SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue49Quality of Life and Multi-Dimensional Poverty Index as a Method of Evaluation: urna proposta para sua avaliaçãoMulti-Agent Institutional Analysis: The Social Agency and Structuration Problem in the Explanation of the Emergence of Governance Structures author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Revista de Estudios Sociales

Print version ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.49 Bogotá May/Aug. 2014

 

Más allá de la racionalidad económica: una nueva aproximación para la comprensión de la emigrante latinoamericana que llega a Santiago de Chile *

Verónica Correa Pereira

Máster de Investigación por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS), Francia. Estudiante de doctorado en Territoires, sociétés, développement de EHESS y Universidad de Chile. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: "Geografía de la crisis del cuidado en Santiago: una aproximación centrada en la demanda de mano de obra extranjera" y "Una dimensión espacio-temporal de la espera: el patrón residencial de las inmigrantes latinoamericanas en la última década en Santiago de Chile". En Geografías de la espera: migrar, habitar y trabajar en la ciudad de Santiago, Chile. 1990-2012, eds. Verónica Correa, Idenilso Bortolotto y Alain Musset. Santiago de Chile: Uqbar, 2013. Correo electrónico: veronicacorreap@gmail.com

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res49.2014.13


RESUMEN

Una explicación "economicista" ha predominado hasta hoy para comprender los flujos migratorios de mujeres latinoamericanas. No obstante, a partir del discurso de las inmigrantes que acoge el Centro Integral de Atención al Migrante en Santiago, este artículo demostrará que existen otras consideraciones significativas que configuran la partida de estas mujeres, justificaciones distintas a las exclusivamente laborales. Desde una mirada cualitativa, se constatará la existencia no sólo de un tipo de emigrante que parte de su origen bajo un proyecto familiar, intentando responder a las necesidades económicas del grupo, sino también una mujer que por medio del viaje buscará escapar de las responsabilidades familiares y sociales atribuidas a su género.

PALABRAS CLAVE

Emigración, género, emancipación, trabajo doméstico, Santiago de Chile.


Beyond Economic Rationality: A New Approach to the Understanding of Female Latin-American Emigrants Arriving in Santiago de Chile

ABSTRACT

Until now, migratory flows of Latin American women have predominantly been explained through an "economic" approach. However, based on testimonies of migrants at the Migrant Integral Care Center (Centro Integral de Atención al Migrante) in Santiago, this article shows other significant considerations that influence the decision to migrate and are not exclusively related to employment. Using a qualitative method, this article will not only describe a foreigner who migrates as part of a family project to satisfy their economic needs, but also a woman who seeks to escape from family and social responsibilities attributed to her gender.

KEY WORDS

Emigration, gender, emancipation, domestic work, Santiago de Chile.


Mais além da racionalidade econômica: urna nova aproximação para a compreensão da emigrante latino-americana que chega a Santiago do Chile

RESUMO

Uma explicação "economicista" tem predominado até hoje para compreender os fluxos migratorios de mulheres latinoamericanas. Contudo, a partir do discurso das imigrantes que o Centro Integral de Atendimento ao Migrante em Santiago acolhe, este artigo demonstrará que existem outras considerações significativas que configuram a partida dessas mulheres, justificativas diferentes as exclusivamente laborais. A partir de um olhar qualitativo, será constatada a existência não só de um tipo de emigrante que parte de sua origem sob um projeto familiar, tentando responder as necessidades econômicas do grupo, mas também uma mulher que, por meio da viagem, pretenderá fugir das responsabilidades familiares e sociais atribuidas ao seu gênero.

PALAVRAS-CHAVE

Emigração, gênero, emancipação, trabalho doméstico, Santiago do Chile.


Introducción

La mayoría de los estudios orientados a comprender los flujos migratorios de la población femenina en las últimas décadas sostienen que el principal factor movilizador de las mujeres entre países es el económico. Algunas investigaciones han explicado este comportamiento desde una perspectiva macro, donde el proceso de globalización de los distintos países ha generado una creciente interdependencia entre ellos, lo que ha producido, consecuentemente, una mayor desigualdad en la distribución de los recursos e inequidad económica entre regiones.

Por un lado, en los países subdesarrollados o en transición, aquellos que no han podido integrarse exitosamente en la economía mundial, los incentivos son cada vez mayores, tanto en las personas cualificadas como no cualificadas, para buscar nuevas oportunidades de trabajo en el extranjero. Por otro lado, los países industrializados constatan un aumento de sus tasas de desempleo, en paralelo al empleo de mano de obra "barata" proveniente de zonas desfavorecidas. De manera general, podría afirmarse que comienzan a existir factores de expulsión (push) y atracción (pull) de mano de obra entre regiones, que inciden sobre el comportamiento migratorio internacional (Lim 1998; Portes y Manning 1985).

Dichos desplazamiento y relocalización de trabajadores entre países ricos y pobres han tendido a favorecer en las últimas décadas a más mujeres que hombres, existiendo un creciente interés de las empresas transnacionales por contratar mujeres trabajadoras, quienes "son vistas como más obedientes, más cooperadoras, más diligentes y más fáciles de manejar que los hombres" (Lim 1998, 10. Traducción propia). Además, se ha señalado que la última crisis económica ha golpeado más duramente al empleo masculino que el femenino (Escrivá 2000), lo que se demuestra, por ejemplo, en la disminución de la necesidad de mano de obra obrera masculina (producto de la crisis inmobiliaria), paralela al aumento de la demanda del sector del servicio personal o del cuidado, tales como enfermeras, limpiadoras, asistentes en restaurantes y hoteles, pero en especial empleadas domésticas, trabajos tradicionalmente ejercidos por mujeres. Así, en el sector del cuidado se ha producido una suerte de movilidad de reemplazo (replacement women) de las mujeres nacionales por internacionales, fenómeno que se acrecienta cada vez más, incluso en tiempos de recesión económica de los países (Lim 1998; Mora 2008).

Chile no escapa a este proceso de "atracción" de mano de obra femenina internacional. En el país, más particularmente en su capital, comienza a existir una intensificación de la demanda de este mercado del cuidado doméstico, junto con una reducción de mano de obra local, brecha que empieza a ser resuelta paulatinamente por medio de la llegada de la población migrante femenina proveniente de sectores de Latinoamérica que se encuentran más vulnerables económicamente que Chile (Correa y Vidal 2013; Arriagada y Moreno 2011; Arriagada 2009).

Por otra parte, otros estudios han tratado de dar una explicación "economicista" al fenómeno de la migración femenina desde una escala más pequeña, en un nivel microsocial. Adoptando un enfoque de género, se ha tendido a explicar esta migración contemporánea femenina y latinoamericana hacia ciudades como Madrid (Hinojosa 2008; Parella 2007; Parella 2012), Barcelona (Hinojosa 2008; Parella 2012), Los Ángeles (Hondagneu-sotelo y Ávila 1997), como parte de una estrategia de supervivencia económica familiar, donde las mujeres inmigrantes son concebidas fundamentalmente en cuanto proveedoras y responsables de la mejoría económica de la familia, a través del ahorro y envío de remesas.

Si bien el enfoque de estrategia de supervivencia económica familiar entrega elementos interesantes para comprender la población migrante latinoamericana que habita en la capital chilena de los últimos tiempos, en el presente artículo se irá más allá de éste, integrando una nueva mirada del fenómeno. Por medio de un análisis de los discursos y prácticas de las migrantes que habitan en Santiago, se constata la presencia de mujeres que arriban a esta ciudad movilizadas por una búsqueda de autonomía y libertad, ante el gran agobio y responsabilidad que sentían en sus contextos de origen; motivaciones que no necesariamente estarán sometidas a objetivos económicos, predefinidos colectivamente.

Se observa la emergencia de un sujeto social que es una reacción a un fuerte control familiar y social que experimentan muchas mujeres en sus países. Un individuo que surge como respuesta a la representación compartida de la mujer tradicional, quien debe estar a cargo de los quehaceres y reproducción económica del hogar, y circunscrita a las decisiones de los "hombres de la casa". Aunque algunos estudios ya han tenido en cuenta la temática vinculada con los procesos de emancipación de la mujer latina en el extranjero, ésta ha sido mayormente entendida 1 como un proceso de empoderamiento (Thayer 2011, 100; Stefoni 2003; Herrera 2008; Escrivá 2000) que es producto o consecuencia de la dimensión económica, es decir, del trabajo y ganancia de dinero en el nuevo territorio. Bajo esta mirada, ese empoderamiento se va adquiriendo durante la vivencia inmigratoria misma, pero no ha sido abordado como un elemento impulsor, que daría origen a la experiencia migratoria. De esta forma, esta dimensión ha sido tenida en cuenta como una variable adicional a la motivación económica del emigrante supeditada a un proyecto familiar, y no como un componente central que desencadena una trayectoria de movilidad. 2

A partir de 22 entrevistas en profundidad realizadas a mujeres latinoamericanas -colombianas, peruanas, ecuatorianas, dominicanas y bolivianas- inscritas en el Centro Integrado de Atención al Migrante (CIAMI), el presente estudio intenta analizar, desde un enfoque de género, los diversos argumentos o justificaciones (Boltans-ki y Thevenot 1991) que declaran las emigrantes 3 para explicar sus actos y decisiones respecto al proceso previo a la partida, más precisamente, las motivaciones que las impulsaron a emigrar.

Ante el objetivo trazado, el presente trabajo propone en una primera parte hacer una pequeña descripción metodológica de su objeto de estudio, su muestra y las herramientas utilizadas para la recolección de información. En una segunda parte, se realizará un análisis de uno de los perfiles observados, basado en el modelo de una mujer y madre de familia que emigra como una "encomendada" de su hogar, en búsqueda de recursos económicos. Luego, en una tercera parte, se demostrará la existencia de otro tipo de emigrante distinto al comúnmente descrito por otras investigaciones, una mujer que emigra en búsqueda de más independencia y autonomía. Por último, se expondrán algunas reflexiones finales.

Metodología

El CIAMI, más conocido como la "Casa de Acogida" o la "Casa de la Hermana Fresia", es una fundación creada en 2002, bajo el amparo de la Congregación de los Misioneros Scalabrinianos, con la finalidad de "responder a la creciente demanda de servicios de capacitación e inserción socio-laboral del inmigrante" (CIAMI 2010). Dentro de las actividades que realiza la organización, se encuentran: bolsa de trabajo en el área del cuidado doméstico, servicio de hospedaje y cursos de capacitación para asesoría del hogar, lo que incluye cursos de gastronomía, cocina, formación religiosa y regulación de documentos. El CIAMI representa un lugar central de apoyo para la mayoría de las inmigrantes que arriban a la ciudad de Santiago sin trabajo ni domicilio, lo que se constata en el alto número de inscripciones. 4

En esta organización se realizaron específicamente dos trabajos de campo. El primero de ellos se llevó a cabo desde marzo hasta mayo de 2011, donde, por medio de un trabajo de voluntariado en la institución, se desarrolló un estudio etnográfico, haciendo observación y tomando notas de campo sobre las prácticas ocurridas dentro del recinto. En el segundo trabajo "en terreno", realizado en los meses de septiembre y octubre de 2012, con base en lo observado en una primera instancia, se realizó una pauta de entrevista semiestructurada, la cual fue aplicada a 22 personas inscritas en la organización. Las entrevistas en profundidad fueron llevadas a cabo, ya sea en el patio del recinto de la institución, mientras las migrantes esperaban la posibilidad de encontrar un empleo en la bolsa de trabajo, o en la Plaza de Armas, lugar de encuentro que ellas elegían para tener una más grata (y libre) conversación.

En cuanto a la selección de la muestra, se escogieron las cinco nacionalidades mayoritarias que acoge la fundación, es decir, peruanas, colombianas, bolivianas, ecuatorianas y dominicanas. Para poder controlar la variable período de tiempo vivido en Chile por la migrante (y así, en la medida de lo posible, distinguir entre los factores que condicionan la experiencia de la persona antes y después de la emigración), la muestra se distribuyó homogéneamente en dos segmentos: las recién llegadas a Santiago, que corresponden a las que tienen menos de un año de residencia; y las que llevan más de un año habitando en la capital.

La encomendada

Dos casos de estudio

Carmen (2012) es una dominicana de 37 años de edad que reside hace dos años en Chile. Es casada y madre de dos hijos, a quienes debió dejar en La Romana, ciudad donde vivían todos antes de separarse. Los hijos tenían 13 y 16 años, antes de su partida. Su marido trabajaba en un club de golf a las afueras de la ciudad, pero sólo por temporadas. Ella, antes de emigrar, vendía ropa, pero era muy poco el dinero que lograba obtener por medio de este trabajo. "La situación estaba muy mal", comenta ella, razón por la cual decidió ir a buscar nuevas oportunidades a Chile, luego de recibir una invitación de su tía, que habitaba desde hace un tiempo en el país.

Tras llegar a Santiago, lo primero que hizo Carmen (2012) fue ir a pedir hospedaje y trabajo "a la Casa de Acogida de la Hermana Fresia", como ella la denomina, lugar que le había recomendado su tía. Después de estar algunos días hospedada en el CIAMI y de haber realizado el curso de capacitación para asesora de hogar de la institución, encontró trabajo como empleada puertas adentro en una vivienda localizada en Chicureo (barrio ubicado en la periferia de la ciudad). No obstante, luego de cuatro meses en este trabajo, ella decidió regresar a su país, ya que "no estaba bien" psicológicamente y extrañaba mucho a su familia. Además, su marido se encontraba enfermo.

Al llegar allá, ella contó sus vivencias en Santiago y las razones por las cuales había vuelto. Sin embargo, la familia la convenció de regresar a Chile, en vista de que en términos laborales su estadía había sido fructífera, pues había ganado una importante suma de dinero en pocos meses. Se tomaron algunos resguardos para que ella no volviera a vivir una mala experiencia: esta vez ella no iría sola, sino más bien acompañada de uno de sus hijos. Carlos, el mayor de sus hijos, se ofreció para ir. Además, él también podría trabajar (en el sector de la construcción) y enviar remesas a los otros integrantes de la familia.

A su regreso a Santiago, Carmen (2012), al llegar junto a su hijo, decidió dejar su trabajo como puertas adentro 5 por uno como puertas afuera, para poder volver diariamente al cuarto que arrendaba con Carlos en la comuna Independencia. Después de un tiempo de búsqueda, Carmen (2012) encontró un trabajo como puertas afuera en una casa de la comuna La Reina. Éste lo realizaba durante la semana, ya que los fines de semana continuaba trabajando para su antigua empleadora.

Después de algunos meses, en vista del éxito laboral de Carlos, Pedro, el segundo hijo, le propuso a Carmen (2012) volver a República Dominicana para acompañar a su padre.

Carmen rechazó su propuesta, ya que sabía que le quedaban sólo dos años para ahorrar el dinero deseado. Antes de emigrar, se había fijado una meta monetaria para poder potenciar el negocio de vestuario que tenía antes de su venida. Su plan era volver en avión por Panamá, comprar ropa allí y luego enviar la mercadería por barco.

Un caso similar al de Carmen es el de Laura (2012), en La Paz. De 39 años, soltera y madre de tres hijos (de 11, 17 y 20 años), lleva sólo un día de residencia en Santiago y en Chile. Llegó en bus, junto a otra amiga boliviana, decidida a encontrar un empleo en el sector de servicio doméstico. Ya conocía Chile, pues había vivido en la capital, durante un mes, el año anterior, en invierno. En esta experiencia trabajó como costurera, pero el frío, la partida de su compañera de pieza y una "falsa ilusión" de poder obtener una visa para irse a España, la motivaron a regresarse. Ella concibe que Chile está muy cerca de Bolivia, lo que permite hacer de vez cuando esas "idas y venidas", pese a que el costo del pasaje es bastante alto para sus condiciones económicas (esta última vez tuvo que pedir prestado dinero para poder pagar el pasaje).

La falta de empleos en Bolivia la había obligado ya anteriormente a emigrar, viviendo tres años en Barcelona (España). Dentro de las razones por las cuales se volvió a Bolivia estaban el matrimonio de una de sus hijas y la fuerte necesidad de estar con sus hijos, a quienes no veía desde su partida a España. Debido a la falta de regularización de su situación de residencia en España, no pudo volver, pese a que ella hizo todo lo posible para lograrlo. Cada vez que viaja deja a sus hijos bajo la responsabilidad de su madre.

El plan de Laura es venir a Chile para "trabajar como asesora de hogar, puertas adentro, porque si no gasto mucho". Ante la pregunta de traer a sus hijos a Chile, responde que no quiere hacerlo, ya que prefiere concentrarse en el trabajo. "Allá tengo quién los lleve al colegio, pero aquí es más difícil", comenta. Además, el hijo mayor es discapacitado, por lo que se requiere una persona que esté constantemente con él. Su expectativa es trabajar, quedarse unos dos o tres años en Chile y, cuando ya tenga ahorrado el dinero suficiente, regresar. Con ese dinero ella quiere construirse una casa cerca de La Paz, ya que allí tiene un lote.

La motivación económica

Como primer elemento común que aparece en los casos anteriormente descritos, es la precariedad económica en la que vivían estas mujeres en sus lugares de origen lo que, bajo su percepción, las obligó a emigrar. Se observa la presencia de mujeres que tuvieron que salir de manera casi urgente de sus países, a fin de incrementar los ingresos de la familia, ya que sólo contaban con trabajos precarios y esporádicos, como es el negocio de ropa de Carmen (2012) o el del club de golf, del marido.

Por una parte, se perciben trayectorias como la de Laura (2012), quien es madre soltera, y, por ende, es la única fuente económica del núcleo familiar. Para este tipo de hogar, el trabajo de la mujer es sustancial y, por tanto, su emigración es casi obligatoria. Por otra parte, existen casos como el de Carmen (2012), cuyo ingreso es complementario a los otros de la familia, pero, dada la falta de trabajos estables y bien remunerados en el contexto en que viven, junto a las altas posibilidades laborales de trabajo femenino en países como Chile, sienten una fuerte presión familiar e individual por ir en búsqueda de más recursos.

Frente al escenario de discernimiento de la partida de la emigrante producto de la situación de precariedad, la familia ejerce un rol central. Como se puede observar en los dos casos antes mencionados, sin el consentimiento y apoyo de los hijos, el viaje de las emigrantes no se habría realizado, debido a que la ausencia de la madre implica un reacomodo de los roles domésticos, lo que afecta la vida de cada miembro, sobre todo, la de aquellos que tendrán que asumir las tareas hogareñas que ejercía la madre antes de la partida: cocinar, ordenar y limpiar la casa, o hacerse cargo de los hijos menores que siguen dependiendo de un adulto.

El caso de Carmen (2012) demuestra claramente cómo se lleva a cabo un trabajo "en equipo", tanto antes como durante la emigración de la madre al extranjero. En un principio, fueron los dos hijos y el padre quienes debieron ejercer las labores realizadas por Carmen en el hogar, pero después de unos meses, como esta "encomendada" no estaba bien (psicológicamente), debieron "enviar" a Chile a otro miembro de la familia para que la fuera a acompañar y apoyar, por lo que la familia se divide, quedando el hogar de origen en manos del padre y uno de los hijos. Ello demuestra cómo la familia debe estar atenta y flexible para ir adaptándose a los cambios producidos por la partida de un integrante. Cada uno de los miembros de estas familias deberá prepararse para vivir dentro de lo que se ha denominado familia transnacional, las cuales "se ven obligadas más que cualquier otro tipo de familia a trabajar con mayor vehemencia sus vínculos familiares para así minimizar los riesgos que la distancia supone en pos de su reproducción" (Hinojosa 2008, 103).

En los casos relatados, la emigración de la mujer será parte de una estrategia familiar, donde cada uno tendrá que asumir diferentes obligaciones para lograr la meta planificada colectivamente. Como varios estudios los han descrito en referencia a los movimientos migratrorios de la población latina, "dentro de las múltiples presiones y obstáculos que influyen en las personas a la hora de emigrar, la separación física de la familia se convierte en una estrategia más, a pesar del coste que supone para sus miembros la 'deterritorialización'" (Parella y Cavalcanti 2008, 4; ver también Parella 2012).

Madre ante todo

Junto a la dimensión económica como motivo de emigración, se identifica otro argumento importante en el discurso de las emigrantes estudiadas: el de ser madres ante todo. Mujeres que comprometen su vida entera a la labor de ser madres, entregándose no sólo a sus hijos, sino también a sus maridos e incluso a personas que están fuera de la familia nuclear. Esto le ocurre, por ejemplo, a Abigail (2012), una peruana que viene de Chimbote, quien debió partir para mantener a los hijos de una hermana inválida. Como ella afirma: "Yo tengo una hermana en silla de ruedas que se accidentó, se rompió la columna, y entonces me vine por ella, para apoyarla a ella [...] me vine por mis sobrinos, que los tengo a mi cargo, como si fueran mis hijos".

Este ideal femenino vinculado a la maternidad, observado en las mujeres estudiadas, ha sido analizado por varios autores (Stevens 1974; Montecino 1996; Palma 1990) que se orientan a entender las representaciones de género presentes en las relaciones sociales en Latinoamérica. Bajo su mirada, en general, las culturas mestizas latinoamericanas -desde el río Bravo, en México, hasta la Tierra del Fuego, en Argentina, atravesando las distintas clases sociales- muestran un determinado patrón de creencias y conductas basado en una (y no varias) imagen de mujer. Como señala Stevens (1974), "en Latinoamérica, existe un acuerdo cuasiuniversal sobre cómo debe ser una 'verdadera mujer' y sobre cómo debe actuar" (Stevens 1974, 20).

Esta representación femenina se basaría en el culto a La Gran Madre, más conocido como marianismo, donde la mujer se concibe como la reproductora central, en el sentido económico y social, del mundo familiar. Dos son las características que definen esta imagen feme-nina-materna. La primera de ellas es la abnegación, es decir, una capacidad infinita de humildad y sacrificio de la persona por los otros, principalmente hacia los hombres del hogar, el marido y los hijos varones. Como Stevens señala: "No hay autonegación demasiado grande para la mujer latinoamericana, ni puede adivinarse límite alguno a su vasto cúmulo de paciencia ante los hombres de su mundo" (Stevens 1974, 20). Esa sumisión u obediencia hacia los hombres descansa en su convicción de que hay que consentirlos, ya que "son como niños, cuyo exceso, tonterías y obstinación deben ser perdonados porque 'no tienen la culpa de ser como son'" (Stevens 1974, 20).

Según Stevens, toda esa ternura y protección que muestra esta imagen de mujer hacia los hombres no se ejerce, sin embargo, hacia otras mujeres como las hijas o nueras, con quienes va a ser muy exigente, ya que debe educarlas y transmitirles por medio de sus actos esta misma referencia femenina. Por el contrario, a las únicas mujeres que respeta y trata con cuidado es a la madre o suegra, ya que son reencarnaciones de esa Gran Madre (Stevens 1974).

No obstante, ese gran dominio observado en las mujeres en el ámbito privado, el del hogar, se va a revertir en la dimensión pública. El marianismo, que visto desde la "otra cara de la moneda" se expresa en el machismo, es la representación masculina ceñida a la esfera pública. "Los hombres actúan en virtud de su relación con el mundo exterior a la familia y la comunidad, mientras que las mujeres reciben su poder del mundo interior, es decir, del interior de la casa e incluso de sus cuerpos", va a señalar Fuller (1998), a partir de un estudio desarrollado en tres grandes urbes de Perú: Lima, Cuzco e Iquitos. "La calle se asocia a la virilidad y es por tanto la dimensión no domesticable y desordenada del mundo externo; es la arena de la competencia, la rivalidad y la seducción" (Fuller 1998, 60).

Desde esta concepción, la mujer emigrante tiene como "exigencia moral" su negación en la urbe. Pese a que ella pasa a habitar el terreno de lo público, de lo "extraño", debe seguir comportándose como si estuviese en casa. En esta representación de La Gran Madre se encuentra inscrita también la idea de la mujer que no tiene el permiso ni la libertad para gozar de las "tentaciones" que le ofrece la nueva vida. "¿Y día libre, no tienes?", se le pregunta a Carmen (2012). "No, mi día libre son cuando me voy para Chicureo", y se ríe, sabiendo que implica trabajar en otra casa en ese día de descanso. "Por lo menos, yo, casi no salgo", afirma ella.

De lo anterior deriva la segunda característica del ma-rianismo: la autonegación. La mujer deja de actuar por su propio interés (si no, es vista como una egoísta) y se entrega por entero a sus hijos, llegando a la anulación completa de la persona. Desde esta concepción, podría decirse que al emigrar, la mujer estudiada está haciendo algo que es percibido socialmente como "malo", ya que está dejando de lado los quehaceres cotidianos y el cuidado del hogar; sin embargo, como lo está haciendo por sus hijos y su esposo, por los demás, como madre, se entiende y se legitima. De lo contrario, si ella emigrara para complacer sus intereses, esto no sería bien recibido por su familia y la comunidad que la rodea. 6

La "buena" emigrante

Desde los principios del marianismo, podría afirmarse que la buena emigrante (Sayad 1999) es aquella que debe continuar desde la distancia sirviéndoles a "sus hombres", evadiendo todo lo que puede entregarle algún tipo satisfacción, como la diversión o el consumo, pertenecientes al espacio público. La "buena" emigrante es aquella que va a Chile exclusivamente a trabajar, sin desviarse de las expectativas emigratorias de su familia, creadas estratégica y colectivamente desde un inicio. "Acá todo es trabajo. Todo es trabajo. Nada es como para ir a la playa, caminar [...] todo es sacrificio. Trabajar para sostenerse. Si uno no trabaja, no tiene nada", señala María del Pilar (2012). Es aquella que sigue respetando desde la lejanía los principios y valores de la familia, aquella que logra mantenerse en su rol estatuario de madre, que sigue circunscrita a un "nosotros" (Simmel 1999 [1908]), aun cuando se ve confrontada a una nueva comunidad local.

Frente el gran desafío de ser una "buena" emigrante, bajo la figura de La Gran Madre, en el nuevo territorio la persona tendrá que demostrar constantemente, por medio de distintos mecanismos, su fidelidad a su familia y proyecto inicial. Uno de estos mecanismos de control (Sayad 1999) es el envío mensual de remesas, lo que prueba que ha dedicado la mayor parte de su tiempo a trabajar. También, en los viajes realizados una o dos veces al año, en período de vacaciones, es ella quien debe llevar regalos a cada uno de los miembros de la familia, comprados con el dinero ahorrado. O la visita de sus hijos a Chile, instancia para observar el modo de vida que lleva su madre en el extranjero.

Otro de los modos de "vigilar" a la madre, es por medio de la comunidad de compatriotas que vive en Santiago. Compuesta por familiares y amigos de la emigrante, ellos pueden actuar como informantes claves de su modo de vida.

Por otra parte, las teconologías facilitan también enormemente esta "supervisión" a distancia. A diferencia de épocas anteriores, cuando el correo y el teléfono eran las únicas vías de comunicación con el extranjero, hoy en día, la emigrante utiliza el mail, chat, Skype, lo que permite un contacto más frecuente (en algunos casos, todos los días) y fluido con la familia. Algunas emigrantes recurren a centros de llamadas ubicados alrededor de la Plaza de Armas (como el de Los Dos Caracoles) para hablar con sus familias, pero otras utilizan el computador de su empleador o su propio teléfono celular.

La emancipada

Cuatro casos de estudio

Rocío (2012) es peruana, tiene 27 años y llegó hace un año y seis meses a vivir en Santiago. Antes de emigrar habitaba junto a su exmarido, Luis, y sus dos hijos, quienes tenían en ese entonces 8 y 6 años. Vivían en un departamento pequeño, pero ubicado en una buena zona de Lima. Ella conoció a su exmarido cuando tenía 16 años, y él, 29. Luego, Rocío, poco antes de cumplir 18 años, quedó embarazada de su primer hijo, y se vieron obligados a casarse por temor a que el padre de Rocío lo demandara por abuso sexual. Ella atribuye su matrimonio a esa causa, puesto que en el momento de casarse no se querían. "Se nos pasó el amor", señala ella.

Desde el momento que Rocío (2012) se fue a vivir con su marido tuvo que dedicarse al hogar y a sus hijos. Él no deseaba que ella trabajara, pues "quería que estuviera en la casa. Pero, al mismo tiempo, tampoco quería darme nada", afirma Rocío. Después de un tiempo de matrimonio, percibió que había escapado del autoritarismo de su padre para caer en una "situación de aún más encierro". Además, meses después de casarse, ella descubre que Luis estaba con otra mujer, aún más joven que Rocío, de sólo 15 años. "Yo le empecé a decir que se quedara en la casa, y él se ahogaba, llegó a un punto que se jalaba los pelos [...] 'me ahogo, ya no puedo seguir así'. El necesitaba salir con ella".

Es en este contexto de fuerte tensión cuando una amiga de Rocío (2012), que estaba viviendo en Santiago hace un año, la invita a venirse con ella. Era la única escapatoria que Rocío veía en ese momento. El irse le daría la posibilidad de estar lejos de su marido y poder comenzar otra vida bajo sus propios medios. Rocío dejó a sus hijos en el departamento, bajo el cuidado de su madre, quien iba todos los días después de la jornada del colegio (hasta las 5:30 de la tarde) a darles de comer. Luego de un año en Chile, habiendo logrado legalizar su situación de residencia (había cruzado la frontera de manera ilegal, por medio de la ayuda de pasadores) y habiéndose desempeñado en trabajos distintos y cortos (en una imprenta, en un hotel en Farellones y como empleada doméstica), Rocío (2012) decide ir a visitar a sus hijos. "Cuando yo llegué, él no quería que los viera. Me habían puesto una denuncia por abandono del hogar. No sé por qué lo hizo. Yo no fui mala. además que ya estábamos separados cuando él puso la denuncia".

Silvia (2012) es una ecuatoriana de Guayaquil de 33 años y llegó hace sólo 12 días a Chile. Se vino en bus, haciendo un recorrido muy largo (pero más barato), donde debió pasar por Perú. En Guayaquil vivía con su esposo y tres hijas, de 15, 9 y 4 años. Se dedicaba a vender ropa de marca Polo, pero lo que ganaba no era mucho. Un día recibió un llamado de su primo, que vive en Chile, y éste le dijo que se fuera a visitarlo para las fiestas patrias, y a ver qué posibilidades de trabajo surgían. Al preguntarle por la reacción de su esposo, cuenta que era "camarógrafo de noticias, entonces le ha tocado bastante viajar. Él ha salido, él ha conocido. Pero yo siempre me quedo en la casa. Siempre el hombre es egoísta [.] Entonces, ahora me dieron la oportunidad de viajar y me vine".

"Yo no quiero puertas adentro. Y además, puertas afuera a mí me gusta porque puedo dedicarme a mis cosas. A mí me gusta ir a mi iglesia (evangélica), tener mi independencia; en cambio, puertas adentro, no", señala Silvia (2012), para decir que es una mujer que valora los trabajos que le posibilitan tener más autonomía. "Además, otra cosa que yo quiero es meterme a algún curso o algo porque yo sé que aquí en Chile es muy bueno los estudios. A nosotros los ecuatorianos nos gusta estudiar, yo quiero estudiar", agrega.

Silvia (2012) tiene ganas de trabajar como empleada puertas afuera, y como lo señaló anteriormente, estudiar, ya que en su país su esposo no se lo permitía: "Lo que pasa es que el ecuatoriano es muy machista, y ellos quieren que se haga lo que se diga, y una mujer se cansa. Por ejemplo, en Ecuador tienes tus hijos y pa' que tú vuelvas a estudiar, de seguro tienes confrontación con tu esposo porque allá te dice que no [...]". Cada vez que menciona a su esposo, comienza a hablar del machismo que observa en los hombres ecuatorianos. Habla enojada, con mucha rabia, y continúa diciendo: "[...] claro, yo quiero estudiar, trabajar, lo que no podía hacer allá. Porque él dice: 'Tú tienes que quedarte en la casa', 'A ti no te falta nada [...]', 'Yo te doy todo' [...] machista. Y no todo es dinero en la vida. Uno como mujer tiene derecho a realizarse, ¿no?".

Al consultarle por sus hijos, ella responde que se quedaron bajo el cuidado de sus padres, a quienes comenzará a enviarles dinero apenas encuentre un trabajo. Ella cuenta que en un futuro podría, quizás, si las cosas resultan bien, traerlos a Chile. En cuanto a la posibilidad de "traer" a su esposo, responde "No". "No quiero saber nada de él, ya que se ha portado muy mal, [...] aunque de las infidelidades ya estoy curada". Su proyecto migratorio está abierto al futuro: "En realidad mi plan es quedarme hasta que Dios quiera, [...] estoy abierta a lo que se venga", afirma con una gran sonrisa.

Mirta (2012) es una dominicana de aproximadamente 45 años, con dos hijos, uno de 22 y otro de 25 años. Antes de tenerlos, se dedicó a cuidar a dos hijos de su hermana, que murió, y otro de su cuñada, que también falleció. "Desde los 14 años estoy criando niños", comenta. Mirta se define como una mujer luchadora, "una mujer que ha luchado la vida entera [...] yo nunca he tenido a nadie que me ha dado nada. Siempre me he buscado lo mío. Nunca nadie. Ni papá, ni mamá".

Antes de irse tuvo por casi 20 años un salón de belleza en su casa, a cargo de dos personas que trabajaban para ella. Al parecer, el negocio era bastante rentable, por lo que afirma que el motivo económico no es la principal razón de su partida. Y "¿Por qué quiso venir, entonces?", se le pregunta. "Porque mi ex (con quien vivía en la misma casa) quería reconciliarse conmigo y yo no quería. Él me insistía, y yo no quería. Entonces, me quería pegar. Me quería obligar a estar con él. Quería maltratarme". Un día tuvieron una pelea tan fuerte (con golpes, donde ella, como respuesta a la violencia ejercida por él, casi le cercena un dedo) que una de sus hija le dijo: "Mamá, el comportamiento de él no es bueno; yo, si fuera tú, lo hubiera dejado hace mucho tiempo [...] Una cosa yo te voy a decir, Mami, Papi nunca te va a molestar. Vete a Chile, Mami, que yo te consigo el vuelo ahora mismo". Su hija conocía Chile, por su jefe, quien era chileno. Ese mismo día Mirta (2012) tomó la decisión, y días después llegó a Santiago en avión.

Tania (2012) es peruana, limeña, con seis años de residencia en Santiago. Ella tiene aproximadamente 34 años y enviudó cuando era muy joven. Vino a Chile en búsqueda de una nueva vida, quería cambiar de ambiente luego de haber vivido la dolorosa muerte de su marido. A pesar de tener estabilidad económica -trabajaba en el área de atención al cliente en una gran empresa de lavandería industrial-, quería vivir nuevas experiencias. Además, se sentía un tanto "asfixiada" viviendo con su madre, quien la "controlaba todo el día", teniendo que cumplir con tareas domésticas, horarios para los momentos de comida y salida. Motivada por sus dos hermanas que viven en el extranjero, una en Estados Unidos y la otra en Alemania, Tania (2012) emigró a Chile. El plan emigratorio en un comienzo era dejar a su hija (quien, en ese entonces, tenía seis años) con su madre, para traérsela a Chile posteriormente, cuando ya estuviese estable económicamente. En un principio tuvo que trabajar como empleada doméstica, lo que ella no quería hacer, pero después de cuatro años logró encontrar trabajo en el Hotel Marriott, en el área de lavandería, el cual le agrada bastante, debido a su flexibilidad de horarios y el buen ambiente laboral. "El ambiente es bacán", señala Tania (2012), utilizando un lenguaje chileno.

Forjando la autonomía

Lo primero que podría identificarse de las emigrantes analizadas, es su carácter autónomo. Se percibe un perfil de mujer que desde temprana edad busca valerse por sí misma, trabajar, ser independiente y escapar de ese fuerte control familiar que sentía en su hogar. Esto queda claramente reflejado en la narración de Rocío (2012), quien se va de su casa sin ni siquiera cumplir 18 años. O en el caso de otra peruana entrevistada, Raquel, quien señala: "[...] me independicé desde los 15 años [...] me gustaba la independencia; mis padres eran muy dominantes. Querían que las cosas se hicieran a su gusto, sin escuchar a la otra persona".

Se observa la presencia de mujeres en quienes la noción de libertad está muy inscrita en sus relatos, considerándola como un gran valor. Esto se expresa en narraciones como la de Lucía, una peruana que lleva tres años viviendo en Chile, quien al contar que pasó de un trabajo como "nana" al de administradora de un centro de llamadas, afirmó: "Me gustaba porque era más libre. Todo más divertido, digamos".

Son mujeres que logran abstraerse de sus realidades, para soñar. Mujeres con mucha esperanza: "Yo desde hace tiempo que quería viajar. Desde chiquita yo quería viajar, siempre soñando", afirmó otra dominicana entrevistada, con un año de residencia en Chile.

Emigrantes en potencia

Del tipo de mujer observada, se identifica a un individuo que desde antes de la emigración tenía muy presente la noción de viaje, de aventura. En este sentido, podría decirse que estas personas, en sus realidades de origen, eran emigrantes en potencia (Simmel 1999 [1908]), a diferencia del perfil antes estudiado, donde se observan mujeres apegadas a la tradición y su familia, donde el viaje lo concebían más bien como un sacrificio, como una abnegación, como un deber de madre, como una obligación que debían cumplir por un mejor bienestar familiar.

Se distingue la presencia de mujeres que necesitan escapar de ese determinismo social, para sentirse autónomas y libres, que es lo que les entregaría la distancia, el nuevo territorio. Son personas que cuestionan la costumbre y buscan rebelarse contra ella, ya que las encierra y agobia. Desde esta mirada, podría decirse que estas emigrantes se acercan a la definición que George Simmel da sobre el extranjero, quien "es ventajosamente libre, en la práctica y en la teoría; él examina la situación con menos prejuicios, compara (la situación) en relación con los ideales más generales y objetivos, su acción no es entrabada por la costumbre, la piedad, los precedentes" (Simmel 1999 [1908], 663. Traducción propia).

En las reseñas de vida expuestas, se constata la fuerte necesidad que sentían las emigrantes de escapar del dominio de sus parejas o madres. Son mujeres capaces de tomar distancia y cuestionarse esa realidad que les molesta, les perturba. Como señala Tania:

    "Mira, yo siempre he sido muy independiente, pero al llegar a Chile me he vuelto más independiente. Es mi espacio, mío, en mi espacio, mío, nadie se mete. Yo un día puedo no cocinar [...] entonces, aunque esté mi hija acá, cuando estaba mi hija acá. Yo le decía: 'Ya, hija, vamos a comer chatarra', 'Ya, mamita'. Y todo el día viendo televisión, película. En cambio, en la casa de mi mamá, que me dice: 'Tania, ordena las cosas [...]'. 'Que no sé qué' [...]". (Tania 2012)

La "mala" mujer

Mediante la emigración, la mujer romperá con los dos principios básicos, antes descritos, que definen a una "buena mujer": la abnegación y la autonegación. Desde esta mirada, junto al acto mismo de la partida, la emigrante pasaría a ser vista como "mala mujer", contrario al perfil antes estudiado, donde la emigración es percibida como la prolongación de esa "buena mujer", y, por ello, las mujeres deben seguir comportándose como tal en el extranjero. Stevens se refiere a lo que las sociedades latinoamericanas entienden por "mala mujer":

    La propia cultura proporciona un modelo alterno en la imagen de la "mala mujer" que se mofa de la costumbre y persiste en divertirse [...] Desviándose públicamente de la norma prescrita, se ha despojado precisamente de los atributos que consideramos más característicamente como femeninos, y en el proceso se ha vuelto en cierta manera masculina. (Stevens 1974, 21)

Aunque la mujer, en parte, vaya a Chile por motivos laborales, el acto emigratorio, en este caso, será percibido por la familia y comunidad de origen como una traición, donde el castigo puede ser tan severo como el que le impusieron a Rocío (2012) mediante la demanda que le hizo su marido por abandonar a sus hijos (lo que trae como consecuencia una inhabilitación de la custodia de sus hijos). Además, mediante expresiones como "Yo no he sido mala", se percibe que ella carga de cierta forma una culpa (por lo que se nota que la representación de la mujer clásica o La Gran Madre, aún sigue presente y le perturba).

Frente al fuerte rechazo de la comunidad, o al menos de algunos de los miembros de su familia, por haber dejado de "servir" al grupo, la emigración pasará a ser un proyecto de emprendimiento individual y solitario; será una ruptura con sus orígenes, para lanzarse al riesgo, a la aventura, algo que, después de todo, este tipo de individuo valora y busca.

Hacia una nueva representación de la mujer

Se observa que ese carácter aventurero antes descrito es inspirado, en muchos casos, por otro pariente o amigo que también ha realizado la misma osadía;

que se constata en la trayectoria de Tania (2012), quien tiene dos hermanas en el extranjero, una en Alemania y otra en Estados Unidos (la primera en emigrar probablemente debe haber sufrido un mayor rechazo por parte de la madre que las siguientes). Se observa una emigrante inspirada por una imagen o ideal de mujer libre, autónoma y flexible. Una mujer más "moderna" u "occidental", que asigna también gran importancia a su realización personal y profesional. Una representación social de mujer que podríamos decir que es el contrario de la mujer clásica, o "marianica", que se sacrifica por los otros, representación que valora enormemente el primer perfil.

Esta imagen femenina que moviliza a las emigrantes, se ve representada fuertemente cuando ellas hacen referencia a sus estudios y desarrollo profesional, como se expresa muy bien en el discurso de Silvia (2012). Lucila (2012), dominicana con un año de residencia en Chile, también señala al respecto: "[...] donde iba a trabajar, les decía que no me restringieran mis estudios, porque siempre he oído decir que el progreso está en los estudios. Y me permitían (los empleadores) estudiar los sábados".

A diferencia del perfil anterior, las mujeres analizadas no vienen a Chile sólo a trabajar como empleadas domésticas, pues lo conciben ya sea como un sustento económico para realizar paralelamente sus estudios (principalmente, en institutos técnicos, para ejercer ya sea en el ámbito de estética y belleza, por ejemplo, como peluquera, o en el del cuidado, como enfermera), o como "puerta de entrada" para ahorrar, regularizar sus papeles y posteriormente, algún día, ejercer su profesión o realizar estudios. Por esta razón, sus expectativas emigratorias van a estar concentradas en encontrar un trabajo puertas afuera, el cual otorga mayor flexibilidad de horarios.

En algunos pocos casos, se observó que en una primera instancia buscan empleo puertas adentro, pero teniendo claro que es sólo una estrategia para insertarse en un principio a la sociedad chilena para, luego, después de uno o dos años, buscar un trabajo más flexible que les dé tiempo para su realización. Eso es lo que se muestra, por ejemplo, en la trayectoria de María del Pilar (2012), una peruana con cinco años de residencia en Chile. Ella trabajó en un principio como empleada puertas adentro, pero una vez que adquirió la visa de permanencia definitiva, comenzó a trabajar para una empresa de aseo, donde ella debe ir en distintos horarios a diversas empresas a realizar la limpieza.

Mejor sola que mal acompañada

En cuanto al plano de la pareja, como se explicó anteriormente, son mujeres que en gran parte atribuyen su partida a la gran represión que sentían de uno de los miembros de la familia, y a sus ganas de ser como el modelo de la mujer occidental o moderna. Desde esta perspectiva, y entendiendo la historia personal de cada una, resulta algo lógico que, por lo menos antes de su partida o en una etapa inicial en Santiago, no quieran saber nada de hombres. "Mejor sola que mal acompañada. Estar con la cabeza en la hora, que esto y esto. yo, mis hijos y mis nietos", afirma muy segura Mónica (2012), una peruana de aproximadamente 50 años que lleva 15 años en Chile. Ella se separó de su marido antes de emigrar y, desde entonces, sólo ha tenido un novio, un japonés con quien duró algunos años, pero después se aburrió.

Al igual que el perfil anterior, existe también un desprecio por el género masculino. Perciben a los hombres como personas controladoras, como niños, como una responsabilidad más de la que tienen que hacerse cargo y que, por ende, no quieren volver a asumir. Por otra parte, se observa que las emigrantes están constantemente haciendo la distinción hombre y mujer, haciendo referencia a un otro ante el cual ellas quisieran desmarcarse y emanciparse.

En cuanto a los hijos, tal como lo explicita Mónica (2012), para ellas son muy importantes, pero no al punto de sacrificar sus proyectos e intereses por ellos. La distancia, en este sentido, para ellas no se vuelve algo insostenible, al menos por un tiempo. Algunas señalan que quieren trabajar durante un período, para luego traerlos a Chile, como ocurrió en los casos de Tania (2012) o Mónica (2012). No obstante, también existen algunas que prefieren "mantener la relación así", ya que ellas creen que para los niños sería difícil acostumbrarse. Poco a poco, la relación se acostumbra a la distancia, pasando a asumir lo que se ha denominado maternidad transnacional (Parella 2007). Como cuenta Rocío (2012), "No tengo la idea de traer a mis hijos [.] Mi idea es mandarles plata porque quieren ir a la playa [...] Los llamo [...] pero ellos ya van sintiendo la distancia. Con el segundo ya no hablo mucho cuando llamo. En cambio, al mayor yo llamo".

Así como la emigrante analizada antes es una prolongación de la esfera privada en el extranjero, la de este perfil será una negación de este ámbito para desempeñarse en público, en cuanto mujer festiva, profesional, estudiante, viajera o aventurera. En este sentido, estamos frente a un individuo que se distingue completamente de esa mujer ascética, que se posterga, que todo lo piensa para un después. Es una emigrante que en Santiago se sitúa en el presente, en el vivir, en el disfrutar, en el comprar; lo que se manifiesta en narraciones como las de Tania (2012), quien señala en referencia a su primer período en Chile: "Sí, gastaba. Era bien gastadora. Me compraba ropa, cosas. Igual uno trabaja pa' uno también, po", señala con acento chileno.

Desde una perspectiva espacio-temporal, a diferencia del otro perfil de emigrante, esta mujer se inscribirá dentro de un proyecto emigratorio abierto al futuro. Como señala Lucila, al preguntarle por su futuro:

    "Bueno, mi reina, yo te voy a decir la verdad. Yo aprendí esta frase de allá. Uno sabe dónde nace pero no sabe dónde vive. Yo puede ser que tenga que irme para allá dentro de un año, como puedo durar veinte aquí, o puedo durar tres meses. Dios es el que sabe. Yo soy de las que digo: 'Yo soy la que cuento el día de hoy porque lo vi pero el de mañana no sé si lo voy a ver'. Dios es el que sabe [...] intentando vivir el presente, sin pensar el pasado ni el futuro. Porque yo puedo decir me voy dentro de diez años, me voy, y cuando vaya, y ya [...] Pero uno va trazando metas y proyectos, y si Dios le permite a uno realizarlos, los realiza [...]". (Lucila 2012)

Reflexiones finales

De lo analizado en este artículo, podemos destacar dos formas de hacer y ser emigrante que surgen a partir de las justificaciones que las mujeres dan a su partida. Por un lado, se observa la existencia de una emigrante que por medio de su arribo a Santiago y su trabajo reproduce y prolonga la representación social tradicional femenina. Dentro de este rol estará la idea de "dar todo por los padres" y "el sacrificio absoluto por el bienestar del cónyuge", que son justamente las razones de base que llevan a las emigrantes a partir y residir por varios años en el extranjero. Sus objetivos migratorios individuales se adhieren a un proyecto colectivo, que es el de mejorar el bienestar de la familia. Su entrega a los otros es algo que vale realmente la pena, aunque implique la postergación o anulación de sus intereses. Si hay un espacio de confort y satisfacción para ella, es el del hogar, pero un hogar que entregue las condiciones materiales y simbólicas para el bienestar de cada uno de sus miembros. Su sacrificio o abnegación de su parte será siempre bajo un sentido claro y valioso: la familia. Desde esta mirada, este tipo de trayectorias se inscribirá dentro del perfil de las perspectivas estrategias emigratorias familiares y las teorías macroeconómicas.

No obstante, por otra parte, se percibe la existencia de una emigrante que por medio del viaje busca precisamente rebelarse contra esta imagen colectiva de mujer. Contrario a las descripciones anteriores, todo lo vinculado a la idea del matrimonio lo concibe como una pérdida de libertad, un espacio de restricción para sentirse cómoda y realizada. Más que como un espacio de placer, la relación conyugal será vista como una obligación o una responsabilidad más en su vida, que ella no quiere volver a asumir.

A menudo este rechazo a la vida matrimonial surge de los modelos de mujeres que han crecido en entornos de fuerte machismo (o marianismo), con hombres con los que ha vivido experiencias duras (donde muchos son padres de sus hijos). La prueba de la distancia les ofrece la posibilidad de desarrollar una mirada crítica de su realidad, logrando percibir ese machismo como un problema asociado a la sociedad en la cual se encuentran inmersas, la cual enseña y reproduce determinadas jerarquías de roles y formas de relacionarse entre géneros. Para estas mujeres, la emigración será vista como una oportunidad para escapar de esas obligaciones sociales, como un arma de lucha contra las injusticias de su país.

Estas trayectorias femeninas se asemejan a las observadas por Morokvasic (1986) de mujeres que emigran a Europa desde países musulmanes, del norte de África, donde existe una fuerte represión contra la mujer. En su artículo "Emigration des femmes: suivre, fuir ou lutte", la autora va a sostener que la emigración en este tipo de mujeres no se produce para acompañar al marido que ya emigró, ni tampoco para escapar de él, sino más bien como una lucha social contra las injustas situaciones que debe enfrentar la mujer en sus contextos de origen.

Ya sea por sumisión o rebeldía, ambos perfiles tienen como referencia la tradición, la historia y las representaciones existentes en su comunidad de origen. Son dos identidades que se construyen en relación con un mismo grupo, lo que les permite tener una posición desde la cual enfrentarse a la sociedad chilena.

Pero, como toda construcción analítica, las fronteras trazadas entre los perfiles descritos son flexibles, permeables y cambiantes. En este sentido, podría darse que ese discurso vaya siendo modificado por la experiencia inmigratoria misma, y que esa emigrante que fue catalogada dentro del perfil de la "encomendada", mediante su trabajo y la ganancia de dinero en Santiago, comience a tener ciertos rasgos de la "emancipada", que es lo que otros autores han denominado bajo la noción de empoderamiento.

Podría darse también que ambos perfiles se disuelvan y desaparezcan en la misma trayectoria inmigratoria. Prototipos que fueron construidos a partir de una referencia a su vida pasada y un lugar geográfico específico podrían disolverse en ese viaje, siendo hasta incapaces de encontrar un relato que los identifique. Como señala el filósofo Harmurt Rosa:

    Mientras más esté fuertemente definida y estabilizada la vinculación a sí mismo en los espacios de flujo, más pierde la identidad, literalmente, su "localización" geográfica: se abre una fosa entre la movilidad de la modernidad clásica -que permite una movilidad a partir de un "lugar de residencia" fijo y una transformación periódica de ese lugar de residencia- y el "retorno del nomadismo" o la "poligamia de lugares". (Rosa 2010, 295)

Comentarios

* Este artículo surge de una investigación cualitativa realizada en el Centro Integral de Atención al Migrante en Santiago, en el marco de la realización de la tesis de doctorado, con la financiación de Becas Chile.

1 De la literatura revisada, se identificaron tres investigaciones que mencionan también la idea de que la emigración de mujeres latinoamericanas se puede dar por razones de búsqueda de autonomía; éstas son: Balán (1990), Ruiz (2002), Camacho y Hernández (2005). Este resultado, no obstante, es presentado en el contexto de otras problemáticas, por lo que el argumento no adquiere suficiente fuerza.

2 Lo expuesto anteriormente no quiere decir, sin embargo, que elementos como la situación económica del país receptor y las oportunidades laborales que existen en él no sean tenidos en cuenta por las mujeres estudiadas, a la hora de emigrar. Éstas son variables que se encuentran muy presentes en el proceso de toma de decisiones antes de la partida, pero no constituyen la razón central y la más importante que las moviliza.

3 En este trabajo nos concentraremos en la observación de los procesos que involucran la partida de la migrante, desde el prisma de su realidad de origen; por esta razón, se hará referencia a las mujeres analizadas bajo el término emigrantes.

4 Hasta el mes de mayo de 2011 existían 22.490 inscritas en la organización, lo que representa un número muy alto, si se tiene en cuenta que, según el último CENSO 2012, en Chile habitaban 339.536 extranjeros.

5 Noción utilizada en Chile para hacer referencia al empleo que incluye hospedaje en el mismo lugar de trabajo.

6 Esto no quiere decir, sin embargo, que algunas de estas emigrantes no carguen con la culpa de haber dejado a sus hijos. El hecho de emigrar genera en ellas un sentimiento contradictorio que a veces termina por hacerles bastante daño. Muchas de ellas se enferman o caen en depresión por este motivo.


Referencias

1. Arriagada, Irma. 2009. La crisis del cuidado en Chile. Construyendo redes: mujeres latinoamericanas en las cadenas globales de cuidado. Proyecto de CEM-Chile e INSTRAW, Chile. <http://www.cem.cl/proyectos/documentos/Arriaga-da_crisis.pdf>         [ Links ].

2. Arriagada, Irma y Marcela Moreno. 2011. La constitución de cadenas globales de cuidado y las condiciones laborales de las trabajadoras peruanas en Chile. En Mujeres inmigrantes en Chile: ¿mano de obra o trabajadoras con derecho?, ed. Carolina Stefoni. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 149-192.         [ Links ]

3. Balán, Jorge. 1990. La economía doméstica y las diferencias entre los sexos en las migraciones internacionales: un estudio sobre el caso de los bolivianos en la Argentina. Estudios Migratorios Latinoamericanos 15/16: 269-295.         [ Links ]

4. Boltanski, Luc y Laurent Thevenot. 1991. De la justification: les economies de la grandeur. París: Edition Gallimard.         [ Links ]

5. Camacho, Gloria y Kattya Hernández. 2005. Cambió mi vida. Migración femenina, percepciones e impactos. Quito: Centro de Planificación de Estudios Sociales (CEPLAES).         [ Links ]

6. Centro Integrado de Atención al Migrante (CIAMI). 2010. Estudio exploratorio sobre la inmigración femenina en Santiago de Chile. Santiago de Chile: Fundación Scalabrini.         [ Links ]

7. Correa, Verónica y Dominique Vidal. 2013. Geografía de la crisis del cuidado en Santiago: una aproximación centrada en la demanda de mano de obra extranjera. En Geografías de la espera: migrar, habitar y trabajar en la ciudad de Santiago, Chile. 1990-2012, eds. Verónica Corre, Idenilson Bortolotto y Alain Musset. Santiago de Chile: Uqbar Editores, 285-310.         [ Links ]

8. Escrivá, María de los Ángeles. 2000. Empleadas de por vida: peruanas en el servicio doméstico de Barcelona. Papers. Revista de Sociología 60: 327-342        [ Links ]

9. Fuller, Norma. 1998. La constitución social de la identidad del género entre varones urbanos del Perú. En Masculinidades y equidad de género en América Latina, eds. Teresa Valdés y José Olavarría. Santiago de Chile: FLACSO, 56-68.         [ Links ]

10. Herrera, Gioconda. 2008. Mujeres ecuatorianas en el trabajo doméstico en España. Prácticas y representaciones de exclusión e inclusión. En Las migraciones en América Latina, ed. Susana Novick. Buenos Aires: Catálogos, 73-92.         [ Links ]

11. Hinojosa Gordonava, Alfonso. 2008. España en el itinerario de Bolivia. Migración transnacional, género y familia en Cochabamba. En Las migraciones en América Latina, ed. Susana Novick. Buenos Aires: Catálogos, 93-112.         [ Links ]

12. Hondagneu-sotelo, Pierrette y Ernestine Avila. 1997. I'm here, but I'm there. The Meanings of Latina Transnational Motherhood. Gender & Society 11, n° 5: 548-571.         [ Links ]

13. Lim, Lean. 1998. The Analyses of Factors Generating International Migration. The Processes Generating the Migration Women. United Nations ACC Task Force on Basic Social Service for All. Working Group on International Migration. Technical symposium on international migration and developpement, Suiza. < http://repository.forcedmigra-tion.org/show_metadata.jsp?pid=fmo%3A332l>         [ Links ].

14. Montecino, Sonia. 1996. Identidades de género en América Latina: mestizajes, sacrificios y simultaneidades. Persona y Sociedad X, n" 1: 163-173.         [ Links ]

15. Mora, Claudia. 2008. Globalización, género y migraciones. POLIS. Revista de la Universidad Bolivariana 7, n" 20: 285-297.         [ Links ]

16. Morokvasic, Mirjana. 1986. Emigration des femmes: suivre, fuir ou lutte. Nouvelles Questions Féministes 13: 65-76.         [ Links ]

17. Palma, Milagros. 1990. Malinche, el malinchismo o el lado femenino de la sociedad mestiza. En Simbólica de la feminidad, ed. Milagros Palma. Quito: Ediciones Abya-Yala, 131-164.         [ Links ]

18. Parella, Sònia. 2007. Los vínculos afectivos y de cuidado en las familias transnacionales. Migrantes ecuatorianos y peruanos en España. Migraciones Internacionales 4, n° 2: 151-181.         [ Links ]

19. Parella, Sònia. 2012. Familia transnacional y redefinición de los roles de género. El caso de la migración boliviana en España. Papers 97, n° 3: 661-684.         [ Links ]

20. Parella, Sònia y Leonardo Cavalcanti. 2008. Dinámicas familiares transnationales y migración femenina: el caso de las migrantes bolivianas en España. <http://webs.uvigo.es/xenero/ profesorado/sonia_parella/migracion.pdf>         [ Links ].

21. Portes, Alejandro y Robert Manning. 1985. LvEnclave ethnique, réflexions théoriques et etudes de cas. Revue Internationale dˆAction Communautaire XIV, n° 54: 45-61.         [ Links ]

22. Rosa, Hartmut. 2010. Accéleration. Une critique sociale su temps. París: La Découverte.         [ Links ]

23. Ruiz, Martha Cecilia. 2002. Ni sueño ni pesadilla: diversidad y paradojas en el proceso migratorio. ICONOS 14: 88-97.         [ Links ]

24. Sayad, Abdelmalek. 1999. La double absence. Des illusions de l'émigré aux souffrances de l'immigré. París: Le Seuil.         [ Links ]

25. Simmel, Georg. 1999 [1908]. Sociologie. Études sur les formes de la socialisation. París: Presses Universitaires de France.         [ Links ]

26. Stefoni, Carolina. 2003. Inmigración peruana en Chile: una oportunidad a la integración. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.         [ Links ]

27. Stevens, Evelyn. 1974. Marianismo: la otra cara del machismo en América Latina. Diálogos: Artes, Letras, Ciencias humanas 10, n° 1/55: 17-24.         [ Links ]

28. Thayer, Luis Eduardo. 2011. Trabajo y género: la re-configuración de la identidad de los/las inmigrantes y su lucha por el reconocimiento. En ¿Mano de obra o trabajadoras con derecho?, ed. Carolina Stefoni. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 13-108.         [ Links ]

Entrevistas

29. Abigail de Chimbote, Perú, 22 años. Septiembre 25 de 2012.         [ Links ]

30. Carmen de La Romana, República Dominicana, 37 años. Septiembre 12 de 2012.         [ Links ]

31. Laura de La Paz, Bolivia, 39 años. Septiembre 14 de 2012.         [ Links ]

32. Lucila de Santo Domingo, República Dominicana, 46 años. Septiembre 29 de 2012.         [ Links ]

33. María del Pilar de Callao, Perú, 45 años. Septiembre 10 de 2012.         [ Links ]

34. Mirta de Santo Domingo, República Dominicana, de aproximadamente 45 años. Septiembre 13 de 2012.         [ Links ]

35. Mónica de Lima, Perú, de aproximadamente 50 años. Septiembre 6 de 2012.         [ Links ]

36. Rocío de Lima, Perú, 27 años. Septiembre 8 de 2012.         [ Links ]

37. Silvia de Guayaquil, Ecuador, 33 años. Octubre 1 de 2012.         [ Links ]

38. Tania de Lima, Perú, de aproximadamente 34 años. Septiembre 4 de 2012.         [ Links ]

Fecha de recepción: 19 de julio de 2013 Fecha de aceptación: 10 de enero de 2014 Fecha de modificación: 27 de febrero de 2014