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Revista de Economía Institucional

versión impresa ISSN 0124-5996

Rev.econ.inst. vol.16 no.31 Bogotá jul./dic. 2014

 

LA INTRODUCCIÓN DEL PENSAMIENTO MODERNO EN COLOMBIA: EL CASO DE LUIS E. NIETO ARTETA

Gonzalo Cataño, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2013, 558 pp.

Charles Bergquist*

* Universidad de Washington, Washington, Estados Unidos, [caramba@uw.edu].

Traducción de Alberto Supelano publicada originalmente en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 41, 1, 2014, pp. 309-312. Se publica con autorización del autor y del Anuario.

Fecha de recepción: 29 de septiembre de 2014, fecha de modificación: 2 de octubre de 2014, fecha de aceptación: 29 de octubre de 2014.

Sugerencia de citación: Bergquist, Ch. "La introducción del pensamiento moderno en Colombia: el caso de Luis E. Nieto Arteta", Revista de Economía Institucional 16, 31, 2014, pp. 419-423.


Este es un gran libro, no solo por el tamaño y la envergadura de la investigación involucrada sino por su alcance intelectual. Gonzalo Cataño sostiene que Luis Eduardo Nieto Arteta, quizás el pensador colombiano más influyente de su época, fue emblemático en una "generación" de colombianos que introdujeron el pensamiento "moderno" en la vida nacional. Los términos "generación" y "moderno" son bastante escurridizos, y sus significados y límites son difíciles de precisar, pero el autor hace un buen trabajo defendiendo el uso de ellos en su capítulo inicial sobre el método. No obstante, es el estudio de caso mismo, la biografía intelectual de Nieto, lo que hace tan extraordinario el libro.

La riqueza del estudio de Cataño proviene en gran parte de la naturaleza de la investigación que realizó. Leyó y evaluó prácticamente todo lo que el prolífico Nieto escribió, desde sus libros más famosos hasta sus lucubraciones filosóficas más oscuras (un listado de esta obra, publicada e inédita, organizado por años, aparece al final del volumen). Cataño recuperó, ordenó y se propone archivar -en la Biblioteca Luis Ángel Arango- la voluminosa correspondencia de Nieto. Además, leyó las obras y siguió las carreras de los numerosos pensadores europeos y latinoamericanos cuyas obras influyeron en Nieto. Como resultado, su descripción de la vida intelectual de la época no es simplemente personal o nacional, sino de alcance verdaderamente internacional. Finalmente, el retrato de Cataño se beneficia de varias entrevistas clave que realizó a familiares y amigos de Nieto en el curso de sus años de investigación.

Cataño demuestra cuán amplias y variadas fueron las influencias sobre Nieto en el curso de su vida. Pero le es claro que las más profundas y duraderas -y las más importantes para las contribuciones de Nieto a los estudios colombianos- fueron las de Karl Marx y Friedrich Engels y de marxistas posteriores como Rosa Luxemburgo. Nieto llamó Carlos Federico a su hijo para honrar su deuda intelectual con Marx y Engels, y Cataño muestra que el fugaz grupo de estudio marxista que Nieto ayudó a organizar en Bogotá a finales de 1933 y comienzos de 1934 dejó una huella profunda y duradera en su visión del mundo.

Sin embargo, el marxismo de Nieto fue de salón y de carácter filosófico. Después de un breve lapso de activismo político con gaita-nistas y comunistas a comienzos de los años treinta -una experiencia que pronto declaró una total pérdida de tiempo- jamás volvió a participar en la política activa, aunque se benefició enormemente de su amistad con un grupo de políticos e intelectuales del Partido Liberal que había cultivado durante su época de estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. Esas conexiones llevaron a su nombramiento -aun antes de graduarse en Derecho- en un cargo diplomático en España, donde permaneció casi un año durante los transcendentales acontecimientos de finales de 1935 y 1936. Más tarde, con la elección de Eduardo Santos como presidente de Colombia en 1938, sus amigos liberales ganaron ascendencia: tres de ellos fueron nombrados ministros del gabinete y los tres le ofrecieron empleos burocráticos importantes. Nieto eligió trabajar en la sección económica del Ministerio de Relaciones Exteriores, en un cargo que le permitía, entre otras cosas, proseguir sus estudios en Economía, y se convirtió en un importante asesor en asuntos económicos y en defensor del proteccionismo industrial colombiano durante el periodo de posguerra. Nieto asistió a la reunión de fundación de las Naciones Unidas en San Francisco, en 1945, y desempeñó cargos prestigiosos -y, para él, lucrativos- en los consulados colombianos en Río de Janeiro y Buenos Aires en años posteriores. Se mantuvo en el Ministerio de Relaciones Exteriores hasta que los conservadores de derecha lo destituyeron en 1952.

A lo largo de su vida adulta, la atención de Nieto osciló entre lo que se podría llamar sus intereses historiográficos colombianos y las preocupaciones filosóficas más generales. Los primeros lo llevaron a escribir los que se convertirían en sus dos libros más importantes e influyentes: Economía y cultura en la historia de Colombia (1941) y El café en la sociedad colombiana (escrito en 1948 y publicado póstumamente en 1958). Estos libros aseguraron su reputación como el intelectual colombiano más importante de la primera mitad del siglo XX. Pero fueron las preocupaciones filosóficas más generales las que probaron ser su canto de sirena, y reclamaron la mayor parte de su atención y su energía a través de los años, hasta apartarlo de los estudios sobre Colombia que prometió escribir pero que nunca redactó. Irónicamente, esos escritos filosóficos, empezando por su tesis de Derecho y continuando con la serie de artículos, conferencias, reseñas y manuscritos de proyectos de libros, laboriosamente analizados y criticados por Cataño en este estudio exhaustivo, han sido ignorados y olvidados en su mayor parte. Cataño señala que algunos de los estudiantes que tomaron los cursos de Nieto en Filosofía del Derecho en la Universidad Nacional lo apodaban burlonamente "Nietojarteta". Algunos lectores quizás reaccionen de manera semejante ante la sucesión aburridora y aparentemente interminable de los escritos filosóficos de Nieto. Tal vez la principal razón para prestarles una atención tan detallada sea la forma en que demuestran la dependencia intelectual de Nieto y de sus pares latinoamericanos respecto de sus mentores europeos durante ese período.

El tratamiento que da Cataño a los dos libros más importantes de Nieto hace una contribución importante a la historiografía colombiana. Analiza cuidadosamente su contenido y sus tesis, sopesa sus méritos y debilidades conceptuales, esboza los límites de los materiales que sirvieron de fuente a cada uno de ellos, y evalúa su recepción entre los contemporáneos y las generaciones siguientes. Pero se niega a encubrir los defectos de estos libros, bien sean conceptuales, empíricos o sobre aspectos de exposición y claridad. Es especialmente crítico del hábito de Nieto de citar largas extensiones de material secundario, que no logra resumir y relacionar claramente con el argumento en cuestión. Cataño muestra que la mitad e incluso tres cuartas partes de algunos capítulos de Economía y cultura están compuestas por material secundario poco digerido (p. 217). No obstante, concluye que Economía y cultura, pese a todos sus defectos, presenta un estimulante replanteamiento del significado de la historia colombiana del siglo XIX, y El café, a su manera, hace lo mismo para la historiografía del siglo XX. Inspirados por la marca del análisis marxista de Nieto, estos libros rompieron decisivamente con la historia tradicional que se escribía en Colombia, la historia de "nombres ilustres, fechas célebres y hechos gloriosos", como la bautizara Nieto (p. 226). Con el tiempo, concluye Cataño, los libros de Nieto se convertirían en "el Henao y Arrubla" de una nueva generación profesional de historiadores colombianos, llamada a comprometerse con el análisis crítico no solo de la historiografía colombiana tradicional, sino de las mismas obras de Nieto.

Como alguien cuyos propios estudios fueron en parte inspirados por los libros de Nieto, confieso que no tenía idea de la complejidad del hombre hasta que leí este libro. Cataño expone abundantes detalles de la formación conservadora de Nieto en una familia de clase media de Barranquilla, de su educación en el principal colegio de la ciudad, el Colegio San José, regentado por jesuitas -donde más tarde estudiaría García Márquez-, de su vida como estudiante en Bogotá y de sus peregrinaciones personales e intelectuales en años posteriores. Me asombró enterarme de las actitudes misóginas de Nieto (p. 327, n. 5), de su antipatía visceral y simplista hacia el que llamaba el "pequeño burgués" Gaitán y su movimiento, y de su profundo horror cuando en Río de Janeiro se enteró de las noticias de las muchedumbres que destruyeron el centro de Bogotá durante el 9 de abril 1948. "Fue", escribió,

el auténtico pueblo de Bogotá (mujerucas de pañolones inmundos, limpiabotas, obreros de ruanas prehistóricas, hombres y mujeres sin oficio conocido, etc.) el que se entregó al saqueo y a las destrucciones. Se embriagaron con las bebidas que robaron de los almacenes de rancho y en esas condiciones se vieron incitados a aumentar el desorden y la anarquía. Ese pueblo bogotano es bárbaro, salvaje. Es el chibcha primitivo y anarquista (p. 414).

Nieto sintió que, con el bogotazo, Colombia sufrió "una vergüenza nacional", e imaginó que la mejor cara que se podía poner en esa situación era seguir el ejemplo de los funcionarios estadounidenses y echarles la culpa a los comunistas.

En ninguna parte el dominio de Cataño de sus abundantes y variadas fuentes es más impresionante que en las emotivas últimas páginas del libro cuando arma las piezas clave de las circunstancias de la inoportuna muerte de Nieto. ¿Por qué este pensador, una vez infatigable, enérgico y prolífico, que ahora desempeñaba el cargo de juez en su Barranquilla nativa, cayó en un estado psicológico de aislamiento y depresión, y a la edad de cuarenta y dos años decidió poner fin a su vida?

Una recensión como esta solo puede sugerir la complejidad del análisis que Cataño hace de Nieto y de su obra, del pensamiento de los pares de Nieto en Colombia y América Latina, y del carácter del mundo espiritual eurocéntrico que los envolvía. Este es un trabajo estelar de historia intelectual, basado en una investigación cuidadosa y exhaustiva, apoyado en amplios conocimientos e impresionante en su honestidad y en sus juicios. Merece una amplia difusión.