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Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.53 Bogotá jul./sep. 2015

https://doi.org/10.7440/res53.2015.15 

De Nanteuil, Matthieu. 2013. La democracia insensible. Economía y política a prueba del cuerpo. Bogotá: Ediciones Uniandes [224 pp.].

Miguel Urrutia *, Sebastián Henríquez**

* Doctor en Sociología por la Université catholique de Louvain (Bélgica). Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile. Correo electrónico: murrutiaf@u.uchile.cl

** Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Investigador del Núcleo Movimientos Sociales y Poder Popular de la Universidad de Chile. Correo electrónico: sahp17@gmail.com

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res53.2015.15


La crítica al liberalismo ha sido uno de los espacios más fértiles de producción académica en los últimos años en Europa. Desde distintas perspectivas y disciplinas, la gubernamentalidad liberal ha sido puesta en tela de juicio, en momentos cuando crisis económicas y de representatividad política han dejado claro cuáles son los límites del orden europeo post-Guerra Fría. De forma paralela, estas visiones -la mayoría de las veces- no han logrado salir del mundo de las aulas universitarias, generando una separación entre la intelligentsia progresista y los movimientos sociales. Es este hiato el que se propone romper Matthieu de Nanteuil, desactivando un cierto academicismo que sólo ha logrado blindarse a sí mismo de lo social. Su intención es explicar las sociedades occidentales contemporáneas desde la experiencia y las subjetividades concretas de los sujetos. La amplitud de este debate, tomando temas específicos desde los cuales elaborar sus tesis, es lo que se propone De Nanteuil en La democracia insensible.

La tesis central del texto es rescatar la crítica a la modernidad liberal desde el reflote de la subjetividad. Los cuerpos, teniendo como límites la muerte y el sexo, son los receptores de las experiencias subjetivas que le permiten al autor volver a enlazar -de forma crítica- la vida de los sujetos con sus diferentes contextos cotidianos. El objetivo es interpelar la gestión liberal de las subjetividades, la cual ha tenido un rol fundamental en la fragmentación de los vínculos sociales mediante una violencia de la objetivación que homogeniza las pluralidades. Según nos explica De Nanteuil, si bien el liberalismo es capaz de otorgar derechos y representación política a sus ciudadanos, la consecuencia de esto es la mutilación de experiencias, historicidades y sufrimientos. Es esta operación la que produce sujetos indiferenciados y atomizados, a la vez, siendo posible la gestión anónima de sus singularidades. En este sentido, la deshumanización sería la clave del funcionamiento de la modernidad liberal.

La valoración que hace el autor de la singularidad nos ilustra una perspectiva de reflexión que busca situarse desde los cuerpos mismos, y cómo éstos se relacionan con el mundo exterior. No se trata de una subjetividad aislada o incomprensible para el exterior, sino de una subjetividad encarnada, sensible y pensante: estos tres rasgos serán inseparables y constitutivos de lo humano. En este contexto, es interesante cómo el autor bordea el riesgo de centrar el pensamiento en una exclusivísima experiencia sensible, lo que De Nanteuil identifica como "el abismo de lo particular". Para superar esto, el autor plantea un punto radical: romper la singularidad de lo sensible nos convierte en seres incapaces de acceder a lo universal, por cuanto lo sensible nos otorga una "memoria de vida" que es inabarcable y, por lo tanto, potencialmente revolucionaria para la objetivación producida por el paradigma liberal.

¿Cómo ocurre esta separación de lo sensible y subjetivo en relación con los sujetos? En el segundo capítulo, De Nanteuil nos invita a una reflexión fenomenológica abriendo un fecundo diálogo entre Husserl y Marx, en función del concepto de "forma" trabajado por el primero, y el de "división del trabajo" tratado por el segundo. En ambas definiciones, el autor subraya el punto en común, relacionando cómo se explican el proceso de abstracción que se construye a partir de generalidades, separando la experiencia de la reflexión sobre la realidad material. Desde esta perspectiva, De Nanteuil le da elasticidad al concepto de "división del trabajo", comprendiéndolo como algo que va más allá de una simple designación de tareas, llegando a constituirse en un proceso socioantropológico que tiende a la abstracción, pero convirtiéndola en una nueva trascendencia. La dimensión trascendental de la división del trabajo dentro de sociedades liberales separa la experiencia sensible de los cuerpos, abriendo paso al pensamiento objetivante y su gestión de singularidades amputadas.

En este marco conceptual, la lógica de la división del trabajo puede ser aplicada a otros ámbitos de la vida, como la política. Siguiendo con su oxigenante eclecticismo, De Nanteuil utiliza la distinción entre "esfera económica" y "esfera política" conceptualizada por Hannah Arendt, para aplicar el concepto de división del trabajo a ambos espacios.

En los siguientes capítulos, el autor busca contrarrestar su tesis central con distintos ámbitos de la separación del trabajo político del económico. En el apartado titulado"¿Una economía con rostro humano?" se encuentran los aportes más sugerentes de De Nanteuil, al explorar cómo la economía de servicios -tan extendida por todo Occidente- modifica la concepción de subjetividad en el espacio del trabajo. Para el autor, la economía de servicios transforma la subjetividad de los sujetos, al poner el cliente como el centro de la experiencia de los trabajadores. En este sentido, la presencia del cuerpo del cliente obliga al trabajador a indiferenciar su trato hacia él, objetivándose ambos en la relación de intercambio de mercancías. De esta forma, la violencia de la objetivación se torna más radical, al constituir un espacio donde la relación corporal podría invitarnos, equivocadamente, a pensar que el trato cliente-trabajador circula por vías más humanas o "cercanas". Estos contextos exhortarían a los movimientos sociales a producir nueva reflexión sindical, en donde la acción reivindicativa debería resarcir la relación entre acción colectiva y subjetividad, como condición de posibilidad de superar la atomización liberal. Al final del capítulo, ilustra cómo una "economía solidaria" -que supere las prácticas de estandarización productiva- podría volver a rescatar la experiencia de los sujetos como vector central del intercambio comercial, en una "alianza entre productores y consumidores".

¿Cómo se vinculan estos acontecimientos con la historia reciente? En el capítulo cuatro, la reflexión se centra en cómo la reivindicación de los derechos humanos, utilizando el ejemplo colombiano de su historia reciente, nos permitiría superar la concepción liberal del derecho, al volver a unir el otorgamiento de éstos con experiencias de sufrimiento y muerte, entroncándose con lo más íntimo de la experiencia subjetiva de los sujetos. Por último, al concluir el texto, se busca relevar la idea de utopía, en especial la del reconocimiento al prójimo como forma de transformar nuestra experiencia de la democracia en cuanto comprensión de la subjetividad del otro, en una constante lucha por superar la democracia insensible que rige actualmente como expresión del liberalismo.

Sin duda alguna, estamos frente a un trabajo que posee como punto alto un uso ecléctico de diversos autores provenientes de la filosofía y la sociología, que tienen como corolario una reformulación provocativa del concepto de "división del trabajo" en cuanto "quilla del barco" de la dominación por parte de la modernidad liberal. Éste, sin duda, es un aporte por ser considerado desde la crítica social, no sólo la dirigida hacia y desde la Europa liberal, sino también hacia Sudamérica, sobre todo en el apartado donde se relacionan derechos humanos con la subjetividad de la experiencia de los sujetos. Por otro lado, si bien el autor es precavido de sortear el llamado "abismo de la subjetividad", no queda suficientemente claro cómo la acción colectiva podría considerar esta dimensión sin caer necesariamente en la homogenización de las experiencias de los dominados. Es así como nos preguntamos: ¿Cómo es posible hacer una política transformadora que se base en la acción colectiva, pero que a la vez considere las particularísimas experiencias de los cuerpos dominados? ¿Es posible extender la consecución de derechos basados en la subjetividad a otros ámbitos como el laboral, el educacional o el de la salud? Son éstas las preguntas que nos quedan en el aire, que obviamente son fértiles en reflexión académica y política, y en ningún caso se podrían realizar sin la reflexión de Matthieu de Nanteuil sobre una democracia insensible que es parte, sin lugar a dudas, del paradigma político hegemónico en el Chile actual.