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Revista de Salud Pública

versión impresa ISSN 0124-0064

Rev. salud pública v.12 n.3 Bogotá mayo/jun. 2010

 

Pensamiento en Salud Pública de los Precursores "sabios" de la Independencia Colombiana

The "learned" forerunners of Colombian independence's thoughts regarding public health

álvaro Cardona, Paola Castañeda, Yadira Borrero y Margarita R. Díaz

Facultad Nacional de Salud Pública. Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia. alvarocardona66@hotmail.com,castapao@gmail.com,yadira.borrero@gmail.com, margarita.mdiaz@gmail.com

Recibido 1 Junio 2010/Enviado para Modificación 3 Julio 2010/Aceptado 11 Julio 2010


RESUMEN

Objetivo Conocer el pensamiento de los precursores de la independencia de la Nueva Granada acerca de los problemas de salud de las poblaciones que habitaban el territorio en los años finales de dependencia política de España y relacionar sus ideas en ese campo con las corrientes de pensamiento social y político de la época.
Metodología Se realizó un estudio histórico basado en los documentos escritos por los más reconocidos intelectuales que estimularon el proceso de independencia.
Resultados Se encontraron opiniones que vinculaban el escaso poblamiento y la mala salud de los habitantes con la feracidad de nuestras selvas. Se hallaron conceptos que establecían relación estrecha entre el aseo personal y la salud de los niños, así como ideas acerca de la responsabilidad de los miasmas emanados de nuestras tierras pantanosas en la producción de enfermedades y epidemias.
Conclusiones Los problemas de salud de las poblaciones fueron abordados por nuestros próceres como parte de su programa intelectual de organizar una sociedad que lograra el progreso y la producción de abundantes riquezas. Para ello se valieron de los conceptos de racionalidad y confianza en el conocimiento científico que desarrollaron los filósofos ilustrados europeos del siglo XVIII.

Palabras Clave: Salud pública, historia, teoría miasma, viruela (fuente: DeCS, BIREME).


ABSTRACT

Objective Ascertaining the "learned" forerunners of Colombian independence's thoughts about health problems in Nueva Granada's population during the last years of colonial Spanish government.
Methodology Historical research was undertaken based on studying the personal writing of the intellectual elite who promoted the independence movement.
Results Writing was found regarding the relationship between the population's unhealthy conditions and Nueva Granada's vast fertility. Some considerations concerning the importance of order and cleanliness in children's healthy development were also found. Their written opinions assigning great responsibility to the miasmas (produced by decaying organic matter) in the occurrence of illness and epidemics was also found.
Conclusions The learned forerunners dealt with population health problems as part of the intellectual challenge in helping to build a progressive society able to produce wealth and well-being. Their trust in human-beings' rational ability and in the great potential of scientific knowledge, inherited from the eighteen-century European enlightenment philosophers, served them as an intellectual foundation.

Key Words: Public health, history, miasmatic theory, smallpox (source: MeSH, NLM).


La historiografía colombiana es profusa en el tema de la práctica y del pensamiento médico en los años finales del sistema colonial español en nuestro territorio. Sin embargo, ha habido menor concentración en el estudio de los procesos de conformación del pensamiento en salud pública.

Con la intención de conocer como se estructuraron las ideas sobre Salud Pública en los años de transición del gobierno colonial al gobierno republicano, investigamos el pensamiento que sobre el tema tuvieron los intelectuales criollos que inspiraron y participaron en la gesta emancipadora.

En este artículo se presentan los conceptos elaborados por Francisco José de Caldas, Antonio Nariño, Pedro Fermín de Vargas, Jorge Tadeo Lozano, Francisco Mosquera y Francisco Antonio de Ulloa. La obra analizada abarca el período 1790 a 1810, que corresponde a la etapa de preparación de la lucha por la independencia (1,2).

MÉTODOS

Se trató de una investigación descriptiva y analítica en el campo de historia de las ciencias, que utilizó técnicas de análisis documental.

Se ha considerado que las ideas sobre Salud Pública son aquellas que están relacionadas con la intención de comprender e incidir sobre los procesos sociales que determinan las condiciones de bienestar, de progreso social y de salud de los colectivos poblacionales (3,4).

Las fuentes primarias fueron los escritos de los personajes objeto de nuestro estudio. La trascripción de textos de las fuentes conservó la ortografía utilizada en los documentos originales. Como fuentes secundarias se recurrió a obras de historiadores de la salud y del proceso de independencia de la Nueva Granada, que ayudaron a comprender el contexto político, social y económico del período de estudio.

El análisis se hizo relacionando las ideas de los próceres de la independencia y las ideas científicas que sobre salud pública circulaban en Europa, así como sus conexiones con el contexto social y político del virreinato de la Nueva Granada en aquellos años.

LOS PRECURSORES Y SU CONCEPCION DEL TERRITORIO, LA SALUD, LA PROSPERIDAD Y EL PROGRESO

El ambiente filosófico y socio-cultural creado por el movimiento intelectual de la Ilustración, que desde mediados del siglo XVII había despuntado una época de grandes transformaciones en la concepción de la vida, de la sociedad y del progreso, influyó poderosamente en el pensamiento científico. (5,6).

La teoría miasmática del origen de las enfermedades, que predominaba entre científicos y dirigentes políticos de los países europeos de fines del siglo XVIII (7), tenía una indudable relación con la metáfora ilustrada de la luz y de la claridad que derrotan el pasado oscuro de la humanidad. La formulación de la libre circulación de los aires para que se purifiquen los miasmas putrefactos producidos por los cuerpos en descomposición (arropados siempre por la oscuridad y la quietud del aire), no puede ser más evocadora de la esencia del pensamiento ilustrado. Los elementos fundamentales de esa teoría los encontraremos también constituyendo el eje articulador de muchas de las reflexiones de los próceres de la independencia colombiana sobre los temas de salud de las comunidades.

Complementariamente, e inspirada por el conocimiento de las condiciones geográficas de los territorios americanos, la intelectualidad europea (en la que se destacaba el naturalista Georges-Louis Leclerc -Conde de Buffon-) había elaborado otro concepto que influiría poderosamente en el pensamiento de los próceres independentistas: que la excesiva feracidad de la naturaleza era dañina para el pensamiento y para la civilización (8). Para los intelectuales europeos el clima medio era el único propicio para que la naturaleza se expresara de modo tranquilo, equilibrado, sin exageraciones. Contrariamente, los extremos climáticos producirían manifestaciones excesivas de la naturaleza, que contravenían el progreso de la civilización.

Influidos por estos conceptos, los intelectuales americanos consideraron que la naturaleza propia de los climas cálidos de nuestra geografía era un factor adverso para la habitabilidad y causante de degeneración de la población. Las selvas fueron vistas como espacios enfermos por el clima, lo que explicaba la cantidad de animales feroces y de insectos que las habitaban. La destrucción de bosques, de arbustos y de naturaleza excesiva, era indispensable para que la civilización pudiera asentarse.

Pedro Fermín de Vargas (1762-1813) en un artículo producido presumiblemente en el año 1791, asociaba las enfermedades con la cercanía de los bosques, que impedían la circulación del aire:

"Los bosques inmensos de que están rodeadas aquellas villas que embarazan la libre circulación del aire, las lagunas y ciénagas que las circundan, y las inundaciones de los ríos que pasan por sus inmediaciones, son origen de las enfermedades que reinan en aquellos pueblos. Un poco de actividad bastaría para que limpiando los campos y oponiendo diques a los ríos cesase de una vez para siempre el motivo de tantos males" (9).

En este texto es evidente la cercanía conceptual con la teoría miasmática para explicar las enfermedades y la dirección del programa ilustrado de nuestros próceres: talar las selvas y disponer espacios para que el hombre nuevo de la república cree allí riquezas y crezca saludablemente. Por eso, reflexionando sobre las poblaciones más importantes del Nuevo Reino de Granada y los mayores problemas que las afligían, De Vargas criticó la falta de conocimientos de quienes las fundaron, que no supieron escoger el lugar adecuado para que los ideales de salud y riqueza pudieran realizarse:

"La fundación de muchos lugares no se hizo con los conocimientos necesarios para la salud y bienestar de sus moradores. Cartagena, Mompós, Muzo y otras ciudades, no gozan aun después de casi 300 años de fundación, de toda la salubridad precisa para su adelantamiento. En todos se observan periódicamente varias enfermedades que arruinan todos los años gran parte de su población" (9).

De manera parecida reflexionaban otros intelectuales que germinaron las ideas fundamentes de la revolución granadina. En un estudio realizado por Francisco José de Caldas (10) en 1801, el prócer elogiaba las características de la ciudad de Santafé acudiendo al concepto de salubridad de la atmósfera como la ausencia de miasmas pestilentes. Escribió así:

"... la salubridad de su Athmosphera, que rara vez se infesta de vapores pestilenciales; y la grande fecundidad de las mugeres, junto con la longevidad, que logran sus moradores, dán esperanzas de que con el tiempo será una de las mejores, y mas bien pobladas Ciudades del Mundo" (11).

La apreciación negativa que los precursores tenían de los miasmas les hizo despreciar los bosques, las selvas y los ríos, puesto que allí se producían esos factores productores de enfermedad. Pero asimismo juzgaron adversamente a la población aborigen, que no había sido capaz de domesticar esas fuerzas naturales. De allí este párrafo de Tadeo Lozano (1771-1816):

"El caracter estupido de sus havitadores primitivos; los bosques inmensos de que se halla cubierto el Virreynato; las tentativas infructuosas que una nacion culta ha hecho para indagar aquellos depositos de óro y plata; y finalmente la falta de monumentos de aquellos tiempos, manifiesta claramente la falsedad de las grandes poblaciones; de las leyes civiles, artes y riquezas de los Indios barbaros de éste Reyno. ¿Cómo es posible que en poco mas de 200 años se hubiesen destruido enteramente las Capitales de Bogotá y Tunja, en términos de que hoy no se reconozcan reliquias, ni ruinas de ellas?" (12).

En esta desconsideración por nuestros ancestros y su cultura subyacía un reconocimiento de la superioridad cultural de países como Francia, Inglaterra y Estados Unidos, que se atribuían a su condición climática. Su cultura y su clima eran vistos como modelos que podían ser alcanzados en la Nueva Granada con las herramientas de la ciencia, del trabajo y de la virtud.

Sobre el tema de la relación entre el clima y el carácter de los hombres, en el año 1808 el señor Francisco Antonio de Ulloa (1783-1816), secretario de la primera junta patriótica creada en Popayán, propugnaba por una comprensión de "la correspondencia física y morál de los diversos pueblos que habitan este N. R. de Granada" para perfeccionar "nuestros métodos de educación, tanto para formar hombres robustos y corregir los defectos de su clima, como para hacerlos virtuosos, y al mismo tiempo hombres de letras" (13). Agregaba:

"La correspondencia que hay entre la parte física y morál del hombre; la variedad de los climas baxo de los quales se desarrollan sus organos; el método de vida, las costumbres, y la distinta energia que adquieren sus pasiones, quando se desplegan baxo la serenidad de un Cielo templado, ó a los influxos de un clima tempestuoso y abrasado; son las verdaderas causas que han impedido hacer una píntura general, que incluya al mismo tiempo al Salvaje y al hombre civilizado; al que habita en un temperamento encendido, y al que vive cercado de yelos" (13).

Un poco más adelante en el mismo texto, refiriéndose ya específicamente al habitante de la Nueva Granada, se hizo la siguiente pregunta:

"Quien no advierte la diversidad de índole y de caracter que hay entre el hombre lívido, descarnado y lánguido que habita los valles, y cuya fibra demasiado laxa por el calor, no tiene la bastante vibratilidad para esas bellas concepciones de la imaginacion, y el que vive baxo de climas mas templados, y cuyos organos há destinado la naturaleza para las obras del genio?" (13).

Como una conclusión de sus análisis sobre la relación entre clima y carácter de los hombres de la Nueva Granada, De Ulloa se refería así al aseo y al buen cuidado que los maestros debían inculcar en los niños para beneficiar su salud y su personalidad:

"La compostura y el aséo, son objetos no menos interesantes que influyen en el espíritu y en la sanidad de los niños…Todos los legisladores han prescrito la limpieza como un principio politico que tanto contribuye à conservar la salud de los hombres" (14).

Por su parte, Francisco José de Caldas (1768-1816) en una perspectiva parecida a la de Pedro Fermín de Vargas, expresó en 1808 estas ideas sobre la influencia del clima y de los bosques en el progreso de los países:

"…Nada varia tánto la temperatura, la sequedad y las cualidades de un paíscomo las selvas. Los países que se hallan cubiertos de árboles coposos que no dejan penetrar los rayos del sol hasta la tierra, conservan una humedad eterna, que también se comunica al aire que los rodea. Este aire, cargado de humedad, se carga también de las exhalaciones de las plantas vivas y de las que se corrompen a sus pies. Estos vapores y exhalaciones producen el trueno, los huracanes y las lluvias abundantes. Ellas empapan, aniegan la tierra y la hacen excesivamente enferma. De aquí las fiebres intermitentes, las pútridas, y las exaltaciones de la más vergonzosa de las enfermedades. De aquí la prodigiosa propagación de los insectos, y de tántos males que afligen a los desgraciados que habitan esos países" (15).

Se destaca en este párrafo la manera precisa como el autor transmite las formulaciones de la teoría miasmática y con base en ellas explica las entonces llamadas fiebres intermitentes y fiebres pútridas, anidando en esas ideas la posibilidad de construir un país "habitable". Y curiosamente proyecta la teoría miasmática a la explicación de fenómenos físicos como los truenos, los huracanes y las lluvias.

Caldas continuaba su reflexión de la siguiente manera, donde es palpable que el imaginario de las selvas desarrollado por los intelectuales ilustrados europeos como espacios oscuros y limitantes del progreso, fue asumido sin mucha crítica por nuestros precursores:

"Que se corten estos árboles enormes, que se despejen estos lugares sombríos, que los rayos del sol vayan a moderar esa humedad excesiva, entonces, como por encanto, todo se varía. Las lluvias, el trueno, las tempestades disminuyen, las fiebres, los insectos y los males huyen de estos lugares, y un país inhabitable se convierte en otro sereno, sano y feliz" (15).

En un texto posterior de 1810, Caldas dejaba surgir nuevamente su aceptación de la teoría miasmática de la producción de enfermedades expresando lo siguiente:

"…El valle de los Patías es profundo, angosto, cercado de altas montañas y con todas las apariencias de un sepulcro. Los vientos no circulan con libertad, los vapores se estancan y presentan los gérmenes de muerte al que habita en esas profundidades. Tal es el juicio que hemos formado de ese valle temible" (16).

Para nuestros próceres, el clima tropical y la exuberancia de la naturaleza estaban ligados al atraso, la incultura, la degradación y la insalubridad. El desorden social y el trópico, se integraban así como un solo objeto que debía ser combatido y transformado. Era preciso mejorar las tierras, volverlas aptas para la vida humana, aproximar el trópico a las zonas templadas, depurar el clima, limpiar el terreno de malezas y podredumbre, civilizarlas.

Antonio Nariño (1765-1823) también dejó escrito su acogimiento a la teoría de los miasmas como factores productores de enfermedad, pero ya no desde una perspectiva rural sino vinculada a las realidades de los espacios urbanos en desarrollo. Refiriéndose a la salud de su esposa, escribió lo siguiente:

"Con motivo de las calenturillas de mi mujer ha sido preciso retirarla al campo, para que respire un aire libre de las impregnaciones mefíticas que nuestra sucia ciudad nos suministra, y dándose algunos años, pueda restablecer sus debilitadas fuerzas" (17).

Aquí la consideración sobre los miasmas entra de la mano de Nariño al territorio urbano, atrayendo la atención sobre la suciedad. La lucha contra la suciedad, no solo la corporal sino también la urbana, se había consolidado plenamente en el pensamiento europeo a lo largo del siglo XVIII y hacía parte del programa político ilustrado de reordenamiento de las viejas y desordenadas ciudades medievales, transformándolas en urbes bien trazadas, limpias y aireadas (18,19). También en la sociedad de la Nueva Granada el aprecio al concepto de la limpieza, vinculado a la idea de una sociedad progresista e ilustrada, hizo que se rechazara política y moralmente la presencia de la suciedad. Sin duda los próceres habían incorporado este espíritu de época a sus propios pensamientos.

Pero si bien la teoría de la transmisión miasmática de las enfermedades fue el fundamento de los conceptos de los precursores sobre los problemas de salud colectivos, tuvieron la misma ambivalencia conceptual de los científicos europeos respecto de la teoría contagionista, como contraparte de aquella. Los historiadores han hecho notar que era frecuente encontrar científicos europeos defensores de la teoría miasmática que aceptaban la posibilidad de que las enfermedades se transmitieran también por contacto directo con quienes las padecían. Similarmente, partidarios de la teoría contagionista podían a su vez aceptar la existencia de una fuerte correlación entre la afectación masiva de la población por alguna enfermedad y las condiciones sanitarias deficientes de su entorno (20).

Si anteriormente vimos opiniones de Pedro Fermín de Vargas que no dejan duda sobre su aceptación de la teoría miasmática, en otro apartado del mismo texto propone la estrategia típicamente contagionista de las cuarentenas para enfrentar la epidemia de viruela que había emergido en aquellos años. Escribió así:

"Las viruelas tienen dos remedios que igualmente pueden aplicarse a este reino. El más seguro sería evitar la introducción, por medio de cuarentenas bien arregladas, luego que se conociese el contagio, o estableciendo en los puertos, y siempre lejos de poblado, hospitales destinados a curar indistintamente a todos aquellos que fuesen acometidos por el mal. El otro es la inoculación bien dirigida" (9).

Así mismo propuso estrategias de aislamiento para intervenir la endemia de lepra en la región del Socorro. Opinaba que esa enfermedad ponía en riesgo su pujante producción manufacturera, debido al temor de los potenciales compradores de ser contaminados del mal a través de los productos elaborados por quien lo padeciera. En consecuencia, escribió:

"Estoy seguro, por lo conocimientos que tengo del asunto, de que… sólo construyendo un hospital general en las mismas jurisdicciones, adonde se lleven indistintamente todos los atacados de este mal, se podrá conseguir su total exterminio. (...) el hospital no se reduce a otra cosa que a un cercado grande distante de toda comunicación dentro del cual los propios leprosos podrían fabricar casas a muy poca costa… Por este medio y prohibiendo estrechamente la unión de hombres y mujeres, aunque fuese legítima, es positivo que se extinguiría la lepra dentro de cincuenta años, y no se desacreditarían los tejidos de aquellos pueblos" (9).

EL RECUENTO DE LA POBLACIóN EN LA VISIóN DE NUESTROS PRECURSORES

Otra teoría con apoyo significativo entre los intelectuales de finales del siglo XVIII, tanto en Europa como en América, relacionaba el progreso de los Estados con el poblamiento de sus territorios y con el esfuerzo por mejorar las condiciones de salud de la población. Así que los censos y otros sistemas de conteo poblacional fueron instrumentos esenciales de los gobiernos. En esa preocupación estuvo la base del surgimiento de la "policía médica" en los Estados absolutistas europeos a finales del siglo XVIII, considerada como antecedente próximo de la Salud Pública moderna (21).

Los próceres neogranadinos también percibieron la importancia del estudio de las poblaciones y de sus condiciones de existencia como punto de partida para el diseño de la nueva sociedad que imaginaban. Aunque sus escritos al respecto no fueron muy numerosos, su sensibilidad frente al tema puede deducirse de algunas breves reflexiones encontradas. En términos generales, ellas apuntaron al retraso que había respecto de otros países en el manejo de instrumentos para definir políticas que lograran el objetivo de incrementar la población; también delinearon algunas críticas porque los sacerdotes no hacían lo adecuado para suplir las carencias que había.

En un escrito de 1797, Antonio Nariño mostraba su inconformidad por la inexistencia de padrones de población creíbles:

"En el reino no hay padrones exactos, sino los que los curas forman en sus distritos para la percepción de sus derechos; pero como el ramo de las cuartas, que los curas creen que no deben pagar, les hace formar otros padrones diminutos para presentar a los obispos y visitadores y librarse por este medio de una parte de los derechos, de ahí viene que la población parezca menos de lo que en realidad es; cuyo inconveniente no será fácil de remediar mientras subsistan aquéllas" (22).

Jorge Tadeo Lozano manifestaba en el año 1801 su preocupación por el escaso poblamiento de nuestros territorios de la siguiente forma:

"En todo lo descubierto de la tierra á penas habrá un país como éste, que reuna las mayores ventajas locales con un quasi total despueblo. En la enorme extencion de setenta y seis mil leguas quadradas que ocupa nuestro Virreynato, solo se alcanzan à contar tres millones de almas; mientras que en el Reyno de Francia en veinte y seis mil leguas cuenta veinte y ocho millones" (23).

Por su parte Francisco José de Caldas exhortaba al registro cuidadoso de la población del virreinato, misión que estaba encomendada fundamentalmente a los sacerdotes. Analizando los datos del padrón de Santafé del año 1800 se lamentaba de sus deficiencias, señalando que "en esta cuenta no se han tenido presentes, los que mueren de todas edádes, y que sus cuerpos son arrojados a las puertas de las iglésias; porque nadie lleva razón de su numero, ni se ha podido adquirir noticia de él; pero prudencialmente presumimos, que alcanzarán a cincuenta" (24).

En un artículo de 1809 Caldas se dolía que a diferencia de México en el país no se había emprendido con rigor la práctica de conteo de los nacimientos y las defunciones, que permitieran tener idea del número de pobladores:

"…Si nuestras indagaciones políticas hubieran hecho algún progreso, ya podríamos calcular el grado de salubridad de todas las regiones y de todos los ángulos de la Nueva Granada sobre los mismo principios que calculó Humboldt los de Méjico. Nos faltan los datos que debíamos recibir de los Curas. ¿Qué costaba a estos señores hojear los registros de su iglesia y decirnos en tres renglones: en el pueblo tal hay tantos hombres, tantas mujeres; en el año tal han nacido tantos, han muerto cuantos? Estos datos, repetidos todos los años, harían un fondo de luces preciosas para el filósofo, para el político, para el Gobierno y para la Patria. Ojalá que los respetables Párrocos nos dirigiesen todos los años una tira de papel con esas noticias" (16).

A semejanza de lo expresado por Jorge Tadeo Lozano algunos años antes, en este párrafo Caldas también insinuó un comentario crítico sobre la falta de diligencia de los párrocos para ejecutar registros que ayudarían a conocer el real estado poblacional.

Otro intelectual de la generación de próceres de nuestra independencia, el señor Francisco Mosquera, se preocupaba igualmente por el asunto poblacional. Destacó la necesidad de tener registros de población, a su juicio indispensables para el control y mejoramiento de la calidad de vida de la población en el territorio. Estas fueron sus opiniones:

"…Si todos los párrocos estuviesen animados del celo del de Popayán, harían al Estado el servicio mas importante, dándole luces sobre la población. Este es el verdadero termómetro político: por aquí se conoce la salubridad del clima, la facilidad de la subsistencia, la fecundidad de los matrimonios, y cien otras nociones preciosas a los que tienen el cuidado de gobernarnos..." (25).

Mosquera presentaba allí un punto de vista bastante interesante y con mayor precisión sobre la importancia que tenía el recuento de población a fin de definir políticas demográficas. Asumía que los sacerdotes eran quienes estaban en mejores condiciones para aportar registros de la población y de sus condiciones de vida.

CONCLUSIONES

Las ideas relacionadas con la salud de las poblaciones encontradas en los escritos de los precursores "sabios" de la independencia colombiana permiten estas conclusiones:

1. Los precursores compartieron una concepción de la salud de las comunidades vinculada estrechamente con los conceptos elaborados por los filósofos ilustrados europeos del siglo XVIII, relativos a la confianza en el progreso que podía devenir en las sociedades que se valieran del pensamiento racional y de la utilización de la ciencia. De allí sus alusiones al orden, a la limpieza y al arreglo del entorno natural como soportes esenciales para la salud, el crecimiento poblacional y la prosperidad.

2. Su aproximación a los temas de salud de la población la hicieron desde la perspectiva de su convicción política de la necesidad de un nuevo ordenamiento que propiciara el desarrollo de un país moderno, capaz de superar el pasado cargado de ignorancia y desidia. Es evidente en sus escritos la poca estima en la que tuvieron a las culturas precolombinas que habitaron nuestros territorios, en contraste con la admiración por los logros alcanzados en algunos países europeos. Juzgaban que la inferioridad cultural de nuestros aborígenes se había manifestado en su incapacidad para liberarse de los bosques y de otros entornos geográficos malsanos.

3. Aun cuando sus escritos no hacen alusión explicita a la teoría miasmática de la producción y diseminación de enfermedades, su proximidad a esa doctrina científica es manifiesta al atribuirle a la feracidad del entorno natural la causa de la pobre condición de salud de los habitantes en muchos territorios de la Nueva Granada. Consideraban que la extraordinaria vivacidad de la naturaleza era dañina no solo para la salud, sino también para el pensamiento y para el florecimiento de la civilización. En consecuencia, estimularon permanentemente la necesidad de aplicar los conocimientos científicos al propósito de domesticarla.

4. Como hipótesis para nuevas investigaciones parece razonable asumir que las políticas sobre salud pública de los gobiernos de la república que surgió después del triunfo de la revolución de independencia, estuvieron relacionadas con los pensamientos que hemos documentado de nuestros próceres. Ello no solo porque puede presumirse que en el contexto intelectual de aquellos años todos los dirigentes compartían similares criterios heredados del pensamiento ilustrado, sino también porque el prestigio intelectual de aquellos personajes debió ejercer notable influencia en las decisiones de los líderes del movimiento emancipador.

Agradecimientos: Al Comité para el Desarrollo de la Investigación (CODI) de la Universidad de Antioquia, por la financiación del proyecto. A la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia por su apoyo institucional y al Grupo de Investigación Historia de la Salud por su apoyo académico. A Olivia Saldarriaga y a Adriana Zulima Ochoa Gómez (estudiantes del programa de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia), por su participación en la recolección de información para la investigación y por su apoyo administrativo respectivamente.

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