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Infectio

Print version ISSN 0123-9392

Infect. vol.13 no.3 Bogotá July/Sept. 2009

 

CARTAS AL EDITOR

Influenza A H1N1. Lo que debemos saber

A H1N1 Influenza. Facts We Must Know

Alvaro Villanueva 1

1 Universidad de Antioquia; especialista en Medicina Interna, Universidad del Rosario; Medical Fellowship in Infectious Diseases, Harvard School of Medicine; Takemi Fellow in Public Health, Harvard School of Public Health


Barranquilla, junio 17 de 2009.

Al editor: después de 6 días del anuncio de la pandemia y más de 90 días de aparición del virus de influenza A H1N1 en México, las cifras muestran un permanente crecimiento de los casos, la mortalidad se mantiene similar a la del virus estacional (0,1 por 100 casos).

Las medidas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en Colombia reforzadas con el Ministerio de la Protección Social y demás entidades estatales, aunque concientes de no impedir totalmente el aumento de los afectados han sido difundidas, conocidas y aplicadas sólo parcialmente. Muchos han sido los comentarios de aquéllos que, ingenuamente o sin conocimiento del tema, ya recomendaron no asustar a la gente. La historia de la Medicina nos dice que cuando hay un hecho cierto no se debe tergiversar y, mucho menos, darle un manejo superficial y poco idóneo a una situación que debe ser atendida con la mayor seriedad. Lo cierto es que el virus de la influenza existe desde hace muchos años. Produce epidemias y pandemias, es decir, puede afectar sin restricciones a todos los habitantes de una población, lo que cambia es su gravedad y diseminación.

El 11 de junio del 2009, la OMS elevó el nivel de alerta mundial de pandemia a la fase 6, en respuesta a la continua propagación global del virus de la nueva influenza tipo A (H1N1). La presencia del virus es diferente en cada persona, algunos grupos de individuos pueden ser poco sintomáticos pero en otros la enfermedad evoluciona en forma devastadora produciéndoles la muerte.

El 14 de mayo la OMS reunió a un panel de expertos para considerar si se debía iniciar la producción a gran escala de una vacuna contra el virus de la gripe A (H1N1) de origen porcino, la cual serviría para un control más efectivo, con la posibilidad de interrumpir la producción de la vacuna antigripal estacional del próximo otoño.

Debemos responder mejor que con las anteriores pandemias, las nuevas generaciones no nos perdonarán las faltas por acción u omisión, con el acompañamiento a las instituciones estatales de las medidas necesarias no sólo de utilidad para el control de esta epidemia sino para otras de las que todavía desconocemos su posible llegada.

Las dudas sobre la evolución de la pandemia empiezan por saber si estamos detectando todos los casos de este nuevo virus y, si la respuesta es no, el subregistro podría ser considerable, y esto es lo más probable. ¿Qué tanto puede aumentar la mortalidad producida por el virus? Depende de las propias características del virus, del sistema defensivo de las personas afectadas, y no de los tratamientos con medicamentos antivirales, los cuales no curan y tan sólo sirven en muy contadas circunstancias. ¿Cuándo terminará la epidemia? Tampoco sabemos. Por todo lo anterior, no debemos bajar la guardia; por el contrario, tenemos que hacer mayor y mejor difusión, educación y manejo de la enfermedad.

Quédese en casa si se siente enfermo, no vaya al trabajo ni a la escuela y limite el contacto con otras personas para evitar infectarlas. Cúbrase la boca y la nariz con un pañuelo desechable al toser o estornudar. Bote los elementos desechables a la basura después de usarlos.

Lávese las manos a menudo con agua y jabón, especialmente después de toser o estornudar. Los desinfectantes para manos a base de alcohol, también son eficaces. Trate de no tocarse los ojos, la nariz ni la boca. Ésta es la manera como mayormente se propagan los gérmenes. Si las condiciones del paciente empeoran con fiebre alta persistente o dificultad para respirar, se debe buscar apoyo con un equipo de salud el cual debe estar debidamente preparado.

Finalmente, ojalá que los principios aceptados como ciertos se cumplan, y con ellos, nuevamente, la Ciencia puesta al servicio de las comunidades, logre salvar al mundo de uno de sus peores presagios.

Correspondencia:

Alvaro Villanueva MD. alvillan@post.harvard.edu

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