de 45 años de edad. Enero de 2012.         [ Links ]

34. Edmundo, contrabandista de migrantes de Nuevo León de 37 años de edad. Febrero de 2012.         [ Links ]

35. Felipe, contrabandista de migrantes de Tamaulipas de 32 años de edad. Marzo de 2012.         [ Links ]

36. Gabriel, contrabandista de migrantes de Puebla de 32 años de edad. Septiembre de 2012.         [ Links ]

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39. Humberto, contrabandista de migrantes de Tamaulipas de 41 años de edad. Abril de 2012.         [ Links ]

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Fecha de recepción: 12 de febrero de 2013 Fecha de aceptación: 26 de septiembre de 2013 Fecha de modificación: 15 de octubre de 2013