La energía eléctrica es reconocida como un recurso fundamental para el desarrollo económico y social de cualquier nación. Gran parte de las necesidades básicas de las personas se ven reflejadas en el consumo energético y se asocian de una u otra manera a las actividades que desempeñan a diario. Se puede afirmar que la mayoría de dichas acciones están estrechamente ligadas al consumo eléctrico, también conocido como consumo energético per-cápita. El acceso a energía eléctrica es un indicador de desarrollo y lo es también de pobreza. Es por ello que pese a los importantes avances que experimentó la región de América Latina y el Caribe (ALyC) en la reducción de la pobreza y en la universalización del acceso a la energía, más de 30 millones de personas aún carecían de energía eléctrica en 2011, y de éstas, 21 millones eran pobres. Se estima que al menos una tercera parte de la población rural de ALyC siguen sin acceso al servicio de electricidad (Cátedra para la Universalización de Servicios Energéticos Básicos, 2015). El escenario energético mundial describe la posibilidad de que en el largo plazo la región de ALyC seguirá siendo desafiada por una serie de tendencias fuertes. Esto referido a una transición por un menor crecimiento de empleo, impulsado por el crecimiento demográfico. Asimismo, la progresión radical de las nuevas tecnologías, los mayores desafíos ambientales y un cambio en el poder económico contribuyen a esta problemática.

En Colombia el sistema eléctrico se halla inter-conectado en buena parte del territorio nacional que comprende las regiones Andina, Caribe y Pacífico, una menor proporción en las regiones Orinoquía y Amazonía, y nula proporción en la región Insular. Las zonas no interconectadas a la red eléctrica generan una demanda no satisfecha del servicio eléctrico. Por consiguiente, la ausencia de este servicio desmejora la calidad de vida de las personas que viven allí y afecta su economía, debido a que no pueden desarrollar actividades que estén en función del fluido eléctrico. De acuerdo con el IPSE (Instituto de planeación y promoción de soluciones energéticas para las zonas no interconectadas), específicamente en Colombia las zonas no interconectadas equivalen a un 52% del territorio nacional. Esto incluye 90 municipios, 20 territorios especiales biodiversos y fronterizos, 1448 localidades, 39 cabeceras municipales, y 5 capitales departamentales. (IPSE 2014)

Se espera que la demanda de electricidad en la región se duplique para el año 2030. Por otra parte, si bien casi el 60% proviene de fuentes hidroeléctricas, el abastecimiento de energía generada con combustible fósil ha aumentado sustancialmente en los últimos 10 años, principalmente de gas natural. Por otra parte, la dependencia de los combustibles importados desafía el equilibrio de la balanza de pagos y aumenta la vulnerabilidad de los ecosistemas clave que sustentan importantes sectores productivos, incluido el turismo (Cátedra para la Universalización de Servicios Energéticos Básicos, 2015).

Esta situación en Colombia y en otros países de ALyC ha sido vista como una oportunidad de desarrollo. Es por esto que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) han lanzado una nueva alianza para apoyar la iniciativa Energía Sostenible para todos (SE4ALL), en ALyC. Las tres organizaciones también acordaron incrementar el acceso a la financiación para iniciativas de energía sostenible y crear un 'hub', o centro, de Energía Sostenible para toda la región de América Latina y el Caribe, organizado por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2018). Es allí donde los recursos naturales renovables como el sol, el viento y el agua, en las regiones no interconectadas, pueden ser la base para la generación de energías renovables como eólica, fotovoltaica, térmica e hidráulica para estas zonas y posibilitar su desarrollo. La generación de energía a partir de recursos naturales renovables representan también grandes retos tecnológicos, que deben ser abordados por diferentes actores dentro de los cuales se destacan las universidades u donde nuestra Universidad Distrital debe jugar un papel protagónico a través de sus grupos y proyectos de investigación.