Frente al escepticismo de encontrar una vacuna para COVID19, los resultados de los ensayos clínicos de Fase III dieron la sentencia: se lograron vacunas con alto grado de eficacia que oscilan entre 70% a 95%1 . Al momento de escribir esta editorial, dos de ellas ya tienen autorización para uso de emergencia por el FDA2 . La OMS realiza un seguimiento cotidiano a los avances de candidatos vacunales, el reporte para el 22 de Diciembre encontraba 57 en fases de evaluación clínica (entre estas 11 en fase III) y 166 en fase preclínica3 . El avance ha sido vertiginoso y supera cualquier predicción que se haya hecho. No se han saltado etapas de evaluación, es lo primero para enfatizar y esto no es el resultado sólo de una carrera de los últimos meses, los avances en los últimos años en ciencias biomédicas son que están a la base de estos espectaculares avances, por ejemplo las vacunas de ARN desde 2018 se anunciaban abriendo una nueva era de la vacunología4 . Además, fue un estudio de biología estructural analizando la proteína espícula (S) del virus cercano al SARS CoV-2, el MERS y utilizando herramientas de predicción bioinformática, lo que permitió encontrar una estructura de proteína estable para ser expresada5,6. En segundo lugar, la gran inversión en investigación con una mezcla de fondos públicos y privados llevando a la conjunción de recursos, propósitos y voluntades en las dos estrategias exitosas que han logrado este hito para la humanidad: la estrategia Warp Speed7 y la alianza COVAX8 . La operación “Warp Speed” del departamento de Salud de Estados Unidos se planteó con base en tres pilares: primero, contar con portafolio diverso de vacunas basadas en plataformas tecnológicas de producción de vacunas diferentes (ARN, proteína recombinante, vector vivo de replicación- defectuosa o vector viral vivo atenuado) buscando contar con alternativas frente a cualquier riesgo por seguridad, eficacia o manufactura; segundo correr en paralelo las fases de evaluación de eficacia, seguridad y escalamiento, tomando grandes riesgos financieros; y tres, llevando a cabo ensayos clínicos a gran escala que incluían desde 30 mil hasta 50 mil participantes en cada uno7 . El consorcio COVAX fue un acuerdo internacional que superó desacuerdos políticos y barreras nacionales, con sus principios de acceso, velocidad y escalamiento y logrando principios de distribución y acceso con equidad entre todos los participantes, independientemente de sus recursos económicos9 .
Una ventaja importante que se obtiene con vacunas de ARN es que permiten acelerar la producción de vacunas4 . Esto abre una nueva era que va permitir enfrentar nuevas epidemias con mejores herramientas de inmunización para la población. Hay que anotar que fue la pandemia que permitió su concreción, pues la evaluación en gran escala de esta innovación fue posible sólo a partir del esfuerzo de inversión público privado para ensayos clínicos a gran escala, con fases 1 y 2 simultaneas y producción en paralelo antes de terminar ensayos clínicos10.
Hemos insistido, y lo seguiremos haciendo, que Colombia y demás países latinoamericanos deben tomar el rumbo decidido de inversión suficiente en ciencia y tecnología, mientras esto no siga ocurriendo seremos simples espectadores y suplicantes de la tecnología desarrollada por otros países. La autonomía científica debe ser un pilar de desarrollo para cada país, sin ello está destinada a continuar dependiendo del desarrollo tecnológico de otros países y arriesgar la salud de sus habitantes. Esta pandemia deja una gran lección sobre lo que es necesario alcanzar y el reto de sus dirigentes desde ahora.