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Psicogente

versão impressa ISSN 0124-0137

Psicogente vol.20 no.37 Barranquilla jan./jun. 2017

https://doi.org/10.17081/psico.20.37.2419 

Resultado de investigación

Relación entre riesgo suicida, autoestima, desesperanza y estilos de socialización parental en estudiantes de bachillerato*

Relations between suicidal risk, self-esteem, despair and parental socialization styles in high school students

José Alonso Andrade Salazar1 

Juan Gonzáles Portillo2 

1Magíster en Pensamiento complejo. Docente investigador de la Universidad de San Buenaventura Medellín extensión Armenia, Colombia. Email: jose.andrade@usbmed.edu.co; 911picologia@gmail.com http://orcid.org/0000-0001-7916-7409

2Maestrante en Educación y Desarrollo Humano. Docente investigador de la Universidad de San Buenaventura Medellín extensión Armenia, Colombia. Email: jjuan.gonzales@usbmed.edu.co; juancgp9@hotmail.com http://orcid.org/0000-0002-5826-2711


Resumen

Este trabajo es resultado de una investigación empírico-analítica, realizada con un diseño descriptivo-correlacional y de corte transversal. Su objetivo consistió en describir la relación entre niveles de autoestima, riesgo suicida y estilos de socialización parental, para lo cual se aplicaron: la escala de Autoestima de Rosenberg, la escala de Desesperanza de Beck, Weissman, Lester y Trexler (1974)y la escala de Socialización Parental ESPA-29. El estudio encontró que la autoestima no se correlaciona de forma importante con el riesgo suicida, y que 6 de cada 10 estudiantes presenta algún tipo de riesgo, que se incrementa cuando los padres son indulgentes o negligentes, y ambos perfiles tienden a la coerción verbal e indiferencia. Otros elementos asociados al riesgo suicida fueron: la aceptación e imposición del dominio parental y un elevado control con afecto negativo, coerciones e imposiciones.

Palabras clave: Adolescencia; Autoestima; Estilos de socialización parental; Ideación suicida; Psicología; Riesgo suicida; Suicidio

Abstract

This work is the result of an empirical and analytical research conducted with a descriptive, cor relational and transversal methodology. Its aim was to describe the relations between self-esteem, suicidal risk and parental socialization styles. In order to achieve the objective these tools were used: the Rosenberg Scale for Self-esteem, the Scale of Despair of Beck, Weissman, Lester and Trexler (1974) and the ESPA-29 scale of Parental Socialization Styles. The study found that self esteem is not significantly correlated with suicidal risk; and that 6 out of 10 students presented some risk, that increases when parents are indulgent or negligents; and both profiles present verbal coercion and indifference inclinations. Other elements associated to suicidal risk were: acceptance and imposition of parent control and a high control with negative effects, coercions and impositions.

Key words: Adolescence; Self-esteem; Parental socialization styles; Suicidal ideation; Psychology; Suicidal risk; Suicide

Introducción

Según informa el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia (Forensis, 2013; 2014), el suicidio es un problema de salud pública glo bal, que afecta de manera especial a jóvenes adolescen tes, mujeres y adultos mayores en Colombia. Su nivel de incidencia es tan elevado que muchos adolescentes lo asumen como vía de escape, ejemplo a seguir (suicidio por imitación), medio para alcanzar un fin (parasuici dio) y dejar un precedente, o como última solución ante problemas asumidos como irresolubles (Andrade, 2012).

Por ser una etapa de crisis compleja, en la adoles cencia se incrementan los factores de riesgo para la salud física, mental y comunitaria, especialmente si los padres no brindan a los adolescentes herramientas adaptativas para confrontar la adversidad o cuando el clima familiar es tenso, controlador y conflictivo (Aberastury & Kno bel, 1971). Dichos aspectos son señalados por el Fon do para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF, 2005), como de “alto riesgo” para el desarrollo integral de las nuevas generaciones. De acuerdo con la Organiza ción Panamericana de la Salud (OPS, 2008), a estos ele mentos pueden agregarse otros factores de alto impacto tales como las crisis económicas familiares y locales que afectan de manera similar a adolescentes y jóvenes, la negligencia de los adultos, y las pocas oportunidades de estudio (Organización Panamericana de la Salud - OPS, 2008).

Según la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe (CEPAL, 2013), otro factor agravante de la vulnerabilidad de los adolescentes es la sobrepoblación mundial, la cual limita el acceso a posibilidades de desarrollo integral. A esto se añaden los conflictos armados internos e internacio nales y las pocas políticas de juventud para jóvenes en situación de riesgo en América Latina y el Caribe (Banco Mundial, 2007). Todos estos eventos afectan el desarro llo de los adolescentes y pueden suscitar en muchos la idea de que el mundo no es un lugar adecuado para vivir y desarrollarse (Taber & Zandperl, 2001; Junes, 2005). Datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Cien cias Forenses de Colombia (Forensis) revelan que el sui cidio en las edades de 5 a 19 años para el año 2010 fue de 333 casos, 301 para el 2011, 325 en 2012, 300 en 2013, y en el año 2014 hubo 293 suicidios de adolescentes entre los 10 y 19 años*. En el departamento del Quindío se presentaron 47 casos de suicidio en el año 2010, 55 en 2011, 39 en 2012, 33 en 2013 y 32 en 2014 (28 hombres y 4 mujeres). Para la institución, el Quindío es el tercer departamento con mayor tasa de suicidio por densidad poblacional a nivel nacional (5,9 %), solo superado por Amazonas (6,7 %) y Meta (6,2 %).

La entidad igualmente señala que el municipio de Finlandia, en el departamento del Quindío, presen ta una de las más altas tasas a nivel nacional (22,54 x 100.000 habitantes). Un estudio sobre salud mental en Colombia reveló, además, que los adolescentes y muje res suelen ser los más vulnerables, y que en promedio diez (10) de cada cien (100) personas entre 10 y 44 años y doce (12) de cada cien (100) adolescentes presentan algún problema de salud mental. De ellos siete (7) de cada cien (100) cuenta con trastornos como fobias so ciales (especialmente mujeres), depresión y bipolaridad. Estas patologías se encuentran vinculadas a la pobreza,

El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia (Forensis, 2014) indica que en la región andina “el suicidio es más frecuente en la población más joven, ya que se encuentra dentro de las tres primeras causas de mortalidad por causas externas dentro del grupo de los 5 a los 19 años de edad” (p.325). En Colombia es la cuarta forma de violencia y, más precisamente, por cada mujer cinco hombres se quitan la vida.

miseria y violencia en el país (Periódico El Tiempo, 20 de septiembre de 2015). Por otra parte, las causas asocia das al suicidio en adultos se relacionan con conflictos y problemas conyugales, amorosos, económicos, labora les, académicos, emocionales, mientras que en los niños, niñas y adolescentes son determinantes los estilos de crianza, así como el entorno escolar, familiar y político donde viven, los modelos de aprendizaje en el hogar y la influencia del grupo de pares (Forensis, 2014).

La vulnerabilidad de los adolescentes es alta y aunque, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, este grupo humano es sano, su morbilidad se aso cia a accidentes, violencia, suicidios, embarazos prema turos, consumo de sustancias, malos hábitos alimenta rios, enfermedades prevenibles o tratables y enfermeda des graves como el VIH (OMS, 2011). En gran medida, “la adolescencia es una etapa cuya naturaleza conflictiva cuestiona el mundo adulto, al confrontarlo con su pa sado y los modelos de crianza, de los cuales ellos son el prototipo deseado o negado socialmente” (Andrade, 2012, p.712). Dicho esto, es claro que en muchos adolescentes las formas en que los estilos de socialización han sido interiorizados, determinan los diversos modos de inter pretar y vivir la relación con la autoridad, con su propio cuerpo, con otros adolescentes y con todos los adultos. La adolescencia se constituye en todas las culturas en una etapa de tránsito hacia la edad adulta, de trans formaciones biopsicosociales importantes e inevitables (Aberastury & Knobel, 1971).

La adolescencia presenta una naturaleza conflic tiva cuya integración positiva depende en gran medida de la calidad de las interacciones del adolescente con su entorno, y por ello el reto de la crianza recae en los padres, la comunidad y los educadores, quienes deben ser coadyuvantes en su formación; así como también en el desarrollo de mejores habilidades para la vida, tomán dolas a modo de “destrezas psicosociales que les facilitan a las personas afrontar en forma efectiva las exigencias y desafíos de la vida diaria, es decir, son destrezas psicosociales para aprender a vivir” (Mantilla, 2001, p.7). En dicho camino hacia la madurez psicológica y social, los adolescentes enfrentan varios retos: la conformación de una estructura de personalidad estable con la cual enfrentar el mundo y sus relaciones, el afianzamiento de su identidad y de un proyecto de vida, crisis personales y peligros externos, además de una ruptura gradual con los espacios y vínculos paternos, que resultan necesarios para abrir paso al desarrollo de nuevas destrezas sociales (Baumrind, 1991). Así, “las habilidades para la vida ayu dan a los jóvenes a navegar entre los retos de la vida co tidiana. Les permiten convertirse en adultos serios, res ponsables y productivos” (Hanbury & Malti, 2011, p.9).

En todo ello la influencia de los adultos juega un papel crucial, especialmente la de los padres o cuidado res, quienes con instrucciones y comportamientos sanos pueden enseñar al adolescente conductas saludables que logren poner en práctica en los diversos escenarios de relación (Hanbury & Malti, 2011). Por tal motivo, con siderar la importancia de la percepción creada respecto al comportamiento paterno brinda un espectro de inte reses investigativos que posibilita la comprensión de fe nómenos que los afectan de manera frecuente (Acock & Bengtson, 1984). Entre dichos fenómenos se encuentra la ideación suicida y el suicidio, conductas que guardan relación directa con las estructuras familiares, las expe riencias entre pares, conductas imitativas, el consumo de sustancias psicoactivas (SPA), etc. (Moya, 2007). El sui cidio y la ideación suicida provienen de una alteración importante de las habilidades para la vida, las cuales son “habilidades protectoras” que en su intrínseca función propenden por la conservación de los individuos y de la comunidad a la que pertenecen (Farberow, 1980), de tal modo que los factores de riesgo pueden aumentar en entornos socio familiares peligrosos, desprotectores o conflictivos, con indicadores de disfuncionalidad, y con un escaso control y apoyo positivo entre sus miembros (Andrade, Bonilla & Valencia, 2010; Musitu & Cava, 2003).

Los estilos de crianza disfuncionales pueden cons tituirse en factores determinantes para la generación de eventos y actitudes que eleven los riesgos de suicidio en adolescentes (Pérez, Uribe, Vianchá, Bahamón, Verdugo & Ochoa, 2013; Vallejo, Osorno & Mazadiego, 2008) o, por el contrario, en factores protectores que fortalezcan las habilidades para la vida (García & Gracia, 2010). Al respecto, Craig (1997) ha planteado que la crianza puede definirse a partir de cuatro estilos: el democrático, implementado por padres que dialogan de forma ajustada y respetan la opinión de los hijos; indiferente, en el que se disminuye el control, la disciplina y la atención que los hijos requieren; permisivo, en el que se da a los hijos mu cha libertad para decidir sobre su vida y se minimizan las consecuencias de los hechos; y el estilo autoritario, en el que los padres se muestran inflexibles, controladores, coaccionan, y a menudo son agresivos con los hijos. Di chas formas de crianza se derivan de los estilos: “demo crático, sobreprotector, autoritario y negligente” plan teados por Schaefer (1995) y de los estilos: autoritario y autorizativo-democrático (ambos de un alto control), permisivo-indulgente, y negligente-indiferente (ambos de bajo control) definidos por Baumrind (1966; 1968; 1971). Posiblemente existen estilos de crianza tradicio nal que no encajen en estos parámetros o que sean una combinación de varios de ellos; no obstante, para los fi nes de esta investigación se utilizaron los planteados por Baumrind, de quien se desprenden las caracterizaciones posteriores.

Por otra parte, el espectro suicida está compuesto por todas aquellas acciones cuya finalidad es la autoeliminación, y que terminan o no en la muerte por inten ción propia. Estas situaciones suelen afectar de forma explícita la calidad y expectativa de vida de personas, familias, y comunidades, constituyendo actualmente un grave problema de salud (Andrade, 2012). La multidimensionalidad asociada a las causas y explicaciones, además de la complejidad de su caracterización, dificulta una adecuada descripción del fenómeno, sin embargo abre paso a nuevas perspectivas integradoras y relacionales (Cañón, 2011; Restrepo, 2010; Nock, 2009). Su con tención y prevención es una labor continua que requiere el diálogo entre disciplinas, la articulación de saberes y la puesta en marcha de acciones conjuntas direccionadas a contener y disminuir su elevada incidencia.

Según Baldwin, Kalhorn y Breese (1945), un es tilo de crianza es la forma particular en que los padres educan a sus hijos, para lo cual aplican normas, ejem plos, experiencias y tipos de autoridad para regular sus conductas; en ocasiones, cuando los estilos de crianza protectores dejan de funcionar, los adolescentes quedan a expensas de confusiones e ideas inapropiadas acerca de la vida, lo cual puede elevar el riesgo de suicidio y de otras conductas peligrosas (Baumrind, 1968). En este sentido, Baumrind (1966; 1968; 1971) opina que la crianza de los hijos transita de acuerdo con diferentes estados de control y afecto, asociándose a los estilos de socialización con los cuales se les cría. Es así que un alto control con afecto negativo implica un rol autoritario, mientras que con el afecto positivo conlleva a la implementación de los roles autorizativo o democrático. Correlativamente, cuando el control es bajo y el afecto negativo, la pauta de crianza es negligente-indiferente, mientras que si el afecto es positivo la crianza será permisiva-indulgente. El padre autorizativo es exigente y sensible y promueve la autonomía de sus hijos; mientras el que es autoritario coarta la participación de los hijos, es inflexible, duro y exigente; por su parte, en el estilo parental permisivo- indulgente resulta laxo, comprensivo y no implementa estrategias coercitivas para reorganizar un rol o límite; el padre negligente-indiferente no pone límites ni expresa afecto, abandona a sus hijos porque se concentra en su propia vida (Baumrind, 1971).

Los estilos de socialización moldean la vida de los sujetos y pueden propiciar en ellos la realización de accio nes protectoras o delitos. Calafat et al. (2011) señala que los estilos negligente y autoritario son congruentes y/o están relacionados con un consumo de droga en los hi jos. Grosso modo, los estilos parentales pueden influir de forma indirecta en el consumo de drogas blandas y du ras, así como también, en el rendimiento académico de los adolescentes, la elección del grupo de pares, la agresi vidad y la delincuencia, además del manejo adecuado de la ansiedad, depresión, impulsividad, irritabilidad, nega tivismo, actitud desafiante y autocontrol (Calafat et al, 2011). Estos mismos estilos pueden ser generadores de vulnerabilidades que elevan los riesgos psicosociales en adolescentes, entre los cuales las conductas del espectro suicida se presentan como las más nocivas (Pérez et al., 2013; Rosselló & Berríos, 2004).

Método

Diseño

Este trabajo se sustenta en una investigación em pírico-analítica con un diseño descriptivo-correlacional y de corte transversal. Hernández-Sampieri, Fernández y Baptista (2014) indican que la investigación cuantitati va puede ser correlacional cuando utiliza la recolección directa de información, y sus resultados se analizan es tadísticamente a través de indicadores de correlación como el de Pearson. El análisis e interpretación de la información gira en torno a la idea de dar respuesta a los interrogantes planteados. Según Rosenthal (1995), en el estudio descriptivo se registran las características del problema con la finalidad de estimar la magnitud del fenómeno, y no reducir los resultados a las implica ciones radicales de las variables, pues posibilita contener la experiencia o grado empírico (Sautu, Boniolo, Dalle &Elbert, 2005).

Población

Estuvo constituida por 821 estudiantes de bachi llerato de los grados 9°, 10° y 11° de cuatro instituciones educativas públicas del departamento del Quindío. La muestra fue de tipo aleatoria simple y los criterios de in clusión consistieron en estar matriculado en el colegio, asistir a clases, ser adolescente y pertenecer a los grados mencionados.

Instrumentos

Se utilizó una ficha de datos sociodemográficos y tres escalas. La ficha de caracterización exploró datos respectivos, así como también, los siguientes factores: ser hijo único, testigo de violencia entre sus padres (vio lencia intrafamiliar), padres con enfermedad mental, ser víctima de bullying (acoso escolar), cuidador con el que se lleva mejor (relación parental), percepción de castigo en exceso y sin justa razón (castigos injustos), y percepción de haber estado triste la mayor parte del día durante el mes previo al día que se aplica la prueba (depresión). Las escalas aplicadas fueron: la Escala de Morris Rosenberg (1965) de autoestima, conformada por 10 afirmaciones de los sentimientos que tiene una persona hacia sí mis ma, 5 presentadas de manera positiva (1, 2, 4, 6 y 7) y las otras, de forma negativa (3, 5, 8, 9 y 10). Los resultados varían entre un rango de 10 a 40 puntos, de modo que 10 indica la autoestima más baja y 40 la más alta.

El segundo instrumento fue la Escala de Deses peranza de Beck, Weissman, Lester y Trexler (1974), que consta de 20 ítems verdaderos o falsos y permite eva luar el grado de desesperanza de una persona; en ella se puntúa 1 a las repuestas “Verdaderas” de los ítems 2, 4, 7, 9, 11, 12, 14, 16, 17, 18, 20, mientras el resto de las respuestas son “Falsas”. El punto de corte es 8, por lo que una puntuación igual o superior muestra un alto grado de desesperanza. Por último se aplicó la Escala de Socialización Parental para Adolescentes (ESPA-29) de Musitu y García (2001), con la que se buscan posibles reacciones parentales que se engloban en siete subescalas: afecto, indiferencia, diálogo, displicencia, coerción ver bal, coerción física y privación. Ellas se agrupan a la vez en dos ejes de socialización (implicación/aceptación y coerción/imposición) y en cuatro estilos de socialización: Autorizativo, Indulgente, Autoritario y Negligente. Asimismo el instrumento permite observar cuatro tipos de relación entre el control/afecto: Bajo control/afecto positivo; Bajo control/afecto negativo; Alto control/afecto positivo; Alto control/afecto negativo.

Procedimiento

La investigación se realizó en cinco fases: 1) Dise ño de la investigación y aprobación de condiciones bioé ticas; 2) Revisión teórica y del estado del arte; 3) Aplica ción de instrumentos, tabulación de reactivos y análisis estadístico de datos, para lo cual se utilizaron medidas de frecuencia, coeficiente de Pearson y medidas no para métricas (Prueba de Mann-Whitney); 4) Sistematización de datos y construcción del informe final de investiga ciones; 5) Devolución y socialización de resultados a las instituciones y a la comunidad académica.

Resultados

La caracterización muestra que el 44 % tiene edades entre 13 y 15 años; el 50,3 %, entre los 16 y 18 años; y el 1,2 %, 19 años. Los estratos analizados fueron 1 (21,3 %), 2 (35,4 %), 3 (30 %), 4 (8,2 %), 5 (4,1 %), 6 (1 %). El 52,3 % fueron mujeres y el 47,7 % hom bres, pertenecientes a los grados noveno (34,2), décimo (35,9 %) y undécimo (29,8 %). La religión prevalente fue la católica (63,1 %), y cristiana (20,6 %). El 15 % de los entrevistados es hijo único, el 14,9 % ha presenciado episodios de violencia intrafamiliar y el 3,2 % convive con un padre o tutor que padece una enfermedad men tal. El 9,6 % ha sido víctima de bullying, un 16 % no vive con sus padres, el 36,4 % cuenta con padres separados, mientras el 47,6 % tiene padres en unión libre. En la casa, el 63,8 % indica llevarse mejor con la madre; 12,4 % con el padre; el 10 % con sus hermanos y el 7,2 % no se lleva bien con ninguno. El 11,3 % asegura ser casti gado en exceso y sin razón y el 33,1 % afirma haberse sentido triste la mayor parte del día en el mes anterior a la aplicación de los instrumentos. El análisis de fiabili dad Alfa de Cronbach se estableció del siguiente modo: Escala Autoestima test de Rosenberg tiene un Alfa de Cronbach de 0,678 (Validez baja); la Escala ESPA-29 fue de 0,867 (Buena confiabilidad); y la Escala de Desespe ranza de Beck, Weissman, Lester y Trexler (1974) fue de 0,781 (Validez aceptable).

Se encontró que el 32,6 % presenta riesgo sui cida “ninguno” o “mínimo’’ (17,14 % mujeres; 15,2 % hombres), el 17,5 % riesgo leve (9,6 % hombres y 7,9 % mujeres), el 49,1 % riesgo moderado (26,6 % mujeres y 22,5 % hombres), y el 0,7 % riesgo alto (0,4 % mujeres; 0,3 % hombres). El 67,4 % presenta algún tipo de riesgo suicida. Prevalece el riesgo moderado de suicidio (49,1 %) presente en los siguientes casos: 15 años de edad (13,2 %) y 16 años (15,7 %), cursar 10° grado (20,3 %), vivir en estrato 2 (18 %) y 3 (19 %), tener antecedentes de victimización por bullying (5,4 %) y conflicto con la madre (31,1 %). También se presentó en estudiantes que fueron testigos de violencia intrafamiliar (7,10 %), con padres separados (13,5 %), o en adolescentes que conviven con ambos padres bajo una crianza autoritaria (24,4 %), en quienes creen recibir castigos injustos y sin razón (5,2 %) y aquellos que afirman poseer una tristeza mantenida du rante el último mes (14,9 %) (ver Tabla 1).

Tabla 1 Cruces de variables con el riesgo moderado de suicidio 

En la Tabla 2 se exponen los factores determinan tes del riesgo suicida y su relación con estilos de crianza, reacciones parentales, ejes de socialización, y el control- afecto. Se encontró que el factor cognitivo prevalece (: 1,78), seguido por el motivacional (: 1,63) y afectivo (:1,56). En relación a los estilos de crianza, prima el esti lo indulgente (:52,3), seguido por el estilo autorizativo (:21,9), autoritario (:21,9) y negligente (:9,2). Las reac ciones parentales que conforman estos perfiles son las si guientes: diálogo (:22,6), afecto (:20,52), coerción verbal (:13,9), displicencia (:3,95) y coerción física (:1,98). En las respuestas relacionadas con los ejes de socialización so bresale la aceptación/implicación (:52,3), y la coerción/ imposición (:21,9). En la relación entre control/afecto pre domina el bajo control/afecto positivo (:61,5), seguido por alto control/afecto positivo (:44,5), y el alto control/afecto negativo (:21,9).

Tabla 2 Factores de riesgo de suicidio, estilos de crianza, reacciones parentales, ejes de socialización, control-afecto 

La autoestima prevalente fue baja (76,7 %), en tanto que la media “normal” fue de 20,6 % y la elevada, de 2,7 %); a nivel de correlación la autoestima baja se presentó en el estilo de crianza indulgente con una corre lación positiva muy baja (p= ,175; s= ,000). La autoesti ma media fue directamente proporcional al hecho de contar con una actitud positiva hacia sí mismo (s= ,000; p= -0,438), e inversamente proporcional al hecho de es tar insatisfecho consigo mismo (s= ,000; p= -0,445), y al de pensar que se es un inútil (s= ,000; p= -0,498).

Las correlaciones altas y directamente proporcio nales se dieron entre riesgo alto de suicidio con el fac tor motivacional (s= ,000; p= ,744) y el factor cognitivo (s= ,000; p= ,696). Las correlaciones bajas se presentaron entre el riesgo leve de suicidio e indiferencia (s= ,002; p= ,109) y privación (s= ,004; p= ,100); también hubo correlaciones bajas e inversamente proporcionales entre riesgo moderado de suicidio con los dos ejes de socia lización: aceptación/implicación (s= ,000; p= -0,220) y coerción/imposición (s= ,000; p= -,249), así como con los estilos de crianza autorizativo (s= ,000; p= -,220), indulgente (s= ,000; p= -,249) y autoritario (s= ,000; p= -,249). Se presentaron correlaciones moderadas entre ítems negativos de la Escala de Desesperanza y el riesgo alto de suicidio (ver Tabla 3).

Tabla 3 Correlación ítems Escala Desesperanza y riesgo alto de suicidio 

Asimismo hubo correlaciones directamente pro porcionales entre ítems positivos de la Escala de Deses peranza de Beck y el ítem “Esperar el futuro con esperan za y entusiasmo” presente en la misma escala (Tabla 4).

Tabla 4 Correlaciones entre ítems protectores y esperanza en el futuro 

Se encontraron correlaciones directamente pro porcionales entre los cuatro perfiles de crianza: autorizativo, autoritario, indulgente y negligente, y las reacciones parentales de dichos perfiles: indiferencia, coerción físi ca, coerción verbal, privación, afecto (ver Tabla 5).

Tabla 5 Correlación entre perfil de crianza, reacciones parentales y estilos de crianza 

En la Tabla 6 se muestran las correlaciones en tre los dos ejes de socialización: aceptación-implicación y coerción-imposición, y las cuatro relaciones entre control-afecto: Alto control-afecto positivo, Bajo control -afecto positivo, Alto control-afecto negativo, Bajo con trol-afecto negativo.

Por otra parte, a fin de comprobar la heteroge neidad de las muestras ordinales independientes entre hombres y mujeres, se aplicó la Prueba no paramétrica de Mann-Whitney de “suma de rangos”. En la Tabla 7 se muestran en este sentido, las diferencias entre hombres y mujeres respecto a los rangos de aceptación/implicación (hombres= 170155,50; mujeres= 167275,50) y coerción/imposición (hombres= 164051,00; mujeres= 173380,00).

Tabla 6 Correlación entre ejes de socialización, y Control-Afecto implicados en la crianza 

En las mujeres, a diferencia de los hombres, es elevado el alto control con afecto negativo (mujeres= 173380,00; hombres= 164051,00) y un bajo control con afecto nega tivo (mujeres= 172142,50; hombres= 165288,50).

Tabla 7 Rangos prueba de Mann-Whitney por género 

Discusión

La investigación encontró que los estudiantes per ciben dos tipos de perfiles en la crianza: a) uno compues to por el estilo de socialización indulgente, en el que los padres se implican y aceptan al adolescente a través del diálogo, ejerciendo un bajo control al que imprimen un afecto positivo (Ilustración 1), y b) un estilo de crianza autorizativo con tendencia a la coerción e imposición de la voluntad de los adultos, y reacciones afectivas a las que se aplica coerción verbal y un elevado control de sus actividades, matizado de afecto positivo (Ilustración 2). Lo anterior permitió vislumbrar dos perfiles de crian za en la población estudiada: 1) perfil de implicación/ indulgencia, y 2) perfil de coerción/autoritarismo. Este último tiene relación con los casos de riesgo suicida en contrados en la muestra investigada, y coincide con lo encontrado por estudios que indican que el patrón de crianza coercitivo con baja implicación positiva de los padres, puede ser parte de los predictores de la conducta suicida en adolescentes (Sánchez-Teruel & Robles-Bello, 2014; Magdaleno, Morello-Teruel & Infante-Espinoza, 2003).

Figura 1 Prácticas de crianza. Perfil indulgencia/implicación 

Figura 2 Prácticas de crianza. Perfil coercitivo/autoritario 

Es importante anotar que el perfil de coerción ele va los riesgos de emergencia de la conducta suicida en la población adolescente porque disminuye su posibilidad de participación en decisiones y asuntos importantes del hogar, además de frenar su capacidad de interacción en diversos ámbitos necesarios para su desarrollo integral (Casullo, Bonaldi & Fernández, 2000; Ceballos-Ospino et al., 2014), aspecto comúnmente asociado a crianzas autoritarias en las que se cohíbe a los hijos, pero al mis mo tiempo se dan muestras de afecto positivo hacia ellos (Rosselló & Berríos, 2004; Carmona, Jaramillo, Tobón & Areiza, 2010). Estas características enuncian ambiva lencias en las pautas de crianza que se encuentran muy relacionadas con la emergencia de ideas suicidas en adolescentes (Carmona, 2012; Andrade, 2012; Zubiría, 2007; García & Gracia, 2010), situación que fue eviden te en la población investigada, para la cual el riesgo leve de suicidio se incrementó ante la disminución del alto control con afecto positivo o negativo de sus padres, lo cual muestra que en situaciones de riesgo de suicidio, el afecto es un resultado de la relación de control y no a la inversa.

En este sentido, el suicidio responde a un cam bio en la dinámica afectiva de los sujetos, percibién dose como un efecto de problemas e inconvenientes previos no resueltos. Zubiría (2007) expresa que dichos problemas pueden exacerbarse cuando el adolescente se ve influenciado por un grupo de pares negativo, así como también por una actitud indiferente, indulgente o agresiva de los padres. La hipótesis del suicidio como efecto se asociaría entonces a la idea de que el control exagerado es el catalizador de un proceso de deterioro de la convivencia y el apoyo intrafamiliar, que desgasta la confianza, el diálogo, la cooperación y la capacidad de reparación de conflictos y ofensas entre los miembros, tornando nocivas incluso aquellas acciones dirigidas al reconocimiento afectivo de las implicaciones del acto suicida (Andrade, 2012). Dicho esto, la prevención se constituye en el registro positivo de crianza cuando se instaura desde el hogar, lo que posibilita que en el proce so de socialización se convierta en autoprotección y pro tección de otros; de suyo, la protección como continuum tiene como referente el reconocimiento de las condicio nes afectivas implicadas en toda relación. Así, entre más acertadas, solidarias y protectoras sean las interacciones, mejores registros de protección y prevención tendrán los sujetos (Baumrind, 1991; Atienza, Moreno & Balaguer, 2000; Moya, 2007; OMS, 2014).

Figura 3 Indicadores de riesgo elevado de suicidio 

En la población estudiada, el riesgo suicida puede asociarse además a factores de riesgo externos y percep ciones deformadas acerca de la vida, el éxito y las expec tativas futuras (Figura 3), aspectos que son base de deba te y de múltiples orientaciones investigativas (Carmona, 2012; Ceballos-Ospino, et al., 2014; Pérez, et al., 2013; Roselló & Berríos, 2004). En nuestro caso, se encontró que el riesgo se incrementa cuando disminuye la crianza de tipo autorizativa, indulgente o autoritaria, a lo cual se suman la poca aceptación e implicación parental, accio nes coercitivas e imposiciones, así como también un es caso diálogo, actitudes de displicencia, y coerción verbal y física. No se encontraron estudios con datos similares en cuanto a factores de riesgo desde el punto de vista de la crianza, sin embargo, existen puntos de acuerdo entre los riesgos hallados en otras investigaciones (Baumrind, 1991; Junes, 2005; Vallejo, Osorno & Mazadiego, 2008; García & Gracia, 2010; Pérez et al., 2013).

Por otra parte, la investigación encontró que la mujer suele ser más coaccionada que el hombre, pues to que en él se deposita una mayor aceptación/implicación. Esta situación es análoga a la relación control/ afecto, la cual es de tonalidad negativa en la crianza de las mujeres, lo que tiene como consecuencia directa que el hombre sea quien reciba un mayor afecto y control positivo. En este sentido, nuestros resultados son equi valentes a los encontrados en investigaciones que reite ran el incremento del riesgo suicida en mujeres además de los patrones de género asociados al suicidio femeni no (Musitu & García, 2001; Zelaya, Piris & Migliorisi, 2012; Miranda, Cubillas, Román & Valdez, 2009). La OMS (1998; 2014) afirma que la violencia de género es un tema de salud prioritario que suele comenzar en el hogar por parte de padres y hermanos, y que regular mente trasciende a la relación de pareja, prolongando las agresiones contra mujeres y niñas, y las hace proclives a conductas autolesivas.

En este aspecto, las investigaciones reiteran la vulnerabilidad de la mujer en relación a las pautas de crianza o estilos de socialización. De este modo existe la presencia de una mayor sintomatología depresiva en las mujeres, se relaciona a menudo con el estilo autoritario del padre y de la madre (Vallejo, Osorno & Mazadiego, 2008; Sarmiento & Aguilar, 2011). Otros estudios reite ran que la ideación suicida y los sentimientos de soledad son mayores en mujeres que en varones y se constitu yen en predictores de la conducta suicida (Zelaya, Piris & Migliorisi, 2012; Carmona, Gaviria & Layne, 2014). Efectivamente, en las mujeres el control eleva el riesgo de suicidio, pero en ambos el control psicológico está relacionado con ideas suicidas (Pérez et al., 2013), el afecto/comunicación afectado eleva los riesgos (Pérez et al., 2013).

Debe decirse también que pese a la asociación tra dicional entre suicidio, depresión y autoestima (Cañón, 2011; Carvajal & Virginia, 2011; Ceballos-Ospino, et al., 2014; Rosselló & Berríos, 2004; Garaigordobil, Durá & Pérez, 2005), el estudio encontró que incluso si la auto estima es baja, no se constituía en el núcleo de desarro llo del riesgo suicida, y aun cuando hubo correlaciones directamente proporcionales entre autoestima y riesgo de suicidio, estas fueron poco significativas. Lo anterior reitera la idea de que el suicidio es un fenómeno comple jo cuya comprensión debe superar la explicación descrip tiva y transitar hacia un modelo relacional en el que la conjunción antagonista-complementaria de los diversos factores permita una visión completa del fenómeno (An drade, 2012; 2015; Carmona, 2012; Pérez et al., 2013; Carmona, Gaviria & Layne, 2014).

Existen otros factores de riesgo asociados a la conducta suicida revelados por la investigación y que responden a lo encontrado en estudios análogos (Atienza, Moreno & Balaguer, 2000; Garaigordobil, Durá & Pérez, 2005; Moya, 2007; Cañón, 2011; Carvajal & Vir ginia, 2011; Ceballos-Ospino, et al., 2014). Entre estos factores se encuentran: el darse por vencido, futuro os curo, impotencia, idea de contar con un porvenir nega tivo, frustración frecuente, incredulidad en el futuro, y pesimismo (Figura 4), además de ser testigo de violencia intrafamiliar, ser víctima de bullying, percibir que se es castigado injustamente y sentirse triste la mayor parte del día (Figura 5).

Figura 4 Factores protectores-personales del riesgo suicidio 

Figura 5 Perfil de riesgo suicida de los adolescentes 

Los estilos familiares autorizativo e indulgente se relacionan con autoritario y negligente (García & Gra cia, 2010); sin embargo, en la investigación se encontró que los padres autorizativos y dialogantes (democráticos) eran al mismo tiempo coercitivos y controladores, fluc tuando constantemente entre afecto positivo y negativo, entre la implicación y la indulgencia. Según la percep ción de los adolescentes con algún tipo de riesgo suicida, los padres suelen mostrarse democráticos e interesados en su vida, al tiempo que impositivos y controladores y en algunos momentos desinteresados y laxos (indulgen tes), es decir, ambivalentes. De modo que, la crianza en que se cambian drásticamente los parámetros de aceptación/implicación o de coerción/imposición, tiende a elevar los riesgos de suicidio leve y moderado en los ado lescentes. Esto puede suceder porque existe cierto nivel de acostumbramiento al conflicto y la tensión como ele mento de contacto e incluso de mediación entre padres e hijos (Zubiría, 2007; Aberastury & Knobel, 1971). Así, muchos adolescentes pueden crear la idea que a través de regaños o conflictos pueden ganar atención y cariño, lo cual puede llevarlos a reproducir y generar mayores conflictos (Andrade, 2012).

En consecuencia, si aumenta el diálogo y la impli cación, pero la crianza se implementa bajo un parámetro de coerción-imposición, tanto padres como adolescentes tendrán una visión deformada de la crianza, lo cual con lleva a que se interpreten de forma inapropiada los lími tes y el apoyo entre padres e hijos. Este hallazgo refiere la inversión de un rol de crianza positivo que ha migrado hacia el ejercicio de una crianza coercitiva en la que pri ma el control de los hijos, que a su vez puede asociarse a la desconfianza en lo externo, así como también, a una deficiente educación previa de los padres respecto a pau tas de crianza positiva, y estilos de socialización parental efectivos (Zubiría, 2007; Andrade, 2012). Ahora bien, de todos los estilos de socialización es el autorizativo o de mocrático el que presenta mejores resultados en el ma nejo de límites, la negociación y el aprendizaje (García & Gracia, 2010; Pérez et al., 2013; Vallejo, Osorno & Mazadiego, 2008), no obstante, aunque este prevalece en la muestra investigada, se implementa adjuntamente a coerciones, negligencia, displicencia e indiferencia, ca racterísticas que muestran que el rol se ejecuta de mane ra invertida, lo cual puede deberse a una interpretación errónea de la pauta de crianza por parte de los padres.

Es preciso señalar, por último, que el riesgo alto de suicidio se presentó ante la disminución del alto control con afecto negativo o positivo, acción en que los padres se desvinculan de la vida de sus hijos, aumentando la indiferencia y la negligencia, y disminuyendo el diálogo. También se presentó en la muestra el estilo autorizativo, el cual es implementado por padres que intentan ser democráticos, exigentes y sensibles (Baumrind, 1991) e indulgentes en la crianza, es decir, en padres que suelen perdonar las ofensas y minimizar los efectos, pasando por alto la reparación y el aprendizaje positivo a partir de las consecuencias (Baumrind, 1991). Ese mismo riesgo se incrementó en el estilo de socialización autoritario, es decir, cuando los padres muestran frialdad afectiva y un elevado control. En este caso, prevalece la poca partici pación de los hijos, o sea, su anulación frecuente como sujetos de decisión en el hogar.

De todas maneras, aunque muchos adolescentes pueden no sentirse aceptados e implicados en el hogar, además de poco sostenidos incluso en la angustia deriva da del autoritarismo que coerciona e impone, ello no es suficiente para explicar el espectro suicida, lo que revela la multidimensionalidad del fenómeno y las necesidades comprensivas que su estudio implica.

Conclusiones

El suicidio afecta a personas de diferentes géne ros y grupos etarios, siendo especialmente vulnerables los jóvenes y adolescentes. Según la OMS, las medidas de atención, control y prevención requieren de acciones locales sostenidas sobre proyectos globales, que robustez can los recursos disponibles e incluyan la cooperación de la comunidad e instituciones sociales. A ello deben sumarse acciones educativas en el marco de proyectos a largo plazo, dado que el conocimiento e identificación de riesgos puede ayudar a disminuir su incidencia. En esta investigación se buscó la relación posible entre baja autoestima y riesgo suicida, con el fin de verificar si esta era el componente esencial de dicho riesgo; se encon tró que no existe un centro sino condiciones reticulares, pues la autoestima debe verse en contexto, es decir, re lacionada con otros elementos, tales como el género, las expectativas futuras, el autoconcepto, entre otros.

Se encontró que la mujer tiene mayor vulnerabili dad que el hombre respecto al riesgo suicida, factor que se encuentra íntimamente relacionado con el tipo de control y afecto (negativo) impreso en el estilo de sociali zación parental, mismo que suele ser autoritario e indife rente. Además, según la percepción de los adolescentes respecto a la crianza recibida de sus padres, los niveles de riesgo suelen ser análogos en ambos géneros, situación que ha cambiado de años atrás cuando el suicidio y el riesgo eran mayores en hombres. En conclusión, ambos géneros se encuentran en riesgo moderado, mismo que está presente de manera conjunta con otras variables, tales como: idea de ser castigado sin razón y de forma frecuente, antecedentes de bullying y de violencia intra familiar.

Cuando el riesgo es leve, las tasas son equivalentes en hombres y mujeres, pero cuando es moderado y grave se incrementa en mujeres, tornándolas más vulnerables, lo que orienta a pensar el riesgo suicida en términos de género. Por otra parte, en adolescentes con riesgo mo derado de suicidio, la relación de preferencia fue con la madre, situación que puede relacionarse con el control materno en hogares monoparentales. Este hallazgo re itera la importancia de la figura paterna en la consoli dación de factores protectores desde la infancia, al igual que las dinámicas de la relación intrafamiliar cuando el liderazgo es femenino.

Los principales factores de riesgo para la aparición de la conducta suicida se encuentran entonces en las re laciones intrafamiliares de exclusión y de ambivalencia en la crianza. Sin embargo, convivir con ambos padres bajo un estilo de crianza autoritario eleva los riesgos de suicidio, al igual que sentirse triste todo el día o la mayor parte del tiempo.

Se evidenció, además, que el estrato no constituye una variable determinante para el riesgo suicida, dado que la mayoría de estudiantes con riesgo y sin riesgo eran de estrato 2, lo cual se constituyó en un sesgo. Dicha situación puede orientar efectivamente próximas inves tigaciones que se centren en el estrato. Se encontró que la autoestima fue mayormente baja, pero no tuvo una correlación importante con el riesgo suicida, razón por la cual debe ser comprendida en asociación a otras varia bles y condiciones socioculturales.

El factor central o situación socio-afectiva que re duce el nivel de autoestima es el “pensar que se es un in útil”, mientras aquello que la mantiene y eleva es contar con una actitud positiva hacia sí mismo y estar satisfe cho consigo mismo. En el riesgo suicida contribuyen, de otro lado, los factores cognitivo, afectivo y motivacional, siendo inter-influyentes, además de precipitantes de la conducta suicida, aun cuando el valor cognitivo presen ta un leve incremento respecto a los otros dos factores presentes. Lo anterior guarda relación con el hecho de que el riesgo de suicidio en adolescentes se fortalece por elementos motivacionales que, a su vez, se refuerzan por factores cognitivos.

Respecto a la crianza, el estilo de socialización in dulgente deteriora la autoestima, y se constituye en el estilo de socialización que prevalece. En las familias tam bién se implementan el estilo autorizativo y autoritario en proporciones análogas, mientras que el estilo menos utilizado para criar a los hijos fue el negligente. Según la percepción de los adolescentes evaluados, en sus padres prima el estilo indulgente, seguido por el diálogo y la expresión afectiva como reacciones socializadoras.

Otro tipo de reacción es la coerción verbal, acción a la cual deben sumarse dos tipos de ejes socializado- res en el estilo de crianza: la aceptación/implicación y la coerción/imposición. En todos los casos registrados el aumento de la indiferencia y privación, sumado a la disminución de una actitud de aceptación/implicación en la vida de los hijos, y la ausencia de un rol autorizativo (democrático) fueron indicadores de riesgo suicida. El riesgo alto y moderado de suicidio se asoció a senti mientos de pesimismo, incredulidad, baja capacidad de lucha, idea de un futuro y porvenir oscuro; grosso modo, es la percepción de tener un futuro “oscuro” lo que in crementó el riesgo suicida. En oposición a ello, los facto res que protegen a los adolescentes del suicidio fueron: la idea de sentirse optimistas frente al futuro, con una actitud realista (ajustada a los recursos con los que se cuentan), el manejo propositivo del tiempo y la creencia en la felicidad futura.

El riesgo de suicidio emerge, en efecto, cuando disminuye la aceptación e implicación de los padres respecto a los hijos, aspecto que indicaría la presencia de una crianza positiva. Asimismo, dicho riesgo aparece cuando disminuye la coerción-imposición. Cabe aclarar que el adolescente suele sentirse implicado en estos dos tipos de relación: una de inclusión en la que se le acepta y aprecia, y otra de coerción e imposición en la que se le controla y limita en exceso. El perfil de crianza autorizativo o democrático, a pesar de ser prevalente, no se ejer ce de manera correcta puesto que los padres lo ponen en práctica bajo parámetros de autoritarismo, connotados por acciones de coerción física-verbal y privaciones.

Se concluye también, que el cambio de la comprensión/ejecución del rol eleva los riesgos de suicidio, y torna proclives a los adolescentes a generar debilidad en sus interacciones, viéndose expuestos a nuevos peligros y vulnerabilidades. Así, muchos padres pueden creer que ejercen un rol democrático (autorizativo) cuando en rea lidad están siendo autoritarios; situación que podría ser cotejada en el legado a los hijos, quienes pueden repli car este modelo en otros contextos. Este aspecto puede constituirse en tema de próximas investigaciones y una evidencia de lo anterior es el hecho que aun cuando sean agredidos o coaccionados bajo un rol de autoridad extrema, los adolescentes suelen ver en dicha relación de fuerza el sentido de la interrelación familiar.

En este sentido un adolescente puede sentirse sostenido en la privación, tanto como en la protección, pero cuando estos fallan o se tornan insuficientes, la pér dida de dicho sentido de realidad incrementa el riesgo de conductas suicidas. Como puede verse, los padres autoritarios son a la vez autorizativos y viceversa, por lo que intentan ser “democráticos” pero a costa de coer ciones verbales y físicas (inversión del modelo de crian za). Los padres indulgentes, en cambio, dialogan y son afectivos, pero suelen ser muy permisivos y toleran en exceso, instaurando límites poco claros y normas escasa mente interiorizadas. Los padres negligentes son a la vez displicentes e indiferentes. Pese a ello, cuando aceptan y se implican en la crianza de los hijos, lo hacen con un alto control y con afecto positivo, sin embargo, la per cepción de los hijos es que esto se presenta junto a un bajo control de afecto negativo. Este patrón evidencia fluctuaciones en la crianza que llevan a prácticas de con trol que se establecen sobre los extremos, es decir, sobre su antagonismo.

Al parecer, la crianza bajo un parámetro de an tagonismo en el que priman los extremos según las cir cunstancias, constituye un factor de riesgo importante de conductas suicidas. De esta forma, si los padres son coercitivos e imponen su autoridad, los adolescentes sue len sentirse controlados en extremo de forma positiva y/o negativa.

Es notable que lo que prima en este análisis es la ambivalencia afectiva y la permanencia de medidas de control horizontales. Los hogares estudiados suelen te ner pocos espacios de negociación y en ellos la palabra de los hijos no es muy tomada en cuenta. De todos mo dos, en la crianza de hombres existe una mayor acepta ción e implicación que en las mujeres, en las cuales pre valece la coerción e imposición, además del alto control con afecto positivo y negativo (ambivalente). Esta pauta de crianza muestra un sesgo patriarcal en la forma como se entienden los géneros y sus diversos roles, derechos y deberes. Por todo lo planteado, es preciso ampliar los estudios a fin de conocer la influencia de dicho patrón en la conducta suicida y en otros tipos de riesgo psico- sociales.

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*El presente artículo es producto de la investigación: “Relación entre autoestima, desesperanza y estilos de socialización parental en estudiantes de bachille rato”, de la convocatoria de investigaciones 2015 de la Universidad de San Buenaventura Medellín.

Referencia de este artículo (APA): Andrade, J. & Gonzáles, J. (2017). Relación entre riesgo suicida, autoestima, desesperanza y estilos de socialización parental en estudiantes de bachillerato. Psicogente, 20(37), 70-88. http://doi.org/10.17081/psico.20.37.2419

Recibido: 20 de Abril de 2016; Aprobado: 30 de Septiembre de 2016

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