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Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.49 Bogotá mayo/ago. 2014

 

Bricheros: sexo, raza y etnicidad en contextos turísticos *

José María Valcuende del Río - Rafael Cáceres Feria

Doctor en Antropología por la Universidad de Sevilla, España. Profesor del Departamento de Antropología Social de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (España) e investigador invitado de la Facultad de Filosofía y el Aula de Derechos Humanos de la Universidad de Cuenca (Ecuador), proyecto Prometeo (SENESCYT). Entre sus últimas publicaciones están: Amazonia: viajeros, turistas y poblaciones indígenas. Tenerife: Editorial Pasos (2012), y Estudios de diversidad sexual en Iberoamérica (coautoría con M. Marco y R. Alarcón). Sevilla: Editorial Aconcagua (2013). Correo electrónico: jmvalrio@upo.es

Doctor en Antropología por la Universidad de Sevilla, España. Profesor del Departamento de Antropología Social de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (España). Entre sus últimas publicaciones están: Las apariencias engañan. Conservación, sociedad local y relaciones de poder: el Caso de Caño Negro (Costa Rica). AIBR 8, n° 3: 369-394 (2013) (coautoría con Javier Escalera Reyes y Antonio Díaz Aguilar); Historia cultural del flamenco (coautoría con Alberto del Campo). Córdoba: Editorial Almuzara (2013), y Herreros y cantaores: el trabajo de los metales en la génesis del flamenco. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares LXVIII, n° 2: 445-467 (2013). Correo electrónico: rcacfer@upo.es

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res49.2014.06


RESUMEN

El desarrollo del turismo en Perú ha venido acompañado de la aparición de la figura del brichero. Un neologismo utilizado originalmente para denominar a los hombres, de origen andino, que buscan encuentros sexuales con extranjeras. En este artículo, estudiamos la relación entre sexo y turismo partiendo del análisis de fuentes de diversa naturaleza. Nos interesan especialmente las transformaciones discursivas del bricherismo, tanto en el contexto turístico como en el de la sociedad nacional. El análisis sobre la significación que adquieren las relaciones sexuales y afectivas entre población local y turistas nos permitirá aproximarnos a las estrategias de dominación y subversión, marcadas por un fuerte componente racial y de género, que se activan en los escenarios turísticos.

PALABRAS CLAVE

Perú, brichero, turismo, sexo, cultura.


Bricheros: Sex, Race and Ethnicity in Tourist Settings

ABSTRACT

The development of tourism in Peru has generated a new social phenomenon: the bricheros. This new term applies to Andean men who regularly seek to engage in sexual intercourse with foreign female tourists. In this paper, we examine the relationship between sex and tourism different case studies. We are particularly interested in studying the discourse dimension of bricherismo and its transformations in relation in both the tourist scene and the national context. Our analysis of the different meanings of sexual and affective relations between tourists and the local population will permit us to unveil the domination and subversion strategies brought into play in tourist contexts, which are usually in close connection with racial and gender issues.

KEY WORDS

Peru, brichero, tourism, sex, culture.


Bricheros: sexo, raça e etnicidade em contextos turísticos

RESUMO

O desenvolvimento do turismo no Peru vem acompanhado do surgimento da figura do brichero. Um termo utilizado originalmente para denominar os homens de origem andina que procuram encontros sexuais com estrangeiras. Neste artigo, estudamos a relação entre sexo e turismo ao partir da análise de fontes de diversa natureza. Interessa-nos, especialmente, as transformações discursivas do bricherismo, tanto no contexto turístico quanto no da sociedade nacional. A análise sobre a significação que as relações sexuais e afetivas entre população local e turistas adquirem permitirá aproximar-nos das estratégias de dominação e subversão, marcadas por um forte componente racial e de gênero, que se ativam nos cenários turísticos.

PALAVRAS-CHAVE

Peru, brichero, turismo, sexo, cultura.


Turismo sexual y sexo en el turismo

El análisis sobre las consecuencias económicas y culturales asociadas a los "intercambios" que supone el turismo ha dado lugar a una profusa literatura. La actividad turística no puede ser interpretada en clave monolítica (Valcuende, Murtagh y Rummenhoeller 2012); pese a ello, asistimos habitualmente a una visión maniquea que pone de manifiesto un debate ideológico inseparable del debate científico. Por una parte, los planteamientos que inciden en sus beneficios, equiparando turismo con crecimiento económico, y éste, con desarrollo. Por la otra, los posicionamientos que entienden el turismo como un proceso de neocolonización (Nash 1977), en el que modernización, desarrollo y crecimiento se contraponen a destrucción cultural, invasión o enajenación.

Si el estudio del turismo no está exento de prejuicios, el de la de la sexualidad lo está aún menos. Mientras que no hay problema para aceptar las diferencias en el comportamiento humano en función de los contextos culturales, al tratar sobre las prácticas sexuales se da por hecho que sus significados son iguales o varían muy poco en cualquier ámbito. Incluso, cuando se habla de diversidad sexual, se suele hacer referencia a un conjunto bastante limitado de categorías sexuales (homosexualidad, bisexualidad o transexualidad), interpretadas desde una "versión" occidental (Cáceres 2013). De este modo, en la literatura sobre turismo sexual se habla de prostitución, pederastia, homosexualidad... como si fuesen categorías universales. ¿Habría que considerar prostitución cualquier intercambio sexual que implique una transacción monetaria o material? ¿Tiene el mismo significado en Cuba, Senegal o el Amazonas? En los análisis sobre la sexualidad humana se olvida de manera habitual su carácter fundamentalmente simbólico (Plummer 1991, 151).

Para poder comprender los comportamientos sexuales hay que entender la desigual significación de las prácticas en función de los contextos. Somos conscientes de que la sexualidad, como parte de la cultura, está sometida a los efectos del proceso globalizador, y es palpable que los esquemas sexuales occidentales se convierten en hegemónicos, pero la globalización no es sinónimo de homogeneización cultural. A la vez que se expanden determinadas pautas, se producen procesos de diferenciación a partir de hibridaciones culturales (García 1997; Appadurai 2001). ¿Podríamos hablar de hibridaciones de la sexualidad? (Cáceres 2013).

El análisis del turismo sexual, como no podría ser de otra manera, es heredero directo de esta visión prejuiciosa sobre el turismo y sobre la sexualidad, independientemente de que esta última, tal y como señala Rubin (1989), esté habitualmente gravada con un exceso de importancia. Las primeras investigaciones sobre sexo y turismo insisten en la asimetría de las relaciones entre turistas y anfitriones. Unas ponen el acento en el carácter colonialista de las mismas, mientras que desde enfoques feministas se interpretan como una manifestación más del patriarcado que implica la explotación de las mujeres del Tercer Mundo (Enloe 2000). Desde estos enfoques, se equiparan turismo sexual y prostitución (Jeffreys 2000; Leheny 1995; Truong 1990; Graburn 1983) y se define el arquetipo del turista sexual: hombre occidental, heterosexual, de clase media. Las relaciones entre los turistas y la población local estarían marcadas por una doble desigualdad (sexo y clase social), en un marco geopolítico que reproduce la dualidad colonizador/colonizado.

Si bien no podemos desdeñar las aportaciones de estas perspectivas globales que relacionan el desarrollo turístico y el surgimiento de una industria de explotación sexual, se revelan insuficientes para comprender las múltiples relaciones que existen entre turismo y sexo. Con frecuencia se olvida que la prostitución no es un producto del turismo; en numerosos casos, existe mucho antes de la llegada de los turistas (Cohen 1982; Aramberri 2005). Ni tampoco es un fenómeno unitario, como nos recuerda Cohen (1982) en su análisis de la relación entre prostitutas tailandesas y extranjeros.

Para intentar superar las limitaciones de estas aproximaciones, se ha insistido en la complejidad que encierra el denominado turismo sexual, poniendo el acento en la variedad de clientes y motivaciones que hay en los encuentros entre la población local y los turistas. Una puerta para explorar esa complejidad quedó abierta a medida que se ha ido difuminando el arquetipo del turista sexual: no son sólo hombres de clase media heterosexuales los que se desplazaban en busca de sexo. Primero salieron a la luz mujeres occidentales y heterosexuales que durante sus vacaciones se trasladan a diversas partes del mundo en busca de sexo (Pruitt y LaFont 1995; Meisch 1995; Dahles y Bras 1999; Herold, García y de Moya 2001; Jacobs 2010); posteriormente fueron visibilizados e incorporados en los análisis los hombres y mujeres homosexuales que viajan con el mismo fin (Hughes 1997; Pritchard, Morgan y Sedgely 1998).

Los trabajos sobre "turismo sexual femenino" implicaron un replanteamiento sobre los motivos y la naturaleza de las relaciones turista/anfitrión, surgiendo interpretaciones muy dispares. Unas perspectivas reconocen la situación de poder de estas mujeres, y tratan de marcar diferencias con el "turismo sexual" masculino, al poner el énfasis en la afectividad, dando lugar al concepto turismo romance (Pruitt y LaFont 1995), que se desmarca del turismo de prostitución. Para algunos autores este tipo de vínculos tendría una vertiente positiva, ya que servirían para subvertir las relaciones de género y explorar nuevas formas de articular masculinidad y feminidad (Pruitt y LaFont 1995). Pero no todos los autores aceptarán esta interpretación. Desde el feminismo radical se insistirá en que no hay diferencia entre estas prácticas y las que llevan a cabo los hombres, independientemente de la forma más o menos romántica de estos contactos (Albuquerque 1999; Sánchez 2001). Otras investigaciones señalan la dificultad de clasificar los encuentros entre mujeres y turistas en los términos definidos por la dicotomía turismo sexual y de romance, ya que fácilmente se puede pasar de un extremo a otro. Esta perspectiva ha implicado una conceptualización más amplia, a partir del turismo de compañía (Herold, García y de Moya 2001). Estas últimas investigaciones inciden en una perspectiva planteada décadas antes por Cohen (1982), que insiste en la variedad de situaciones que se dan entre pobladores locales y turistas, ya sean hombres o mujeres (Cabezas 2004; Bauer y Mckercher 2003; Opperman 1999). Si las relaciones sexuales entre mujeres turistas y hombres locales no son homogéneas, tampoco lo son los encuentros entre hombres turistas y mujeres locales. Asociar exclusivamente el turismo de prostitución a los hombres y el turismo romance a las mujeres implica victimizar a estas últimas, independientemente de su desigual posición de poder, reforzando una visión netamente "biologicista", que legitima esta posición de una forma unidireccional y ahistórica.

El debate en torno al turismo sexual ha alcanzado una mayor amplitud con los inicios de investigaciones sobre turismo gay, a mediados de los noventa. El hecho de que los productos turísticos homosexuales se desarrollasen primero en Europa y Estados Unidos, y no en Asia, donde se centraron inicialmente las investigaciones sobre turismo sexual, contribuirá a este tardío interés por estos grupos (Luongo 2000, 109-110), aunque para algunos autores esta dejadez no es más que un reflejo del desinterés de los investigadores del turismo por las perspectivas y experiencia de los grupos marginados (Humberstone 2004, citado por Hughes 2006). Estos trabajos se ocupan más de la vinculación entre sexo y orientación sexual que del turismo sexual gay (Hughes 2006, 4). Uno de los temas más debatidos es la importancia que tiene el sexo para los gays a la hora de planificar sus viajes. Mientras que distintos autores insisten en su centralidad (Clift y Forrest 1999), otros consideran que no hay mucha diferencia con el turismo heterosexual (Hughes 2006). En cambio, hay bastante unanimidad en reconocer la preferencia de los homosexuales por destinos donde pueden relacionarse abiertamente con otros gays (Hughes 1997; Pritchard et al. 2000; Monterrubio 2008). La relación entre turismo e identidad gay es el tema central de muchos trabajos que consideran relevante el papel de esta actividad en la construcción y reafirmación de la identidad homosexual (Monterrubio 2008; Waitt y Markwell 2006; Hughes 1997). El trasladarse a otros lugares supone a menudo una liberación de ambientes heterosexistas, que facilita las relaciones con otros gays, en un contexto liminar (Hughes 1997; Ryan y Hall 2001). 1 En una mayor sintonía con los trabajos sobre turismo sexual heterosexual están aquellos que se han ocupado de la relación entre turismo, homosexualidad y sexo por dinero (De Moya y García 1999; Padilla 2007; Amador, Arroyo y Segrado 2010).

Una visión más compleja, que aporta nuevas perspectivas, es la que propone vincular procesos de interacción entre turistas y población local a partir de la articulación de diversas variables (edad, sexo, género, "raza", etnia, nacionalidad y clase social). Si bien un elemento clave para analizar estos fenómenos es la diferencia de clases, no hay que olvidar que esta variable interactúa con otras como el género, la raza, la edad o la nacionalidad, generando una fuerte jerarquía de poder y oportunidad en este turismo (Sánchez 2010, 62). Así, en el Caribe, negras y mulatas ocupan una posición privilegiada en el mercado sexual (Kempadoo 2001; Alcázar 2010). En Cuba, el color de la piel o el género son determinantes a la hora de interpretar el acercamiento entre turistas y cubanos. Se considera jineterismo o turismo sexual, las relaciones que se establecen entre un extranjero y una mujer negra o mulata. En cambio, si la cubana es blanca, no sería prostitución, sino que adquiere connotaciones menos negativas, de "turismo romance". También se valora de forma muy diferente si la relación con un turista es de un cubano o de una cubana. Mientras que el término jinetera está asociado a prostitución, jinetero tiene connotaciones positivas, de "luchador" (Alcázar 2010).

Se ha destacado que en la imaginación y en el deseo de los turistas, los hombres y mujeres locales aparecen fuertemente sexualizados y racializados (hipersexualizados e hipercorporalizados), en especial en el Caribe (O'Connell y Sánchez 1999; Kempadoo 2001; Alcázar 2010). Estos deseos son explotados por el sector turístico para atraer visitantes. La demanda de turismo sexual va íntimamente unida a discursos que naturalizan la desigualdad de clase, género y raza (O'Connell y Sánchez 1999). Los turistas que buscan sexo en países del Tercer Mundo utilizan estas diferencias para reforzar su identidad y su posición de superioridad frente a los nativos (Kempadoo 1999; Sánchez 2000; Piscitelli 2004), aunque también, como veremos luego, el nativo que busca sexo con turistas puede asimismo instrumentalizar una relación que le permite acceder a otros cuerpos que le proporcionan beneficios económicos, y también estatus. No podemos olvidar el carácter diverso, complejo y bidireccional en el que se produce este tipo de relaciones. En todo caso, creemos que un análisis en profundidad de cualquier fenómeno calificado como turismo sexual pasa por considerar no sólo el punto de vista del turista sino también el del autóctono, y tener presente el significado de la sexualidad en los diferentes contextos culturales. Nos parece mucho más enriquecedor analizar casos concretos que aplicar esquemas preconcebidos a cualquier situación, homogenizando procesos singulares.

Sexo y turismo en Perú: de charapitas "ardientes" y bricheros "incas"

El fin del conflicto con Sendero Luminoso abrió en Perú, en la década de los noventa del siglo pasado, un período de reactivación y desarrollo del sector turístico (Babb 2011). A diferencia de otras zonas de América Latina, el turismo peruano no se vincula en principio a sol y playa (sun, sand, sex). El turismo se focaliza fundamentalmente en las ciudades coloniales, centros arqueológicos y espacios "naturales" (Cuzco, Paracas, lago Titicaca, Puerto Maldonado, Iquitos, Lima.). Perú ha estado fuera de los circuitos de turismo sexual, que sí han alcanzado un importante desarrollo en algunas áreas de países vecinos como Brasil. Hasta la fecha, la explotación sexual ha estado ligada a otras actividades. Así, desde hace décadas se viene denunciando la explotación de niños, niñas, mujeres y adolescentes en los campamentos mineros amazónicos (Arruda et al. 2009), o incluso en los contextos urbanos, en función del servicio doméstico, asociado habitual-mente con la explotación sexual y el tráfico de personas, que se nutre de las áreas más pobres del país.

Sin embargo, y en función de la creciente importancia del turismo, comienzan a aparecer noticias en distintos medios de comunicación que advierten del creciente desarrollo del turismo sexual (Babb 2011), iniciándose campañas de alerta, 2 en especial en la capital del país, pero también en otras áreas en las que el comercio sexual parece vincularse progresivamente a la actividad turística, siendo Iquitos, la capital de Loreto, el centro emblemático del turismo sexual, donde operan "gringeras" y "maperos" (asociados habitualmente a la prostitución).

El desarrollo del trabajo sexual en una ciudad de paso como Iquitos es previo al turismo, y se explica por su situación "fronteriza" respecto a la Amazonia. Sin embargo, el negocio del sexo se ha ido insertando en esta actividad. El sexo como negocio en el mercado turístico está asociado a una imagen que incide en el carácter hipersexuado de los amazónicos en general y de las mujeres en particular. De hecho, la fascinación de los turistas y viajeros por las mujeres de la Amazonia no es nueva ni exclusiva de Perú: ya desde el siglo XIX encontramos relatos que describen su belleza y sensualidad (Funes y Goncalves 2013). La sexualización de estas mujeres se evidencia de forma clara en los contextos de interacción entre poblaciones amazónicas y andinas, a partir de toda una serie de imágenes y estereotipos que se reproducen en la lectura de los cuerpos (Arruda et al. 2009).

En la Amazonia noroccidental, actualmente el interés de los "turistas sexuales" está ligado a la "charapita", 3 calificada en el mercado sexual, incluida la pornografía, como "ardiente" o "caliente". Una figura fuertemente exotizada a partir de una supuesta sexualidad primitiva y más "natural", a la que se asocia un carácter fogoso.

La relación sexo y turismo, en el caso amazónico, reproduce a priori una situación que estaría más próxima a la imagen global sobre las relaciones de dominación que se establece en el turismo sexual y en la prostitución. Sin embargo, en otros contextos turísticos peruanos, el vínculo entre sexo y turismo es distinto, y está unido a la figura del brichero, conocido también como "cazador de gringas". Una denominación en la que profundizaremos posteriormente, conectada al mundo andino y que, en principio, hacía referencia a los hombres que buscaban relaciones afectivo-sexuales con turistas.

La figura del brichero es especialmente interesante a la hora de pensar sobre el sexo en el turismo, y cuestionar la asociación automática de este fenómeno con la prostitución o con relaciones de poder de carácter unidireccional.

Ahora no son las mujeres el referente a partir del que se construye un imaginario sexual, ni son sólo los hombres los que buscan sexo en los destinos turísticos. En este caso, la centralidad del cuerpo no es tan relevante como en otros contextos (Caribe, Amazonia.), y hay elementos discursivos e identitarios (asociación con un mundo mágico y ancestral supuestamente vinculado a los incas) que adquieren un plano central y que se reactivan tanto en la relación con los turistas como en el seno de una sociedad nacional, que, a partir de la figura del brichero, cuestiona y discute una identidad, en la que se articulan el sexo, la clase, la raza y la etnicidad, denostando o ensalzando la figura de los hombres, y también de las mujeres, que buscan a los turistas.

Breves planteamientos metodológicos

El planteamiento inicial de este texto es que el bricherismo es una resignificación moderna de unas señas de identificación que articulan referentes de identidad nacionales, que son potenciados y al mismo tiempo cuestionados a partir del desarrollo turístico. Pretendemos reflexionar sobre los procesos de dominación o de subversión que implica el bricherismo, tanto en la relación con los turistas como en el marco de la sociedad nacional. Para desarrollar esta propuesta, hemos recurrido a una metodología que implica el uso de técnicas diversas.

Partimos de nuestra propia experiencia como antropólogos que hemos desarrollado diversas investigaciones sobre turismo de base local desde 2006, a través de las cuales accedimos a contextos de interacción entre turistas/población local en Cuzco, Amazonia occidental o Lima, donde realizamos entrevistas de carácter informal a turistas, guías y bricheros. A su vez, nuestra presencia -como ¿científicos, gringos, 4 turistas?- nos ha proporcionado un material de primera mano. Una segunda técnica está relacionada con el análisis de la ingente información que podemos encontrar sobre este tema en foros y páginas de internet, que nos han permitido contrastar discursos en relación con las diferentes narraciones sobre los bricheros. Por último, dedicamos una especial atención al análisis de textos literarios y filmografías centrados en el bricherismo, fundamentalmente cuentos, novelas, películas, cortos, pero también publicidad y guías turísticas.

Como vemos, a través de esta metodología nos podemos aproximar de forma holística y exploratoria al análisis de los contextos y de los discursos sobre los bricheros. Unos discursos que adquieren una significación plural, en la que se ponen de manifiesto no sólo las complejas relaciones entre turistas y pobladores locales, sino también las relaciones de poder que caracterizan a una sociedad fuertemente racializada.

Los bricheros en el contexto turístico

En la década de los setenta, los Andes y el mundo inca se habían consolidado como destino turístico. El desarrollo de los vuelos chárter desde Europa y las nuevas condiciones sociopolíticas favorecieron que jóvenes y militantes de izquierdas encontrasen en Perú los valores y la espiritualidad ligados al mundo campesino e indígena. Este turismo se irá incrementando, diversificándose el perfil del turista hasta la década de los ochenta (Raymond 2004, 61-62).

La figura del brichero surge en esa década en la ciudad de Cuzco. 5 Posteriormente, este término se popularizará en todo Perú. Desde los años ochenta, en los que los bricheros eran asociados con indígenas, mestizos y hombres en una ciudad concreta, hemos pasado a la expansión geográfica y discursiva del término. De hecho, bricherismo es un vocablo que nace y hace referencia a los contextos y procesos de interacción turísticos, pero que hoy es utilizado en otros ámbitos que trascienden esta actividad, cumpliendo un papel central en la redefinición de las señas de identidad de un país en el que ha arraigado fuertemente la publicitada marca Perú. 6

La popularización de este término se produce a partir de la progresiva expansión del turismo y de los desplazamientos de determinados sectores vinculados a esta actividad: vendedores, artesanos, y especialmente los guías, que presentan importantes niveles de movilidad temporal entre ciudades, en función de las demandas del sector turístico. Una segunda razón está relacionada con la relevancia que ha adquirido el mundo andino (Cuzco, especialmente) como uno de los referentes centrales de la identidad peruana, en un proceso de recuperación de señas de identidad y de empoderamiento que ha pasado por una cierta mistificación de la cultura inca. 7

No es casual que Cuzco sea el lugar de origen de esta denominación. Posiblemente es uno de los enclaves en los que se explicitan de forma más evidentes las contradicciones que genera el turismo. 8 Su carácter monumental y la presencia del emblemático Machu Picchu contribuyeron a darle una merecida fama. Popularidad que es recreada por viajeros, por literatos e, incluso, por la propia filmografía, que refleja un contexto envuelto en un halo de exotismo, que atraerá a importantes personalidades extranjeras y a un turismo "alternativo" de carácter vivencial, que buscó y busca aproximarse a un mundo "místico". 9 Para Navarro (2011), a partir de un proceso de hibridación, se escenifican las fiestas, la comida, la música, la artesanía, la medicina (tendencia novo andina), que se pone también de manifiesto en la estética y los discursos asociados a los cuerpos de esta creación moderna y "tradicional" que denominamos bricheros, "que hacen de la forma de vida andina una manera de subsistencia" (Navarro 2011, 193-194).

Los turistas que se aproximan a esta ciudad van con la intención de conocer los monumentos de una ciudad colonial, pero buscan, a la vez, divertirse y conocer a sus gentes, los "verdaderos" peruanos. De este modo, y al igual que se reinventa una ciudad atemporal fuera del espacio y del tiempo, también se recrean unos descendiente incaicos, dispuestos a mostrar a los turistas los secretos más profundos de su cultura.

El turismo ha generado una importante actividad, que se plasma en la transformación (turistización) de algunas zonas urbanas (especialmente, el centro), apareciendo negocios y servicios, que en cierta medida debían ser cubiertos por la población local, que comienza a encontrar en el turista una fuente de ingresos importante, habitualmente en el ámbito de la economía informal. No es extraño, en este contexto, que el bricherismo esté asociado de una forma muy directa, precisamente, con los grupos que han tenido un contacto más estrecho con los turistas. Entre éstos, podemos destacar el caso de los guías; al fin y al cabo, el brichero se presenta como un amigo con el que se puede conocer la ciudad, a cambio de "pasarla bien". 10Pero si los guías han tenido un papel importante en el desarrollo del bricherismo, también lo han tenido aquellos con un contacto más directo con los turistas: personal de servicios de bares y discotecas, artesanos, músicos... Por sus ocupaciones, estos trabajadores están habituados a tratar con los turistas, conocen sus claves culturales y, frecuentemente, su idioma. A su vez, este tipo de trabajos permite acceder al mundo creado para los turistas y buscar en ellos un complemento económico a ocupaciones que se caracterizan tanto por la movilidad como por la precariedad. 11

Los contextos de interacción entre turistas y bricheros se vinculan fundamentalmente a espacios turísticos, a los escenarios conformados para visitantes. De hecho, la industria turística ha propiciado puntos de encuentro en torno a los lugares monumentales y a una amplia oferta de locales de ocio. La presencia de los "cazadores" de turistas ha sido especialmente significativa en zonas como la Plaza de Armas, o en bares y discotecas, pero también en nuevos contextos; no podemos olvidar el carácter dinámico del bricherismo. Así lo señala Martínez (2008) al referirse a los cibercafés, donde su presencia es habitual, a medida que es cada vez es más frecuente el uso de internet, tanto para propiciar encuentros en la ciudad, e incluso antes de la llegada del turista, como para hallar información que permita a los extranjeros conocer mejor la ciudad que visitan.

Las características de los lugares de encuentro y las formas de operar entre bricheros y turistas nos ayudan a comprender el cambio cualitativo que significa la actividad turística, entendida no sólo como un hecho foráneo y provisional, sino como una realidad profundamente asentada en determinados contextos. Para el brichero, el encuentro con el visitante representa, entre otras cosas, la posibilidad de acceder a determinadas cuotas de consumo. La gringa o el gringo garantizan viajar, comer en restaurantes, discotecas, copas, practicar idiomas e, incluso, acceder a cuerpos exóticos 12., pero también estatus, a partir de la proximidad a un cuerpo cuya lectura social define una posición de poder. Si el estereotipo del brichero es el de un indígena o mestizo, el del gringo es el de un blanco.

Pasear de la mano de una turista da prestigio y genera al mismo tiempo desconfianza, invirtiéndose aparentemente un orden social en el que el color de piel también define posiciones sociales: "Como le contaba, la gente nos ve como a bicho raro. Cuando camino por la calle bien aparrado de una gringa, al instante percibo sus miradas que dicen: 'feo y enano y con una gringa mamacita'" (Guevara 2007 [1989], 15).

El turista, a su vez, busca el exotismo no sólo en los paisajes, también en unos cuerpos deseados y disponibles. Viajar de la mano de un poblador local lo aleja de la programación de la visita turística, y le permite acceder a lo que MacCannell (1976) define como la trastienda del destino turístico. Estar con un brichero puede significar sexo, pero también amistad, afecto, transcendiendo así la posición del vulgar "turista", para pasar a la categoría más notable de "viajero". Estos elementos marcan las normas en las que se desarrolla el encuentro para unos y otros, y ambos juegan sus cartas.

La relación entre turistas y bricheros viene marcada por la intensidad, ya que tienen que interactuar en un tiempo corto, determinado por el billete de vuelta del turista. Esto hace que generalmente los encuentros sean breves, lo que permite a los bricheros mantener un elevado número de relaciones a lo largo del año, y que esta "forma de vida", en muchos casos, sea complementaria de otras actividades. 13 Un próximo adiós obliga a apurar el tiempo, en especial para los turistas, que pronto regresarán a su vida rutinaria, abandonando su exótica ciudad y un no menos exótico amante, en el caso de que el brichero no consiga su último fin, atravesar el bridge, y cumplir aquella máxima que señala que "hay tres formas de salir del país: en barco, en avión y en gringa". 14

En la ciudad de la magia, todo es posible; ésta es la ficción que asumen tanto los bricheros como los turistas. Y a pesar de la "excepcionalidad" de cada uno de estos encuentros, lo cierto es que hallamos ciertas regularidades en lo que, siguiendo a Zanotti (2013), podemos considerar un tercer espacio, en el que se generan transformaciones tanto para una parte de la población local que ha interiorizado, mejor dicho, corporizado la práctica turista como para el propio turista.

El encuentro, aunque buscado, posiblemente tanto por el turista como por el brichero, es perfectamente programado por el segundo, que está preparado, parafraseando a Mario Guevara (1995), para cazar gringas. Un buen brichero sabe cómo actuar, y a pesar de la planificación, el encuentro siempre parecerá casual, y motivado, o bien por la belleza del o la turista, o bien por sus ganas de conocer otras costumbres, idiomas, etc., o bien por ambas cosas a la vez. ¿Cuándo llegaste a la ciudad? ¿Es la primera vez? ¿Qué otros sitios de Perú conoces? ¿Te gusta Perú? ¿Cómo es tu país? ¿Qué te parece la comida?... son algunas de las entradas que propician el inicio de una conversación, que puede derivar en pasar una tarde, un día o varios días. mientras el turista permanezca en la ciudad, e incluso en el país.

Representaciones y discurso en torno a los bricheros: héroes, villanos y supervivientes

En el caso de los hombres, el "verdadero" brichero es fundamentalmente un indígena, o bien un mestizo, que se dice descendiente de los incas. La piel trigueña, el pelo negro y largo, la nariz prominente, cintas en el pelo, usa chaleco, toca algún instrumento musical y maneja algunas palabras en quechua, además de defenderse en inglés. son algunas de las características ideales a partir de las que se representa y es representado. Es cierto que muchos bricheros no responden a este ideal, y que incluso las características estéticas se han ido modificando. 15 Pero en el nivel discursivo se produce una doble vinculación que tiene un especial interés. La primera es la relación entre grupos subalternos y bricherismo. La segunda es el vínculo discursivo entre estos colectivos subalternos y peruanidad a partir de una supuesta o real conexión con los incas (el "verdadero" brichero es el cuzqueño). Este doble vínculo tiene un cierto carácter subversivo, por cuanto invierte las relaciones de poder en una sociedad fuertemente racializada, donde el color blanco de la piel es un símbolo evidente de poder corporizado.

    "Para ser brichero hay que asumir nuestra propia nacionalidad, e inclusive asumir una actitud crítica contra la basura racista, es por eso que con orgullo puedo decir que ser peruano es lo mejor que a una persona le puede suceder; me encuentro ahora en Alemania y solo me queda alentar a los que se inician en esta actividad para que asumen el bricherismo con profesionalismo y seriedad, orgullosos de nuestras raíces". (Blog Brichero 16)

Sus conocimientos ancestrales, su galantería, su capacidad de seducción, y también su hombría, son la carta de presentación de la peruanidad ante unas mujeres, especialmente deseadas, en las que se corporizan elementos profundamente imbricados: posición económica, estatus, poder, belleza (asociada al color blanco de la piel).

Frente a este retrato heroico se contrapone, en el peor de los casos, la imagen de un "villano" miserable que vive de engañar, robar o vender drogas a las turistas, en el caso de los hombres, o de prostituirse con turistas, en el caso de las mujeres (posteriormente analizaremos las diferencias de género), y en el mejor, la del "pícaro", un superviviente que encuentra en el bricherismo una de las pocas puertas abiertas a un mundo que no le corresponde y al que no podría acceder de otra forma: "que bien que se vayan a otros países llevados por gringas crudas... así el Perú se limpia de la porquería de raza que son la mayoría de serranos hijos de puta. sigan así. hasta que aquí no quede ni uno" (Blog Brichero 2010). 17

Desde este discurso, es este "villano" el que da mala fama a las ciudades turísticas y, por ende, al país. 18 De hecho, las guías turísticas especializadas han empezado a incluir detalles sobre el bricherismo, y a hacer recomendaciones a las mujeres:

    Sí, francamente, los bricheros son más o menos prostitutas. Si sabes esto y aún eliges ir allí, bien. Nosotros somos adultos consentidores, y el sexo ocasional mientras viajamos no es nada nuevo. No tomes las cosas melodramáticas demasiado en serio. En la cultura latina es común hablar de amor, mucho más que en las culturas occidentales, el brichero no espera realmente que creas sus sentimientos altisonantes, y realmente no puede entender por qué te alteras cuando te enteras de que tiene otras dos novias gringas, por no hablar de la esposa peruana y de los niños. (Miranda et al. 2010)

Pero tras los relatos del villano y el héroe está la imagen del superviviente, frecuentemente reproducida en la literatura. 19 Las relaciones de poder se convierten habitualmente en el ámbito de reflexión de una buena parte de los textos literarios. El brichero, a pesar de ser conquistador, se nos muestra como conquistado al albur de los caprichos de las turistas, tal y como lo pone de manifestó Guevara en Cazador de gringas. Siguiendo la línea argumental de este cuento, nos encontramos el corto El brichero (2003), producido por José Manuel Motta, 20 y la película peruano-sueca de César Galindo, Gringa (2010). En ambos, el brichero es engañado por una gringa que forma parte de una red de venta de órganos. La historia, aunque nueva, enlaza con el mito constantemente renovado en la sociedad peruana del pishtaco. Y es que, tal y como señala Cox (1996), entre ambas figuras, a pesar de las diferencias, se pueden encontrar ciertos paralelismos, por cuanto "Lo que los une es que el pishtaco y el brichero son símbolos de la penetración económica imperialista en el Perú y reflejan épocas distintas y, a la misma vez, coetáneas de la historia económica peruana" (Cox 1996).

El pishtaco es un personaje mítico, habitualmente extranjero, que se dedica a extraer la grasa de sus víctimas, y que habría surgido en la época de la invasión militar española. El brichero, por el contrario, es alguien que se dedica a vivir de los extranjeros, aunque en determinadas interpretaciones se transforma en un instrumento de éstos. 21

En estos relatos literarios y cinematográficos se incide en el poder de unos turistas que, en función de sus posibilidades económicas, acaban por imponer las reglas del juego. Para Vich (2007, 159-160), "el brichero encarna alguna de las tensiones básicas -económicas y culturales- que se producen en un país periférico en su voluntad de participar en las lógicas del mundo contemporáneo".

El papel que desempeñan los turistas en esta relación es tratado por el escritor y exbrichero Guevara (1995) en otro cuento, donde nos aproxima en tono sarcástico a las diferentes expectativas de las turistas y de los bricheros. El guía de este relato hace algunas recomendaciones a los turistas, mostrándonos un personaje que, en buena medida, reproduce algunos elementos del brichero. De hecho, en uno de los pasajes de este cuento, de nuevo aparece esta figura cuando se dirige a las turistas y les recomienda burlonamente:

    Y usted amiga turista, que se enamora rápidamente de un brichero al descubrir en el lecho a un bárbaro latino que supera ampliamente las técnicas del Kamasutra, no le pregunte por su pasado ni nada por el estilo, sino cásese sin condiciones y lléveselo a su país. Y por favor no lo muestre a sus amistades como souvernir porque le irritaría. Si allí pasa encerrado todo el día mirando la televisión, no le diga que vaya a trabajar ya que heriría su extrema susceptibilidad. Y antes que se aburra de usted y se decida por otra gringa, cómprele el pasaje de vuelta y regréselo a nuestro país. (Guevara 1995, 28-29)

Género, sexualidad y raza

Como vemos en los relatos anteriores, las relaciones de poder están constantemente presentes en las narraciones que recrean los encuentros entre turistas y bricheros. En estas relaciones cumplen un papel central la etnia y/o los rasgos raciales que convierten al indígena o al mestizo (cholo) en el representante de la peruanidad ante los otros peruanos no deseados, aquellos que por sus características raciales definen las posiciones de poder, aunque no sean el oscuro objeto de deseo de las extranjeras: los blancos. En este contexto, no sorprende que se activen discursos y narraciones en los que la masculinidad ocupa un plano central.

Si la masculinidad está indisociablemente vinculada a la idea de "peruanidad", los bricheros suponen, en cierto sentido, una amenaza a la masculinidad hegemónica, por cuanto sus relaciones con las "blanconas" subvierten el orden natural de las cosas al poner en cuestión la frontera que separaba a las mujeres blancas de los grupos subalternos (indígenas y mestizos). Posiblemente, es en la película de 2001 Bala perdida de Aldo Salvini, basada en la novela Noche de cuervos, donde se evidencia de forma más clara una lucha por la masculinidad, en la que de forma descarnada se refleja la oposición entre el que fuera el centro del mundo, Cuzco, y el centro de la modernidad, Lima. Un grupo de jóvenes, "malcriados" y pitucos limeños deciden ir a Cuzco, adentrándose en un contexto que acaba sobrepasándolos: alcohol, drogas, violaciones, y el encuentro con un ser extraño y oscuro, el brichero, que se nos presenta como una imagen amenazante, capaz de dominar a unos jóvenes de buena posición que huyen de una rutina que deja de ser un juego en la ciudad imperial. El brichero es peligroso, y lo es porque con su capacidad de apropiarse y "robar" mujeres cuestiona, en último término, la masculinidad de los grupos dominantes. Este debate de clase y racial, ligado a la virilidad, que se plasma en la película, es una constante en múltiples foros y blogs, en los que se expresan opiniones con un claro trasfondo racial, y en ocasiones racista, en relación con el bricherismo. Ya no son los blancos los que disponen de los cuerpos de las mujeres indígenas o mestizas; ahora son mujeres blancas las que buscan y desean a hombres mestizos e indígenas, quebrando las tradicionales relaciones de género, clase y raza en sociedades fuertemente racializadas, en las que las élites han mantenido una especial preocupación por conservar la pureza de sangre "blanca", pero también por "mejorar" la raza, tal y como han puesto de manifiesto Nelson (1999), para el caso de Guatemala, y Stephenson (1999), para el caso boliviano. De hecho, en esta subversión de papeles llama la atención no sólo que las extranjeras opten por aquellos que se dicen representantes del mundo indígena, sino también el mayor éxito de los indígenas y mestizos en relación con los blancos.

Al igual que los hombres mestizos e indígenas, las mujeres bricheras resignifican también sus cuerpos a partir de la valoración de los hombres, en este caso, extranjeros que sí saben apreciar su belleza. El color de la piel, que marca el estigma en su propio país, es ahora valorado, posibilitando el acceso al cuerpo (y también al poder) de los "gringos". Curiosamente, en el análisis de los textos que refieren a las mujeres que mantienen o han mantenido relaciones con extranjeros, se explicita una nueva forma de mirar el cuerpo a través de la mirada del otro, y es que la belleza no sólo es blanca.

    Yo vivo en USA y tengo rasgos completament indigenas... o sea, me ves y dices q soy peruana a leguas. Y, claro en Lima nungun nino pituco te miraba, pero aca en New York se te acerca la gente a decirte q eres hermosa, bella, sexy, q tienes una belleza exotica, gente de ambos sexos... asi te halagan. Yo me quede muy sorprendida la primera vez que una senora gringa se me acerco a pregunrate de donde era y luego me dijo ah! u r beautiful! Hacia poco que habia llegado y bueno, que uno halaga venga de una mujer... eso sorprende mas, pues las mujeres como que somos medio envidiosas entre nosotras. En fin, aqui uno aprende a apreciar nuestra belleza. Hasta ya aprendi a decirle a mis amigas que se ven lindas cuando en verdad se ven lindas, claro. (Blog Quiero Ser Brichero 22)

A diferencia del caso de los hombres, en las mujeres no existen los relatos heroicos, y el bricherismo tiende a ser asociado en los distintos foros de internet de una forma más directa con la prostitución o la mera supervivencia. La mujer recurre al bricherismo, o bien por necesidad, o bien por una falta de moralidad, aunque es cierto que en algunos foros se diferencia entre las peperas (mujeres que buscan a extranjeros para robarles) y las bricheras (aquellas que buscan a extranjeros para divertirse o salir del país). En todo caso, si, desde los relatos que exaltan al brichero, el salir con una gringa puede llegar a ser señal de orgullo, de victoria, no se interpreta del mismo modo en el caso de las mujeres. 23 De hecho, en los foros analizados muchas mujeres señalan su preocupación, precisamente, por ser identificadas como bricheras, por el mero hecho de salir con un extranjero, y no sólo aquellas que de manera habitual buscan mantener contactos afectivo-sexuales con turistas. 24 Evidentemente, esto pone de manifiesto lo anormativo (al nivel del discurso, que no de las prácticas) de unas relaciones sospechosas que sobrepasan las habituales relaciones de clase y raza.

Si, como señalábamos anteriormente, encontramos un menor desarrollo discursivo de las bricheras en relación con los bricheros, sucede de forma inversa en el caso de las turistas. En el "Nuevo foro bricheros", creado, según aparece en el propio blog, por un exbrichero que vive en Holanda, se nos indica un auténtico "manual de caza", en función de las características de "la presa", diferenciándose entre cuatro tipo de "gringas": 1) "La pituca en su país", caracterizada por su ropa de vestir elegante, "es la más difícil pero la más liberal"; 2) "La estudiante", es "accesible", "poco reticente al sexo", "generalmente de vacaciones", "buena honda" (sic), para conquistarla conviene "aplicar trago"; 3) la hippie, "viste de manera demasiado casual, descuidada o con ropa étnica"; se encuentra en lugares públicos y mercados artesanales; 4) La eterna viajera, caracterizada por su reticencia a los compromisos largos, proclive a "las aventuras". "Las encuentras en los toures, los restaurantes, lugares públicos, discotecas poco, hostales de mochileros". 25

Como podemos ver, el tratamiento narrativo es claramente diferenciado en los relatos sobre bricheros y bricheras, pero también en el tratamiento de las y los turistas, desde un discurso que enlaza con una masculinidad dominante, que, como indicaba Marqués (2003), está basada en la simulación del poder. Una simulación que, siguiendo a este autor, no debe ser confundida con la realidad.

Conclusiones

El bricherismo es un fenómeno complejo que se ha ido ampliando en cuanto a su significación, y que actualmente encierra realidades diversas, tanto en relación con los fines de los bricheros como en función de las expectativas de los turistas.

El bricherismo, al igual que sucede en otros contextos con figuras de características similares, cuestiona la vinculación automática que asociaba exclusivamente a los turistas hombres con el "turismo sexual". En este sentido, nos muestra una -¿nueva?- realidad en la que las mujeres también tienen un papel activo en la búsqueda de sexo en los destinos turísticos. Aunque progresivamente tienda a asociarse el bricherismo con la prostitución, lo cierto es que el tipo de relaciones que se establecen no implican un intercambio económico directo ni un pago por servicios. No sólo es el turista el que elige su compañero con el que va a mantener una relación sexual y/o afectiva; el brichero y la brichera cumplen un papel fundamental, haciendo más complejas las relaciones asimétricas y de poder que se producen en lo que se ha definido como turismo sexual.

El bricherismo está asociado al turismo pero es un fenómeno que trasciende esta actividad. Se convierte en un referente que nos permite comprender la inserción de la sociedad peruana en una economía globalizada y, de esta forma, interpretar tanto las relaciones de dominación que se producen en este proceso como los mecanismos de resistencia de los grupos subalternos. Y es que, aunque el enfoque estructural predominante en la literatura científica y no científica incide en los procesos de dominación que podríamos definir como neocoloniales, que se ponen de manifiesto en las vinculaciones entre viejos mitos (el pishtaco) y nuevos personajes (el brichero), también puede ser entendido como un proceso de resistencia e, incluso, como un mecanismo de ascenso social para los grupos minorizados (que no minoritarios). Son múltiples las narraciones de hombres que han podido salir del país a partir de sus contactos con extranjeras, o de parejas conformadas con turistas. Este mecanismo de ascenso social evidencia tensiones en torno a la significación de una actividad que es leída en clave muy desigual, en función de las características raciales, de género, de clase y étnicas.

Los cuerpos deseables para los turistas son aquellos que se asocian con una peruanidad exotizada, que coincide con los mestizos (cholos) y con los indígenas, que pasan a entrar en la categoría de "inca". Se trata de una puesta en valor de cara al exterior que parte, precisamente, de un proceso interior de reivindicación de las señas de identidad nacional, articuladas en torno a la recreación de un pasado conectado con el mundo andino. Son justamente los grupos que ocupan una posición subalterna el oscuro objeto de deseo de los extranjeros. Esta inversión simbólica da lugar a amplios debates en las redes a partir de blogs y de foros que reflejan también una discusión de la sociedad nacional sobre la significación de una actividad "reivindicada" o "denostada", a partir de narrativas que definimos como "heroicas" y "villanas". El carácter y la significación de la actividad se vinculan de forma inseparable con la significación de los propios cuerpos, que no entran en el imaginario de los cánones de belleza estandarizados. ¿Cómo puede ser bello el cuerpo de un mestizo o de un "inca"? La belleza y la fealdad se articulan con los niveles éticos de la actividad y con las posiciones de poder de blancos e indios/mestizos, pero también con las características de las clientas (las jóvenes, bellas y ricas extranjeras versus las extranjeras fáciles, viejas, pobres.). En todo caso, los discursos sobre el bricherismo plantean un debate sobre la significación estética del cuerpo, ligado, a su vez, con un discurso de identidad nacional que enlaza con un pasado mítico, a partir del cual los grupos subalternos adquieren un papel central en relación con el modelo dominante del hombre. En este sentido, el brichero se presenta como una amenaza, por cuanto los hombres subalternos "se apropian", a partir de sus cualidades innatas (discurso heroico), o bien a partir de engaños o malas artes (discurso villano), de las mujeres extranjeras, cuestionando la masculinidad blanca dominante, o bien dando una mala imagen del país, desde ambos discursos, respectivamente.

La articulación entre identidad nacional y masculinidad explicaría el amplio desarrollo discursivo de los bricheros respecto a aquellas que ocupan en función de su sexo una posición secundaria, las bricheras. Las narraciones en torno a las bricheras son mucho más pobres y menos elaboradas, un hecho que contrasta con las mujeres turistas. Y es que el debate se centra precisamente en las personas que con su comportamiento subvierten un supuesto orden natural de las cosas. Hombres que ofrecen sus servicios a mujeres, mujeres que buscan los servicios de los hombres. Como vemos, el planteamiento se articula, justamente, desde una perspectiva masculina, a partir de la cual se definen las relaciones de poder de unos y otras. Los mestizos e indios se apropian de las mujeres blancas extranjeras, a las que los hombres de su país no les proporcionan lo que necesitan, como tampoco lo pueden hacer los hombres blancos de Perú, lo que en último término significa una reafirmación de la masculinidad subalterna. Tal y como señala Marqués, los hombres sólo compiten entre sus iguales (2003).

El bricherismo, en definitiva, presenta especificidades claras en relación con otras formas de sexo en el turismo, que enlazan con las propias características de la sociedad peruana. Es una actividad y/o una actitud que supone, desde una mirada estructural, una reproducción de las relaciones de dominación en los ámbitos internacional y nacional, pero al mismo tiempo representa una forma de subversión que ha contribuido a visibilizar a grupos minorizados, que se convierten en los conquistados conquistadores.


Comentarios

* Este artículo se enmarca en las líneas de investigación del Laboratorio Iberoamericano para el Estudio Sociohistórico de las Sexualidades (FEM2011-29275), y del proyecto "Retóricas de la naturaleza y turismo de base local: estrategias de sostenibilidad" (CSO2012-33044), financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España.

1 A esto habría que añadir cómo la llegada de turistas y la conformación de destinos turísticos suponen también un proceso de liberación de los hombres locales que buscan sexo con otros hombres en contextos de represión política o social. Este proceso fue claro en el caso español, con la aparición de lugares como Benidorm o Torremolinos (Arnalte 2003).

2 Ramos (2007), en un estudio de especial interés con respecto a la prostitución de adolescentes en Perú, nos aproxima a las diferentes tipologías a partir de las múltiples y variadas denominaciones locales. Son precisamente las instituciones públicas, las ONG y la cooperación internacional las que desempeñan un papel importante en la redefinición de categorías locales, que se estandarizan en función de modelos globales.

3 "Charapa" es un tipo de tortuga, con el que se denomina de forma genérica a los habitantes de la Amazonia noroccidental peruana.

4 Si el término "gringo" hace referencia en muchos países al estadounidense, en el caso peruano la denominación de "gringo" es extensiva a otros extranjeros que podríamos categorizar como "occidentales", excluyendo de esta denominación a los latinoamericanos.

5 El fenómeno de los "cazadores de gringas", tal y como es conocido en algunas zonas de Ecuador, Perú y Brasil, no es exclusivo del caso peruano. Figuras similares, aunque con sus propias especificidades, encontramos en otros lugares: el caso de los jineteros, en Cuba (Alcázar, 2010; Cabezas, 2004); los bumster (Nyanzi etal. 2005; McCombes 2012), en Gambia y Senegal; los sankipanki (De Moya y García 1999; Herold, García y de Moya 2001; Padilla 2007), de República Dominicana.

6 El mercado es en la actualidad un elemento central en los procesos de identificación colectivos. Llama la atención su poderosa capacidad para asumir y comercializar referentes locales. Una conocida marca comercial de cerveza, Brahma, en un anuncio publicitario señala que las mejores cosas del mundo comienzan por "b" y utiliza precisamente la referencia a los bricheros: ¿Peruano que conquista el mundo? Brichero. Este anuncio comercial, emitido en 2009, pone de manifiesto la popularización de un término que ha pasado a formar parte del lenguaje cotidiano.

7 El debate en torno a la identidad andina y su vinculación con la identidad nacional es una constante en la literatura peruana; para una aproximación a esta temática, ver Flores (1987).

8 La pujante narrativa cuzqueña pone especialmente de manifiesto las contradicciones que se generan en este proceso de modernización y turistización. Para una aproximación a la significación social de esta literatura, ver Alonso (1996).

9 Para un análisis sobre el proceso de mercantilización de la cultura inca, ver López (2005).

10 El contacto directo con el guía conlleva habitualmente una relación estrecha con los turistas, que en ocasiones continúa más allá del tour turístico. No es extraño ver a los guías comiendo, cenando o bailando con los turistas. Para un análisis más pormenorizado sobre la centralidad de los guías en el proceso de traducción del destino turístico, ver Pérez (2011).

11 Los procesos de turistización implican, en ocasiones, desplazamientos permanentes de la población de determinadas áreas urbanas, un hecho que se ha producido también en Cuzco, tal y como señala Navarro (2011).

12 Bauer (2008, 10) señala la importancia de la atracción en estos encuentros: "Las turistas describieron en gran detalle lo que las atraía de los chicos locales, culminando en el paquete estándar de 'el largo pelo negro', 'el look Inca', 'son diferentes a nuestros hombres', 'tan bellos, tan bellos', 'hablando quechua, tocando la quena'. [...] En forma similar, a los chicos locales les gustaban las turistas rubias y de ojos azules. El estilo de vida diferente, las visiones diferentes, un acercamiento más experimentado y abierto hacia el sexo, y el hecho que la chica se iría en algún punto de la relación, de modo que no se convertía en una obligación mayor, eran todos puntos a favor [...]". Este proceso de fascinación mutua entre población local y extranjeras es analizado por Meisch (1995) en su investigación con los otavaleños.

13 Según el trabajo de Cabada et al. (2002) sobre prácticas de riesgo de los bricheros (hombres y mujeres), éstos mantenían una media superior a las seis parejas en los últimos doce meses. En este trabajo encontramos algunos elementos interesantes que nos ayudan a caracterizar sociológicamente a los bricheros: la media de edad ronda los 22 años, mayoritariamente tienen trabajo y un cierto nivel de estudios.

14 La mayor parte de los textos que tratan sobre el bricherismo hacen referencia a su posible origen etimológico. La primera hipótesis sostiene que proviene de "hembrichi", término que refiere al apelativo que recibían las mujeres. Una segunda hipótesis refiere al término inglés bridge, puente, ya que el brichero aspira, en último término, a abandonar el país (cruzar el puente). Independientemente de la veracidad de estas afirmaciones, ambas condensan el significado último de los denominados también "cazadores de gringas". En este sentido, hay que señalar la importancia de una narrativa (especialmente, la cuzqueña) que ha contribuido de forma fundamental a fijar un modelo.

15 Más allá de los discursos, nuevamente el trabajo de Cabada et al. (2002), además de la información extraída de diversos foros, nos muestra que, por un lado, existe una representación ideal, que define "el deber ser", independientemente de que en la práctica los que se dicen bricheros no necesariamente son de Cuzco (el sesenta por cierto de la muestra de los autores anteriormente citados eran de otras ciudades). En las últimas visitas que realizamos a la ciudad, no era extraño observar a latinoamericanos de otros países asumiendo este papel.

16 Se puede acceder a través del siguiente enlace: <http://brichero. blogia.com/2006/120401-brichero.php>. Última fecha de consulta el 12/04/2014.

17 Aunque el texto seleccionado pueda parecer duro, los insultos y descalificaciones a unos bricheros y bricheras "racializados" son una constante en los múltiples foros de internet. Para ver más comentarios, consultar <http://brichero.blogia.com/2006/120401-brichero. php>. Última fecha de consulta, el 12/04/2014.

18 Estos retratos son morales pero también estéticos, y de hecho son frecuentes los comentarios que refieren a la fealdad de los indios, como también lo son aquellos donde se manifiesta sorpresa ante el hecho de que "las crudas" prefieran a los indígenas; al fin y al cabo, tal y como señala Canessa (2008) en el caso boliviano, los cánones de belleza dominantes en el contexto de sociedades fuertemente racializadas, se alejan de un indio considerado socialmente como "feo" y/o "maloliente" (Nelson 1999).

19 Pachamamaclub editó (VV. AA 2007) una excelente selección de Relatos Bricheros, en la que se encuentran algunos de los autores más representativos, como Mario Guevara o Luis Nieto, y donde se recrean tanto las motivaciones de los bricheros y bricheras como las de los y las turistas. En los cuentos sobre bricheros encontramos protagonistas de zonas rurales que aspiran a salir de la pobreza, a bricheras timadoras o que buscan compañía relacionándose con hombres mayores, a bricheros embusteros y violentos, en historias donde no se sabe qué es verdad y qué es mentira, a mujeres turistas que buscan no se sabe muy bien qué..

20 Este corto puede visualizarse en <http://www.youtube.com/ watch?v=2W_Cf4pN5Ug>.

21 Villegas (2002) realiza un interesante análisis sobre la significación de Cuzco y los extranjeros en la literatura peruana contemporánea.

22 El blog, asociado a una página del periódico El Comercio, desapareció; la última fecha en la que accedimos fue el 15 de julio de 2013. <http://blogs.elcomercio.pe/ombligodelmundo/2007/08/quiero-ser-brichero-parte-1.html>.

23 El término brichera es interpretado habitualmente como una forma más de prostitución, junto a otros términos como los señalados en el texto, u otros como "trepadoras", "vacilona" (Ramos 2007).

24 "¿Por qué todas las peruanas son bricheras?". Esta pregunta inicia un foro en el que el autor de la pregunta señala lo siguiente: "Ya estoy harto de que las peruanas marginen a los peruanos y prefieran a los extranjeros ¿Tan malo somos los peruanos?". Para más información, ver: <http://espanol.answers.yahoo.com/question/index?qid=20061 020171203AAiEmqH>. Última fecha de acceso 17/04/2014.

25 El "nuevo foro bricheros" es accesible en la siguiente dirección: <http://www.brixero.blogspot.com.es/>. Última fecha de consulta 13/04/2014.


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Fecha de recepción: 15 de julio de 2013 Fecha de aceptación: 18 de enero de 2014 Fecha de modificación: 28 de febrero de 2014