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Acta Colombiana de Psicología

versão impressa ISSN 0123-9155

Act.Colom.Psicol. v.8 n.1 Bogotá mar. 2005

 

¿ES LA AUTOESTIMA UNA VARIABLE RELEVANTE PARA LOS PROGRAMAS DE PREVENCIÓN DEL INICIO TEMPRANO DE ACTIVIDAD SEXUAL?

 

ELVIA VARGAS TRUJILLO1, FERNANDO BARRERA2

1.Departamento de Psicología, Universidad de los Andes
Correspondencia:elvargas@uniandes.edu.co
2.Departamento de Psicología, Universidad de los Andes

 


Abstract

This article presents the results of three non experimental, correlational and crossectional studies. The studies respond to the questions that Vargas-Trujillo, Gambara and Botella (submitted for publication) proposed at the end of a meta-analytic review conducted to examine the difference in self-esteem between adolescents with high and low sexual risk activity. The results showed that self-esteem is not a relevant variable for prevention programs directed towards high school students in Colombia. In contrast, non virgin adolescents and those who have initiated sexual intercourse at early age are significantly different in levels of self-efficacy and perceived social norms than their non sexual activity counterparts.

Key words: self-esteem, adolescents, first intercourse, sexual activity, prevention, sexual education.

 


Resumen

Se presentan los resultados de tres estudios transversales, no experimentales, correlacionales que se realizaron para responder a las preguntas que proponen Vargas Trujillo, Gambara y Botella (sometido a publicación) al final del estudio meta-analítico que realizaron para examinar la relación de la autoestima con el inicio de actividad sexual en la adolescencia. Los hallazgos indican que en Colombia, al menos en el grupo de adolescentes vinculados al sistema educativo en Bogotá, la autoestima no es una variable relevante para los programas de prevención del inicio temprano de actividad sexual. Los análisis sugieren que la autoeficacia y el contexto normativo en el que se desarrollan los adolescentes sí establecen diferencias significativas en el estatus sexual y en la edad a la que se tienen relaciones sexuales por primera vez.

Palabras clave: autoestima, adolescentes, actividad sexual, prevención, educación sexual.

 


Las implicaciones que tiene el inicio temprano de actividad sexual han generado un gran interés por parte de diversas disciplinas, particularmente de las ciencias sociales y de la salud, por establecer los factores que determinan la edad de la primera relación sexual (Gillmore, Archibald, Morrison, et al., 2002). La mayoría de los estudios disponibles se han centrado en identificar los factores del contexto social y familiar que se asocian con el comportamiento sexual de los adolescentes y sus implicaciones. Un buen número de estas investigaciones ha examinado los factores sociodemográficos (sexo, nivel socio-económico, grupo étnico, estructura familiar, entre otros) que inciden en el comportamiento de los jóvenes (por ejemplo, Capaldi, Crosby & Stoolmiller, 1996; Jessor, Van Den Bos, Vanderry, Costa, & Turbin, 1995; Keddie, 1992; Perkins, Luster, Villarruel & Small, 1998; Rosenbaum & Kandel, 1990; Scaramella, Conger, Simon & Whitbeck, 1998; Smith, 1997; Young, Jensen, Olsen & Cundick, 1991).

En contraste, son relativamente escasos los intentos que se han hecho por establecer los factores psicológicos que determinan la edad a la que ocurre la primera relación sexual. En la actualidad es poco lo que se sabe sobre los factores individuales que influyen sobre las decisiones sexuales de los adolescentes (Carvajal, Parcel, Banspach, Basen-Engquist, Coyle, Kirby & Chan, 1999; Pedersen, Samuelsen & Wichstrøm, 2003).

Uno de los factores psicológicos que con frecuencia se incluye en los estudios sobre la actividad sexual durante la adolescencia es la autoestima. Sin embargo, a diferencia de lo que se ha observado en los estudios que han analizado las actitudes personales, la norma social percibida y la autoeficacia sexual (Carvajal et al., 1999; Kinsman, Romer, Furstenberg & Schwarz, 1998; Magnani, Seiber, Zielinski, Gutierrez & Vereau, 2001; Sarmiento, Barrera & Vargas Trujillo, 2004; Selvan, Ross, Kapadia, Mathai & Hira, 2001, Taris & Semin, 1998; entre otros), los resultados de las investigaciones que evalúan el papel de la autoestima como determinante de la actividad sexual, son inconsistentes y contradictorios.

En efecto, mientras algunos estudios han encontrado asociaciones significativas entre la autoestima y la edad de la primera relación sexual (por ejemplo, Crockett, Bingham, Chopak & Vicary, 1996; Magnani et al., 2001; Spencer, Zimet, Aalsma & Orr, 2002; Whitaker, Miller & Clark, 2000), otros no encuentran tal relación (DiBlasio & Benda, 1992; Kowaleski-Jones & Mott, 1998; Longmore, Manning, Giordano & Rudolph, 2003; McGee & Williams, 2000, entre muchos otros).

Si bien la evidencia empírica disponible sobre la asociación de la autoestima con la actividad sexual en la adolescencia no es contundente, éste es uno de los constructos psicológicos más populares y su fortalecimiento es uno de los principales objetivos de la mayoría de los programas que pretenden prevenir el inicio temprano de relaciones sexuales (Bingham & Crockett, 1996; McGee & Williams, 2000; Smelser, 1989; Kaplan, 2001; Owens & Stryker, 2001).

Esta situación motivó la realización de un estudio meta-analítico (Vargas Trujillo, Gambara & Botella, sometido a publicación) que tenía como objetivo sintetizar cuantitativamente la información disponible sobre el tema y, de esta manera, aclarar la relación entre la autoestima y la actividad sexual durante la adolescencia. Los resultados que se obtuvieron a partir de la integración de 38 estudios y 50 tamaños del efecto sugieren que los adolescentes no activos o que inician más tarde tienden a informar niveles de autoestima más altos que sus pares activos o que inician más temprano. Esto es consistente con lo que sugieren los teóricos que proponen la autoestima como un factor de protección (ver Cast & Burke, 2002; McGee & Williams, 2000; Smelser, 1989).

No obstante, los autores plantean que esta conclusión debe analizarse a la luz de las variables que parecen estar explicando la heterogeneidad que observaron en los resultados. En primer lugar, se encontró que el tamaño del efecto no es igual para los adolescentes anglosajones/blancos que para los otros grupos étnicos. Los resultados indican que los adolescentes anglosajones/ blancos activos o que inician más temprano, tienen autoestima más alta que los no activos. Lo contrario ocurre en los adolescentes de otros grupos étnicos.

Algo similar ocurrió cuando se analizó el país en donde se realizó el estudio como variable moderadora del efecto. Mientras para países como Estados Unidos, Nueva Zelanda y Perú el tamaño del efecto es negativo, lo cual indica un nivel de autoestima más alto para el grupo no activo o que inicia más tarde, en los otros países (Australia, Noruega, Malí y Bolivia) el tamaño del efecto es positivo. En conjunto los resultados de este estudio meta-analítico revelaron que si bien la autoestima parece tener un efecto pequeño pero significativo en la actividad sexual de los adolescentes (d = -0,0343, CI 95% - 0,0536 a -0,0149), la intervención sobre este atributo debe hacerse con cautela teniendo en consideración las especificidades de cada grupo poblacional y cultural.

Concretamente para el caso colombiano, antes de emprender una acción de prevención orientada al fortalecimiento de la autoestima y a la prevención del inicio temprano de actividad sexual, Vargas Trujillo y sus colaboradores sugieren comenzar por responder las siguientes cuestiones: ¿Se diferencian los adolescentes, hombres y mujeres, en su nivel de autoestima?, ¿Difieren los adolescentes que han tenido relaciones sexuales y los que no en su nivel de autoestima?, ¿se relaciona la autoestima con la edad a la que los adolescentes comienzan a tener relaciones sexuales?, ¿Se relaciona la autoestima con las actitudes y la norma social percibida de los adolescentes hacia las relaciones sexuales en la adolescencia?, ¿Qué otros factores psicosociales, además de la autoestima, deben considerarse en el desarrollo de programas de prevención del inicio de actividad sexual temprana? A fin de responder a estos interrogantes se realizaron los tres estudios que se sintetizan a continuación.

ESTUDIO I

La autoestima de un grupo de adolescentes de Bogotá, Colombia.

Este estudio se propuso como objetivo establecer, en una muestra colombiana, si los adolescentes difieren en su nivel de autoestima en función del sexo y de su estatus sexual. Además se exploró si la autoestima se relaciona con la edad a la que dicen los adolescentes que tuvieron su primera relación sexual penetrativa. De esta manera se busca dar respuesta a las tres primeras preguntas que se derivaron de la revisión meta-analítica realizada por Vargas Trujillo, Gambara y Botella (sometido a publicación).

Para los propósitos de este estudio la autoestima se definió como el sentimiento global de importancia, valor o dignidad que tiene la persona hacia sí misma y expresa una actitud de aprobación o desaprobación del sí mismo como totalidad (Rosenberg, 1965, 1979). De acuerdo con la literatura disponible sobre el tema, la autoestima tiene como mínimo dos dimensiones: competencia y valoración.

La dimensión de competencia se refiere al grado en el que la persona se ve a sí misma como capaz y eficaz (Cast & Burke, 2002), en tanto que tiene éxito en lo que se propone (James, 1918/1950) o siente que cumple a satisfacción con sus estándares personales (Rosenberg, 1965). Esta valoración que hace la persona de su competencia se basa en los resultados que ha obtenido en distintos dominios, es decir, a partir de lo que ha hecho en el pasado.

La dimensión valorativa, por su parte, corresponde al grado en el que la persona siente que es una buena o mala persona (Tafarodi, Marshall & Milne, 2003) o en el que califica sus atributos -físicos, académicos, deportivos, familiares, sociales- en términos negativos o nada favorables o en términos positivos o muy favorables (Harter, 1999).

MÉTODO

Tipo de estudio

Este estudio es no experimental, transversal, correlacional.

Participantes

Participó un total de 88 adolescentes (48 hombres y 39 mujeres), seleccionados aleatoriamente en cinco colegios de Bogotá, agrupados en tres niveles socioeconómicos: Bajo corresponde (n = 32), medio (n = 36) y alto (n = 19). Tres de los colegios son mixtos, uno es solo de hombres y otro es solo de mujeres. Los estudiantes incluidos en el estudio tenían entre 13 y 19 años de edad, con una edad promedio de 15,5 años (DT = 1,4) y se encontraban cursando octavo (n = 23), noveno (n = 33) y décimo (n = 31) grado de secundaria. El 70% de los adolescentes vivía con ambos padres, el 26,7% vivía solo con la madre y el 3,3% restante vivía solo con el padre o con otros familiares. El padre de la mayoría de los adolescentes (71%) estaba casado o en unión libre con su madre y en el 29% de los casos estaba separado o mantenía una unión con otra persona distinta de su madre. Con respecto al estado civil de la madre el 68.8% estaba casada, el 19% estaban separadas, el 3.3% eran viudas y las otras convivían con una pareja diferente del padre del adolescente.

Instrumento

Se utilizó un cuestionario de auto informe para obtener información sobre las variables del estudio.

Variables sociodemográficas. Se preguntó la edad, el lugar de nacimiento y el grado escolar del participante y la ocupación, nivel de escolaridad y estado civil de los padres y madres de los adolescentes.

Autoestima. Se utilizó la Escala de Autoestima de Rosenberg (RSES) (Rosenberg, 1965), que es una medida global del constructo, y el Self Perception Profile for Adolescents (Harter, 1988), que se basa en la estructura multifacética del sí mismo. La primera consta de 10 preguntas que se refieren a «la valoración que el individuo hace y que acostumbra a mantener con respecto a sí mismo, la cual se expresa en una actitud de aprobación o desaprobación» (Rosenberg, 1965, p.5). El adolescente debía responder con una escala Likert de cinco puntos (1 totalmente en desacuerdo y 5 totalmente de acuerdo) donde las puntuaciones altas corresponden a alta autoestima (a = ,75). Del Self Perception Profile for Adolescents se utilizó la subescala para la valoración global del sí mismo, la cual consiste en 5 afirmaciones que permiten a los adolescentes compararse y decidir entre dos tipos de enunciados uno de los cuales indica alta autoestima y el otro baja autoestima (Por ejemplo, algunos jóvenes no les gusta la forma como llevan su vida PERO a otros jóvenes si les gusta la forma como llevan su vida). El adolescente debe responder en una escala de 4 puntos, en la que las puntuaciones altas corresponden a autoestima alta (a = ,73).

Actividad Sexual. Se evaluó como variable dicotómica, a través de la pregunta «¿ha tenido actividad sexual?» que es la forma tradicional de medición.

Edad de inicio de actividad sexual. Se evaluó mediante la pregunta ¿a qué edad comenzaste a tener relaciones sexuales?

Procedimiento

Los instrumentos se aplicaron a estudiantes de los cursos octavo, noveno y décimo después de haber obtenido el consentimiento pasivo por parte de los padres y el asentimiento informado de los adolescentes. La aplicación se realizó, en un salón especialmente destinado para este fin, fuera del salón de clase, sin límite de tiempo y en grupos de cinco personas (separados hombres y mujeres) acompañados por la asistente de investigación.

Resultados

En la tabla 1 se incluyen las medias y desviaciones estándar de las variables del estudio. Solamente 76 adolescentes respondieron a la pregunta sobre si habían tenido o no relaciones sexuales. Solo el 38,2% reconoció haber comenzado la actividad sexual penetrativa (15 hombres y 14 mujeres), a una edad promedio de 14,38 años.

En cuanto a la autoestima, en ambas escalas se obtuvieron puntuaciones moderadamente altas, comparables a las que se informan en los estudios incluidos en el meta-análisis para adolescentes de otros países que han utilizado la escala de Rosenberg. Por ejemplo, Lanctôt y Smith (2001) informan una media de 3,05 y una desviación típica de 0,39 utilizando una escala de respuesta tipo likert de 4 puntos.

Con el propósito de establecer si existen diferencias significativas por sexo y estatus sexual se realizaron comparaciones de medias. No se encontraron diferencias significativas en los niveles de autoestima atribuibles a ninguna de estas dos variables. En la tabla 2 se presentan los resultados de este análisis.

Por ultimo, para examinar la magnitud y la significación de la asociación entre la autoestima y la edad de inicio de relaciones sexuales se realizaron análisis de correlación de Pearson. Como se observa en la tabla 3, no se encontró una relación significativa entre estas dos variables. Este análisis, además, permitió establecer que entre las dos medidas de autoestima que se utilizaron, la de Rosenberg y la de Harter, existe una correlación significativa (r = 0,397, p = ,000) pero no tan alta como cabría esperarse, en tanto que supuestamente evalúan el mismo constructo.

Discusión

Los resultados apoyan las conclusiones de varios de los estudios incluidos en el meta-análisis (Bearman & Brückner, 2001; Benson & Torpy, 1990; Christopher & Johnson, 1993; Liebowitz, Calderon Castellano & Cuellar, 1999; Miller, Forehand & Kotchick, 2000; Udry & Billy, 1987, Vernon, Green & Fronthingham, 1983, entre otros). Aunque estos hallazgos necesitan ser replicados con muestras de mayor tamaño, sugieren que la autoestima global, tal y como se evaluó en este estudio, no se relaciona con la actividad sexual de los adolescentes bogotanos que formaron parte de la muestra. Probablemente, el comportamiento de estos jóvenes que viven en un ambiente sociocultural en el cual el inicio de actividad sexual en la adolescencia no es totalmente aceptado, puede estar bajo la influencia de factores intrapersonales, interpersonales y contextuales que no fueron tenidos en cuenta en este estudio. Futuras investigaciones deberán examinar otros factores psicosociales (actitudes y normas sociales, por ejemplo) que, en el contexto colombiano, pueden jugar un papel más relevante en esta edad que la autoestima.

ESTUDIO II

La autoestima y su relación con las actitudes y la norma social percibida.

Este estudio se propuso con el fin de dar respuesta a la cuarta pregunta que se planteó en las conclusiones del meta-análisis de Vargas Trujillo et al. (sometido a publicación): ¿Se relaciona la autoestima con las actitudes y la norma social percibida de los adolescentes hacia las relaciones sexuales en la adolescencia?

Se ha logrado establecer que tanto el inicio de relaciones sexuales, como la abstinencia sexual de los jóvenes, se asocian de manera consistente con las actitudes personales y con la norma social percibida acerca de la actividad sexual en la adolescencia (Bandura, 1986, Carvajal et al., 1999). En contraste, los resultados del meta-análisis mostraron que la relación de la autoestima con la actividad sexual varía en función de factores contextuales (grupo étnico y país) y metodológicos (diseño del estudio, definición conceptual y operacional de las variables autoestima y actividad sexual).

Así, los resultados de la revisión metaanalítica sugieren que la relación de la autoestima con la actividad sexual varía en función del contexto sociocultural en el que viven las personas. Lo cual es consistente con la revisión que hicieron Miller y Moore (1990) de las investigaciones realizadas sobre el tema en la década de los ochenta, en la que se señala que la forma cómo la autoestima influye en la actividad sexual, o cómo ésta influye en la autoestima, parece depender básicamente del contexto normativo en el que se encuentran los adolescentes.

Por otro lado, Miller, Christensen y Olson (1987) encontraron que la autoestima alta estaba asociada positivamente con la experiencia sexual en los adolescentes que creían que tener relaciones sexuales prematrimoniales era correcto y estaba inversamente asociada entre aquéllos que creían que era incorrecto. Estos resultados indican que la actividad sexual que contradice los valores personales se relaciona con niveles bajos de autoestima. La evaluación negativa del sí mismo se presume que es el resultado de la violación de las normas culturales (Langer & Zimmerman, 1995).

Por lo anterior, en este estudio se busca contribuir a dilucidar la relación entre la autoestima, las actitudes personales y la norma social percibida hacia las relaciones sexuales durante la adolescencia en un grupo de adolescentes colombianos. Teniendo en cuenta los planteamientos de la Teoría del Comportamiento Planeado (Ajzen, 1988, 1991), la actitud personal corresponde a la evaluación global, positiva o negativa, que hace el adolescente sobre el hecho de tener o no relaciones sexuales. La norma social percibida, por su parte, se refiere a la percepción que tiene el joven de la presión existente en el medio para tener o no relaciones sexuales a su edad.

MÉTODO

Tipo de estudio

Se realizó un estudio no experimental, correlacional de corte transversal.

Participantes

Se obtuvo información de 326 adolescentes, 182 hombres y 144 mujeres, con edades entre 13 y 18 años (M = 15.19, DT = 1.66). Todos eran estudiantes de 6º a 11º grado de secundaria que se encontraban vinculados a una de tres instituciones educativas no confesionales y mixtas de Bogotá. Estas instituciones se seleccionaron según su nivel socioeconómico (NSE): bajo, medio y alto. La institución de NSE bajo era pública, mientras las otras dos eran privadas.

El número de estudiantes de 14 o menos años fue de 65 (20%), entre 15 y 16 fue de 117 (36%) y de 17 o más años fue de 144 (44%). El 36% (117) de los participantes eran estudiantes del colegio de NSE bajo, 31% (101) se contactaron en el colegio de NSE medio y 33% (108) en el de NSE alto. La mayoría de los adolescentes (59%) informaron vivir con ambos padres biológicos; 101 (31%) vivían sólo con su madre; 20 (6%) vivían sólo con su padre y 13 (4%) vivían con personas distintas a sus padres biológicos.

Para la conformación de la muestra se invitó a participar en el estudio un total de 360 adolescentes, de los que 334 completaron el formulario. De los estudiantes que respondieron al cuestionario, siete dieron alguna información incompleta, pero no se eliminaron de la muestra, sólo se excluyeron de algunos de los análisis. Ocho (8) de los adolescentes se eliminaron por considerarse casos extremos, por lo cual la muestra definitiva quedó constituida por un total de 326 adolescentes.

Instrumento

Se utilizó un cuestionario de auto informe para obtener información sobre las variables del estudio.

Variables demográficas. Se obtuvo información sobre la edad (preguntando la fecha de nacimiento), el grado escolar que cursaba cada estudiante y el tipo de familia (personas con quienes vivía el adolescente en el momento de responder el cuestionario). Además se registró el nivel socio-económico del colegio a través del cual se contactó al participante.

Autoestima. Se utilizó la Escala de Autoestima de Rosenberg (RSES) (Rosenberg, 1965) que consta de 10 afirmaciones que se refieren a la valoración que el adolescente hace de sí mismo (1= totalmente en desacuerdo, 5= totalmente de acuerdo) (a= 0,79).

Actitud personal hacia la actividad sexual. Se evaluó por medio de la afirmación «Yo desapruebo que las personas de mi edad tengan relaciones sexuales» (1= para nada cierto, 5= totalmente cierto). Las puntuaciones de este ítem fueron invertidas para obtener un indicador de favorabilidad hacia la actividad sexual.

Norma social percibida. Se evaluó a través de tres indicadores: la percepción de la actitud de los padres frente a la actividad sexual durante la adolescencia, la percepción de la actitud de los amigos y la norma de pares percibida.

Percepción de la actitud de los padres frente a las relaciones sexuales en la adolescencia: Se definieron tres afirmaciones para indagar sobre la percepción que tienen los hijos de la opinión de sus padres con respecto a la actividad sexual durante la adolescencia (a = 0,67). El adolescente debía responder qué tan cierta era cada afirmación (1= para nada cierto y 5= totalmente cierto), por ejemplo, «Mis padres piensan que está mal tener relaciones sexuales a mi edad».
Las puntuaciones de los ítems de esta escala que hacen referencia a actitudes desfavorables de los padres fueron invertidas para obtener un indicador de percepción de favorabilidad hacia la actividad sexual.

Percepción de la actitud de los amigos frente a la actividad sexual durante la adolescencia: Se incluyeron cinco afirmaciones para indagar sobre la percepción que tienen los adolescentes de la opinión de sus amigos con respecto a la actividad sexual durante la adolescencia (a = 0,72). Frente a cada afirmación se debía responder qué tan cierta era (1= para nada cierto, 5= totalmente cierto), por ejemplo, «Mis amigos piensan que uno debe tener relaciones sexuales antes de los 16 años».

Norma de pares percibida. Se incluyó una pregunta para evaluar la prevalencia percibida de actividad sexual en el grupo de compañeros, preguntando a los jóvenes sobre cuántos amigos creía que habían tenido relaciones sexuales. Para responder se utilizó una escala tipo Likert de 5 puntos (1= ninguno, 5= todos).

Actividad Sexual. La actividad sexual se evaluó a través de la pregunta «¿Alguna vez has tenido relaciones sexuales?».

Edad de inicio de relaciones sexuales. Se obtuvo información sobre la edad de la primera relación sexual penetrativa.

Procedimiento

Se contactó a los participantes a través de tres colegios de Bogotá seleccionados de manera intencional a través de personas conocidas por los miembros del equipo de investigación. Para la selección de los colegios se definieron como criterios de inclusión el nivel socio-económico (bajo, medio y alto), el que fueran mixtos, no religiosos o no confesionales.

Los instrumentos se aplicaron a estudiantes de sexto a undécimo grado después de haber obtenido el consentimiento pasivo por parte de los padres4. Con base en un cronograma previamente acordado con cada institución educativa, se reunieron los grupos de estudiantes para contestar los cuestionarios. Los grupos de estudiantes seleccionados complementaron el cuestionario en un salón asignado por la institución, fuera del salón de clase, sin límite de tiempo y acompañados por la asistente y las auxiliares de investigación. Antes de comenzar a responder los cuestionarios, se explicó de nuevo a los adolescentes en qué consistía el estudio y, si estaban de acuerdo en participar, firmaban la forma de consentimiento.

Resultados

En la tabla 4 se presentan los estadísticos descriptivos de las variables del estudio. En general se observó que los adolescentes perciben una actitud más favorable hacia las relaciones sexuales por parte de sus amigos que por parte de sus padres, incluso más alta que la que ellos mismos manifiestan tener. La puntuación de la norma de pares pone de manifiesto que los jóvenes perciben que cerca de la mitad de sus amigos tiene relaciones sexuales.

Por otro lado, se encontró que el 31% de los jóvenes (101) respondió que sí había tenido relaciones sexuales, mientras el restante 69% (225) no las había tenido. Los que informaron haber tenido relaciones sexuales penetrativas dijeron haber comenzado a tenerlas a una edad promedio de 14.4 años. Antes de los 15 años de edad tuvieron su primera relación sexual 69 (68,3%) adolescentes (13 mujeres y 56 hombres).

En la tabla 5 se presenta la distribución de los estudiantes que han tenido o no relaciones sexuales penetrativas en cada nivel socio-económico. Se observa que el porcentaje de adolescentes que reportó haber tenido relaciones sexuales es ligeramente más alto en el estrato bajo, no obstante la diferencia de proporciones no es significativa, ?2 (2) = 5,626, p = 0,06.

En la tabla 6 se presenta la distribución de los adolescentes que respondieron SI o NO a la pregunta ¿alguna vez has tenido relaciones sexuales? por sexo y tramos de edad. La edad del adolescente al momento de responder el cuestionario se categorizó a partir de la mediana (Mdn = 15 años). En general se encontró que más hombres que mujeres reconocen haber tenido relaciones sexuales. Además, como era de esperarse, el número de adolescentes que dice haber iniciado relaciones sexuales es mayor entre los mayores de 15 años.

A continuación se realizaron comparaciones de medias para todas las variables del estudio en función del sexo, el estatus sexual y la edad de inicio de relaciones sexuales categorizada a partir de la mediana (Mdn = 15). En la tabla 7 se observa que para todas las variables, excepto para la norma de pares percibida, se presentan diferencias significativas atribuibles al sexo. Los datos indican una mayor favorabilidad hacia las relaciones sexuales en la adolescencia en el grupo de hombres.

Las comparaciones de medias en función del estatus sexual también mostraron diferencias significativas para todas las variables, excepto para la autoestima. Una vez más se encuentra que esta variable no discrimina entre los adolescentes activos y no activos sexualmente. En la tabla 8 se sintetizan los resultados del análisis y se observa que las medias son significativamente más altas para los adolescentes sexualmente activos.

En cuanto a las comparaciones de medias según la edad de inicio temprana (antes de los 15 años) o tardía (después de los 15 años) se encontraron diferencias significativas para la actitud personal y la actitud percibida por parte de los padres frente a las relaciones sexuales. Tampoco en esta oportunidad se encontraron diferencias significativas en autoestima. En la tabla 9 se presentan los resultados de este análisis.

Por último, se examinó la relación de la autoestima con la actitud personal y los tres indicadores de la norma social percibida a través de un análisis de correlación de Pearson. En la tabla 10 se observa que, contrario a lo que se esperaba, la autoestima no se asocia con estas variables que tienen que ver con el contexto normativo de los adolescentes. Es importante señalar que la actitud personal y las variables de la norma social percibida se asocian positiva y significativamente entre sí y la magnitud del coeficiente de correlación indica que, a pesar de que el único informante es el adolescente, corresponden a medidas de constructos aparentemente diferentes.

Discusión

Se encontró que la autoestima no se relaciona con las variables que hacen referencia al contexto normativo de los jóvenes: su actitud personal hacia las relaciones sexuales en la adolescencia y la norma social que percibe de otros significativos a este respecto. Aunque en este estudio sí se encontraron diferencias significativas en autoestima atribuibles al sexo, los resultados indican que éstas poco tienen que ver con la mayor o menor permisividad sexual que se experimenta en el medio frente a la actividad sexual para uno u otro sexo. En cambio, sí se obtuvo evidencia que apoya la idea de autores como Miller et al. (2000), acerca de que el inicio de actividad sexual está determinada por un número reducido de factores que involucran la influencia del contexto social y la percepción que tienen los adolescentes de la presión existente por parte de sus padres y de sus amigos para tener o no relaciones sexuales a su edad.

Los resultados indican una clara diferencia en las actitudes personales y la norma social percibida entre hombres y mujeres, siendo más favorable para los hombres. Este es un indicio de que en el contexto colombiano aún prevalece «el doble estándar». Según Reiss (1964) esta actitud es característica de las sociedades que son más permisivas frente a la actividad sexual de los hombres que de las mujeres. Estudios posteriores deberán examinar la relación de estas actitudes personales y de la norma social percibida con las actitudes sexistas que se «cultivan» en un medio social en el que, a juzgar por los datos, existen expectativas distintas para los hombres y las mujeres.

Por último, dado que los resultados de este estudio y del primero que se describió señalan que la autoestima no constituye una variable relevante para la comprensión del comportamiento sexual de los adolescentes bogotanos, es conveniente explorar el papel de otras dimensiones más específicas del sí mismo. En el estudio de Pedersen et al.
(2003), por ejemplo, se encontró que la percepción que tiene la persona de su competencia para manejar situaciones con una pareja del otro sexo en el futuro (autoeficacia), es un predictor importante de la edad de inicio de actividad sexual. Estos investigadores encontraron que las medidas de autoestima social y académica no estaban relacionadas con el debut sexual. Según ellos, la actividad sexual se relaciona más con dimensiones muy específicas del sí mismo, que están referidas particularmente al dominio sexual.

Por lo anterior, es recomendable estudiar la relación de la autoeficacia sexual con la actividad sexual de los adolescentes en Colombia, una variable que en otros países se ha asociado inversamente con la edad de la primera relación sexual y otras prácticas sexuales de riesgo (por ejemplo, Carvajal et al., 1999; Faryna & Morales, 2000; Heaven, 1996; Rosenthal et al., 1991).

ESTUDIO III

Más allá de la autoestima... exploración de otras variables psicosociales relevantes para la formulación de programas de prevención del inicio temprano de actividad sexual

El objetivo de este estudio es explorar otros factores que en Colombia pueden estar asociados con el inicio temprano de actividad sexual y que, por lo tanto, pueden ser más pertinentes para los programas de prevención que la autoestima.

Los resultados del estudio que se acaba de describir apuntan hacia la necesidad de explorar la relación de la autoeficacia sexual y de las actitudes sexistas con las actitudes personales y la norma social percibida frente a las relaciones sexuales en la adolescencia. Adicionalmente, señalan la relevancia de examinar si los adolescentes, hombres y mujeres, difieren en cada uno de estos factores en función de su estatus sexual y de la edad a la que comienzan a tener relaciones sexuales. A partir de esos hallazgos, este estudio pretende aportar una pieza más al rompecabezas que hay que componer en relación con la prevención del inicio temprano de la actividad sexual.

La autoeficacia se define como la «creencia en las propias capacidades para organizar y ejecutar el curso de la acción requerida con el fin de producir un logro determinado» (Bandura, 1997, p. 3). El concepto de autoeficacia, a diferencia del de autoestima, no hace referencia a los recursos de que dispone una persona sino a su percepción de cómo de competente es para manejar una situación concreta en el futuro.
Por esta razón, Bandura recomienda aproximarse a esta creencia autoevaluativa referida a un campo de acción específico. En el dominio sexual, la autoeficacia se concibe como el grado en el que las personas se sienten capaces de discutir asuntos sexuales con una pareja sexual potencial, de retrasar las relaciones sexuales y de rehusarse a tener una relación sexual en situaciones de riesgo (Taris & Semin, 1998; Carvajal et al., 1999).
Los estudios que han examinado la relación de la autoeficacia sexual con la actividad sexual de los jóvenes han encontrado que las mujeres se perciben significativamente más seguras que los hombres en su capacidad para abstenerse de tener relaciones sexuales en situaciones en las que podrían sentirse inclinadas a hacerlo (Carvajal et al., 1999; Heaven, 1996; Rosenthal, et al., 1991). Faryna y Morales (2000), por su parte, encontraron que la autoeficacia sexual, se asocia negativamente con la actividad sexual. Así mismo, los hallazgos de Carvajal et al. (1999) indican que la percepción de autoeficacia sexual predice el retraso en la iniciación de relaciones sexuales. Estos investigadores también encontraron que la autoeficacia, junto con las actitudes y las normas protegen del inicio temprano de actividad sexual independientemente del sexo, el grupo étnico y el nivel educativo de los padres. Estos resultados sugieren que estos tres factores, a diferencia de la autoestima, son mejores predictores del inicio temprano de actividad sexual. La tarea, entonces, es establecer si en una población colombiana cumplen el mismo papel.

MÉTODO

Tipo de estudio

Se realizó un estudio no experimental, correlacional, de corte transversal.

Participantes

En la investigación participaron estudiantes que cursaban los grados 8, 9, 10 y 11 en colegios mixtos, tanto públicos como privados, de la ciudad de Bogotá pertenecientes a diferentes niveles socioeconómicos. La identificación y selección de los colegios por nivel socioeconómico (NSE) se hizo con el apoyo de la Secretaría de Educación del Distrito. Se logró la colaboración de 8 colegios, cinco de NSE, dos de NSE medio y uno de NSE alto. El número de estudiantes por colegio estuvo equilibrado en cuanto al sexo.

La muestra definitiva estuvo compuesta por 237 adolescentes, 117 mujeres y 117 hombres (3 participantes no indicaron el sexo), con una edad promedio de 15 años la cual osciló entre una edad mínima de 12 y una edad máxima de 18 años (DT = 1,8 años). De esta muestra, 74 jóvenes asistían a colegios públicos y 163 a colegios privados. En cuanto a la frecuencia de participantes de acuerdo al estrato socioeconómico, 141 pertenecían al estrato bajo, 51 al medio y 45 al estrato alto.

La mayoría de los participantes había vivido la mayor parte de su vida con ambos padres (72,6%) y en la actualidad vive con ellos (67,5%); para los adolescentes que no viven con ambos padres el motivo principal es su separación. El 87,9% de los papás y el 57,6% de las madres trabajan o están pensionados. La distribución del nivel educativo de padres y madres fue muy similar; el 23,8% de los padres y 28,8% de las madres cursaron primaria, el 19,5% de los padres y 18% de las madres cursaron secundaria y, el 39% de los padres y 30% de las madres realizaron estudios universitarios.

Instrumento

Con el fin de obtener la información sobre las variables del estudio, se desarrolló un cuestionario de auto informe en el que se incluyeron las medidas que se describen a continuación:

Variables demográficas. Se preguntó la fecha de nacimiento -a partir de este dato se estableció la edad en años y meses-, el sexo y el grado escolar del participante. El tipo de colegio -público o privado- y el estrato socioeconómico se determinó con anterioridad a la aplicación del cuestionario con el fin de seleccionar una muestra que incluyera todos los estratos.

Autoeficacia sexual. Se utilizó la escala desarrollada por Vargas Trujillo y Barrera (2003) con el fin de evaluar qué tan competentes se sienten los adolescentes para decidir sobre aspectos de sus relaciones sexuales como por ejemplo cuándo, con quién y cómo realizarlas. La escala consta de 16 situaciones frente a las cuales los adolescentes debían reportar qué tan seguros se sentían de poder manejarlas (1= nada seguro, 5= totalmente seguro). Un ejemplo de pregunta es «Estoy seguro de que puedo controlar lo que ocurra sexualmente con mi novio(a)». Se estableció el promedio de respuestas como indicador de autoeficacia sexual (α = 0,83).

Actitudes sexistas de los adolescentes.
Se utilizó la escala desarrollada por Vargas Trujillo y Barrera (1999) para evaluar la percepción de actitudes sexistas de los padres. En el presente estudio se usó una versión compuesta por 31 preguntas, que evalúan las actitudes de los adolescentes acerca de los comportamientos deseables para los hombres y para las mujeres. Algunos ejemplos del tipo de afirmaciones que se incluyen son: «Las mujeres decentes llegan vírgenes al matrimonio», «A los hombres se les dificulta ser fieles», «El hombre va hasta donde la mujer lo permite». Se utilizó una escala de respuesta tipo Likert de cinco puntos (1 totalmente en desacuerdo, 5 totalmente de acuerdo), en la cual los puntajes altos corresponden a una alta actitud sexista (α = 0.86).

Actitud personal hacia las relaciones sexuales en la adolescencia. Se evaluó a partir de la respuesta a siete afirmaciones y una pregunta frente a las cuales el adolescente debía indicar su grado de acuerdo en una escala en la que 1 era totalmente en desacuerdo y 5 totalmente de acuerdo. Un ejemplo de las afirmaciones utilizadas es: «Es inevitable tener relaciones sexuales en la adolescencia». La pregunta que se incluyó fue ¿Qué tan de acuerdo estás con que las personas de tu edad tengan relaciones sexuales? (a = 0.86). Puntajes altos indican una mayor favorabilidad hacia las relaciones sexuales en la adolescencia.

Norma social percibida. Se evaluó a través de cuatro indicadores: a) La percepción de las actitudes de los padres hacia las relaciones sexuales en la adolescencia, b) la percepción de la norma de los padres frente al momento propicio para comenzar a tener relaciones sexuales, c) la percepción de la norma de las figuras significativas hacia las relaciones sexuales el próximo mes, d) la prevalencia percibida de actividad sexual en el grupo de amigos. A continuación se describe la forma en que se evaluó cada indicador.

La percepción de las actitudes de los padres hacia las relaciones sexuales en la adolescencia se evaluó con base en dos preguntas «Yo creo que mis padres piensan que tener relaciones sexuales a mi edad es inconveniente », «yo creo que mis padres piensan que las relaciones sexuales en la adolescencia están mal» frente a las cuales los participantes respondieron en una escala de 1 a 5 en la que (1) era «Para nada cierto» y (5) «Totalmente cierto», se obtuvo el promedio como indicador de actitud favorable de los padres hacia las relaciones sexuales de sus hijos, invirtiendo la puntuación a cada respuesta (α = 0,68).

La percepción de la norma de los padres frente al momento de tener relaciones sexuales se evaluó mediante 3 ítems en los cuales se les preguntaba a los jóvenes qué tan de acuerdo creían ellos que estarían sus padres con el hecho de que sus hijos tuvieran relaciones sexuales en la adolescencia (el próximo mes, el próximo año escolar, antes de terminar la secundaria). Se utilizó para responder una escala Likert de 5 puntos (1 = Totalmente en desacuerdo y 5 = Totalmente de acuerdo). El promedio de las respuestas a estas preguntas se puede interpretar como indicación de la percepción de mayor o menor flexibilidad o permisividad de los padres frente a las relaciones sexuales de sus hijos en la adolescencia (α = 0,91).

La percepción de la norma de las figuras significativas hacia las relaciones sexuales en el próximo mes se evaluó con dos preguntas en las cuales se indagaba sobre el grado de acuerdo que él/ella creía que tendrían su mejor amigo y sus compañeros, con que él/ella tuviera relaciones sexuales el próximo mes. La escala de respuesta utilizada fue tipo Likert de cinco puntos, donde 1 correspondía a «Totalmente en desacuerdo » y 5, «Totalmente de acuerdo». Puntajes altos indican la percepción de una norma más permisiva por parte de las figuras significativas hacia el hecho de tener relaciones sexuales en la adolescencia (α = 0,86).

Para la prevalencia percibida de actividad sexual en el grupo de amigos se preguntó al adolescente sobre cuantos amigos creía que habían tenido relaciones sexuales. Para responder se utilizó una escala de Likert de 7 puntos (1= Ninguno, 2 = Muy pocos, 3 = Pocos, 4 = La mitad, 5 = Muchos, 6 = Casi todos, 7 = Todos).

Actividad sexual. Se evaluó con la pregunta ¿alguna vez has tenido relaciones sexuales? ante la cual el joven respondía Sí o NO.

Edad de la primera relación. Se preguntó la edad que tenía cuando tuvo relaciones sexuales por primera vez.

Procedimiento

Se seleccionaron estudiantes de los grados 8, 9, 10 y 11 de colegios públicos y privados que fueron contactados a través de la Secretaría de Educación Distrital de Bogotá. Después de obtener el consentimiento pasivo de los padres y el asentimiento informado de los adolescentes se realizó la aplicación de los cuestionarios en las instituciones escolares, en horas de clase, en un salón destinado por las directivas para este trabajo, en grupos de 6 a 12 personas del mismo sexo.

Resultados

En la tabla 11 se presentan los estadísticos descriptivos para las variables del estudio. Con respecto a las creencias de autoeficacia se encontró que los adolescentes se perciben a sí mismos como personas competentes para decidir cuándo, con quién y cómo tener relaciones sexuales.

Los promedios correspondientes a la actitud personal de los jóvenes indican que ésta es poco favorable hacia las relaciones sexuales en la adolescencia, lo cual es consistente con la percepción que tienen de la norma social al respecto.

El promedio obtenido para las actitudes sexistas muestra que los adolescentes tienden a estar en desacuerdo con el hecho de que se les establezcan tareas, obligaciones y privilegios distintos a los hombres y a las mujeres.

En cuanto a la prevalencia percibida de actividad sexual en el grupo de pares se encontró que los adolescentes perciben que cerca de la mitad de sus amigos tiene relaciones sexuales.

Con respecto a la actividad sexual se observó que tan solo el 25,3% de la muestra (34 hombres, 26 mujeres) informó haber comenzado a tener relaciones sexuales. En la tabla 12 se observa que antes de los 15 años 42 adolescentes habían iniciado actividad sexual, la mayor proporción son hombres, X2(1) = 5,701, p = 0,017. La edad se categorizó a partir de la mediana (Mdn = 15 años).

Para explorar si existían diferencias en las medias de las variables objeto de estudio atribuibles al sexo, el estatus sexual y la edad de inicio de relaciones sexuales, se realizaron comparaciones de medias. Los resultados de las comparaciones de medias por sexo se observan en la tabla 13. La única variable para la que no se identificaron diferencias significativas corresponde a la prevalencia percibida de actividad sexual en el grupo de pares, todas las otras variables difieren significativamente entre hombres y mujeres. La media es mayor para el grupo de mujeres solo en las variables autoeficacia sexual y edad de inicio de actividad sexual.

Con respecto a las diferencias en función del estatus sexual se encontró, como se aprecia en la tabla 14, que los adolescentes que han iniciado actividad sexual tienen significativamente una actitud personal más favorable hacia las relaciones sexuales en la adolescencia y la percepción de una norma más permisiva en el contexto en el que se desenvuelven. No se observaron diferencias significativas para las variables autoeficacia sexual y actitudes sexistas en función del estatus sexual.

Ahora bien, cuando se compararon las puntuaciones de los adolescentes activos sexualmente, en función de la edad temprana o tardía a la que dijeron haber comenzado a tener relaciones sexuales, se encontraron diferencias significativas para las variables autoeficacia sexual, actitudes sexistas y actitud percibida de los padres hacia las relaciones sexuales en la adolescencia. El grupo que inició actividad sexual más tarde se caracteriza por niveles más altos de autoeficacia sexual y una actitud personal menos favorable hacia las relaciones sexuales. También perciben una actitud más negativa de parte de sus padres hacia las relaciones sexuales a su edad. En la tabla 15 se sintetizan los resultados del análisis.

Un análisis de varianza de dos factores reveló un efecto significativo de interacción entre el sexo y la edad de inicio sobre la variable actitud personal hacia las relaciones sexuales en la adolescencia, F(1,56) = 4,998, p = 0,029 (véase figura 1). Este resultado señala que, contrario a lo que cabría esperarse, las mujeres que iniciaron más temprano informan una actitud menos favorable que las que iniciaron más tarde. En los hombres se observa exactamente lo contrario. Este resultado pone en duda el argumento de que en estudios transversales es probable que la actitud más favorable hacia las relaciones sexuales que expresan las personas que reconocen tener actividad sexual sea el resultado de la experiencia.

Por último, se examinó la magnitud y la significación de la asociación entre las variables objeto de análisis. En la tabla 16 se observa que la edad de inicio se asocia de manera inversa y significativa con las actitudes sexistas, la actitud personal hacia las relaciones sexuales y la actitud percibida de parte de los padres. Así mismo, se puede ver que la autoeficacia sexual se correlaciona negativa y significativamente tanto con las actitudes sexistas y la actitud personal hacia la actividad sexual en la adolescencia, como con varios de los indicadores de la norma social. Es decir, niveles altos de autoeficacia se asocian con indicadores de un contexto normativo menos permisivo y menos sexista.

Discusión

Los resultados indican, en primer lugar, diferencias significativas para la mayoría de las variables examinadas atribuibles al sexo, el estatus sexual y la edad de inicio de relaciones sexuales penetrativas. Consistentemente con los estudios de Carvajal et al., (1999), Heaven (1996) y Rosenthal et al. (1991), se encontró que las mujeres se perciben significativamente más seguras que los hombres de su habilidad para abstenerse de tener relaciones sexuales en situaciones en las que podrían sentirse inclinadas a hacerlo.

En segundo lugar, se encontró que los adolescentes que dicen haber iniciado a una edad más temprana sus relaciones sexuales (antes de los 15 años), comparados con los que informan haber iniciado más tarde, presentan niveles más bajos de autoeficacia sexual, niveles más altos de actitudes sexistas y una mayor percepción de favorabilidad hacia las relaciones sexuales en la adolescencia por parte de sus padres. Frente a este resultado merece la pena resaltar dos cosas. Por un lado, que tal como lo han señalado Faryna y Morales (2000), Carvajal et al (1999) y Pedersen et al (2003), la autoeficacia parece ser una variable que protege del inicio temprano de actividad sexual. Por otro lado, aparentemente el «doble estándar » con respecto al comportamiento sexual de los hombres y de las mujeres sigue vivo y continua jugando un papel importante en la determinación del comportamiento de los jóvenes.

En tercer lugar, los análisis de correlación también señalan la asociación significativa de la edad de la primera relación sexual con las actitudes sexistas, la actitud personal hacia las relaciones sexuales y la percepción de las actitudes y de la norma de los padres hacia la actividad sexual en la adolescencia. Estos análisis también mostraron que niveles altos de autoeficacia sexual se relacionan con niveles bajos de actitudes sexistas, una menor favorabilidad hacia las relaciones sexuales en la adolescencia y una norma social menos permisiva.

Llama la atención que en esta población, contrario a lo que se ha observado en otros países (ver por ejemplo, Christopher & Johnson, 1993), los padres siguen siendo figuras significativas de referencia para los adolescentes, lo cual debe ser considerado en los programas de prevención. Estudios transculturales podrían contribuir a explicar estas diferencias entre países.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES GENERALES

El propósito de esta serie de tres estudios ha sido contribuir a llenar el vacío de información empírica que hay en Colombia sobre los factores que se asocian con la actividad sexual de los adolescentes. Con la realización de estos estudios se buscó responder, con muestras de adolescentes colombianos, las preguntas que se derivaron del meta-análisis realizado por Vargas Trujillo et al (sometido a publicación), a saber: ¿Se diferencian en su nivel de autoestima los jóvenes que tienen su primera relación sexual durante la adolescencia y los que no?, ¿Difieren en su nivel de autoestima los jóvenes que tienen su primera relación sexual en la adolescencia temprana y los que la inician más tarde?, ¿Se relaciona la autoestima con las actitudes y la norma social percibida de los adolescentes hacia las relaciones sexuales en la adolescencia?, ¿Qué otros factores psicosociales es necesario considerar en el diseño de programas que pretenden prevenir el inicio temprano de actividad sexual?
Las respuestas a estas preguntas son esenciales para los responsables de la formulación de políticas y programas dirigidos a posponer el inicio de relaciones sexuales.

En conjunto los resultados de estos tres estudios indican que en Colombia, al menos en el grupo de adolescentes vinculados al sistema educativo en Bogotá, la autoestima no es una variable clave para los programas de prevención del inicio temprano de actividad sexual. Los hallazgos sugieren que la autoeficacia y el contexto normativo en el que se desarrollan los adolescentes sí establecen diferencias significativas en el estatus sexual y en la edad a la que se tienen relaciones sexuales por primera vez.

Aunque los resultados que aquí se han presentado no permiten proponer un modelo explicativo de la actividad sexual adolescente sí aportan elementos relevantes para el diseño de programas orientados a posponer el inicio de actividad sexual y para el desarrollo de investigaciones futuras. A continuación se exponen algunas consideraciones en ese sentido.

La primera consideración corresponde al interés de este estudio por identificar otros factores psicosociales asociados con la actividad sexual de los adolescentes y que son pertinentes en el diseño de programas de prevención. Gage (1998) afirma que la decisión de tener o no relaciones sexuales en la adolescencia está sujeta a una serie de regulaciones sociales. Los resultados de los tres estudios que se hicieron con muestras colombianas, indican que tanto las actitudes de los padres y de los amigos, como la norma social percibida, difieren significativamente entre los adolescentes activos y no activos y entre los que inician más temprano o más tarde. Varios informes de investigación realizados en otros países señalan que los padres y los pares actúan de manera distinta como inhididores y facilitadores de actitudes y practicas sexuales específicas entre los adolescentes (DeLamater & MacQuordale, 1979; Thornton & Camburn, 1987).

Sin embargo, contrario a lo que se ha observado en otros países (ver por ejemplo, Christopher & Johnson, 1993), en esta población de estudiantes de secundaria, los padres siguen siendo figuras significativas de referencia. Los resultados de un estudio cualitativo realizado recientemente en Colombia presenta evidencia que complementa estos resultados (Vargas Trujillo, Henao & González, 2004). Las investigadoras encontraron que los adolescentes perciben que aunque no en todos los casos sus padres aprueban las relaciones sexuales en la adolescencia o fuera del contexto del matrimonio, «ya se han hecho a la idea de que los tiempos han cambiado» y, en ese sentido, algunos han adoptado una actitud que se puede categorizar como «permisividad protegida ». En esta categoría, ellas incluyen las actitudes de los padres que no adoptan una posición restrictiva al comportamiento sexual de sus hijos, pero que les recomiendan que cuando ocurra se aseguren de que sea en un contexto libre de riesgos para la salud, especialmente, de un embarazo no deseado.

No obstante, en las entrevistas en profundidad que realizaron no son pocos los casos de adolescentes que expresaron desconocer la posición de sus padres al respecto porque «de este tema no se habla» en familia. Los resultados del segundo estudio mostraron que la actitud percibida de los padres está relacionada con la edad de inicio de relaciones sexuales. En ese sentido, los responsables del diseño de programas deberán considerar estrategias para fomentar la comunicación padres- hijos en torno a estos temas.

Una segunda consideración es que en el grupo estudiado el inicio de actividad sexual en la adolescencia se relaciona con la prevalencia percibida de actividad sexual en el grupo de pares. Tanto hombres como mujeres perciben que las relaciones sexuales en la adolescencia son aceptadas por su grupo de pares y frecuentes a su edad.

Estos datos señalan la pertinencia de divulgar los resultados de los tres estudios presentados aquí que muestran que tan solo una tercera parte de los adolescentes está teniendo relaciones sexuales antes de terminar la secundaria. Una encuesta de hogares que se realizó a una muestra representativa de 1002 mujeres adolescentes en Bogotá y Cali también encontró que solo informó haber comenzado a tener relaciones sexuales (Flórez, Vargas Trujillo, Henao, Soto, y González, 2004).

Una tercera consideración es que el hecho de ser hombre o mujer sigue marcando diferencias en el trato que se les da a las personas en Colombia. Los datos señalan, por una parte, que los adolescentes continúan teniendo modelos de identificación que los llevan a incorporar estándares sexuales distintos para hombres y mujeres. Por otra parte, que en un contexto de socialización sexista los hombres y las mujeres desarrollan niveles diferenciales de autoeficacia y, en esa medida, unos están en mayor riesgo que otros de iniciar actividad sexual temprano. Es decir, los datos apoyan el planteamiento de Rosenberg (1965) acerca de que el ser tratado como «hombre» o como «ser humano» tiene un efecto en la percepción de sí mismo como más o menos competente en el dominio sexual.

Los resultados sugieren que en un medio sexista, algunos adolescentes hombres pueden asumir que para ser «verdaderos hombres » deben iniciar temprano su actividad sexual. Este comportamiento, contrario a lo que sucede en el caso de las mujeres, puede ocurrir sin sanción por parte de las figuras de autoridad y con la aprobación de otras figuras significativas (amigos y compañeros).

Estas inferencias que se plantean a partir de los resultados de estos estudios deberán ser sometidas a verificación empírica.

No obstante, los análisis que han realizado Vargas Trujillo, Henao y González (2005) de las 72 entrevistas en profundidad que realizaron en Bogotá y Cali muestran que, efectivamente, en esta población, en los tres estratos y en ambas ciudades se presentan actitudes frente a las relaciones sexuales que difieren en función del sexo. Así, mientras las mujeres tienden a aceptar las relaciones sexuales en la adolescencia pero en el marco de una relación afectiva estable; los hombres, por su parte, no exigen este requisito. Estas actitudes diferentes en función del sexo pueden explicar, en parte, el efecto de interacción que se observó en el cuarto estudio del sexo y el estatus sexual sobre la actitud personal hacia las relaciones sexuales en la adolescencia.

Los resultados que se han descrito hasta este punto no son una novedad, desde 1965 Rosenberg había señalado que la valoración de sí mismos en los hombres está centrada en la competencia, mientras en las mujeres está basada en su capacidad para establecer y mantener relaciones con otras personas. Vargas Trujillo et al. (sometido a publicación), al hablar de variables moderadoras del efecto de la autoestima sobre la actividad sexual, mencionan que las normas y las expectativas culturales que el adolescente acepte y asuma son determinantes relevantes de la valoración que haga de sí mismo. Aunque en esta investigación no se obtuvo una relación entre la autoestima y las actitudes sexistas, si se logró establecer que la autoeficacia, no solo difiere en función del sexo sino que está asociada significativamente con las actitudes sexistas, la favorabilidad hacia las relaciones sexuales en la adolescencia y la norma social percibida.

Por lo tanto, en los programas de prevención debe tenerse en cuenta que las expectativas culturales sobre la actividad sexual de los hombres y de las mujeres no ha cambiado sustancialmente. En las intervenciones es necesario promover el análisis de esas expectativas y la manera como afectan las relaciones que se establecen entre los sexos en la adolescencia.

La cuarta consideración, que se desprende de lo anterior, tiene que ver con el hecho de que no se lograron establecer relaciones significativas entre la autoestima y la actividad sexual. Teniendo en cuenta lo que plantean diversos autores (Block & Robins, 1993; Byrne & Shavelson, 1987; Harter, 1999; Knox, 1998; Marsh, 1989, entre otros), es probable que estos resultados se deban a la falta de especificidad de las escalas usadas para medir el constructo. Rosenberg (1965) afirma que nadie se evalúa en abstracto; la evaluación se hace siempre de acuerdo con unos criterios. Esos criterios se derivan de las condiciones históricas de cada sociedad y de la importancia que en ella se otorgue a ésos estándares particulares.

En los dos estudios que se hicieron para examinar la asociación de la autoestima con la actividad sexual de los adolescentes, se usó la escala diseñada por Rosenberg (1965). Esta escala fue diseñada para que cumpliera dos consideraciones prácticas: facilidad de administración y economía de tiempo. Estos atributos han hecho de ella el instrumento más popular en investigaciones sobre el tema de la autoestima. No obstante, si se tiene en cuenta la definición de autoestima propuesta por Rosenberg (1965), se observa que la escala no evalúa qué tan adecuada se siente la persona en términos de la relación estándares y logros personales a nivel sexual.

Los investigadores que han examinado la autoestima medida a partir de dominios específicos (académico, físico, atlético) han encontrado que las expectativas de género tienen un efecto importante en la valoración que hacen las personas de sí mismas (Harter, 1999). Además, en el meta-análisis de Vargas Trujillo et al., (sometido a publicación) se encontró que el tamaño del efecto es mayor en los estudios que utilizan medidas específicas de la autoestima.

Dado que en la adolescencia la consolidación de la identidad exige por parte de la persona la reconsideración y la integración de «su nuevo cuerpo» con los mensajes que recibe del entorno social acerca de «lo que debe ser» o «hacer» como hombre o como mujer (Fuertes, 1996), es deseable diseñar medidas que permitan captar la valoración que hacen los adolescentes de esta faceta de sí mismos (la del género). El contenido de estas medidas, como lo señala Harter (1999) debe ajustarse a cada cultura.

Idealmente, el instrumento que se diseñe debe permitir contrastar la hipótesis, que se desprende de este estudio, acerca de que los adolescentes que aún no han logrado consolidar su identidad de género, en la medida en que se sienten inseguros de ser «verdaderos hombres» o «verdaderas mujeres», están en mayor riesgo de iniciar actividad sexual temprana que los que han logrado responderse la pregunta ¿quién soy yo?

A partir de lo propuesto por Rosenberg (1965) y James (1918/1950), es razonable suponer que en la autoestima incide la incertidumbre de un adolescente respecto de su capacidad para cumplir con los estándares establecidos en su grupo social para ser «hombre» o «mujer» competente a nivel sexual. Para lograr establecer esta influencia es necesario contar con instrumentos que evalúen la autoestima en términos del grado de adecuación que la persona experimenta en el dominio sexual. Estos autores dicen que la percepción de adecuación resulta de la relación que establece la persona entre las metas y los estándares personales que son determinados por el grupo social y los logros que percibe que está teniendo.

Ahora bien, frente a la pregunta sobre los factores pertinentes para los programas de prevención del inicio de actividad sexual temprana, los resultados de esta investigación destacan la relevancia de la autoeficacia, las actitudes personales y la norma social percibida, en la población vinculada al sistema educativo en Bogotá.

Finalmente, cabe hacer dos aclaraciones frente a las limitaciones de los tres estudios. En primer lugar, la naturaleza transversal de las investigaciones exige ser cautelosos en la formulación de relaciones causales entre los factores evaluados. En segundo lugar, aunque para la recogida de la información se utilizó un cuestionario de auto informe y no se contó con otros informantes, el meta-análisis reveló que esta es la modalidad más frecuente de obtención de datos sobre este tema, probablemente porque, dadas las características de las preguntas, los adolescentes son la fuente de información más confiable sobre lo que les pasa Rosenthal, Moore y Flynn (1991) afirman que para obtener información sobre la sexualidad adolescente, al igual que sobre otros temas sensibles, los instrumentos de auto informe son confiables y validos.

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