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Acta Colombiana de Psicología

Print version ISSN 0123-9155

Act.Colom.Psicol. vol.14 no.2 Bogotá July/Dec. 2011

 

ARTÍCULO

CREENCIAS Y CONDUCTAS AMBIENTALES, LIBERALISMO ECONÓMICO Y FELICIDAD1

ENVIRONMENTAL BELIEFS AND BEHAVIOR, ECONOMIC LIBERALISM AND HAPPINESS

CRENÇAS E CONDUTAS AMBIENTAIS, LIBERALISMO ECONÔMICO E FELICIDADE

EMILIO MOYANO-DÍAZa*, FELIPE A. CORNEJOb, ISMAEL GALLARDOc
UNIVERSIDAD DE TALCA, TALCA, CHILE

a* Emilio Moyano Díaz. Universidad de Talca, Facultad de Psicología Casilla N° 747. Talca/Chile. Tel: (56-71) 201713. Fax: (5671)201510 emoyano@utalca.cl.



Recibido, abril 11/2011
Concepto evaluación, octubre 4/2011
Aceptado, noviembre 16/2011

Resumen

Se identifican y analizan las creencias ambientales agrupadas bajo los términos 'nuevo paradigma ambiental’ (NPE, Dunlap, Van Liere, Merting& Jones, 2000) respecto de la conducta ambiental, el liberalismo económico, la religiosidad y la felicidad en la población joven -urbana y rural- de una región del valle central de Chile. Una muestra de 409 participantes de 33 años de edad promedio respondió una batería de instrumentos constituida por el NEP-R que mide creencias acerca de la relación entre el hombre y la naturaleza por medio de dos dimensiones: antropocentrismo y ecocentrismo; la Escala de Conducta Ecológica (ECE); la Escala de Liberalismo Económico (ELE), y la de Felicidad Subjetiva (EFS). La procedencia urbana o rural no tiene efectos sobre ninguna de las variables evaluadas. Las creencias generales a favor del medio ambiente están relacionadas positivamente con la conducta ecológica (o pro-ambiental) y la felicidad subjetiva, no así con el liberalismo económico (rs(409) ≥0,138; ps≤ 0,041). Este último está correlacionado sólo con los aspectos de las creencias asociados al pensamiento anti-antropocéntrico (r(409)= 0,192; p= 0,004) de modo que quienes tienen un pensamiento económicamente más liberal no creen en la supremacía del hombre sobre la naturaleza. Quienes se adscriben a alguna religión tienen más creencias ecocéntricas que quienes no, sin observarse diferencias etarias ni sexuales para otras variables. Se plantean preguntas e implicaciones y se debate acerca de éstos y otros resultados.

Palabras clave: NEP-R, conducta ecológica, liberalismo, religiosidad, felicidad


Abstract

We identified and analyzed environmental beliefs grouped under the terms 'new environmental paradigm’ (NEP, Dunlap, Van Liere, Mertingen and Jones, 2000) about the environmental behavior, economic liberalism, religiosity and happiness in young people from a central valley region of Chile. A sample of 409 participants, with average of 33 years answered a battery of instruments consisting of the NEP-R which measures beliefs about the relationship between man and nature by two-dimensional-centrism and anthropocentrism, Ecological Behavior Scale (EBS), Economic Liberalism Scale (ELS) and the Subjective Happiness Scale (SHS). The rural or urban origin has no effect on any variables measured. The general beliefs in favor of the environment are positively related to ecological behavior (pro-environmental behavior) and subjective happiness, but not with economic liberalism (rs(409) ≥ 0.138, ps ≤ 0.041). The economic liberalism is correlated only with the beliefs about the anti-anthropocentric thinking (r(409) = 0.192, p = 0.004) so that those who are most economically liberal do not believe in the supremacy of man over nature. Those who subscribe to any religion have more ecocentric beliefs than who do not have, without sex or age differences were observed for other variables. Questions are raised and debate about these and other results.

Key words: NEP-R, behavioral ecology, liberalism, religiosity, happiness


Resumo

Identificam-se e analisam-se as crenças ambientais agrupadas sob os termos 'novo paradigma ambiental’ (NPE, Dunlap, Van Liere, Merting& Jones, 2000) sobre a conduta ambiental, o liberalismo econômico, a religiosidade e a felicidade na população jovem -urbana e rural- de uma região do vale central do Chile. Uma mostra de 409 participantes de 33 anos de idade média respondeu uma bateria de instrumentos constituída pelo NEP-R que mede crenças sobre a relação entre o homem e a natureza por meio de duas dimensões: antropocentrismo e ecocentrismo; a Escala de Conduta Ecológica (ECE); a Escala de Liberalismo Econômico (ELE), e a de Felicidade Subjetiva (EFS). A procedência urbana ou rural não tem efeitos sobre nenhuma das variáveis avaliadas. As crenças gerais a favor do medioambiente estão relacionadas positivamente com a conduta ecológica (ou pró-ambiental) e a felicidade subjetiva, não assim com o liberalismo econômico (rs(409) ≥0,138; ps≤ 0,041). Este último está correlacionado só com os aspectos das crenças associados ao pensamento anti-antropocêntrico (r(409)= 0,192; p= 0,004) de modo que quem tem um pensamento economicamente mais liberal não acreditam na supremacia do homem sobre a natureza. As pessoas que estão vinculadas a alguma religião tem mais crenças ecocéntricas que os que não, sem observarem-se diferenças etárias nem sexuais para outras variáveis. São propostas perguntas e implicações e se debate sobre estes e outros resultados.

Palavras-chave: NEP-R, conduta ecológica, liberalismo, religiosidade, felicidade


Introducción

El mundo experimenta un escenario ambientalmente complejo donde la acción productiva del hombre sobre los recursos naturales ha generado contaminación ambiental como nunca antes, la que a su vez causa efectos nocivos sobre la salud, e incluso, pone en riesgo su sobrevivencia. La contaminación ambiental y los cambios ambientales han significado bruscas alteraciones, tanto en el ecosistema, como en la interacción hombre-medio, produciendo consecuencias e impactos económicos y sociales, además de efectos sobre la calidad de vida y salud de las personas (Bodur&Sarigollu, 2005; Taskin, 2009; Vlek&Steg, 2007). Aunque hay dificultades metodológicas por la falta de disponibilidad de sistemas de información acerca de la exposición a numerosos factores ambientales sospechosos de causar problemas de salud, estimaciones de países industrializados muestran que un 20% de la incidencia total de enfermedades se debe a la existenciade factores ambientales. Más específicamente, un tercio de las muertes en el grupo de edad de 0-19 años de edad es atribuible a exposiciones a la contaminación del aire interior y exterior al lugar, agua y saneamiento, sustancias y preparados químicos, y lesiones producidas por accidentes (Vargas, 2005).

Los cambios climáticos han sido fenómenos naturales en la historia del planeta, pero desde hace alrededor de veinte años el calentamiento global y el cambio climático no natural, es decir, el provocado por la emisión de gases invernadero debido a la actividad productiva moderna, y que según algunos tiene en jaque la sobrevivencia de la especie a mediano o corto plazo, es tema convocante a cumbres internacionales - la última de las cuales en Cancún, México 2010- para buscar modos de afrontamiento. En éstas, la firma de acuerdos de control de emisión y otras medidas para contrarrestar el impacto negativo de la contaminación sobre el medio ambiente contraponen los intereses de statu quo y bienestar de los países hiper-industrializados respecto de los que se encuentran en vías de desarrollo (Stern, Oskam, 1987).Los efectos del cambio climático y la generación de estrategias para mitigarle no son temas ajenos a Chile. En efecto, la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) ha señalado que como resultado de prácticas no adecuadas en el aprovechamiento de los recursos naturales, y de un descontrolado crecimiento industrial en las ciudades, se ha producido un daño medio ambiental que ha impactado de forma negativa la vida de los chilenos (CONAMA, 2007; Fadda& Jirón, 2001). Entre los principales problemas ambientales de Chile están la contaminación del aire provocada por gases y partículas dañinas, como el carbono proveniente principalmente de vehículos y fábricas en su actividad productiva y, en menor medida, de origen domiciliario, como es el caso de la calefacción, y de incendios (Celis y Morales, 2007; Préndez y Ulriksen, 1993) en cantidades y concentración tales que el ambiente no es capaz de absorber sin alterarse significativamente. Otro aspecto es la contaminación del agua, recurso altamente privatizado en el país, con desechos humanos, tanto biológicos como químicos y, finalmente, la contaminación de los suelos -también relevante en Chile- porque se trata de una de las principales materias primas que afecta principalmente a la agricultura, la ganadería y la industria vitivinícola (Rubio et al., 2004). Frente a estos problemas han surgido variadas respuestas institucionales provenientes de universidades, de la Corporación de Desarrollo Forestal (CODEF), de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), de la Comisión Nacional Forestal (CONAF), del Consejo de Producción Limpia (CPL) y de otras entidades no gubernamentales y multinacionales como Greenpeace Chile, Ciudad Verde, entre otras, que proponen medidas tendientes a mitigar los efectos contaminantes, así como a la conservación y preservación del ambiente.

A nivel internacional, a pesar del conflicto que opone política y económicamente los intereses de países ricos y países pobres en el tema ambiental, son realizados esfuerzos por educar o concientizar especialmente a jóvenes y niños respecto del valor de la protección y preservación del ambiente, asumiendo que son las 'futuras generaciones’ las llamadas a desarrollar y aplicar -haciéndolos propios- los valores y creencias relativos al cuidado y preservación del ambiente en su actividad como adultos productivos. La intervención educativa se sustenta implícitamente en la idea de que lo que está a la base de los problemas ambientales es el sistema de creencias que las personas tienen respecto del ambiente. La psicología ambiental ha ido poniendo en evidencia que las creencias acerca del ambiente que tienen las personas constituyen un factorque predispone a la realización de conductas de protección ambiental (Obregón y Zaragoza, 2000). Entre los aportes teóricos la psicología ambiental ha provisto diferentes enfoques acerca del estudio de las creencias ambientales distinguiéndose en primer lugar aquél donde se propone explicaciones o creencias denominadas antropocéntricas (Bechtel, Corral-Verdugo, Asaic & Gonzalez, 2006; Casey & Scott, 2006; Dunlap, 1980; Jones & Dunlap, 1992; Dunlap, 2008; Dunlap, Van Liere, Merting & Jones, 2000; Olli, Grendstad & Wollebaek, 2001). Estas afirman la supremacía del ser humano sobre la naturaleza, la existencia deabundancia de recursos naturales y, por tanto, la no limitación a su explotación o no necesidad de conservarlos, sumado a la existencia de una cultura y tecnología cada vez más desarrolladas que permitirán al hombre adaptar la naturaleza a sus fines, más que ellos adaptarse a aquélla. A este conjunto integrado de creencias se le ha considerado como un paradigma social dominante (Dunlap, 1980), y parece que efectivamente permitió dar cuenta de cómo la mayoría de las personas del mundo occidental -al menos- durante la mayor parte del siglo XX pensaba respecto dela relación hombre naturaleza.

A medida en que ha transcurrido el tiempo y ha aumentado la sensibilidad y conciencia ambiental, aquellas creencias han mutado lo que ha dado lugar a un nuevo enfoque que las resume denominado 'Nuevo Paradigma Ambiental’ (New Environmental Paradigm, NEP) también designado como paradigma ecológico o ecocéntrico (Dunlap et al., 2000). Se afirma en éste un rol activo y responsable del ser humano en la valoración y la protección de la naturaleza, una compasión generalizada hacia otras especies, personas y generaciones, un planeamiento cuidadoso del futuro para evitar los riesgos de la actividad humana sobre la naturaleza reconociendo que existe límite al crecimiento (económico) al que los humanos se deben adaptar, y que se debe crear una nueva sociedad con cooperación, apertura y participación (Milbrath, 1984). Las creencias características delos enfoques antropocéntrico y ecocéntrico han sido medidas en numerosos estudios utilizando la escala NEP (e. g., Dunlap & Van Liere, 1978; Luck, 2003; Bostrom, Barke, Mohana, Turaga & O’ Connor, 2006) y, más recientemente, la versión revisada o actualizada de ésta -NEP-R- (e.g., Dunlap, Van Liere, Merting & Jones, 2000; Moreno, Corraliza & Ruiz, 2005; Manoli, Johnson, Dunlap, 2007). En éstos se ha puesto en relación las creencias ambientales propias de estos enfoques con una serie de variables entre las que destacan, además de las de tipo socio-demográficas, creencias religiosas e ideológicas, actitudes ambientales, conductas ecológicas, bienestar, felicidad, factores de personalidad e ideologías políticas (Triandis, 2000; Negrón, Arias & Delbery, 2002; Byrka, Hartig & Kaiser, 2010; Taskin, 2009; Peterson & Liu, 2008).

Los estudios sugieren la importancia de identificar relaciones entre creencias ambientales y la realización de conductas pro-ambientales, poniendo atención particular en la población joven. Ha habido discusión y resultados disímiles respecto de algunas variables socio-demográficas tales como la edad, respecto dela cual se discute si son los jóvenes o los mayores quienes presentan más ecologismo (e.g., Jiménez & Lafuente, 2007; Navarro, 2000; Pato & Tamayo, 2006; Vicente &Aldamiz-Echeverría, 2003; Milfont & Duckitt, 2004). Por otra parte, la idea nacida de la cosmovisión cultural patriarcal más tradicional respecto de que la mujer estaría más cerca de la naturaleza, y por tanto, sería más sensible o preocupada respecto de los problemas ambientales y el ambiente en general que el hombre (éste más orientado a la cultura), ha sido observada en algunos estudios respecto del comportamiento y el activismo ecológico (Yang, 2000; Torgler & García Valiñas, 2005; Moyano Díaz, Maturana & Villablanca, 2002, respectivamente). En su conjunto, las numerosas investigaciones sobre variables demográficas relacionadas con el ambiente no han arrojado un patrón claro de resultados de modo que no es aconsejable confiar en este tipo de variables como antecedentes del comportamiento ecológico o de conservación ambiental al menos (Pato & Tamayo, 2006). Más allá de lo demográfico, en otras investigaciones se ha puesto acento en variables de interés cultural. Ha sido sugerido que quienes son demócratas y liberales se encontrarían más interesados en los problemas ambientales en comparación con quienes adscriben posiciones políticas de derecha como conservadores y republicanos (Jiménez y Lafuente, 2007; Vicente y Aldamiz-Echeverría, 2003). Algunos estudios han mostrado, sin embargo, que quienes tienen identificación ideológica -independientemente de cuál sea ésta y sin diferenciarse netamente entre ellas- están más interesados en la protección del ambiente que quienes no adscriben ninguna (Aragonés, Sevillano, Cortés & Amérigo, 2006). La relación entre valores generales (enfoque de Schwartz), creencias ambientales y el comportamiento ecológico de activismo pro-ambiental tiene soporte empírico, y constituye una interesante línea de trabajo para quienes están interesados en el activismo ambiental (Pato &Tamayo, 2006; Moyano Díaz, Cornejo & Gallardo, 2011). El utilitarismo y las creencias de tipo instrumental han sido consideradas características propias del pensamiento liberal y, por tanto, habrían de caracterizar también a quienes lo son, en su relación con el ambiente. Sin embargo, y contrariamente a lo esperado, se ha reportado una relación significativa entre liberalismo y comportamiento pro-ambiental o ecológico (Cary, 1993 en Obregón y Zaragoza, 2000). Sin embargo, y dado que el liberalismo en general parece haberse expandido fuertemente en la sociedad chilena desde hace algunos años -independientemente de partidos políticos de derecha o izquierda, empresarios y no empresarios u otros roles o condiciones- parece ser más apropiado focalizarse en una medida de liberalismo económico. Así, en el presente estudio utilizaremos una medida de liberalismo económico.

También ha sido sugerido que habría diferencias en la visión pro-ecológica entre sociedades tradicionales y modernas, donde en las primeras debería encontrarse un sentido mayor de integración individuo-ambiente (y más colectivismo, agreguemos) que en las últimas (Obregón y Zaragoza, 2000). Más que en sociedades posmodernas, en las sociedades modernas -donde tal vez podemos incluir la chilena-, habría de esperarse un predominio de creencias no ecológicas o antropocéntricas,producto de la creencia mayor en la supremacía del individuo sobre la naturaleza y sobre el colectivo social, y de una instrumentalización del ambiente para alcanzar intereses individuales. Por otro lado, un tipo particular de ideología, como es la religiosa, ha sido explorado en algunos estudios encontrándoseuna relación significativa entre la práctica de una religión en particular con las creencias sobre el medio ambiente (Lewis, Maltby y Day, 2005; Peterson &Liu, 2008).

Por último, y por que los estados emocionales han sido generalmenteignorados en los estudios sobre creencias ambientales, se medirá también aquí la felicidad,esperando encontrar una relación entre ésta y las creencias y conductas ambientales. Ha sido reportado que la exposición a lo natural tiene efectos positivos sobre la salud, sobre la atención y ejecución de tareas de tipo cognitivo y más globalmente sobre la restauración física de las personas y su bienestar emocional traducido en un ánimo positivo y sensaciones placenteras -felicidad- conformando un estado de afinidad emocional que puede traducirse en preocupación y acción a favor del ambiente (Kals, Schumacher & Montada, 1999; Noony, Woodrum, Hoban & Clifford). Esperamos así que quienes aparezcan con creencias predominantemente ecológicas o pro-ambientales y desplieguen un comportamiento ecológico con mayor frecuencia que el resto se espera que tengan estados emocionales positivos como consecuencia de ello, experimentando más felicidad, y ello a su vez les traiga como efecto aumentar la probabilidad de interacciones positivas con otros al realizar actividades de contribución personal aactividades socialmente valoradas. Producir conocimiento relativo a las relaciones entre creencias, actitudes y conductas ambientales no sólo tiene valor teórico o intrínseco, sino que también es de utilidad para el diseño e implementación depolíticas públicas, educación ambiental y campañas publicitarias eficaces para el cuidado yla protección del medioambiente.

En síntesis, en este estudio se busca describir las relaciones entre creencias ambientales y económicas, religiosas y políticas, con la felicidad.

Método

Muestra

Constituida por 409 participantes seleccionados por conveniencia o disponibilidad, con edad promedio de 33 años y una moda de 22, con más del 50% (224) ubicado en el rango etario de 20 a 24 años de la ciudad de Talca (200.000 habitantes), en Chile, principalmente jóvenes de sexo femenino (231) y urbanos (378) siendo mayoritariamente creyentes en alguna religión, principalmente la católica (302) y la evangélica (40).

Instrumentos

Se utilizan cuatro instrumentos, según se detalla a continuación:

1. Escala de Nuevo Paradigma Ecológico (NEP-R): Creada originalmente por Dunlap, Van Liere, Merting & Jones (2000) constituida por 15 ítems organizados en una escala Likert de 1 a 5, donde 1 es completamente de acuerdo, 3 es neutro y 5 completamente en desacuerdo. La escala tiene cinco dimensiones correspondientes a "equilibrio de la naturaleza", "crisis ecológica", "limitaciones de crecimiento", "pensamiento anti-antropocéntrico" y "responsabilidad humana". Aun cuando el número de dimensiones obtenidas no es del todo consensuado, esta escala tiene una adecuada confiabilidad por consistencia interna (α= 0,83).

2. Escala de Conducta Ecológica (ECE): Creada originalmente por Weigel & Weigel (1978), y adaptada por Hernández, Suárez, Martínez-Torvisco & Hess (1997), evalúa la frecuencia en que se realizan conductas ecológicas específicas tales como reciclar, promover el cuidado del medio ambiente, la compra de productos no contaminantes, entre otros. Esta escala consta de ocho ítems de formato Likert de 5 puntos, donde 1 corresponde a nunca (ausencia de la conducta), 3 a ocasionalmente, y 5 a muy a menudo.

3. Escala de Liberalismo Económico (ELE): Creada para evaluar la dimensión económica del "Paradigma Social Dominante" por Kilbourne, Beckmann & Thelen (2002), permite identificar el grado de liberalismo en el pensamiento económico de las personas. Consta de tres ítems que se responden de 1(fuertemente en desacuerdo) a 7 (fuertemente de acuerdo).

4. Escala de Felicidad de Lyubomirsky & Lepper: Creada en 1999, consta de cuatro ítems que son respondidos usando una escala de diferencial semántico de 1 a 7, donde 1 es nada o no muy feliz, mientras que 7 es mucho o muy feliz. Se utilizará la versión utilizada y reportada en Chile por Moyano Díaz (2010) que posee una adecuada confiabilidad por consistencia interna (alfa de Cronbach de 0,78 y estabilidad test-retest de 0,77), y una estructura monofactorial (AFE de máxima verosimilitud) explicativo del 61,1% de la varianza (Moyano Díaz, 2010).

Procedimiento

Licenciados en Psicología de la carrera de Psicología de la Universidad de Talca ubicaron posibles participantes de entre sus redes sociales en sus barrios de residencia, así como entre conocidos de zonas residenciales aledañas a sus hogares, lo que permitió considerar a participantes gran parte de la ciudad. Tanto el contacto como la aplicación de los instrumentos fueron realizados de forma individual y cara a cara. A cada participante se le describió las características del estudio, así como las condiciones de la entrevista, y el entrevistado decidía de forma voluntaria su participación. Luego de asegurar la colaboración del entrevistado, se procedió a aplicar la batería de cuestionarios ya referida a lo que adicionalmente se agregaron preguntas destinadas a recopilar información socio-demográfica relativa a zona de procedencia, edad, religión y posición frente a ciertos eventos como la construcción de centrales nucleares. Las respuestas a cada pregunta fueron registradas por el entrevistador en un formulario en papel.

Plan de análisis

En primer lugar, para describir las puntuaciones generales según las variables demográficas de interés se efectuó análisis de estadística descriptiva, considerando medidas de tendencia central (media) y de dispersión (desviación estándar). Luego de verificar los supuestos de normalidad y homocedasticidad de las medidas consideradas en el análisis fue evaluada la presencia o ausencia de diferencias en la distribución de las escalas usadas (NEP-R, ECE, ELE y EFS) según las variables socio-demográficas controladas (zona, religión, sexo y edad), para lo cual se efectuaron cuatro ANOVAS de un factor (una para cada variable demográfica).

Finalmente, se describieron las relaciones entre cada una de las variables de interés (NEP-R, ECE, ELE y EFS) utilizando correlaciones bivariadas de Pearson.

Resultados

Caracterización general de la muestra: Zona de proveniencia, edad, religión y sexo.

Se observa que la zona de procedencia (rural o urbana) de los participantes no afecta significativamente a sus creencias medio ambientales, ni tampoco su conducta ecológica (Fs(1, 408)≤ 1,579; ps≥0,210). Tanto participantes provenientes de lo rural como de lo urbano reportan creencias neutrales acerca del medio ambiente (Mrural= 3,385; DSrural= 0,428; Murbano= 3,412; DSurbano=0,319), así como una conducta ecológica ocasional (Mrural=2,711; DSrural= 0,861; Murbano= 2,645; DSurbano= 0,841). Tampoco se observa un efecto sobre el pensamiento económico liberal y la felicidad subjetiva reportada por los participantes (Fs(1, 408)≤ 1,433; ps≥0,232), encontrándose tanto para rurales como urbanos una posición neutral hacia el liberalismo económico (Mrural= 2,454; DSrural= 1,632; Murbano= 2,391; DSurbano= 1,602) y un moderado nivel de felicidad (Mrural= 4,158; DSrural= 1,042; Murbano= 4,099; DSurbano= 1,036). Respecto a la edad y sexo de los participantes no se observan efectos significativos para ninguna de las variables de interés (Fs(1, 408) ≤ 2,086; ps ≥ 0,068) y (Fs (1, 408) ≤ 0,354; ps ≥ 0,552).

En relación a la religión, sólo se observan efectos significativos sobre la creencia medioambiental, donde los que profesan una religión tienen una creencia más pro-ambiental que quienes no la profesan (M = 4,681; DS = 0,406; M= 4,568; DS = 0,360; F (1, 408) = 5,235; p = 0,023). No se observan diferencias significativas para el resto de las variables de interés -ECE, ELE, FS- (Fs(1, 408) ≤ 1,797; ps ≥ 0,380). En general, tanto las personas religiosas como las no religiosas presentan una conducta ecológica ocasional (M = 2,702; DS = 0,994; M = 2,801; DS = 0,891), una posición neutral hacia el liberalismo económico (M = 4,33; DS = 1,690; M = 4,39; DS = 1,531) y un moderado nivel de felicidad (M = 5,158; DS = 0,053; M = 5,231; DS = 0,026).

Creencias acerca del medioambiente, conducta ecológica, liberalismo económico y felicidad.

Las creencias acerca del medioambiente reportadas por el NEP-R se encuentran relacionadas, tanto con la conducta ecológica (ECE), como con la felicidad subjetiva (EFS), no así con el liberalismo económico (ELE). Las creencias hacia el medio ambiente correlacionan positivamente con la conducta ecológica (r (409)= 0,138, p= 0,041) y con la felicidad (r (409)= 0,169; p= 0,013), en magnitudes no altas.

El análisis dela relación entre conducta ecológica y las dimensiones de las creencias medioambientales muestra relaciones significativas sólo para las dimensiones "Responsabilidad humana" y "Crisis ecológica" (rs(409) ≥ 0,214; ps ≤ 0,020), siendo en ambos casos las correlaciones superiores a aquélla correspondiente a la escala general NEP-R. De esta manera, quienes creen tener responsabilidades respecto al medioambiente y que se enfrenta una potencial crisis ecológica, tienden a realizar más conductas ecológicas.

En lo que respecta a la felicidad, ésta aparece correlacionada significativamente con tres de las cinco dimensiones del NEP-R, a saber; "Equilibrio de la Naturaleza" (r (409)= 0,174; p =0,010), "Crisis ecológica" (r (409)= 0,180; p = 0,008) y "Responsabilidad humana" (r (409)= 0,233; p = 0,001). De esta manera, quienes poseen creencias pro-ambientales asociadas a que el equilibrio de la naturaleza debe ser cautelado, y que es responsabilidad humana mantener el medio ambiente, tienden a ser más felices que quienes no manifiestan creencias a favor del medio ambiente. Cuando se evalúa la relación entre las dimensiones del NEP-R y el pensamiento económico liberal, se identifica una sola correlación positiva y significativa con la dimensión "Pensamiento anti-antropocéntrico" del NEP-R (r (409)= 0,147; p= 0,047). Así, quienes tienen un pensamiento económico liberal más marcado aparecen también aquí como más anti-antropocéntricos. El pensamiento económico liberal no aparece correlacionado significativamente con ninguna de las otras dimensiones de las creencias ambientales (rs (409) ≤ 0,090; ps ≥ 0,131) aunque sí en cambio con la conducta ecológica (r (409) = 0,192; p = 0,004), y ésta con la felicidad (r (409)= 0,212; p = 0,002). Así, a mayor liberalismo en el pensamiento económico más conducta ecológica, y a mayor conducta ecológica mayor felicidad. No se observa una relación significativa directa entre liberalismo económico y felicidad; sin embargo, (r (409)= 0,091; p = 0,184), es decir, el pensamiento económico liberal no está necesariamente asociado a la felicidad sino que está mediado por el comportamiento ecológico, de modo que quienes además de tener pensamiento económico liberal realicen comportamientos ecológicos son más felices que quienes no (en tabla 1 son resumidas las correlaciones generales entre NEP-R, ECE, EL y EFS).

Discusión

Los resultados de la aplicación de los instrumentos muestran que las creencias a favor del medioambiente se correlacionan con la realización de conductas congruentes con ellas; es decir, a mayor puntuación en NEP-R, más conducta ecológica . A diferencia de lo observado en la literatura previa respecto de una ausencia de relación positiva significativa entre las creencias ambientales y la conducta ecológica (Bechtel, Verdugo, & Pinheiro, 1999; García-Mira & Real-Deus, 2001; Hines, Hungerford, & Tomera, 1987; Moreno et al., 2005), aquí sí se observa tal relación positiva y significativa, aun cuando ésta sea más bien débil . Este resultado estaría indicando que una evaluación de actitud ambiental general o global -o de las creencias ambientales comolo que mide el NEP-R- permite en alguna medida predecir la conducta ecológica tal como medida por la ECE, aun con la cautela de que la correlación encontrada es baja. De las cinco dimensiones del NEP-R, las relativas a responsabilidad humana y la crisis ecológica correlacionan aquí de mejor forma que las otras dimensiones respecto a las conductas específicas incluidas en la ECE. Esto sugiere la necesidad de distinguir que en un mismo instrumento pueden encontrarse dimensiones de diferente nivel de medida, y que por tanto, se debe cautelar los objetivos y estrategias de análisis al utilizar instrumento como el NEP-R. Esto reafirma la importancia de asegurar que el nivel de ambas medidas a utilizar sea congruente;es decir, en este "caso creencias sobre el medioambiente" y "conductas ecológicas". En otros estudios en que también se ha utilizado alguna de estas escalas (NEP-R o ECE) junto con otras que han evaluado actitudes, se ha reportado ausencia de relación actitud-conducta o resultados inconsistentes, lo que sería explicado por la ausencia de equivalencia en el nivel las medidas empleadas -creencias, actitud y conducta-(Gooch, 1995; Obregón & Corral-Verdugo, 1997; Le Trobe & Acott, 2000; García Mira & Rewa-Deus, 2001; Moyano Díaz, et al., 2002).

Las creencias generales acerca del ambiente incluidas en el NEP-R aparecen asociadas a la felicidad y no al pensamiento económico liberal, aunque sí una dimensión de aquéllas lo está con éste; la dimensión pensamiento anti-antropocéntrico correlaciona con el pensamiento económico liberal, de modo que a mayor liberalismo económico, mayor creencia ecocéntrica de respeto o protección del ambiente. Esto parece contra-intuitivo o, al menos, va en contra de la representación social más habitual y que tal vez entonces sea un prejuicio; que quien tiene pensamiento económico liberal necesariamente está por la explotación sin trabas ni límites de los recursos naturales o del medio ambiente. Cabe destacar que en esta muestra más bien joven -no necesariamente empresarios- esto no parece así. Tal vez se está detectando aquí una creencia propia de la nueva generación de chilenos que tiende eventualmente a superar la antinomia relativa a conservación versus explotación de los recursos naturales. Se trataría entonces de jóvenes que asumen liberalismo en el pensamiento económico, pero no al punto de que ello permita poner en riesgo la supervivencia del negocio ni de las personas. Tal vez en Chile casos como el de la industria salmonífera en 2009, cuya sobreexplotación arruinó a varias empresas exportadoras del rubro, por una parte, y el de los 33 mineros en 2010 produciendo minerales en condiciones de alta inseguridad (y rescatados vivos después de 70 días de aislamiento), contribuyen a impactar positivamente en esta dirección. Tal vez, también, de modo no excluyente, se trate de la asimilación de algunas ideas que ya han sido formuladas hace tiempo y que hemos puesto en evidencia previamente (Moyano Díaz et al., 2002), referidas a que no hay propiamente 'desarrollo’ sin un adecuado equilibrio entre explotación de la naturaleza y protección o cuidado de la misma simultáneamente; que el desarrollo debe ser sustentable, significando con ello que la explotación de los recursos hoy no puede amagar la supervivencia de las generaciones futuras (Comisión Brundtland, 1983; Duffy, 2000), aunque el llamado de ésta última corresponda -tras su apariencia ecologista o pro-ambientalista- a una visión claramente antropocéntrica al fin y al cabo.

La conducta ecológica -más que las creencias ambientales y el pensamiento económico liberal- correlaciona con la felicidad, lo que permite reafirmar que hacer el bien hace efectivamente bien -también a quien lo realiza- y, quizá que el ser feliz haga más probable comportarse haciendo el bien ó actuar pro-ser humano y pro-naturaleza. La felicidad ha aparecido más asociada a religiosidad en estudios en los que se ha utilizado medidas de aquella referidas a bienestar subjetivo -alcance de metas desafiantes, estadios superiores del desarrollo humano- más que al bienestar psicológico (felicidad como emociones positivas actuales o presentes, dimensión temporal reducida) . Aquí el resultado parece ir en esta misma línea, ya que usando una medida de felicidad de aquel primer tipo, se ha encontrado correlación con las dimensiones de las creencias ambientales 'responsabilidad humana’, 'crisis ecológica’ y 'equilibrio de la naturaleza’ pero, especialmente y como se indicó, con la conducta ecológica, mostrando tal vez esto un nivel de desarrollo humano superior en su relación con la naturaleza. Si algunos de los jóvenes de la muestra analizada se dedican a la explotación de recursos naturales o a cualquier empresa del ámbito, nuestros resultadosson sin duda esperanzadores sobre cuál será su conducta al respecto. Todo indica que los ciudadanos están alcanzando un nivel de conciencia superior y más refinada respecto a la temática ambiental.

Futuros estudios podrían utilizar métodos de medición de conducta distintos al auto-reporte para corroborar la existencia de relación entre creencias y conductas ambientales. Pero, muy especialmente, se podría buscar identificar cuál es la cadena causal entre estas variables o bajo qué condiciones las creencias y conductas ambientales se vinculan con la felicidad, lo que exige métodos de campo mediante aproximaciones de tipo experimental.


1 Este estudio forma parte del Programa de Investigación en Calidad de Vida y Ambientes Saludables (PICVAS) de la Facultad de Psicología deUniversidad de Talca. Volver


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