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Revista de Estudios Sociales

versão impressa ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.88 Bogotá abr./jun. 2024  Epub 10-Abr-2024

https://doi.org/10.7440/res88.2024.03 

Temas varios

Cartografías sociales en contextos de violencia(s): (des)dibujar fronteras y límites en los barrios populares de Guayaquil, Ecuador*

Social Cartographies in Contexts of Violence(s): (Re)mapping Borders and Limits in the Peripheral Barrios of Guayaquil, Ecuador

Cartografias sociais em contextos de violência(s): (des)desenhar fronteiras e limites nos bairros populares de Guayaquil, Equador

Diana Vallejo-Robalino** 

Ingrid Ríos-Rivera*** 

Gabriela González Plaza**** 

**Estudiante doctoral en Estudios Internacionales en Eötvös Loránd University, Hungría. Docente e investigadora en la Universidad Casa Grande, Ecuador. Sus intereses de investigación son la antropología urbana crítica, los territorios y espacialidades en América Latina, los estudios de memoria y la afroecuatorianidad. Últimas publicaciones: “El pueblo ecuatoriano: una construcción del populismo ascendente (2007-2017)” (en coautoría), en Populismo y comportamiento político en Ecuador: incorporando la agenda ideacional, coordinado por Ingrid Ríos-Rivera y Sebastián Umpierrez de Reguero, 191-217 (Guayaquil: Universidad Casa Grande, 2022); y “¿Acción política populista en movimiento? Las demandas sociales de la CONAIE y las feministas en Ecuador (2007-2019)” (en coautoría), Análisis Político 33 (98): 85-106, 2020, https://doi.org/10.15446/anpol.v33n98.89411. dvallejo@casagrande.edu.ec

***Doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Chile. Docente e investigadora en la Universidad Casa Grande, Ecuador. Sus intereses de investigación son el populismo en América Latina, los movimientos sociales, los estudios de identidad política y los estudios decoloniales. Últimas publicaciones: “Immigrants as the ‘Antagonists’? Populism, Negative Emotions and Anti-immigrant Attitudes in Ecuador” (en coautoría), en Anxieties of Migration and Integration in Turbulent Times, editado por Mari-Liis Jakobson, Russell King, Laura Moroşanu y Raivo Vetik, 187-206 (Nueva York: Springer, 2023); y “Una aproximación al género desde las relecturas de Butler y Connell en los liderazgos políticos femeninos en América Latina” (en coautoría), IC. Revista Científica de Información y Comunicación 19: 57-81, 2022, https://icjournal-ojs.org/index.php/IC-Journal/article/view/712. irios@casagrande.edu.ec

****Licenciada en Diseño Gráfico por la Universidad Casa Grande, Ecuador. Fue asistente de investigación en el trabajo de campo, sistematización de los datos, construcción de categorías analíticas y realización de los mapas, en el proyecto semillero titulado “El barrio popular y los pobladores populares: un abordaje antropológico a las nociones de Pueblo y Territorio en Guayaquil” (2022-2023). gabriela.gonzalez@casagrande.edu.ec


Resumen

|

La constitución y posterior configuración de los barrios populares en América Latina es un fenómeno propio de la historia de estas naciones. A pesar de los años transcurridos desde los primeros asentamientos informales, estamos lejos de comprender las complejas realidades de sus pobladores. En este contexto, el objetivo de este artículo es entender la producción socioespacial de los barrios populares en Guayaquil (Ecuador), en particular los barrios Bastión Popular y Nigeria, a partir de la producción de dos cartografías sociales. Desde la voz de sus pobladores, estas cartografías permitieron captar sus experiencias compartidas y trayectorias, además de identificar los límites y procesos de fronterización que se (re)producen y condicionan sus prácticas sociales en el espacio barrial cotidiano. Las cartografías sociales fueron una herramienta metodológica flexible e idónea para la simbolización de elementos abstractos y concretos en el territorio barrial, que produjo vínculos entre los significados atribuidos a cada barrio y a los rasgos contextuales de la ciudad. La originalidad de esta investigación y artículo reside en el uso de esta herramienta metodológica para el entendimiento de tales realidades en Guayaquil.

Palabras clave barrios populares; cartografía social; Ecuador; fronteras socioespaciales; inseguridad

Abstract

|

The establishment and subsequent configuration of peripheral barrios in Latin America are phenomena intrinsic to the history of these nations. Despite the many years that have passed since the first informal settlements, we are far from being able to comprehend the complex realities of their inhabitants. Against this background and by producing two social cartographies, the purpose of this article is to examine the socio-spatial production of peripheral barrios in Guayaquil (Ecuador), particularly Bastión Popular and Nigeria. Drawing on the voices of the inhabitants, these cartographies captured shared experiences and trajectories, revealing the boundaries and bordering processes that (re)produce and condition their social practices in everyday neighborhood space. Social cartographies served as a flexible and suitable methodological tool for symbolizing abstract and concrete elements in the neighborhood territory, establishing connections between the meanings attributed to each neighborhood and the contextual features of the city. The originality of this research and article lies in its use of this methodological tool for understanding these realities in Guayaquil.

Keywords Ecuador; insecurity; peripheral barrios; social cartography; socio-spatial borders

Resumo

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A constituição e posterior configuração dos bairros populares na América Latina é um fenômeno próprio da história das suas nações. Apesar dos anos decorridos desde os primeiros assentamentos informais, estamos longe de poder compreender as complexas realidades dos seus habitantes. Nesse contexto, o objetivo deste artigo é compreender a produção socioespacial dos bairros populares de Guayaquil (Equador), em particular os bairros Bastión Popular e Nigeria, com base na produção de duas cartografias sociais. A partir da voz dos habitantes, essas cartografias permitiram captar as suas experiências e trajetórias partilhadas, bem como identificar os limites e os processos de fronteirização que são (re)produzidos e condicionam as suas práticas sociais no espaço cotidiano do bairro. As cartografias sociais foram uma ferramenta metodológica flexível e ideal para a simbolização de elementos abstratos e concretos do território do bairro, que produziram ligações entre os significados atribuídos a cada bairro e as características contextuais da cidade. A originalidade desta pesquisa e deste artigo reside na utilização dessa ferramenta metodológica para a compreensão das realidades em Guayaquil.

Palavras-chave bairros populares; cartografia social; Equador; fronteiras socioespaciais; insegurança

Introducción

Los procesos de urbanización e industrialización en América Latina a partir de la segunda mitad del siglo XX, en paralelo con la migración campo-ciudad, dieron paso al acelerado incremento de asentamientos informales en las periferias de las grandes ciudades latinoamericanas. Guayaquil, al ser el principal puerto y la capital económica de Ecuador, se posicionó como el destino ideal para todos aquellos migrantes internos que buscaban nuevas oportunidades laborales y mejores condiciones de vida. Ciertamente, la constitución de estos barrios en los límites de los proyectos urbanos trajo consigo nuevos modos de vida, de asociación y sentidos de pertenencia en la ciudad, así como la configuración de comunidades y vecindades (Pulido 2016) diferenciadas por una identidad local y límites periféricos, constituidos en claves culturales (Lucio 1993) y en algunos casos raciales (Guimarães 2017).

En este contexto, este artículo busca comprender la producción socioespacial de los barrios populares en Guayaquil, a partir de las experiencias compartidas y trayectorias históricas de sus pobladores. Este análisis revela la complejidad que acarrea aproximarse a los procesos sociohistóricos en la creación de barrios populares; la marginalidad y exclusión que han enfrentado estos territorios y la estigmatización y connotaciones negativas atribuidas a sus pobladores. Aparecen, así, múltiples fronteras que dificultan el entendimiento de estos sectores y de quienes los habitan. De tal forma, esta investigación pretendió desafiar el imaginario dominante en la retórica de la ciudad, que asume los barrios populares como peligrosos o como anomalías de la urbanidad (Antillano 2005), o incluso, en el caso de Guayaquil, como invasión, según su denominación coloquial, además de la percepción de los pobladores populares como “masa anónima amenaza para el orden social” (Torres-Carrillo 1999, 1). Esto los convierte en espacios donde se crean y reproducen las violencias, y se invisibilizan las formas propias de construir diálogos para su vida en comunidad (Jaramillo et al. 2022).

Para los propósitos de este trabajo, la noción de territorio se entenderá como una construcción histórica y una práctica cultural (Portal 2006), más que como un determinante geográfico con límites administrativos. Se parte de la idea del barrio popular latinoamericano como una unidad socioespacial que alberga historias, vidas, interacciones y dinámicas que dan cuenta de las prácticas y la cosmovisión de los habitantes de ese espacio y cómo lo configuran (Grimson 2009). De igual manera, escoger el barrio como unidad de análisis socioespacial es explorar la sociedad desde una microperspectiva, enmarcada por muros invisibles que es la sociedad urbana (Correa Ramírez 2006). En otras palabras, “lo local se construye en la complejidad de los procesos sociales y territoriales que tienen como marco el contexto urbano” (Osorio Franco 2019, 107). En este orden de ideas, este artículo pretende contribuir a la comprensión de la configuración de lo urbano en Guayaquil, tomando en consideración la complejidad social y diversidad cultural de aquellos sectores (o microsociedades) que lo componen, y las dinámicas y significaciones que los pobladores de los sectores populares tienen sobre sus territorios y de la ciudad que habitan.

De manera particular, a partir de dos cartografías sociales, este artículo caracteriza los modos de simbolizar el espacio barrial desde las trayectorias y experiencias compartidas de los pobladores de los barrios Bastión Popular y Nigeria. Además, se busca entender los límites y procesos de fronterización que los pobladores identifican y que, a su vez, (re)producen y condicionan sus prácticas sociales en el espacio barrial. Se escogió la cartografía social como herramienta metodológica, pues permite abordar los significados atribuidos al espacio barrial y reconocer elementos simbólicos del contexto en Guayaquil que no constan en los mapas tradicionales, ya que es un “ejercicio libre y colectivo de automapeo donde usualmente las comunidades u organizaciones se disponen a realizar una representación o significan su territorio” (Barragán-León 2019, 149). Sin embargo, como advierte Harley (1990 y 2005), estas no pretenden ser una imagen exacta de la realidad. Al contrario, constituyen “la representación gráfica de un espacio físico y social, resultado de trayectorias subjetivas y comunitarias de los participantes; por esta razón, un mapa adquiere sentido cuando se lee en relación con el contexto sociohistórico en que fue construido” (Vélez, Rátiva y Varela 2012, 68).

Ambos barrios populares considerados en este estudio comparten las condiciones de origen, pues son producto de un proceso de asentamiento informal por parte de migrantes internos que inició entre las décadas de 1980 y 1990. La toma de tierras en Guayaquil se caracterizó por movimientos masivos de gente liderados y supervisados por “jefes de invasiones”, que a su vez se encargaban de la venta de lotes (Vergara 2002). Bastión Popular está ubicado al noroeste de Guayaquil, al costado de la vía a Daule, una de las avenidas más concurridas de la ciudad y donde se encuentra un importante sector industrial-empresarial. La toma de tierras de este barrio fue dirigida por el abogado Carlos Castro y tuvo como peculiaridad que cada asentamiento se constituía como un bloque en el que había un dirigente a cargo; hoy en día cuenta con 16 bloques (Vergara 2002). La mayoría de los pobladores provienen de distintas áreas rurales del país, principalmente de la costa ecuatoriana. Por otra parte, el barrio Nigeria es una de las 23 cooperativas que conforman la isla Trinitaria, ubicada al sur de la ciudad y al costado de la vía Perimetral, otra avenida importante de la ciudad, pues la conecta de norte a sur. Este barrio oficialmente se llama Cooperativa Independencia I-II, pero es poco usado, y en la cotidianidad se le conoce como Nigeria, ya que sus habitantes son mayoritariamente de origen afrodescendiente y provienen de la provincia de Esmeraldas al norte del país. El barrio Nigeria tiene una construcción identitaria colectiva atravesada por el elemento racial, aspecto distintivo entre los barrios de la región (Guimarães 2017).

Durante la elaboración de las cartografías, el contexto de inseguridad y violencias que se vive desde la pospandemia en Guayaquil dominaba las narrativas del mapeo y agudizó los procesos de fronterización en el espacio barrial. Las nociones de violencia, delincuencia y crisis de inseguridad fueron un tema recurrente en los discursos de los participantes de la investigación y un imaginario dominante cuando se habla de los barrios o de la ciudad. Se evidencia cómo las prácticas cotidianas dentro de los barrios están profundamente arraigadas en el discurso de la inseguridad.

La estructura del artículo es la siguiente: la primera sección comprende las aproximaciones conceptuales desde las que esta investigación parte: las nociones de inseguridad y violencia(s), así como de espacio, lugar, límites y fronteras; después se presenta el diseño metodológico que acompañó el proceso investigativo. En la tercera sección se presentan los resultados, en donde se ubica una cartografía por cada barrio junto con sus descripciones e interpretaciones. Al final se plantean las principales conclusiones en torno al proceso cartográfico y los objetivos planteados.

Aproximaciones conceptuales

Inseguridad y violencia(s)

Describir a profundidad la problemática de la(s) violencia(s) en América Latina es una tarea que se escapa a los propósitos de este trabajo, por lo que se propone delimitar un marco conceptual y contextual sobre el cual se trabaja esta problemática con relación al estudio presentado. Desde la década de 1990, la violencia en América Latina ha ido en incremento y actualmente es considerada la región más violenta del mundo; para 2019, la tasa promedio de homicidios era de 17,2 anuales por cada 100 000 habitantes (Rettberg 2020).

Si bien la(s) violencia(s) son heterogéneas, existen múltiples causales compartidas (González-Ortega 2015). Alvarado (2019) argumenta que la vida cotidiana en la región se transita entre dos mundos, el legal y el ilegal, para poder satisfacer sus necesidades básicas y sobrevivir. A raíz de esto, se desencadenan diversas manifestaciones violentas como conflictos armados, guerras entre carteles, crimen organizado, delincuencia, violencia sexual y de género, homicidios y prácticas predatorias de poblaciones populares, entre otras. El impacto de las múltiples violencias latinoamericanas es económico, social, político e institucional, es decir, permea todos los aspectos de la sociedad y ataca principalmente a los más vulnerables. Un ejemplo es el reclutamiento de jóvenes desde muy temprana edad, que se ve representado en que la mitad de las víctimas asesinadas tienen entre 15 y 29 años (Rettberg 2020).

Para el caso de Ecuador, entre 2021 y 2022 las muertes violentas aumentaron un 82%, lo que ubica al país como el sexto más violento de la región, por encima de México (González 2023). Es importante mencionar que, tras la pandemia por covid-19 y el débil manejo administrativo de los fondos públicos, en Ecuador se acentuó la desigualdad, la pobreza y otros problemas sociales ya existentes. En Guayaquil, el aumento de pandilleros y la rivalidad entre pandillas locales, la crisis carcelaria y las masacres, así como la extorsión a civiles, secuestros, robos, además de la extensión territorial del narcotráfico y las narcomafias -que la ha convertido en uno de los principales puertos sudamericanos de cocaína hacia América del Norte y Europa (Bazán 2022)- la posicionan como una de las 25 ciudades más violentas y peligrosas del mundo (El Comercio 2023).

Espacio, lugar, límites y fronteras

En este artículo se parte del supuesto de que el espacio se produce y reproduce socialmente, y se crea una relación indisoluble: la vida social produce espacialidad y esta, a su vez, configura la interacción social y la relación entre los individuos (Lefebvre 1991); así, la espacialidad es “tanto un producto como un productor” (Soja 1985, 98). De tal forma, tanto el espacio como el lugar no son unidades que se dan de manera natural, sino que deben ser analizadas a partir de sus procesos de construcción sociopolítica (Gupta y Ferguson 2008). Un estudio que aborde como objeto de su investigación la espacialización debe interesarse por la forma en que se imponen, construyen, imaginan y cuestionan las nociones de espacio y lugar. Por esto las ciudades, los territorios, los paisajes, los cuerpos y las materialidades deben dejar de entenderse como escenarios o contextos de apoyo y convertirse en aspectos clave en el análisis de las prácticas sociales y de la vida social (Hernández et al. 2012). En tal perspectiva, las estructuras y relaciones espaciales son la forma material de las estructuras y relaciones sociales, en tanto la vida social se constituye materialmente en su espacialidad (Soja 1985).

Gupta y Ferguson (2008) exploraron las formas en que los espacios (re)producen diferencias: si el espacio se constituye socialmente, ¿cómo inscribe la otredad? ¿Cómo se establecen los significados espaciales? Para los autores, estas preguntas se responden a partir de las unidades socioespaciales más pequeñas como localidades o comunidades -o como en este caso, los barrios populares-, dado que la constitución de una identidad de los lugares nombrados es posible por la interacción entre sus miembros y con miembros de otras localidades o comunidades. Desde esta perspectiva, la espacialidad tiene una dimensión política, dado que su producción colectiva es un reflejo de las relaciones de poder que forman parte de la sociedad (Portal 2006), principalmente si se considera la ubicación periférica de los barrios populares y los procesos y estructuras socioeconómicas en los que se ven envueltos.

Ahora bien, el objetivo es caracterizar los modos de simbolizar el espacio barrial. Según Augé (1995), este proceso de simbolización nos remite al reconocimiento de fronteras y límites, dos elementos que están intrínsecamente relacionados a la identidad y la otredad. Se entienden las fronteras como la “división material o simbólica entre, al menos, dos espacios físicos o sociales” (Vélez, Rátiva y Varela 2012, 65) que se materializa a partir de construcciones sociales. Si bien hay fronteras que se constituyen desde la jurisdicción, también hay procesos de fronterización que resultan de las “diferencias en las prácticas sociales, culturales y económicas de dos o más poblaciones, antes que de divisiones legales” (Vélez, Rátiva y Varela 2012, 65). Así mismo, los límites entendidos como un hecho sociológico llevan a identificar las “relaciones sociales, los modos como las personas se clasifican e imaginan entre sí y las formas en que se relacionan en virtud de tales clasificaciones e imaginarios” (Segura 2009a, 55).

Segura (2009a) sugiere pensar el espacio y las relaciones interespaciales de sus miembros desde ejes metafóricos expresados por medio del lenguaje para dar cuenta de las fronteras barriales populares. El primer eje, dentro-fuera, hace alusión a los límites del barrio con otros sectores de la ciudad: “al barrio se entra, del barrio se sale” (Segura 2009a, 47). El segundo eje, delante-detrás, hace referencia a la heterogeneidad del barrio: hay un delante que por lo general está en mejores condiciones -allí se ubican las zonas comerciales, las viviendas más grandes y de mejor material y las calles están asfaltadas-, en contraste con el detrás, que suele tener condiciones contrarias a las expuestas, como menor iluminación, menos tránsito y viviendas en condiciones precarias, entre otros. El tercer eje corresponde a la oposición arriba-abajo, que “funciona como nexo entre las dos primeras oposiciones [...] el afuera está arriba, por lo tanto entrar es bajar, [mientras que] si entrar es bajar, salir es subir” (Segura 2009a, 49). Este último eje se puede evidenciar con claridad en ciudades como Quito o Medellín, que por razones topográficas la metáfora del subir y bajar se usa dentro de los barrios. En Guayaquil no aplica, por lo que las referencias se enfocan en los dos primeros ejes.

Por último, es importante argumentar que los límites o marcaciones físicas no son explicativas en sí mismas, sino que la manera en que se expresan y vivencian las relaciones sociales permite entender las particularidades de los contenidos de las metáforas (Torres 2009). Es desde los ejes-metafóricos, sus contenidos y sus usos habituales donde se encuentran las inscripciones identitarias y de otredad en su dimensión espacial, pues facilitan los marcos de reconocimiento de “cada uno de los actores en el espacio social [barrial] [...] y organizan las relaciones entre los actores en clave de nosotros-otros” (Segura 2009a, 56).

Diseño metodológico

La investigación tuvo un enfoque cualitativo, con un alcance exploratorio-descriptivo, y se utilizó el estudio de casos múltiples. Se escogió este método porque facilita la indagación en más de un caso para el análisis de patrones en forma de sus similitudes y diferencias (Ponce-Andrade 2018). Así mismo, proporciona bases de generalización, lo que permite comprender los casos de estudio en un contexto más amplio, como son los barrios populares de Guayaquil. En consonancia con la perspectiva antropológica del diseño de la investigación, se decidió trabajar con técnicas de recolección de datos etnográficas; por un lado, la observación participante -que resultó estar más limitada por las mismas razones del contexto de inseguridad- y, por otro, la entrevista en profundidad.

El trabajo de campo presentó varios desafíos debido al contexto de violencia e inseguridad social que atraviesa Guayaquil desde hace varios años, exacerbado desde 2021. Entre los principales desafíos estuvo la limitada movilidad para conocer el sector, a causa de la inseguridad vivida y percibida en ambos barrios. Es decir, no se pudo hacer un reconocimiento territorial “a pie” para observar la dinámica barrial, sino que la fuente primordial de información fue a través de la palabra y lo que se dice. De tal forma, dos organizaciones (una por cada barrio) apoyaron la investigación, convocando a sus beneficiarios y facilitando sus instalaciones para realizar las entrevistas y los grupos de discusión.

En Bastión Popular se contactó a la Escuela Generación Nuevo Milenio (EGNM), que está ubicada en el bloque 2 y que ha trabajado por más de 20 años en el sector. Su gestión incluye proyectos educativos, sociales y socioeducativos para sus estudiantes, familiares y vecinos de la zona, con apoyo de cooperación internacional, así como del gobierno municipal. Bastión Popular está dividido en 16 bloques, pero en este estudio solo se trabajó en los bloques 1, 2 y 4. La razón por la que se trabajó con estos bloques fue por la facilidad de acceso con sus habitantes, ya que se encuentran en el mismo sector de la EGNM y son padres de familia de la misma institución.

Por su parte, en el barrio Nigeria se contactó a la Fundación Acción Solidaria (FAS), nacida en el año 2000. FAS cuenta con un Centro de Atención a la Mujer, donde presta atención ginecológica, además de ofrecer apoyo escolar a niños, niñas y adolescentes. Es importante mencionar que FAS es una organización sin fines de lucro de tipo religiosa, es decir, sus proyectos sociales tienen un enfoque católico-cristiano, factor que, como se verá en la descripción de los resultados, resulta crucial en la configuración identitaria y barrial de Nigeria.

El trabajo de campo se realizó entre mayo y octubre de 2022. La muestra estuvo conformada por 29 hombres y mujeres habitantes de los dos barrios, de diversas edades y distintos perfiles -amas de casa, estudiantes, trabajadores en condición de informalidad y, en menor medida, trabajadores en relación de dependencia-. Se realizaron en total 18 entrevistas y dos grupos de discusión (a manera de taller cartográfico) -nueve entrevistas y un grupo de discusión por barrio1-. Las entrevistas tuvieron una duración aproximada de una a una hora y media, mientras que los grupos de discusión duraron poco más de dos horas. Es relevante mencionar que la mayoría de los participantes fueron mujeres, a pesar de que la convocatoria se realizó tanto a hombres como mujeres, cuestión que no resulta una coincidencia al considerar el rol predominante de las mujeres en el espacio barrial popular latinoamericano (Cruz y Silva 2019).

En términos de procedimientos de ética, durante el trabajo de campo se procuró tener la mayor claridad posible frente a los propósitos y fines de la investigación. No se realizó ninguna entrevista, grupo de discusión, taller de dibujo, fotografía ni grabación de audio sin la autorización previa de los participantes. Se optó por no hacer uso de los consentimientos informados en su concepción formal (firmas y documentos escritos), para no intervenir en la fluidez del encuentro y la confianza dada por los pobladores a las investigadoras; la participación de los pobladores fue libre, informada y consentida desde un acuerdo oral. Posterior al trabajo de campo, se codificaron las transcripciones para mantener el anonimato de los participantes, de acuerdo con lo prometido en los encuentros.

Por último, el análisis de los resultados se realizó a través del método de categorización. En este artículo solo se presentará una parte de los resultados obtenidos, los que contribuyen a (re)pensar las representaciones cartográficas. Las categorías se realizaron a partir del trabajo de campo y de la literatura revisada, es decir, son categorías tanto empíricas como teóricas (ver la tabla 1).

Tabla 1 Distribución de categorías de análisis  

Categorías Definición Subcategorías Color en la cartografía
Procesos de fronterización Identificación y asignación de significados a límites sociales y espaciales. Da cuenta de la forma en que estas fronteras tienen incidencia en la cotidianidad barrial y en el universo simbólico de mismidad y otredad Frontera material Rosado
Frontera simbólica Azul
Actores, lugares y tensiones barriales Se incluyen los actores sociales (individuos e instituciones) y los lugares simbólicos, que son identificados como parte de las dinámicas e interacciones en el espacio barrial. Así mismo, se tuvo en cuenta la forma en que esto influye en las prácticas socioespaciales, en los sentidos de descontento y en las tensiones barriales que dichos actores y lugares puedan generar Pobladores populares Celeste
Lugares y actores referenciales Naranja
Prácticas socioespaciales Verde
Segregación espacial y descontento Morado

Fuente: elaboración propia, 2023.

Resultados

En este apartado se presentan las cartografías sociales de cada barrio popular. Junto a cada mapa, hay una breve descripción textual de cada una de las subcategorías y los elementos que pertenecen a ellas. De esta manera, los conceptos pueden ubicarse fácilmente.

Barrio Bastión Popular

“Enjaulados, pero seguros”. (E13, Bloque 3, octubre de 2022)

El barrio Bastión Popular está ubicado en la zona industrial-empresarial del noroeste de Guayaquil, sobre la vía a Daule, una de las avenidas más concurridas de la ciudad. Sus pobladores realizan ciertas distinciones cuando hablan de sus vecinos y de los moradores generales del sector. Las redes de vecindad se caracterizan por las familias que han habitado en el barrio por generaciones, así como la familiaridad que hay entre ellas, con quienes se comparte o se disocia el espacio barrial:

Mi familia por parte de mi mamá somos como 100. Mi abuelita tuvo nueve hijos y cada hijo tuvo como cuatro, cinco o seis hijos. Entonces como punto referente siempre teníamos la casa de abuelita, mis numerosos primos y yo, mis hermanos también… íbamos siempre a hacer relajo a la casa de mi abuelita [...] Y como mi familia es numerosa, si usted llega a las faldas del cerro y pregunta oiga ¿dónde vive la familia Mendoza?, todo el mundo le va a decir, “ellos viven por ahí arriba”. Todo el mundo conoce la cancha o la iglesia del cerro, o la tienda de Don Pin. Don Pin es un señor que tiene varios años aquí y todo el mundo lo conoce como la tienda de Don Pin. O si usted pregunta por un afamado vecino que le dicen “caldo de bola”, usted dice “¿conoce dónde queda la casa de don ‘caldo de bola?’”, “pero por supuesto vive a una cuadra abajito de la iglesia”. (E2, EGNM, septiembre de 2022)

Este microrrelato que refiere a la cercanía de los pobladores o a la localización de ciertas familias en el sector, así como a personajes que se convierten en son lugares referentes, como la tienda de Don Pin, se asemeja a lo que argumenta Correa Ramírez (2006) en cuanto los pobladores barriales -llámense hijo/a, esposo/a, hermano/a, amigo/a, vecino/a, compadre, comadre, suegro/a, enemigo/a- adoptan, vivencian y se identifican como un colectivo, “un ligar de identidades, que hablan una historia de modo personalizado y no enajenante. Son pequeñas historias de vida, que en la sumatoria de historias individuales, prefiguran una historia común que es de todos; es la propia historia asumida de manera colectiva” (2006, 217).

Por otra parte, y en contraposición a estas relaciones de familiaridad en el tejido social barrial, en las descripciones de los pobladores aparecen grupos vinculados al crimen organizado como parte de los actores barriales con los que se interactúa: “lamentablemente la situación se volvió bastante crítica [...] Por un lado se rescata la bondad de la gente, la sencillez, la humildad, la unión, pero por otro, ciertos grupos quieren someter a la gente de mi barrio, nos quieren someter, mejor dicho” (E2, EGNM, septiembre de 2022). Hay que resaltar que, cuando se describen actores relacionados al crimen, se les disocia del barrio, no se les identifica como parte de él, lo que muestra un proceso de fronterización en el imaginario barrial (ver figura 1).

Entre los diferentes procesos de fronterización identificados, las fronteras materiales permiten a los pobladores de Bastión Popular delimitar el adentro-afuera entre el espacio barrial y la ciudad. Un ejemplo de esto es la vía a Daule (al lado izquierdo del mapa), que aparece en los discursos de los habitantes como un referente de conexión con la ciudad y como un espacio menos inseguro por su movimiento: “donde yo estoy [es] alrededor de la avenida principal y así mismo de la ciudad, entonces hay como más personas en las noches, hay más luces. Eso ayuda bastante a que la inseguridad sea muy baja” (E1, EGNM, septiembre de 2022). La zona aledaña a la avenida es comercial y hay establecimientos gastronómicos de todo tipo (ver los puntos rojos en la parte izquierda del mapa).

Fuente: elaboración propia, 2023

Figura 1 Cartografía social de Bastión Popular 

Otra frontera material que se identificó fueron los bloques que componen Bastión Popular. La cartografía incluyó los bloques 1, 2 y 4, que están ubicados uno al lado del otro; no obstante, en las entrevistas y en los talleres se hizo referencia a los otros bloques del barrio: “Bastión Popular es muy grande porque tiene muchos bloques, por lo tanto, hay partes en donde es más seguro y otras donde igual continúa con inseguridad” (E1, EGNM, septiembre de 2022). Cuando se habla de un bloque o de otro, los habitantes los distinguen según las percepciones de inseguridad además de la normalización de la violencia: “nosotros estamos aquí en el bloque 2, creo que un mes [pasó desde] que han disparado por aquí [...] ahora como que nos estamos acostumbrando a escuchar esto en forma normal, pero en realidad está pasando a diario y a veces a cualquier hora del día” (E17, EGNM, junio de 2022).

Lo interesante en los discursos de los pobladores de Bastión Popular sobre la predominancia de la inseguridad es que en ningún momento durante las entrevistas o los talleres se preguntó específicamente por temas de violencia, inseguridad o peligros. En este sentido, toda cuestión conversada en torno al espacio barrial, su cotidianidad y dinámicas, se vio fuertemente interpelada por la coyuntura actual. De esta manera la inseguridad se constituye como una frontera simbólica que a su vez se materializa; no solo permea los imaginarios del espacio barrial y las prácticas que se llevan a cabo, sino que también se toman acciones para fronterizar los peligros. Por ejemplo, el fenómeno de poner rejas en cada calle, dado que estas producen sentidos de seguridad frente a los peligros presentes en el barrio:

Aquí en la cuadra se tomó la decisión de cerrar porque vendían [drogas] en esas esquinas y por el peligro de las motos y los carros que ya empezaban a verse que corrían, había persecución, por eso fue que se encerró la calle [...] Ya ven que está cerrado ya no vienen acá. (GFBP, EGNM, septiembre de 2022)

Hemos tomado la decisión de poner portones así para estar, un poquito se podría decir, enjaulados, pero seguros. (E13, Bloque 3, octubre de 2022)

Según Segura (2009b), cuando se experimenta miedo en la ciudad nos enfrentamos a una dicotomía entre la intimidad y seguridad que brindan los espacios privados del hogar y la inseguridad general y anonimizada de los espacios públicos. En este sentido, el barrio juega el rol de mediador, y en el caso de Bastión Popular, esta negociación entre lo seguro y lo inseguro se da en la casa y la calle, y varía según la presencia o ausencia de rejas. Es interesante ver que los discursos de inseguridad de los pobladores de Bastión Popular se gestan en contraposición con el recuerdo del pasado: “antes era más tranquilo, usted podía andar hasta la hora que quería, no pasaba nunca nada, no estaban como ahora, usted ya [a las] seis de la tarde no puede estar en la esquina porque ya están vendiendo, están consumiendo” (E10, EGNM, septiembre de 2022). Por esto es necesario historizar toda frontera para comprender su comportamiento, o en este caso su endurecimiento, es decir, un proceso de cerrar y descomunicar por medio de rejas, perros o alarmas las esferas entre lo público y lo privado, entre la calle y la casa (Segura 2009b).

Un tercer actor barrial que se destacó en los discursos de los pobladores de Bastión fue la figura del “hachero”, para referirse coloquialmente a las personas que tienen un consumo problemático de drogas, particularmente los consumidores de la droga H2. Los hacheros aparecen como un actor disruptivo en la realidad barrial, puesto que están presentes en todo el espacio público del barrio (en las calles, en los parques, en las esquinas de las cuadras), y si bien son desaprobados por sus habitantes, no se los señala como peligrosos: “por acá venden trago y ahí están los hacheritos, ahí mismo donde venden. No tengo nada en contra, tampoco tengo uno en contra. Pero es como que a veces otros hacheritos vienen acá al barrio y eso como que le da mala imagen” (E3, EGNM, septiembre de 2022). Su presencia está tan marcada en el barrio que durante el taller grupal para las cartografías hubo la siguiente interacción:

Ingrid: Ahora regresando a lo que han dibujado, aquí veo que usted ha dibujado su casa, los vecinos, la escuela y a sus hijos caminando.

GFBP-P2: No, [esas] son las personas que paran en mi esquina… los hacheritos como le dicen. Es que usted dijo “dibujen el barrio” y yo dibujé eso (ver la figura 2).

Fuente: dibujo de una de las participantes del taller de cartografías, septiembre de 2022

Figura 2 Dibujo de Bastión Popular con la presencia de hacheros 

Este es el único dibujo del taller en el que se observan personas, y estas son los “hacheritos”. Se podría argumentar que esta característica de ausencia de personas en las calles responde al progresivo aislamiento de los pobladores en sus casas o en calles cercadas, lo que ocasiona que se dispare el consumo y el microtráfico de drogas y, por tanto, el desuso del espacio público barrial.

Adicionalmente, para mapear la red de actores barriales, se identificaron los lugares a los que hicieron mayor referencia. Se destacó la presencia de instituciones públicas, como guarderías y centros de salud. En el caso de las guarderías, por ejemplo, las mujeres que participaron en el taller mencionaron que la mayoría son del gobierno nacional y que hay varias en el sector: “yo puse a mis niños por 8 meses, por lo menos en el que yo estuve [...] no era una casa, era en la parte del patio de la iglesia católica que queda por aquí cerca [...], y ahí estaban los niños, les daban de comer, lo único que uno tiene que pagar es el internet, la luz, el agua, entre todos lo pagamos” (GFBP-P4, EGNM, septiembre de 2022). En las descripciones se presentan la cobertura parcial de ciertos servicios públicos y la organización comunitaria y gestión colectiva en torno a esta parcialidad, como la ya mencionada realización de mingas para cubrir los gastos de los servicios básicos. En este sentido, se refuerza la idea de la autoorganización para la mejora de la calidad de vida del barrio, que facilita el arraigo y refuerza lazos de pertenencia arraigo con el territorio (Torres-Carrillo 1999).

Así mismo, las mujeres compartieron algunas de sus experiencias en torno al centro de salud ubicado en el bloque 1, que permite entender la relación que se construye entre la comunidad de Bastión Popular y el Estado ecuatoriano, que si bien no son casos generalizados tampoco son aislados. Por ejemplo:

Yo sí tuve problemas en el centro de salud porque mi segunda niña, desde que nació, tuvo esas cuestiones de gases [...] Llegó un tiempo en el que mi hija empeoró muchísimo y le daba fiebre y a veces me tocaba en la madrugada y yo decía “bueno me la llevo al centro de salud”. Un día me dijeron “usted le está robando la plata a la gente”, “usted está asegurada, no tiene por qué estar aquí” [...] La doctora [me dijo eso], la encargada me persiguió toda la noche y me decía en el oído “no sé por qué usted viene aquí en vez de irse a un particular, si usted tiene plata, si usted está asegurada, la gente de aquí es pobre” y yo le dije “yo también soy pobre, yo estoy viviendo aquí”. Usted supiera, los caserones más grandes de aquí es de gente que no está asegurada porque tiene su negocio y no necesita del IESS [Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social] [...] Incluso me dijo que ella iba a ingresar un sumario porque no puede ser que la niña a cada rato esté así [...] Yo hice un oficio, el reclamo duró dos semanas y a esa doctora la sacaron. Yo nunca soy de hacer problemas, pero llegó a tanto porque me mandó a personas para revisar mi casa, mi refrigeradora, todo. Le preguntaron a los vecinos que cómo yo trataba a mis hijos. (GFBP-P4, EGNM, septiembre de 2022)

Con este relato se puede entrever el descontento de los pobladores hacia el trato recibido por parte del personal del sistema de salud, puesto que genera desconfianza, los victimiza y los agrede. Los beneficiarios de estos centros de salud deben entrar a rendir cuentas sobre “qué tan pobre o no se es”, y se pone en tela de juicio su rol de madre al insinuar maltrato familiar. No obstante, en esta historia particular, la beneficiaria denunció el trato recibido al enviar un oficio (o reporte) y recibió una respuesta positiva y una acción concreta por parte de la institución, que fue el de retirar de su cargo a la doctora.

El proceso y la creación de una cartografía social en Bastión Popular permitió comprender las realidades que dinamizan la vida barrial, junto con las demandas, necesidades, tensiones e intereses latentes en dicho espacio. En este barrio, la violencia e inseguridad se manifiestan en el imaginario colectivo de sus habitantes como el principal motor de reconocimiento del territorio, situación que, en el caso del barrio Nigeria, toma connotaciones distintas, como veremos a continuación.

Barrio Nigeria

“Nos guste o no nos guste, aquí nos tocó.” (GFBN-P3, Sucursal FAS, octubre de 2022)

El barrio Nigeria está ubicado al sur de Guayaquil, al costado de la vía Perimetral, una de las avenidas más importantes de la ciudad, pues la conecta de norte a sur. Este barrio es una de las 23 cooperativas de la isla Trinitaria y oficialmente se denomina Cooperativa Independencia I-II. No obstante, su nombre común es Nigeria, puesto que la gran mayoría de sus habitantes son afrodescendientes: “a esto lo invadieron y ahí fue que le pusieron el nombre de Nigeria, porque eran gente de colores” (GFBN-P3, Sucursal FAS, octubre de 2022). Y esta característica es lo que produce una construcción identitaria colectiva en el barrio, aspecto diferenciador con respecto a otros barrios de la ciudad.

Durante la realización de la cartografía en el barrio Nigeria (figura 3), se identificaron tres procesos de fronterización que están intrínsecamente relacionados al reconocimiento de su mismidad y otredad, como lo plantea Augé (1995).

Fuente: elaboración propia, 2023.

Figura 3 Cartografía social del barrio Nigeria 

La primera frontera identificada está dada entre la vivienda y la calle que se sitúa en su lote:

En mi cuadra, cada quien vive en su unidad, cada quien vive en lo suyo, en su espacio. El único problema en mi cuadra es el agua que las vecinas de arriba tiran y nos perjudicamos nosotros los del final [...] Muchos lavan en la calle en la parte de afuera y toda esa agua se va emposando y se queda ahí, lo que ellos hacen es limpiar su pedazo, pero aun así perjudican a los vecinos. Tengo una vecina que hace fiestas jueves, viernes, sábado y domingo. Tiene un pequeño negocio afuera que vende y ahí cocina al son de la música, pero mucha música molesta, [todas] ellas son del Guasmo. (GFBN-P1, Sucursal FAS, octubre de 2022)

Es posible notar la diferenciación entre los espacios individuales, pero así mismo, hacer una crítica hacia la falta de cuidado o atención al espacio del otro, un otro que es además calificado como vecino. A pesar de la acentuación en la individualidad de los espacios, se denota un sentido de colectividad en el cuidado de los de los otros cuando se menciona el problema de la acumulación de agua, pues la cuadra finalmente es de todos. Sin embargo, uno de los detalles clave aquí para identificar otra frontera es la desaprobación de la vecina y la música, pues refiere a su origen: el Guasmo. Este segundo proceso de fronterización pone en contraposición a Nigeria con otros barrios populares, sobre todo cuando se resaltan connotaciones negativas con relación a las violencias de la ciudad.

P2: [Lo] que ha dañado a Guayaquil son estas masas, porque la gente antes decía vamos al Guasmo y ahora me dicen vamos al Guasmo y ¿sabe cuándo yo voy a ir al Guasmo? Nunca.

P7: Yo no voy ni en juego. Uno no puede ir allá porque es desconocido del barrio.

(GFBN, Sucursal FAS, octubre de 2022)

Entre las opiniones compartidas, el Guasmo se posiciona en los discursos de los habitantes como un sector sumamente peligroso. Aun cuando se tengan conocidos, familiares y amigos viviendo ahí, las participantes alegaron tener miedo de visitarlos, pues en ocasiones anteriores experimentaron situaciones como tiroteos y persecución. De aquí también se desprende el sentimiento de inseguridad hacia lo desconocido, que a su vez está mediado por la violencia. En la cartografía (figura 3) el elemento que representa la inseguridad, como frontera simbólica, no hace parte del barrio Nigeria, a diferencia de Bastión Popular, donde este mismo elemento se observaba afuera de cada calle rejada, pero dentro del espacio barrial (figura 1).

La tercera frontera que se identificó, al ser mencionada con regularidad en las entrevistas y los talleres, es Estero Salado3. El barrio Nigeria limita con un brazo del Estero Salado, que al mismo tiempo lo separa de otros barrios populares aledaños a él. De esta frontera se desprenden el uso de metáforas espaciales cuando se hace referencia a los otros barrios aledaños, y las prácticas socioespaciales se ven influenciadas por la presencia limítrofe del agua: “lo que pasa es que [en] la parte de al fondo, al frente es otro barrio, es otro sector, en el otro extremo también es otro sector, entonces hay que cruzar y como por allá hay buses para poder ir al centro, uno usa la canoa” (GFBN-P4, Sucursal FAS, octubre de 2022). Se menciona el uso de la canoa como medio de transporte para cruzar al otro sector, desde donde pueden tomar transporte público y movilizarse a otras partes de la ciudad (en la parte superior del figura 3 aparece representada en rojo la canoa). Esto es interesante porque son los mismos pobladores de Nigeria quienes utilizan este medio de transporte de manera informal, que a su vez responde a la falta de infraestructura que conecte con el resto de la ciudad.

Hablar del barrio Nigeria con sus pobladores inevitablemente los remite a la memoria barrial, al recuerdo del pasado. Los sentidos de la propiedad de la vivienda y colectividad de la cuadra, así como la presencia del agua como condicionante limítrofe de las dinámicas y prácticas barriales, se definen en torno al pasado, a las condiciones del territorio en los primeros años en que sus habitantes se fueron asentando. Además, los procesos de significación de cada una de estas fronteras están fuertemente ligadas a su historicidad:

Tengo unos pequeños recuerdos donde solo observaba que mi casa era de pilares con cemento y nada más, no había cerámica, no había pavimento, no había acera. Era pura tierra, piedra. Los carros, obviamente, casi no entraban acá [...] No teníamos nada de lo que era seguridad. (E4, Sucursal FAS, octubre de 2022)

Cuando éramos más chiquitos, mi mamá tenía que esperar que la marea bajara para sacarnos como quien dice afuera a tierra porque antes [había] lo que se llamaban los puentes, subía la marea y entonces no había como entrar para al fondo. (E9, Sucursal FAS, noviembre de 2022)

Estos microrrelatos visibilizan el estado actual de Nigeria en términos del progreso físico y material que sus pobladores han experimentado: desde el proceso de asentamiento, la infraestructura de las viviendas y de las calles, el condicionamiento de las prácticas y la vida cotidiana en dependencia con Estero Salado, entre otras situaciones de precariedad que mantenían a sus habitantes en condiciones de vida socioespacialmente marginales, que a su vez se ven influenciadas por la constante presencia de violencia en el sector. En este contexto, los significados asignados a la inseguridad y violencias que se viven en Guayaquil en la actualidad toman un giro diferenciado, puesto que contrasta con la percepción de mejoría y relativa calma en el espacio barrial.

P2: Siendo sincera, ahora está tranquilo el sector porque antes uno no podía estar en una esquina con un teléfono porque cuando uno se daba cuenta ya se lo habían arrancado. En la actualidad ya no se ve eso.

Ingrid: ¿Cómo se ha dado ese cambio?

P7: El poder de las oraciones hacia Dios es quien ha hecho calmar la tempestad.

P3: En mi barrio, al fondo era un caos, uno no podía estar tranquila en su casa porque escuchaba “pium pium”, las balas.

P7: El tiempo de Dios los ha cambiado, aquí antes no había iglesia, cuando usted abre una iglesia donde estén exaltando y adorando el nombre de Dios. Estamos felices [con] lo que hace con nuestro barrio, en otro barrio no pasa.

P2: Claro, es el más sonado en las noticias, pero Dios ha calmado con sus manos y se ve, lo que se ve en otras partes que matan y eso, aquí no se ve.

(GFBN, Sucursal FAS, octubre de 2022)

El fragmento anterior es parte de la conversación en el taller de cartografías, en donde los pobladores de Nigeria construyen sus nociones de seguridad a partir de sus experiencias previas en términos de violencias en el espacio barrial, que además hace alusión a la percepción externa: “es que tiene bastante historia Nigeria por eso es que quedó tachado como peligroso” (GFBN-P4, Sucursal FAS, octubre de 2022). Lo más interesante tal vez es la razón por la que estas percepciones de seguridad se afianzan, y es a través de la calma atribuida a la fe cristiana, que además se materializa en la amplia presencia de iglesias tanto católicas como evangélicas (figura 3). En este sentido, las iglesias cristianas surgen como actores fundamentales para comprender los imaginarios barriales y procesos de fronterización en Nigeria, además del sentido de pertenencia al espacio barrial, como un espacio “divinamente protegido”. Esto no quiere decir que el contexto de inseguridad que se vive en la ciudad no permee las prácticas cotidianas y discursos en algunos de los habitantes de Nigeria:

No hay que salir tan frecuentemente en las noches y más por esto de la tecnología y si tú sales, obviamente saldrás con tu celular. No es que sales con esa misma confianza que sales en el centro de la ciudad, aunque decir eso es contraproducente por lo que sucede en Guayaquil. Sé que existen problemas entre bandas y ahí se puede escuchar bastante lo que son las discusiones, disparos y pues uno cae en pánico. Ahora, también está esto de las “vacunas” que es bastante peligroso. Por ejemplo, hay algunas casas que yo he escuchado de mi mamá, mi papá, vecinos que pues les están pidiendo. A los de las tricimotos también les están pidiendo “vacunas” y es un tema bastante fuerte de conversar y uno peligra cuando habla de estas cosas. (E4, Sucursal FAS, octubre de 2022)

Si bien en la cita anterior la participante reconoce el contexto macro-local de Guayaquil, y reafirma que en Nigeria también se presentan extorsiones (o “vacunas”), se puede identificar una especie de silencio en torno a esta problemática, pues como ella afirma, el solo hablar de las extorsiones que algunos vecinos o negocios experimentan, los ponen en peligro.

En este orden de ideas cabría preguntarse: ¿quiénes son los pobladores de Nigeria? ¿De qué manera se autocaracterizan? ¿Cómo significan sus relaciones vecinales? Existe un alto sentido de familiaridad barrial y, en contraste con Bastión Popular, en los dibujos del taller se identificaron detalles personalizados: “paso donde mi tía, donde el vecino, voy donde mi mami y hago ceviche, voy donde la comadre, voy un ratito al Salado, aquí está el perrito, hasta los nombres le puse: Valeria, Jermin, Berlín” (GFBN-P4, Sucursal FAS, octubre de 2022) (ver figura 4).

Fuente: dibujo de una de las participantes del taller de cartografías, 2022

Figura 4 Dibujo del barrio Nigeria 

La participante reconoce a las personas y de los animales con los que se rodea en el espacio barrial y hace un íntimo recorrido por su dinámica personal. Es interesante resaltar además que, al tener la consigna de dibujar el barrio, en Nigeria aparecía una personalización de lugares referentes, de personas o vecinos conocidos, lo que nos habla de las diferenciaciones de integración y aislamiento entre los dos barrios de este estudio. Cuando se preguntó “¿cómo son los pobladores de Nigeria?”, el adjetivo trabajador/trabajadora es el que más se resalta, así como los marcos morales en los que se encuadran los discursos sobre el valor del trabajo: “los que están en los alrededores de mi casa son muy trabajadores. Yo los he visto levantarse temprano, llegar tarde a casa [...] Hay vecinas que saben tejer, hay otras que venden morochos; nadie se queda quieto” (E4, Sucursal FAS, octubre de 2022).

La economía informal tiene una fuerte presencia en el barrio Nigeria, realidad que se conecta con la autocaracterización trabajadora de sus pobladores. Esto además da cuenta del rol de la mujer en el espacio barrial público y como gestora de la economía doméstica, pues la mayoría de los pequeños negocios de comida son liderados por mujeres.

En el día, [el parque] sí vale para los niños, o sea, la gente lo utiliza porque ahí hay un puestito de una señora que vende corviche y hay otra señora por ahí que vende comida, entonces obviamente que lo utilizan bastante [...] Hay tortillas de verde, bistec con huevo, camarones al ajillo, seco de chancho o de pollo, encebollado de pescado, pescado frito, camarón. (GFBN-P2, Sucursal FAS, octubre de 2022)

En el fragmento anterior, está presente el rol de la economía informal gastronómica como detonador de dinámicas, pues facilita y promueve la presencia de niños y personas en los parques y en otros espacios públicos. También, los platos mencionados dan cuenta del aspecto cultural presente en el barrio Nigeria, pues todos son parte de la gastronomía tradicional afroecuatoriana y/o esmeraldeña (región del norte del país). Se puede afirmar que el barrio Nigeria se constituye en un espacio de refugio y preservación cultural, en donde las costumbres y tradiciones de los lugares de origen siguen en constante (re)producción, lo que a su vez fortalece el sentido de pertenencia al espacio barrial.

En cuanto a los lugares referentes del barrio Nigeria, los pobladores no dudaron en promocionar lo que hay, una vez más en relación con el pasado. Mencionaron el malecón al lado del Estero Salado, instituciones educativas secundarias, el mercado municipal, escuelas de boxeo y gimnasios, cancha de fútbol sintética, fundaciones de todo tipo e iglesias. En la referencia a estos lugares que componen y moldean la dinámica barrial y sus posibilidades, también se identificaron discursos de crítica hacia la falta de mantenimiento y cuidado por parte de las autoridades públicas, actividad que los pobladores de Nigeria llevan a cabo por sus propios medios.

No recuerdo el año que pusieron canchas, equipos para hacer ejercicios. Lo pusieron bonito, pero por la parte del mantenimiento pues se dejó de lado y solo las personas de por mi casa son las que dan el mantenimiento. De servicio, pavimento, no doy su totalidad que se haya visto una mejoría porque ni la policía entra. Poco frecuentan y, si es que entran, es con los militares porque andan con sus rondas y si eso hacen es una vez al año o a los seis meses. Es casi imposible ver ese tipo de cosas aquí. (E4, Sucursal FAS, octubre de 2022)

Para finalizar el recorrido cartográfico por el barrio Nigeria, los pobladores manifiestan su descontento por la negligencia de las autoridades y la necesidad de invertir en infraestructura:

El alcantarillado, aunque no tengamos en ciertos lados de nuestro [barrio], aun así cobran porque eso obviamente viene en el cobro de agua potable. Casi me olvido del alumbrado público que está dañado, la fotocélula no vale y pues nos quedamos en completa oscuridad y eso también va en la energía eléctrica, pero no tenemos el alumbrado. Esto es de reírse, pero sucede. Eso es lo que le pediría a la alcaldía de Guayaquil que nos tome en consideración. Además, que venga al mantenimiento para el malecón, que lo promocionen. Esa apertura del puente provocó peleas entre barrios y pues según pusieron un parque de diversión cerca del puente, pero de qué sirve tener un parque de diversión ahí si todo el malecón está sucio. Le pediría al gobierno nacional la seguridad. Sales y te pueden matar por equivocación por todo esto del sicariato. Ecuador necesita seguridad. (E4, Sucursal FAS, octubre de 2022)

Es visible en los relatos que los pobladores dirigen sus demandas a destinatarios específicos: el Gobierno nacional y local. En este sentido, las autoridades públicas se perciben como ausentes y disfuncionales al no suplir las necesidades y demandas que habitan el espacio barrial. Además, se ve una vez más el reconocimiento del contexto de inseguridad que si bien se aleja del imaginario barrial en Nigeria, se cristaliza como parte de las demandas ciudadanas del habitar la ciudad, “si no tenemos seguridad, no podemos vivir en paz” (E4, Sucursal FAS, octubre de 2022).

Consideraciones finales

Realizar cartografías sociales en los barrios Bastión Popular y Nigeria permitió plasmar de forma idónea la simbolización de los significados que los pobladores populares asignan a los elementos materiales y subjetivos de sus espacios (el barrio y la ciudad), y cómo esto configura su cotidianidad e identidad. Los discursos verbales y visuales dieron cuenta de cómo sus habitantes perciben y entienden los límites y las fronteras materiales, pero a su vez cómo los resignifican con base a sus imaginarios individuales y colectivos. Los procesos de fronterización que se identificaron (re)producen y/o condicionan sus prácticas sociales en el espacio barrial.

A pesar de tener pasados y orígenes similares, la realidad de los barrios estudiados es muy distinta. Los habitantes de Bastión Popular hoy en día perciben una decadencia en su territorio, a diferencia de la sensación de progreso percibida en los habitantes del barrio Nigeria. En Bastión Popular, uno de los elementos clave que ha resignificado la relación de los pobladores populares con su barrio es la inseguridad y la violencia. En reiteradas ocasiones mencionan la imposibilidad de habitar el barrio desde la tranquilidad, y las limitaciones que el contexto ha traído en formas de fronteras simbólicas y materiales, que a su vez han desembocado en acciones conjuntas de sus pobladores para el levantamiento de rejas que los protejan de la violencia y sus actores.

En el caso del barrio Nigeria, el panorama es distinto. Si bien la coyuntura actual está presente en sus discursos, no tiene un lugar primordial ni es el eje en el que gravitan. La identidad individual y colectiva de estos habitantes ha sido reconfigurada con base en lo que ellos denominan el avance o desarrollo de su espacio, la misma que se fortalece en relación con el contexto de violencia. Sin embargo, y en concordancia con las percepciones de los pobladores de Bastión Popular, este desarrollo ha sido forjado de forma individual y colectiva por los propios actores barriales.

Los hallazgos del estudio no solo dan una panorámica de cómo la coyuntura de violencia(s) e inseguridad está (re)configurando los espacios barriales populares y a sus pobladores en Guayaquil, sino también cómo las dicotomías ciudad/barrio, casa/calle, individual/colectivo, adentro/afuera, privado/público siguen latentes en los imaginarios de estos ciudadanos y los acompañan cotidianamente en sus experiencias diarias de (con)vivencia dentro de los barrios.

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* Los resultados y las reflexiones presentados en este artículo son parte del proyecto semillero titulado “El barrio popular y los pobladores populares: un abordaje antropológico a las nociones de Pueblo y Territorio en Guayaquil”, ejecutado en el marco de la XI Convocatoria a Proyectos de Investigación Formativa Modalidad Semilleros 2022-2023, de la Universidad Casa Grande, Ecuador; las dos primeras autoras son las investigadoras principales del proyecto. La propuesta y los avances del proyecto fueron revisados en distintas instancias por otros dos docentes de la institución, a quienes agradecemos sus insumos y retroalimentación. El proyecto de investigación fue aprobado por el Comité de Investigación de la Universidad Casa Grande, que entregó una carta de aval ético para la divulgación y difusión académica. Las tres autoras participaron en la redacción de este artículo.

1Barrio Bastión Popular: nueve entrevistas (siete mujeres y dos hombres) y un grupo de discusión con cuatro mujeres; todos los participantes tenían entre 27 y 70 años de edad. Barrio Nigeria: nueve entrevistas (seis mujeres y tres hombres) y un grupo de discusión con siete participantes (seis mujeres y un hombre); todos los participantes tenían entre 20 y 50 años de edad.

2La droga H es un compuesto de sustancias tóxicas que la hacen altamente adictiva por el severo síndrome de abstinencia que causa. Su valor comercial está entre 25 centavos de dólar y 3 USD, y su consumo es muy frecuente en los sectores populares y las poblaciones marginales, donde se ha acentuado la epidemia H.

3Brazo de mar del océano Pacífico que desemboca en el río Guayas y se expande en los límites de algunas zonas urbanas de Guayaquil.

Cómo citar: Vallejo Robalino, Diana, Ingrid Ríos Rivera y Gabriela González Plaza. 2024. “Cartografías sociales en contextos de violencia(s): (des)dibujar fronteras y límites en los barrios populares de Guayaquil, Ecuador”. Revista de Estudios Sociales 88: 39-57. https://doi.org/10.7440/res88.2024.03

Recibido: 09 de Mayo de 2023; Aprobado: 04 de Septiembre de 2023

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