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Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.55 Bogotá ene./mar. 2016

https://doi.org/10.7440/res55.2016.03 

Hacia una geografía de los conflictos socioambientales en Santiago de Chile: lecturas para una ecología política del territorio*

Enrique Aliste**, Caroline Stamm***

** Doctor en Geografía y Estudios del Desarrollo por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia). Profesor asociado del Departamento de Geografía, Universidad de Chile. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: "Las fronteras del discurso geográfico. El tiempo y el espacio en la investigación social" (en coautoría). Chungara Revista de Antropología Chilena 47 (2): 287-30, 2015 y "Pensar los territorios del desarrollo: sustentabilidad y acción pública en nombre de una ciudad imaginaria. Concepción (Chile), 1950-2010" (en coautoría). Revista EURE (Santiago) 40 (120): 91-110, 2014. Correo electrónico: ealiste@uchilefau.cl

*** Doctora en Urbanismo y Ordenamiento Territorial por la Université Paris-Est (Francia). Investigadora postdoctoral del Departamento de Geografía, Universidad de Chile. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: "El aporte de un enfoque territorial al estudio de los conflictos socio-ambientales" (en coautoría). Revista Faro 2 (20): 66-78, 2014 y "Expulsion et relocalisation du commerce de rue dans la métropole de Mexico. Analyse comparative des politiques de déguerpissement dans le Centre historique, Tlalnepantla et Tultepec". Revue L'Espace Politique 1 (22), 2014. Correo electrónico: cstamm@uchilefau.cl

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res55.2016.03


RESUMEN

El artículo propone una geografía social de los conflictos ambientales en Santiago de Chile, desde el enfoque de la ecología política. Para ello, se realizó un levantamiento y localización de conflictos reflejados en tres fuentes, a saber: poder judicial, medios de prensa escrita y redes sociales, fuentes que luego se cruzan con información de carácter socioeconómico espacializado. El resultado muestra una tendencia a la concentración de los conflictos socioambientales en los sectores socioeconómicamente más favorecidos de la ciudad, lo que no se relaciona con las condiciones de deterioro o calidad ambiental de la misma. A partir de ello, se discute si los conflictos socioambientales son una nueva forma de exclusión social, o bien, un asunto de las élites.

PALABRAS CLAVE

Conflicto socioambiental, geografía social, desigualdad socioespacial, ecología política, Santiago de Chile (palabras clave de autor).


Towards a Geography of Socio-Environmental Conflicts in Santiago de Chile: Interpretations for a Political Ecology of the Territory

ABSTRACT

This paper proposes a social geography of environmental conflicts in Santiago de Chile, from the perspective of political ecology. For this purpose, a series of conflicts were identified and localized through consultation of three sources: judicial decisions, print media, and social networks, sources which were then cross-referenced with specialized socioeconomic information. The results show a trend towards concentration of socio-environmental conflicts in the most privileged socioeconomic sectors of the city, a phenomenon which is not consistent with their conditions of deterioration or environmental quality. Based on this finding, it discusses whether socio-environmental conflicts are a new form of social exclusion or solely a matter of the elites.

KEYWORDS

Socio-environmental conflict, social geography, socio-spatial inequality, political ecology, Santiago, Chile (Author's Keywords).


Rumo a uma geografia dos conflitos socioambientais em Santiago do Chile: leituras para uma ecologia política do território

RESUMO

Este artigo propõe uma geografia social dos conflitos ambientais em Santiago do Chile, do enfoque da ecologia política. Para isso, realizou-se um levantamento e localização de conflitos refletidos em três fontes: poder judicial, meios de imprensa escrita e redes sociais, fontes que logo se cruzam com informação de caráter socioeconômico especializado. O resultado mostra uma tendência à concentração dos conflitos socioambientais nos setores socioeconomicamente mais favorecidos da cidade, o que não se relaciona com as condições de deterioração ou qualidade ambiental desta. A partir disso, discute-se se os conflitos socioambientais são uma nova forma de exclusão social, ou bem, um assunto das elites.

PALAVRAS-CHAVE

Conflito socioambiental, geografia social, desigualdade socioespacial, ecologia política, Santiago do Chile (palavras do autor).


Introducción

La discusión en torno a los conflictos ambientales en Chile se ha venido desarrollando académicamente con algún grado de sistematización desde finales de los años 90. Si bien durante los años 80 y 90 hubo antecedentes y debates sobre importantes conflictos ambientales,1 por lo general su abordaje estuvo más bien centrado en la crónica y en la denuncia pública que motivó diversos tipos de movilización social. Se puede señalar que muchos de los conflictos ambientales tuvieron una clara predominancia en ambientes rurales, en la mayoría de los casos asociada a prácticas extractivistas o bien de uso intensivo de recursos naturales. En cambio, la dimensión urbana de los conflictos ambientales ha sido menos visible y, entre ellos, se podrían mencionar especialmente los conflictos derivados de la instalación de establecimientos de tipo industrial.2

Poco se ha avanzado en esfuerzos analíticos por establecer relaciones entre diversos aspectos que confluyen en la ocurrencia y/o emergencia de los conflictos socioambientales en el espacio. Las caracterizaciones sociales de ellos no han estado muy enfocadas en visualizar los aspectos que espacialmente podrían estar incidiendo en su ocurrencia. Si bien se menciona o se sugiere aquello en algunos trabajos (Paulson y Gezon 2005; Robbins 2004; Zimmerer y Basset 2003), lo cierto es que no basta con establecer dichas menciones o bien identificar los lugares donde suceden o se denuncian situaciones que luego son calificadas como conflicto ambiental.

En este sentido, a la hora de identificar y catastrar un conflicto ambiental surge una de las primeras dificultades conceptuales pues, como ha sido hasta ahora, los conflictos ambientales suelen quedar reflejados en cartografías en donde equivalen a un punto en el mapa. Aunque esta información es de gran relevancia, la propia condición o connotación ambiental sobrepasa con creces el punto con que se representa. Sin embargo, esta información es también relevante para avanzar analíticamente en este tema y entender o enfrentar la noción de conflicto ambiental o, como se propone acá, de conflicto socioambiental, en una mirada de conjunto que permita una sinopsis geográfica para establecer la preeminencia y alcance que estas aproximaciones tienen en el conjunto de la sociedad como fenómeno fundamentalmente social y, más aun, con profunda relevancia política. Así emerge esta rica posibilidad de enfrentar el tema haciendo converger a la geografía social con la ecología política para avanzar en el conocimiento sobre estos nuevos fenómenos sociales de gran importancia espacial.

Por lo anterior, resulta vital establecer características o elementos que ayuden a develar lo que territorialmente implica la existencia de conflictos socioambientales en la ciudad. Por eso se propone hacer confluir los antecedentes de identificación y localización espacial de los conflictos con las características de la geografía social de la ciudad, tomando el particular caso de Santiago de Chile.

Con el presente artículo se busca dar cuenta de algunos avances en torno a una exploración que propone un modo de leer estos procesos de manera conjunta, especialmente con el interés de avanzar hacia una geografía social de los conflictos ambientales, como una posibilidad de colaborar a una ecología política del territorio en la ciudad de Santiago de Chile.

Santiago de Chile: una geografía social en tensión

La ciudad de Santiago reviste un interés especial no sólo por su condición de capital o por su situación geográfica a los pies de la Cordillera de los Andes; además, la ciudad presenta altos índices de segregación y diferenciación socioespacial, dibujando una clara demarcación entre zonas ricas y zonas pobres (De Mattos 2002; Ducci 2000; Fuentes 2011; Hidalgo 2004; López-Morales 2013). Los matices son muy tenues y, en general, diferentes investigaciones dan cuenta de una ciudad altamente fragmentada (Dammert 2004; De Mattos 2002). Ello refleja, tal como se ha dado a conocer en numerosos informes y artículos (OCDE 2011; Cepal 2013), que las condiciones de desigualdad, pese a una notable disminución de la pobreza en Chile, siguen siendo un tema que aqueja a la sociedad y que, como se quiere sostener aquí, la emergencia de los conflictos socioambientales son muestra adicional de un síntoma que encuentra en las desigualdades una causa más de existencia.

La ciudad de Santiago, cartografiada en la imagen anterior con su mancha urbana y las comunas que la componen, representa un importante ícono de la segregación y -algunos autores van más allá- de la fragmentación socioespacial, estableciendo como aspecto de su geografía social una demarcación radical de las zonas más ricas de aquellas más pobres de la ciudad.

Normalmente, en Chile se trabaja con una clasificación denominada Nivel Socioeconómico (NSE) que ha sido abordada extensamente en las diferentes publicaciones y que toma como referencia la clasificación realizada por una importante empresa de investigación de mercado (Adimark), usando como base la información censal del país del año 2002.3 En ella, se establece una relación entre la tenencia de determinados bienes en el hogar (refrigerador, TV, ducha, calefón, lavadora, automóvil, etcétera) y el nivel socioeducativo del jefe de hogar (universitario completo, universitario incompleto, técnico, etcétera), permitiendo de este modo una clasificación de los siguientes cinco niveles socioeconómicos (Adimark 2012): ABC1 (de altos ingresos y que poseen prácticamente la totalidad de los bienes identificados y con educación universitaria completa en general; el ingreso es del orden de los US$3.000.- y más por mes); C2 (de ingresos medios y algunos bienes, educación universitaria incompleta o con educación técnica; ingreso mensual del orden de US$1.000 a US$2.000.- aproximadamente); C3 (de bajos ingresos y algunos bienes, con educación técnica y con ingresos mensuales entre US$600.- y US$900.-); D (de ingresos precarios, pocos bienes y niveles de instrucción incompletos; ingresos mensuales del orden de los US$400.- a US$500.-) y E (viven con ingresos inferiores al ingreso mínimo, que en Chile es del orden de los US$300.-, casi no poseen bienes, salvo los básicos y la instrucción es mínima).

Espacialmente, según NSE, la población en Santiago se distribuye tal como lo muestra la imagen 2.

El mapa anterior muestra la predominancia de los diferentes grupos socioeconómicos por comuna (es decir, el que en términos de población total representa la mayor cantidad de personas según NSE del hogar). Es posible apreciar que existe una clarísima predominancia de personas que habitan en hogares pobres en la ciudad, con excepción del sector centro-oriente (llamado en Chile el cono de alta renta, que corresponde a las comunas de Vitacura, Las Condes, Lo Barnechea, La Reina, Providencia,Ñuñoa y Santiago). Con ello, una importante condición de la geografía social de la ciudad queda definida pues, como se ha señalado anteriormente y se respalda en las publicaciones anteriormente referidas, es precisamente en este sector del cono de alta renta en donde se concentra la mejor oferta de servicios, comercio, acceso a salud, a educación, a infraestructura pública, etcétera.

De hecho desde la perspectiva del acceso a las áreas verdes, por ejemplo, la situación de Santiago es la que se describe en la imagen 3:

Tal como lo muestran la imagen y el gráfico anteriores, las superficies de áreas verdes urbanas por habitante son mayores precisamente en los barrios con mayor NSE, lo que acentúa las diferencias en la ciudad. Salvo casos excepcionales, como las comunas de La Granja, Cerrillos, Recoleta o Renca (que poseen parques urbanos cuyo origen ha sido un antiguo basural, en el caso de La Granja; un ex aeropuerto, en Cerrillos; el Parque Metropolitano de Santiago en Recoleta y los Cerros de Renca, en la comuna homónima), la situación es muy clara: el cono de alta renta es el que concentra las mayores superficies de áreas verdes urbanas por habitante (Irarrázaval 2012; Reyes y Figueroa 2010). Por lo mismo, las condiciones de calidad de vida urbana en estas comunas también suelen ser catalogadas como mejores, debido a que su provisión de servicios ambientales también ayuda a tener mejores condiciones de ventilación, circulación de aire y menores diferencias térmicas, entre otras virtudes ambientales (Romero et al. 2010).

Este aspecto bastante peculiar de Santiago es el que motiva a reflexionar y explorar si hay otros elementos que se agreguen a esta condición de tan clara demarcación socioeconómica en la ciudad y si, en tal sentido, existe alguna relación entre los conflictos ambientales y las características de tan marcada diferenciación socioespacial. De esta forma, se invita además a avanzar en torno a qué lecturas se pueden hacer de los conflictos socioambientales en virtud de esta relación, de manera que aporte a una discusión sobre la ecología política del territorio urbano. Con este objetivo, el primer paso consiste en la elaboración de un catastro y una cartografía de los conflictos socioambientales en la capital chilena.

¿Qué implica catastrar y cartografiar conflictos socioambientales?

A pesar de que la investigación en ciencias sociales hizo un trabajo amplio de conceptualización de los conflictos urbanos, los trabajos empíricos se concibieron de manera más estrecha: cada conflicto (sus objetivos, sus protagonistas y su contexto medioambiental) se analiza en general caso por caso (Joerin et al. 2005) dando un perfil más bien monográfico. Según estos autores, este tipo de análisis a partir de monografías de conflictos impide ver los impactos sistémicos que producen las decisiones específicas tomadas respecto al uso de recursos o cambios territoriales en ambientes urbanos (así como rurales), lo que no permite caracterizar de manera rigurosa un patrón geográfico de los conflictos en las regiones urbanas.

Así, localizar y cartografiar los conflictos es relevante para buscar relaciones, patrones o elementos que colaboren en su análisis socioespacial, por cuanto estos se desarrollan en un espacio y en un tiempo, con determinado marco institucional, legal, local y supralocal. En ese sentido, algunos trabajos recientes sobre cartografía de los conflictos han sido desarrollados en Montreal, Canadá (Villeneuve et al. 2006), a partir de una definición amplia del conflicto que se nutre de los trabajos sobre los movimientos sociales. Utilizando como fuente la prensa local, este equipo censó los conflictos en la aglomeración de Quebec entre 1990 y 2000 (Joerin et al. 2005) y confirmó que algunos cuadros urbanos son más propensos a generar conflictos y que algunos grupos están más dispuestos a movilizarse. Demostró que la frecuencia de los conflictos es más elevada en los sectores con más densidad de comercios y un tejido urbano más antiguo, así como donde la población es más escolarizada y dispone de un horario de trabajo flexible.

Entre otras investigaciones realizadas en Francia se cuenta la tesis de Bruno Charlier (Groupe Manon 2005) que censó 1.781 conflictos de uso (planificación, contaminación, acceso) mencionados en la revista Combat Nature (revista ecologista) desde 1974 hasta 2004, y destacó la importancia de las características del espacio contextual en el surgimiento de conflictos ambientales. Según este estudio, las zonas con más conflictos son las periurbanas y turísticas (litoral y montaña) y las pequeñas ciudades, y demuestra la adecuación entre el tipo de conflicto y las características socio-demográficas de los espacios considerados (Groupe Manon 2005). Torre et al. (2010 y 2014) se enfocaron en el estudio de los conflictos periurbanos, rurales y en los espacios naturales, con el fin de demostrar que es posible identificar los conflictos y deducir un estado general de la conflictividad.

Además de buscar patrones socioespaciales, cartografiar puede tener otros fines visibilizados por la ecología política. De hecho, la revista Ecología Política dedica el número 48 de enero de 2015 al tema cartografía y conflicto. Allí, diversos trabajos realizados en América Latina, Europa y África dan cuenta de diversas aproximaciones a la necesidad de mapear como una herramienta de movilización, resistencia y construcción (como reza el epígrafe al título del número). El carácter monográfico nuevamente se toma el rol protagónico, aunque es interesante la propuesta de Joan Martínez Alier (en una entrevista que aparece en el mencionado número) respecto a apostar por una ecología política estadística de carácter colaborativo y a una nueva dimensión para la generación de información y conocimiento (Gorostiza 2015). Efectivamente, el proyecto europeo EJOLT coordinado por Martínez Alier construyó una base de datos cartográfica en línea y colaborativa de la justicia ambiental a escala mundial. Este mapa elaborado a partir de la colaboración de varias organizaciones de la sociedad civil censa más de dos mil conflictos en el mundo, pero solamente uno en Santiago (Alto Maipo4). Tal como se señaló anteriormente, Martínez Alier describe esta iniciativa más que como una muestra, como un "inventario incompleto", para promover el desarrollo de una ecología política estadística.5

Por último, cabe señalar que en el mundo anglosajón trabajos como los de Cidell (2008), Crampton y Krieger (2006), por señalar sólo algunos, han puesto el foco en el desarrollo de cartografías críticas para abordar el tema de los conflictos ambientales. Aquí, el desarrollo y propuesta cartográfica también se basa inicialmente en el carácter monográfico, para dar paso a aspectos colaborativos en el modo de construir las representaciones y el levantamiento de los casos a considerar. Se suman, por cierto, trabajos como los de Nesbitt y Weiner (2001), Holmes (2014), Shmueli (2008), Reyes-García et al. (2012), entre otros.

Para indagar el análisis de los conflictos socioambientales en Santiago, este trabajo propone un catastro y una cartografía de aquellos, siguiendo los pasos de los trabajos citados en un primer tiempo, pero en una perspectiva crítica y en relación con los posicionamientos de la ecología política. Este catastro y cartografía no es un intento nuevo en el caso de la capital chilena donde organizaciones no gubernamentales han realizado varias cartografías censando los conflictos urbanos y socioambientales, a diferentes escalas.6 Sin embargo, los trabajos académicos no se han dedicado a este tipo de trabajo, con excepción del artículo de Fuenzalida y Quiroz (2012) que localiza tres conflictos en la región Metropolitana, pero que se realizó a partir de las fuentes de dos ONG ambientalistas chilenas.

Construir la cartografía de los conflictos socioambientales: del listado al mapa

De las experiencias señaladas anteriormente, un aspecto clave a destacar es la disparidad de conflictos censados y la falta de metodologías sistemáticas. Considerando este aspecto, se realiza primero una cartografía de los conflictos socioambientales en el Gran Santiago a partir de varias fuentes y circunscritos a un área que involucra 37 comunas, todas ellas urbanas. Segundo, se ha escogido la propuesta para definir conflictos socioambientales de Folchi (2001, 91) que señala:

La situación sobre la cual se genera un conflicto de contenido ambiental se produce, justamente, cuando se tensiona la estabilidad histórica conseguida entre una comunidad y su hábitat. Esto ocurre como consecuencia de la acción de algún agente extraño que altera o pretende alterar las relaciones preexistentes entre una comunidad y su ambiente, o bien, a la inversa, cuando una comunidad decide modificar su vinculación con el ambiente afectando los intereses de alguien más. Lo que entonces se produce, no es un conflicto entre dos actores 'por' el medio ambiente, sino un conflicto de intereses entre dos actores, 'en' un medio ambiente específico, o dicho con otras palabras, una tensión entre intereses incompatibles, con el medio ambiente de por medio.

Esta definición amplia permite integrar un gran abanico de conflictos que involucran al medioambiente.

Es importante destacar que se han considerado los conflictos declarados y que además poseen algún grado de connotación pública de acuerdo a los criterios de Torre y Lefranc (2006), cuando señalan que un conflicto nace del compromiso de una de las partes. Este compromiso se define por una amenaza creíble que puede tomar diferentes formas: acción judicial, mediatización o publicitación, confrontación o producción de signos (carteles, barreras, etcétera). En otras palabras, se expresa a través de una manifestación de oposición o de protesta clara frente a un evento espacial que activó una controversia. En ese sentido, se incluyen únicamente los conflictos con una componente espacial clara, implicando el uso del espacio y teniendo un soporte material.

Para realizar la cartografía, se ha adaptado al caso chileno la metodología desarrollada por Torre et al. (2010 y 2014) y en esa etapa se han utilizado solo fuentes escritas. Lo importante de esta metodología, inicialmente aplicada al caso de los espacios periurbanos y rurales franceses, es que a diferencia de muchos trabajos a partir de la prensa se funda en varias fuentes. El método para identificar los conflictos es complejo y multidimensional, pues se caracteriza por la combinación y la triangulación de diferentes fuentes y tipos de colecta de datos. Si bien en Francia las fuentes utilizadas fueron: a) la prensa regional cotidiana; )b los datos de las causas en los tribunales administrativos y; c) entrevistas aplicadas a actores locales, en el presente caso se ha trabajado con: a) artículos de periódicos de circulación nacional; b) recursos judiciales y; c) artículos y notas en redes sociales. El período de estudio es del 1 de enero 2013 al 30 de abril 2014.

Para los artículos de periódico se trabaja con dos fuentes: el diario impreso La Tercera y el diario en línea El Ciudadano. Cabe destacar que en Chile la prensa escrita está concentrada fundamentalmente en dos grupos periodísticos (El Mercurio y Copesa), por lo que no existe mucha pluralidad en la información escrita. La elección de La Tercera (del Grupo Copesa) se debe a que es un diario de distribución nacional, uno de los dos principales diarios chilenos con más difusión, y además con una sección específica dedicada a Santiago. El Ciudadano, en cambio, es un periódico de características muy distintas, más cercano a organizaciones sociales de base, orientado políticamente a la izquierda y de formato digital en línea. El objetivo de tener periódicos de líneas editoriales diferentes fue abarcar y contrastar información entre ellos. Trudelle (2005) propone hacerse cargo de los sesgos en las fuentes periodísticas, identificando por un lado el sesgo de la selección (¿qué hace que un conflicto sea relatado por un medio?) y por otro el sesgo de la descripción/distorsión por parte del medio. Sin embargo, la prensa es interesante por dos razones: primero, muestra cómo los conflictos están mediatizados o llevados a la escena mediática, y segundo, es reveladora del contenido que los medios dan al concepto de conflicto (Torre y Lefranc 2006). El catastro de los artículos incluyó la construcción de una base de datos con varios tipos de información: título, fecha, sección, ubicación geográfica, resumen. Estos datos, hay que recordarlo, no son representativos de los conflictos: relatan los eventos transmitidos por los medios de comunicación a la opinión pública. Leída cotidianamente, se vuelve un "acumulador colectivo de conocimiento tanto factual como estratégico" (Joerin et al. 2005, 325).

En total se revisaron 484 ejemplares impresos del diario La Tercera, integralmente y de manera manual. Se censaron a partir de allí 103 artículos que trataban sobre conflictos socioambientales (82 del año 2013 y 21 del año 2014). Cabe destacar que se incluyeron únicamente artículos que expresaban un conflicto abierto, declarado (a diferencia de un conflicto latente). Estos 103 artículos tratan de 29 conflictos diferentes en el Gran Santiago. Varios artículos describían el mismo conflicto o a veces evocaban varios al tiempo.

En cuanto al periódico en línea El Ciudadano, se revisaron de manera exhaustiva las secciones "Medio ambiente", "Organizaciones sociales", "Cartas ciudadanas" y "Ciudadanos al poder". Los treintaiocho artículos que se registraron sobre conflictos socioambientales en el Gran Santiago describían doce conflictos distintos. Hay que subrayar que dentro de estos doce conflictos, diez no aparecían en La Tercera, mostrando claramente que el tema de la selección en los contenidos informativos es fundamental.

En la siguiente cartografía se puede ver la expresión espacial de los conflictos considerando las diferentes fuentes revisadas:

La distribución espacial de los conflictos en Santiago es muy interesante si se mira de acuerdo a las fuentes que los informan. Así, los conflictos relatados por el periódico La Tercera se ubican en su gran mayoría en la zona oriente de la ciudad, en las comunas de Santiago, Providencia y Las Condes, es decir, en el cono de alta renta. El Ciudadano, sin embargo, le da mayor cobertura a los conflictos periféricos en la ciudad. Este antecedente ya resalta un aspecto de gran riqueza analítica que se retoma más adelante, pero instala en cierta medida el tema referido a las áreas de la ciudad que territorialmente representan un mayor interés para determinados grupos sociales.

Tal como se aprecia en la imagen anterior, otras fuentes consideradas fueron las de los tribunales de justicia y la existencia de grupos organizados a través de redes sociales, especialmente Facebook.

Respecto a las fuentes judiciales, estas consisten en el registro de causas que han sido llevadas a tribunales de justicia. Se incluyen en este catastro aquellas demandas presentadas al Tribunal Ambiental y los recursos de protección llevados a la Corte Suprema de Justicia, lo que implica que no se trata la integralidad de los recursos administrativos, civiles y penales.

Cabe destacar que la reciente implementación de los Tribunales Ambientales, creados por ley en 2008 y cuyo funcionamiento comenzó apenas en 2013 hace que esta fuente pueda ser considerada muy incipiente. Se revisaron en este caso los tres tipos de solicitudes que se pueden dirigir a este tribunal: las consultas y solicitudes a la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), las demandas por daño ambiental y las reclamaciones. Se consideraron las solicitudes presentadas entre marzo del 2013 (fecha de inicio del Segundo Tribunal) y el 30 de abril del 2014. A partir de la revisión de estas solicitudes, se identificaron seis conflictos socioambientales diferentes.

Además de lo anterior, se consideraron los recursos de protección de la Corte Suprema, que son mucho más numerosos. Se procedió a la revisión de 106 tomos de sentencias de recursos de protección de la Corte Suprema, información que fue comparada posteriormente con los recursos de protección presentados pero no fallados al 30 de abril del 2014, lo que implicó agregar dos casos adicionales a los de los tomos en papel. Este segundo tiempo permitió enfocarse en los recursos de protección ingresados durante el período de estudio (y no en los ya fallados). La diferencia es sin embargo débil, debido al hecho de que los recursos de protección son fallados rápidamente. El ordenamiento jurídico chileno reconoce expresamente en el artículo 19 n°8 de la Constitución Política de la República "el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación", como una de las garantías constitucionales aseguradas a todas las personas; es el que inspira los recursos de protección. Sin embargo, en la revisión de los recursos de protección se incluyeron recursos que no apelaban directamente al artículo 19 n°8 de la Constitución, pero que se consideraron conflictos socioambientales. Se censaron treinta recursos de protección referidos a veinticuatro conflictos socioambientales diferentes.

El último tipo de fuente utilizada corresponde a las redes sociales. Se eligieron las páginas de Facebook de juntas vecinales (JJVV). La búsqueda se hizo en esta red social a partir de las palabras claves: junta vecinal + nombre de la comuna; junta vecino + nombre de la comuna; junta vecinos + nombre de la comuna; JJVV + nombre de la comuna; coordinadora vecinal + nombre de la comuna. Se revisaron en total 194 páginas abiertas (31 páginas fueron descartadas por ser privadas) y la revisión incluyó todos los "posteos" presentes en el muro de la página. Allí se registraron 37 conflictos diferentes, de los cuales veintitrés no aparecían en la prensa ni en los recursos jurídicos analizados.

A partir de todas las fuentes antes mencionadas, se construyó un catastro de conflictos socioambientales en Santiago que llega a 83 casos localizados y seis que no se pueden localizar con precisión.7 Antes de pasar a la espacialización de los conflictos, y aunque no es el propósito de este texto, es importante indicar que los conflictos catastrados son de diverso tipo, destacándose en número los conflictos por la construcción de infraestructuras viales y de transporte (incluidas las nuevas líneas de metro), por contaminación ambiental, por el desarrollo de proyectos inmobiliarios, por la instalación de antenas de telecomunicaciones y también los conflictos relacionados con los planes reguladores comunales. En segundo lugar, se identificaron cinco conflictos por la defensa de parques o áreas verdes y cuatro conflictos a propósito de basurales (contaminación, transporte de desechos, micro-basurales).

Este catastro no pretende ser exhaustivo sino, más bien, ser una representación de los conflictos en las tres fuentes presentadas, o sea su mediatización en dos periódicos específicos, su judicialización (paso por tribunales), y su mediatización en las redes sociales de las organizaciones locales que tienen acceso y utilizan estas redes. Parece muy importante subrayar nuevamente el papel de las fuentes y sus sesgos en la realización de cartografías. El resultado espacial es el siguiente:

En este caso, se juntan las fuentes para ver si se visualiza algún patrón espacial de los conflictos socioambientales en la escala urbana metropolitana, con todos los límites que ello implica y sobre los cuales es importante regresar brevemente.

Hacer una cartografía implica desafíos metodológicos, y dos al menos parecen centrales. El primero es la confrontación de las diferentes fuentes y su integración en un mismo mapa. En efecto, se observa la diferencia entre las fuentes: tanto en el tipo de conflictos relatados como en la estructura espacial de los mismos. El segundo es la transformación de un catastro de elementos dispares en un mapa de localización. Si bien el punto en un mapa permite localizar, se tiene que debatir sobre su capacidad de representar un conflicto. El problema del punto es que pone en el mismo plano conflictos pequeños y grandes, temporalidades diferentes, y nada dice del contenido del conflicto. Pone en el mismo plano conflictos locales de unas semanas con conflictos a escala metropolitana de varios años. Al mismo tiempo, el punto no distingue un conflicto que involucra superficie (áreas) ni aquellos que son de carácter lineal (redes o flujos). Por todas estas razones, es necesario considerar la responsabilidad de hacer mapas y los conflictos de interpretaciones que esto puede generar.

De la cartografía a la geografía social de los conflictos socioambientales

Al comparar la cartografía resultante con los conflictos y la de los NSE, se puede observar que los conflictos están en su mayoría ubicados en los barrios de nivel medio y alto, hecho que llama la atención pues en un primer momento tiende a confundir. ¿Se concentra la mayor cantidad de problemas ambientales en los sectores más acomodados de la ciudad? Definitivamente no. Pero sí se concentran en ellos los conflictos socioambientales. Ahí hay una pista de gran interés para explorar analíticamente. Dos hipótesis pueden proponerse al respecto: la primera se basaría en suponer que la mayoría de los conflictos se ubican en estos sectores de la ciudad porque existe mayor capacidad de organización, de movilización y de influencia a nivel de los medios de comunicación, por el hecho de ser parte de las elites, grupos de poder, o bien, grupos con mayores niveles socioeducativos; la segunda aduce que las fuentes utilizadas no registran los conflictos que se desarrollan en los barrios populares de carácter marginal. A partir de estos resultados, hay que cuestionar los métodos de cartografía que no son neutrales y reproducen desigualdades que vienen determinadas por otras fuentes que se extienden a las denuncias por el deterioro de las condiciones de calidad ambiental del entorno.

Pero hay otros antecedentes de relevancia e interés para mirar de manera cruzada. Por ejemplo, al hacer un análisis de los sectores de la ciudad en donde se está desarrollando la mayor cantidad de proyectos inmobiliarios a la fecha, la carta resultante es de gran interés, ver la imagen 6.

Como se puede ver, hay también una correspondencia entre aquellas comunas en las que se concentra el mayor número de conflictos y aquellas en las que a la vez se concentra la mayor cantidad de proyectos inmobiliarios en desarrollo. Nuevamente algunas pistas especulativas: ¿Podría esto significar que los conflictos se desarrollan con mayor facilidad en los sectores con mayores plusvalías del suelo?

Otro dato muy relevante se relaciona con el Índice de Calidad de Vida Urbana. Este muestra que precisamente las mismas comunas que concentran la mayor cantidad de conflictos socioambientales de las fuentes aquí utilizadas, tienen mayor calidad de vida urbana (Orellana et al. 2013). En efecto, algunas de las comunas clasificadas con un índice superior son Las Condes, Vitacura, Providencia, Lo Barnechea, La Reina, Santiago y Ñuñoa. En estas comunas, como se pudo apreciar en el mapa anterior, es donde se concentra la mayor cantidad de proyectos inmobiliarios en desarrollo. Tiende, por lo tanto, a repetirse el patrón.

Por otra parte, en materia de calidad ambiental se vuelve a repetir el esquema. El estudio de Romero et al. (2010) demostró cómo la calidad del aire y las temperaturas de la ciudad se manifiestan reflejando mejores condiciones relativas y siguiendo el mismo patrón espacial hasta acá destacado, es decir, mostrando mejores condiciones en las comunas más acomodadas y que concentran la mayor cantidad de conflictos socioambientales, versus la peor calidad ambiental en aquellas comunas del poniente de la ciudad en las que, en los medios consultados, se registran muy pocos conflictos socioambientales (ver la imagen 7).

Esta situación viene a repetir una condición muy particular que se suma, como se ha visto anteriormente, a aquella que se refiere por ejemplo a las comunas que poseen la mayor cantidad de áreas verdes por habitante. Nuevamente las mismas con mejor calidad ambiental, mayor plusvalía de terrenos, mejores condiciones socioeconómicas de la población y mayor cantidad de conflictos socioambientales.

¿Por qué este intento de vincular segregación y/o fragmentación socioespacial, conflictos socioambientales y ecología política? Si bien los conflictos ambientales son uno de los temas clásicos tratados por la ecología política, los estudios se han desarrollado mayoritariamente sobre el contexto rural. En este marco, muchos trabajos han demostrado que los espacios donde vive población de escasos recursos, o bien minorías, tienden a albergar las infraestructuras o equipamientos con más externalidades negativas, abriendo de este modo un nuevo flanco a las desigualdades sociales y haciendo patente así el concepto de injusticia ambiental8 (Harvey 1996; Robbins 2004; Zimmerer y Basset 2003).

Sin embargo, también es cierto que la existencia de conflictos socioambientales deja de manifiesto que ante una decisión, propuesta o intención de llevar adelante un proyecto, actividad, o acción con algún tipo de consecuencia medioambiental, existe un foco de resistencia, reacción o franca oposición por parte de grupos de la sociedad, con intereses diversos y que encuentran en estas controversias un espacio para legitimar posiciones, reivindicar derechos, demandar soluciones o simplemente oponerse a intereses divergentes de los que sustentan como grupo (Cefaï y Trom 2001). En tal sentido, la existencia de conflictos ambientales tiene connotaciones muy positivas y saludables, en la medida en que se transforman en un vehículo para dejar de manifiesto la existencia de derechos que en muchos casos, en ausencia de conflicto, son llanamente ignorados. De allí que la connotación ambiental que da soporte a la demanda incorpore también su connotación social abriendo paso al concepto conflicto socioambiental (Robbins 2004).9

Lo anterior encuentra, por lo demás, un soporte conceptual muy interesante a partir de lo sostenido por Simmel (2010) en términos de destacar que la existencia de conflicto es lo que permite a la sociedad su permanencia, evolución y capacidad de sostenibilidad en el tiempo. El conflicto designa así el momento positivo que genera una unidad conceptual pero imposible de deshacer. El conflicto no se considera como un problema o un disfuncionamiento, sino como una modalidad de relación entre grupos. Puede ser factor de equilibrio social, de regulación social, de socialización. Facilita la cohesión, refuerza la identidad de un grupo, aumenta las solidaridades, multiplica los intercambios y estimula la innovación y la creatividad.

De esta forma, es relevante destacar que la condición de un conflicto socioambiental está dada no sólo por su reivindicación ambiental, amparada en aspectos sostenidos socialmente, sino también por la manifestación de nuevos aspectos que resaltarían o profundizarían condiciones de desigualdad o inequidad social, en las que el detrimento ambiental sería un elemento adicional. De aquí, por cierto, su estrecho vínculo con la ecología política, en la medida que se estaría dando cabida a una discusión que, sostenida científicamente, permitiría incorporar elementos argumentativos en aspectos reivindicativos socioambientalmente (Aliste, Di Méo y Guerrero 2013; Escobar 2008; Leff 2014; Paulson y Gezon 2005; Peet, Robbins y Watts 2011; Robbins 2004).

Hacia una cartografía crítica de los conflictos socioambientales: la emergencia de la ecología política desde la geografía social de la ciudad

¿Cómo se debe leer entonces la existencia de conflictos socioambientales urbanos? Si se acepta que los resultados aquí obtenidos, más allá de su fidelidad o precisión, ya representan mediáticamente una realidad construida y que reflejan un estado de situación en cuanto a la sensibilidad socioambiental en la ciudad, se puede sostener que hay un dato de mucha relevancia: el de una cartografía que, con su posibilidad y necesidad de mejoras, visualiza elementos y aspectos que refuerzan una noción de profunda desigualdad en la ciudad. Los sectores más desposeídos, con menor infraestructura, con mayores restricciones de acceso a bienes y servicios urbanos como educación de calidad, salud, comercio, áreas verdes, infraestructura vial, etc., con menor calidad de vida urbana y probablemente con mayores problemas ambientales (es el caso de las comunas del sector poniente de Santiago respecto de sus malos índices de calidad del aire, concentraciones de vertederos ilegales de residuos sólidos, etc.) son los que, sin embargo, menos conflictos socioambientales poseen.

Y por el contrario, el hecho de que la mayor cantidad de conflictos socioambientales se presente en sectores más pudientes y acomodados de la ciudad, podría estar insinuando que estos sean más bien un tema de las élites y no un tema de interés social de carácter masivo o popular. Esta posibilidad abre un debate serio y que sin duda confrontará posturas. Lleva a que la discusión efectivamente se sitúe en la ecología política en la medida en que sea capaz de recurrir a cuestionar otro orden de significaciones que es necesario abordar en los estudios sobre la justicia ambiental por ejemplo, y a relacionar las características socioculturales y las condiciones ambientales de base en los diferentes sectores de la ciudad. Parece inevitable llevar la discusión al plano de las desigualdades y remarcar que, en el medio urbano de la ciudad de Santiago, los conflictos socioambientales son principalmente de las élites.

Lo anterior no quiere demeritar ni negar la idea de que en los sectores desposeídos de la ciudad no existen problemas ambientales. Por el contrario, como se ha señalado en párrafos anteriores, en sectores pobres de la ciudad los problemas ambientales están más latentes y de hecho son más serios que en los sectores ricos de la ciudad. Sin embargo, que en estos últimos se concentre la mayor cantidad de conflictos estaría reproduciendo o mostrando un nuevo elemento que se suma a las condiciones de desigualdad en la ciudad de Santiago: también la capacidad de movilizarse o de incidir en la opinión pública respecto a las condiciones ambientales del entorno encuentra más eco en los sectores pudientes, al tiempo que tiende a invisibilizarse en los sectores más pobres de la ciudad.

Por lo tanto, tan importante como la existencia de conflictos socioambientales es la posibilidad de contar con una cartografía activa y dinámica sobre los problemas ambientales de la ciudad, pero que sea de acceso fácil o de rápida socialización para la ciudadanía. Una parte importante, y tal vez más grave de los problemas ambientales de la ciudad, es la incapacidad de que estos problemas sean resistidos por los habitantes de los sectores más marginales de la ciudad. Lo anterior permite retomar la tesis sobre la importancia de la existencia de conflictos socioambientales, pero para que ellos sean efectivamente los canalizadores de inquietudes que reflejan un estado de madurez, empoderamiento, y sobretodo territorialidad manifiesta por parte de los habitantes de los sectores populares de la ciudad. Que este no sea ni quede radicado como un tema que interesa solo a las élites.

Importantes sectores de la ciudad viven expuestos a condiciones de calidad ambiental deplorables, por ejemplo, basurales clandestinos o microbasurales, ruidos molestos por fuentes fijas, emisiones atmosféricas o malos olores, déficit de áreas verdes, etc., sin que exista por parte de la población una sensación de detrimento o reclamo por estas condiciones que en muchos casos pueden, incluso, ser consideradas como "normales". Las siguientes imágenes muestran algunos ejemplos (ver las imágenes 8 y 9).

Tal como se detalla en el informe del Ministerio del Medio Ambiente de Chile (2011), comunas como Vitacura, Las Condes, Providencia, La Reina y Lo Barnechea, que son las comunas más ricas de la ciudad, son responsables del mayor volumen de generación de residuos sólidos urbanos, cuando los basurales legales e ilegales se encuentran en aquellas comunas más pobres de la ciudad (ver la imagen 10). Esta condición de desequilibrio lleva a que, mirado esto desde la ecología política, se entienda la relevancia que tiene territorialmente este tema en el modo de ver cómo se reproducen las condiciones de inequidad e injusticia ambiental en la ciudad. De hecho, a finales de los años 90 e inicio de la década del 2000, trabajos académicos como los de Sabatini y Wormald (2004) destacaban la inexistencia de movilización social de parte de los grupos pobres en Santiago, con excepción de las movilizaciones de vecinos en contra de los proyectos de nuevos rellenos sanitarios. Pero hoy en día, los nuevos proyectos de rellenos ya no se ubican en el Gran Santiago sino en la periferia, hacia el oeste y el sur, desplazando el tema de la guerra de la basura.

Sin embargo, esta historia puede ser muy relevante al tener en consideración la conformación de ciertos imaginarios y representaciones de lo urbano (Aliste y Musset 2014). Especialmente el modo en que estos actúan también en el campo de los conflictos socioambientales en la ciudad. Ello debido a que en general existe la percepción, demostrada a través de entrevistas exploratorias y de una encuesta test,9 de que los conflictos socioambientales se dan con mayor frecuencia en los sectores menos acomodados de la ciudad. La disponibilidad de recursos y el modo en que se han construido algunos indicadores sobre el bienestar urbano (sea calidad de vida, calidad ambiental o bien otros indicadores integrales de calidad de la ciudad) merecen ser rediscutidos precisamente desde una perspectiva en la cual la ecología política pueda cumplir un papel más activo, articulando los aspectos socioculturales, los ecológicos, los socioeconómicos y especialmente los territoriales. Por ejemplo, para mostrar no sólo la existencia de problemas ambientales, sino sobre todo las características socioculturales del entorno, la capacidad de respuesta de los habitantes y las características de orden político local (Gabriel 2014; Paulson y Gezon 2005; Peet, Robbins y Watts 2011; Robbins 2004).

En la línea de lo anterior, conviene visualizar que una parte importante de los conflictos socioambientales es su capacidad de hacer de los problemas ambientales un asunto de interés público y, por lo mismo, un asunto de orden político y ciudadano. Desde esta perspectiva, se vitaliza la tesis de lo conveniente o lo saludable que puede ser, para conformar y consolidar una democracia que respete derechos que garanticen equidad, la existencia de los conflictos socioambientales; lo anterior, por cierto, en la medida que estos den cuenta de situaciones que actualmente solo se hacen visibles en entornos donde existen condiciones de ciudadanía que se relacionan con ciertos privilegios, en ciudades tan fuertemente segregadas como Santiago de Chile. Así, se pueden abrir nuevos focos para el trabajo a nivel de bases en el ámbito urbano para que se ponga de manifiesto la necesidad de un fortalecimiento ciudadano que emerja desde la ecología política del territorio.

Conclusiones: ¿el conflicto socioambiental como una nueva vulnerabilidad socioespacial?

En el presente artículo se ha expuesto un análisis de los conflictos socioambientales en la ciudad de Santiago de Chile, a partir del establecimiento de la relación entre la geografía social de la ciudad y un levantamiento catastral de conflictos ambientales derivado de cuatro fuentes: dos medios de prensa, tribunales de justicia y redes sociales. Al representar cartográficamente los conflictos catastrados se puede ver que existe la tendencia a que se concentren principalmente en los barrios de mayores ingresos y con mejores condiciones de calidad de vida en general. Por el contrario, es en los sectores menos favorecidos de la ciudad donde se registran menos conflictos socioambientales. En una ciudad tan altamente segregada en términos socioeconómicos como Santiago de Chile, este hecho es profundamente llamativo y de gran interés para la ecología política, toda vez que podría inducir a sostener que los conflictos socioambientales son más bien un tema de las élites. Lo anterior, que no guarda relación con las condiciones de calidad ambiental de la ciudad, podría interpretarse como un nuevo elemento que viene a reforzar las condiciones de desigualdad urbana: las inquietudes ambientales de los habitantes, canalizadas a través de los conflictos, son más frecuentes en sectores acomodados y menos frecuentes en aquellos más desfavorecidos.

En el marco de la ecología política, lo anterior llevaría a sostener que son necesarias nuevas lecturas y nuevos procesos que ayuden a resignificar los indicadores de calidad de vida urbana, por ejemplo, para registrar datos complementarios relativos a la justicia ambiental. Por ejemplo, ayudaría en este sentido el desarrollo e incorporación de las diferentes herramientas de gestión urbana, de indicadores y datos que permitan estimar la responsabilidad de los diferentes sectores de la ciudad sobre sus pasivos ambientales, sobre las cargas ambientales, condiciones y características socioculturales, entre otros antecedentes que ayuden a equilibrar la noción de calidad ambiental y a ponderar en sí la existencia de los conflictos socioambientales citadinos.

Por otra parte, se podría sostener aquí la conveniencia y oportunidad que reflejan los conflictos socioambientales en la medida en que estos puedan colaborar a empoderar a la ciudadanía, especialmente aquellos sectores menos favorecidos social y ambientalmente. En este sentido y siguiendo la línea de Simmel (2010), reconocer el beneficio que tiene el conflicto como mecanismo de la sociedad para la búsqueda de nuevos equilibrios y ajustes en las condiciones de convivencia. Aquí el aporte de una ecología política del territorio puede apoyar, a partir del hecho de hacer explícita y accesible esta información sobre las condiciones de desigualdad socioambiental y favorecer el conflicto, de modo que empodere a la ciudadanía en la búsqueda de nuevos equilibrios para el mejoramiento de la calidad de vida urbana.

Favorecer el conflicto debe entenderse en el contexto de la ecología política del territorio de Santiago de Chile como la necesidad de estimular y fortalecer las condiciones de calidad de vida urbana de los habitantes de vastas extensiones de la ciudad, demandar condiciones de equidad ambiental y, de esta forma, dar un sentido político a las condiciones que se pueden derivar de la lectura aquí expuesta. Así, geografía social y ecología política pueden generar una sinergia que apoye y fortalezca aspectos que tiendan a mejorar la gestión urbana de la ciudad.


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* Artículo elaborado en el marco del proyecto de investigación FONDECYT Postdoctorado 3140503 Conflictos de contenido ambiental y territorio en el Gran Santiago: análisis del papel de los conflictos en la construcción y gobernanza de los territorios. Investigadora responsable: Dra. Caroline Stamm; investigador patrocinante: Dr. Enrique Aliste. Los autores agradecen a Olivier Coffin y Constanza Reyes por su participación como asistentes de investigación en este trabajo.

1 Los casos emblemáticos son la Central Ralco en el río Bio-Bío, Proyecto Forestal Trillium en Magallanes, Extracción de aguas del Lago Chungara en el altiplano chileno.

2 Por ejemplo, la Central Termoeléctrica Renca en la comuna homónima, estaciones de transferencia de residuos sólidos urbanos en la comuna de Quilicura, o bien la instalación y operación de Plantas de Tratamiento de Aguas Servidas en la comuna de Maipú, sólo por mencionar algunos casos en Santiago Metropolitano.

3 Si bien se trata de información censal de base de más de doce años, es la que representa mayor validez estadística y ha sido actualizada sobre la base de ajustes y estimaciones. Lamentablemente, el Censo Nacional de Población y Vivienda realizado el año 2012 tuvo serios problemas metodológicos y de validez, por lo que se ha determinado que sus datos no son fiables y se ha recomendado no usarlos.

4 Proyecto hidroeléctrico que se localiza en la alta cordillera de Santiago, y que ha motivado la creación de un movimiento contra su desarrollo, confrontando diversos actores sociales, políticos y empresariales de Chile.

5 Conferencia de Joan Martínez Alier, "Presentación del Atlas de Justicia Ambiental - proyecto EJOLT", Congreso Latinoamericano de Ecología Política, Universidad de Chile, 24 de octubre 2014. También en Gorostiza (2015).

6 A escala nacional se destaca el trabajo del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) con el Mapa de Conflictos Socioambientales, que da cuenta de 97 conflictos en todo Chile en el período de enero de 2010 a junio de 2012. A escala de la ciudad de Santiago, existe una cartografía en línea denominada Mapa de los conflictos urbanos de la ONG SUR Corporación de Estudios Sociales y Educación que cubre el periodo entre los años 2006 y 2011 y que registra cien conflictos en Santiago. Este mapa colaborativo ha sido realizado en cooperación con organizaciones sociales y ciudadanas, contactadas a través de la Red Observatorio de Vivienda y Ciudad y de las Escuelas Constructoras de Ciudades. Se incluyen tanto casos que alcanzaron notoriedad en la esfera de la opinión pública como casos representativos, a distinta escala, de la conflictividad urbana entre los años 2006 y 2011 en Santiago. Los cien casos están clasificados en las categorías crecimiento urbano, uso y apropiación de espacios urbanos, medio ambiente, vivienda y daños por terremoto. Otros mapas han sido realizados por algunas ONG sobre temas específicos como la minería o el agua.

7 Se trata de conflictos por el agua en Santiago, por el transporte de materias tóxicas, por el cierre de calles para las bicicletas los domingos, por el Plan Metropolitano de Regulación de los Suelos (PMRS100), por la modificación del decreto sobre material particulado respirable y por la protección del patrimonio.

8 Ver el manifiesto para la ecología política urbana (Heynen, Kaika y Swyngedouw 2006).

9 Robbins (2004) se refiere a la noción de identidad ambiental y movimiento social, aludiendo a que ciertos aspectos identitarios, asociados a las condiciones ambientales del medio, pueden alentar el surgimiento de movimientos sociales anclados en este tipo de inspiración.

10 La encuesta-test no es representativa estadísticamente, pero de alguna forma reafirma lo sostenido en entrevistas y conversaciones con diferentes actores y personas. Esta se realizó por medio del software Surveymonkey, en un universo de cien destinatarios de correos electrónicos donde más del 70% percibe que los conflictos socioambientales se concentran en los sectores más pobres de la ciudad, así como sostiene que la existencia de conflictos socioambientales es un hecho de carácter negativo.


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Fecha de recepción: 23 de febrero de 2015 Fecha de aceptación: 06 de julio de 2015 Fecha de modificación: 28 de agosto de 2015