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Acta Colombiana de Psicología

versión impresa ISSN 0123-9155

Act.Colom.Psicol. v.13 n.2 Bogotá jul./dic. 2010

 

ARTÍCULO

RESILIENCIA EN NIÑOS CON EXPERIENCIAS DE ABANDONO

RESIELENCE IN CHILDREN WITH ABANDONMENT EXPERIENCES

RESILIÊNCIA EM CRIANÇAS COM EXPERIÊNCIA DE ABANDONO

OLGA LUCÍA OBANDO*
MARÍA EUGENIA VILLALOBOS**
SANDRA LORENA ARANGO***
UNIVERSIDAD DEL VALLE. CALI, COLOMBIA

* Magister in Erziehungs und Unterchwissenschaft, Doktorin Philosophin, Technische Universität Berlin. Docente Instituto de Psicología Universidad del Valle. Olgaoba@univalle.edu.co, Calle 13 N0. 100-00, edificio 388, Oficina 4037, Cali, Colombia.
** Maestría en Psychologie Clinique Et Pathologique, Universite de Paris V (René Descartes), U.P. V, Francia. - Especialista en Psychologie Projective, Universite de Paris V (Rene Descartes), U.P. V, Francia. Docente Instituto de Psicología Universidad del Valle. villalob@univalle.edu.co.
*** Docente contratista Instituto de Psicología Universidad del Valle. saloar@yahoo.com.



Recibido, septiembre 17 /2009
Concepto evaluación, abril 15/2010
Aceptado, octubre 31/2010

Resumen

Este artículo aporta a la discusión sobre procesos resilientes y al significado de estos procesos en el desarrollo de niños en condición de adoptabilidad. La situación de adopción de niños colombianos se caracteriza desde datos estadísticos y normativas políticas y jurídicas (ICBF, 2003; 2006; 2009; Presidencia de la República, 1960; 1984; 2004; 2006). Se discuten aportes sobre la resiliencia como proceso psicológico desde autores europeos, norteamericanos y latinoamericanos (Cyrulnik, 1999; 2001; 2002; 2003; Ungar, 2008; Bowlby, 1992; Villalobos, 2003; Crawford y Wrigt y Masten 2005; Colmenares, 2002; 2006; Soarez de Souza y de Oliveira, 2006; entre otros). Se caracteriza al niño como sujeto con posibilidades de asumir un proceso resiliente, y se identifican la consciencia, la cognición, la ética y la simbolización como construcciones inherentes a los procesos considerados resilientes, desde hallazgos de investigaciones locales (Villalobos y Obando, 2008).

Palabras clave: Resiliencia, abandono, niños, procesos psicológicos.


Abstract

This article contributes to the discussion on resilient processes and to the meaning of these processes in the development of children in an adoption condition. The adoption situation of Colombian children has been characterized from statistical data, political and legal regulation (ICBF, 2003; 2006; 2009; Presidencia de la República, 1960; 1984). Theoretical contributions to the study of resilience as a psychological process are discussed from the perspective of European, American and Latin American authors (Cyrulnik, 1999; 2001; 2002; 2003; Ungar, 2008; Bowlby, 1992; Villalobos, 2003; Crawford and Wrigt, 2005; Colmenares, 2002; 2006; Soarez de Souza and de Oliveira, 2006; entre otros). The child is characterized as a subject able to assume a resilient process, and based on findings from local research, consciousness, cognition, ethics and symbolization are identified as inherent constructions of resilient processes (Villalobos and Obando, 2008).

Key words: Resilience, abandonment, psychological processe.


Resumo

Este artigo contribui para a discussão sobre os processos de resiliência e ao significado destes no desenvolvimento de crianças em condição de adoção. A situação destas crianças envolve elementos estatísticos e políticas regulatórias e legais (ICBF, 2003, 2006, 2009, Presidência da República, 1960, 1984, 2004, 2006). Discutem-se as contribuições de autores europeus, estadunidenses e latino-americanos à resiliência como processo psicológico (Cyrulnik, 1999, 2001, 2002, 2003; Ungar, 2008; Bowlby, 1992; Villalobos, 2003; Crawford e Wright e Masten, 2005; Colmenares, 2002, 2006; Soarez de Souza e Oliveira, 2006, entre outros). A criança é caracterizada como uma pessoa com potencial para assumir um processo resiliente, e se identifica a consciência, a cognição, a ética e a simbolização como construções inerentes aos processos considerados resilientes, a partir de resultados de pesquisas locais (Villalobos e Obando, 2008).

Palavras-chave: abandono, crianças, resiliência, processos psicológicos.


Introducción

El alto índice de niños colombianos en situación de desprotección reflejado en las estadísticas oficiales de las instituciones gubernamentales, convoca y compromete a los profesionales de las Ciencias Humanas y de la Salud del país a comprender dichas cifras más allá de su cuantificación. Es decir, a significar dichas cifras con mínimo tres propósitos: primero, aportar a la reflexión sobre las dimensiones políticas, sociales y psicológicas de esta problemática; segundo, develar algunos de los conceptos construidos alrededor de estos niños y su situación, conceptos que sirven de fundamento al desarrollo de una oferta pública y privada de programas y proyectos institucionales de protección, y tercero, plantear propuestas alternativas que favorezcan el desarrollo de esta población, a pesar de su experiencia de vulneración de derechos.

En este ejercicio de significación se reconoce la existencia de vacíos teóricos y prácticos que permitan implementar procesos de protección a la población de niños que han vivido experiencias de abandono y, al mismo tiempo, la existencia en el contexto colombiano de una serie de políticas, leyes, planes, programas y proyectos de protección a la niñez que fungen como instrumentos que facilitan procesos de protección. Algunos de estos instrumentos son, por ejemplo, la Política Pública de Infancia y Adolescencia (Presidencia de la República, 2006); la Ley 1098 sobre nuevo código de infancia y adolescencia (Congreso de la República de Colombia, 2006); el plan Un país para los niños, Plan decenal 2004-2015 (Presidencia de la República, 2004), y programas estatales liderados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF, 2009), entre otros. Además, el programa Haz Paz, el programa seguridad alimentaria y nutricional, programa de alimentación escolar, Plan decenal, modelos de atención de violencia doméstica. Líneas de acción: Bienestarina, primera infancia, desplazamiento; adopciones; acciones de restitución de derechos; derechos de los niños, niñas y adolescentes; pruebas biológicas de paternidad y maternidad (ICBF, 2009).

Miembros de los equipos de investigación de las líneas: Desarrollo y Simbolización, Psicología Política y Psicología y Género, del Instituto de Psicología de la Universidad del Valle, en su compromiso con la comunidad a través del desarrollo de propuestas alternativas, buscan facilitar en estos niños la reorganización de sus experiencias de vida a través del acompañamiento dirigido en sus proceso de desarrollo psicológico. En esta medida, los miembros del equipo se plantean preguntas que guían la búsqueda de estas propuestas alternativas, con el fin de que éstas se constituyan en ejes de reflexión del quehacer investigativo actual, fortaleciendo las propuestas de investigación e intervención acerca del fenómeno de resiliencia en este grupo poblacional específico.

El objetivo de este artículo es develar algunos aspectos referidos a la relación que se establece entre la situación de abandono vivida por la población infantil declarada por el ICBF en situación de adoptabilidad, y la construcción de procesos resilientes en esta población. Se trabaja a partir de algunas significaciones que ellos han constituido respecto a sus experiencias de vida a lo largo de su proceso de desarrollo, teniendo en cuenta cómo en su condición, la organización psicológica se ve afectada, dificultando su vinculación en la sociedad.

En general, el concepto de resiliencia se ha definido en referencia a las nociones de vulnerabilidad y riesgo, otorgando al medio externo y los factores que éste puede ofrecer un papel preponderante para el resurgimiento de quien se ha encontrado en situación de riesgo social, fisico y/o pisocologico. En la perspectiva de este artículo, la resiliencia se asume como la capacidad que tiene cada sujeto de reorganizar su vida desde sí mismo, teniendo como recurso indispensable la construccion de una ética vital, que se teje desde la consciencia, y que orienta los procesos de identidad a lo largo del desarrollo. Según lo plantea Colmenares (2002a), la resiliencia es "la posibilidad del hombre de crear para sí un sentido... (En situaciones adversas o de vulnerabilidad)... sentido que no ignora la tragedia pero la organiza en función de referentes de su identidad y de sus sueños" (p. 22).

El punto de partida empírico de este artículo lo constituyen: algunos datos publicados en los informes e investigaciones del ICBF, cifras correspondientes a la situación de los niños en condiciones de desprotección y abandono emitidas por esta institución (ICBF, 2008; 2006; 2003). Igualmente, los hallazgos de las investigaciones sobre el fenómeno de resiliencia en niños menores de siete años, realizados en el Centro Internacional de Investigación Clínico-Psicológica (CEIC) y en el Instituto de Psicología de la Universidad del Valle, durante los últimos cinco años; principalmente los hallazgos de la investigación Elementos Resilientes en niños que han vivido situaciones de abandono o desprotección1 (Villalobos y Obando, 2008).

Características de la situación de adopción desde el caso colombiano

En un informe del ICBF se estimó que a 2003 aproximadamente 35.000 niños vivían en la calle. De estos niños, cerca del 75% manifestó haber sufrido maltrato en su familia, y el 37% de ellos reconoció la situación de maltrato como el factor principal que los condujo a la evasión de su hogar (ICBF, 2003). En un posterior estudio realizado por el ICBF en 2006, con una cobertura de 16 ciudades del país y una población de 4.457 niños que vivían en la calle, los niños expresaron las siguientes razones para su abandono del hogar: la necesidad de trabajar (31% de los niños menores de siete años); la pobreza familiar (26% de los niños menores de siete años), y haber experimentado maltrato en la familia (17% de los niños entre siete y 17 años). El 16% de esta misma población manifestó el deseo de estar con los amigos como factor determinante, y el 5% afirmó que fueron echados de sus hogares (ICBF, 2006a). Estos hallazgos dan cuenta de cómo la calle se convierte para los niños en una alternativa frente a las dificultades inherentes a las dinámicas adversas de sus medios familiares.

El gobierno colombiano, al reconocer esta situación de desprotección y vulnerabilidad en la que se encuentra un grupo significativo de niños, ha legislado la adopción como una posibilidad para restituir a estos niños una igualdad de oportunidades en su desarrollo (Presidencia de la República, 1984; Presidencia de la República, 1960).

En las políticas del Estado, dirigidas a los niños que no pueden permanecer con su familia biológica, se cuenta con la adopción como una medida para asegurar su protección y desarrollo (Presidencia de la República, 1960). Sin embargo, esta medida favorece sólo a una parte de la población de niños que no se encuentran en su hogar de origen. Por ejemplo, durante el periodo comprendido entre el 2000 y 2002, según un reporte del ICBF, únicamente 7.847 niños de los 35.000 declarados en situación de adoptabilidad, accedieron a una nueva familia. La población restante debió permanecer en ONGs prestadoras del servicio de protección al Estado y reguladas por el ICBF, o continuar en la calle (ICBF, 2006a). En la Figura 1 se presentan cifras de adopción de niños colombianos autorizados por ICBF, en un periodo entre 1997 y el 1 de julio de 2009.

La figura anterior muestra que entre 1997 y 2002 hubo una estabilidad en el número de niños dados en adopción, lo cual contrasta con el declive marcado del 2003, y el posterior incremento de 2004 a 2007. Este aumento en las adopciones en este lapso, y la estabilidad en el año 2009, si bien parece alentador al dar cuenta de una tendencia ascendente en el número de niños adoptados, no resuelve el problema, en tanto estas cifras de adopción sólo cubren al 37.5% de los niños en esa situación.

Además, frente a la condición de un niño en situación de adopción, no es posible evadir las complejidades de su organización psicológica implicadas. El hecho de que un niño pueda llegar a ser adoptado no significa que haya conquistado una organización psicológica que le asegure su vinculación como hijo de la familia adoptante, ni tampoco la posibilidad de continuar el curso de la vida dentro de los parámetros de un desarrollo armonioso.

Es necesario considerar que las experiencias de vida sufridas por la gran mayoría de niños en desprotección, han dejado en ellos heridas profundas, que se vuelven constitutivas de la vida emocional, pueden generar consecuencias perturbadoras en la construcción identataria, que al manifestarse en sus comportamientos, ponen en riesgo la posibilidad de ser adoptados o de salir fortalecidos en un proceso de adopción.

Aunque las medidas legales buscan mejorar las condiciones de vida de los niños, es poco probable que se puedan satisfacer las necesidades psicológicas de todos los menores en situación de abandono. A su vez, las cifras del ICBF muestran que los niños, al presentar ciertas características como pertenecer a grupos de dos o más hermanos, ser mayores de 14 años, poseer alguna forma de discapacidad física, mental o sensorial (véase tabla 1), tienen una menor posibilidad de ser adoptados, evidenciando la emergencia de un fenómeno de doble discriminación, al cual de forma involuntaria son sometidos estos niños en su proceso de institucionalización de la vida cotidiana.

Las cifras presentadas anteriormente, si bien no reflejan la totalidad del problema de desprotección que viven los niños colombianos, muestran aspectos alarmantes que justifican el quehacer de los profesionales de la psicología para reflexionar sobre las implicaciones que esta condición de desprotección y abandono puede tener en el desarrollo psicológico de estos niños y, así, realizar aportes que favorezcan a su dignificación.

De manera reiterada autores como Bud Hall (1983), Fals Borda y Muhammad (1991) Rodríguez Brandao (1983), Martín-Baró (1994), Otalvaro (2006), Obando (1992-2009), plantean que si bien existe un compromiso de los académicos como investigadores frente a la producción de conocimiento, ese compromiso debe adquirir el carácter de compromiso social inherente a cualquier quehacer investigativo y de intervención en problemáticas de actualidad.

El interés académico e investigativo de las líneas de investigación antes enunciadas se centra en reconocer quiénes son estos niños en su condición psicológica, y cuáles son los recursos internos con los que cuentan para enfrentar y salir indemnes de su condición de víctimas en la que suelen ubicarse o ser ubicados. Frente al reconocimiento de estas formas que manifiestan los niños que han salido de sus familias de origen y que han vivido situaciones de desprotección, surgen inquietudes sobre la continuidad de su desarrollo, su futuro relacional con los otros y con el medio, y sobre la manera como se establecen los proyectos de vida, tanto de los que son adoptados, como de los que no llegan a serlo.

Como resultado de procesos de investigación con estos grupos poblacionales, se llegó a la conclusión de que cuando las instituciones asumen el compromiso de protección infantil, se requiere que los adultos que acompañan a estos niños en su cotidianidad, logren reconocerlos en la singularidad de su subjetividad, trascendiendo en su labor de acompañamiento. Los aspectos relativos a la satisfacción de necesidades básicas (alimentación, vivienda, salud, educación), que si bien son fundamentales para la supervivencia de estos niños, no garantiza que ellos superen las secuelas que a nivel emocional, cognitivo, ético y estético deja la experiencia de abandono, y el sentimiento de ser víctimas (2006; 2002), de ser sujetos desempoderados (Obando, 2006a; Obando, 2010).

Los investigadores comparten la opinión de autores como Boris Cyrulnik, (2002); Olga Lucia Obando, (2006b; 2009); María Eugenia Villalobos (2003), María Eugenia Colmenares, (2002a; 2002b) entre otros, quienes plantean que para favorecer en los niños la continuidad de su desarrollo, se hace necesario que los adultos acompañantes propicien el establecimiento de vínculos significativos que les permitan reconocerse a sí mismos, para de esta manera lograr establecer lazos filiares con un grupo y con la cultura. Es necesario que se de-construya el discurso de víctima sobre el niño abandonado, discurso que los agentes adultos han construido y que desconoce al niño en su subjetividad.

Es ineludible que los agentes de las ONG operadores del programa de protección estatal y acompañantes de los procesos individuales y grupales de estos niños, así como los agentes gubernamentales responsables de la construcción de políticas públicas, leyes, programas y proyectos, de los cuales esta población infantil es beneficiaria, construyan nuevos discursos que orienten las acciones, en los que se reconozca a un niño, que a pesar de su situación de vulneración y de sus experiencias adversas, puede ser percibido como agente de su propio desarrollo, con fuerza vital (psíquica) y con potencial para superar su condición y construir un futuro, un niño con un poder endógeno, constructor, con una fuerza que es posible de ejercerse por fuera de discursos y prácticas hegemónicas que lo niegan (Obando 2002; 2006a; 2006b; 2009).

Boris Cyrulnik (2002), quien se ha dedicado al estudio de la resiliencia, expresa respecto al papel que juegan los agentes adultos como constructores de discursos en los procesos resilientes de los niños, una posición crítica e invita a dichos agentes a renovar sus perspectivas acerca del fenómeno de la resiliencia, del niño resiliente y sus pontencialidades:

"El día en que los discursos culturales dejen de seguir considerando a las víctimas como cómplices del agresor o como reos del destino, el sentimiento de haber sido magullado se volverá más leve. Cuando los profesionales se vuelvan menos incrédulos, menos guasones o menos proclives a la moralización, los heridos emprenderán sus procesos de reparación con una rapidez mucho mayor a la que se observa en la actualidad. Y cuando las personas encargadas de tomar las decisiones sociales acepten simplemente disponer en torno a los descarriados unos cuantos lugares de creación, de palabras y de aprendizajes sociales, nos sorprenderá observar cómo un gran número de heridos conseguirá metamorfosear sus sufrimientos y realizar, pese a todo, una obra humana." (p. 27).

Los autores antes mencionados invitan a construir, de-construir y renovar un discurso sobre el niño en situación de abandono, en un optar por una forma dialogada de construcción entre los adultos y los niños (Obando 2006ª; 2009). Así, crear espacios discursivos para la emergencia de un niño que ha vivido situaciones de abandono como sujeto de experiencia (de vulneración), al que se le reconoce la capacidad de discernir sobre esa experiencia y construir nuevas opciones de vida que permitan superar la situación de vulnerabilidad no solamente en sus aspectos materiales, sino psicológicos, en sus componentes emocionales, cognitivos, morales, éticos y estéticos. Un niño actor de su devenir que entra en comunicación con el otro (el adulto) bajo el axioma de la reversibilidad, de acuerdo a sus competencias y según los horizontes de experiencia como sujeto (Obando, 2009).

Para fundamentar la comprensión sobre las formas resilientes de esta población, las autoras de este artículo realizaron entre el 2007-2008 la investigación Elementos resilientes en niños en situación de abandono. Dicha investigación se desarrolló como una propuesta de intervención clínico-psicológica que tuvo como referente el cuento de Hansel y Gretel. Se realizó con 30 niños en situación de adoptabilidad o bajo medida de protección, pertenecientes a cuatro instituciones de la ciudad de Cali, vinculadas al ICBF. Uno de los objetivos de esta investigación era comprender los procesos de consciencia y cognición que subyacían a los modos de relación que los niños establecían consigo mismo, con los otros, con los objetos, con el espacio y con la propuesta de intervención.

Se hizo una invitación a los niños a vivir una experiencia simbólica, que involucró el enfrentar situaciones con elementos problemáticos, frente a los cuales fue necesario resignificar su experiencia. La re-creación psicodramática permitió descubrir que algunos de los niños participantes, poseían una fuerza vital, que les permitía reconocer en la experiencia ofrecida elementos para orientar y transformar sus experiencias de vida, indicando posibilidades resilientes.

La intervención facilitó a las investigadoras la acción de reconocer las movilizaciones psicoafectivas que se desencadenaban en los niños. Este proceso, a la vez, ofreció los elementos pertinentes para brindarles a ellos una oportunidad de encontrar nuevas vías de significación de manera acompañada.

El itinerario seguido por los niños en sus formas de relación facilitó el vislumbrar aspectos inherentes a los procesos de consciencia y cognición con las posibilidades resilientes de estos niños. Se evidenció en el modo como los niños asumían la propuesta, una toma de consciencia acerca del sentido de la experiencia. Ellos mismos eran quienes descubrían los valores ofrecidos en la propuesta psicodramática. La constitución de referentes relacionales en la experiencia deja en evidencia un entretejido entre la consciencia y la cognición como elementos inherentes al proceso psicológico. Este entretejido les permite orientar y agenciar la experiencia desde valores éticos y estéticos, y según las autoras dirige la construcción del sentido de sí y de las relaciones (Villalobos y Obando, 2008).

La resiliencia como proceso psicológico. Aportes teóricos

En esta parte se presentan de forma resumida algunos aportes teóricos a los estudios de resiliencia como proceso psicológico que han servido de fundamento a los hallazgos investigativos de los últimos años.

Las investigaciones que han centrado su objeto de estudio en la resiliencia, con frecuencia identifican como precursores los trabajos realizados por la psicóloga Ema Werner (1989), quien observó en la isla de Hawai durante 30 años, a personas que a los dos años de edad presentaban indicadores de riesgos elevados de tener perturbaciones en el comportamiento. En su investigación, la autora presenta que de 201 niños observados, 72 evolucionaron favorablemente sin intervención terapéutica.

De igual forma, en los estudios de resiliencia se suelen citar las descripciones del psiquiatra inglés John Bowlby (1992), quien observó grupos de niños en instituciones hospitalarias, y reconoció en ellos algo que él denominó "resorte moral", definiéndolo como la cualidad de una persona que "no se descorazona, ni se deja abatir" (p. 97). En estos trabajos el concepto de resiliencia se vincula con el de salud mental, como una realización de posibilidades para superar el padecimiento. Las autoras de este artículo se interesan en construir de manera mutua e intencional situaciones que permitan la emergencia de esas posibilidades.

Según autores como Michael Ungar (2008), muchos de los trabajos de investigación en resiliencia con enfoque ecológico se interesan en develar factores protectores y procesos de interacción que favorecen el desarrollo positivo de niños y jóvenes que se encuentran en situaciones de transición -con fundamento cultural, político, étnico, de género, o de carácter social-, situaciones de contexto que pueden resultar adversas o problemáticas para el desarrollo individual de estos sujetos. Otro de los intereses de estos acercamientos a la resiliencia con un enfoque ecológico, es develar las rutas que construyen los sujetos (resilientes) para reintegrarse al circuito "normal" del devenir cotidiano social, ése que los excluye como parte de un grupo con características estigmatizadas: de pobreza, de pertenencia étnica, de pertenencia de género o de situación de discapacidad física o mental (Ungar, 2008).

Desde esta perspectiva ecológica, los estudios de resiliencia se autodeterminan como "una búsqueda de conocimiento sobre los procesos que podrían ser responsables de la adaptación positiva y el desarrollo en un contexto de adversidad y desventaja" (Crawford y Wright, Masten, 2005, p. 355). Según los investigadores, desde una perspectiva ecológica humana, la relación que se establece entre el proceso resiliente de un sujeto y el entorno es legal; los trabajos de investigadores como Barber (2006), Boyden y Mann (2005), Leadbeater y Dodgen, (2005) y Wyman (2003) así lo demuestran. Se trata en estas investigaciones de caracterizar algunos procesos (ecológicos, contextuales) asociadas al desarrollo resiliente exitoso (Kirbi y Fraser, 1997) cada vez con un énfasis mayor en el reconocimiento de las diversidades culturales en sus especificidades. En la mayoría de las investigaciones sobre resiliencia con un enfoque ecológico se parte del supuesto de que existen contextos específicos de protección que se constituyen en factores, que contribuyen al desarrollo positivo del sujeto como proceso asociado a la resiliencia.

Michael Ungar reconoce una serie de procesos de protección que conducen a una evolución positiva de los sujetos en condiciones adversas; entre ellos el autor enuncia: el acceso a recursos materiales (disposiciones estructurales que garanticen las condiciones básicas de supervivencia como alimentos, vivienda, vestido, acceso a atención médica, empleo y educación); las experiencias de justicia social (caracterizadas como las posibilidades para el desarrollo de una consciencia como sujeto de derechos tanto a nivel individual como colectivos); el hacer parte de relaciones positivas de apoyo (relacionadas con la vinculación a redes familiares, de compañeros, de amigos, comunitarias, entre otras); la formación de una identidad positiva co-construida en la interacción mutua con los espacios discursivos de los otros; la construcción de una cohesión social y espiritual a la manera como lo plantean Pierre Bourdieu (1985) y Robert D. Putnam (1993); las posibilidades para experimentar el poder y el control a través de un agenciamiento de las facultades para la toma de decisiones y el ejercicio del control de asuntos sociales; la determinación de la propia adhesión cultural, autoreconcimiento como parte activa de un grupo cultural y a través de un proceso de negociación sobre la adhesión, y la oposiciones a las normas de determinado grupo cultural.

El sujeto resiliente es aquí un actor social que interactúa con su entorno de manera que forma y hace parte de una ecología social. En esta medida, la resiliencia se entiende como la capacidad que posee la persona para construir su camino con los recursos de protección que su ecología social le proporciona y la capacidad para negociar con su familia y su comunidad maneras culturalmente significativas. Si bien se reconoce la importancia del contexto ecológico humano en el desarrollo de procesos resilientes y la pertinencia de un conocimiento más informado sobre el mismo, interesa a las autoras de este artículo construir con los niños contextos favorables a sus procesos resilientes a través de situaciones ficción (psicodramatizadas) que pongan en acción elementos de conciencia, cognición y ética.

Juan Pablo Kalawsky y Ana María Haz (2003) desde un enfoque específico de los dominios cognitivos plantean en su estudio tres factores que pueden sustentar el fenómeno de la resiliencia, éstos son la protección, la recuperación y el control conductual. Para los autores, la protección está dada "...cuando uno o más dominios de funcionamiento permanecen sin impacto a pesar de la presencia de un factor de riesgo". La recuperación se refiere al "cambio relativamente permanente desde un resultado pobre a un resultado deseado, en cualquier dominio afectado por un factor de riesgo"; y el control conductual "cuando una situación ambiental impide un cierto resultado negativo de forma relativamente temporal" (pág. 369). La mirada desde los dominios cognitivos revierte los estudios hacia factores endógenos del sujeto resiliente, hacia un conocimiento de los procesos psicológicos que en él se suceden. Este espacio de investigación sobre los aspectos cobra relevancia para las investigadoras.

Como lo reportan Marilza Terezinha Soarez de Souza y Ceneide Maria de Oliveira Cerveny (2006) en su artículo, se han realizado múltiples estudios sobre el fenómeno de la resiliencia, y hasta el 2004 se encontraban en la American Psychological Association (APA) cerca de 1.800 artículos que contenían la palabra resiliencia. Los trabajos publicados sobre resiliencia en los últimos años son primordialmente de carácter sistémico y ecológico, en tanto abordan la resiliencia desde los factores de riesgo, factores protectores y temáticas psicosociales relacionadas con los mismos en el ámbito familiar. A pesar de existir un número tan elevado de investigaciones, las autoras comparten la inquietud de las autoras de este artículo acerca de la existencia de vacíos teóricos e investigativos, dado que aún no se agota la discusión para establecer la comprensión sobre los recursos psicológicos intrínsecos del sujeto, puestos en juego cuando éste es considerado resiliente. Además, las poblaciones con las que se han realizado la mayoría de los estudios, les caracteriza el estar conformadas por grupos de adultos y/o adolescentes (Soarez de Souza y De Oliveira, 2006).

Si bien los aportes de los autores referenciados desde la perspectiva ecológica permiten profundizar sobre el concepto y aclarar el significado de diferentes factores personales y sociales en la comprensión del fenómeno resiliente, se comparte la conclusión de Soarez de Souza y De Oliveira (2006) acerca de la pertinencia de develar los recursos y las construcciones psicológicas que realiza el sujeto, y para el caso específico de nuestras investigaciones, el niño, para constituirse en sujeto resiliente ante un evento traumático. Es decir, revisar los elementos endógenos de este proceso.

En una revisión de trabajos de investigadores francófonos como los liderados por Boris Cyrulnik (1999-2003) en sus estudios sobre el fenómeno de resiliencia de niños en situaciones de vulnerabilidad, se reconoce que estos niños logran salir victoriosos de su condición psicológica de niño abandonado porque significan y resignifican de manera personal y social las historias de vida violentas experimentadas, y establecen vínculos con los otros y lo otro que les permiten salir de la situación de víctima y superar la condición traumática, en un ejercicio de demostrar que "la historia no es un destino". El investigador muestra cómo los fracasos del pasado pueden situarse en el presente de diferentes maneras; por ejemplo, la manera como un sujeto puede quedarse prisionero manteniendo una posición de víctima o, a partir de los fracasos, tejer nuevos vínculos y redes sociales que le permiten transformar el dolor en formas maravillosas de vida (Cyrulnik, 1999, 2002, 2003). El aporte de estos trabajos reside en la identificación de los afectos, la solidaridad y el contacto humano como claves del proceso. Estas claves se constituyen en directrices para la apuesta del proyecto fundamente empírico de este artículo.

Por su parte, María Eugenia Colmenares (2006) plantea en su trabajo "La ética como fundamento psicológico de la resiliencia" que la resiliencia no nace del golpe como tal, sino como una posibilidad del sujeto de entretejer en relación con la conservación de su identidad, sus valores, sus sentimientos y sus sueños. En este artículo, la acción de tejer se entiende como forma de un proceso que anuda lo íntimo (vulnerado) con el entorno social y unos sujetos de apoyo que acompañan.

De las concepciones de la resiliencia expuestas (Cyrulnik, 2002 y Colmenares, 2002), se comparte en este trabajo la comprensión de un sujeto que significa y resignifica su historia de vida, así ésta sea traumática. Es este proceso el que le posibilita conservarse en el lugar de dignidad, desde el cual puede tejer valores, sentimientos y sueños que le des-victimicen. Por tanto los autores se apartan de la idea que la vida del ser humano en su condición de sujeto sea tributaria o definida por las circunstancias (Villalobos, 2003; Obando, 2006b, 2009). Al centrar la mirada en los niños en situación de adoptabilidad o en medida de protección, emerge la pregunta acerca de los recursos intrínsecos con los que cuentan para asumir la continuidad de un desarrollo armónico.

Características del niño como sujeto de un proceso resiliente

María Eugenia Villalobos (2003) da cuenta de una caracterización en referencia a un estado de vacío que experimentan los niños en situaciones de abandono y vulneración de derechos en sus vínculos relacionales, simbólicos y culturales, al respecto plantea:

"En general, los niños en situación de abandono viven un vacío de vínculos relacionales, simbólicos-culturales, que los hace permanecer con formas primarias de lo humano, repitiendo actos cargados de violencia y sufrimiento o, formas estereotipadas y vacías de sentido que muestran la impotencia de su ser. Se evidencia en estos niños una carencia profunda en el reconocimiento de sí como sujetos de valor que se deben a sí mismos, un lugar digno en las relaciones. Igualmente se les reconoce en su dificultad para establecer vínculos basados en valores éticos propios, que se anuden a los valores sociales y culturales." (Villalobos, 2003)

Dichos aportes sobre las características psicológicas del niño abandonado son el resultado de observaciones clínicas en situaciones de investigación e intervención terapéutica, que permiten develar las afectaciones que a nivel de la estructuración psíquica provoca la situación de abandono y desprotección.

Con referencia al significado que adquiere la pérdida de lazos relacionales primarios, la autora plantea que cuando los niños no pertenecen a nadie ni a nada, cuando se encuentran al margen de la vida familiar, están privados de estructuras que favorecerían el abrigar sus deseos de filiación. Muchos niños sin familia se encuentran por fuera de circuitos de socialización y de estructuras institucionales que les permitan crear vínculos, por ello crecen mal socializados, con una impulsividad que los empuja hacía actos destructores; su fragilidad emocional los desarma y los precipita hacía perturbaciones relacionales (Villalobos, 2007).

Los hallazgos de las investigaciones realizadas con niños en situación de adoptabilidad llevados a cabo por Villalobos (2003) y Villalobos y Obando (2008) permiten identificar que estos niños evidencian perturbaciones en los procesos de construcción de la consciencia, los cuales se muestran en las formas de comportamientos, los niños confunden sus sentimientos y emociones, se vuelven reactivos a todo aquello que los circunda sin que medie la objetividad, la evaluación y el juicio. Actúan, en función de aquellas emociones que se desencadenan cuando algo los perturba pero también, cuando algo o alguien los asegura.

Si bien las observaciones y el trabajo con los niños devela formas impulsivas y trasgresoras de relacionarse con lo otro, los otros y ellos mismos, se manifiesta en sus comportamientos una vitalidad que aunque a primera vista se constituya en desarmonías y ritmos acelerados de la vivencia de sus cotidianidades, se muestra en ellos la fuerza, la potencia y el impulso de una ética vital que puede llegar a jalonar procesos de transformación significativos.

El análisis de las diversas experiencias que el equipo de investigación tuvo con los 30 niños participantes en el proyecto Elementos resilientes en niños en situación de abandono, posibilita a lo largo del proceso de re-creación psicodramática de la investigación, el reconocimiento de algunas particularidades en cada uno de estos niños frente a las relaciones con los otros, con los objetos, con el espacio y consigo mismos. Se logró vislumbrar como necesario para lograr que los niños se asumieran como agentes de su propia experiencia, y dejaran de lado el rol pasivo en el que generalmente se situaban, siempre a la espera de un adulto que les dirigiese y que fuese el encargado de dinamizar sus acciones, el que los niños participantes colocaran en juego por lo menos cuatro de esos recursos psicológicos fundamentales para que un sujeto avance en su desarrollo: la consciencia, la cognición, la ética y la simbolización (Villalobos y Obando, 2008).

Estos cuatro recursos que son construidos por el mismo sujeto a partir de la significación que realiza de sí y del universo, gracias a las experiencias a lo largo de su vida, se identifican como imprescindibles en algunos de los procesos resilientes que estos niños desarrollan.

La consciencia es aquí entendida como un sistema de referencia que construye el sujeto a partir de la significación de la experiencia bajo el principio de una búsqueda vital, que permite constituir el sentido de continuidad de la existencia y que se expresa en la identidad (Colmenares, 2001). La cognición se entiende como el modo personal desde donde el sujeto agencia, da sentido y organiza su experiencia con el mundo, en relación con su inteligencia y su consciencia, situándose como referente de sus acciones y de sus relaciones con lo externo. El entramado entre conciencia y cognición desde los inicios de la actividad del niño es mediado por la capacidad que posee éste de significar su experiencia. La propuesta de Francisco Varela sobre una cognición corporeizada ofrece elementos referenciales para entender este proceso (Varela, 1990; Varela, Thompson, y Rosch, 1992). A partir de la cognición, el sujeto logra construir conocimiento no sólo sobre el Universo, sino sobre sí mismo. Los objetos "cosas", los objetos "otros" y el objeto "sí mismo" se constituyen en posibles objetos de conocimiento que frente a una situación particular se deben reconocer, diferenciar y organizar, en un proceso dinámico constante de re-acomodaciones de significado sobre las experiencias. Es allí en la posibilidad de significar los eventos que se le presentan, donde el proceso resiliente encuentra una razón de ser.

Acciones propias de la cognición que le permitirán a ese sujeto iniciar un proceso de resiliencia

El haber transitado con los niños en situación de adoptabilidad en una propuesta de intervención que privilegiaba en cada una de sus acciones su responsabilidad en el agenciamiento, permitió vislumbrar la cognición como factor relevante en la labor del sujeto desde los siguientes aspectos: a) reconocer el lugar que se da ese sujeto en las relaciones que él establece, en los diferentes contextos de vida a los que se vincula, y b) entrever la labor de ese sujeto en el reorientar el sentido de las experiencias que podrían ocasionarle malestar. Son estas dos acciones propias de la cognición, las que le permitirán a ese sujeto iniciar un proceso de resiliencia.

El sujeto que ha experimentado una situación de vulneración (llámese desarraigo, desplazamiento, abandono, maltrato), situación que le ha afectado su construcción identitaria, cuando se organiza en un proceso de resiliencia, asume un rol de agente activo.

Las posibilidades cognitivas que ha tejido ese agente en sus procesos de consciencia le permiten tomar distancia del hecho vivido y asumir una posición para resguardar su lugar de dignidad. Es así como él consigue a) reconocer los componentes de la situación por la que ha atravesado, b) establecer las relaciones entre los hechos para identificar los aspectos perturbadores y de esta manera, volver sobre sí, y c) reconocer sus propios recursos para enfrentar la situación adversa recurriendo a formas nunca antes experimentadas por el sujeto, a recursos que se fundamentan en sus capacidades de elaboración y transformación simbólica. De igual manera, reconocerá los recursos del medio, que le permitan conducir sus acciones, no desde lo que los otros quieran ofrecer, sino desde lo que él como sujeto encuentra valioso para su transformación.

Conclusiones

Las condiciones de vulneración de derechos que llevan a un niño a convertirse en sujeto de adopción no favorecen su desarrollo; sin embargo, la capacidad de agenciamiento, que posee ese sujeto para significar y resignificar la experiencia le permiten iniciarse en un proceso resiliente, como actividad endógena, a partir del cual el sujeto logra dar un sentido a la situación y desde allí construir vías alternas que favorezcan su desarrollo.

A pesar de que la situación de adopción, en el caso ejemplar de niños colombianos, se encuentra regulada por normativas estatales y hace parte de las ofertas de protección a la familia, la niñez y la infancia, dicha normatividad por sí misma no es garante de procesos que fortalezcan el desarrollo psicológico, moral, ético y estético de esta población, es necesario la construcción, reconstrucción y renovación de discursos sobre la población de niños en situación de adopción, discursos que reconozcan a esos sujetos más allá de su condición de simples beneficiarios de los programas de protección, más allá de su lugar de víctimas desempoderadas y los identifique como sujetos psicológicos con poder para afrontar su situación, resignificarla y construir alternativas.

Si bien se reconocen los aportes de los abordajes ecológicos del fenómeno de la resiliencia, en la capacidad para mostrar y evaluar las condiciones externas que bloquean los procesos de desarrollo de los sujetos y aquéllas que pueden facilitar dichos procesos, se identifica la necesidad de develar cada vez más algunos recursos psicológicos intrínsecos comprometidos en las construcciones psicológicas que realiza el niño para ser sujeto resiliente ante un evento traumático.

Es importante combinar el abordaje teórico de la problemática resiliencia y abandono con el trabajo teórico de las propuestas de intervención, dado que en el devenir cotidiano de las relaciones con los niños se evidencia de manera latente el funcionamiento de los procesos de resiliencia.

Procesos como la consciencia, la cognición, la ética y la simbolización que se identifican como recursos psicológicos fundamentales, están también presentes en el desarrollo de un proceso resiliente. De allí la importancia de identificar sus entramados para reorientar la labor de intervención terapéutica con esta población, como una que puede, a través de la construcción de situaciones virtuales (menos amenazantes), facilitar la actividad resiliente, y de esta manera fortalecer al sujeto en su búsqueda continua de sentidos a su experiencia, que permitan avances en el desarrollo armonioso de esta población.


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