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Revista de Salud Pública

Print version ISSN 0124-0064

Rev. salud pública vol.19 no.6 Bogotá Nov./Dec. 2017

https://doi.org/10.15446/rsap.v19n6.70058 

Sección especial

Trayectoria de una joven reclusa en relación con el consumo de drogas y condicionamientos de género1

Trajectory of a young female inmate in relation to drug use and gender-based constraints

Ells Natalia Galeano Gasca1 

1 EG: Antropóloga. M. Sc. Antropología Social. Ph. D. Antropología. Docente Investigadora Universidad Manuela Beltrán. Bogotá, Colombia. nataliagaleanog@gmail.com


RESUMEN

Este texto se propone analizar aspectos socioculturales en relación con la trayectoria de consumo habitual de sustancias psicoativas de una joven reclusa. La joven se encontraba en un centro de reclusión para menores en Medellín, donde se realizaron entrevistas y observación participante. Se evidenció la importancia de aspectos relativos al género como elemento protector y también de riesgo. Finalmente, se presentan algunos elementos relativos al proceso de desintoxicación mientras cumplía su sanción en internamiento.

Palabras Clave: Jóvenes; consumo de sustancias psicoactivas; internamiento; género; trayectoria (fuente: DeCS, BIREME)

ABSTRACT

This text aims to analyze socio-cultural aspects in relation to the trajectory of habitual consumption of psychoactive substances of a young inmate. The young woman was in a detention center for minors in Medellin, Colombia, where interviews were conducted and participant observation was carried out. From there, the importance of aspects related to gender as a protective and risk elements was evident. Finally, this study presents some elements related to the detoxification process while she was following her sanction in internment.

Key Words: Young people; consumption of psychoactive substances; internment; gender; trajectory (source: MeSH, NLM)

La presente contribución se deriva del análisis del material recabado para una investigación financiada por CIESAS y Conacyt2, donde se exploraron cuatro trayectorias de jóvenes de la ciudad de Medellín, dos de las cuales se orientaron en función de las actividades de grupos armados ilegales asociados al narcotráfico y otras dos, se orientaron en función de actividades de construcción de tejido social a través de grupos artísticos. Esto a pesar de que los contextos socioeconómicos de todos los participantes guardaban ciertas similitudes. La intencionalidad del estudio era entender las condicionantes que estaban presentes en el desarrollo de sus trayectorias. En este proceso de indagación fue evidente que algunos jóvenes de los grupos artísticos y los que estaban en los grupos armados ilegales asociados al narcotráfico se convirtieron en consumidores de sustancias sicoactivas en medio del involucramiento con los grupos. Se exploraron los espacios de socialización más significativos para analizar sus trayectorias, esto es, la familia y el grupo artístico o ilegal en cada caso, los cuales influyeron en la manera en que se usaron dichas sustancias.

En este artículo analizó la trayectoria de una joven que hizo parte de un grupo armado ilegal, que se encontraba en situación de reclusión en el Centro de Atención al Menor Carlos Lleras Restrepo, La Pola, en Medellín - Colombia, al momento de las entrevistas, en relación al uso habitual de sustancias psicoactivas. Realizo una reflexión sobre los elementos que podemos relacionar directamente con situaciones de riesgo asociadas a su propia condición de género y sobre la manera en la que logró distanciarse y superar el consumo de sustancias psicoactivas, por lo menos durante el encierro.

MÉTODOS

Para la recolección de esta información se realizaron 16 entrevistas a profundidad con la interlocutora, mientras ella estaba en reclusión. Igualmente se realizó observación participante durante un periodo de 10 meses en la cárcel de menores y siete específicamente en el lugar de reclusión de las mujeres, ya que se trataba de una cárcel de menores mixta. La regularidad de las visitas de la investigadora era de dos veces por semana.

Los criterios de participación de los interlocutores incluían que pertenecieran a barrios similares o los mismos de los jóvenes prosociales, con los cuales se estaban comparando sus trayectorias; que hubieran cometido homicidio y que hubieran pertenecido, en libertad, a un grupo armado ilegal asociado al narcotráfico. En principio se aplicó una entrevista a una muestra de 10 mujeres de las cuales se seleccionaron dos y de ellas se escogió la trayectoria de una, con quien se hicieron 16 entrevistas semiestructuradas. Igualmente, se contempló la calidad del rapport y se ponderaron sus habilidades comunicativas. Se buscó otro interlocutor en otra sección del centro de reclusión que hubiera pertenecido al mismo grupo armado ilegal y se le hicieron 11 entrevistas paralelamente, con la finalidad de triangular información.

RESULTADOS

En la trayectoria de nuestra interlocutora encontramos que los espacios de socialización en los que ella participó resultaron claves en su iniciación en el consumo de sustancias psicoactivas. Por un lado, tenemos la familia y por otro, los grupos de pares. En términos generales, esto coincide con la mayor parte de la literatura al respecto que señala incluso una relación entre actos delictivos y consumo de drogas 1-3. No obstante, de acuerdo con nuestros datos podemos que afirmar que en el caso de algunos grupos armados ilegales se proferían normas tácitas y explicitas que regulaban el consumo de sustancias. Estas normas también tenían un impacto diferenciado acorde con la condición de género, de modo que posibilitaron un determinado tipo de consumo de sustancias psicoactivas.

Desde la sociología de la juventud 4,5 se plantea que las condiciones materiales de existencia confluyen con los ambientes familiares para propiciar situaciones de mayor o menor riesgo en la trayectoria de los jóvenes. Cuando en el hogar predomina la solidaridad, la familia ejerce influencia de factor protector en su curso de vida. No obstante, las influencias familiares también pueden operar en sentido contrario. Cuando lo frecuente es el conflicto, la violencia, el abuso sexual y el abandono, la familia es un factor que contribuye a estructurar las trayectorias de vida de los jóvenes y se articula con otras fuerzas que favorecen las dinámicas de exclusión social. Esta afirmación se encuentra en total concordancia con lo que hemos encontrado en la trayectoria de Yeni, quien recibió de la familia una manera de entender y apreciar, pero también de llevar a cabo ciertas acciones, que le involucraron, tanto en el consumo de sustancias psicoactivas, como en otro tipo de comportamientos asociados a los grupos armados ilegales a los que perteneció. De acuerdo con Yeni, encuentra alguna relación entre esos aspectos:

Y: «...pues, mi inicio en las drogas viene por muchos lados, porque mi familia es así, mi papá, con los que yo me crie, con los hermanitos de crianza, ellos son drogadictos, son delincuentes, y yo me crie con ellos, yo veía todo eso. El barrio, muchas cosas. Sino que uno cuando es adicto, uno saca muchas excusas, uno saca excusas para estar mal, pero yo digo que yo las inicié, porque yo tomé la decisión» (Entrevista con Yeni, 2012).

El ambiente familiar, entonces, se plantea como el contexto en el que se posibilita esta normalización del consumo, consecuencia de la reiterada exposición a estas prácticas, las cuales, también eran frecuentes en las relaciones sociales extra familiares. Diferentes estudios cualitativos han expuesto la relación de las drogodependencias con las formas de organización de la vida cotidiana, así como los procesos de construcción de identidad 6-10. De este modo, no solo la familia, sino los espacios de socialización de pares resultan relevantes en este sentido. Aquellos en los que Yeni participaba eran conformados principalmente por varones, lo cual propiciaba que se mantuviera al tanto de sus prácticas y que, en medio de sus esfuerzos de socialización, incurriera en algunas de ellas. Tal como se evidencia en el siguiente relato:

N: ¿después de eso probaste la marihuana?

Y: si

N: ¿muy cerca o al mucho tiempo? Y: como al año

N: ¿y en qué situación lo hiciste?

Y: yo estaba pues con unos amiguitos en una plancha, ¿le cuento cómo fue?

N: sí

Y: «.En ese tiempo, yo me mantenía en un combito que le dicen el chispero. Ellos eran fumando, pero ellos fumaban era filis, eso es marihuana, pero con saborcito a chocolate. Y yo era fume y fume cigarrillo. Entonces ellos eran dizque: "dejá de ser cochina, ¡venga péguese la traba! [drogarse] No fume cigarrillo que eso huele a viejito." Yo: "oiga, aka." Bueno, a lo último me convencieron, me dijeron que me pegara unos ploncitos [fumada] que con eso tenía. Entonces me pegué yo y eso no me trababa, no me trababa. Me fumé como medio filis, y un filis es así, como así de largo [mostrando un tamaño de tabaco]. Grande, largo, con una pipita, eso trae una pipita. Cuando ya llevaba medio, de un momento a otro sentí, como si se me hubiera ido así el mundo, como las luces, ¡uuuhh, eso me pegó mero viajesote! Y ya empecé a fumar día por medio, ya después que nada más los sábados. Ya después todos los días. no, empecé fue a probar la marihuana, pero en todas las que habían. Probé el filis de primeras, después probé el blom, luego el régular [sic.], marihuana, marihuana normal, ya después cripa, ya las cripas de colores, que hay morada, roja, blanca, y ya la normal [...]. Ya después empecé a tomar té, té de marihuana, empecé con la marihuanita con todo, con todo lo de la marihuana. Ya después de ahí ya probé el perico [cocaína]. Me gustó, a mí me encantó el perico» (Entrevista con Yeni, 2012).

El contexto de consumo de drogas de Yeni como práctica habitual se propició en tanto coincidieron espacios de socialización con pares, principalmente varones, que le invitaban a consumir como parte de prácticas recreativas que creaban una noción de grupo y comunidad. Por ejemplo, cuando comenzó a vender confites en los buses, esta actividad económica quedó relegada, debido a que la socialización y el consumo de marihuana le ganó más espacio.

Y: «ella y yo acordamos pues qué era lo que íbamos a decir y ya. Una cogía la plata y otra repartía. Y en la otra, la una repartía y la otra cogía la plata y ya. Entonces yo ya me mantenía allá a lo último en la Avenida Oriental, porque me cogieron la buena todos esos hombres de por allá, porque no había ninguna mujer vendiendo. Entonces nos cogieron la buena y ya. Y nos manteníamos por allá. Y ya lo cogimos fue de desatín». N: ¿cómo de desatín?

Y: «ya nos manteníamos era hueliendo [sic], fumando, ya nos daba pereza montarnos en los buses y ya. Entonces nosotras decíamos que la hora pico y placa, entonces esperábamos era la hora pico y placa. Entonces cuando llegaba la hora pico y placa nos íbamos era a robar más bien y ya, yo mantenía pues por allá, en la bahía, eso le dicen la bahía» (Entrevista con Yeni, 2012).

A su vez, algunos consumos se relacionaron con otros aspectos de su vida, por ejemplo, en la prostitución, donde fueron los varones quienes le indujeron al consumo de sustancias psicoactivas. N: ¿cómo fue la primera vez? Y: ¿Cómo le explico? ¿Cómo es?

N: sí

Y: «con un mocito pues, de un taxi, es que yo, antes de meterme así a los bares del todo, yo era metida en esas cosas, pero... en lo que yo le dije a usted en los combos, pero yo, yo tenía mis mocitos así y entonces a mí me llamaban a los celulares [...] ese día yo me fui con un mocito y él era de un taxi, y él me dio el perico, estábamos con una amiguita.

Y ya, fue la primera vez que probé el perico. Y ya me siguió gustando». N: ¿esto del mocito es una suerte de prostitución, pero solo con unas personas?

Y: sí, con unos, con los que eran, no como en un bar que llega todo el mundo, con unos.

N: ¿el perico lo probaste la primera vez por la nariz?

Y: sí

N: ¿y qué sensación tuviste?

Y: «ese día me dio muchas ganas de hacer el amor. Me dio meras ganas, porque cuando uno tira perico y toma ron a uno le dan muchas ganas de hacer el amor. Y por eso fue que lo hizo él, claro, me hizo arrechar [excitar]. Entonces por eso es. Y a mí me quedó gustando porque eso es como todo bueno, como que lo dispierta [sic.] eso a uno, yo no sé, como que yo no sé, lo dispara». (Entrevista con Yeni, 2012).

La asociación de la cocaína, el alcohol y la prostitución, propiciaron el consumo que se hizo habitual, en tanto, la disponibilidad era fácil y las sensaciones a las que se asoció en principio fueron agradables. Posteriormente, en un grupo armado ilegal que operaba en el centro de la ciudad, nuestra interlocutora incurrió en el consumo de otra sustancia psicoactiva que podría considerarse funcional para los propósitos de dicho grupo.

Y: «lo que probé luego fueron las pepas. Las pepas, yo me las tomé fue un día que iba era a robar, yo ya robaba, pero yo robaba más así en sano juicio. Y las pepas me las tomé fue un día que iba a robar, me las tomé con un tinto. Y ya y también empecé a tirar pepas». N: ¿y que pepas son?

Y: Ribotril, Roche, todo eso. Pues, también hay Clonacepan, y cuando no había plata se tomaba uno esas Clonacepan. Que valen 2500.

N: ¿es lo mismo que las ruedas?

Y: sí esas son ruedas. Le explotan a uno de todas maneras, pero las más buenas son Ribotril, Roche.

N: ¿Y cuáles pepas fueron las que probaste primero?

Y: las Ribotril

N: ¿Cuál fue el efecto?

Y: «eso lo deja a uno sin mente. Uno hace de todo, no le importa nada, no le da miedo de nada». N: ¿quién te dio eso? Y: eso fue para irme a robar. N: ¿Quién te la dio?

Y: los pelados. Que si quería probar y yo ahí mismo las probé. N: ¿y probaste una entera? Y; sí, y eso me dejó sin mente.

N: Eso te dejó sin mente. ¿cómo fue ese día? […] ¿Cómo fue esa primera traba con Ribotril?

Y: me enloqueció del todo. Eso lo enloquece a uno, es que ¿cómo le explico? Eso no tiene explicación, uno está ahí y no le importa nada, uno es así y hace las cosas a la loca […]

N: ¿hace cuánto probaste las pepas?

Y: «ay yo no sé, yo llevo consumiendo bareta [marihuana] hace por ahí 7 u ocho años. Las pepas fueron despuesito, todo eso se vino fue así seguidito. Por ahí, la bareta así, el perico, por ahí a los tres meses o cuatro. Las pepas, a los días. Todo se me vino como así, todo ese vicio. Ya». (Entrevista con Yeni, 2012).

Finalmente, otro consumo de sustancias psicoactivas en el que incurrió nuestra interlocutora, fue el de pegamento amarillo. Fue usado para mitigar el hambre, en condiciones de escasez alimentaria. Si bien surgió como algo accidental, posteriormente encontró que los compañeros con los que viajaba, miembros de un grupo de aficionados al fútbol, lo usaban en sus trayectos de una ciudad a otra.

Y: ya después ya probé el sacol [Pegante amarillo].

N: ¿quién te ofreció?

N: «.el sacol lo probé en mi casa. El sacol, mi mamá como que había arreglado unos zapatos y dejó un tarrito en el closet de ella. Y entonces yo abrí eso, yo dejé eso ahí, yo estaba con una pelada pues. Y estábamos solas, estábamos escuchando música, no teníamos nada qué hacer, y yo le dije, "mirá lo que encontré." Pero yo le dije por joder. Entonces ella me dijo: "¿vamos a gueler?" entonces yo le dije: "Boba ¿sí?" Y entonces ya hágale. […] Ya acabamos, y nos organizamos. Yo le dije a ella: "¿cierto que eso estaba como bueno? Y ella dizque: "¿cierto?" y yo: "sí". Entonces ella: "¡vamos a comprarnos otra y nos vamos para la finquita!" Con un tarrito de mil nos fuimos para la finquita y ya todas galochas, y al otro día, "¡qué, vamos a tirar otro poquito!" Y ya, empezamos así, que de a poquito, de a poquito y ya. Entonces, ya después yo empecé a viajar, por todas las ciudades. Ya dónde fuera pues a verlo [al equipo de fútbol], me montaba en esa mula y con el tarro. Esa era la comida de uno en esas carreteras, el tarro de sacol» (Entrevista con Yeni 2012).

Las drogas entonces que consumía, se asociaban a distintos ámbitos de socialización que estaban también relacionados entre sí, aunque no superpuestos. El perico, cuando se consumía con licor, se vinculaba principalmente al ámbito de la prostitución. El sacol se asociaba a los grupos de jóvenes hinchas de un equipo de fútbol, con los que se viajaba a ver el equipo, buscando quien los llevara gratis por carretera. Este consumo servía para "embolatar el hambre" que podía ser frecuente en los viajes sin recursos. La marihuana y el perico, se compartía con los jóvenes con los que vendía dulces en los buses, también con los que robaba en el centro, y con los que mantenía por su casa; las pepas, exclusivamente con los que robaba en el centro, que no eran los mismos de su casa, estos últimos, tenían prohibido el consumo de pepas, sacol y bazuco [Derivado de cocaína] 11. Incluso existiendo sanciones para este tipo de consumos, las cuales iban desde la expulsión del grupo, una paliza o la pena de muerte y eran más drásticas para los varones que para las mujeres. Asimismo, la vigilancia sobre dicho cumplimiento era más eficiente en el caso de ellos, justamente, porque en la búsqueda del acceso al poder los varones tenían que demostrar capacidad de control, que a las mujeres no se les exigía. En esa medida, la normatividad de los grupos armados ilegales que regula el consumo es menos efectiva para las mujeres y por tanto, existe riesgo de que conduzcan sus consumos con mayor desmesura. El consumo de marihuana, cocaína, benzodiacepinas y pegante amarillo se convirtió en habitual para Yeni. En el caso del último, la joven comenzó a tener episodios sicóticos, incluso sin consumir la sustancia.

Y: «.ya después, mi mamá tuvo un tiempo que se enloqueció [...]. Ella se cortaba las manos, se escribía puras cosas y yo en las alucinaciones veía, yo no sé si era como el trauma que me dio... ¡porque uuhh a mí me dio muy duro cuando mi mamá empezó así! Entonces yo en las alucinaciones veía a mi mamá cortándose y que lloraba, y que la sangre era el sacol y que yo me lo estaba tirando. Y que yo tiraba esa cosa por allá, yo: ¡noooo! Yo así toda loca. Yo me estaba volviendo mal. Y ya después, sin tirar sacol, yo sentía que me hablaban. Imagínese, como otra yo, como si tuviera algo dentro de mí, yo sentía que me hablaban, ¡más horrible, uuu, yo me sentía que me estaba volviendo ya loca! Yo no sé qué era si el sacol o el trauma, yo no sé, pero yo sentía que me hablaban. ¡¡Más horrible!!».

N: ¿y eso se te desapareció?

Y: sí, pero cuando yo llegué acá todavía sentía que alguien me hablaba. Yo no sé, yo lo rechazaba. "¡Yo no, yo ya no soy así!" y lo otro me decía: "sí, usted sí es así" Como contradiciéndome... ¡más horrible! [...] no, yo le decía a ella que no, o a él, yo no sé si era un espíritu o qué. por ejemplo, a mí me decían que matara a mi mamá, y yo ¡nooo aka! Y lo otro que me hablaba, me decía: "sí, sí". Me decía, y yo la escuchaba, dentro de mí, no que me hablaran y me susurraran, si no que yo la sentía dentro de mí. ¡Más horrible! ¡Ay no! N: ¿entonces tú rechazabas esas voces? Y: sí, ya cuando yo llegué pues acá. Yo en la calle, pensaba que era de eso. Y yo me mantenía acá toda aburrida y yo sentía que me hablaban, de un momento a otro sentía que me hablaban. Y yo misma le respondía, porque yo no la quería ahí dentro. Y yo empezaba a contestarle que no. a lo contrario de ella, pero era algo malo. N: ¿siempre te inducía a cosas malas?

Y: sí

N: ¿te destruían a ti o a otras personas?

Y: «...a mí, a todo, a mi familia, pero algo [...] ¡ay no! Es que yo sé que nadie ha tenido algo así. Cuando yo llegué acá todavía la tenía. Yo sentía que me hablaba, ya, poquito a poquito fue desapareciendo, desapareciendo y ya. Ya soy normal. Pero primero yo me estaba como enloqueciendo. Sí, yo digo que enloqueciendo, porque eso no era como normal». (Entrevista con Yeni, 2012).

Este relato da cuenta, que tanto el policonsumo de sustancias psicoactivas como la propensión a los comportamientos autodestructivos y las alteraciones sicóticas de la interlocutora se encontraban críticamente relacionadas. De acuerdo con el relato de Yeni, estas voces comenzaron a desaparecer en el encierro. Posiblemente debido a que allí también comenzó su periodo de abstinencia, no solo por la dificultad de conseguir estas sustancias al interior de la cárcel, sino también debido a un proceso de resignificación de su trayectoria, que lo realizó en compañía de dos educadoras encargadas de su proceso de resocialización en la casa de reclusión de las mujeres, por la mayor parte del tiempo que estuve allí.

N: Y eso de perder la libertad, pero desintoxicarse, ¿cuál de las dos cosas fue más.

Y: [interrumpe] ¡¿Qué?!, ¡para mí fue necesario! N: ¿fue necesario haber perdido la libertad?

Y: sí.

N: ¿sientes que de todas maneras valió la pena porque te desintoxicaste?

Y: claro. uuhh. si no, nunca me hubiera desintoxicado, porque nunca hubiera dejado el vicio. Nunca hubiera sido capaz. N: ¿a pesar de que perdiste muchas libertades? Y: «.muchas cosas, porque, por ejemplo, uno tiene ganas de comer algo y acá no puede, y acá uno tiene que comer la comida, todos los días lo mismo que le dan, casi todos los días lo mismo a uno. … el jugo estaba malo, el quesito estaba malo, la arepa es así fría, toda dura y uno se tiene que comer todo, pero a pesar de las cosas malucas, eso es uno de los privilegios que es bueno. Pero para las niñas, porque los niños sí consumen, las mujeres somos las únicas que no consumimos. Las únicas de toda La Pola, aunque en la casa también se han visto consumos». (Entrevista con Yeni, 2012).

El hecho de que las mujeres no consumieran se debía entonces al proceso que se había solidificado y que, en cierta medida, fue exitoso con las educadoras. No ocurrió lo mismo para el caso de los varones reclusos por razones que atribuimos al género. Las educadoras de las mujeres reclusas basaron el proceso reeducativo en La Guía de 12 pasos de Narcóticos Anónimos. Aunque para los varones estaba estipulado el mismo protocolo de atención, la diferencia consistió en la introducción a la terapia de ellas, elementos en relación a la codependencia 12 y reflexiones relacionadas con su condición de género. Adicionalmente, los jóvenes al interior de la cárcel estaban en disputa por demostrar su capacidad de intimidación y violencia, lo cual dificultaba las relaciones de confianza y empatía que sí establecieron las educadoras con las mujeres, de modo que las jóvenes se convencieron del liderazgo de las educadoras y de esa manera, fueron receptivas con el tratamiento.

No obstante, cabe mencionar que el proceso exitoso que tuvieron las educadoras con las reclusas fue una suerte de acontecimiento que se dio por un tiempo limitado mientras estuve allí, ya que casi todo el personal penitenciario mantenía una relación tensa, que en ocasiones propició la re-victimización de las internas. La relación que mantenían la mayoría de las jóvenes con el personal psicosocial suponía una agresividad, que no permitía establecer la empatía, ni la confianza necesaria para realizar el proceso reeducativo. De la misma manera, el hecho de que estas realizaran reportes que contribuirían a definir si tendrían disminución o no de la sanción privativa de la libertad, no propiciaba que las jóvenes las vieran como interlocutoras neutrales, sino agentes de un poder que podría ser usado en su contra, en la medida que tuvieran información importante, sobre sus conflictos, contradicciones y en general, sobre el proceso de reflexión y re significación de sus trayectorias. Una intervención terapéutica con una psicóloga, que se supone, debe ser totalmente confidencial, las jóvenes lo interpretan como un elemento de control de la institución, donde todas las personas que tienen autoridad sobre ellas, pueden usar la información dada en consulta en su contra, con lo cual, participar en las intervenciones es percibido como perjudicial, antes que positivo. Además de otras relaciones de abuso de poder y autoridad que se podían presentar y que podrían ser objeto de un posterior análisis más detallado.

Adicionalmente, el ambiente hostil entre internos donde a diario se observaban agresiones físicas, insultos, menosprecios, relaciones amorosas con un alto grado de agresividad, venganzas y retaliaciones por su pertenencia pasada a los grupos armados ilegales. Todas estas situaciones contribuían a que la confianza establecida entre el personal penitenciario y los internos fuera muy frágil y, por tanto, muy difícil de mantener por un periodo prolongado.

DISCUSIÓN

En este estudio se evidenció que a través de la reconstrucción de la trayectoria de adicción podemos comprender las prácticas de consumo enmarcadas en ciertas subculturas. Consideramos, en primer lugar, la influencia de la familia como propiciadora del consumo de sustancias psicoactivas en la trayectoria de Yeni. De igual manera, la influencia del grupo de pares en el que se evidencia como en su mayoría, los varones son quienes la invitan a participar en estos actos y a su vez son espacios principalmente masculinos. Ambos aspectos se han evidenciado en otros estudios 13-18. No obstante, en este caso, las reglas a las que está sometida en los grupos armados ilegales y que controlan el consumo de sustancias psicoactivas, no son tan estrictas para ella, debido a que ella no se encuentra en disputa por espacios de poder al interior del mismo, mientras los varones sí. En este sentido, las prácticas en las que ella incurre en relación al consumo son más riesgosas. En contraposición con lo que se ha encontrado en otros estudios donde la socialización diferencial, hace a las mujeres más cautas y menos arriesgadas en los consumos 19.

Por otro lado, la manera en la que se propició un proceso de desintoxicación se relacionó con la condición de reclusión en un centro penitenciario juvenil, en el que se trabajaron tanto aspectos relativos a las adicciones como procesos formativos en relación con los condicionamientos de género. Tanto lo uno como lo otro requirió del establecimiento de confianza por parte del personal penitenciario, lo cual fue un acontecimiento que duró poco tiempo en el periodo de observación, pero que tuvo efectos positivos importantes de destacar. El hecho de que las mujeres fueran menos propensas a demostrar capacidad de intimidación a través de la violencia física al interior de la cárcel, generó condiciones para que el proceso de establecimiento de confianza y canales de comunicación fueran más efectivos que con los varones, de modo que el proceso de desintoxicación con ellas pudo considerarse exitoso

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1Presentado como ponencia en el Simposio "Desigualdad, Género y Salud", en el marco del V Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología y el XVI Congreso de Antropología en Colombia, celebrados en la Universidad Pontificia Javeriana, en la ciudad de Bogotá, del 6 al 9 de junio de 2017.

2Galeano N. 2016. Más allá del bien y del mal. Trayectorias de hombres y mujeres jóvenes que padecen violencia estructural en espacios de prevención primaria y terciaria de la violencia en Medellín, Colombia. Tesis para optar al título de Doctora en Antropología. CIESAS. D.F. México

Recibido: 04 de Julio de 2017; Revisado: 15 de Septiembre de 2017; Aprobado: 18 de Octubre de 2017

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