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Acta Colombiana de Psicología

Print version ISSN 0123-9155

Act.Colom.Psicol. vol.14 no.1 Bogotá Jan./June 2011

 

ARTÍCULO

RELACIONES ENTRE EL CLIMA SOCIAL FAMILIAR Y EL DESEMPEÑO EN HABILIDADES SOCIALES EN NIÑOS Y NIÑAS ENTRE DOS Y TRES AÑOS DE EDAD1

THE RELATIONSHIP BETWEEN SOCIAL FAMILY CLIMATE AND SOCIAL SKILLS PERFORMANCE IN BOYS AND GIRLS BETWEEN TWO AND THREE YEARS OF AGE

RELAÇÃO ENTRE CLIMA SOCIAL FAMILIAR E DESEMPENHO NAS HABILIDADES SOCIAIS EM CRIANÇAS ENTRE DOIS E TRÊS ANOS DE IDADE

LAURA ISAZA VALENCIA, MG. Y GLORIA CECILIA HENAO LÓPEZ, PH.D*
UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA
FACULTAD DE PSICOLOGÍA

* Grupo Desarrollo y diversidad. Carrera 56C Nro. 51-90, Centro. Medellín. isaza8888@hotmail.com y gloria.henao@usbmed.edu.co



Recibido, abril 29/2010
Concepto evaluación, octubre 17/2010
Aceptado, febrero 23/2011

Resumen

Esta investigación tuvo como objetivo estudiar el clima social de un grupo de familias y su relación con el desempeño en habilidades sociales de 108 niños y niñas entre dos y tres años de edad. Se evaluó el clima social desde tres dimensiones: relaciones, desarrollo y estabilidad, y el desarrollo social mediante seis repertorios conductuales. La investigación fue de tipo descriptivo correlacional. Para evaluar el clima social familiar se utilizó la Escala de clima social, y para evaluar las habilidades sociales, el Cuestionario de habilidades sociales. Se encontró que las familias cohesionadas, es decir, aquéllas que presentan una tendencia democrática caracterizada por espacios de comunicación, expresiones de afecto y un manejo de normas claras, son generadoras de un repertorio amplio de habilidades sociales; mientras que las familias con una estructura disciplinada, caracterizada por acciones autoritarias de los padres, se asocian con un nivel más bajo de desempeño social en los niños y niñas. Una situación similar se pudo evidenciar en las familias con una estructura sin orientación, caracterizada por el poco manejo de normas claras y una gran manifestación de afecto y satisfacción de los deseos de sus hijos e hijas.

Palabras clave: Contexto familiar, clima social familiar, habilidades sociales


Abstract

This research aimed to study the social climate of a group of families and its relationship with social skills performance of 108 children between the ages of two and three. Social climate was assessed from three dimensions: relationships, development and stability; and social development through six social codes. The research was descriptive correlational. In order to assess the family social climate, the Social Climate Scale was used; and to assess social skills, the Social Skills Questionnaire was administered. Results showed that cohesive families, those with a democratic trend characterized by allowing communication spaces, using expressions of affection and managing clear standards generate a wide repertoire of social skills; whereas families with a disciplined structure, characterized by authoritarian actions of the parents, are associated with lower levels of social performance in boys and girls. A similar situation was evidenced in families with a structure without orientation, characterized by the limited amount of clear standards and a high expression of affection and satisfaction of their sons and daughters' desires.

Key words: family context, family social climate, social skills


Resumo

O objetivo desta pesquisa descritiva correlacional é estudar o clima social de um grupo de famílias e sua relação com o desempenho em habilidades sociais de 108 crianças entre dois e três anos de idade. Estabeleceram-se três dimensões para avaliar o clima social: relacionamentos, desenvolvimento e estabilidade. No desenvolvimento social se observaram seis repertórios comportamentais. Para avaliar o clima social familiar se aplicou a Escala de clima social; para avaliar as habilidades sociais, o Questionário de habilidades sociais. Verificou-se que as famílias coesas, ou seja, mostrando uma tendência caracterizada por espaços democráticos de comunicação, expressões de afeto e aplicação de regras claras geram um amplo repertório de habilidades sociais. Enquanto as famílias com uma estrutura disciplinada caracterizada por ações autoritárias dos pais estão associadas a crianças com menor nível de desempenho social. Uma situação semelhante foi evidente em famílias sem orientação, caracterizada pela aplicação limitada de regras claras e uma grande demonstração de afeto e satisfação dos desejos de seus filhos.

Palavras-chave: Antecedentes familiares, clima social familiar, habilidades sociais


Introducción

Estudiar el desarrollo infantil implica conocer y considerar la influencia de múltiples factores, el niño y la niña se encuentran influidos no sólo por componentes genético-hereditarios, sino a su vez, por componentes socio-culturales, donde se le da un papel primordial a los padres, y más específicamente, a la manera de vincularse con sus hijos e hijas.

En la familia las acciones cotidianas se convierten en prácticas de enseñanza-aprendizaje; de cómo se estructuren éstas se propicia un avance en el desarrollo de conductas sociales en los niños y las niñas, o por el contrario se presenta el desarrollo y el mantenimiento de conductas disruptivas. Los factores familiares como, por ejemplo, fallas en la disciplina temprana e inadecuada supervisión de las actividades, aumentan en los niños y las niñas los riesgos de comportamiento agresivo que en algunos casos podrían llevar a la delincuencia en la adolescencia y la adultez. Así, las privaciones y los excesos que muestran los padres en sus repertorios básicos de conducta, cuando desempeñan su papel, compone uno de los principales elementos garantes del origen del desarrollo y mantenimiento de los problemas de comportamiento de los niños y las niñas.

La familia y todos aquellos adultos que rodean al niño y la niña ejercen una influencia notable sobre los procesos de aprendizaje en la infancia; como agentes socializadores y educadores estimulan en los niños y las niñas mediante sus acciones y verbalizaciones cotidianas, el aprendizaje de hábitos y repertorios fundamentales que les permiten desenvolverse en la vida cotidiana e interactuar con los diversos agentes presentes en los contextos sociales y escolares en los que se ven inmersos (Stoolmiller, 2001, Eisenberg, Losoya, Fabes,Guthrie, Reiser, Murphy, Shepard, Poulin y Padgett, 2001, Chang y Dodge, 2003).

Para este trabajo investigativo, se abordó la familia desde una mirada ecológica y socio-cultural. La primera la considera como uno de los entornos primarios de mayor influencia en el individuo; como un microsistema caracterizado por el ínter- juego de actividades, roles y relaciones presentes entre dos miembros de una familia. Este tipo de relaciones de primer nivel, se convierten según Bronfenbrenner (1987) en el foco para comprender los cambios evolutivos, tanto de los hijos y las hijas como de los padres o adultos que conforman la familia. Según la teoría de Bronfenbrenner (1987), la familia es el nivel más interno del esquema ecológico, que conlleva vías de encuentro bidireccionales, que se caracterizan por la presencia de un acercamiento físico directo y un clima afectivo.

Desde la postura socio-cultural, los adultos que rodean al niño y la niña, más específicamente los padres, llevan a sus hijos e hijas a progresar en el aprendizaje. A partir de sus acciones (verbales y no verbales) y sus relaciones, les posibilitan un desarrollo al brindarles conocimientos y estrategias acerca del mundo circundante. Las interacciones del niño y la niña con sus padres permiten el surgimiento del desarrollo de las diversas dimensiones (cognitiva, comunicativa, socio-afectiva, corporal, estética, espiritual y ética). Vigotsky (1979) plantea que las interacciones permiten en el proceso de desarrollo de los niños y las niñas pasar de una zona de desarrollo real a una zona de desarrollo próximo, al desarrollar la capacidad de solucionar independientemente una dificultad. Un ejemplo que permite comprender los progresos en las zonas de desarrollo de los niños y las niña, sería el lenguaje, el cual se da en un proceso de aprendizaje gradual, modelado por la cultura, donde a través de la resolución de diversos problemas bajo la guía de un adulto o un compañero, el niño y la niña logran cada vez más el aprendizaje de contenidos lingüísticos. En este proceso los niños y las niñas se ven retados a diversas tareas y acciones en su cotidianidad en las que no poseen conocimientos para realizarlas, por lo cual obtienen el apoyo externo para avanzar en éstos, logrando el objetivo de la actividad. Las interacciones que construyen los padres con sus hijos e hijas permiten por medio de una participación guiada un proceso transferencial, en este los padres poseedores de conocimientos y capacidades traspasan repertorios a sus hijos e hijas en la medida que impulsan el desarrollo (Rogoff, 1993).

La familia como contexto socializador

Las funciones educadoras de la familia asumen los procesos de socialización, donde los padres como principales protagonistas y generadores de escenarios de socialización impulsan a los niños y las niñas a construir bases de competencia social (Cortés y Cantón, 2000, y García y Román, 2003). Son muchos los estudios sobre la socialización en la infancia; entre los que se encuentran los trabajos de Rothbaum y Weisz (1994), que exaltan la presencia de una fuerte asociación entre el tipo de relaciones padres-hijos-hijas existente en la familia y el desarrollo de los hijos e hijas. Como señalan Dumas y La-Freniere (1993), en la familia los factores contextuales de apoyo estimulan la adaptación y el ajuste del niño y la niña al medio y su desarrollo de habilidades sociales, y a la inversa, los factores adversos crean la probabilidad de que se desarrollen disfunciones conductuales.

Otro aporte de investigación sobre la familia en la que se aprecia el reconocimiento de su importancia en la socialización de los hijos y las hijas, la hacen Lila (1994) y Musitu y Cava (2001), donde resaltan que una de las substanciales funciones de la familia es la socialización de los hijos y las hijas, ya que el sistema familiar brinda un espacio psicosocial en el que permiten a sus miembros obtener y someter a prueba los componentes de la cultura y los estándares sociales que facilitan su integración en la sociedad. En la familia los niños y las niñas adquieren y consiguen los valores, modelos, pautas y formas de conductas propias y ajustadas a la sociedad a la cual pertenecen; la familia presenta los diversos elementos propios de la cultura, determinando en cierta medida el desempeño social futuro. La socialización como proceso interactivo mediante el cual se transfieren los contenidos culturales que se incorporan en forma de conductas y creencias a la personalidad de los seres humanos, requieren que el niño y la niña actúen como sujetos activos, para poder afirmar el aprendizaje de la estructura social en la que se encuentran (León, Cantero y Medina 1998, y Musitu y Cava, 2001).

La socialización en la familia se da a través de un complejo proceso de interacciones donde el niño y la niña asimilan conocimientos, emociones, actitudes y pautas que definirán en cierta medida su estilo de adaptación y ajuste al ambiente social. Desde esta mirada, la socialización es un proceso de aprendizaje, más específicamente de aprendizaje no formalizado que se presenta de forma explícita a través de las interacciones y de manera implícita mediante el modelado, la inferencia, la observación, y el ensayo y error. La influencia que ejercen los padres sobre sus hijos depende del grado de intimidad, de su implicación, del apoyo social que proveen y del poder y autoridad dados (McCall y Simmons, 1982, Lackovic-Grgin y Dekovik, 1990, y Blain, Thomson y Whiffern, 1993, Molpeceres, Musitu y Lila, 1994, y Musitu y Allatt, 1994).

Clima social familiar

La familia posibilita el proceso de desarrollo de las habilidades sociales en sus hijos e hijas mediante diversos mecanismos y estrategias, donde juega un papel esencial el ambiente presente en el núcleo familiar. Éste es un determinante definitivo del bienestar, actúa como estructurador del comportamiento humano y está inmerso en una compleja combinación de variables organizacionales, sociales y físicas. El ambiente ha sido estudiado como clima social familiar, considera las particularidades psicosociales e institucionales de un grupo familiar y retoma todo aquello que se suscita en la dinámica familiar, desde su estructura, constitución y funcionalidad (Moos y Trickett 1974, Guerra, 1993, Cortés y Cantón, 2000, y Kemper, 2000).

Diversos estudios que han abordado y analizado el clima social familiar, resaltan las posibilidades que las familias de alta cohesión y expresividad y un bajo conflicto, proporcionan a los niños y niñas, especialmente cuando éstos presentan alguna dificultad o trastorno (Bonvehí, Foros y Freixa, 1996; Espina, Pumar y Fernández, 2001; Montiel-Nava, Montiel-Barbero y Peña, 2005). La dinámica que asume un grupo familiar genera cambios que se ven reflejados en los componentes cognitivos, afectivos y comportamentales de sus hijos e hijas. Son los factores de cohesión, expresividad y organización familiar los que guardan relación positiva con todas las áreas, especialmente con el auto concepto, mientras que la conflictividad familiar es el factor que mantiene la relación negativa. Una elevada cohesión, expresividad, organización, participación en actividades intelectuales e importancia atribuida a las prácticas y valores de tipo ético o religioso, así como niveles bajos en conflicto, demuestran una elevada adaptación social y emocional general en los niños, niñas y adolescentes (Mestre, Samper y Pérez, 2001; Amezcua, Pichardo y Fernández, 2002; Vera, Morales y Vera, 2005). Aunque el clima social familiar según estos estudios desempeña un papel esencial en el desarrollo de los hijos e hijas, no es un factor que determina, debido a que confluyen múltiples factores de índole económico, social y cultural que rodean al contexto familiar (Pana, 2001).

Tres dimensiones están insertas en el clima social familiar: la primera es la dimensión de desarrollo, la cual apunta a los procesos de despliegue personal que se dan y propician dentro de la familia Ésta comprende la autonomía que trata del grado en el que los miembros de la familia están seguros de sí mismos, la actuación, que se refiere al grado en el que las actividades se enmarcan en una estructura orientada a la acción competitiva; lo intelectual-cultural, que significa el grado de interés en las actividades intelectuales y culturales; la social-recreativa, que mide el grado participación en actividades lúdicas y deportivas, y la moralidad-religiosidad, definida por la importancia que se da a las prácticas y valores de tipo ético y religioso.

La segunda dimensión es la estabilidad, que se refiere a la estructura y formación de la familia y a la manera en que el control se ejerce entre sus miembros. Está formada por la organización que evalúa la importancia que se da a la planificación de las actividades y responsabilidades de la familia, y el control o grado en que la dirección de la vida familiar se atiene a reglas y procedimientos establecidos.

La tercera dimensión se denomina relaciones, conformada por "el grado de comunicación y libre expresión dentro de la familia y el grado de interacción conflictiva que la caracteriza" (Moos y Moos, 1981). Está formada por la cohesión, que es el grado en que los miembros de la familia se apoyan y ayudan entre sí; la expresividad, grado en que se permite a los miembros de la familia expresar libremente sus sentimientos; el conflicto que es el grado en que se expresan abiertamente la cólera, la agresividad y el conflicto entre los miembros de la familia Moos y Trickett (1974).

Estas dimensiones, su organización y dinámica caracterizan estructuras familiares cohesivas, disciplinadas y sin orientación. Vera, Morales y Vera (2005) permiten considerar que aquellas familias que presentan una estructura cohesionada, que hacen uso de un control normativo constante y claro, y una manifestación de afecto y comprensión hacia sus hijos e hijas, logran un desempeño social estable y consistente en los niños, niñas y adolescentes.

Habilidades sociales

Las habilidades sociales son las destrezas sociales necesarias para hacer eficazmente una acción interpersonal (Caballo, 1993; Elliot y Gresham, 1991; Hundert, 1995, Monjas, 2000). Al hablar del desarrollo de estas habilidades, se hace referencia al grado en que el niño y la niña han adquirido un conjunto de habilidades comportamentales que posibilitan su adaptación a las exigencias del medio social. Estas habilidades van desde la interacción con pares y adultos hasta los procesos de autonomía, expresión y resolución de problemas (Amescua, Pichardo y Fernández, 2002).

Las habilidades sociales se relacionan con diversas dimensiones o componentes del contexto familiar. La estructura y organización de los padres o cuidadores posibilita el desarrollo de repertorios sociales que propician la interacción y la adaptación en diversos contextos sociales (Camacho-Gómez y Camacho- Calvo, 2005; García, 2005). De cómo se desarrollen estos repertorios en el contexto primario dependerá el éxito en las relaciones sociales posteriores, de las lecturas sociales y las respuesta apropiadas de acuerdo a las situaciones y a las características personales (Adrian, Clemente y Villanueva, 2006),

El contexto familiar como una condición necesaria para el desarrollo infantil, presenta un protagonismo esencial en la esfera educativa de sus hijos e hijas, ya que sus acciones cotidianas se convierten en prácticas formativas, que permiten un avance de los hijos en su desarrollo. Los padres mediante la estructura y dinámica que crean en el ambiente familiar a partir de sus acciones, verbalizaciones y relaciones, propician experiencias y repertorios a sus hijos que se convierten en recursos y herramientas para el desempeño social en los distintos contextos inmediatos y posteriores. De este planteamiento parte el interés de preguntarse ¿cuál es el clima social familiar presente en el grupo de familias de nivel socio-económico bajo, medio y alto de la ciudad de Medellín con hijos e hijas entre dos y tres años de edad, y las habilidades desarrolladas por sus hijos e hijas?, y ¿cuáles relaciones existen entre los componentes del clima social familiar y el desempeño en habilidades sociales de los niños y niñas entre dos y tres años de edad? De esta forma se podrá contribuir a la construcción de conocimientos estructurados y claros del rol paterno en el desarrollo social, y generar, desde allí, procesos y programas de prevención, promoción e intervención con los padres de familia.

Método

Tipo de investigación

Se realizó una investigación trasversal, descriptiva y correlacional, ya que se caracterizó el clima social familiar identificado en un grupo de 108 familias y el desempeño en habilidades sociales de 54 niños y 54 niñas entre dos y tres años de edad. Se compararon las variables de estudios por género, edad y nivel socioeconómico, y se estudiaron las relaciones presentes entre la variable clima social y habilidades sociales. Las familias pertenecían a los tres niveles socio-económicos de la ciudad de Medellín.

Participantes

La muestra estuvo compuesta por 108 niños y niñas y sus respectivas familias de nivel socio-económico bajo, medio y alto de la ciudad de Medellín. La edad de los niños y niñas se encuentra comprendida entre los dos y tres años (véase tabla 1).

Instrumentos

Para la evaluación del clima social familiar se utilizó la Escala de clima social familiar (FES) de Moos y Ticket (1974), formada por 10 subescalas que describen tres dimensiones: relaciones, desarrollo y estabilidad.

Las habilidades sociales fueron evaluadas mediante el instrumento creado por Monjas (2000) en el "Programa de enseñanza de HHSS". Este instrumento lo diligenciaron los padres y madres de los niños y niñas evaluados, a partir 53 ítems en los que se evaluó la ausencia y presencia de cada conducta y su frecuencia. Este instrumento evalúa seis habilidades sociales a partir de las conductas que las constituyen: Habilidades básicas de interacción social (sonreír, reír, saludar, presentaciones, favores, cortesía y amabilidad); habilidades para hacer amigos y amigas (reforzar a otros, iniciaciones sociales, unirse a juegos de otros, ayuda, cooperar y compartir); habilidades conversacionales (iniciar conversaciones, mantener conversaciones, terminar conversaciones, unirse a conversaciones de otros, conversaciones en grupo); habilidades relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones (auto-afirmaciones positivas, expresar emociones, recibir emociones, defender los propios derechos, defender las opiniones propias); habilidades de solución de problemas interpersonales (identificar problemas interpersonales, buscar soluciones, anticipar consecuencias, elegir una solución, probar solución), y habilidades para relacionarse con los adultos (cortesía con los adultos, refuerzo al adulto, conversar con el adulto, peticiones al adulto y solucionar problemas con adultos).

El instrumento permite evaluar el desempeño social de los niños y niñas en este rango de edad, se hace desde el análisis de los datos una lectura del desarrollo y el contexto. Ambos instrumentos fueron sometidos a un juicios de expertos y una prueba piloto.

Procedimiento

- Selección de la muestra: El marco muestral de 108 niños y niñas entre dos y tres años de edad y sus respectivas familias, se estableció por medio de un sorteo realizado en hogares de Bienestar Familiar, guardería, iglesias, juntas de acción comunal y bibliotecas lúdicas de los tres niveles socio-económicos de la ciudad de Medellín.

- Normalización de los instrumentos: Se realizó pilotaje y juicio de expertos del instrumento Escala de clima social de Moos y Ticket (1974) y del Cuestionario de Habilidades sociales de Monjas (2000), con la finalidad de revisar que el vocabulario original de estas escalas se adecuen al contexto de la cultura colombiana.

- Motivación y vinculación de las familias: Se le informó a la comunidad de padres y madres de familia seleccionados en el proceso investigativo lo concerniente al procedimiento, el tipo de pruebas que se utilizarían, el tiempo invertido por ellos y los resultados esperados de la investigación. Se presentó a cada familia el consentimiento informado aprobado por el comité de ética de la Universidad, en la cual se especificaba que la participación en este estudio no representaba un riesgo para los padres y sus hijos e hijas, a la vez que se resaltaba el anonimato en el estudio.

- Aplicación de instrumentos: la aplicación y la recolección de datos se realizó durante un periodo de tres meses. Cada investigadora y auxiliar de investigación evaluó veinte familias (padres e hijos), teniendo dos encuentros por familia. La evaluación se realizó en el contexto familiar.

Resultados

Clima social familiar

Se observa que en las variables que evalúan clima social familiar (relaciones, desarrollo y estabilidad), los puntajes obtenidos son mayores y cercanos al centil 50, los cuales no fueron considerados como problemáticos si se tiene en cuenta la medida de dispersión de cada una de estas variables. Con relación a lo anterior, se considera que las familias en los tres niveles socio-económicos se encuentran en términos de relaciones, desarrollo y estabilidad en un nivel promedio, respecto a la presencia y uso de cada uno de los componentes constitutivos de esta variable (cohesión, expresividad, conflicto, autonomía, actuación, intelectual-cultural, socio-recreativo, moralidad-religiosidad, organización y control) (véase tabla 2).

Tras realizar la prueba paramétrica ANOVA, se encontraron diferencias significativas entre las familias de acuerdo al nivel socio-económico respecto a las variables desarrollo, autonomía, y moralidad-religiosidad. Para corroborar estas diferencias significativas se realizó la prueba Turkey, con la cual se encontraron diferencias entre el nivel bajo y alto respeto a la variable autonomía (p<0,001) y desarrollo (p<0,05). Con relación a las familias de nivel medio y alto, se encontraron diferencias significativas en la variable autonomía (p< 0,001), la variable moralidad -religiosidad (p<0,05), y la variable desarrollo (p<0,05). (véase tabla 3).

Se observa que en las variables que evalúan las seis habilidades sociales, los puntajes obtenidos teniendo en cuenta las variables género y edad son mayores y menores al centil 50, los cuales se tuvieron en cuenta al considerar la medida de dispersión de cada una de estas variables. En relación con lo anterior podemos considerar que los niños y las niñas de esta investigación, en términos de desempeño en habilidades sociales, se encuentran en un nivel promedio, requiriendo desarrollar destrezas sociales que serán alcanzadas mediante las experiencias que los padres propicien en el contexto familiar (véase tabla 4).

Al comparar las seis habilidades sociales de los niños y las niñas respecto al género (véase tabla 5), no se observan diferencias significativas (**p< 0.001,*p< 0.05), indicando que el desarrollo de las habilidades de interacción, las conversacionales para hacer amigos y amigas, para solucionar problemas interpersonales, relacionadas con los sentimientos y para interactuar con los adultos, no se explican por ser niño o niña.

Relaciones existentes entre el clima social familiar y las habilidades sociales

La Tabla 6 muestra los resultados del análisis de correlación entre las variables de estudio. Se observa que las correlaciones obtenidas entre el clima social familiar y las habilidades sociales fueron las siguientes:

El conflicto establece una relación directa con tres habilidades: básicas de interacción, para hacer amigos y amigas y las relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones. Esto indica que el conflicto presente entre los miembros de la familia incrementa en los niños el desempeño social en diversas situaciones y contextos, posibilita el inicio, desarrollo y mantenimiento de interacciones positivas y mutuamente satisfactorias con los pares y estimula el desarrollo de manifestaciones asertivas. Por su parte, la autonomía se relaciona de manera directa con dos habilidades: para hacer amigos y amigas, y las relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones, mostrando que a mayor presencia de procesos autónomos, mayor desarrollo de habilidades de interacción con los pares y construcción de expresiones de oposición y asertividad. Por último, el componente intelectual-cultural se relaciona de forma directa y positiva con la habilidad relacionada con los sentimientos, emociones y opiniones, mostrando que a mayor presencia de espacios culturales y académicos, más posibilidades tienen los niños y las niñas de expresarse, tomar posturas críticas y asertivas.

La cohesión establece una relación negativa con las habilidades básicas de interacción, lo cual indica que entre menor sea el grado en que los miembros de la familia se apoyan entre sí, menor será la posibilidad de propiciar en los niños y niñas el desarrollo de habilidades para relacionarse con los demás. Estas habilidades de interacción social se asocian de igual manera con la expresividad y el componente socio-recreativo y muestran que aquellas familias que expresan en menor grado libremente sus sentimientos, menos presencia de acciones de búsqueda de interacción social alcanzan los niños y niñas. La cohesión se correlaciona negativamente con la habilidades para hacer amigos y amigas, con las habilidades relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones y con las habilidades de solución de problemas interpersonales, permitiendo entender que entre menos la familia colabore y se apoye entre sí, menor será la presencia de acciones posibilitadoras que permitan establecer interacciones de los niños y las niñas con sus pares, pocas serán las conductas interpersonales presentes en los niños y las niñas que conllevan la expresión y defensa de los propios sentimientos y derechos, y pocas habilidades cognitivo- sociales que permiten la resolución de conflictos relacionados con problemas interpersonales.

La relación negativa entre la expresividad y las habilidades relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones, revela que entre menos los padres de familia permiten a sus hijos e hijas expresar libremente sus sentimientos, menores serán las auto-afirmaciones positivas, las expresiones emocionales, la defensa de los propios derechos y opiniones en los niños y las niñas. La relación presente entre la cohesión con las habilidades de resolución de problemas y la interacción con los adultos, indica que cuando los padres no presentan conductas y verbalizaciones de apoyo y ayuda hacia sus hijos e hijas, éstos manifestarán pocas habilidades cognitivo- sociales, que se relacionan con la resolución de conflictos y pocos repertorios para interactuar con adultos. La actuación se correlaciona con la habilidad de solución de problemas interpersonales, lo cual indica que entre menos estimulen los padres las acciones de sus hijos e hijas, menos podrán ellos identificar problemas interpersonales, buscar soluciones, anticipar consecuencias, elegir una solución y probarla. Por último, el control y la habilidad para relacionarse con los adultos, muestra que entre menor sea el grado en que la dirección de la vida familiar se atiene a reglas y procedimientos establecidos, menor es la cortesía del niño y la niña con el adulto siendo escasos los espacios de conversación.

Discusión

Las posibilidades del desempeño social de los niños y las niñas dependen en gran medida de las condiciones que los padres o aquellos adultos que los rodean le proporcionen. El clima social familiar estructurado a partir de las acciones e interacciones de los padres, viene a interferir en el despliegue social del niño y la niña, ya que dependiendo de cómo sea este clima el niño y la niña reciben herramientas y recursos que les permiten adquirir habilidades y repertorios necesarios para desempeñarse socialmente y generar competencias de interacción, resolución de conflictos, lecturas y adaptación de situaciones sociales.

Esta investigación se centró en el estudio del entorno familiar como contexto educativo y como fuente de estimulación para el desarrollo de las habilidades sociales; hipótesis que coincide con la planteada por Moos (1974), quien dentro de sus hallazgos logró instaurar asociaciones entre la influencia de la relación y dinámica familiar con el desarrollo social de los niños, niñas y adolescentes. Sus hallazgos al igual que los encontrados por Vera, Morales y Vera (2005) permiten considerar que aquellas familias que presentan una estructura cohesionada, que hacen uso de un control normativo constante y claro, y una manifestación de afecto y comprensión hacia sus hijos e hijas, logran un desempeño social estable y consistente en los niños, niñas y adolescentes (Bonvehí, Foros y Freixa, 1996; Espina, Pumar y Fernández, 2001; Montiel-Nava, Montiel-Barbero y Peña, 2005).

Las familias evaluadas presentan características propias de los tres climas familiares: familias disciplinadas, familias cohesionadas y familia sin orientación; estructura y dinámica familiar que depende del contacto social y cultural de los padres, del nivel educativo de éstos, de las características de los miembros, de los estilos de interacción presentes en los padres, de las situaciones familiares, pero sobre todo, de la lectura que los padres hacen de las necesidades y desarrollo de sus hijos e hijas.

Las familias que se enmarcan en una estructura disciplinada presentan un conflicto permanente, manifestándose en poca unión entre los integrantes de estas familias. Estas familias caracterizadas por un estilo de interacción autoritario en los padres, evidencian conductas de control y seguimiento de reglas, donde la organización y planeación de las diversas actividades familiares y sociales son eje fundamental para los padres. Todo este control limita la actuación autónoma de los hijos y las hijas, pero a su vez exige un logro constante de metas en sus hijos e hijas (Vera, Morales y Vera, 2005).

Las familias que presentaron dinámicas y organizaciones cohesionadas o también conocidas como equilibradas, sobresalen por un clima de comunicación e interacción constante y sobre todo por un crecimiento personal de sus hijos e hijas. Estos padres buscan crear un ambiente que estimule el actuar independiente, donde los niños y niñas se motiven a proceder y expresar sus opiniones y sentimientos.

Las familias sin orientación se caracterizan por no tener una orientación clara en las dimensiones de desarrollo, relaciones y estabilidad. Las familias con estas características son moralistas y expresivas, presentan bajo grado de control, poca presencia de actividades intelectuales y un conflicto frecuente. Los integrantes de estas familias son medianamente independientes, lo que significa que presentan esta conducta sólo en algunos casos y cuando es conveniente para ellos. De ahí que el desarrollo de procesos autónomos y el manejo del conflicto de manera adaptativa mediante el diálogo, el acuerdo y la comprensión del otro no son estimuladas por las prácticas de estos padres.

En el proceso de desarrollo de la competencia social, la familia presenta un papel muy relevante, ya que la motivación social que fundan los padres se asocia directamente con el desempeño social de los niños y las niñas. De esta manera, la exposición a ambientes sociales novedosos y variados, de estructura más cohesionada, permite el aprendizaje de habilidades sociales y disipa los temores sociales iniciales. Por el contrario, padres estrictos, inhibidos y retraídos con tendencias más disciplinadas y sin orientación, evaden acercarse a sí mismos y a sus hijos e hijas a situaciones sociales. Así, los niños y niñas aprenden repertorios de habilidades sociales insuficientes, y respuestas de inhibición y/o de evitación (Monjas, 2000, Mestre, Samper y Pérez, 2001; Amezcua, Pichardo y Fernández, 2002; Vera, Morales y Vera, 2005).

Respecto a las habilidades sociales presentes en los niños y las niñas evaluados, las cuales se refieren a las conductas requeridas para relacionarse con los pares y con los adultos de manera efectiva (Monjas, 2000), se encuentra que los seis grupos de habilidades están presentes en todos los niños y las niñas, cambiando en la frecuencia e intensidad, pero no existiendo una diferencia marcada entre genero y edad. Los padres con estrategias más cohesionadas permiten mayor desarrollo de estas habilidades, que padres con estructuras disciplinadas y sin orientación.

Habilidades sociales y clima social familiar

Habilidades básicas de interacción: El desarrollo de las habilidades para relacionarse con las demás personas, sean familiares, adultos o pares, se asocia con la dimensión de relaciones del clima social familiar; de esta manera, el grado de comunicación y flexible expresión dentro de la familia y el grado de relación conflictiva que la caracteriza, presenta una relación con el desarrollo en el niño y la niña de repertorios básicos esenciales para la interacción con los pares y adultos en diversos contextos y situaciones (Moos y Moos, 1981). Entre más un padre y una madre genere espacios de comunicación y refuerce en sus hijos e hijas cada intento de interacción o expresión, más propiciaran actos encaminados a conectarse con el otro por medio de verbalizaciones y acciones socialmente establecidas (sonreír, reír, saludar, presentaciones, favores, cortesía y amabilidad). De acuerdo con Moos (1987), el conflicto entendido como el grado en que los padres expresan y permiten enunciar abiertamente la cólera, la agresividad y el conflicto entre los miembros de la familia, posibilita un encuentro en los niños y las niñas con los otros más estable y sano. Por otro lado, en la medida que los miembros de la familia se presenta poco apoyo y ayuda entre sí, y cuando la expresividad de sentimientos u opiniones es escasa, la estimulación del desarrollo de habilidades de interacción social es menor; es decir, no se genera o se frena la presencia de acciones de interacción social en los niños y las niñas (Vera, Morales y Vera, 2005).

Habilidades para hacer amigos y amigas: Las habilidades para entablar y mantener amistades con los demás niños y niñas se asocian con componentes de las dimensiones relaciones y desarrollo. Esto explica que entre más los padres posibiliten una expresión y contención de situaciones conflictivas, más permiten que el niño o la niña con sus pares enfrenten y manejen diversas situaciones permeadas por una atmósfera de tensión (Vera, Morales y Vera, 2005). Cuando los padres estimulan la presencia de procesos autónomos e impulsan la independencia y toma de decisiones en sus hijos e hijas, propician verbalizaciones y acciones fundamentales para el inicio, desarrollo y mantenimiento de interacciones positivas y mutuamente satisfactorias con sus amigos y amigas (Monjas, 2000). Además, aquellas familias que no estructuran actos y situaciones de colaboración y apoyo entre sí, limitan los encuentros y avances de los niños y las niñas con sus pares.

Habilidades relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones: El desarrollo de las habilidades que permiten manifestar y comprender los sentimientos, emociones y opiniones propias y de los demás, tiene una asociación con los componentes presentes en las dimensiones de desarrollo y relaciones. Esto permite hacer la siguiente lectura: aquellos padres que posibilitan en sus hijos e hijas una expresión abierta del conflicto, niveles de independencia y libertad de decisión y actuación, y la vivencia de espacios culturales, incrementan el desarrollo y presencia de manifestaciones de auto-expresión, autoafirmación o asertividad en los niños y las niñas. Igualmente, cuando los padres limitan la expresión libre de los sentimientos de sus hijos e hijas y manifiestan poco apoyo, restringen las expresiones emocionales, la defensa de los propios derechos y opiniones en los niños y las niñas (Hundert, 1995).

Habilidades para relacionarse con los adultos: Las habilidades necesarias por un niño y una niña para interactuar con los adultos significativos y no significativos en diversas situaciones sociales, son impulsadas por los padres cuando estos les brindan la posibilidad de participar en espacios de ocio y recreación. Por otro lado, cuando los padres apoyan poco a sus hijos e hijas, generan en ellos una disminución en el desarrollo habilidades que consienten la relación adecuada del niño y la niña con los adultos, y entre menor sea el grado en que la dirección de la vida familiar se atiene a reglas y procedimientos establecidos, menor es la cortesía del niño y la niña con el adulto (Amescua, Pichardo y Fernández, 2002).

Habilidades de resolución de problemas interpersonales: La presencia de un contexto familiar que no posibilita la relaciones entre sus miembros, al no presentar conductas y verbalizaciones de apoyo y ayuda, no estimulan las actuaciones de éstos y éstas; dificultan la identificación de los problemas interpersonales, el desarrollo de habilidades cognitivo- sociales, la búsqueda de soluciones, la anticipación de consecuencias y la elección de una solución (Monjas, 2000, y Vera, Morales y Vera, 2005).

Conclusiones

En conclusión, el clima social familiar con relación a los factores de cohesión, expresividad y organización familiar guardan una relación positiva con todas las áreas sociales, estos son componentes presentes en las familias cohesionadas de nuestro estudio caracterizadas por una estructura y dinámica democrática. El conflicto familiar es el factor que mantiene la relación negativa, siendo un componente que permea la cotidianidad y las relaciones entre las familias disciplinadas y sin orientación. Estos resultados coinciden con el estudio de Amezcua, Pichardo y Fernández (2002), en el que las familias evaluadas que presentaron un elevado nivel de cohesión, expresividad, organización, participación en actividades intelectuales e importancia atribuida a las prácticas y valores de tipo ético o religioso, así como niveles bajos en conflicto, demostraron una elevada adaptación general.

Las diferencias entre unas familias y otras se hallan en el marco de una propuesta ecológica, en esta los determinantes culturales, sociales y familiares influyen y permean los contextos en que los niños y las niñas se desarrollan. Entre los factores relacionados con las familias y la acción de los padres, el que más se asocia con el clima social familiar ha sido la clase social, variable entendida como combinación de otros elementos (nivel educativo, profesión, nivel de ingresos, calidad de vivienda). Estas diferencias, permiten identificar que no sólo las actitudes de los padres hacia la crianza, los rasgos de personalidad de los padres, el tipo de vinculo y el estilo de interacción presente entre padres, hijos e hijas, se relacionan con el desarrollo y el aprendizaje de conductas adaptativas o desadaptativas en los niños, sino también, las estructuras organizativas y dinamizadoras del clima familiar, que se encuentran determinadas por las costumbres que se transfieren de generación en generación desde lo cultural.


1 Este artículo se deriva del proyecto de investigación desarrollado para el programa Joven investigadora e innovadora 2010, en la Facultad de Psicología de la Universidad de San Buenaventura, Medellín. Volver


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