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Revista de Estudios Sociales

versão impressa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.49 Bogotá maio/ago. 2014

 

Birds of Empire, Birds of Nation

De Quintero Toro, Camilo. 2012. Birds of Empire, Birds of Nation. A History of Science, Economy, and Conservation in United States-Colombia Relations. Bogotá: Ediciones Uniandes [187 pp.].

Juan Pablo Ardila Falla

Historiador y economista de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia) y candidato a magíster en Historia por la misma Universidad. Realizó una especialización en Estudios Sociales, Económicos y Políticos Avanzados en la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos). Miembro del grupo de investigación "Historia del tiempo presente" (Categoría A1 en Colciencias). Correo electrónico: p-ardila@uniandes.edu.co

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res49.2014.20


El libro Birds of Empire, Birds of Nation. A History of Science, Economy, and Conservation in United States-Colombia Relations, de Camilo Quintero Toro, se inscribe dentro de las tendencias historiográficas más recientes en el estudio de las relaciones entre América Latina y Estados Unidos. Desde finales del siglo XX han surgido diversos trabajos históricos que conciben las relaciones entre ambas regiones como una compleja red de intercambios y diálogos. De esta forma, estas obras han intentado superar esa perspectiva dicotómica que presenta la historia de las relaciones entre Latinoamérica y EE. UU. como una narrativa entre opresores y oprimidos, dominadores y dominados, y vencedores y vencidos. Estas investigaciones más recientes han mostrado que las relaciones entre las dos regiones deben ser vistas ante todo como unos intercambios y diálogos que van más allá de simples imposiciones unilaterales impulsadas desde Estados Unidos. Es decir, se trata de trabajos históricos que han concebido las relaciones entre ambas regiones como una compleja articulación de intercambios, que se llevan a cabo a través de una gran variedad de actores sociales (Joseph, LeGrand y Salvatore 1998).

En el trabajo de Quintero, las relaciones entre Colombia y EE. UU. no son vistas como la imposición de una parte sobre la otra, sino que son concebidas como una serie de intercambios. El autor se concentra en estudiar el comercio de pieles y plumas de aves "colombianas" que fueron enviadas a Norteamérica, y en examinar los intercambios entre científicos de ambos países. Al analizar estos elementos, Quintero presenta una variedad de intermediarios que participaron en las relaciones entre ambos países, a la vez que demuestra que los distintos participantes supieron sacar algún tipo de provecho de estas relaciones. En esta historia intervienen desde campesinos colombianos que cazan garzas con el fin de comercializar sus plumas hasta directivos de museos y universidades norteamericanas. Cada uno de estos actores supo beneficiarse, desde su respectiva posición, de estos intercambios. Al presentar estos resultados, Quintero no niega los desequilibrios de poder implícitos en estas relaciones y admite que los participantes estadounidenses seguramente sacaron un mayor provecho de estos intercambios.

Los diálogos entre ornitólogos "colombianos" y norteamericanos ilustran esta situación. Uno de los ejemplos comentados por Quintero es el caso de la relación entre Apolinar María, religioso francés perteneciente a los Hermanos de La Salle que se radicó en Colombia en 1904, y Frank Chapman, curador de ornitología del American Museum of Natural History (AMNH) de Nueva York. Apolinar María y Chapman se conocieron en 1913, cuando el científico estadounidense visitó Colombia en el marco de una expedición del AMNH. En los años siguientes a este encuentro, Apolinar María envió a Chapman miles de pieles de aves. En Nueva York, Chapman contrastaba estas pieles con la colección del museo, con el objetivo de definir si se trataba de especies desconocidas que no habían sido clasificadas. Si ese era el caso, Chapman procedía a nombrar y clasificar la especie. Luego, el ornitólogo estadounidense publicaba los resultados y recibía el reconocimiento de la comunidad científica por haber sido la persona que clasificó las aves enviadas por Apolinar María. A pesar de los desequilibrios presentes en estas relaciones de poder, el ornitólogo lasallista también se benefició de estos intercambios. Gracias a la ayuda de Chapman, Apolinar María pudo acceder indirectamente a una gran colección de aves y a unas herramientas científicas con las que no contaba. De esta manera, Apolinar María pudo conocer si las aves que él había recolectado eran especies ya clasificadas o si se trataba de especies desconocidas por el mundo científico.

Otro ejemplo es el de los intercambios científicos entre Armando Dugand, director del Instituto de Ciencias Naturales (ICN), y Rodolphe Meyer de Schauensee, curador de aves de la Academy of Natural Sciences de Filadelfia. Entre 1947 y 1948, estos dos científicos entablaron un fructuoso y abundante intercambio epistolar. En esos años, Meyer de Schauensee estaba trabajando en una publicación que enumeraba las especies y subespecies de aves de Colombia. Dugand, que presidía el recién creado ICN, terminó participando en esta iniciativa científica liderada por el ornitólogo norteamericano. El papel de Dugand fue similar al que desempeñó Apolinar María unas décadas antes. Dugand recolectó aves para posteriormente enviarlas a Filadelfia, donde Meyer de Schauensee revisaba las pieles y las comparaba con sus colecciones. En caso de tratarse de una especie sin clasificar, el ornitólogo estadounidense le daba un nombre y clasificación a la nueva especie. El trabajo realizado por Dugand le permitió a Meyer de Schauensee completar una publicación que incluía un gran número de especies y subespecies anteriormente desconocidas por la mayoría de ornitólogos. Sin lugar a dudas, Dugand también se benefició de esta relación. Gracias al trabajo de Meyer de Schauensee, Colombia fue reconocida como el país con mayor número de especies de aves en todo el mundo. Para Dugand, este hallazgo debía ser celebrado por todos sus compatriotas; ser reconocido como el país más diverso en términos de aves debía ser un motivo de orgullo para todos los colombianos.

Al estudiar las relaciones científicas entre Dugand y Meyer de Schauensee, Quintero plantea una reflexión sobre la relación entre el nacionalismo y el imperialismo. En la historiografía de las relaciones entre América Latina y Estados Unidos, habitualmente se ha entendido al nacionalismo como una corriente que pretende contrarrestar al imperialismo. Sin embargo, en este trabajo Quintero argumenta que el imperialismo y el nacionalismo pueden ser fuerzas complementarias. En este caso específico, Quintero muestra que fue gracias al imperialismo estadounidense que Colombia fue reconocida como el país con mayor diversidad de aves en el mundo. En ese sentido, para este caso particular, el imperialismo norteamericano no debilitó el sentido de identidad nacional, sino que lo fortaleció y les dio a los colombianos razones para sentirse orgullosos de su país.

De esta forma, Camilo Quintero también hace un aporte a las discusiones sobre el nacionalismo y la identidad nacional. Estos debates han girado primordialmente en torno a elementos tales como la lengua, la religión, la cultura, el territorio y la raza. Sin embargo, en la mayoría de estudios sobre estas temáticas, variables tales como la ciencia y la naturaleza han sido relegadas a un segundo plano. Quintero logra mostrar que, para el caso colombiano, la naturaleza y la ciencia son elementos fundamentales a la hora de entender la formación de una identidad nacional. Como se mencionó anteriormente, hacia mediados del siglo XX Colombia se convirtió en el país con mayor diversidad de avifauna en el mundo. Con el paso de los años, este relato ha sido complementado con otras narrativas que muestran a Colombia como un país único en el mundo por su riqueza natural. En los últimos años han surgido relatos que presentan a Colombia como el segundo país más biodiverso del mundo, el de mayor diversidad de orquídeas y palmeras en el planeta, el que posee cerca de la mitad de los páramos del mundo, y uno de los más ricos en fuentes de agua. En ese sentido, el trabajo de Quintero permite acercarse a los orígenes de este fenómeno que sitúa a la naturaleza como una de las principales fuentes de orgullo entre los colombianos.

El autor llega a estas conclusiones y reflexiones estudiando el comercio e intercambio de objetos, tales como las plumas y pieles de aves. Durante las últimas décadas del siglo XIX y primeros años del siglo XX, estos objetos no sólo se convirtieron en bienes altamente cotizados en el ámbito científico sino también en el mundo de la moda en Norteamérica y Europa. Las plumas y pieles de aves sirvieron para adornar los sombreros de mujeres, al igual que para decorar cuartos y salas. La demanda por estos bienes fue tal, que la sobreexplotación generó un verdadero problema ambiental. Esta situación llevó a Estados Unidos y a países europeos a adoptar medidas a favor de la conservación de estas especies. En 1913 EE. UU. prohibió el comercio de plumas, y, pocos años después, medidas similares fueron adoptadas en Europa.

Unas décadas más adelante, estas políticas fueron complementadas con otras medidas conservacionistas, tales como el establecimiento de los primeros parques nacionales en Colombia, durante la década de 1960. Como explica Quintero, la creación de estos parques no fue una iniciativa exclusivamente colombiana. La idea fue promovida por conservacionistas norteamericanos que temían que las aves migratorias protegidas en Norteamérica no contaran con la misma protección en suelo latinoamericano. Sin embargo, Quintero aclara que la creación de estos parques no fue una imposición promovida por Estados Unidos, sino que también se trató de una iniciativa impulsada por ambientalistas colombianos que pretendían acercarse a las tendencias modernizantes provenientes de EE. UU. y Europa.

En conclusión, la obra de Quintero hace aportes importantes a diversos campos, tales como la historia de la ciencia, la historia de los objetos y la historia de las relaciones entre América Latina y Estados Unidos. Su investigación en torno a objetos poco estudiados, como las plumas y pieles de aves, permite aproximarse a elementos como el imperialismo, el nacionalismo, el papel de la naturaleza y la ciencia en la formación de una identidad nacional, los desequilibrios de poder presentes en las relaciones científicas entre ambos países y el surgimiento de la conservación en Colombia. Quintero hace esta aproximación dejando de lado esas fronteras imaginarias entre la historia política, la historia económica, la historia cultural y la historia social, que en la historia de la relaciones entre Latinoamérica y Estados Unidos han funcionado más como un obstáculo que como una guía para el historiador (Joseph 2001). Gracias a este enfoque, Quintero logra abordar el objeto de estudio desde distintas perspectivas y ángulos.

Asimismo, la lectura del libro permite pensar en preguntas que no son planteadas por este trabajo o que tan sólo son abordadas marginalmente. Por ejemplo, está la pregunta sobre cómo y en qué momento Estados Unidos se convirtió en un referente intelectual para científicos, intelectuales y dirigentes colombianos. ¿En qué momento y de qué manera intelectuales y dirigentes colombianos comenzaron a ver a Estados Unidos como un referente intelectual y científico igual de válido o hasta más legítimo que Europa? ¿Este cambio cómo se dio y qué implicaciones tuvo para la sociedad colombiana? También quedan interrogantes sobre la forma en que estos ornitólogos colombianos y estadounidenses se relacionaron con los cuerpos diplomáticos estadounidenses y con las corporaciones norteamericanas, si es que existió algún tipo de contacto entre ellos. Como se ha visto en otros casos de la historia de América Latina, en muchas ocasiones, detrás de las expediciones científicas estadounidenses se encontraban los intereses comerciales de las empresas norteamericanas y los intereses geopolíticos de la diplomacia estadounidense (Salvatore 2006).

Por último, también surgen preguntas sobre la relación entre estos ornitólogos estudiados por Quintero y otros científicos y académicos estadounidenses y europeos que visitaron al país en el marco de expediciones científicas, misiones técnicas, intercambios académicos, entre otros. Por ejemplo, ¿qué similitudes y diferencias existen entre la visita de Frank Chapman y las de los naturalistas que visitaron la región en el período colonial? ¿Hubo algún tipo de interacción entre ornitólogos como Chapman o Meyer de Schauensee y otros científicos y académicos norteamericanos que también realizaron investigaciones sobre Colombia? ¿Cómo ocurrieron esas interacciones? En fin, son preguntas y dudas que surgen tras la lectura del libro de Quintero.


Referencias

1. Joseph, Gilbert (ed.). 2001. Reclaiming the Political in Latin American History. Durham: Duke University Press.         [ Links ]

2. Joseph, Gilbert M., Catherine C. LeGrand y Ricardo D. Salvatore (ed.). 1998. Close Encounters of Empire: Writing the Cultural History of U.S.-Latin American Relations. Durham: Duke University Press.         [ Links ]

3. Salvatore, Ricardo D. 2006. Imágenes de un imperio. Estados Unidos y las formas de representación de América Latina. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.         [ Links ]