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Acta Colombiana de Psicología

Print version ISSN 0123-9155

Act.Colom.Psicol. vol.15 no.1 Bogotá Jan./June 2012

 

ARTÍCULO

HABILIDADES SOCIALES, AISLAMIENTO Y COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN ADOLESCENTES EN CONTEXTOS DE POBREZA

SOCIAL SKILLS, ISOLATION AND ANTI-SOCIAL BEHAVIOR IN ADOLESCENTS FROM POVERTY CONTEXTS

HABILIDADES SOCIAIS, ISOLAMENTO E COMPORTAMENTO ANTISSOCIAL EM ADOLESCENTES EM CONTEXTOS DE POBREZA

COHEN IMACH SILVINAa, CABALLERO SILVINA VALERIAb Y MEJAIL SERGIOc
UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN, ARGENTINA
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
HORMIGO KARINAd
UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN, ARGENTINA
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

a España 941 (4000) S. M. de Tucumán. Argentina. parolocohen@arnet.com.ar
b Las Tipas 500. Villa Carmela. Tel: (0381) 4931589. caballero.silvinavaleria@gmail.com
c Santa Fe 3456 (4000) S. M. de Tucumán. Argentina. smejail@tucbbs.com.ar
d Bº Lomas de Tafí I Mz D L 6. Tafí Viejo (4103). Tucumán. Argentina. Tel. (0381) 4618214. karinahormigo@yaoo.com.ar



Recibido, febrero 1/2011
Concepto evaluación, junio 13/2011
Aceptado, febrero 6/2012

Resumen

El trabajo explora las habilidades sociales y la presencia de comportamientos antisociales, aislamiento social y sentimientos de soledad en adolescentes de nivel socioeconómico bajo de Tucumán, Argentina. Se trató de un estudio descriptivo-correlacional, con muestreo intencional formado por 106 mujeres y varones escolarizados de 5° y 6° grado. Los instrumentos utilizados fueron el BAS-3, el CC-A (Martorell y González, 1992), el CAS (Casullo, 1996) y una encuesta sociodemográfica. El análisis de los datos se realizó con el paquete PAWS Statistics 18. Se observó la prevalencia de comportamientos de consideración por los demás (M=10.84; DE=2.62), Autocontrol (M=8.74; DE=2.50) y Liderazgo (M=7.50; DE=2.66) sobre los comportamientos de Aislamiento social (M=6.25; DE=2.50) y Retraimiento (M=4.38; DE=2.14). En cuanto al género, se hallaron diferencias significativas en Liderazgo, siendo más alta en mujeres que en varones (t=2.46, p=0.05).

Palabras clave: Adolescencia, Habilidades sociales, Comportamiento de aislamiento, Sentimientos de Soledad, Comportamiento antisocial


Abstract

The paper explores social skills and the presence of anti-social behavior, social isolation and feelings of loneliness in adolescents of low socioeconomic status from Tucumán, Argentina. It was a descriptive-correlational study using an intentional sampling consisting of 106 school girls and boys from 5° and 6°grade. The instruments used were the BAS-3, the CC-A (Gonzalez & Martorell, 1992), the CAS (Casullo, 1996) and a demographic survey. Data were analyzed with the statistical package PAWS Statistics 18. Results showed the prevalence of behaviors of Consideration for others (M=10.84; S=2.62), Self-control (M=8.74; S=2.50) and Leadership (M=7.50; S=2.66), compared with the social isolation behavior (M=6.25; S=2.50) and withdrawal (M=4.38; S=2.14). Regarding gender, significant differences were found in Leadership, being higher in women than in men (t=2.46, p=0.05).

Key words: Adolescence, Social-skills, Social isolation, Loneliness, Antisocial behavior


Resumo

O trabalho explora as habilidades sociais e a presença de comportamentos antissociais, isolamento social e sentimentos de solidão em adolescentes de nível socioeconômico baixo de Tucumán, Argentina. Tratou-se de um estudo descritivo-correlacional, com mostra intencional formado por 106 mulheres e homens escolarizados de 5° e 6° grado. Os instrumentos utilizados foram o BAS-3, o CC-A (Martorell e González, 1992), o CAS (Casullo, 1996) e uma pesquisa sociodemográfica. A análise dos dados realizou-se com o pacote PAWS Statistics 18. Observou-se a prevalência de comportamentos de Consideração pelos demais (M=10.84; DE=2.62), Autocontrole (M=8.74; DE=2.50) e Liderança (M=7.50; DE=2.66) sobre os comportamentos de Isolamento social (M=6.25; DE=2.50) e Retraimento (M=4.38; DE=2.14). Em quanto ao gênero, se encontraram diferenças significativas em Liderança, sendo mais alto em mulheres que em homens (t=2.46, p=0.05).

Palavras-chave: Adolescência, Habilidades sociais, Comportamento de isolamento, Sentimentos de Solidão, Comportamento antissocial.


Adolescencia y contexto

La adolescencia ha sido considerada como una etapa en el ciclo vital, en la cual el individuo va consolidando su personalidad, con el aprendizaje de habilidades y competencias, la internalización de pautas y modelos culturales, la adquisición de una identidad sexual y la construcción de un proyecto futuro.

Weissmann (2003) define este periodo como una etapa de la vida que comienza en la pubertad y culmina cuando el joven alcanza la autonomía y puede asumir la responsabilidad de su propia vida. En este trayecto se producen transformaciones que llevan a la búsqueda de autonomía respecto de las figuras parentales, al tiempo que se produce la identificación con el grupo de pares, que pasa a tener un rol decisivo en la constitución de una red social de apoyo.

Existe coincidencia entre numerosos autores (Funes, 1991; Levi y Schmitt, 1996) en considerar la influencia del contexto sobre el comportamiento adolescente, aportando factores protectores, a través de una red de valores y normas que colaboran en la autoafirmación del yo; o bien, factores de riesgo, vinculados a la hostilidad, pobreza, exclusión que debilitan al sujeto y potencian la expulsión del grupo social dominante (Contini, Mejail, Coronel y Cohen Imach, 2010). Así, ambientes socioculturales más desfavorecidos tenderán a crear mayor grado de vulnerabilidad en niños y adolescentes.

Por su parte, el concepto de pobreza apunta a una condición de privación, vinculada al ingreso monetario real que la gente recibe, pero involucra además el valor que se otorga a la posesión de determinados objetos materiales. Ese valor es personal y contextual y, por lo tanto, no coincide necesariamente con la abundancia o carencia de bienes y servicios, sino que incluye también aquellos recursos culturales, sociales, políticos como la salud, la educación, la participación en la vida comunitaria. Este enfoque desarrollado por Sen (2006), lleva a considerar la pobreza como fenómeno asociado a la falta de posibilidades para poder desarrollar actividades y potencialidades relacionadas con valores sociales, más allá del dinero. El contexto o condición de pobreza, pues, no sólo se define por la ausencia de riqueza, o con relación a algún grado de privación que obstaculiza el desarrollo pleno de sus capacidades (Ferullo, 2009) sino además por estar fuera de los beneficios de la cultura (Manavella, 2010).

Socialización en adolescentes

Durante la adolescencia, la relación con los pares se vuelve nodular y esta convivencia le exige y potencia el desarrollo de una serie de comportamientos específicos y de habilidades de interacción, que forman parte del proceso de socialización del adolescente.

Este proceso da cuenta de los modos en que los miembros de una comunidad aprenden modelos de comportamiento, los asimilan y los convierten en reglas personales de vida. Estos modelos no son transmitidos genéticamente, sino adquiridos y aprendidos a través de los vínculos con los otros. Mead (1949) y Vigotsky (1988) mostraron empíricamente la importancia del proceso de socialización, por el cual las normas sociales son internalizadas por el individuo, por medio de las interacciones con los otros, a través del contacto entre diferentes generaciones de una sociedad, siendo mucho más intenso en la infancia y adolescencia que en la adultez, a pesar que éste continúa durante toda la vida.

Desde esta perspectiva, la socialización es definida como el "proceso por el cual el individuo adquiere e interioriza una serie de patrones comportamentales de interrelación y de valores propios del contexto al que pertenece o con el que se identifica (Kirchner, 1997, p. 776). Estos comportamientos, denominados habilidades sociales, habilidades de interacción social, comportamientos sociales, permiten al individuo desarrollarse en un contexto individual o interpersonal expresando sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de un modo adecuado a la situación (Caballo, 2000). Generalmente permiten resolver situaciones interpersonales de un modo saludable, por ello se consideran necesarias para el ajuste del sujeto al ambiente más próximo (Contini et al., 2010).

Para explicar el proceso de socialización, Martorell, González, Aloy y Ferris (1995) propusieron el Modelo Jerárquico, que incluye dos polaridades de la interacción social. Un polo refiere a la conducta prosocial, y está formado por las dimensiones de Consideración con los demás y Autocontrol, y el otro refiere a la conducta antisocial, formado por la dimensión Agresividad. Silva, Martínez Arias y Ortet (1997), habiendo revisado el modelo propuesto por Martorell et al. (1995), identificaron dos ejes y cuatro polos en los comportamientos sociales: el eje prosocial/antisocial, que comprende, en el primer polo, consideración por los demás y autocontrol de las relaciones sociales; mientras que el segundo está formado por agresividad y comportamiento antisocial, con resistencia a las normas sociales e indisciplina; el segundo eje es sociabilidad/baja sociabilidad, denominada por los autores como insociabilidad. El polo positivo agrupa ascendencia social y liderazgo; y el polo negativo reúne retraimiento social, ansiedad social y timidez.

Cuando predominan las dificultades para insertarse como sujeto activo en el sistema social, pueden generarse modos de respuestas desajustadas tales como la acción agresiva, ya sea contra otros (conductas violentas y/o delictivas) o contra sí mismo (conductas adictivas, fugas, trastornos de la alimentación, suicidios, manifestaciones depresivas); o la inhibición (pobreza de intereses, desgano, conductas evitativas, rechazo) (Manavella, 2010).

Siguiendo el Modelo Jerárquico es posible pensar que los comportamientos de ansiedad social, timidez, retraimiento, aislamiento social y sentimiento de soledad se ubican hacia el polo denominado baja sociabilidad; mientras que los comportamientos transgresores y antisociales se ubican en el polo antisocial.

La revisión de la literatura científica revela que las conductas antisociales son una dificultad que afecta a un importante número de niños y adolescentes. Estudios realizados en el siglo XX (American Psychiatric Association, 1995; Baum, 1993) ponen en evidencia que los problemas de conducta antisocial mantienen altas tasas de prevalencia en distintos centros de salud, estimando la prevalencia de estas dificultades entre el 6% a 18% en niños y entre un 2% a 9% en adolescentes, siendo más frecuentes en varones que en mujeres (Casullo, Cruz, González y Maganto, 2003; Garaigordobil y García, 2006).

Para Silva et al. (1997), y Luengo, Otero, Romero, Gómez-Fraguela y Tavares-Fulho (1999) la conducta antisocial se asocia a agresividad, terquedad, resistencia a las normas de convivencia y comportamientos delictivos. Su característica esencial es la transgresión de las normas sociales y la violación de los derechos de los demás. Sin embargo, Fariña, Vázquez, Mohamed y Novo (2009) afirman que se trata de comportamientos desviados que, sin ser ilegales, se consideran dañinos para la sociedad y dan lugar a procesos de sanción dentro de un determinado sistema social, en el cual interactúa el sujeto. En este sentido cobra relevancia la afirmación de Silva et al. (1997) cuando sintetiza que conducta antisocial es ser contra los demás (p.176).

Investigaciones aplicadas (Garaigordobil y García, 2006) han demostrado que niños y adolescentes de 10 a 12 años que muestran conductas antisociales manifiestan poca capacidad empática, comportamientos prosociales, asertivos, consideración con los demás, autocontrol y liderazgo.

En otro estudio con adolescentes de 12 a 19 años sobre la incidencia de la conducta violenta según género, se observó que los varones son más antisociales y muestran mayor impulsividad no planificada mientras que las mujeres son más prosociales y empáticas (Garaigordobil, 2005).

Por su parte, el tema del aislamiento social, unido muchas veces al sentimiento de soledad, ha ocupado en las últimas décadas un lugar de relevancia en la bibliografía científica, principalmente ligada a las características del estilo de vida en las grandes ciudades, tales como la hipercompetencia y el individualismo. Si bien la adolescencia se asocia en general, a sociabilidad, ya que durante este trayecto las relaciones con los pares toman un rol principal, no es infrecuente en la actualidad la emergencia de sentimientos de soledad, de conductas de aislamiento y retraimiento. Para Hojat y Rick (1989), el aislamiento sería uno de los síntomas clínicos de nuestra sociedad contemporánea y uno de los problemas psicosociales más relevantes de fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI.

Por su parte, Pretty, Andrews y Collett (1994) definen la soledad adolescente como el fracaso en la satisfacción de sus necesidades de relación con los pares y de relaciones íntimas, como así también un déficit en el sentimiento de pertenencia a una estructura social que lo sostenga. Si bien ambos fenómenos pueden coexistir, no implica uno necesariamente al otro, a pesar que el aislamiento puede predisponer la aparición de la experiencia de soledad.

El tratamiento de este tema resulta de importancia, principalmente en los últimos años, cuando las tasas de intentos de suicidio y suicidios entre los jóvenes se han incrementado notablemente con respecto a décadas anteriores. Numerosos trabajos científicos han encontrado que el comportamiento autodestructivo se halla fuertemente asociado a la tendencia al aislamiento social y a la experiencia subjetiva de soledad. En esta línea, un estudio realizado con mujeres adolescentes que intentaron quitarse la vida, (Casullo, 1996) advierte que el aislamiento social y la percepción de soledad, son uno de los principales factores de riesgo.

En la actualidad se han llevado algunos estudios en Argentina sobre las dificultades en los comportamientos sociales, los cuales tratan principalmente acerca del comportamiento agresivo y el comportamiento inhibido en la infancia y la adolescencia (Brailo, Seguel y Montenegro, 1987; Casullo, 1996; Cervone, Luzzi, Slapak y Samaniego, 2000; Samaniego, 2004). Dado que no se cuenta en cambio con investigaciones con población local, los datos precedentes ponen de manifiesto la necesidad de identificar los comportamientos sociales en adolescentes de nuestra región, y sus déficits, para diseñar intervenciones que fortalezcan variables protectoras contra la cristalización de estos déficits en cuadros clínicos posteriores.

Los objetivos de este trabajo son: a) describir los comportamientos sociales facilitadores y los comportamientos sociales inhibidores de la socialización en adolescentes de 5º y 6º grado de EGB 2 de nivel socioeconómico (NSE) bajo; b) indagar la presencia de conductas de aislamiento social, sentimientos de soledad y conductas antisociales en este grupo; c) analizar si existen correlaciones entre las variables psicológicas estudiadas y d) explorar si existen diferencias entre las variables psicológicas estudiadas en función del género de los adolescentes.

Método

Se trató de un estudio descriptivo-correlacional, no experimental1, en el cual se analizó la presencia de conductas de aislamiento social, soledad, conductas antisociales y habilidades sociales en adolescentes escolarizados de NSE bajo y se establecieron asociaciones entre los comportamientos sociales y el género.

Sujetos

La muestra de tipo intencional estuvo formada por 106 adolescentes (54.7% mujeres y 45.3 % varones) de 5º y 6º grado de una institución pública situada en una zona considerada representativa del nivel socioeconómico (NSE) bajo de la ciudad de San Miguel de Tucumán (Argentina). La edad promedio fue de 11años (M = 11.19, DE = 1.08), con una edad mínima de 10 años y una edad máxima de 15 años.

Instrumentos

- Batería de Socialización BAS-3 (Silva y Martorell, 2001): está integrada por 75 ítems, aplicable a adolescentes de 11 a 19 años de edad, de autoadministración individual con dos opciones de respuesta (Si-No). Permite obtener un perfil del comportamiento social a partir de sus cinco escalas de socialización: Consideración con los demás, Autocontrol en las Relaciones Sociales, Retraimiento Social, Ansiedad Social/Timidez y Liderazgo. A éstas se le suma una escala de Sinceridad, que permite analizar la consistencia interna de las respuestas a las escalas. Las puntuaciones directas se transforman en percentiles. La interpretación se realiza en sentido contrario según se trate de escalas facilitadoras de la socialización (Consideración con los demás, Autocontrol y Liderazgo) o perturbadoras de la misma (Retraimiento y Ansiedad/timidez). Es decir, en las facilitadoras los percentiles superiores al término medio (P 75 o más) corresponden a un elevado nivel de habilidades sociales. En las inhibidoras este rango percentilar está indicando déficit en las habilidades sociales. La confiabilidad de la BAS-3 se encuentra dentro de límites satisfactorios teniendo en cuenta el número de ítem (los valores de las 5 escalas varían de .60 a .82). La variabilidad temporal es irregular, por lo que los resultados en estudios longitudinales deben considerarse con reservas. Para el presente estudio se realizaron adaptaciones lingüísticas de la prueba a la población local; se modificaron 9 ítems (1, 13, 26, 28, 40, 51, 53, 67, 75) de la versión original. Este ajuste fue sometido a juicio de expertos. Posteriormente se efectuó un estudio piloto con población adolescente escolarizada de Tucumán. El análisis de las propiedades psicométricas de la batería con la población del presente estudio mostraron una fiabilidad adecuada (Alpha de Cronbach = .736), lo que indicó una consistencia interna satisfactoria.

- Cuestionario de Aislamiento y Soledad [CAS] (Casullo, 1996): esta integrado por 25 ítems, aplicables a adolescentes de educación media, de autoadministración individual con cuatro opciones de respuesta (nunca-algunas veces-muchas veces-siempre). Doce de los ítems evalúan soledad (2, 3, 11, 12, 23, 4, 5, 9, 10, 15, 24) y trece evalúan aislamiento (1, 6, 7, 8, 16, 18, 19, 21, 22, 14, 17, 20, 25). Algunos se computan de forma directa y otros de forma indirecta. Para cada una de las dimensiones los autores de la prueba se calcularon la media aritmética y la desviación estándar, con población adolescente de distintas regiones de Argentina. Este instrumento posee validez de contenido, de criterio y conceptual ya que operacionaliza ambos constructos. El coeficiente de confiabilidad fue de r= 0.71y se calculó mediante la técnica test-retest.

- Cuestionario de Conducta Antisocial [CC-A] (Martorell y González, 1992): está integrado por 36 ítems, aplicables a adolescentes de 12 a 18 años, de autoadministración individual con cuatro opciones de respuestas (nunca-algunas veces-muchas veces-siempre). La estructura factorial del instrumento es tripartita. Catorce ítems evalúan aislamiento (4, 6, 8, 14, 18, 19, 20, 22, 23, 24, 26, 27, 32, 33); catorce evalúan agresividad (7, 9, 10, 11, 12, 16, 21, 25, 29, 30, 31, 34, 35, 36) y ocho evalúan retraimiento/ansiedad (1, 2, 3, 5, 13, 15, 17, 28). Para la adaptación a población adolescente de nuestro país, se calculó la media aritmética y la desviación estándar (González, Martorell, Casullo y Calvo, 1998). La capacidad discriminativa se ha estudiado en función de las variables edad, género y conducta antisocial. Finalmente, los estudios correlacionales ponen de manifiesto la validez criterial, y la validez convergente y discriminante de la escala.

- Encuesta sociodemográfica: diseñada por el equipo de investigación para indagar el nivel socioeco-nómico de los encuestados. El NSE - en este caso, NSE bajo - se determinó por la combinación de las variables nivel neducativo y ocupacional del principal sostén del hogar (PSH), equipamiento del hogar y nivel de hacinamiento en el hogar, en base a criterios propuestos por la Asociación Argentina de Marketing (Contini et al., 2010).

Procedimiento

En función de las características de accesibilidad, se seleccionó una escuela pública de NSE bajo y se administraron tres cuestionarios (BAS-3, CC-A y CAS) y una encuesta sociodemográfica a todos los alumnos de 5º y 6º año de EGB 3, en el turno de la mañana. Esta tarea fue realizada por el equipo de investigación y alumnos avanzados de la carrera de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), entrenados para tal fin. Antes de la administración se solicitó autorización a los padres y/o tutores, quienes firmaron un consentimiento informado. Los instrumentos se aplicaron en forma colectiva a todos los adolescentes, durante el horario de clase. Posteriormente se evaluaron los instrumentos y se procedió a realizar el análisis estadístico de los resultados con el paquete estadístico PAWS Statistics 18. Se excluyeron los protocolos incompletos o dudosos.

Resultados

El primer objetivo del trabajo fue describir las dimensiones facilitadoras e inhibidoras de la socialización en adolescentes escolarizados de NSE bajo de Tucumán, Argentina. Para ello se analizaron las puntuaciones obtenidas en la BAS-3, diferenciando las dimensiones facilitadoras (Consideración por los demás; Autocontrol y Liderazgo) de las inhibidoras (Ansiedad/ Timidez y Retraimiento) de la socialización.

Teniendo en cuenta los puntajes alcanzados en las tres escalas facilitadoras se calcularon medias y desviaciones típicas. Los resultados obtenidos muestran un mayor puntaje promedio en la escala Consideración con los demás (M = 0.84, DE=2.62) que en Autocontrol (M=8.74, D=2.50) y Liderazgo (M=7.50, DE=2.66). El análisis de los estadísticos descriptivos de las escalas inhibidoras permitió observar que la dimensión Ansiedad Social/timidez (M=6.25, DE=2.50) tuvo un puntaje promedio superior a Retraimiento social (M=4.38, DE=2.14) (véase Tabla 1).

El segundo objetivo fue describir las conductas de aislamiento, sentimiento de soledad y comportamientos antisociales en los adolescentes de la muestra. Para tal fin se llevó a cabo el análisis descriptivo de las distintas dimensiones del Cuestionario de Aislamiento y Soledad [CAS] (Casullo, 1996) y del Cuestionario de Conducta Antisocial (Martorell y González, 1992).

En relación al CAS se observó un puntaje promedio superior en la dimensión Aislamiento (M=25.31, DE=5.79) que en la dimensión Soledad (M=22.35, DE=5.74). Por otro lado, en el CC-A se encontró un puntaje más alto en Aislamiento (M= 30.80, DE=5.21) que en Agresividad (M=27.97, DE=7.54) y Retraimiento/ansiedad (M=17.17, DE=4.76) (véase Tabla 2).

El tercer objetivo de este estudio fue explorar la existencia de correlaciones entre las cinco dimensiones (Consideración con los demás, Autocontrol, Liderazgo, Retraimiento y Ansiedad Social /timidez de la socialización propuestas por la BAS-3, las dos dimensiones (Aislamiento y Soledad) del CAS y las tres dimensiones del CC-A (Aislamiento, Agresividad y Retraimiento-Ansiedad). Se calculó el coeficiente de correlación de Pearson mostrando asociaciones estadísticas significativas de tinte negativo entre la escala facilitadora Consideración con los demás de la BAS-3 y la dimensión Agresividad del CC-A (r = -.202*). La escala facilitadora Autocontrol (BAS-3) se asoció significativamente, de forma negativa, con la dimensión Soledad del CAS (r = -.198*) y con la dimensión Agresividad del CC-A (r = -.395**) (véase Tabla 3).

Por su lado, la escala Liderazgo (facilitadora de la BAS-3) registró asociaciones significativas de tinte negativo con la dimensión Aislamiento del CAS (r =-.369**) y Agresividad del CC-A (r =-.233*) (véase Tabla 3).

Teniendo en cuenta las escalas inhibidoras de la socialización del BAS-3, se observó que la escala Retraimiento mostró asociación positiva estadísticamente significativa con Soledad (r =.211*) y Aislamiento del CAS (r=.377**) y Aislamiento del CC-A (r =.287**). La escala Ansiedad social/timidez de la BAS-3 también correlacionó significativamente con Aislamiento del CAS (r =.195*) y, además, con las tres dimensiones del CC-A (Aislamiento, r=.234*; Agresividad, r =.222*; Retraimiento/ansiedad, r =.653**) (véase Tabla 3).

El cuarto objetivo de este estudio fue explorar si existían diferencias estadísticas significativas en las variables psicológicas analizadas en función del sexo. Para ello se utilizó la prueba T de Student para calcular diferencias de medias en muestras independientes.

Registrándose diferencia estadísticamente significativa en la dimensión facilitadora Liderazgo, de la BAS-3, a favor de las mujeres. La tendencia de las adolescentes mujeres a obtener puntajes promedios más altos que sus pares del sexo opuesto se observó también en las dimensiones del CAS y CC-A. Sin embargo, el análisis estadístico realizado no arrojó diferencias estadísticamente significativas (véase Tabla 4).

Discusión

El presente estudio ha permitido explorar los comportamientos sociales facilitadores e inhibidores de la socialización, los comportamientos de aislamiento, la percepción subjetiva de soledad y los comportamientos antisociales de adolescentes escolarizados de 5º y 6º grado provenientes de contextos de pobreza de Tucumán, Argentina, aportando resultados importantes para la compresión de la sociabilidad de los adolescentes en esta región.

A partir de los datos recogidos, se observó que los adolescentes estudiados obtuvieron puntuaciones promedio más altas en las escalas facilitadoras respecto a las escalas inhibidoras de la socialización, según la BAS-3. Dentro de las dimensiones facilitadoras, las mayores puntuaciones se obtuvieron en Consideración con los demás, Autocontrol y Liderazgo respectivamente. Dentro de las dimensiones inhibidoras, presentaron mayores comportamientos de Ansiedad social/timidez que de Retraimiento.

Esto significa que, desde su propia percepción, estos adolescentes han logrado un buen nivel de comportamientos de interacción social, que les permite operar en su medio con eficacia. A su vez, considerando los resultados obtenidos en las escalas facilitadoras, son capaces de mantener relaciones interpersonales caracterizadas por sensibilidad social y comportamientos de colaboración. Ellos expresan tener más comportamientos vinculados a la preocupación por los demás, control de los impulsos, respeto por el otro y acatamiento de las normas sociales y, aunque en menor medida, capacidad de iniciativa y espíritu de servicio, que en definitiva apuntan al comportamiento prosocial y juegan un papel esencial en las interacciones positivas y en el mantenimiento del bienestar personal y social (Inglés et al., 2009).

Estos aspectos son considerados facilitadores de la socialización y en tanto tal, funcionan como un factor protector frente a situaciones que deben afrontar en los contextos en los que se hallan insertos. Estos resultados coinciden con investigaciones locales (Cohen Imach et al., 2010; Contini et al., 2010) con población adolescente de diferentes nivel socioeconómico. Similares resultados obtuvieron Trianes Torres, Cardelle-Elawar, Blanca Mena y Muñoz Sánchez (2003), siendo las puntuaciones referidas al acatamiento de normas sociales más bajas en el presente estudio.

En relación a las dimensiones inhibidoras de la socialización, los adolescentes autoevalúan tener más comportamientos de ansiedad social y timidez en las relaciones sociales que de retraimiento, lo que expresa que manifiestan algunos indicadores de ansiedad, tales como el miedo y el nerviosismo, unidos a vergüenza y apocamiento frente a las relaciones sociales, y tratan de evitar situaciones de intercambio social en las que los adolescentes sienten que puede ser rechazados.

En relación al segundo objetivo que proponía analizar los comportamientos de aislamiento y soledad (CAS); y de aislamiento, agresividad y retraimiento-ansiedad (CC-A), en los adolescentes de este estudio se observaron más comportamientos vinculados al aislamiento que a sentimientos de soledad (CAS). El aislamiento en la adolescencia constituye la tendencia, ya sea activa o pasiva, a alejarse de los demás y evitar los vínculos sociales. Este comportamiento puede generar o no sentimientos de soledad. La percepción subjetiva de soledad puede surgir si los adolescentes no han adquirido la aptitud necesaria para la interacción social y para enfrentarse con un ambiente social cambiante. Igualmente, se asocia a esperanzas poco realistas con respecto a sus relaciones sociales, al fracaso en la satisfacción de sus necesidades de relación con los pares y de relaciones íntimas. Igual percepción puede generarse al no sentirse perteneciente al grupo social al que pertenece o lo sostiene. Si bien ambos fenómenos, aislamiento y soledad, pueden coexistir, no implica uno necesariamente al otro, a pesar que el aislamiento puede predisponer a la aparición de la experiencia de soledad (Pretty, Andrews y Collett, 1994).

Esta tendencia también se registró en el CC-A, que mostró que los adolescentes de este estudio presentaron más comportamientos de aislamiento ("me gusta más estar solo"; "evito estar con gente") que de agresividad ("me peleo con los demás"; "soy violento, incluso puedo llegar a pegar a los demás") y de retraimiento (soy miedoso; "lloro con facilidad"). Esto supone que los adolescentes evidenciaron más comportamientos de evitación de las relaciones sociales y a estar en grupos, que comportamientos de resistencia a las normas sociales o de agresión.

El tercer objetivo del trabajo fue analizar las correlaciones entre los resultados de los tres instrumentos aplicados en sus distintas dimensiones. Ese análisis permitió comprobar en primer lugar asociaciones estadísticas significativas de tinte negativo entre las dimensiones Consideración con los demás, Autocontrol y Liderazgo (BAS-3) con Agresividad (CC-A). Es decir que los adolescentes que evidencian comportamientos prosociales tales como empatía, respeto por los otros, aceptación de las normas sociales y capacidad de iniciativa y popularidad, no tienen o tienen pocos comportamientos agresivos; mientras que los jóvenes que manifiestan más comportamientos agresivos, evidencian menos comportamientos de autocontrol de las relaciones, popularidad y ascendencia entre los pares y los adultos. Esta relación muestra que los comportamientos prosociales son antagónicos con los comportamientos agresivos, la falta de flexibilidad para ponerse en el lugar del otro y la imposibilidad de considerar al par como un sujeto de derecho (González Martínez, 1998). Estos resultados también concuerdan con los estudios realizados por Garagardobil (2005) y Garaigordobil y García (2006), quienes señalan que la conducta antisocial tiene relaciones inversas con conductas sociales positivas como el autocontrol y liderazgo.

Por su parte, la dimensión Autocontrol (BAS-3) se asoció significativamente, también de forma negativa, con la dimensión Soledad (CAS). Es decir que los adolescentes que informan acatar las normas sociales, lo cual facilita la convivencia con los pares y los adultos, no perciben sentimientos de soledad y se sienten parte del grupo social al que respetan y pertenecen.

Liderazgo (BAS-3) presentó también asociaciones significativas de tinte negativo con Aislamiento (CAS), lo que indica que los adolescentes que se autoperciben seguros de sí mismo, con ascendencia y aceptación por parte de sus pares, con habilidad para iniciar y conducir actividades de grupo, van a tender a evitar o alejarse menos de los otros.

Por su parte, las asociaciones positivas entre Retraimiento (BAS-3), Aislamiento (CAS), Soledad (CAS) y Aislamiento (CC-A) muestran que los adolescentes que se autoperciben con comportamientos vinculados al apartamiento de las relaciones sociales, tienden a expresar mayores sentimientos de soledad y de fracaso de las relaciones con los pares y los adultos.

En esta línea también la dimensión Ansiedad/timidez (BAS-3) correlacionó positivamente con Aislamiento (CAS y CC-A) y con Agresividad y Retraimiento (CC-A). Esto indica que a mayor cantidad de manifestaciones de ansiedad social frente a las relaciones sociales, le corresponde un incremento en la percepción de comportamientos de replegamiento sobre sí mismo y apartamiento de los otros, como así también de comportamientos agresivos. La ansiedad social se refiere a la evaluación del propio sujeto sobre el grado de ansiedad experimentado al relacionarse con otras personas, y suele tener consecuencias negativas para el adolescente, ya que repercute en su rendimiento escolar por la escasa participación en clase, a la resistencia a hablar en público y a la tendencia a evitar preguntar al profesor para aclarar dudas (Beidel, 1991; Delgado, Torregrosa, Inglés, García-Fernández, 2007); genera aislamiento y sentimientos de soledad (Inderbitzen, Walters, y Bukowski, 1997; Walters e Inderbitzen, 1998), y, debido a los escasos refuerzos sociales, origina depresión (Francis, Last y Strauss, 1992).

Así, en definitiva, las escalas facilitadoras de la socialización (Consideración con los demás, Autocontrol y Liderazgo) de la BAS-3, tienen relaciones inversas con el comportamiento agresivo. Esta oposición es congruente con el Modelo Jerárquico de la Socialización (Martorell et al., 1995), ya planteado en el apartado Introducción de este trabajo, y se ubicaría en el eje de prosocial-antisocial. El antagonismo entre Liderazgo y Ansiedad social/timidez y Retraimiento da cuenta del eje sociabilidad-baja sociabilidad. Las relaciones positivas entre las escalas inhibidoras de la socialización y Aislamiento, Soledad y Retraimiento confirman la existencia del polo negativo de la baja sociabilidad.

En cuanto al cuarto objetivo que fue explorar la existencia de diferencias estadísticamente significativas en las variables psicológicas analizadas en función del sexo de los participantes; se encontraron diferencias significativas, a favor de las mujeres, en la dimensión facilitadora Liderazgo en función del sexo de los adolescentes estudiados. Es decir que las mujeres de este grupo presentaron mayores comportamientos para proponer e iniciar actividades grupales, así como ascendencia y popularidad entre sus pares. Estos resultados difieren de otros estudios como los de Garaigordobil (2005) quien mostró que las diferencias, a favor de las mujeres, se ubican en empatía y comportamiento prosocial.

Las diferencias en las puntuaciones a favor de las mujeres en Liderazgo (BAS-3) podrían explicarse, en parte, por los cambios sociales producidos en los últimos años y la fuerte impronta de los estudios de género. Estos aportes que atraviesan en la actualidad numerosos órdenes de la vida social, han producido grandes transformaciones en las formas de vínculos hombre -mujer y han permitido que la mujer ocupe lugares de liderazgo ya no sólo dentro de lo doméstico sino también en el mundo público. Son numerosas las mujeres que ocupan lugares destacados en la vida política, social y económica en la actualidad y esto funciona, sin duda, como modelo para las mujeres adolescentes.

Además, se observó la tendencia de las mujeres a puntuar más alto que sus pares varones en las dimensiones inhibidoras Ansiedad Social/ timidez y Retraimiento. Estos resultados coinciden con estudios locales anteriores, que hallaron diferencias significativas en la dimensión Ansiedad Social/timidez en mujeres del NSE bajo y Retraimiento en adolescentes mujeres de NSE alto (Cohen Imach et al., 2010; Contini et al., 2010; Delgado et al., 2007).

Finalmente, se plantean algunas limitaciones en este trabajo, propias de los instrumentos utilizados. Por un lado, las respuestas que producen los autoinformes objetivos, están sujetas a la deseabilidad social, a lo que el sujeto cree de sí o a lo que el grupo ha naturalizado o sostiene como ideales. Por otro lado, los resultados están limitados por lo que perciben los sujetos de sí mismos (autoinforme), sin tener en cuenta la percepción de los otros (héteroinforme).

En síntesis, este estudio abre líneas de pensamiento para científicos y profesionales vinculados con la temática adolescente que viven en contextos de pobreza. Se considera que los estudios sobre los factores que inhiben o interfieren las relaciones interpersonales del adolescente constituyen una temática de relevancia en el ámbito de la psicopatología del desarrollo ya que puede contribuir a la detección temprana y la prevención de las dificultades interpersonales durante esta etapa evolutiva, y convertirse en un factor clave para la promoción de la competencia social entre los jóvenes.


1 Este estudio forma parte de un Proyecto de Investigación dirigido por la Dra. En psicología Norma Contini de González, financiado por el Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Tucumán. Volver


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