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Desafíos

Print version ISSN 0124-4035

Desafíos vol.25 no.2 Bogotá July/Dec. 2013

 

Editorial

¿Por qué leer a Maquiavelo?

Mery Castillo Cisneros
y Andrés Molano Rojas


La conmemoración del quinto centenario de la publicación de "El Príncipe", a la cual ha querido sumarse el Dossier de la presente edición de Desafíos, debe ir oportunamente acompañada de la pregunta por el sentido y pertinencia que la lectura de su obra sigue teniendo hoy en las escuelas y facultades de Ciencia Política y de Relaciones Internacionales.

En un ensayo de 1991 el escritor italiano Italo Calvino se preguntaba ¿por qué leer los clásicos? En tanto que no hay duda de que El príncipe es precisamente eso, un clásico de la filosofía política y del pensamiento en relaciones internacionales, su reflexión justifica muy bien el presente Dossier dedicado a Maquiavelo.

Para empezar, hay que leer a Maquiavelo porque Maquiavelo, y en particular El Príncipe, es un clásico. Y un clásico, dice Calvino, es un libro del cual "se suele oír decir: 'Estoy releyendo...' y nunca 'Estoy leyendo...'" 1. En efecto, ningún lector lee en realidad a Maquiavelo por primera vez (siempre se lo lee con lo que se sabe acerca de él y de su obra "de oídas", o por referencias, o por lugares comunes); y por otro lado, una vez se ha leído a Maquiavelo, cuyo pensamiento ha trascendido las generaciones en una larga cadena de "tradiciones" que constituyen un rico legado, resulta inevitable empezar a descubrirlo (es decir, a releerlo) en los subsiguientes eslabones de la tradición a la que, sin saberlo, dio origen.

Dice también el autor de las Seis propuestas para el próximo milenio, que "los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual". Y no cabe duda de que la obra de Maquiavelo no solo influyó el pensamiento posterior (incluso el de Federico II de Prusia, que siendo tan próximo a Maquiavelo en la práctica no dudó en escribir un Anti-Maquiavelo en 1739). Y si además "los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres)", basta recordar la impronta que ha dejado Maquiavelo no solo en el lenguaje (maquiavélico, maquiavelismo, e incluso maquiaveliano, como lo sugiere uno de los autores que participa en este número y lo seguirá haciendo (como lo sugiere uno de los autores que participa en este número de Desafíos).

Por otra parte, "un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir". Y prueba de ello son precisamente los artículos que el lector encontrará en el presente Dossier, que se suman a los muchos otros que con ocasión de la efeméride han sido publicados; y que de alguna manera son también una prolongación, en otro tiempo y lugar, con otros interlocutores, de la conversación que acaso iniciara el secretario florentino en la intimidad de su estudio, cuando interrogaba a los grandes hombres de la antigüedad sobre los móviles de sus acciones, y ellos, "con toda humanidad", le respondían2.

Por supuesto, "un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima". Y ese ha sido uno de los riesgos que era forzoso correr al preparar una edición conmemorativa sobre El príncipe de Maquiavelo (o sobre Maquiavelo, el de El príncipe). Pero ha valido la pena: para los autores que han contribuido a este resultado, el breve opúsculo sobre las formas de adquirir, conservar (y también perder) el poder, ha funcionado "como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes", y es ese universo el que ha quedado aquí consignado, para compartir con los futuros lectores.

Muchos de esos lectores, al toparse con el Dossier, quizá se pregunten, como Italo Calvino ya casi al terminar su propia reflexión sobre el tema, "¿por qué leer los clásicos en vez de concentrarse en lecturas que nos hagan entender más a fondo nuestro tiempo?". Y tal vez tengan razón. Por eso, las páginas que siguen quisieran también ofrecer una conexión, un enlace, entre Nicolás Maquiavelo y el mundo de hoy.

Aunque, finalmente, solo existe una respuesta a la pregunta ¿Por qué leer los clásicos?, que explica también por qué leer a Maquiavelo: "No se leen los clásicos por deber o por respeto, sino solo por amor".


Pie de página

1Todas las referencias a Italo Calvino han sido tomadas de CALVINO, Italo (1981) Por qué leer los clásicos. En: "Por qué leer los clásicos". Bcn: Tusquets, 1991. Págs. 13-20.
2Carta de Nicolás Maquiavelo a su amigo Francesco Vettori, 10 de diciembre de 1513.