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Psicogente

Print version ISSN 0124-0137

Psicogente vol.17 no.31 Barranquilla Jan./June 2014

 

CONDUCTAS PROSOCIALES EN LOS BARRIOS MODELO Y LOS TRUPILLOS DE BARRANQUILLA

PROSOCIAL BEHAVIOR IN PEOPLE LIVING IN THE MODELO AND LOS TRUPILLOS NEIGHBORHOODS IN BARRANQUILLA

JUAN CARLOS MARIN ESCOBAR*
Universidad Simón Bolívar - Barranquilla - Colombia

* Docente investigador del Programa de Psicología de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla. Email: jcmarin@unisimonbolivar.edu.co

Referencia de este artículo (APA):
Marín, J.C. (2014). Conductas prosociales en los barrios Modelo y Los Trupillos de Barranquilla. En Psicogente, 17(31), 211-225.

Recibido: 10 de septiembre de 2013 Aceptado: 12 de diciembre de 2013


Abstract

This paper focuses on the findings of a study which describes the prosocial behavior in a group of people who live in Modelo and Los Trupillos neighborhoods in Barranquilla. 75 people were sampled in this study. In order to collect the data, a natural approach was used in which the participants were asked to take part in a social survey as it related to helping the children and elderly in that area. As a result 45.33 % helps and 54.66 % does not help. Likewise it was obtained the following information: Those who help are practicing believers of a religion; they help more women than men and people between 20 to 40 years old.

Key words: Prosocial behavior, Altruism, Help.


Resumen

Este artículo muestra los resultados de un estudio que describe las conductas prosociales en un grupo de personas de los barrios Modelo y Los Trupillos de Barranquilla. La muestra intencional, estuvo representada por 75 personas. La recolección de la información se obtuvo a partir de una técnica naturalista en la cual se les solicitaba a los participantes la posibilidad de apoyar en una situación prosocial relacionada con ayudar a niños, niñas y ancianos, Los resultados permiten establecer que el 45,33 % ayudan y el 54,66 % no ayudan. Así mismo se obtuvieron los siguientes datos: Los que ayudan son creyentes practicantes de una religión; ayudan más las mujeres que los hombres y las personas entre los 20 a los 40 años.

Palabras clave: Conductas prosociales, Altruismo, Ayuda.


INTRODUCCIÓN

A través de la historia en la sociedad se ha considerado que acudir en ayuda de alguien constituye un valor social básico. Dichas conductas no habían sido objeto de estudio sistemático y con la rigurosidad de la ciencia antes de los años 70, sobre todo porque por diversas razones las conductas negativas de naturaleza agresiva tuvieron mayor relevancia y fueron objeto de abundantes estudios.

Este comportamiento social positivo ha sido estudiado por la Psicología y específicamente por la Psicología social, enmarcada dentro de lo que se denomina conductas prosociales. Se incluyen en esta categoría conductas que implican un compromiso por el bienestar de otros miembros de la sociedad, a través de acciones que los benefician y que en apariencia no se efectúan por recibir una recompensa, a pesar de implicar en ocasiones ciertos riesgos para quienes las realizan.

Como es de esperarse, a partir de entonces se han venido registrando diversas definiciones de las conductas prosociales. Eisenberg, Fabes y Spinrad (1998), la definen como la conducta voluntaria para beneficiar a otras personas; Marín (2010) como aquellas alternativas de conducta que buscan el bienestar de otras personas o grupos de personas. Roche (1982):

como la conducta tendiente a ayudar, beneficiar a otra persona o grupo de personas sin que exista previamente una recompensa exterior anticipada al autor. Estas acciones suponen algún coste o riesgo, o auto-sacrificio por parte del autor y comprenden una alta variedad de conductas: generosidad, ayuda en la pena o apuro, el compartir posesiones, la donación, la cooperación y en general la participación en actividades tendientes a mejorar el bienestar de los demás, reduciendo las injusticias sociales, las desigualdades y la violencia (p. 102).

Dentro de las investigaciones pioneras sobre el tema, podemos mencionar la realizada por Rosenthal (1964) referente al caso de Kitty Genovese que más adelante reseñamos y Latané y Darley (1969). Estos últimos sostenían que cuando una persona es testigo de una situación de emergencia, mostrarse altruista consiste no solo en una decisión, sino en una serie de ellas. Solo intervendrá, si toma la decisión correcta en cada momento de la emergencia, secuencia llamada por ellos árbol de decisiones. Algunas de estas etapas se pueden distinguir como percepción de una emergencia, verificar si es una situación en la cual me corresponde actuar, qué otras personas estarían implicadas, qué riesgos asumiría en la actuación prosocial, entre otras.

Ciertamente el interés despertado acompañado de estas y otras investigaciones sobre conductas prosociales, surgieron como respuesta a los casos de indiferencia social presentados en la sociedad norteamericana, referente a la negativa para ayudar a una persona cuando esta la demandaba con urgencia. Un ejemplo puntual, que describe la situación perfectamente y que prendió las alarmas, es el registrado en la ciudad de Nueva York en 1964 cuando Kitty Genovese, iba camino a casa y fue atacada por un hombre armado y aún cuando muchas personas, presenciaron el hecho, ninguna acudió en su ayuda. Se pudiera decir que este caso además de darle la vuelta al mundo originó gran interés.

Posteriormente otro caso conmovió a la sociedad de Estados Unidos. Aquí se hace referencia al año de 1995, cuando Deletha Word de 16 años, manejaba de regreso a casa sobre un puente de Detroit. Su carro colisionó accidentalmente a otro, el conductor del vehículo la golpeó brutalmente, hasta que el pánico la obligó a saltar al río sin saber nadar. Esto ante la mirada de varios automovilistas que no intervinieron para ayudar a la joven mujer (Bennet, 1995).

En nuestra sociedad moderna crece la preocupación de los diferentes estamentos sociales, por el progresivo desinterés de sus integrantes por acudir en ayuda de otros miembros que lo requieran al encontrarse inmersos en determinada situación que implique desprotección y estar impedidos para resolverla por sus propios medios.

De hecho se pudieran citar cientos de ejemplos que muestran las conductas de indiferencia de la sociedad ante una situación inminente de ayuda. Solo para citar un ejemplo recordemos el artículo de la revista Semana del 27 de octubre de 2012 titulado "Amor, no me mates: aumentan feminicidios en Colombia" en el cual se narra el caso reciente de la señora de un conjunto de apartamentos situado en la capital de la República de Colombia, que fue atacada con arma blanca por su esposo ante la mirada atónita de varias personas y sin embargo ninguna actuó, incluyendo el celador del edificio. Después de varias heridas y sin recibir atención a tiempo la mujer falleció.

Por otro lado, cuando se intentan determinar los factores que parecen influir en la realización de estos comportamientos prosociales y altruistas, es necesario comentar que estamos ante un repertorio complejo y como tal, hay que considerarlo multicausal. Esto por la diversidad de variables que interactúan como son religión, edad, sexo, nivel educativo, desarrollo cognitivo, personalidad, elementos perceptivos, culturales e históricos, antecedentes inmediatos de las personas, entre muchos otros. Todos estos elementos se combinan para que en un determinado momento, el ser humano, responda de manera altruista ante la ayuda requerida por otra persona, o por el contrario muestre actitudes de indiferencia.

Recientemente en un artículo publicado por Marín (2010), quien desarrolló una completa revisión teórica sobre el constructo, anotó una serie de razones asociadas a la presentación de conductas de ayuda tales como la motivación, las variables de personalidad, los estados de ánimo, las variables perceptivas, la teoría de los refuerzos, e incluyó por supuesto la teoría del árbol de decisiones de Latané y Darley, ya referenciada.

El interés por el tema de las conductas prosociales ha sido progresivo. Molero, Candela, y Cortés (1999), anotan una oleada de trabajos de investigación y preocupaciones técnico-científicas que intentan cubrir lo concerniente al altruismo social. Desde el año 1970, hasta nuestros días se pueden mencionar diversos autores: Clark y Word (1972); Coke, Batson y Mc Davis (1978); Piliavin y Piliavin (1972); Davis (1983); Eisenberg (1981); Frydman y Ritucci (l988); González Portal (1995). Igualmente han crecido los eventos, congresos y diversas formas de disertación donde se ha expuesto una variedad de aproximaciones sobre el tema. Entre los asuntos que preocupan a los investigadores se tienen: el llegar a una definición precisa del concepto, construir modelos que intenten explicar las conductas prosociales, relacionar diversos constructos de la Psicología y de las Ciencias Sociales con la prosocialidad, establecer si se puede enseñar este tipo de conductas, relacionar el altruismo con la formación en valores, entre otros.

Pero el interés por estudiar la prosocialidad no es solo para dar respuesta a las anteriores inquietudes, se estima en concordancia con la creciente preocupación de la sociedad por promover las conductas prosociales, que puede generarse una cultura en contra de la agresión, la violencia, las conductas delincuenciales y en general conductas que atenten contra los otros y contra la convivencia en común unidad.

Precisamente en este marco se sitúan los propósitos de la investigación que se presentan en este artículo, conocer en cierta forma la tendencia que tendrían las personas para ayudar a otros, conocer la dinámica de las conductas prosociales, dar respuesta a inquietudes tales como: ¿Qué lleva a que una persona se muestre prosocial con otro semejante? Adicionalmente, ¿Hasta dónde realmente el hombre y la mujer tienen conductas prosociales y de ayuda?, ¿Las actitudes y expresiones altruistas pueden ser socializadas?, ¿Se puede, a partir de la premisa anterior construir sociedades benevolentes y prosociales?

En Colombia, quienes han pertenecido a estas últimas cuatro generaciones, han podido observar los diferentes tipos de agresiones a los que se han visto expuestos y en diversos contextos, los habitantes de este país. Muchos elementos servirían de apoyo para evidenciar este hecho. Se podrían analizar simplemente algunas cifras relacionadas con la violencia, número de muertes violentas en los últimos años, tasas de secuestros, cifras de desplazamiento forzado por culpa de la violencia, entre otros muchos elementos.

¿Pero qué se conoce desde el punto de vista inves-tigativo de la capacidad del colombiano para ayudar a los otros?, ¿Hasta dónde el hombre y la mujer colombiana son indiferentes ante lo que le pasa al prójimo?, ¿Cuál es el comportamiento y la actitud de las personas ante los sucesos e insucesos que les ocurren a las demás personas?, ¿Qué pasa ante una situación de calamidad que le ocurre a otro?, ¿Es posible que podamos socializar conductas de ayuda?, ¿El habitante de la Costa colombiana y de Barranquilla es prosocial y se preocupa por el otro?

Todas estas inquietudes consideradas, solo podrían despejarse a partir de la realización de investigaciones que nos permitan conocer la dinámica que presentan las conductas prosociales en el hombre y la mujer. Desafortunadamente, además de lo que se oye cotidianamente, incluso desde fuera de este contexto, no existen investigaciones que permitan cotejar hasta qué punto esta denominación de preocupación por el otro, que desde las Ciencias Sociales podemos acuñar como conductas prosociales, obedece a un hecho cierto, o simplemente ha quedado como un estereotipo positivo hacia Barranquilla y el barranquillero.

Adicionalmente, los cambios que han sucedido en la ciudad en los últimos años, asociados al crecimiento demográfico, los procesos migratorios, la urbanización, los procesos normales de aculturación, los peligros a los que nos enfrentamos diariamente por el incremento de la delincuencia, el incremento en los índices de violencia, la indigencia, entre muchos otros problemas sociales, sin duda han podido influir en la visión y perspectiva de ayuda que posiblemente tenga el ciudadano de Barranquilla.

Por ello, la investigación en que está centrado este artículo está interesada en conocer hasta qué punto las personas habitantes de los barrios Modelo y Los Trupillos de Barranquilla manifiestan en sus comportamientos habituales conductas prosociales o de ayuda al prójimo y además, comparar el comportamiento asumido por estos habitantes ante la solicitud de ayuda por parte de otras personas, teniendo en cuenta las variables género, edad, religión y procedencia geográfica.

Dando respuesta a ello se presenta la siguiente pregunta problema:

¿Manifiesta el habitante de los barrios Modelo y Los Trupillos de la ciudad de Barranquilla, conductas prosociales ante el requerimiento de ayuda?

MÉTODO

Diseño

El paradigma utilizado para la realización de esta investigación correspondió al denominado empírico-analítico, también conocido como positivista o pragmatista. Este paradigma se caracteriza por un estilo de pensamiento sensorial, por una orientación concreta-objetiva hacia las "cosas", por un lenguaje numérico-aritmético, y por unas referencias de validación situadas en la realidad objetiva con el propósito de formular leyes generales. Si se quiere discutir sobre el interés que guía este paradigma, hay que decir que este es de naturaleza tecnológica, con una tendencia evidente hacia la objetividad, que se traducirá en la legitimación de dicha objetividad científica con un fin de control social (Padrón, 1992).

Por otro lado, la presente investigación es descriptiva. Los estudios descriptivos buscan especificar las propiedades, las características y los perfiles importantes de personas, grupos, comunidades o cualquier otro fenómeno que se someta a análisis (Sabino, 1992). Otros autores afirman que estudios de este tipo miden, evalúan o recolectan datos sobre diversos aspectos, dimensiones o componentes del fenómeno a investigar (Hernández, Fernández & Baptista, 2003).

Derivado de este tipo de investigación se utilizó el diseño no experimental, debido a que la variable fundamental de estudio no se sometió a tratamiento alguno. Podría definirse este tipo de diseño como aquel que se realiza sin manipular deliberadamente variables. Es decir, se trata de una investigación donde no se hacen modificaciones en forma intencional a ningún conjunto de variables. Lo que se hace en la investigación no experimental es observar fenómenos tal y como se dan en su contexto natural, para después analizarlos (Hernández, Fernández & Baptista, 2003).

Participantes

El estudio se llevó a cabo en los barrios Modelo y Los Trupillos de la ciudad de Barranquilla, con la participación de 34 y 42 familias respectivamente. El barrio Modelo está conformado por unas 32 manzanas y pertenece a la localidad Centro Histórico. Limita con un sector urbano y otro industrial, este último perteneciente a la llamada Vía 40. Se caracteriza por ser estrato 3 y cuenta con los servicios públicos domiciliarios: agua, luz, alcantarillado, gas y teléfono. Tiene en la actualidad 785 viviendas, y una población aproximada de 7.606 personas. De ellas 4.140 son mujeres y 3.466 son hombres (Departamento Administrativo Nacional de Estadística -DANE-, 2005). Este barrio se divide en tres sectores. El primero está conformado por 11 manzanas, el segundo por 9 y el tercero por 12.

El barrio Los Trupillos, por su parte, es una subdivisión del barrio Las Nieves, y está ubicado al suroriente de la ciudad de Barranquilla. Limita con los barrios Las Nieves, Boyacá y Montes. Cuenta con 22 manzanas que albergan unas 828 casas. La mayoría de ellas fueron construidas por el denominado anteriormente Instituto de Crédito Territorial, entidad estatal encargada de administrar los recursos para construir viviendas entre la población más vulnerable. Es de estratificación 3. El barrio cuenta con los servicios públicos domiciliarios de agua, luz, alcantarillado, gas y teléfono.

Para el estudio solo se seleccionaron núcleos familiares ubicados dentro de la dimensión territorial que corresponde a estos sectores de la ciudad y que tuvieran más de diez años de ser habitantes del barrio. Cada uno de los participantes fue escogido de manera intencional. Por tanto se trata de un muestreo no probabilístico definido como un muestreo donde el investigador deliberadamente selecciona uno a uno los participantes (Hernández, Fernández & Baptista, 2003).

Instrumentos

Para el desarrollo de la investigación se utilizó una técnica naturalista en forma de diálogo en el que se les plantearon a las personas participantes del estudio unas situaciones en donde se espera una conducta de ayuda.

Para la construcción del instrumento se tomaron como base las situaciones estímulo referidas a necesidades de ayuda planteadas en un estudio piloto realizado en el barrio Los Pinos, de Barranquilla (Marín, 2009), lo que dio lugar para que se construyera, por parte del grupo investigador, y teniendo en cuenta aspectos relevantes de nuestra cultura, un gran número de situaciones donde se esperaban respuestas de ayuda. Finalmente el estudio utilizó tres situaciones particulares a partir de las cuales se solicitó ayuda. La primera fue la contribución con útiles escolares, materiales didácticos, equipos tecnológicos para dos colegios:12 de Octubre y CEB 020, en el barrio Los Olivos y el corregimiento de Juan Mina; la segunda, víveres y ropa destinada a los niños en estado de desnutrición y abandono del barrio La Cangrejera de la ciudad de Barranquilla y la tercera, ayuda para el programa "El adulto mayor aún es valioso", como colaboración con los residentes de los asilos San Antonio y San José, de esta ciudad. Estos centros requieren de ropa y alimentos no perecederos.

Procedimiento

El proyecto se gestó por el interés de continuar con una investigación piloto realizada en el barrio Los Pinos, sobre el tema de prosocialidad, también en la ciudad de Barranquilla. El primer proceso fue de tipo teórico. De esta forma se realizaron revisiones bibliográficas para ampliar el horizonte conceptual de la variable. Se escogió la población sobre la que se realizaría el estudio, básicamente acogiéndose a criterios prácticos, relacionados con lo representativo que tenían que ser estos lugares para la ciudad, siendo seleccionados los barrios Modelo y Los Trupillos. Posteriormente se recurrió a la aplicación de una fórmula estadística que permitiera determinar el tamaño de la muestra en cada uno de los barrios seleccionados. Para el caso estuvieron representados por 34 para el barrio Modelo y 42 para Los Trupillos.

A partir de allí se efectuó un contacto directo con la comunidad lo que sirvió para hacer el reconocimiento del terreno y se levantó un plano del lugar: se contabilizaron las calles, las manzanas, las casas y familias. Igualmente se cotejó esta información con datos suministrados por el DANE (2005). Acto seguido se trabajó en la elaboración del instrumento. Para esto se tuvo en cuenta tanto la definición conceptual como operacional de la variable estudiada. Como se mencionó se utilizó como referente un instrumento usado en una investigación previa alrededor de la prosocialidad.

El paso siguiente consistió en la recolección de la información, para ello se contó con la participación de estudiantes de Psicología. El ejercicio de recolección consistió en ir a las casas seleccionadas y manifestar una situación de ayuda esperando la respuesta prosocial o en su defecto, la indiferencia. Cabe anotar que en esta investigación no a todas las personas consultadas se les manifestaron las mismas solicitudes de ayuda. Además de la presentación de las situaciones de ayuda, al mismo tiempo se indagó, entre aquellos que ayudaron, por qué habían decidido mostrar este comportamiento.

Después del proceso de recolección de los datos obtenidos a través del instrumento, se procedió a la tabulación de la información. Esto se hizo a partir del conteo de las situaciones en que las personas ayudaron, así como el análisis del por qué se dio la ayuda y las variables tenidas en cuenta en el estudio: edad, religión, sexo, procedencia, escolaridad. Este análisis llevó a la presentación de los resultados descritos de manera cuantitativa y cualitativa y a la postre presentar las conclusiones que dieron respuesta a la pregunta problema y a los objetivos trazados al inicio del estudio.

RESULTADOS

Después del proceso de recolección de los datos obtenidos a través de la técnica naturalista, consistente en un requerimiento expreso de solicitud de ayuda a niños y ancianos en tres situaciones hipotéticas, se procederá entonces a describir los resultados obtenidos. Inicialmente se presentará un dato global tanto de las personas que ayudaron, como de las que no ayudaron, estableciendo su porcentaje y su proporcionalidad. Luego se mostrarán los datos por barrio, inicialmente se analizará el barrio Modelo y enseguida el barrio Los Trupillos. Esta descripción se presenta teniendo en cuenta variables como la religión, el sexo, el rango de edades, la escolaridad y el lugar de procedencia. Esto se presenta a continuación.

En términos globales la investigación consultó a 75 personas del barrio Modelo y Los Trupillos de la ciudad de Barranquilla. De estas personas 34 ayudaron y 41 se mostraron desinteresadas en mostrar conductas solidarias. En porcentaje esto corresponde a 45,33 % y 54,66 % respectivamente. Esto equivale a decir proporcionalmente y de manera aproximada que de cada dos personas consultadas, una ayuda y otra es indiferente (Ver Figura 1. Distribución porcentual de la ayuda).

BARRIO MODELO

Haciendo el análisis del barrio Modelo, el primer elemento por dilucidar en los resultados es el porcentaje de personas entrevistadas que no ayudaron. En este sentido se encontró que el 52 % mostraron conductas apáticas, mientras que 48 % se mostraron solidarias. Es decir, unas 19 personas en este estudio son insolidarias y 15 son solidarias. De estas personas 63 % profesan la religión católica, 22 % son evangélicas y 15 %, Testigos de Jehová.

Por sexo, encontramos que las mujeres son más proclives a ayudar en el barrio Modelo. En total de las 15 personas que ayudaron, el 65 % corresponde al sexo femenino. Por edades, el rango más dispuesto a ayudar se sitúa entre los 20 a los 40 años, seguido del rango de los 60 a los 80. Esto equivale al 54 y 36 % respectivamente. Mientras que el 10 % se sitúa en el rango de 40 a 60 años.

En cuanto al análisis del nivel de escolaridad de las personas que ayudan, las respuestas se situaron en las siguientes categorías: 42 % universitarios, 28 % bachilleres, 15 % estudios primarios y 15 % técnicos.

Finalmente de la procedencia de las ayudas, se pudo determinar que el 64 % vienen de personas de Barranquilla y el 36 % de fuera (ver Tabla 1. Distribución porcentual de ayuda de acuerdo a variables sociodemográficas barrio Modelo).

BARRIO LOS TRUPILLOS

En relación al barrio Los Trupillos, conformada esta submuestra por 42 personas, se pudo establecer que 53 % no ayudaron y 47 % evidenciaron conductas de solidaridad. Esto equivale a 23 personas en el rango de no ayuda y 19 en el de ayuda. En cuanto a la religión que profesan las personas que son solidarias, 66 % son católicas,25,5 % son evangélicas y 8,5 % son Testigos de Jehová.

En el análisis del género, las conductas de ayuda vinieron en mayor número de las mujeres, identificando en este sentido 11 personas que ayudan, equivalente a 58 %. De otra parte los hombres que ayudaron representaron el 42 %.

En cuanto al análisis por edades, en este caso se procedió a dividir la muestra del estudio en tres categorías, de 15 a 40; de 40 a 65 y de 65 a 90 años. En este barrio, el rango más dado a ayudar es el situado entre 15 a 40 años, equivalente a 47,36 %. Enseguida se sitúa el rango de 40 a 65 con un porcentaje cercano al 31 %. El rango de 65 a 90 años, fue el que menos ayudó con un porcentaje del 21 %.

En cuanto al nivel de formación y escolaridad, las personas bachilleres mostraron más disposición a dar ayuda, seguidas por los universitarios. En total 7 personas con el nivel de formación de bachilleres ayudaron, 6 universitarios y 5 técnicos se mostraron solidarios, mientras que una persona tenía solo estudios primarios.

Finalmente en cuanto a la procedencia geográfica más del 60 % de las ayudas llegaron de personas de Barranquilla. 12 en total son naturales de esta ciudad y 7 son de otras ciudades (ver Tabla 2. Distribución porcentual de ayuda de acuerdo a variables sociodemográficas barrio Los Trupillos).

Elaborando una consolidación de los resultados entre los dos barrios se puede extractar que los que más ayudan por religión son los católicos, las mujeres ayudan más que los hombres, los individuos jóvenes son más dados a ayudar, los bachilleres y universitarios son más receptivos para dar ayuda y la procedencia más marcada a ayudar viene de los propios barranquilleros.

Realizando un análisis diferencial por beneficiarios de la ayuda podemos concluir que las personas de los dos barrios mostraron mayor interés en ayudar a los niños desnutridos sin techo y en estado de abandono. En segunda instancia se sitúan los ancianos recluidos en los asilos San Antonio y San José. La menor relevancia para dar ayuda procede de la solicitud de ayudar para erradicar o coadyuvar en el analfabetismo mediante la cooperación a colegios de dos barrios de la ciudad.

La gente que se mostró más dispuesta a colaborar fue la de la religión católica. Esto contradice las investigaciones y estudios con relación a la ayuda. En el estudio de la parábola del buen samaritano de Darley y Batson (1973), ni siquiera aquellos participantes con creencias religiosas firmes que se dirigían a dictar una charla sobre el buen samaritano se detuvieron a socorrer a una persona tirada en la calle, con obvios indicadores de necesitar ayuda. Por el contrario las personas pasaban de largo saltando por encima del menesteroso pensando más en cruzar el campus para no llegar tarde a su charla. Esto revelaría que incluso el más servicial de nosotros puede sucumbir al influjo de la situación y negar la ayuda a alguien que la necesite.

Otro dato que contradice en cierta manera la relación entre religión y prosocialidad es el hecho de que siendo la religión un aspecto puramente humano, se han encontrado conductas prosociales en primates. En un artículo del diario El País de España del 28 de junio de 2007, titulado "Altruismo de Chimpancé", de Alicia Rivera, (2007) se reseña la manera como se evidencian actuares prosociales en estos animales independientemente de la existencia de religión en los homínidos.

No obstante este dato en el cual se encontró que casi todas las personas que ayudaron profesaban una religión no se puede decir fehacientemente que la religión sea la causa de la ayuda.

La gente se mostró dispuesta a colaborar cuando la situación planteada involucra a menores de edad. Las personas se ponen fácilmente en la posición de quien potencialmente necesita de ayuda y los niños y niñas se ven como vulnerables. Es más, piensan que son sus propios hijos.

Otra posible situación para que se ayude a los niños e incluso a los ancianos, está asociada al hecho de que no pueden valerse por sí mismos. Esto influye para que una persona crea que ese niño o el anciano "merece" la ayuda debido a su condición o probable estado de indefensión.

En un estudio precedente realizado en el barrio Los Pinos de la ciudad de Barranquilla en el que se trabajó con una muestra de 22 personas, a las cuales se les plantearon escenas naturalistas relacionadas con conductas prosociales, los resultados permitieron establecer que aproximadamente el 4 % de las consultadas se mostraron dispuestas a ayudar a sus semejantes. En términos generales las personas ayudaban más si la situación involucraba a niños o niñas (Marín, 2009).

En la literatura a nivel del estudio de las conductas prosociales, ante este hecho se puede referenciar un estudio, de Worchel, Cooper, Goethals y Olson (2002), del cual se extrae en términos generales lo siguiente:"En concreto, cuanta más simpatía sintieran los participantes cuando hacían una atribución a causas incontroladas, más probable era que ofrecieran su ayuda" (p. 286). Colocándola en la situación descrita, se puede observar que en una situación que, por lo general, un niño y el anciano no sería capaz de enfrentar, entonces se hace más susceptible a recibir ayuda.

Un elemento importante que arrojó la interpretación de los resultados es que las mujeres ayudaron más que los hombres. Similares resultados han sido encontrados por varias investigaciones a través de los años y ratificadas en los hallazgos de Calvo, González y Martorell, 2001; López, 1994; Sánchez, Alfredo, Agueda, 2006. Estos últimos opinan que estas diferencias de género están relacionadas con procesos de socialización. De hecho hay varios estudios que muestran que dependiendo del contexto y de las pautas de crianza que estos contextos generan, así se actuará en relación con el otro. En un estudio efectuado por Carlo y colaboradores se encontró que las niñas y los niños americanos mostraban los mismos niveles de cooperación, mientras que las niñas brasileñas, que pertenecían a una cultura más colectivista, resultaron ser más cooperadoras y menos individualistas que sus compañeros varones (Carlo y Randall, 2002).

No obstante los primeros hallazgos efectuados por investigaciones con metodologías rigurosas mostraban que los hombres prestaban más ayuda que las mujeres (Eagly & Crowley, 1986; Piliavin & Unger, 1985).

Sin embargo son las mujeres las que desempeñan actividades y oficios destinados de alguna manera a proteger a los demás (Mendo, 2005). Este mismo autor sostiene que es más probable que las mujeres hagan más favores que los hombres y se observen más solícitas hacia sus amistades. En el contexto donde se hizo el estudio tanto en el barrio Modelo como en Los Trupillos y en general en la ciudad de Barranquilla se observa este mismo hecho.

Profundizando en el estudio de Calvo, González y Martorell (2001) que tenía la intención de encontrar la relación entre las conductas prosociales, la empatía, el afán de aventura, el autoconcepto positivo y la autoestima, y al mismo tiempo hallar diferencias de género, las mujeres obtuvieron puntajes superiores en la mayoría de factores de conducta prosocial. El estudio fue realizado con 421 niños y adolescentes de ambos sexos con edades comprendidas entre los 10 y los 18 años.

Autores como (Eagly & Crowley, 1986) afirman que las mujeres detectan con mayor facilidad solicitudes de ayuda no manifestadas verbalmente. Lo que se ha encontrado en la literatura existente es que los hombres prestan más ayuda cuando hay más riesgo físico.

En cuanto a las respuestas de no ayuda, el estudio mostró la existencia de cierto aprendizaje previo. Es así como experiencias pasadas llevaron a potencializar una negativa de ayuda. Muy seguramente engaños, fraudes, estafas y otras situaciones vividas anteriormente por el grupo con el cual se hizo el estudio, llevaron a muchos de los sujetos a mostrarse escépticos y desconfiados. Esto indica una predisposición negativa respecto de ayudar a una persona cuando lo requiera.

Otra de las situaciones observadas que incidieron notablemente en la no obtención de ayuda tiene que ver con la percepción social. En algunas ocasiones ante la exigencia de conductas de solidaridad de parte de los investigadores, esta no se dio simplemente porque las personas abordadas percibieron que realmente no se requería la ayuda. La comunidad estudiada expresó opiniones diversas respecto a este punto. Por ejemplo, "No ayudé porque no sentí que la situación fuera seria". Es decir, la percepción que tuvo del experimento natural lo llevó a no conmoverse por lo que estaba planteándosele.

El fenómeno de la percepción siempre ha estado presente en la determinación de las conductas de ayuda. Si el sujeto que observa no percibe en una escena que alguien requiere ayuda, lo más probable es que esta no va ocurrir. Darley y Latané (1970) fueron unos de los primeros investigadores que reportaron que el primer eslabón para que se dé una respuesta de ayuda es precisamente derivado de un fenómeno perceptivo. Ellos lo llaman la advertencia del suceso, que no es más que la percepción del hecho.

Esto es cotejado igualmente en un trabajo teórico ya referenciado en este texto (Marín, 2010) en el cual se hace un análisis de la intervención del proceso perceptivo en la generación de conductas prosociales. Referenciando el fenómeno perceptivo desde McDavid y Harari (1979), estos autores analizan que en este proceso psíquico intervienen cuatro factores y en cada uno de ellos hay un conjunto de variables que no se pueden pasar por alto cuando se trata de descifrar un fenómeno perceptivo. Estos factores son: variables de la persona que percibe, del sujeto percibido, del contexto, de la relación entre persona que percibe y persona percibida. A partir de este modelo teórico de la percepción, Marín expresa que para estudiar una conducta de ayuda hay que establecer desde el fenómeno perceptivo qué pasa en el contexto donde se da la situación, qué ocurre en el sujeto que aparentemente es testigo de una situación que requiere ayuda, qué fenómenos están presentes en la persona que requiere ayuda y finalmente qué tipo de relación se establece entre quien percibe y el actor social que se percibe. Quizás en el estudio las personas que no ayudaron no observaron que el contexto era el más indicado para dar ayuda, o bien los investigadores no pudieron generar la relación adecuada entre persona que percibe, en este caso la comunidad entrevistada y quien requería de la ayuda, es decir, los experimentadores.

A modo de conclusión los resultados de esta investigación efectuada en los barrios Modelo y Los Trupillos, hacen pensar que aproximadamente la mitad de la población estudiada está dispuesta a ayudar y el resto se muestra indiferente. Esto equivale a decir que por cada dos personas entrevistadas una persona ayuda y la otra no. Como en estudios precedentes las mujeres son más dadas a ayudar que los hombres. Igual la ayuda se dirige con mayor fuerza si la situación involucra a menores de edad.

Analizando las razones por las cuales la gente ayudó se encuentran respuestas asociadas al hecho de que fueron educados para brindar ayuda, además que generalmente antes habían sido ayudados por otras personas y era bueno responder recíprocamente. Hubo afirmaciones en el sentido de que la sociedad requería personas que se mostraran solidarias y condescendientes con los otros.

Las personas que no ayudaron generalmente se mostraron reacias a dar razones válidas para la no ayuda. No obstante algunos participantes entrevistados respondieron que no ayudaron porque sencillamente no creen en personas que piden ayuda para otros.

Bajo la luz de los resultados obtenidos en la investigación, sobre la existencia de conductas prosociales en el habitante promedio de la ciudad de Barranquilla ante la solicitud de ayuda, y puesto que la presente investigación, corresponde a la continuación de un estudio piloto implementado en el barrio Los Pinos, hemos encontrado limitantes en su alcance y proyección, es por ello que se proponen algunas alternativas que a futuro permitan optimizar las investigaciones y los resultados a obtener, algunas de las posibles propuestas son: Ampliar el número de las variables a utilizar, incluyendo estrato socioeconómico, que permita la comparación entre los diferentes estratos del 1 al 6; en concordancia con el comentario anterior, se hace necesario sugerir la realización de una investigación extensiva, que incluya una muestra poblacional mayor; de igual manera se ve la necesidad de realizar una investigación de tipo cuasiexperimental sobre este tema, que permita obtener mayor exactitud de resultados y lograr abordar la existencia del árbol de decisiones planteado por Darley y Latané.


REFERENCIAS

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