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Revista de Estudios Sociales

versión impresa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.61 Bogotá jul./sep. 2017

https://doi.org/10.7440/res61.2017.05 

Dossier

Experiencias replicables. Análisis de las vinculaciones entre cooperativas de cartoneros, agencias estatales y ONG en el Gran Buenos Aires*

Replicable Experiences: Analysis of the Relationships between Recycler Co-operatives, Agencies of the State and NGOs in the Greater Buenos Aires

Experiências replicáveis. Análise das vinculações entre cooperativas de recicladores, agências estatais e ONGs na Grande Buenos Aires

Santiago Sorroche** 

** Doctor en Antropología Social por la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Becario Posdoctoral Conicet. Investigador de la Sección de Antropología Social en el Instituto de Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires. Últimas publicaciones: "Repensando los conflictos socioambientales desde una ecogubernamentalidad en fricción". Estudios Políticos 49: 132-147, 2016 (en coautoría), y "Ni 'vagos' ni 'ladrones': trabajadores cartoneros. Las organizaciones cartoneras y la disputa por el reconocimiento de su actividad como un trabajo". Épocas. Revista de Ciencias Sociales y Crítica Cultural 3. 2016. sorroche.santiago@gmail.com


RESUMEN

Este artículo se propone dar cuenta, desde una perspectiva etnográfica, de las vinculaciones entre agencias estatales, ONG y cooperativas de cartoneros. El establecimiento de sistemas de recolección diferenciada desarrollados por cooperativas de cartoneros en el Área Metropolitana de Buenos Aires posibilitó que estas se constituyeran como modelos de gestión exitosos por parte de ONG y agencias estatales. Estas consideraciones permitieron la construcción de un modelo de gestión de residuos con inclusión social, con la capacidad de ser replicados en otros espacios locales, regionales e internacionales.

PALABRAS CLAVE  Argentina; ONG; regional; internacional; ); cooperativas de cartoneros; local

ABSTRACT

This article intends to highlight the relationships between agencies of the State, NGOs and recycler co-operatives from an ethnographic perspective. The establishing of differing recollection systems developed by recycler co-operatives within the Metropolitan Area of Buenos Aires allowed these to become a successful management model as defined by NGOs and agencies of the State. These definitions permitted the creation of a waste management model with social inclusion, able to be replicated in other social spaces regionally and internationally.

KEYWORDS  Argentina; NGO; regional; recycler co-operatives; local

RESUMO

Este artigo se propõe a dar conta, a partir de uma perspectiva etnográfica, das vinculações entre agências estatais, ONGs e cooperativas de recicladores. O estabelecimento de sistemas de coleta diferenciada desenvolvidos por cooperativas de recicladores na Área Metropolitana de Buenos Aires possibilitou que elas se constituíssem como modelos de gestão bem-sucedidos por parte de ONGs e agências estatais. Essas considerações permitiram a construção de um modelo de gestão de resíduos com inclusão social, com a capacidade de ser replicado em outros espaços locais, regionais e internacionais.

PALAVRAS-CHAVE Argentina; ONG; regional; internacional; cooperativas de recicladores; local

Introducción

A principios del siglo XXI, Argentina atravesó una de sus mayores crisis económicas y sociales. Tras diez años de "convertibilidad" y la profundización de políticas de corte neoliberal -iniciadas durante la última dictadura militar-, la estructura económica alcanzó niveles de concentración y desindustrialización sin precedentes (Basualdo 2006). La conflictividad social llegó a su punto más álgido el 19 y 20 de diciembre de 2001, desencadenando la renuncia del presidente De la Rúa.

El 6 de enero de 2002, el presidente interino, Eduardo Duhalde, dio fin a la ley de convertibilidad, abandonando la paridad cambiaria con el dólar. En el Gran Buenos Aires,1 la desocupación y subocupación alcanzaban niveles cercanos al 40% de la población, y, a su vez, la devaluación de la moneda propició un aumento de los precios de materiales reciclables. En este contexto, se fue configurando la recuperación de estos materiales de la "basura" como una práctica recurrente entre la creciente población de desocupados que se concentraba en las barriadas bonaerenses.

Si bien la recuperación de materiales reutilizables de los residuos constituye una actividad de larga data en Buenos Aires,2 la cantidad de personas dedicadas a esta práctica3 y su visibilidad parecían indicar el surgimiento de un fenómeno totalmente nuevo. Asimismo, tanto los medios como los analistas (Adissi 2004; Tufró y Sanjurjo 2010) lo caracterizaban como un claro epifenómeno de la crisis. Exobreros, exempleados, excostureros, entre cientos de oficios, salieron a las calles en busca de materiales reciclables para poder sustentarse.4

En aquel momento, el modelo de gestión de residuos -puesto en marcha en 1978 por la dictadura militar- se orientaba a la creación de rellenos sanitarios y el enterramiento indiscriminado de residuos, prohibiendo la actividad de los cartoneros.5 Este sistema, que contemplaba una gestión de los residuos regionalizada, comenzó a evidenciar signos de crisis a principios del siglo XXI, unos años antes de la aparición en escena de los cartoneros como emergente de la "cuestión social" derivada de la crisis. Diversos grupos de vecinos residentes en los alrededores de los predios de la Ceamse6 comenzaron a movilizarse en contra de los rellenos, aduciendo que esta cercanía era motivo de enfermedades, al evidenciarse la falta de medidas mínimas de seguridad (Merlinsky 2012).7

La movilización de vecinos visibilizó la problemática que atravesaba el sistema de gestión de residuos, y, junto a la afluencia de los cartoneros, se convirtió en un problema que comenzó a ganar espacio en la agenda pública.8 Las agencias estatales9 se vieron en la necesidad de reformular los sistemas de gestión de residuos, con el objetivo de atender a ambas problemáticas. En este marco, el establecimiento de sistemas de Gestión Integral de los Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU) -esbozados por los organismos internacionales de crédito10- se presentó como una opción válida para enfrentar ambas problemáticas. La GIRSU, según la definición de la Secretaría de Ambiente de la Nación, "[...] es un sistema de manejo de los Residuos Sólidos Urbanos -RSU- que, basado en el Desarrollo Sostenible, tiene como objetivo primordial la reducción de los residuos enviados a disposición final. Ello deriva en la preservación de la salud humana y la mejora de la calidad de vida de la población, como así también el cuidado del ambiente y la conservación de los recursos naturales".11

De esta manera, se buscaba reducir el enterramiento de los residuos a través de su recuperación y, a su vez, se pugnaba por la integración de los cartoneros al "circuito formal del reciclado" (Schamber y Suárez 2007). En este contexto, la conformación de cooperativas se volvió la forma privilegiada de estas políticas (Carenzo y Fernández Álvarez 2011).

Como he analizado en trabajos anteriores (Sorroche 2016), la implementación de estos modelos de GIRSU, orientados al universal12 del "desarrollo sostenible", fue tensionada y disputada desde las cooperativas de cartoneros que pugnaron por su inclusión en los circuitos formales de gestión. En función de ello, allí di cuenta de la manera en que las propias cooperativas establecieron "creativamente" procesos de trabajo innovadores, en el marco de estas nuevas relaciones de hegemonía en torno a los residuos. En los casos de estudio,13 los programas de recolección diferenciada puerta a puerta se presentaron como nuevos procesos de trabajo que permitían el desarrollo de la actividad cartonera.

Fue a través de este proceso que se configuró lo que he denominado un modelo de GIRSU vernaculizado (Sorroche 2016),14 que contempló la participación de cartoneros en la recuperación de materiales para su reciclado, ampliando su alcance no sólo al manejo de los residuos, sino también a la inclusión social.15

Es importante señalar que la puesta en marcha de estos programas fue resultado de la labor realizada tanto por las agencias estatales y ONG como por las cooperativas de cartoneros. De esta manera, los discursos y lenguajes configurados en torno a estos modelos de GIRSU -en su mayoría provenientes de los lineamientos de los organismos internacionales- evidenciaron un cruce frecuente entre tópicos vinculados a la reducción de los residuos y la generación de trabajo digno.

En este marco, las dos cooperativas en estudio llevaron adelante experiencias piloto que alcanzaron el 10% de recuperación de los residuos. Por esto mismo, fueron consideradas "muy exitosas" a nivel de la política de GIRSU, desde los agentes gubernamentales y no gubernamentales. No obstante, el respaldo político y económico con el que contaron fue limitado, al punto de poner en riesgo la propia continuidad de estas incipientes iniciativas.

Periodistas, académicos, técnicos de ONG o de organismos internacionales y funcionarios de otros distritos se acercaron a indagar sobre los desarrollos alcanzados. A su vez, los integrantes de las cooperativas fueron convocados para el dictado de charlas, la participación en discusiones de leyes, programas orientados al sector, y hasta viajes al exterior y dentro del país para mostrar y contar su propia experiencia.

Este artículo tiene el propósito de evidenciar cómo las cooperativas se construyeron como modelos de gestión de residuos, gracias al acercamiento a los postulados de la GIRSU, lo que posibilitó que los emprendimientos fueran visitados, y los modelos de gestión, recuperados y replicados, tanto a nivel local como regional y transnacional.

La reconfiguración, a partir de la propia experiencia de las cooperativas, del modelo de GIRSU -que, en principio, planteaba el trabajo en plantas de separación o a través de la recolección de los materiales en la vía pública- posicionó la recolección diferenciada como una forma novedosa de gestionar los residuos. La respuesta que recibieron tanto de los vecinos como de autoridades estatales y ONG posibilitó que se convirtieran en ejemplos por replicar, adquiriendo su propio cariz local a partir del proceso de vernacularización de estos modelos.

De esta forma, la construcción de las cooperativas como "casos replicables" permitió rebasar las propias experiencias piloto, siendo replicados en otras localidades y en otros distritos. La replicabilidad -en cuanto lenguaje de las ONG- se volvió central en la posibilidad de fortalecer las relaciones con las agencias estatales y ONG que se involucraron en el trabajo cotidiano de estas cooperativas. Asimismo, se fortaleció el proceso de vernacularización, ya que los lineamientos propuestos por las cooperativas fueron recuperados en proyectos y políticas.

La recolección diferenciada llevada a cabo por cartoneros -como expresión de una GIRSU vernaculizada- fue uno de los pilares sobre los que estas experiencias se construyeron como modelo replicable, configurando el propio proceso de vernacularización.

En este contexto, las ONG cumplieron un rol central en los procesos de vernaculización de estos modelos. Estas, como mostraré a continuación, ya contaban con experiencia en otros países de la región, acompañando el desarrollo de políticas públicas orientadas a los cartoneros. Tal como ha señalado Dias (2009) para el caso brasilero, la diagramación de procesos de modernización de la gestión de los residuos ha sido abordada, principalmente, desde una visión técnica dejando de lado la problemática social, en función de obtener respuestas a la creciente cantidad de residuos que debían ser procesados (Dias 2009, 24).

De esta forma, las ONG incidieron, a través del acompañamiento de las organizaciones cartoneras, en la inclusión de la problemática social en los modelos de GIRSU que se desplegaron a fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI en los países de América Latina (Dias 2009; Sampaio de Alencar 2008).

En lo relativo a Argentina, y durante el proceso de reformulación legislativa, las ONG cumplieron un rol central, lo que posibilitó que las demandas de los cartoneros ingresaran en la legislatura de la ciudad y se sancionaran leyes como la 992, a través de la cual se creó el "programa de recuperadores urbanos -PRU-", y la 1854, conocida como "Ley de Basura Cero", impulsada por Greenpeace, que no sólo busca la progresiva reducción de los residuos, sino también propugna la incorporación de cartoneros en la gestión de los residuos reciclables de la ciudad (Grassi 2011; Koehs 2007; Paiva 2009; Schamber 2008).

Por otra parte, los trabajos académicos que indagaron sobre programas de desarrollo local han dado cuenta de la forma en que la consideración de éxito posibilita que estos sean replicados a través del trabajo de ONG, que cuentan con financiamiento de organismos internacionales (Cardozo Brum 2008; Gallichio 2004; Sumpsi Viñas 2006). Sin embargo, mi propuesta analiza la forma en que la replicabilidad se vuelve central en la construcción de políticas de inclusión de la población cartonera. En este sentido, la idea es analizar el modo en que la replicabilidad, en cuanto lenguaje de las ONG, permite el desarrollo de un modelo de GIRSU vernaculizado.

El análisis del trabajo mancomunado16 entre cooperativas y ONG permite conceptualizar un modelo de GIRSU vernaculizado, donde la inclusión social de la población cartonera se volvió el tópico más relevante, permeando la agenda pública de gestión de los residuos. En términos más directos, posibilitó que las cooperativas se volvieran tanto receptoras de las políticas como generadoras de estas. Los cartoneros en sí mismos no podían ser parte de la política de residuos, ya que eran considerados vagos y presentaban riesgos para la salud de toda la sociedad (Dimarco 2012). La labor de los cartoneros, de forma individual, no podía ser vista como una actividad de intervención de las políticas. La intervención en esta área debía ser abordada desde otros agencias estatales: salud, o incluso a través de la intervención policial.

En este contexto, y debido al desarrollo de cooperativas cartoneras, las ONG se volvieron agentes claves en el acompañamiento de estas experiencias y en el reconocimiento de la actividad, como una de las formas posibles de lograr los lineamientos de las políticas de GIRSU orientadas a las tres R.17 Durante este proceso, tanto en Argentina como en América Latina, nuevas formas de gestionar los residuos surgieron y disputaron por su inclusión, en cuanto modelo de gestión ambientalmente sustentable con mejores condiciones de trabajo para la población cartonera.

En función de lo expuesto, en primer lugar analizaremos la manera en que se desarrolló la categoría reciclaje inclusivo, para luego detenerme en los casos en estudio y el modo en que las cooperativas se convirtieron en modelos a ser replicados como solución a la problemática de los residuos.

Reciclaje inclusivo

La idea de la replicabilidad, enfatizada por las ONG, se conformó con el objetivo de lograr el desarrollo de modelos de gobernanza de esta población y de los residuos. En este marco, me interesa recuperar la forma en que diferentes ONG -AVINA, COSPE y WIEGO, en particular-, han establecido estrategias que buscan apoyar lo que se ha denominado "reciclaje inclusivo". Esta categoría contempla la incorporación de las cooperativas dentro de los sistemas municipales de reciclado. Sin embargo, esta propuesta, que ha sido disputada, recuperada y reformulada por los emprendimientos, fue producida a través del trabajo mancomunado.

Por otra parte, una revisión de los documentos de organismos internacionales (IICA y BID 2013) y de programas de desarrollo (UE 2013) permite dar cuenta de la centralidad que adquiere la replicabilidad para considerar un proyecto como exitoso, y, por lo tanto, el acceso a los fondos para su implementación en nuevos espacios, o su sistematización.

La replicabilidad de las experiencias se construye como su capacidad de extenderse a otros espacios, en primera instancia, a niveles nacionales. Se basa en consideraciones respecto al éxito que tanto los agentes estatales como los técnicos de ONG estiman que estas han logrado. De manera paradójica, éxito y replicabilidad se autoconvocan entre sí: si es exitosa, debe ser replicable; si es replicable, se debe a su éxito.

En esta línea pueden comprenderse los pioneros desarrollos de la ONG italiana COSPE,18 la cual impulsó la red Reciclando Valores, o el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC). En 2003, este último intentó la organización de una red de comercialización conformada por cooperativas de cartoneros. Como señalaron Carenzo y Fernández Álvarez (2011), los mismos técnicos de COSPE que trabajaron en la conformación de la red, luego fueron parte de los cuadros técnicos del Ministerio de la Producción de la provincia de Buenos Aires, organismo que fue encargado de establecer políticas orientadas a las cooperativas. Lo que quiero señalar es que las ONG, y sus técnicos, fueron pioneros en el desarrollo de políticas orientadas a la población cartonera, permeando las prácticas de las agencias estatales, que debían afrontar una problemática novedosa.

Posteriormente, la fundación Avina estableció una estrategia regional que se orientó a la generación de trabajo digno; maximización de los beneficios ambientales y sociales; promoción de la organización de redes locales e internacionales de recicladores; mejoramiento de lugares de la cadena de valor; participación en los sistemas de manejo de residuos; desarrollo de políticas públicas; y "Vincular a los recicladores con la agenda de cambio climático: mercados y empleos verdes".19 En este marco, es posible observar la recuperación del concepto empleos verdes20 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en los cuales busca incluir a esta población, y, a partir de esta propuesta, logró interesar a otros organismos internacionales para su vinculación en estas acciones.

En esta clave, el lanzamiento en 2011 de la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo -a través de la asociación entre el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), la División de Agua y Saneamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Coca-Cola América Latina, Fundación Avina, la Red Latinoamericana de Recicladores (Red-LACRE) y PepsiCo Latinoamérica- da cuenta de la capacidad de Avina para establecer una agenda continental de inclusión de los cartoneros.21 El reconocimiento y la valorización del trabajo de los recicladores, mediante la construcción de alianzas estratégicas, permiten mejorar la coordinación tanto nacional como regional, vinculando a los gobiernos, las empresas y las organizaciones de recicladores. Pero, ¿qué fue lo que posibilitó este cambio de visión en torno al trabajo de los recicladores a nivel regional? El desarrollo de las cooperativas y, por lo tanto, de la actividad logró constituirse más allá de la mera subsistencia, convirtiéndose en un trabajo digno que permitía reducir los residuos.

De esta manera, las ONG construyeron la problemática del reciclaje informal como uno de los sectores estratégicos por intervenir en el ámbito de América Latina. En Argentina, los inéditos niveles de pobreza y desempleo redefinieron la forma de trabajo de las ONG reformulando las políticas de acción y recuperando las experiencias desarrolladas en otros países del Sur global. Mientras que en Colombia se registran cooperativas desde la década del setenta (Sampaio de Alencar 2008), en Brasil fue a partir de fines de los ochenta, y, en ambos casos, fue en función de mejorar las condiciones de trabajo de esta población (Dias 2009; Sampaio de Alencar 2008). De esta manera, las ONG que habían desarrollado trabajos en estos países contaban con un bagaje y experiencia propios que les permitían intervenir de forma diferencial en esta problemática.22

En su tesis doctoral, Dias (2009) señaló que el "paraguas conceptual de la GIRSU" se vuelve un concepto polisémico, en el cual las ONG encontraron una forma de lograr que las demandas del sector informal de los residuos fueran incorporadas en la discusión de políticas del área. Esto requirió un arduo trabajo, ya que, para los sectores técnicos-administrativos, la GIRSU se había vuelto una herramienta tanto para la implementación de modelos públicos-privados como para la privatización del sector (Dias 2009, 64-65). En función de incorporar las dimensiones sociales de esta problemática, en Brasil se creó el "Foro Nacional Lixo e Cidadania", cuyos objetivos eran generar el diálogo en torno a los residuos; apoyar la organización y el asociativismo de los cartoneros; identificar, apoyar y diseminar experiencias exitosas de organizaciones cartoneras; involucrar al Ministerio Público, en función de generar presión sobre los alcaldes para que incorporen medidas del trabajo con los residuos y cartoneros; brindar capacitaciones tanto a cartoneros como ONG y agencias estatales; y coordinar con las instituciones de financiamiento proyectos vinculados a los residuos y la cuestión social (Dias 2009). Apoyado por las diversas ONG vinculadas al sector, y con un fuerte apoyo de UNICEF, el foro fue conformándose y adquiriendo apoyo estatal. Sin embargo, recién con la llegada del Partido dos Trabalhadores (PT) al gobierno de algunas ciudades -Belo Horizonte (Dias 2009) y Porto Alegre (Sampaio de Alencar 2008)-, los cartoneros comenzaron a desarrollar trabajos en conjunto, y se les permitió trabajar en la calle.

Dias (2009) señala que la mayoría de la sociedad brasilera tenía una imagen negativa de quienes realizaban la actividad, considerándolos mendigos o marginales. La autora recupera la forma en que, a través del trabajo mancomunado entre las ONG, cooperativas y agencias estatales, esta imagen pudo modificarse configurando la de agentes ambientales, lo que finalmente redundó en el reconocimiento legal de la profesión (Dias 2009, 253). Como ha señalado Dimarco (2011; 2012), en Argentina se desplegó un proceso similar, construyendo a los cartoneros como trabajadores, separándolos de la visión que los percibía como vagos, delincuentes, y como un peligro latente para la salud de la sociedad toda.

De esta manera, en la Argentina signada por la crisis, y el lugar marginal que ocupaban los cartoneros -invisibilizados, ladrones, ilegales (Dimarco 2011; 2012)-, las primeras intervenciones en pos del reconocimiento de la actividad como un trabajo surgieron desde las ONG, quienes acompañaron en las audiencias públicas, organizaron encuentros (Paiva 2009; Schamber 2008; Schamber y Suárez 2007) y hasta conformaron redes (Buldain 2007; Carenzo y Fernández Álvarez 2011; Koehs 2007; Paiva 2007). En este contexto, la participación de las ONG fue central para que pudieran comenzar a replantearse las leyes vinculadas a la gestión de los residuos y para que las propuestas de las cooperativas fueran escuchadas.

Como analicé en otros trabajos (Sorroche 2016), la participación de ONG fue central en los dos casos en estudio. En el caso de Morón, el desarrollo de la Asociación Civil fue una sugerencia del gobierno municipal, en función de poder presentar proyectos; a partir de su creación fue posible organizar y acompañar el surgimiento de la cooperativa NuevaMente. Mientras que en el caso de Reciclando Sueños (Recisu), en La Matanza, la vinculación con la ONG COSPE fue la que posibilitó viajar a Brasil -justamente, al Foro Lixo e Cidadania-, donde pudieron conocer la experiencia de la recolección diferenciada y, así, comenzar a diagramar su propio desarrollo. No obstante, ambas cooperativas se vincularon con agencias estatales, gracias a estas relaciones. Si en el caso de Morón fue la propia asociación la que buscó el apoyo municipal, y a partir de allí conformó la cooperativa, en el caso de La Matanza, el trabajo con la ONG COSPE, a través de la red Reciclando Valores, permitió el contacto con el Ministerio de la Producción de la provincia de Buenos Aires, a través del cual, como mostraron Carenzo y Fernández Álvarez (2011), pudieron acceder a créditos para el lanzamiento de la recolección diferenciada.

De lo señalado anteriormente resulta interesante recuperar dos cuestiones. Por un lado, COSPE también fue una de las ONG que participó en la diagramación de los Foros Lixo e Cidadania en Brasil (Dias 2009; Sampaio de Alencar 2007). Por el otro, y aquí es donde me interesa indagar, los foros, en su articulación territorial -nacional, estadual y municipal-, "[...] fueron diseñados de tal forma que funcionaran como red [...]" (Dias 2009, 158).

La conformación de redes de ONG y organizaciones de base, en función de lograr la participación estatal en diversas problemáticas, fue analizada por la antropóloga Annelise Riles (2000) en su libro The Network Inside Out. Riles se centró en el trabajo cotidiano de ONG de Fiyi -vinculadas a los derechos de las mujeres- que desarrollan actividades articuladas en redes nacionales e internacionales. De esta forma, a través del análisis de la participación de estas organizaciones en conferencias globales de las Naciones Unidas, la autora dio cuenta de la manera en que se modelan tanto la práctica local como las formas de intercambio dentro de las redes. Siguiendo este planteo, mi intención no es describir la red sino pensar -más allá de la autoexplicación de que las redes vinculan diferentes grupos (Riles 2000, 26)- qué sentido tuvo la constitución de la red en el momento de emergencia del fenómeno cartonero en el ámbito del Gran Buenos Aires.

Por un lado, me interesa señalar que el nombre dado a la Red fue Reciclando Valores; hay un claro sentido que aparece de una primera lectura: el reciclado genera valor; por lo tanto, a partir de mejores condiciones de trabajo se mejorarían las ganancias de quienes participaban. Sin embargo, por el otro, estaba en juego parte de la redefinición de los cartoneros, no ya como desempleados, o la connotación que habían tenido durante años como vagos y delincuentes. En este sentido, debía reciclarse el valor del trabajo, es decir, que fueran considerados como trabajadores. Como ya señalé, fue allí donde las ONG cumplieron un rol central en acercar las propuestas de los cartoneros a las agencias estatales. Su apoyo -no sólo monetario- fue central para que las agencias estatales pudieran comenzar a ver y pensar que el trabajo de los cartoneros era una opción posible en la recuperación de los residuos. Al mismo tiempo, ese reconocimiento no sólo posibilitaba la generación de condiciones de trabajo digno sino que cimentaba las bases para disputar la incorporación de las cooperativas a los circuitos formales de residuos.

De manera simultánea, la red presentaba en forma "homogénea" -con esto no quiero decir que no haya sido disputada internamente- grupos muy diferentes que debían hacer frente a realidades locales extremadamente diversas. En este sentido, al presentarse como red, más allá de las diferencias, posibilitaba establecer relaciones más fluidas con las agencias estatales y en mejores condiciones que de manera separada. Algo similar a lo que relata Dias (2009) con los foros Lixo e Cidadania: la experiencia de COSPE en el desarrollo de estas redes en Brasil sirvió de base para la constitución de Reciclando Valores, que se volvió un actor central en la conformación del programa "Reciclando Valores", dependiente del Ministerio de la Producción de la provincia de Buenos Aires. A partir de estos logros, los integrantes de la red participaron en la redacción de un proyecto de ley (que luego se convirtió en la ley provincial 13592), consiguiendo un mayor reconocimiento de lo estipulado en la primera versión de este. Como contaba Marcelo, presidente de Reciclando Sueños:

"Cuando se cierra el relleno de Villa Domínico, nos invitaron a participar como red. Fue el gobernador, era Felipe Sola en ese momento. Y nosotros le señalamos algunas cuestiones del proyecto. Ahí, el gobernador dijo que estaba de acuerdo y que iba a hablar con su equipo para que lo modifiquen. Y así trabajamos con su gente, y presentó el proyecto que terminó saliendo". (Entrevista realizada a Marcelo 15/02/2015)

Como es posible observar, fue la participación de la red -apoyada por una ONG internacional- lo que les permitió a los integrantes de las diferentes cooperativas demandar en conjunto el reconocimiento de la actividad. Es importante señalar que, en la provincia de Buenos Aires, son los municipios los encargados de establecer la forma de gestionar los residuos; por lo tanto, cada jurisdicción presenta una realidad totalmente distinta. De esta forma, la conformación de la red posibilitó el trabajo mancomunado de las organizaciones, logrando el establecimiento de una ley marco que incluyera toda la provincia, convirtiéndose en una herramienta desde la cual pelear en cada uno de los municipios. Como ha señalado Riles (2000), una de las preocupaciones de las ONG es cómo lograr que "[...] los fondos se vuelvan documentos, los documentos acción [...]" (Riles 2000, 143). En este marco, COSPE había logrado convertir la red en acción, lo que se expresó a través de la redacción de un proyecto de ley de las cooperativas.

Al lograr la sanción de esta, las cooperativas pudieron desarrollar sus actividades sin preocuparse, entre otras cosas, por la persecución policial (vigente aún en la legislación de la última dictadura militar). Esto permitió desarrollar un modelo vernáculo de la GIRSU. Al mismo tiempo, el trabajo en conjunto posibilitó que las cooperativas incorporaran el lenguaje de la GIRSU: rellenos sanitarios, recolección diferenciada, logística, circuito formal de los residuos, entre otros.

En este proceso, tanto las cooperativas como las ONG comenzaron a cobrar relevancia en la discusión política por la gestión de los residuos. Según la visión de las agencias estatales, el problema, presentado como novedoso, requirió un trabajo político en común para lograr el reconocimiento de los cartoneros como un actor central en un nuevo modelo de gestión. El trabajo a partir de la red no sólo posibilitó intercambiar experiencias entre cooperativas de diferentes municipios del Gran Buenos Aires, sino que también permitió la eliminación de las restricciones legales que, aún en 2006, seguían existiendo en todo el ámbito de la provincia de Buenos Aires. Junto a las reformas legislativas, la adquisición del lenguaje de la GIRSU y el conocimiento de la experiencia brasilera -con una trayectoria mayor que la local- posibilitaron la puesta en marcha de propuestas innovadoras por parte de las cooperativas, convirtiéndose en modelos replicables de una GIRSU vernácula.

Ejemplo nacional

La puesta en marcha de la recolección diferenciada por parte de Reciclando Sueños comenzó a llamar la atención tanto de técnicos de ONG como de agentes estatales, académicos, periodistas y público en general. Tal fue el caso de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (SAyDS), la cual, en 2007 -a poco de lanzado el proyecto de la recolección diferenciada-, invitó a que la cooperativa participara en las actividades del Día del Ambiente que organizó la Secretaría (Fernández Álvarez 2016).23 En este sentido, es posible destacar la forma en que la SAyDS consideraba que Recisu era una experiencia ejemplar y, por lo tanto, debía mostrarse. No sólo en actividades desarrolladas por ellos, sino también a técnicos de organismos internacionales, como es posible observar en el siguiente registro de campo:

"Es un frío sábado de mayo, hace poco tiempo que comencé mi trabajo de campo en la cooperativa. A las 10 de la mañana, me encuentro con Sebastián y María Inés para ir a un asado en la misma. No sé mucho más que eso. Al subir al auto me cuentan que el motivo del asado es la visita de un técnico del Banco Mundial por un proyecto que se encuentra diagramando la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Esta información es para mí una gran sorpresa, y lo que veo al llegar al galpón es aún mayor. Mientras camino los primeros pasos -desde la calle hasta el galpón, unos 20 metros aproximadamente-, veo que se encuentran todos reunidos. Entre los y las integrantes de la cooperativa, observo al técnico del Banco Mundial y a su mujer, quien registra, videocámara en mano, todo lo que sucede. Se está llevando adelante una reproducción del trabajo cotidiano que día a día realiza la cooperativa. Mientras algunos actúan de vecinos que habían separado sus residuos, otros llevan adelante su papel cotidiano en la recolección de los mismos. La actuación prosigue con el trabajo sobre la mesa de clasificación -un viejo esqueleto metálico de una cama-, donde muestran uno a uno los diferentes materiales y cuál será su destino definitivo. Tras las presentaciones, que son cuidadosamente filmadas, llega el turno del asado, que también es registrado. Mientras tanto, el técnico nos cuenta que se encuentra visitando diferentes experiencias vinculadas al manejo de residuos en América Latina. Había estado previamente en Bahía, Brasil, donde registró las actividades de los 'catadores' en un barrio completamente construido sobre la basura. En Argentina, concurrirá a conocer otra 'famosa' experiencia de la Ciudad de Buenos Aires, antes de volver a los Estados Unidos. En ese momento comencé a preguntarme qué llevaba a que un antropólogo (sí, el técnico era antropólogo) fuera enviado desde Washington para registrar experiencias del manejo de la basura en esta región. Luego me enteraría de que esta visita estaba relacionada con un proyecto del Banco Mundial para erradicar el trabajo en los basurales a cielo abierto que sería desarrollado en el marco de la Estrategia Nacional de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (ENGIRSU), dependiente de la SAyDS, donde le habían sugerido al técnico que visitara a la cooperativa". (Registro de campo, 10/05/2008; énfasis del autor)

Dentro del marco de la ENGIRSU, la visita del técnico se orientaba a analizar las experiencias que lograran disminuir la población que desarrolla su actividad dentro de los basurales a cielo abierto. La ENGIRSU había establecido como prioridad el cierre de estos y el establecimiento de rellenos sanitarios. Al mismo tiempo, se buscaba incorporar a la población que vivía de los basurales a sistemas de gestión de residuos a través de cooperativas. Recisu, junto a otra cooperativa de la Ciudad de Buenos Aires -El Ceibo-, habían sido invitadas a participar en la elaboración de la propuesta -de la mano de los equipos "técnicos" que trabajaban con ellos; en el caso de Recisu, el equipo de becarios e investigadores del Conicet del cual formo parte-. En un primer momento, serían las cooperativas quienes realizarían el relevamiento en el interior del país. Finalmente, la SAyDS decidió contratar a una consultora para tal tarea.

La propuesta era que, dada la experiencia recorrida por las cooperativas, estas pudieran compartir sus logros, desafíos y problemas con otras organizaciones cartoneras que se formarían en torno a este proyecto. En este marco, ambas cooperativas se presentaban como un modelo replicable, en función de poder desplegar los lineamientos de la ENGIRSU: trabajo cooperativo, reducción de los residuos y gestión. El trabajo llevado adelante con ONG les permitía también un conocimiento en la diagramación y puesta en marcha de proyectos. Estos, como señaló Riles (2000), se configuran desde una matriz donde los solicitantes deben llenar los espacios en blanco, lo que permite luego un análisis de los logros alcanzados. Este conocimiento, producto de la participación en proyecto, posibilitó que ambas cooperativas tengan un conocimiento del que, en muchos casos, otras experiencias similares carecían.

A medida que se desarrolló el trabajo de campo, lo que generó intriga fueron estos vínculos que se entretejían entre las agencias estatales, organismos internacionales y una cooperativa de La Matanza. ¿Qué tenía de particular esta experiencia, entre muchas otras, para que un técnico del Banco Mundial la visitara? En este sentido, el trabajo desplegado por Recisu había permitido que la experiencia desarrollada fuera considerada como una experiencia por replicar. Esta consideración se apoyaba en el trabajo mancomunado con ONG que sustentaban la propia construcción política de la cooperativa.

Conclusiones

En este artículo di cuenta de cómo el trabajo mancomunado entre ONG y organizaciones cartoneras amplió el rango de acción para que estas últimas pudieran incidir en los circuitos formales de residuos. Una problemática que en Argentina se presentaba como extremadamente novedosa requirió el apoyo de las ONG, en función de poder desplegar propuestas de modelos de GIRSU vernaculizados, conformados a través de la replicabilidad de estas experiencias.

De esta forma, la vinculación con otras organizaciones, en el caso argentino, fue mediada por las ONG. Estas, en un primer momento, se articularon a través de la red Reciclando Valores y en las instancias de discusión de las reformas legislativas en la CABA, que posteriormente se expresó a través de proyectos financiados por las ONG. Este proceso fue generando un trabajo conjunto, en el que las cooperativas se fueron constituyendo como un actor colectivo que demandaba políticas que dieran cuenta de la inclusión social de esta población.

Los desarrollos alcanzados por las cooperativas fueron recuperados por las ONG y agencias estatales como modalidades de gestión replicables. Sin embargo, estas propuestas son disputadas en los nuevos espacios donde se busca implementarlas. Esta replicabilidad no quedó circunscrita únicamente a otras experiencias sino también a la expansión de las propias propuestas piloto, replicándolas en otras localidades del mismo municipio, aumentando el rango de acción e incidencia de las cooperativas. En este sentido, no fueron sólo modelos llevados a otros espacios locales, sino que fueron replicados en función de ampliar su alcance.

Al mismo tiempo, y es en lo que me interesa hacer hincapié, la capacidad de replicabilidad de las propuestas de recolección diferenciada fue lo que posibilitó que estas se constituyeran como modelos de GIRSU vernaculizados. Así, la construcción de la replicabilidad se volvió una condición de la capacidad de constituirse como propuestas posibles dentro de las nuevas relaciones de hegemonía en torno a la gestión de los residuos.

La vernaculización de los modelos de GIRSU requirió el trabajo en conjunto con ONG -nacionales e internacionales-, cuyo conocimiento de otras experiencias latinoamericanas -como los casos brasilero y colombiano (Dias 2009; Sampaio de Alencar 2008)- posibilitó el desarrollo de modelos vernáculos. Como señaló Riles (2000), la participación en foros internacionales permite el acceso a nuevas formas de gestión y regulación, siendo las ONG mediadoras entre estos espacios de articulación transnacional y la práctica local.

Este proceso amplió el horizonte de posibilidades de las cooperativas, a través de la adquisición del lenguaje de la GIRSU, en los términos de Roseberry (2007). Esto generó la posibilidad de discutir en otros términos, tanto con agentes estatales como con las propias ONG. De esta forma, las propuestas desarrolladas por las cooperativas se inscribieron en los lineamientos de la GIRSU, por cuanto reformularon su trabajo en función de que su actividad fuera comprendida dentro de ese marco y configurando demandas que puedan ser reconocidas por las agencias estatales. Este lenguaje reconfiguró, no solamente la actividad, sino también la manera de relacionarse con ONG y agencias estatales, posibilitando la participación de las cooperativas en la diagramación y el despliegue de las políticas de residuos.

Asimismo, la vinculación con las ONG abrió el campo de acción de las organizaciones en conformación -y luego el de las ya conformadas-, a través del logro de una representación y una legitimidad que eran necesarias, en función de poder vincularse y, desde allí, disputar con las agencias estatales tanto el reconocimiento de la actividad como la inclusión en los sistemas de gestión de residuos formales. Principalmente, y ante la inexistencia -en ese momento- de un movimiento que aglutinara varias cooperativas, el rol de las ONG fue central, ya que posibilitó la articulación entre las diferentes cooperativas y organizaciones.

El propio desarrollo de proyectos en conjunto con las ONG posibilita, como he señalado más arriba, el acceso de las cooperativas a espacios de articulación, tanto para contar sus propias experiencias como para conocer las de otras organizaciones. Estos encuentros permiten el despliegue de prácticas que impactan en el espacio local y en el transnacional, lo que llamé una dialéctica global-local. Y que, como se argumentó en este artículo, se expresa en el desarrollo de una GIRSU vernaculizada.

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*El artículo es resultado de mi investigación doctoral, titulada "Gubernamentalidad global y vernaculización en la gestión de residuos. Análisis etnográfico desde la experiencia de cooperativas de cartoneros en el Gran Buenos Aires", financiada con Becas Tipo I y Tipo II del Conicet (Argentina), en el marco de los proyectos PIP 11220120100220 2013-2015, "Estado, sectores subalternos y vida cotidiana. Etnografía de procesos políticos colectivos vinculados al trabajo, la tierra y la vivienda", UBACYT 20020130200013BA, "Etnografía de procesos de organización colectiva del trabajo en sectores subalternos: entre lógicas racionales, prácticas creativas y dinámicas políticas". Instituto de Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires (Argentina), programación 2014-2016. Ambos dirigidos por la Dra. María Inés Fernández Álvarez. Agradezco a los evaluadores por los aportes y comentarios realizados a este texto.

1El Gran Buenos Aires es la zona conurbada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Siendo parte de la provincia de Buenos Aires, se compone de 33 municipios y cuenta con 12.806.866 habitantes.

2Schamber (2008) la ha documentado, al menos, desde mediados del siglo XIX.

3Alrededor de 100.000, según estimaciones de 2001. Datos provenientes de una investigación llevada a cabo por Francisco Suárez en la Universidad Nacional de General Sarmiento (Argentina) (Himitian 2001).

4"En la Capital Federal el cartoneo ha llegado a su cumbre y ha comenzado su crisis: entre 2001 y 2002 los reclutas de estos ejércitos de la noche pasaron de 25 mil a 40 mil aproximadamente. Una cuarta parte son cirujas históricos, el resto son ex mozos, ex metalúrgicos, ex mucamas, ex zapateras ex algo que han dejado de ser en los años 90, para pisar el siglo XXI con zapatillas de ciruja, unas reebok gastadas, por qué no, pero en buen estado, admiradas con sorpresa, por primera vez, como recién nacidas adentro de una bolsa" (Muleiro 2002, 1; énfasis del autor).

5También conocidos en Colombia como recicladores, pepenadores en México y hurgadores en Uruguay. Decidí utilizar cartoneros, ya que es la forma en que ellos mismos se denominan y es la palabra de uso común en Argentina para hablar de quienes obtienen su sustento de la recuperación de materiales reciclables en la vía pública.

6Originalmente llamado Cinturón Ecológico Área Metropolitana Sociedad del Estado, en 1998, al cambiar algunas de sus atribuciones, cambió su nombre a Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado

7Estos movimientos de vecinos se oponían tanto al funcionamiento de los rellenos (como fue el caso del de Villa Dominico o González Catán) como a la instalación de nuevos rellenos. Para más información, Merlinsky (2012) y notas periodísticas en la siguiente nota al pie.

8Además de las notas sobre el problema de los cartoneros (reseñados en Adissi 2004), varios medios comenzaron a informar las noticias de las manifestaciones, por la clausura de los rellenos (Dandan 2003; Clarín, "Después de casi" 2004; Lucesole 2004; Clarín, "Vecinos de González" 2006) como contra la instalación de nuevos rellenos (Página 12, "Un corte contra" 2007; Clarín, "Vecinos de Brandsen" 2007; Clarín, "Hubo largas colas" 2007), e incluso sobre la búsqueda de nuevos lugares para el establecimiento de los rellenos (Clarín, "Siguen sin definir" 2007).

9He decidido la utilización de la categoría agencias estatales, por cuanto nos permite analizar diversos niveles estatales que tienen un accionar heterogéneo.

10Tales como el Banco Mundial o el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

11Fuente: http://observatoriorsu.ambiente.gob.ar/informacion/2/informacion-general-sobre-gestion-integral-de-residuos

12En función de analizar estas vinculaciones transnacionales, recuperaré el trabajo de Tsing (2005), el cual nos permite mostrar cómo las conexiones globales adquieren vida. La autora utiliza el concepto fricción, para dar cuenta de lo que se produce en estos encuentros de escala global. Las fricciones (cuyas cualidades pueden ser consideradas incómodas, desiguales, inestables y creativas) son interacciones donde continuamente se coproducen las culturas; son las cualidades de la interconexión a través de la diferencia. La idea de fricción, según Tsing, da cuenta de la importancia de la interacción, al definir los movimientos, las formas culturales y la agencia de quienes participan; "(...) lo que nos facilitan es también la estructura a la que nos confinan" (Tsing 2005, 6). De esta manera, el concepto nos permite ver cómo se producen estas apropiaciones de diferentes ideas, proyectos y conceptos en los espacios locales, en sus contextos particulares. Sin embargo, las fricciones son el resultado de conexiones (Wolf 2005 (1987)), es decir, que han sido moldeadas por las fuerzas que actúan sobre los espacios locales. Recuperar la perspectiva wolfiana, nos permite profundizar el planteo de Tsing, dando cuenta de la forma en que, al analizar a través del concepto de fricción, es posible advertir articulaciones y vinculaciones que, en el espacio local, se despliegan y se interrelacionan conformando nuevos modelos de GIRSU. Las cooperativas de cartoneros se vieron inmersas en relaciones de poder que implican marcos de referencias más amplios que los del propio espacio local; como dijera Wolf "(...) lo hicieron bajo la presión de las circunstancias, los constreñimientos de las nuevas demandas y mercados, y las consecuencias de nuevas configuraciones políticas" (1999, 311).

13El trabajo de campo se desarrolló en dos cooperativas del Área Metropolitana de Buenos Aires. Reciclando Sueños, en el partido de La Matanza, y NuevaMente, en el partido de Morón. En ambos distritos se sigue priorizando el enterramiento en los rellenos sanitarios por sobre otras formas de gestionarlos, siendo las experiencias de las cooperativas las propuestas diferenciales al modelo de gestión imperante.

14Este concepto es recuperado del planteamiento de Engle Merry (1997; 2005a; 2005b), quien analizó cómo los movimientos locales en contra de la violencia de género han recuperado propuestas de organizaciones internacionales para, a nivel local, generar legislación, como también apoyo y contención para las víctimas. Sin embargo, tal como señala la autora, existen dificultades y tensiones que se producen en el momento de la aplicación de los conceptos globales en los espacios locales, que adquieren características específicas en función de los espacios donde son desplegados. En este sentido, recuperamos la idea de vernacularización (Engle Merry 2005b), entendida como la manera en que los derechos humanos son "traducidos" en su puesta en práctica local; esto se lleva adelante a través de conocimientos tecnocráticos, legales y de otros tipos. Para analizar, en este caso, la forma en que los modelos de GIRSU adquieren su cariz local.

15 Este modelo de GIRSU vernaculizado se orienta a la incorporación de los cartoneros a la gestión de los residuos siendo una opción ambiental y socialmente sustentable. Como señalé en otros trabajos (Sorroche 2016), las organizaciones cartoneras reclaman el reconocimiento de este trabajo como un servicio público, en función del cual los estados municipales les pagarían por su trabajo. Esto permitiría que las cooperativas no queden a merced de los valores de mercado de los materiales o su fluctuante demanda por parte de las industrias. De esta manera, las cooperativas podrían lograr una sostenibilidad y previsibilidad que actualmente no tienen.

16Este trabajo no está exento de asimetrías, disputas, conflictos y desencuentros, como lo mostraré a lo largo del artículo, donde las ONG son quienes cuentan con mayores recursos, que permiten el desarrollo de los proyectos con las cooperativas. Sin embargo, estos fueron definidos en reuniones conjuntas, donde las cooperativas disputaron el reconocimiento de su trabajo y el acceso a recursos particulares para mejorar sus condiciones de trabajo.

17La jerarquía de los residuos establece la prioridad de Reducir, Reutilizar y Reciclar. Para ver el desarrollo de esta categoría, ver Sorroche (2016).

18Cooperazione per lo Sviluppo dei Paesi Emergenti -Cooperación para el Desarrollo de los Países Emergentes-.

19http://www.avina.net/avina/micromundos/reciclaje-inclusivo/ Consultado, 11/04/2017.

20Es importante señalar que esta propuesta fue recuperada por la OIT y el PNUMA, en la promoción de lo que han dado en llamar empleos verdes. El proceso que configuró la formulación de esta categoría, que se presenta como una solución a esta problemática, se conformó a partir del trabajo de ONG y organizaciones cartoneras que buscaron incidir en las políticas de estos organismos; lo que facilitó el establecimiento de nuevos modelos en torno a la "inclusión" de esta población, permitiendo el establecimiento de modelos de GIRSU posibles para los países en desarrollo (OIT 2008a; 2008b; 2012).

21Sus objetivos son similares a los propuestos por Avina: mejorar el acceso de los recicladores al mercado formal del reciclaje, a través del diseño e implementación de actividades orientadas a: "1) Mejorar la situación socio-económica de las y los recicladores de base; 2) Facilitar su acceso al mercado formal del reciclaje; y 3) Fomentar el desarrollo de políticas públicas de gestión integral de residuos sólidos con inclusión de recicladores" (Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo (IRR)).

22Los trabajos de Dias (2009) y Sampaio de Alencar (2008) han mostrado la vinculación de un gran número de ONG con las organizaciones cartoneras, algunas vinculadas a la Iglesia católica -tales como Cáritas y Pastoral da Rua-, universidades y organismos internacionales como Unicef, los cuales brindaron apoyo a estos emprendimientos en su surgimiento. Dias (2009) denominó a estas instituciones "entidades catalizadoras", por cuanto posibilitaron el desarrollo de organizaciones que nucleaban cartoneros. En este marco, las ONG brindaron asistencia y abogaron por el reconocimiento de las demandas de las cooperativas, principalmente por su incorporación en los programas municipales de recolección diferenciada.

23 Para un análisis de la participación de la cooperativa en esta actividad, ver Fernández Álvarez (2016).

Recibido: 01 de Julio de 2016; Aprobado: 15 de Diciembre de 2016

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