SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.10 issue1ADOLESCENT DECISION-MAKING ABOUT SEXUAL AND REPRODUCTIVE ISSUESOBJECTIVE HEALTH AND MENTAL HEALTH IN COLOMBIAN OLDER ADULTS author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Acta Colombiana de Psicología

Print version ISSN 0123-9155

Act.Colom.Psicol. vol.10 no.1 Bogotá Jan./June 2007

 

ARTÍCULO

CULTURA CIUDADANA, MIEDO AL CRIMEN Y VICTIMIZACIÓN: UN ANÁLISIS DE SUS INTERRELACIONES DESDE LA PERSPECTIVA DEL TEJIDO SOCIAL

CITIZEN CULTURE, FEAR OF CRIME AND VICTIMIZATION: AN ANALYSIS OF THE NTERACTION OF THESE DIMENSIONS FROM THE SOCIAL NETWORK PERSPECTIVE

JOSÉ IGNACIO RUIZ PÉREZ*
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


Recibido, agosto 3/2006
Concepto evaluación, marzo 30/2007
Aceptado, abril 5/2007

* Correspondencia: José Ignacio Ruiz Pérez, Oficina 230, Departamento de Psicología, Universidad Nacional de Colombia. Ciudad Universitaria, Carrera 30 No. 45-03. Bogotá, D.C., Colombia, jiruizp@unal.edu.co.

Resumen

El objetivo de este trabajo es presentar las relaciones encontradas entre la percepción de cultura ciudadana, el miedo al crimen y la victimización criminal objetiva, en una muestra de conveniencia de ciudadanos de Bogotá cuyos empleos (comerciantes y porteros de viviendas particulares) permiten conocer a los miembros del vecindario. La hipótesis de partida es que tanto la victimización como el miedo al crimen están relacionados inversamente con la percepción de aspectos de la cultura ciudadana, tales como acatamiento voluntario de normas y participación ciudadana. Los resultados confirmaron la hipótesis y mostraron implicaciones para la cohesión del tejido social.

Palabras clave: miedo al crimen, victimización, cultura ciudadana.


Abstract

The aim of this paper is to analyze the relationship between perceptions of urban citizen culture, fear of crime and victimization. A non-ramdomized sample was obtained from a group of Bogotá’s residents whose jobs (i.e. storekeepers, porters) allowed them to get acquainted with members of their community. The research hypothesis stated that both crime victimization and fear of crime were negatively correlated with perceptions of certain dimensions of citizen culture such as compliance with norms and political participation. Results confirmed the hypothesis and showed some implications for social network cohesion.

Key words: fear of crime, crime victimization, urban citizen culture.


Introducción

En algunos ámbitos se ha planteado la posibilidad y la necesidad de entender el miedo al crimen, no ya desde una óptica puramente criminológica vinculada al ámbito de la delincuencia, sino como un componente de una temática mayor: la percepción de seguridad, que desde una perspectiva de calidad de vida, incluye aspectos ambientales, laborales y de participación ciudadana, entre otros (Ospina, 2006). En este marco, el presente trabajo pretende profundizar en la comprensión de las relaciones entre el miedo al crimen y la cultura ciudadana, tomando ésta como una expresión del tejido social. Éste puede definirse como el “conjunto de relaciones, reglas e intercambios que realizan el universo de organizaciones sociales en un territorio determinado y su capacidad para crear puentes de interlocución y de transacciones políticas, culturales, económicas y sociales útiles con otras esferas del orden social donde se concentran las decisiones de poder político y económico” (Gobernación de Antioquia, 2006).

Las relaciones entre el miedo al crimen y determinadas dinámicas sociales han sido abordadas desde diferentes campos. Por un lado, desde la criminología se ha constatado que los niveles de miedo al crimen suelen ser superiores a la victimización real que sufre una sociedad o grupos específicos de ella (Kerner, 1978; Alvazzi del Frate, Zvekic, van Dijk, 1993; Ciafardini, 2006), aun teniendo en cuenta los sesgos que pueden presentar las investigaciones al respecto, como la fiabilidad de los datos de victimización (Ruiz, en prensa) o los delitos que se incluyen o no en las estadísticas (por ejemplo, Keane, 1995). Para Tremblay, Cordeau, & Kaczorowski (1993), la relación entre tasas de criminalidad y sentimiento de inseguridad sería más fuerte en aquellos sectores donde los niveles de delitos son más fuertes. Quizá ello sea debido a que en esas circunstancias la criminalidad cometida es la principal fuente de información que las personas emplean para estimar su riesgo de ser victimizadas. En contextos de criminalidad baja, podrían recurrir a otras fuentes de información. También se ha hallado que la experiencia de victimización directa o de personas cercanas a uno se asocia con niveles más altos de miedo al crimen (Berenguer, Garrido y Montoro, 1990; Ruidíaz, 1992; Keane, 1995; Kury y Ferdinand, 1999).

Todo ello hace que el miedo al delito se haya constituido en un área de actuación específica dentro de las políticas criminales, por los efectos individuales y sociales, a nivel de comportamientos y de salud mental que pueden conllevar niveles altos de temor al público (Alvazzi del Frate y cols., op.cit.; Niño, Lugo, Rozo y Vega, 1998; Peña, 2005).

A nivel individual, el miedo al delito puede llevar a conductas de protección dentro y fuera del hogar, de tipo evitativo o activo. Por ejemplo, las personas pueden buscar vivir en edificios con sistemas de vigilancia que restringen el acceso a desconocidos –por ejemplo, entrega de publicidad, dotarse de sistemas de alarmas para el hogar, mascotas de vigilancia e incluso armas. Las personas pueden también alterar algunos hábitos de interacción social, como evitar salir de casa o contestar el teléfono a partir de ciertas horas. Fuera de la vivienda, las personas pueden evitar ciertos lugares que se asocian con peligro de ser víctima de un delito, transitar por ellos acompañado o portar objetos para defenderse ante una posible agresión. También se puede evitar determinadas interacciones sociales en el espacio público, o adoptar una postura de disposición a enfrentar físicamente a un potencial asaltante (Niño y colaboradores, 1998; Peña, 2006).

En casos de extrema desintegración social o de alto miedo a los delincuentes, pueden surgir formas colectivas de autodefensa. En el caso colombiano, la aparición de grupos de justicia privada se ha documentado en barrios de mucha violencia armada y de frecuentes robos padecidos por los habitantes (Salazar, 1993). En otros contextos se ha documentado la aparición de grupos de vigilancia de vecinos que patrullan el barrio para evitar la venta de droga en el sector por parte de traficantes callejeros. Estas formas de justicia privada tienden a aparecer en condiciones de alto miedo al crimen y, al mismo tiempo, de baja eficacia percibida en el sistema judicial, ya que se ha encontrado que un mayor miedo al delito, una alta insatisfacción con la policía y unas actitudes más punitivas hacia la delincuencia se relacionan entre sí (Bernard, 1991; Cumberland y Zamble, 1992; Ito, 1993).

Entre los efectos sociales del miedo a la victimización está la inhibición de la comunicación, la desvinculación de procesos organizativos, el aislamiento social, el cuestionamiento de valores y la desconfianza comunitaria (ODHAG, 1998 en Beristaín, 1999). En cuanto a la desintegración social, ya en 1981, Skogan y Maxfield llamaban la atención sobre el progreso de desintegración de la comunidad que podía darse como resultado del miedo al crimen. Según estos autores, si los habitantes de una comunidad perciben el lugar en el que viven como peligroso por la presencia de sumergidos sociales –bandas, prostitución, venta de drogas–, pueden ir trasladándose a otras zonas más seguras, lo que trae como consecuencia que sus anteriores residencias se deterioran, bajan los precios de los arriendos y en el lugar acaban residiendo personas con bajos recursos económicos, entre ellos delincuentes, con lo que las tasas de delitos aumentan confirmando lo que temían y percibían los antiguos residentes.

En lo que se refiere a la desvinculación de procesos organizativos, Suárez-Orozco (1990) menciona en el ámbito de la investigación sobre trauma psicosocial que la represión política permanente –la cual siguiendo a Neuman (1979) es una forma más de victimización criminal instaura en la población una internalización del terror, lo cual afecta a la cohesión social, debilitándola, y haciéndola más proclive a ser sometida por el agente del terror.

De acuerdo con ello, el temor inducido por la victimización criminal, en sus múltiples manifestaciones, puede tener diferentes efectos sobre el tejido social, del cual la cultura ciudadana sería uno de sus componentes, ya que ésta involucra aspectos de comunicación entre los ciudadanos, respeto por las normas de convivencia cotidiana –en aspectos como el cuidado del medio ambiente, del espacio público, de las normas de tránsito, pago puntual de impuestos, etc.; de respeto a las normas legales, y de participación en la administración pública y en los organismos ciudadanos que la vigilan (Consultoría Universidad Nacional de Colombia-Corporación Urbanos, 2003). En una investigación, mediante análisis factorial de una escala de cultura ciudadana se identificaron como componentes de la cultura ciudadana dimensiones como el respeto entre los ciudadanos, la autorregulación en el cumplimiento de normas, la solidaridad –compromiso con el barrio, conocimiento de los vecinos y sentimiento de unión–, la participación ciudadana, y el afecto por la ciudad (Ruiz, 2005). Este último trabajo es básicamente descriptivo, sin realizar comparaciones por sexos, edades, o nivel socioeconómico de los encuestados.

Por supuesto, cada componente del constructo cultura ciudadana involucra a su vez diversas variables y modelos explicativos. Por ejemplo, en una encuesta realizada por la Alcaldía Mayor de Bogotá en el 2001, se encontraba que los encuestados tenían actitudes positivas hacia las normas de convivencia ciudadana, pero creía que menos de la mitad de los bogotanos acataba dichas normas. Además, los encuestados se atribuían más a sí mismos que a los demás, una actitud de disposición a celebrar acuerdos en casos de conflictos de convivencia ciudadana. Este tipo de resultados muestra un sesgo cognitivo a creer que el comportamiento propio es mejor que el de los demás, pero no ayuda a identificar qué variables influyen en las actitudes personales hacia el cumplimiento voluntario de normas, el pago de impuestos o el apego a la ciudad.

El objetivo de este trabajo es ahondar en el estudio de las variables que muestran relación con la cultura ciudadana, y, de acuerdo con lo revisado en los párrafos anteriores, debería esperarse que niveles altos de miedo al delito y una experiencia más frecuente de victimización se asocien negativamente con aspectos de la cultura ciudadana, como la participación ciudadana y el sentimiento de apego por la ciudad.

Método

Tipo de estudio

El diseño de la investigación fue exploratorio, descriptivo y correlacional, ya que se pretendió conocer los valores que tomaban las variables medidas y las relaciones entre ellas, especialmente entre la cultura ciudadana, el miedo al crimen, la victimización y la satisfacción con la policía.

Participantes

La muestra fue de conveniencia, compuesta por personas con empleos/oficios relacionados con el espacio público; por ejemplo, empleados de tiendas, porteros de edificios de viviendas, vigilantes de cuadras y vendedores ambulantes (n=253).

Instrumento

El instrumento que se empleó constaba de una batería de escalas que medían las variables de interés de esta investigación.

Escala de Cultura Ciudadana. Consta de 35 ítems en formato Likert, con cuatro opciones de respuesta (de 1-nunca a 4-siempre) sobre aspectos sobre participación local, afecto por la ciudad, respeto a las normas legales de la ciudad, respeto a los demás ciudadanos, etc. El índice de fiabilidad interna de la escala fue .91 (Ruiz, 2005). Un ejemplo de ítem de esta escala es el cinco: “Se actúa con solidaridad y colaboración entre los conciudadanos”. De la suma de las respuestas a cada ítem se obtiene un puntaje sumatorio que puede oscilar desde 35 a 140, y donde un mayor puntaje indica una percepción de una mayor cultura ciudadana.

Escala de Miedo Difuso al Delito. Consiste en una lista de seis ítems en formato Likert con cuatro opciones de respuesta, desde 1 (nada) hasta 4 (mucho). Esta escala resulta de la combinación de un grupo de tres ítems sobre miedo difuso de Ruiz (2004), adaptado de los dos ítems de la Encuesta Interaccional de Victimización (Alvazzi del Fratte, 1993) más otro ítem sobre temor dentro del hogar. Estos tres ítems tuvieron un índice de fiabilidad de .78 (Ruiz, 2004). Los otros tres ítems se refieren al grado de temor respecto al barrio, la localidad (similar al nivel de distrito en otros países) y a la ciudad (Peña, 2005). En esta investigación, los coeficientes de fiabilidad interna de ambos grupos de ítems fueron .57 y .73.

Escala de Satisfacción con la Policía. Esta escala consta de ocho ítems con cuatro opciones de respuesta, que van de 1 (nada) a 4 (siempre), y en los que una mayor puntuación indica mayor satisfacción con cada uno de los aspectos evaluados. Esta escala fue construida ad-hoc para esta investigación, tomando como base los ítems sobre satisfacción con la policía de las Encuestas Internacionales de Victimización (Alvazzi del Fratte, 1993), completando los tres ítems originales con otros cinco aspectos que fueron recolectados en un estudio previo (Peña, 2005). El coeficiente de fiabilidad interna de la escala en aquella investigación fue de .81.

Escala de Miedo Concreto (riesgo percibido). Consistía en una lista de 17 delitos, y se pedía a cada sujeto que indicara si consideraba poco probable (1), probable (2) o muy probable (3) que le ocurriera cada uno de los delitos en los siguientes doce meses. Se incluían delitos como robo del carro, hurto, secuestro, persecución por desconocidos, desaparición u homicidio. En una investigación, el alfa de Cronbach de la escala fue de .90 (Peña, 2005). De la suma de las respuestas a cada uno de los ítems y dividiendo el resultado entre el número de ítems se obtiene un puntaje en miedo concreto al delito, en el que a mayor puntaje, mayor riesgo percibido de sufrir un delito en el futuro.

Escala de Victimización. Sobre los mismos delitos anteriores, se preguntaba a la persona si los había sufrido personalmente con anterioridad, o su familia, pareja u otro conocido (obviamente, los casos de homicidio y de desaparición forzada se referían sólo a la familia o a otros conocidos). Sumando los “sí ocurrió” de cada delito, se podía obtener una puntuación de 0 a 15 para la victimización personal y de 0 a 17 para la familia y para la de otros conocidos.

Impacto del delito: Se pedía a los sujetos que sobre el delito que les había ocurrido, o sobre el más importante de ellos (en caso de que les hubiera ocurrido varios), indicaran el impacto general que les había causado a nivel personal y a nivel familiar, en sendos ítems que comprendían niveles de impacto de 1 a 10 (donde a mayor puntaje, mayor impacto).

Por último, se recogió información sobre el entrevistado acerca de la edad, género, ocupación, estado civil, estrato (de 1 a 6, mayor puntaje indica mayor nivel socioeconómico), el número de años viviendo en Bogotá y el número de personas menores de 18 años que convivían con el entrevistado. Sobre éste último aspecto, Kury y Ferdinand (1999) refieren que los adultos que viven con menores de edad expresan mayor miedo al crimen.

Resultados

La muestra estuvo compuesta por 253 ciudadanos de Bogotá, con edades comprendidas entre los 16 y los 61 años. La edad media fue de 34.23 años, con desviación típica de 12.31 y moda en los 22 años. La media de años de estas personas viviendo en Bogotá fue de 23.74, con desviación típica de 14.3, moda en los 20 años y rangos entre 0 (1 sujeto) y 61 (2 sujetos). Algo más de la mitad de los sujetos era de sexo masculino, y predominaban en la muestra las personas solteras y casadas. Las ocupaciones más frecuentes fueron las de estudiantes, vendedores y vigilantes que correspondían, en su mayoría, a estratos inferiores (véase tabla 1).

Volver

Por otra parte, en la tabla 2 se muestran las frecuencias de victimización para cada una de las modalidades (personal, de la familia o pareja, en otros conocidos) y tipos delictivos incluidos en la escala de victimización.

Volver

En cuanto a los delitos sufridos directamente por los sujetos encuestados, se destacan el hurto, el robo con violencia y los robos o tentativas de robo en la vivienda. Los delitos menos frecuentes fueron el secuestro, el homicidio de alguien cercano, la agresión sexual y la extorsión económica. Se destacan también las frecuencias no bajas de ofensas que no son delitos formales, es decir, no son comportamientos que en el ordenamiento jurídico penal colombiano se consideran delitos: llamadas obscenas por parte de desconocidos y ser perseguido en la calle, por ejemplo.

Respecto a la victimización sufrida por los familiares o las parejas de los encuestados, no aparecen delitos con frecuencias muy destacadas del resto, aunque el hurto y otras formas de robo son las figuras delictivas más frecuentes. En cambio, los delitos que les han ocurrido a conocidos distintos de la pareja o la familia son más del doble de los sufridos directamente por los sujetos encuestados. Destacan aquí los robos o tentativas de robo a la vivienda y del carro. Tampoco es baja la cantidad de víctimas de homicidio y desaparición. Delitos como el secuestro y la agresión sexual aparecen también con frecuencias relativamente altas.

Por otro lado, a un 72.4% de la muestra le ha ocurrido directamente por lo menos un delito (con rangos de 1 a 13 delitos), un 64.4% conoce al menos un delito ocurrido a un familiar o a la pareja (con rangos de 1 a 11 delitos), y 79.3% de los encuestados conoce al menos un delito ocurrido a otros conocidos (con rangos de 1 a 17 delitos).

En cuanto a la fiabilidad interna de los instrumentos empleados en este estudio, se encontraron índices de Cronbach satisfactorios para las cuatro escalas principales, especialmente para la escala de Cultura Ciudadana, la de Satisfacción con la Policía y la del miedo concreto (véase tabla 3).

Volver

Por otro lado, se llevó a cabo un análisis de componentes principales de la escala de cultura ciudadana, encontrándose ocho factores que explican algo más del 61% de la varianza. La composición de estos factores se expone en la tabla 4. De ellos, los dos últimos parecen ser ejes mono-ítem, por lo que se descartaron de los análisis subsiguientes. A los otros seis factores, de acuerdo con los principales ítems que saturan los factores, y siguiendo el orden de mayor a menor varianza explicada, se les denominó: Compromiso por la ciudad, Respeto a la ciudad y sus habitantes, Identificación afectiva por la ciudad, Servicios de la Ciudad, Participación ciudadana y Respeto por las normas sociales.

Volver

Variables relacionadas con la cultura ciudadana y el miedo al delito

La tabla 5 muestra las correlaciones encontradas entre las principales variables tenidas en cuenta en el diseño de la investigación. En cuanto a la cultura ciudadana, una mayor percepción de ésta se asoció con menos niveles de miedo difuso y con una mayor satisfacción con la policía. En segundo lugar, el miedo difuso y el concreto se relacionaron positivamente entre sí, pero mientras el miedo difuso se relaciona además con variables emocionales el miedo concreto se relaciona con variables de victimización y sociodemográficas. Así, niveles mayores de miedo difuso se asociaron con una mayor insatisfacción con la policía, con mayores impactos personal y familiar de un delito experimentando, con una mayor victimización directa y con menos hijos menores de 18 años, en contra de lo informado por Kury y Ferdinand (1999). En cambio, un mayor riesgo percibido de sufrir un delito (miedo concreto), se asoció con una victimización mayor, tanto personal como de familiares, con una mayor edad, un menor estrato socioeconómico y más años viviendo en Bogotá, aunque esto último podría ser un efecto indirecto de la edad.

Volver

También se halló, en cuanto a las diferentes formas de victimización, que la directa y la familiar, pero no la de otros conocidos, se asocian positiva y significativamente entre sí, lo cual indicaría que ciertos delitos afectan a varios miembros de las familias.

Por otro lado, si se somete el indicador de cultura ciudadana como variable dependiente en un análisis de regresión y como variables independientes aquéllas que tuvieran correlaciones significativas con aquél (miedo difuso al delito, la satisfacción con la policía, victimización directa) se obtiene el resultado que se muestra en la tabla 6. Así, la cultura ciudadana aparece explicada en casi un 20% de su varianza por el miedo difuso al delito lo cual concuerda con la hipótesis de partida, pero sobre todo con la satisfacción con la policía, mientras que la victimización directa no aparece relacionada con la cultura ciudadana.

Volver

Seguidamente, y de forma complementaria al análisis precedente, se llevó a cabo un análisis de correlaciones de Pearson entre la satisfacción con la policía, la victimización directa y el miedo difuso con las dimensiones de cultura ciudadana. Los resultados se muestran en la tabla 7, encontrándose que una mayor satisfacción con la policía se asocia con un mayor compromiso con la ciudad, mayor percepción de uso correcto de servicios de la ciudad, mayor respeto por las normas sociales, mayor afecto por la ciudad y mayor participación ciudadana. Por su lado, un mayor miedo difuso se relacionó con un menor respeto por la ciudad y sus habitantes, y con una percepción de uso incorrecto de los servicios que ofrece la ciudad, mientras que una mayor victimización directa se relacionó con un menor afecto por la ciudad.

Volver

Discusión y Conclusiones

Los instrumentos empleados en esta investigación han mostrado coeficientes altos de fiabilidad interna, lo cual respalda el uso de las puntuaciones totales en los análisis que siguieron. En lo que se refiere a la escala de cultura ciudadana, se encontró una estructura coherente de subdimensiones factoriales, aunque algunas de ellas fueron diferentes de las encontradas en Ruiz (2005). El primer factor encontrado en el estudio citado es similar en algunos ítems al primer factor encontrado aquí, y los factores de afecto por la ciudad y participación son bastante similares en su composición a los encontrados en el estudio de Ruiz (2005). Los factores de solidaridad social y autorregulación de aquel trabajo no aparecen como tales aquí, en donde sí se identifica una dimensión de compromiso y otra de respeto a las normas sociales. De ello se desprende que un estudio con una muestra más grande podría arrojar mayor claridad sobre la estructura factorial del constructo de cultura ciudadana, incluyendo su posible monodimensionalidad.

Sobre lo que estos resultados muestran mayor solidez es acerca de las relaciones encontradas entre las principales variables incluidas en la investigación. Por un lado, a nivel de correlaciones se halló en primer lugar una asociación positiva entre los indicadores de miedo al delito difuso y miedo concreto mientras que cada uno de estos miedos se asocia con variables diferentes. Ello indica que el temor a ser víctima de una agresión está relacionado con la probabilidad que la persona estima de ser víctima de un delito, pero al mismo tiempo son dos experiencias diferentes que se explican por factores también distintos. Así, un mayor miedo difuso se asocia principalmente con una menor satisfacción con la policía, una menor cultura ciudadana, un mayor impacto en los sujetos y en su familia de un delito sufrido y una mayor experiencia directa de victimización. En cambio, un nivel mayor de miedo concreto se relaciona con una mayor experiencia de victimización familiar y directa (correlación más fuerte que con el miedo difuso) y con un menor estrato. Este resultado coincide parcialmente con otro estudio con estudiantes de psicología, economía y derecho, en el que un mayor miedo concreto se relacionó básicamente con una mayor victimización sufrida, mientras que un mayor miedo al delito se relacionó con un peor clima emocional del país y con un mayor impacto de un delito en la familia (Ruiz, 2004). De estos resultados se desprende que la intervención desde la política criminal debe considerar los diferentes factores que se asocian a cada tipo de miedo al crimen, teniendo en cuenta que aunque no suele encontrarse relación entre tasas reales de victimización y temor al delito, la victimización sí podría tener un efecto indirecto, al relacionarse con un mayor miedo concreto, y éste con un mayor miedo difuso.

Con relación al objetivo principal de este trabajo, el resultado más relevante es el encontrado entre la cultura ciudadana, la satisfacción con la policía y el miedo al crimen. Por un lado, se encontró la relación esperada entre un mayor miedo al crimen y una menor cultura ciudadana, tanto a nivel de correlación como en el análisis de regresión.

Beristain (1999) indica que cuando se enfrentan a situaciones extremas, a veces las personas y los grupos reaccionan aumentando la cohesión, como una forma de defensa ante el sufrimiento y la falta de estructura social. A pesar de ello, una reacción frecuente a nivel social es el incremento en el temor de la población, el cual puede tener diversas causas, como el nivel de delincuencia percibido, la represión política o la insatisfacción con el funcionamiento del sistema de justicia. Los resultados encontrados en este trabajo, que deben confirmarse en estudios posteriores, apuntan a que la percepción de la eficacia policial podría ser un factor decisivo en el grado de articulación, organización e integración del tejido social. Así, una mayor satisfacción con la policía se asoció con una percepción más elevada de compromiso con la ciudad y afecto por ella, de respeto a las normas sociales, de uso correcto de los servicios que tiene la ciudad y con una mayor participación percibida de la gente en la administración de la ciudad. De esta manera, la satisfacción con la policía no es un factor ajeno al tejido social informal, sino que puede que actúe como un elemento motivador de los ciudadanos para confiar en las reglas de juego establecidas para la convivencia y desarrollo armónico de los ciudadanos en la esfera pública. Se podría plantear la hipótesis, en consecuencia, que una imagen negativa de la policía afecta al tejido social, inhibiendo la participación e interacción comunitaria así como el respeto a las normas de convivencia ciudadana. Aspectos como éstos deberían formar parte de la capacitación de los policías (nuevos y veteranos). Con todo, queda también para futuros estudios ahondar dentro de esta temática sobre los siguientes aspectos: a) por un lado, conocer la relación entre la satisfacción con la policía y las experiencias de contacto del ciudadano con aquélla, ya que no necesariamente la imagen social de una institución corresponde con el funcionamiento efectivo real de la misma, y en el área policial se llevan a cabo acciones que, por seguridad, no son de conocimiento del público en general; b) relacionado con lo anterior, habría que indagar acerca de qué aspectos de la satisfacción con la policía –por ejemplo, eficacia, rapidez, honestidad percibidas– guardan relación con qué aspectos de la cultura ciudadana, y c) hay que conocer cuál y por qué ha sido la evolución de diferentes estrategias que desde la administración pública y policial se han ensayado en Bogotá en la organización de comunidades para protegerse contra el crimen. En este sentido, en el curso de esta investigación se hallaron experiencias de sectores de comerciantes que se habían organizado para avisarse en caso de detectar personas que podrían ser ladrones. En unos casos, estas redes se apoyaban con la presencia que la policía hacía en el sector; en otros casos parecía surgir como respuesta de organización ante la percepción de falta de presencia o de eficacia de la policía.

En suma, la satisfacción con la policía aparece junto al miedo difuso al crimen como variables importantes relacionadas con la cultura ciudadana, que es tomada aquí como una expresión del tejido social a nivel de la ciudad. Futuras investigaciones podrán avanzar en el estudio de las variables aquí involucradas para proporcionar elementos útiles para las políticas de prevención del crimen y de construcción de tejido social.


Referencias

1. Alcaldía Mayor de Bogotá (2001). Encuesta de Hogares sobre Cultura Ciudadana. Bogotá: Informe no publicado.         [ Links ]

2. Alvazzi del Frate, A.; Zvekic, U. & van Dijk, J. J. M. (1993) Understanding crime: experiences of crime and crime control I. (publicación 49). Roma: UNICR.         [ Links ]

3. Beristaín, C.M. (1999). Reconstruir el tejido social. Madrid: Icara.         [ Links ]

4. Bernard, Y. (1991). North American and European research on fear of crime. Applied Psychology: An International Review/Psychlogie Appliqué: revue internationale, 41; 65-77.         [ Links ]

5. Berenguer, R.; Garrido, V. & Montoro, L. (1990). El miedo al delito en Valencia: un estudio psicosocial. Delincuencia/Delinquency, 2; (2) 169-186.         [ Links ]

6. Ciafardini, M. (2006). Experiencias latinoamericanas de percepción de seguridad. El caso de Argentina. 1º Seminario Internacional de Percepción de Seguridad Ciudadana. Bogotá, 18 y 19 de Abril.         [ Links ]

7. Consultoría Universidad Nacional de Colombia-Corporación Urbanos (2003). Estado del Arte sobre Estudios en Cultura Ciudadana. Bogotá: Informe de Resultados         [ Links ]

8. Cumberland, J. & Zamble, E. (1992). General and Specific Measures of Attitudes Toward Early Release of Criminal Offenders. Canadian Journal of Behavioural Science, 24; (4) 442-455.         [ Links ]

9. Gobernación de Antioquia (2006). Plan de Desarrollo de Antioquia 2004-2007. En www.gobant.gov.co (recuperado en diciembre del 2006)         [ Links ]

10. Ito, R. (1993). Research on the fear of crime: perceptions and realities of crime in Japan. Crime & Delinquency, 139; (3), 385-392.         [ Links ]

11. Keane, C. (1995). Victimization and fear: assessing the role of offender and offence. Canadian Journal of Criminology, 37; (3) 431-455.         [ Links ]

12. Kerner, H. J. (1978). Fear of crime and attitudes towards crime. Comparative criminological reflections. Annales Internationales de Criminologie, 17, (1 y 2) 83-99.         [ Links ]

13. Kury, H. & Ferdinand, T. (1999). Miedo al delito, tamaño de la población, salidas a la calle y actitudes hacia la policía. Resultados alemanes. Revista de Derecho Penal y Criminología, 2ª época, 3; 209-292.         [ Links ]

14. Neuman, E. (1979). Victimología. Buenos Aires: De Palma.         [ Links ]

15. Niño, S.; Lugo, N.; Rozo, C.; Vega, L. (1998). Territorios del miedo en Santafé de Bogotá: imaginarios de los ciudadanos. Bogotá: TM Editores y Observatorio de Cultura Urbana.         [ Links ]

16. Ospina, J.M. (2006). La percepción de seguridad en Bogotá. 1º Seminario Internacional de Percepción de Seguridad Ciudadana. Bogotá, 18 y 19 de Abril.         [ Links ]

17. Peña, J.A. (2005). Miedo al delito en Bogotá: un estudio exploratorio. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia (Trabajo de grado).         [ Links ]

18. Ruidíaz, C. (1992). El miedo al delito. Apuntes para una reflexión. Cuadernos de política criminal, 48; 931-944.         [ Links ]

19. Ruiz. J.I. (2004). Un modelo sociocultural del encarcelamiento: afectividad, factores psicosociales y cultura. San Sebastián: Universidad del País Vasco. Tesis de doctorado.         [ Links ]

20. Ruiz, J.I. (2005). Cultura ciudadana: sus dimensiones psicosociales. Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología. 5 (1), 59-76.         [ Links ]

21. Salazar, A. (1993) No nacimos pa’semilla. La cultura de las bandas juveniles de Medellín. Bogotá: CINEP Skogan, W. G.; Maxfield, M. G. (1981) Coping with Crime: Individual and Neighborhood Reactions. Beverly Hills: Sage.         [ Links ]

22. Suárez-Orozco, M. (1990). Speaking on the unspeakable. Toward a psychosocial understanding of responses to terror. Ethos 18 (3), 353-383.         [ Links ]

23. Tremblay, P.; Cordeau, G. & Kaczorowski, J. (1993). La peur du crime et ses paradoxes: cartes mentales, écologie criminelle et sentiment d’insécurité. Canadian Journal of Criminology, 35; (1) 1-18.         [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License