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Revista de Economía Institucional

Print version ISSN 0124-5996

Rev.econ.inst. vol.9 no.17 Bogotá July/Dec. 2007

 


COMPRENDER LA POLÍTICA AMBIENTAL


UNDERSTANDING ENVIRONMENTAL POLICY


Understanding Environmental Policy, Steven Cohen, Nueva York, Columbia University Press, 2006, 172 pp.



Alejandro Becker Rojas*

* Magíster en Gerencia Pública, docente y Coordinador Académico de los Estudios de Posgrado en Gobierno y Políticas Públicas, de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá, Colombia, alejandro.becker@uexternado.edu.co Fecha de recepción: 24 de septiembre de 2007, fecha de modificación: 25 de septiembre de 2007, fecha de aceptación: 4 de octubre de 2007.



Al final, nuestro vínculo común más básico
es que todos habitamos este planeta.
Todos respiramos el mismo aire.
A todos nos interesa el futuro de nuestros hijos.
Y todos somos mortales.
John F. Kennedy, 10 de junio de 1963


La claridad y la sencillez con que se construyen las líneas de un escrito pueden indicar si su autor sabe de lo que habla. El arte de analizar los problemas públicos es exigente. Se requieren muchos elementos conceptuales para evitar enunciados simples y subjetivos cuando se intenta explicar las relaciones causa-efecto de una coyuntura o de un lío estructural. Si las razones y las manifestaciones de un problema no se entienden, las soluciones propuestas, con toda certeza complican aún más las cosas.

El libro de Cohen es una muestra de claridad, pertinencia y valentía. Esos tres elementos son esenciales en la construcción de políticas públicas coherentes. El mismo autor advierte que lo ambiental es una buena oportunidad para demostrar que el diseño de políticas es complicado. En economía, el análisis del comportamiento del consumo y de la composición del PIB demanda un alto número de variables para entender los hechos y proponer nuevos escenarios. En materia ambiental, además de las acciones humanas, se integran las reglas de la ecología, la física, la química y la biología (p. IX).

En las políticas públicas poco se ha explorado la perspectiva ambiental. Quizá por su fuerte vínculo con las ciencias naturales, las ciencias sociales le dan la espalda por temor a no abordarla con rigor. Pero si un “problema ambiental es una serie de aspectos interconectados que determinan la sostenibilidad del planeta como lugar de habitación del hombre” (p. 4), ¿no se borran las fronteras entre las ciencias y se abren los diálogos de los especialistas cuando se trata de responder a la amenaza contra el bienestar y la supervivencia humana?

Para Cohen, su ensayo es un homenaje a la dificultad del tema, y una obligación ética para desenmarañarlo. Si bien “el medio ambiente puede ser un asunto de política complicado, hay que hacer lo que sea para incrementar nuestras capacidades a la hora de comprenderlo”. Al final, se trata de mejorar las condiciones actuales del planeta. “Un acercamiento superfluo a lo ambiental [desde las políticas públicas] puede ser peligroso, pero un conocimiento nulo puede ser peor”.

El aporte central del libro es el conjunto de instrumentos conceptuales para que los analistas y quienes toman decisiones aborden un campo de estudio donde se mezclan con velocidad despótica lo político, lo social, lo natural y los sistemas científicos (p. IX).

Pero si se quisiera medir su aporte en el apresurado mundo de las políticas públicas, habría que subrayar que pretende acelerar la llegada del día en que los gerentes de las grandes empresas vean al medio ambiente como un conjunto de condiciones que facilitan la acumulación de riqueza y de bienestar, y no lo contrario. El libro busca que desaparezca la falsa dicotomía o el conflicto derivado de una mediocre y alevosa protección ambiental y el desarrollo económico. No hay tal, sugiere Cohen. Pero para llegar a eso, es necesario que la política ambiental sea un foro al que asista la mayor cantidad de disciplinas para explicarlo desde sus propias lógicas, a fin de tomar decisiones públicas multidimensionales.

Al iniciar la lectura del libro se puede caer en la tentación de pensar que el texto hace promesas y enuncia intenciones. Lo cierto es que la propuesta metodológica de usar lentes multifocales se prueba de inmediato. Los capítulos evidencian que el modelo sirve para transformar bocetos grisáceos en lienzos más precisos, con colores, sombras y dimensiones. Es decir, si el problema ambiental requiere varias perspectivas para entenderlo, el método que propone reduce el riesgo de tomar decisiones equivocadas. El texto permite construir una fotografía con matices más claros y convergentes.

Mediante su aplicación a cuatro casos que varían en complejidad y número de actores, el lector entra a una especie de laboratorio en el que se aplican lógicas distintas a los problemas ambientales que se analizan. El método consiste en analizar el problema ambiental desde cinco ángulos. El primero es una perspectiva ética o de valores, es decir, la indagación de cuál sería la voluntad general que primaría para mantener las garantías de supervivencia.

En el segundo se utiliza un lente político para que, con el conocimiento en detalle de los actores y del sistema político, se identifique el marco de las soluciones gubernamentales.

El tercero es el análisis desde la óptica de la ciencia y la tecnología. Aquí la pregunta básica es si las innovaciones se pueden consolidar a la misma velocidad que los problemas ambientales.

El cuarto incluye los aspectos económicos y el diseño de políticas públicas. Aquí se pregunta cuál es el tipo de decisiones necesarias para influir en el comportamiento de las empresas e individuos. ¿Cuál es la mezcla de incentivos más efectivos para una política pública que proteja el medio ambiente pero no ahogue las iniciativas económicas para el desarrollo?

Por último, se identifican los arreglos administrativos y organizacionales necesarios para proteger al medio ambiente. Aquí se hace un juicio riguroso sobre las capacidades de una organización para resolver los problemas ambientales.

El ejercicio conjuga las fortalezas de las cinco perspectivas, aunque cada una interprete y explique a su manera los problemas ambientales. Cuando se integran, se vislumbran razones insospechadas y consecuencias desestimadas.

La fortaleza del marco conceptual propuesto es que se puede usar para entender las causas de los problemas ambientales, la manera como la sociedad y la agenda de política institucional los interpretan, y su evolución en el tiempo. Cada dimensión del marco conceptual aclara diferentes aspectos de un problema ambiental y, como se demuestra en cada uno de los estudios de caso […] la naturaleza de cada problema es más ponderada por unas dimensiones que por otras [según las circunstancias] (p. 12).

La propuesta del autor es un proceso en construcción. Su enfoque sistémico le apuesta a que nuevas disciplinas se sumen al análisis de las problemáticas ambientales. Por ahora, su conjunto de herramientas permite acortar la distancia entre el diseño cuidadoso y ambicioso de una solución, y la implementación de decisiones rigurosas, que se basan en diagnósticos realistas, sin miopía ni daltonismo. Una de las fallas de las políticas públicas es la incapacidad para medir un problema. Este libro ofrece herramientas para calibrar la visión de las realidades socialmente concebidas como problemas.

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