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Psicogente

Print version ISSN 0124-0137

Psicogente vol.17 no.31 Barranquilla Jan./June 2014

 

LA FUNCIÓN DEL PADRE EN LA DINÁMICA RELACIONAL DE LOS NÚCLEOS MONOPARENTALES FEMENINOS

FATHER'S ROLE IN A RELATIONSHIP WITH FEMALE SINGLE PARENT

JORGE HUMBERTO VANEGAS OSORIO*, LEIDY CAROLINA CASTRILLÓN OSORIO**, CÉSAR ALEJANDRO PÉREZ ATEHORTÚA***
Universidad de Antioquia - Colombia

* Investigador Principal. Profesor de la Universidad de Antioquia. Jefe de Posgrados de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia. Coordinador del Grupo de Investigación de Psicología Dinámica. Email: csdirpos@antares.udea.edu.co
** Coinvestigadora. Profesora de la Universidad de Antioquia. Miembro del Grupo de Investigación de Psicología Dinámica. Email: carolinacastrillono@ hotmail.com
*** Coinvestigador. Universidad de Antioquia. Miembro del Grupo de Investigación de Psicología Dinámica. Email: nuevos_ideales@hotmail.com

Referencia de este artículo (APA):
Vanegas, J.H., Castrillón, L.C. & Pérez, C.A. (2014). La función del padre en la dinámica relacional de los núcleos monoparentales femeninos. En Psicogente, 17(31), 174-189.

Recibido: 01 de mayo de 2013 Aceptado: 22 de noviembre de 2013


Abstract

This paper shows the results of a qualitative research approach. It aims to characterize a father's role in a relationship with a female single parent. This research process was conducted based on theoretical references with a dynamic psychology basis, and founded on psychoanalytic, relational theory. Social risks, as well as an increase in the number of these cases in Colombian households and the need to understand the relational system of these family groups justified this study with semi-structured interviews, and projective tests, which were applied to a sample of 20 couples, (with a pre-existing mother-son relationship). As a result, it was found that within these family groups, the mother enabled the paternal role, thus ensuring the physical and psychological survival of the family through support and its ability to coexist with other people.

Key words: Paternal role, Parent core, Relationship dynamic, Psychic organization.


Resumen

Este artículo presenta los resultados de una investigación de enfoque cualitativo. Su objetivo principal consistió en caracterizar la función paterna en la dinámica relacional de los núcleos monoparentales femeninos. Los referentes teóricos que iluminaron el proceso investigativo pertenecen a la psicología dinámica, escuela fundamentada en la teoría psicoanalítica relacional. Los riesgos sociales, el aumento de esta tipología familiar en Colombia y el aporte a una mayor comprensión del sistema relacional de estos grupos familiares justificaron el estudio. Se trabajó con una muestra de 20 díadas (madre-hijo), a las que se realizaron entrevistas semiestructuradas y se aplicaron pruebas proyectivas. Se encontró que en estos núcleos familiares la madre habilita las funciones paternas a través de la matriz de apoyo y que la convivencia del núcleo monoparental con otras personas asegura la supervivencia física y psíquica de la díada.

Palabras clave: Función paterna, Núcleo monoparental, Dinámica relacional, Organización psíquica.


INTRODUCCIÓN

Las llamadas nuevas constelaciones familiares ofrecen una amplia gama de variables que influyen en las relaciones de los grupos. Tales variables son estudiadas en los ámbitos sociales y académicos, los cuales reconocen a la familia como una realidad dinámica y compleja que tiene importantes efectos en el individuo y en la sociedad.

Por la apretada síntesis que exige este artículo, el registro y análisis completo de los antecedentes se referencian en el informe final de esta investigación1, para lo que se consultaron las bases de datos científicas referidas a las áreas de Ciencias Sociales, tales como PsycARTICLES, Scielo, Google Académico, Dialnet, y las bibliotecas más importantes de la ciudad.

En países anglosajones y en España, se encuentran numerosas fuentes investigativas y teóricas de estudios similares al nuestro (Walker & Hennig, 1997; Bray & Hillary, 1984; Goñi Sein, 2005; Sáinz & Guerra Caballero, 2008; Madruga, 2006). Los distintos investigadores coinciden en el crecimiento mundial de los núcleos monoparentales femeninos y advierten sobre los riesgos sociales de esta modalidad familiar, como la pobreza, la violencia, la drogadicción y el bajo rendimiento escolar.

En Colombia, el tema de la monoparentalidad se ha estudiado desde disciplinas como sociología, antropología, trabajo social y desarrollo familiar (Agudelo, 2005; Viveros et al., 2006; Uribe, 2007), pero se registran muy pocos estudios investigativos psicológicos o psicoanalí-ticos (Rodríguez, 2010), pese a que, como ocurre en el resto del mundo, las estadísticas muestran el aumento de dicha tipología familiar a nivel nacional y regional.

Las estadísticas más recientes de la Alcaldía de Medellín (2012) indican la existencia de 274.163 mujeres cabeza de familia, lo que equivale a un 41,25 % del total de hogares del municipio de Medellín. De estas, 83.600 son mujeres solteras; 81.152, viudas; y 59.347, separadas o divorciadas. Además, el 81,74 % de las madres cabeza de familia no cuentan con una pareja o compañero estable. Según datos del DANE, en el 2011 se registraron en Colombia un 39,5 % de hogares constituidos en la modalidad de familia monoparental y con hijos menores de 18 años.

Las investigaciones desarrolladas en el país han aportado a la comprensión de la estructura y dinámica de las familias monoparentales; sin embargo, en dicha tipología familiar, las relaciones se han abordado desde un plano netamente interpersonal. Hace falta un mayor número de trabajos empíricos que contribuyan a la comprensión de este fenómeno en términos representacionales. Precisamente, el aporte del presente estudio radica en el análisis y la articulación de la función paterna con la dimensión subjetiva e intersubjetiva de la monoparentalidad.

En este sentido, la orientación conceptual para el análisis de los datos aquí presentados ha sido la Teoría de las Relaciones Objetales. Se denominan relaciones objetales a las relaciones dinámicas y estructurales entre las representaciones del sí-mismo y las representaciones del objeto. Como se ve, el concepto se refiere a estructuras intrapsíquicas específicas, y no a las relaciones interpersonales, sin embargo, estas representaciones mentales del sí-mismo y del objeto sí se manifiestan en la relación interpersonal. "El objeto se refiere a la persona, o personas, maternante primaria en el ambiente del bebé y del niño pequeño. La experiencia de la relación con los objetos genera organizaciones internas perdurables" (Horner, 1979).

La representación del objeto comprende una compleja organización de significaciones atribuidas a este. De esta manera, el objeto no está dado sino que se construye sobre una atribución de significación, de una relación entre partes. Así, Horner plantea que las configuraciones mentales duraderas se construyen a partir de la interacción y de la intersubjetividad, en tanto que para el psicoanálisis relacional las relaciones objetales son la motivación predominante del funcionamiento mental. Desde este punto de vista, Coderch (2001, p. 127) expresa:

La unidad básica que hemos de plantearnos al estudiar la mente humana no es el individuo como una entidad separada cuyos deseos entran en conflicto con normas sociales y con la realidad externa, sino como alguien que forma parte de un campo interaccional, incluido en una matriz relacional dentro de la cual estos deseos se expresan y buscan su satisfacción a través de la relación con los otros. El deseo es experimentado siempre en el contexto de esta relación y este contexto define su sentido.

Otros autores relacionales, tales como Winnicott (1981), Fairbairn (1978) y Horner (1991), demuestran que el padre es un objeto organizador del psiquismo del niño, y la madre es quien vehiculiza, permite, distorsiona o niega la función del padre como facilitador del proceso de separación-individuación. Mahler (1975) denomina a este proceso el nacimiento psicológico del infante humano. A partir de esta premisa teórica, es viable entender la función del padre y los efectos potenciales de su ausencia.

Según la teoría vincular de Berenstein (1996, p. 128), el término "función paterna" significa que:

- Esta función no está limitada a la denominación padre biológico. Cualquier persona que realiza funciones paternas contribuye a la representación paterna internalizada. En ese sentido, la función paterna circula por la familia, y cada posición del sistema de parentesco va a tener una cualidad diferente según esté o no atravesada por ella.

- El adjetivo calificativo paterna marca un límite a esa movilidad. Uno de los elementos hallados en la investigación señala al respecto que quien asume la introducción de la cultura en la familia, sea el padre, la madre, el abuelo o el tío, acarrea consecuencias específicas.

- Un hombre que se propone como padre solo lo es en tanto sea reconocido por la madre. Ella es quien lo nombra padre de ese niño, y, por tanto, también es quien legitima al padre y al hijo como tales (This, 1981, citado por Berenstein, 1996).

Con base en la obra de Winnicott y de Mahler, Propato (2000) integra las variadas y complejas funciones del padre a las fases del desarrollo del niño. Por ser coordenadas teóricas de esta investigación, a continuación se citan y organizan sus postulados.

Función de contención del vínculo madre-hijo

Es función del padre sostener emocional y materialmente a la madre para que esta pueda realizar el complejo proceso de holding, que implica tener, contener y sostener al bebé, quien, en fases tempranas del desarrollo, se halla en una situación de dependencia absoluta hacia la madre.

Entre los investigadores, una de las nociones más consensuadas respecto a la función del padre es la de ser facilitador de la separación-individuación (Mahler, 1975). Por ejemplo, durante la subfase de ejercitación, los niños cambian su apego primario con la madre, y lo establecen con el padre, lo que constituye un paso importante en la organización de la identidad sexual. Según Mahler (1975), durante la llamada subfase del reacercamiento, el padre no es visto aún como el rival, sino más bien como una figura alternativa menos ambivalente que la madre, lo que favorece la resolución de la ambitendencia que caracteriza a esta subfase.

El padre como objeto diferenciado

Como objeto diferenciado en cuanto al cumplimiento de funciones propias, el padre es un objeto nuevo que, a diferencia de la madre, proviene del mundo externo. El niño no lo siente extraño porque es presentado por ella (Winnicott, 1992); sin embargo, la figura paterna es asumida con angustia por el bebé, pues también es el primer objeto que interfiere en la fusión imaginaria que ha establecido con la madre, la cual en lo esencial no le resulta conflictiva por no existir aún diferenciación sujeto/objeto. Pero, la aparición de esta nueva persona, con actitudes y características distintas a las de la madre y no confundibles con las de ella, hace tambalear la omnipotencia del niño y lo obliga a confrontarla según las exigencias de la realidad. De este modo, se inicia una nueva fase del conflicto de dependencia, que implica una gradual diferenciación del objeto, debido a que la realidad lo muestra en forma distinta, aun cuando, en lo inconsciente, todavía no es separable del objeto primario. A partir de esta situación inicial, ciertas propiedades de la madre que no constituyen parte esencial de ella, como reglas y regulaciones, rigurosidad e indestructibilidad, son recompuestas y moldeadas para ir constituyendo la idea de "un padre". En este sentido, Mahler (1975) explicó que una imagen estable del padre, en calidad de objeto interno, solo emerge en la subfase de acercamiento, que se da entre los 15 y 24 meses de edad.

Diferenciador de la relación madre-hijo

La función paterna opera en tanto se haga efectiva la diferenciación entre el hijo y su madre, así como entre este y el padre mismo. De esta manera, la función diferenciadora del padre facilita la formación del sentido de un sí-mismo real y auténtico y es así como, en el nivel intrapsíquico, el niño puede usar al padre para probar la imagen del sí-mismo, que emerge como distinta y separada de la imagen materna.

Función del padre en el Edipo

Emilce Dio Bleichmar (2005, p. 451) afirma que la constatación del padre como figura de apego modifica el patrón edípico tradicional: el proceso de creación de la tríada empieza muy pronto, casi paralelamente a la díada. Bleichmar (citando a Emde, 1993) plantea que en una tríada hay muchas cosas de las que se puede quedar excluido, como el espacio de atención o el dominio del espacio, exclusiones que preceden subjetivamente en mucho a la exclusión del espacio sexual.

El mismo Bleichmar (2005) aclara que el proceso de subjetivación es una función de la pareja parental y del conjunto de sus capacidades de parentalización. Si tanto uno como otro se apoyan en un modelo relacional que tenga como fundamento de su acción la razón y las normas, se promoverá en mejor forma el proceso de subjetivación.

Por último, referenciamos la función del padre de la segunda separación-individuación, por ser una reedición del campo edípico. Aunque los sujetos investigados aún no se hallan en esta fase del desarrollo, sí es importante considerar esta evolución de la función paterna. Fue Blos (1979) quien conceptuó la adolescencia como el periodo de "la segunda individuación", durante el cual se abandonan los objetos maternos y paternos. Para este autor, la individuación en la adolescencia es similar a la que se presenta durante los periodos infantiles, y tienen en común la vulnerabilidad y la organización de la personalidad, así como la urgencia de cambios en la estructura psíquica. Este segundo periodo de individuación incluye la liberación de los objetos infantiles, hecho paralelo a la maduración del yo y a la adquisición de nuevas estructuras.

Los adolescentes experimentan un impulso regresivo hacia un estado deseado de unidad con el padre pre-edípico, idealizado, protector y alentador, quien de nuevo lo rescata y protege contra su deseo de restablecer la relación anterior, exclusiva, con la madre. El deseo de volver al apego original con el padre crea una nueva amenaza, pues, en esta articulación, los sentimientos se entremezclan en una doble cara, es decir, en una especie de lucha defensiva contra la sumisión y el deseo parricida. Estas pugnas coexisten durante la adolescencia y deben ser tramitadas para que se dé realmente el desarrollo.

Otro principio conceptual que ha servido como coordenada de la investigación es el consenso entre los teóricos de las relaciones objetales con relación a la correspondencia que hay entre los patrones vinculares de los padres y el funcionamiento psicológico de los hijos. En efecto, "la relación que un individuo ha tenido con sus figuras principales de apego puede determinar ciertos aspectos importantes de su organización psíquica" (Marrone, 2001, p. 31).

Para el caso de la monoparentalidad, asumimos la definición de Rodríguez & Luengo (2003, p. 66), quienes definen como núcleo monoparental a aquel que se haya compuesto por uno de los progenitores e hijo(s); bien sea que convivan independientemente (hogar monoparental), o que compartan el lugar de residencia con otras personas, familiares o no (hogar múltiple o extenso).

Las preguntas que orientaron el proceso investígativo fueron dos: ¿Cómo opera la función paterna en la dinámica relacional de los núcleos monoparentales femeninos?, y ¿qué características presenta el sistema relacional del núcleo monoparental femenino?

MÉTODO

La investigación fue orientada desde un enfoque cualitativo, asumiendo el paradigma fenomenológico-hermenéutico por ser este una valiosa alternativa para el estudio de materias complejas que requieren análisis e interpretación de fenómenos sociales difícilmente aprehensibles, en este caso, la comprensión intersubjetiva de la función paterna y las constelaciones relacionales en los núcleos monoparentales femeninos. Además, este paradigma entiende los fenómenos sociales desde la perspectiva del actor y sostiene que la realidad depende de los significados que las personas le atribuyen (Taylor & Bogdan, 1986). Su énfasis está puesto en las interpretaciones sistemáticas del significado que los actores le dan a su experiencia, para el caso, las madres y los niños que conforman una familia monoparental.

Participantes

La investigación se realizó en la ciudad de Medellín, con una muestra de 20 núcleos monoparentales femeninos de la Comuna 4 (zona nororiental) y con la colaboración de las directivas de una institución educativa oficial. Se empleó un muestreo de tipo intencional, y se establecieron los siguientes criterios de selección: niños que cohabitaran en un núcleo monoparental femenino durante los primeros seis años de vida; hijos mayores de siete años y con capacidad lingüística que permitiera la recolección de datos.

La monoparentalidad puede darse por viudez, divorcio o hijos fuera de la relación conyugal. El grupo objeto de estudio incluyó un 90 % de hijos que se hallaban por fuera de la relación conyugal y un 10 % de viudez.

Instrumentos

Como técnicas de recolección de datos, se emplearon entrevistas semiestructuradas tanto con los niños como con las madres, con el debido consentimiento informado en todos los casos. Estas entrevistas involucraron hasta dos encuentros con cada participante en los que se aplicaron dos tipos de test proyectivos, así: a las madres, el TAT (Test de Apercepción Temática), y a los hijos, el CAT (Children's Aperception Test).

De acuerdo con Murray (2006), el TAT es un test proyectivo que sirve para explorar la organización psíquica. Consiste en la elaboración de historias a partir de láminas que se le presentan al sujeto, y permite inferir, mediante ellas, deseos, temores y conflictos internos. Por su parte, el CAT (Children's Aperception Test) es la adaptación infantil del TAT (Test de Apercepción Temática), consta de 10 láminas con figuras de personas o animales y, como ocurre con su versión original, permite indagar los principales conflictos subyacentes en la personalidad del niño a través de la creación de relatos. Por último, el Test del dibujo de la familia (Corman, 1992) es un test proyectivo que propicia la expresión inconsciente de los niños sobre su sistema relacional. Es un instrumento complementario en la clínica y en la investigación para indagar el mundo interno infantil. Todos los test fueron interpretados a la luz de las entrevistas realizadas con los participantes.

Procedimiento

El procedimiento de sistematización y análisis de la información implicó la codificación, categorización e interpretación de los datos textuales provenientes de las transcripciones de las entrevistas. Dicho proceso se apoyó en el programa Atlasti, por ser una herramienta útil para trabajar con un volumen alto de datos cualitativos. Con este programa se construyó una unidad hermenéutica a partir de tareas como la segmentación, codificación, categorización y la escritura de memos analíticos que posibilitaron la construcción de una base relacional de información.

Los datos se relacionaron e integraron hasta generar categorías amplias, que a su vez se comparaban constantemente y se articulaban con categorías teóricas elegidas de manera previa, tales como: Relaciones Objetales (madre-hijo), Dimensión Interpersonal (madre-hijo), Representación del Sí-mismo (madre-hijo), Funcionamiento Yoico (madre-hijo), Funcionamiento Superyoico (madre-hijo). Estas categorías sirvieron de base para el consiguiente establecimiento de categorías emergentes que enfatizaron en la subjetividad de los participantes. Lo anterior significa que los datos fueron tratados tanto en forma deductiva como inductiva; decisión metodológica tomada por el equipo investigador teniendo presente los objetivos del estudio, el número de participantes y los tiempos disponibles para culminar la investigación.

De todo este proceso, emergieron 15 mapas conceptuales para las madres y 16 para los niños, que sirvieron para establecer tres categorías medulares: 1) Dinámica Relacional de los Padres del Núcleo Monoparental Femenino, 2) Funciones Paternas Asumidas por la Matriz de Apoyo, y 3) Dimensión Representacional de los Niños del Núcleo Monoparental Femenino. Como se ha dicho, estas supracategorías integraron el proceso emergente, y surgieron de la interpretación de las transcripciones, así como del cruce con la información arrojada por las pruebas proyectivas.

La aplicación y análisis de los tests se realizó de acuerdo con los protocolos de interpretación de Bellak y Corman, para lo cual se establecieron 14 categorías de análisis que permitieron contrastar la información de las entrevistas. Para la sistematización, se empleó el programa Excel, con el cual se construyeron tres consolidados de información a partir de las categorías siguientes: Argumento de las historias, Personajes principales y secundarios, Elementos del ambiente; Tiempos: pasado, presente y futuro; Lógica del pensamiento, Lenguaje utilizado, Capacidad creativa, Interacción, Naturaleza de las ansiedades y defensas, Conflictos, Desenlace de las historias, Plano formal, Plano gráfico, Plano de contenido de los dibujos.

Además, la triangulación de la información se realizó en dos niveles: 1) La contrastación entre el discurso del niño, el discurso de la madre y el análisis clínico facilitado por las pruebas proyectivas, cuidando siempre de tratar la información desde distintos ángulos; 2) Las reuniones permanentes del equipo investigador, que analizó la información y creó los códigos y las categorías del análisis. La discusión constante de este equipo permitió relativizar los sesgos de los investigadores y, al mismo tiempo, nutrió el análisis con la experiencia y significados aportados por cada uno de ellos. En este sentido, el análisis fue cualitativo, intersubjetivo y confirmatorio, de tal forma que el tratamiento de la información cumpliera con los criterios de rigor propios de la metodología cualitativa, tales como la triangulación y la intersubjetividad.

Las citas textuales que se incluyen en la presentación de los resultados son unidades mínimas de análisis que reflejan una proporción de la evidencia disponible para apoyar los hallazgos del presente estudio. Dichas citas fueron extraídas de la unidad hermenéutica construida con el Atas-ti, y se eligieron como representantes de una cantidad mayor de información con el fin de respaldar cada área de discusión.

RESULTADOS

Las funciones paternas asumidas por la matriz de apoyo

El estudio sobre la organización intersubjetiva del núcleo monoparental femenino implica la comprensión de las ansiedades maternas y de los conflictos infantiles, articulados a las condiciones socioculturales que influyen en el sistema relacional con sus hijos.

La madre habilita las funciones paternas a través de la matriz de apoyo, de modo que la convivencia del núcleo monoparental con otras personas asegura la supervivencia física y psíquica de la díada madre-hijo.

Es común que estas madres regresen a la casa materna o vivan cerca de sus padres, tías o hermanas, en quienes buscan apoyo no solo por sentirse indefensas ante el nuevo reto de criar solas a sus hijos, sino por la reactivación de sus propias necesidades de apego. Requieren sentirse protegidas, acompañadas, y recibir ayuda material. Esta matriz de apoyo, como la ha llamado Bleichmar (2005), les procura, además, a sus hijos la supervivencia del self, y por ende, niveles de estructuración psíquica más organizados. No obstante, estas mujeres se sienten agobiadas por la culpa y la persecución de la idea de ser una "mala madre", o de no ser una madre lo suficientemente buena por su patrón relacional inconsciente de distanciamiento del objeto. Se percibe, en consecuencia, que estas madres necesitan sentirse apoyadas, valoradas y apreciadas por sus hijos y por el entorno familiar. Y en su discurso se evidencia el temor a ser criticadas o acusadas por las dificultades que atraviesan. Con otras palabras, las acusaciones externas activan los temores superyoicos de la madre:

E: ¿Y su mayor miedo? 2

ME 7: Miedo de no ser una buena mamá.

ME 10: Yo, por ejemplo, me creo buena mamá, aunque mis hijos me han dicho que yo no soy buena mamá... mire yo como he sido de buena mamá que fui capaz de levantarlas y de criarlas, dedicar mi vida a ellas.

ME 12: Yo soy una buena persona aunque me hubiera gustado ser una mejor persona.

Así entonces, la función paterna circula por la matriz de apoyo convertida en una fuente de exigencia sobre respuestas conductuales "aceptables" por parte de los niños y de las madres. En tal sentido, procura una cierta diferenciación de la díada y de la inclusión de mandatos socioculturales, pero no facilita la maduración emocional de los hijos.

La duda sobre las capacidades de la maternidad, proveniente la mayoría de las veces de las acusaciones familiares y sociales, obligan a las madres a comportamientos que refuten esas creencias; por ejemplo, abandonan la dimensión social, pasan el tiempo libre en su casa, espacio en el que permanecen cuando no están trabajando, y reducen su universo relacional a la familia. "Yo soy una mujer de la casa" (ME 7); "...es que yo ya me mantengo muy sola, ya no salgo y no tengo casi amigas" (ME 10). De esta manera, cumplen con los mandatos de la matriz de apoyo.

El sostenimiento de la madre, y especialmente de los hijos, brindado por este nuevo objeto paterno -matriz de apoyo- es más material que de contención emocional para los niños, quienes se hallan en estado de dependencia y en permanente amenaza de abandono si no se adaptan a las exigencias del "buen comportamiento" que impone el ambiente.

Las reglas y los límites, como función del padre, se convierten solo en mandatos externos, que si bien posibilitan un intercambio social, excluyen el sentimiento protector, alentador y organizador propio de la función paterna. Y estas condiciones dan lugar a la ambigüedad de los límites que, en consecuencia, no son integrados como medidas superyoicas; por el contrario, desorientan y causan respuestas hostiles.

En estas circunstancias, una de las respuestas de los hijos consiste en comportarse justamente como "un buen hijo" en pago a los sacrificios que hace la madre, y a su particular forma de imponerle "buen comportamiento". Así evitan convertirse en un problema para la matriz de apoyo y alejan la amenaza de perder su amparo.

Pero también, en esta confusión, los hijos pueden responder bien sea mediante una sobreadaptación, que garantiza el amor materno y la supervivencia del self; o con hostilidad y oposición al desorden normativo, a la ambivalencia relacional de los adultos y, en definitiva, al temor de abandono.

Como puede verse, en su función paterna, la matriz de apoyo procura en los niños la emergencia de un estado de separación con relación a la madre y la formación de límites, pero no opera de igual modo a nivel del proceso de individuación, que es imprescindible para el fortalecimiento y la autonomía psíquica.

La dinámica relacional de los padres del núcleo monoparental femenino

La manera como la pareja paterna de los núcleos monoparentales vive sus relaciones tiene una importancia central para comprender la intersubjetividad que sostiene patrones relacionales repetitivos. Al respecto, los relatos de las vivencias relacionales de las madres con sus parejas afectivas resultaron coincidentes, y permitieron identificar la imagen interna sobre la forma de establecer sus relaciones.

La experiencia relacional dominante que estructura esta tipología familiar es justamente la tendencia al abandono y al distanciamiento:

ME 3: Yo salí con él seis meses y salí embarazada y adiós ojitos que se vuelvan a ver, él no volvió donde mí, entonces a mí me tocó sola.

ME 12: A los seis meses quedé embarazada y al año y medio nos dejamos. Cuando yo quedé embarazada, él a mí no me podía aportar nada, a pesar que era un hombre responsable en ese entonces. No nos podía ofrecer una familia, un hogar, no. Deshacerme de él fue muy difícil, sobre todo por el niño, pero ha sido la mejor decisión que yo he tomado.

Desde la elección de la pareja se anuncia la ruptura del vínculo. No se percibe en los proyectos el propósito conjunto de larga duración que caracterizan las uniones conyugales:

ME 9: Con el papá del niño la relación es bien, nosotros nos queremos mucho, sino que, no sé; ni él se decide a vivir conmigo, ni yo me decido a vivir con él, ¿sí me entiende?, pero nosotros nos queremos mucho, no peleamos, la relación es buena.

ME 7: (...) tratamos como de organizamos otra vez, conviví con él una semana, pero no dormía con él ni nada, porque él me pidió perdón y que volviéramos a intentar, y le dije véngase pues y miramos a ver, pero yo a los tres o cuatro días le dije: no, mejor váyase que usted y yo no nos entendemos.

Por otra parte, ante la amenaza de la repetición de los modelos parentales caracterizados por la dominación agresiva del padre y la sumisión de la madre, el distanciamiento del objeto preexiste a la elección de pareja como una forma de defensa. Aquí, la elección objetal es complementaria en los dos miembros de la pareja. Willi (1993) y Lemaire (1995) presentan suficientes argumentos para demostrar cómo, en estos casos, la elección de pareja se basa en la colusión, es decir, en el juego conjunto no confesado, oculto recíprocamente, de los compañeros a causa de un conflicto fundamental similar no superado. Cada uno espera que el otro le libere de su propio conflicto. Tal repetición se ejemplifica en las entrevistas:

E: ¿Usted nota algún parecido entre sus relaciones y la de su mamá y su papá?

ME 1: Con la de mi ex-esposo, sí, porque mire que él sí me pegaba y me trataba muy mal, pero borracho; en sano juicio él era un amor. Mi papá era también muy bebedor, mi papá le pegaba a mi mamá cuando estaba borracho. el ex-esposo mío me maltrataba cuando estaba borracho (...) sin embargo, yo lo seguía queriendo por lo bello que era conmigo y todo.

Así las cosas, la ruptura del vínculo de pareja es percibida como un logro de individuación, pues, de este modo, la madre confirma su propio valor. Así, muchas de ellas obtienen un beneficio narcisista con la pareja disfuncional que eligen.

ME 16: Cuando yo le dije al papá de mi hijo: ¡hasta aquí ya no más!, me sentí muy bien, muy bien, porque yo decía: yo valgo mucho, yo me quiero mucho, y ahí demostré que sí, que yo me quería mucho.

ME 18: Yo me distinguí con él y a los 16 años tuve al niño. Después se fue a prestar el servicio militar, cuando volvió, siempre todo fue por teléfono. La decisión para no seguir hablando con él fue que yo le dije que si quiere algo en serio y, si no, pues ya dejemos como de hablar, deje de llamar tan seguido que yo estoy bien.

Dimensión representacional de los niños del núcleo monoparental femenino

A continuación, se sintetizan los datos más relevantes que aportaron las entrevistas a los niños y las pruebas proyectivas aplicadas:

Los argumentos que presentan las historias construidas por los niños corresponden a las relaciones con las figuras parentales. Confirman, en concreto, la representación de una figura paterna desvalorizada y el uso de la disociación como mecanismo defensivo para atenuar el malestar que produce la representación del objeto ausente. La figura materna se asocia con gratificaciones orales que dependen del comportamiento del héroe, lo que confirma la tendencia a la sobreadaptación en estos niños. Además, los argumentos del héroe se acompañan de sentimientos de soledad y necesidad de apoyo, punto que se asocia con la concepción del ambiente amenazante que se proyecta en ambas pruebas.

El factor común respecto a la naturaleza de los conflictos lo constituye el temor a la pérdida del amor y la protección de las figuras significativas, así como a ansiedades relacionadas con la agresión y la culpa.

En la configuración del universo imaginario en el que se mueven los personajes y las relaciones que se establecen en el orden temporal, resalta en las narraciones de los niños la ausencia del tiempo pasado, lo que indica dificultad para aceptar hechos y situaciones muy dolorosas y, por tanto, activan defensas como la disociación y la represión de los conflictos. Sin embargo, en la lámina 3, en la que generalmente aparecen historias relacionadas con la figura paterna, la mayoría de los niños empleó los tres tiempos. Ello evidencia no solo el debilitamiento de las defensas ante el conflicto con la figura paterna, sino también fuertes confusiones con relación al rol del padre y la ambigüedad de la norma.

En todos los casos, las respuestas al CAT y al test de la familia coinciden con la adecuación en la prueba de realidad y el predominio en el uso de mecanismos defensivos de alto nivel, principalmente el aislamiento y la disociación. La lógica del pensamiento y del lenguaje reflejó adecuada estructura, completud y eficacia acorde con la edad de estos niños, pero el desempeño creativo no evidencia la misma fortaleza, pues, el 80 % de las historias y los dibujos construidos presentan un nivel de creatividad limitado.

Las ansiedades y defensas que caracterizan el funcionamiento psíquico de los hijos pertenecientes a los núcleos monoparentales, si bien alcanzan un estado de diferenciación objetal y de la realidad externa, no logran integrar los aspectos contenedores del objeto que los resguarden de su propia ambivalencia. Así, en los datos de la investigación (test de la familia y CAT), se aprecia que la representación de las relaciones está mediada por la agresión, la rivalidad, la desprotección, el alejamiento y el rechazo.

Los ninos resultan agobiados por sus impulsos destructivos y la ambivalencia hacia la madre.

NE 3: El mono pequeño y la mamá van de visita a donde otros dos monos. Allí la mamá le prohíbe jugar con los juguetes de sus primos. La dueña de la casa hace una máquina para que ellos no la vuelvan a visitar. Él se siente aburrido con su madre y se alegra de su muerte, ya que además esta le prohibía tener novia.

El self de estos ninos es débil, está acompanado de temor al abandono, a su propia agresión, y al castigo, lo que provoca la sensación de desprotección y soledad. En el CAT, se resaltan como mayores necesidades del personaje principal, demanda de cuidado, de protección y apoyo.

NE 5: Un bebé solo, abandonado por su familia que está paseando...

NE 7: Conejo que vive solo, se le murió toda la familia cuando era niño. En el momento pasaban cosas sobrenaturales en la casa y él saltó y cayó a un calabozo hasta que murió después de 100 años.

La dificultad para dar cuenta de la representación de sí mismos es una constante en los niños que hicieron parte de esta investigación, y esto permite inferir que se les estimula poco y que en su registro representacional solo queda lo que se les dice con fines normativos. Por ello, la representación de sí es borrosa y poco valorizada.

NE 4: ¿Y qué te gusta de tu forma de ser? Yo no sé, yo soy muy perezoso, grosero y a veces desobediente.

Ante la falta de una mediación paterna adecuada, las expectativas maternas sobre el hijo se magnifican y se convierten en mandatos inexorables, que cuando no se cumplen generan sentimientos de culpa por defraudar a la madre. Quien solo recompensa narcisísticamente, es decir, en la medida que el niño cumpla con la norma suministrada por ella de manera ambigua e inconstante.

En esta misma línea, resalta aquello que los pares y la cultura escolar aportan para aminorar los efectos de la devaluación del self en estos niños; la socialización es representada como una experiencia de éxito que ha favorecido la representación del sí mismo.

NE 10: Los compañeros dicen que soy detallista, que soy muy contenta y que los hago disfrutar, yo pienso que nos queremos mucho y que confían en mí.

La poca capacidad creativa y la debilidad yoica en estos niños se relativiza por la interacción con los pares. Ellos se sirven del juego simbólico para tramitar sus sentimientos de abandono y soledad, elemento que promueve el restablecimiento del equilibrio narcisista.

Como lo evidencian las historias del CAT, la representación del padre aparece desvalorizada. Él no representa para estos niños un referente de protección y contención sino de peligro, amenaza o abandono. Y al no haber una imagen valorizada del padre, esta figura de identificación aporta la sensación de carencia y debilidad en la representación que el niño construye de sí mismo.

NE 3: León que persigue al ratón para comérselo. El ratón huye, se casa y luego él, su familia y el león mueren.

NE 16: El niño está en una cueva con su padre, el cual se muere dormido. El niño muere de hambre porque no sabe cazar.

La capacidad de decisión y autonomía en el niño se ve comprometida si no se cuenta con un sustituto de esta función. La familia materna intenta funcionar a este nivel, sin embargo, no tiene la suficiente fuerza para ofrecer al self del niño otra cosa que lo aportado a la madre.

Si bien este sustituto favorece la diferenciación, evitando que el niño quede engrampado en una relación simbiótica con la madre, y por lo tanto promueve la diferenciación del self, también deja escindidas las funciones integradoras que permiten al niño constituir internamente una imagen paterna sólida que contribuya al desarrollo de un self valorizado y aporte la confianza necesaria para alcanzar la plena autonomía y decisión.

Las palabras de una niña de diez años son más ilustrativas que cualquier teoría que intente sofocar lo emocional con la racionalización:

E: ¿Quién es tu papá?

NE 17: Mi papá es un man ahí, que vive por allá... a mi papá, pues no lo quiero, no me da nada, él nunca me llama, ni nada, pa qué lo voy a querer.

La niña logra la diferenciación de la ubicación de los personajes parentales: la madre, que trabaja para su bienestar; la familia materna, que se constituye en la matriz de apoyo; y su padre, distante, periférico.

DISCUSIÓN

Enseguida resumimos las unidades de interpretación de los datos más novedosos aquí expuestos, con el fin de resaltarlos y sumarlos a los ya existentes sobre los núcleos monoparentales femeninos.

La organización de las categorías teóricas elegidas para este estudio permitió integrar las funciones paternas en términos de la psicología dinámica, y aporta una perspectiva diferente a la del psicoanálisis tradicional, que privilegia la función del padre en el Edipo como único promotor de la subjetividad. En consonancia con la teoría de la separación-individuación, la función del padre participa en el desarrollo del niño desde el inicio: es contenedora del vínculo madre-hijo como objeto de apego, es un diferenciador de la díada y facilita el proceso de separación-individuación.

En cuanto a la dimensión intersubjetiva, resulta claro que la madre es quien legitima, al mismo tiempo, al padre y al hijo como tales. Lo paradójico es que, según la jurisprudencia, la legitimación de los hijos es aportada por el padre. Estas antiguas visiones de la ley y los mitos sobre la legalidad filial siguen creando un estado de vulnerabilidad emocional en las madres y en los hijos de los núcleos monoparentales: el medio cultural desvaloriza cruelmente a la madre; y, aunque de forma ambivalentemente, ella se defiende de la hostilidad, introyectando la culpa y proyectándola a los hijos. A su vez, estos, presas de fuertes niveles de ansiedad, responden con igual desorientación emocional a la madre y, en general, a la matriz de apoyo.

El sistema relacional del núcleo monoparental femenino correspondiente a la muestra tomada para este estudio, presenta en específico, las siguientes características subjetivas e intersubjetivas: a) la elección de la pareja parental está fundada en la tendencia al abandono como una experiencia relacional repetitiva; b) para la madre, el embarazo engendra culpas que permean las relaciones con los consecuentes sentimientos de inadecuación y las expresiones de sometimiento y hostilidad; c) la matriz de apoyo es a la vez quien juzga y protege el vínculo madre-hijo; d) la matriz de apoyo asume parcialmente las funciones paternas, esto es, sin una contención afectiva genuina y genera, así, sensaciones de soledad y abandono interno; e) la norma de la matriz de apoyo es ambigua y su internalización tiene efectos en la diferenciación, pero no en la individuación; f) ante el temor de abandono, el niño responde de dos formas: a la madre, sobreadaptándose a los deseos de ella, que a la vez están sometidos al control de la matriz de apoyo; y con agresividad defensiva ante el desconcierto por la ambivalencia vincular que los adultos le proponen; g) el padre aparece ausente o periférico y carece de capacidades parentales para la organización psíquica de sus hijos.


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