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Discusiones Filosóficas

Print version ISSN 0124-6127

discus.filos vol.7 no.10 Manizales Jan./Dec. 2006

 

EL CONTENIDO NO-CONCEPTUAL DE LA EXPERIENCIA PERCEPTUAL: SU FINEZA Y DETALLE Y LA DEPENDENCIA DE LA SITUACIÓN*

SEAN KELLY
UNIVERSITY OF PRINCETON

*Traducción del inglés por Sebastián Pérez.
Recibido el 11 de julio y aprobado el 2 de agosto de 2006.

RESUMEN

En este artículo se critica la forma en que Peacocke defiende la tesis de que la experiencia tiene un contenido no-conceptual. En particular, se argumenta que la apelación de Peacocke a la idea de que el contenido no-conceptual de la experiencia es mucho más fino que el contenido conceptual, no funciona. Finalmente, se sostiene que la dependencia de un objeto percibido con respecto al contexto perceptual en el cual se percibe, y la dependencia de una propiedad percibida con respecto al objeto en el cual es percibida son rasgos más relevantes para la tesis de que el contenido perceptual de la experiencia es no-conceptual.

Palabras Clave

Experiencia perceptual, contenido no-conceptual, McDowell, Peacocke, Evans, Merleau-Ponty, conceptos demostrativos.

ABSTRACT

In this paper I criticize the way in which Peacocke defends the thesis that experience has non-conceptual content. In particular, I argue that Peacocke's reliance on the idea that the experience's non-conceptual content is far more subtle than conceptual content, does not work. Lastly, I hold that the dependence of a perceived object from the perceptual context in which such an object is perceived, and the dependence of a received property from the object in which it is perceived are more relevant features for the thesis that the perceptual content of experience is non-conceptual.

Keywords

Perceptual Experience, Non-Conceptual Content, McDowell, Peacocke, Evans, Merleau-Ponty, Demonstrative Concepts.


1. Recientemente, Christopher Peacocke publicó un artículo en el que defiende la idea de que el contenido de la experiencia perceptual es no-conceptual (Peacocke, 1998: 381-388). Peacocke defiende esta afirmación contra el ataque que realiza John McDowell al contenido no-conceptual en el capítulo 3 de Mente y Mundo. El debate entre Peacocke y McDowell se centra en una de las maneras (hay otras) en las cuales se dice a menudo que el contenido perceptual es de una clase diferente al contenido de nuestras expresiones o pensamientos lingüísticos (conceptuales), a saber: se dice a menudo que el contenido perceptual tiene un "grano más fino"1 que los conceptos en términos de los cuales registramos nuestras experiencias perceptuales. Yo mismo simpatizo con la idea según la cual el contenido perceptual es no-conceptual, y por lo tanto, en términos generales, simpatizo con el proyecto en el cual Peacocke está involucrado. Creo, sin embargo, que la defensa que él ofrece del contenido no-conceptual es más débil de lo que debe ser. Esta debilidad proviene, en mi opinión, del hecho de que la alta fineza* de la experiencia perceptual no debe ser tan relevante para su estructura no-conceptual, como lo es el hecho de que hay cierto tipo de dependencia del contexto. En este ensayo sugeriré primero varias formas en que fallan los argumentos de Peacocke en el caso de la estructura no-conceptual del contenido perceptual. Mi crítica de la discusión de Peacocke es diferente, creo, de la crítica que McDowell propone en su respuesta al ensayo de Peacocke, aunque no procuraré comparar nuestras opiniones aquí (véase McDowell, 1998, especialmente 414-419). Una vez que haya mostrado que los argumentos de Peacocke no funcionan, entraré, en §3, a describir dos características de la experiencia perceptual –la dependencia de un objeto percibido del contexto perceptual en el cual se percibe y la dependencia de una propiedad percibida con respecto al objeto en el cual es percibida–, las cuales creo resultan más relevantes que la alta fineza para la afirmación de que el contenido perceptual es no-conceptual.

Antes de comenzar mi crítica del argumento de Peacocke, voy a dar primero una idea general de los contornos del debate entre él y McDowell (como lo entiendo). La pregunta relevante, para comenzar, es si la experiencia perceptual tiene un gran detalle y mayor fineza que los conceptos que tenemos para describirla. Para el ejemplo estándar, piense en los múltiples matices de color que podemos discriminar perceptualmente pero para los cuales no tenemos ningún concepto general de color. En la medida que nuestras discriminaciones perceptuales tienen una mayor fineza que nuestros conceptos generales del color –podemos discriminar más colores que los conceptos de color con los cuales contamos– uno podría estar tentado a afirmar que la experiencia perceptual es no-conceptual: parece que los conceptos generales de color son insuficientes para caracterizar adecuadamente el contenido de la experiencia.

Una vez que entendemos esta idea básica, en líneas generales, el debate de Peacocke y McDowell es el siguiente: McDowell afirma que incluso si el contenido perceptual no es articulable en términos de conceptos generales, es articulable en términos de conceptos demostrativos, conceptos como ese matiz; observa que Gareth Evans, el proponente original del contenido no-conceptual, no consideró esta posibilidad. Una vez que tengamos en cuenta la posibilidad de conceptos demostrativos, según McDowell, la necesidad del contenido perceptual no-conceptual se desvanece: los conceptos demostrativos pueden hacer el trabajo de caracterizar el contenido de nuestros estados perceptuales.

Peacocke responde que los conceptos demostrativos no están hechos para la tarea. Exploraré esta afirmación más cuidadosamente en §2, pero la idea general es que el contenido perceptual, según Peacocke, no puede caracterizarse adecuadamente ni por conceptos generales, como el concepto del color malva; ni por los conceptos demostrativos, como ese matiz: el contenido perceptual distingue más detalladamente y con mayor fineza que los primeros (conceptos enerales), pero menos que los segundos (los conceptos demostrativos). El resultado, afirma Peacocke, es que el contenido perceptual no es conceptual incluso si aceptamos el truco de McDowell de usar conceptos demostrativos.

Espero que los detalles del debate se aclararán en la medida que se desarrolle este ensayo. Por el momento, es importante recordar que McDowell introduce la siguiente idea en el debate: un concepto demostrativo podría ser utilizado para caracterizar el contenido de una experiencia perceptual. Ahora me concentraré en el enfoque de la situación según Peacocke.

2. Peacocke distingue tres niveles de descripción que son aplicables a un sujeto que percibe la forma de un objeto (o en general, alguna propiedad visible F de un objeto). A grandes rasgos, estos niveles son:

(i) la forma misma,
(ii) la forma según lo percibido en la experiencia (o, como podríamos decir, la "forma percibida"),
(iii) la forma conceptualizada demostrativamente (como, por ejemplo, en la elocución "esta forma" o "este cuadrado").

La meta del no-conceptualista, según Peacocke, es mostrar que los niveles (ii) y (iii) vienen aparte (podemos convenir que es por lo menos una condición necesaria para el éxito de la posición del no-conceptualista). McDowell, por otra parte, como conceptualista en lo referente al contenido perceptual, desea explicar el nivel (ii) en términos del nivel (iii). El argumento se derrumbaría si esto fuera posible.

Para mostrar que no es posible explicar las propiedades percibidas en términos de conceptos demostrativos, Peacocke intenta mostrar primero que los conceptos demostrativos son demasiado detallados:

Pienso que McDowelI está en lo correcto cuando se queja de que Evans, en todas sus contribuciones importantes, pasó por alto los conceptos demostrativos. Pero me parece que estos conceptos demostrativos distinguen muy finamente como para capturar los modos de nivel (ii). Considere aquel matiz, aquel rojo, aquel escarlata. Éstos son todos diversos contenidos conceptuales. Me parece absolutamente inverosímil que apenas uno de éstos, y no los otro, caractericen el contenido representacional de la experiencia de un matiz de rojo. (Peacocke, 1998: 382).

No creo que éste sea un argumento muy fuerte. El quid del argumento parece residir en la afirmación de que muchos conceptos demostrativos diferentes deberían aparecer en el contenido representacional de una sola experiencia. Es "muy implausible", según dice Peacocke, que esto no sea el caso. Pero no estoy convencido. Aquí está el porqué.

Es verdad, por supuesto, que "aquel matiz", "aquel rojo", y "aquel escarlata" expresan diversos conceptos, y es también verdad que todos podrían designar la misma muestra del color. Si esa muestra de color es coloreada, roja y escarlata, entonces naturalmente todos esos conceptos demostrativos la designarán. Pero lo que seleccionan los conceptos demostrativos en este caso es la propiedad misma, como se describe en el nivel (i). Afirmar además que todos designan la misma propiedad percibida, según lo descrito en el nivel (ii), me parece que requiere una justificación independiente. Después de todo, al menos en apariencia, el hecho de que el color de mi bufanda sea descriptible adecuadamente como un matiz y como un matiz del rojo y como un matiz del escarlata, no indica que mi experiencia de ese color como un matiz sea lo mismo que mi experiencia del matiz como un matiz del rojo, ni que mi experiencia del matiz como un matiz del escarlata. De hecho, parece plausible pensar que si agrupo ese color con una variedad de cosas rojas podría experimentar su color de forma diferente a si lo estoy agrupando con una variedad de cosas escarlata. Y de hecho, si lo estoy agrupando con una variedad de cosas rojas, es entonces por lo menos concebible que el concepto demostrativo aquel rojo designará la experiencia correcta, pero no el concepto demostrativo aquel escarlata. Si esto es correcto, entonces los conceptos demostrativos no son tan finos y detallados después de todo. Apenas alcanzan a dar en el blanco.

Ahora, no estoy seguro de qué tan seriamente debe tomarse esta crítica a Peacocke. Por lo menos parece requerir una respuesta si es que el no-conceptualista desea persistir en su estrategia de mostrar que los conceptos demostrativos son demasiado finos como para dar cuenta de la experiencia perceptual, y no veo que Peacocke tenga una. Como de todos modos no pienso que esta estrategia ayude mucho al no-conceptualista, estoy tentado a dejar este tema a un lado. Pero Peacocke lleva el problema hasta una fase posterior, así que permítaseme decir algo más.

Suponga que se pudiera argumentar más convincentemente, pace la anterior crítica, que los conceptos demostrativos son demasiado finos como para dar cuenta del contenido de la experiencia perceptual. No obstante, parece que el conceptualista tiene a su disposición cualquiera de dos jugadas. En primer lugar, podría aceptar la opción que Peacocke le ofrece de tomar "el concepto más específico en el repertorio de quien percibe para capturar el contenido más fino y detallado" (Ibíd.) de la experiencia. Peacocke piensa que esto no funcionará debido a su intuición de que la experiencia del color de, por ejemplo, una bufanda escarlata, es exactamente igual para la persona cuyo repertorio conceptual incluye escarlata, que para la persona cuyo repertorio se agota en rojo. Como dice Peacocke, "hay un único matiz... que las dos personas experimentan, y de la misma manera" (Ibíd.). ¿Pero es suficiente esta intuición?

Peacocke no defiende esta intuición, y parece por lo menos plausible, prima facie, negarla. Por ejemplo, podríamos imaginar razonablemente que la pintora o la decoradora de interiores, con su maestría en las minucias del color, ve las cosas de forma diferente a como yo lo hago con mi acervo limitado de conceptos de color. Para defender esta idea, podríamos decir que parte de lo que ella ve es que esta bufanda escarlata parece de la referencia del color r-235, pero no como r-110; y esto significaría, si elegimos las referencias del color correctamente, que ella lo vio como escarlata, pero no como un matiz del rojo más canónico. Si para mí no hay distinción entre la experiencia de estos dos matices, mientras para ella la hay, entonces, el contenido de mi experiencia es seguramente diferente del contenido de la de ella. Por lo tanto, si esta explicación de la percepción del color es correcta, entonces aunque hay un solo matiz en la experiencia de ambos, experimentamos sin embargo ese matiz único de manera diferente. Y además esta diferencia parece ser atribuible a nuestros diversos repertorios conceptuales.

Ahora bien, no pienso que esta explicación de la percepción del color sea defendible en última instancia, por razones que explicaré en §3. Pero las razones que aplico allí contra éste no tienen nada que ver con las intuiciones que motivan la opinión de Peacocke. De tal modo que no considero que Peacocke tenga una respuesta decente a este tipo de argumento, por lo menos con base en la explicación que desarrolla en el artículo que estoy considerando. Esto es suficiente por lo que respecta a la primera línea de respuesta conceptualista.

La otra opción para el conceptualista es también sugerida por algo que dice Peacocke. El conceptualista podría aceptar simplemente la intuición de Peacocke según la cual la experiencia permanece igual sin importar cuántos conceptos de alta fineza y detallados tenga, y explicar el contenido de la percepción en términos del concepto demostrativo de "fineza media" aquel matiz. Si es verdad, como dice Peacocke, que "hay un solo matiz... que experimentan [los diferentes observadores expertos], y de la misma manera" (Ibíd.), entonces el concepto demostrativo aquel matiz podría designar apropiadamente el matiz correcto que se percibe, y por tanto captura correctamente el contenido de la experiencia. La descripción de Peacocke de la afirmación hace esto inevitable, pues una vez que identifica el contenido de la experiencia en términos del único matiz percibido, parece una forma perfectamente razonable de designarlo decir: "aquel matiz". El modo en que Peacocke consigue esta explicación en su ejemplo es estipulando que ninguno de los otros observadores tiene el concepto general de matiz. En el ejemplo en cuestión, Peacocke desea enfocarse en:

El fino y detallado contenido representacional de la experiencia de dos personas, ninguna de las cuales tiene el concepto general de matiz, pero una de las cuales tiene el concepto de escarlata, y la otra sólo tiene el de rojo pero no el de escarlata... (Ibíd., cursivas mías).

Pero esto me parece injusto. Si uno tiene el concepto específico de rojo, entonces debe saber que se refiere a una cierta característica del objeto, y ¿cuál es esa característica si no su color o matiz? Así, me parece que si McDowell va a aceptar la intuición de Peacocke de que la posesión de conceptos muy finos y detallados no cambia la experiencia, entonces todavía puede explicar el contenido perceptual en términos de los conceptos demostrativos de la clase de fineza media –conceptos como aquel matiz, aquella forma, y demás-. Una vez más, argumentaré en §3 que esta réplica no funciona, pero permanezco sin convencerme de que la postura de Peacocke en su contra sea satisfactoria.

3. Me parece, entonces, que el argumento de que los conceptos demostrativos son demasiado finos como para explicar la experiencia no es muy convincente. Pero de una forma que es tangencial, puesto que de todos modos no creo que se dirija al fenómeno importante. Pienso que el punto importante sobre la percepción de propiedades es doble: primero, que las propiedades no son, tal como se presentan en la experiencia, independientes del contexto en el cual se perciben; y en segundo lugar, que no son, tal como se presentan en la experiencia, independientes del objeto en el cual se percibe la propiedad. Sospecho que Peacocke ha aceptado estos dos tipos de dependencias en varios puntos de su carrera, aunque no estoy seguro de que haya abogado alguna vez por ambos simultáneamente. Pienso que lo debe hacer, y también que si lo hace, tendrá los recursos necesarios para bloquear las posibles respuestas que acabo de considerar del lado de McDowell. Permítaseme decir algunas cosas acerca de estas dependencias.

La primera clase de dependencia –la dependencia de una propiedad percibida con respecto al contexto en el que se percibe– es admirablemente ilustrada por el fenómeno de la constancia perceptual. En el caso del color éste es el fenómeno por el que experimento un objeto como si fuera del mismo color en varias condiciones de iluminación, aunque estas condiciones cambien el modo en que experimento el color. Por ejemplo, veo la pared de mi oficina como si fuera toda blanca, y de hecho, del mismo matiz de blanco, incluso cuando algunas partes de la pared están mejor iluminadas que otras. Al mismo tiempo, sin embargo, mi experiencia de la sección pobremente iluminada no es igual que mi experiencia de la sección bien iluminada: una luce mejor iluminada que la otra. Peacocke utiliza este fenómeno con gran efecto en el capítulo 1 de Sentido y Contenido2 con el fin de argumentar que la experiencia perceptual tiene un componente sensorial esencial, el componente que caracteriza el fenómeno de "cómo es tener la experiencia". El fenomenólogo francés Maurice Merleau-Ponty, por otra parte, utiliza este fenómeno para argumentar, entre otras cosas, que la experiencia perceptual tiene un componente informacional esencial, el componente que dice algo sobre las características del objeto que es experimentado (véase Merleau-Ponty, 1962, parte 2, cap 3).

Entendidos adecuadamente, ambos son aspectos importantes del fenómeno de la percepción. Podría ser, sin embargo, que no sean entendidos adecuadamente como componentes sensoriales e informativos de la experiencia. De hecho, sospecho que Peacocke piensa ahora que la conclusión que alcanzó entonces considerando estos fenómenos –la conclusión de que hay un componente sensorial imposible de eliminar para la experiencia perceptual– es fallida. Lo sospecho porque el argumento para esa afirmación dependía de la premisa de que el contenido representacional siempre es conceptual, y por supuesto ya no cree más en eso. Pero incluso si la conclusión es fallida, el fenómeno que pretendía explicar sigue siendo importante. Y es especialmente importante en este contexto porque creo que, considerado adecuadamente, el fenómeno de la constancia muestra por qué los conceptos demostrativos de fineza media no pueden capturar totalmente el contenido de la percepción. Ahora intentaré decir porqué.

En mi opinión, el fenómeno de la constancia perceptiva nos muestra algo crucial sobre la dependencia del contexto de la experiencia perceptual. En particular, nos muestra que la explicación completa y exacta de mi experiencia perceptual del color de un objeto debe contener alguna referencia al contexto de iluminación en el cual se percibe ese color. Sin una referencia al contexto no tendremos los recursos necesarios para explicar el cambio en la experiencia que ocurre cuando cambia el contexto de la iluminación. Si es correcto, como convienen todos los psicólogos perceptuales, que este cambio no es un cambio en el color (de allí el nombre "constancia del color"), entonces ningún concepto de color, ni siquiera uno demostrativo, podría describir totalmente el contenido de una experiencia de color. De esta manera, incluso si McDowell intentara explicar la percepción en términos de los conceptos de fineza media antes mencionados, una tal explicación sería inadecuada porque la expresión "aquel color" no puede distinguir entre ese color como se presenta al sol y como se presenta el mismo color a la sombra. Debido a que la diferencia relevante no está en el color, ningún término de color podría hacer una tal distinción. Puesto que tal distinción se hace claramente en la experiencia –el color luce diferente a la luz del sol que a la sombra– el concepto demostrativo es inadecuado para dar cuenta de la experiencia.

La segunda clase de dependencia –la dependencia de una propiedad percibida con respecto al objeto en el cual es percibida– es mostrada por el ejemplo de Peacocke de la altura de la ventana y de la altura del arco (véase Peacocke, 1989), y también por la afirmación3 equivalente de Merleau-Ponty de que "el azul de la alfombra no sería el mismo azul si no fuera un azul lanoso". La idea básica es que cuando percibo una propiedad como altura o color, lo que veo no es alguna propiedad determinable independientemente que cualquier otro objeto podría compartir; lo que veo más bien es un aspecto dependiente del objeto que ahora estoy viendo. La dependencia de la característica con respecto al objeto es tan completa que incluso si veo el color de la alfombra como si fuera igual al color de algún otro objeto –una bola de acero brillante, por ejemplo– siempre puedo preguntarme racionalmente si son de hecho del mismo color. Puedo, por supuesto, satisfacerme comprobando sí son el mismo color al medir la longitud de onda de la luz que reflejan, así como puedo satisfacerme asegurándome de que la ventana y el arco son de la misma altura midiéndolos con un metro. Pero esto no me dice nada sobre el contenido de la experiencia perceptual original, puesto que es con base en la nueva experiencia de medida que he llegado a creer en la equivalencia.

Ahora, si es de hecho verdad que este segundo tipo de dependencia está presente, entonces parece bloquearse la posibilidad de la línea inicial del pensamiento conceptualista. Recuérdese que ésta es la línea de pensamiento según la cual, mientras aceptamos la tesis de que el concepto más específico del repertorio del perceptor captura su experiencia perceptual, también negamos la intuición de Peacocke de que la experiencia perceptual no varía con la sofisticación conceptual. La justificación para esta negación se basa en la afirmación, prima facie plausible, de que la pintora ve la bufanda escarlata en términos de su semejanza con una cierta referencia de color, no con alguna otra. Pero si un color percibido no es descriptible independientemente de su objeto, entonces debe ser falso que la percepción del color de la pintora sea explicable en términos de semejanza con una medida objetiva. Después de todo, la referencia del color r-235 presenta una propiedad especificable independientemente, que podría estar presente en cualquier objeto, mientras que el escarlata de la bufanda no se presenta en la percepción como un color identificable independientemente de la bufanda. El punto es muy similar a la observación anterior acerca del contexto. Un concepto demostrativo como aquel escarlata puede designar solamente un escarlata entre otros. Pero la diferencia entre la experiencia de la bufanda escarlata y la experiencia de la bola de acero escarlata no es debida, ex hipótesis, a una diferencia de color (este matiz escarlata contra este matiz escarlata), sino más bien a una diferencia en el objeto que manifiesta ese color. Ningún término de color por sí sólo podría hacer esa distinción.

Si estas dos observaciones sobre la percepción son correctas, entonces los conceptos demostrativos tienen una fineza demasiado gruesa, no demasiado fina como para capturar el contenido perceptual. Los conceptos, incluso los demostrativos, seleccionan propiedades independientes de la situación, pero la experiencia perceptual de una propiedad es siempre dependiente de los dos aspectos de la situación que mencioné antes –el contexto y el objeto–. Todavía es dable al conceptualista afirmar que el contenido perceptual es explicable en términos de la conjunción de una variedad de conceptos demostrativos –uno que selecciona la propiedad, otro que selecciona el objeto que manifiesta esa propiedad, y entonces un sistema grande de conceptos demostrativos que determine las características relevantes del contexto en el cual la propiedad es percibida–. Pero me parece que este último sistema pronto presentará un obstáculo, puesto que podría haber un número indefinidamente grande de características contextuales relevantes, y qué características contextuales sean relevantes es una cuestión que cambiará de situación en situación. Esto me parece una razón más probable para que el contenido perceptual sea no-conceptual –porque es dependiente de la situación, y las situaciones no son especificables en términos conceptuales–.



NOTAS AL PIE

1 Este punto se debe tener en cuenta. Es frecuente en el debate conceptualismo/no-conceptualismo aludir a esta característica (fineness of grain o fine granulated) la cual traducimos como fineza y detalle de la experiencia perceptual, generalmente acompañada de la palabra grano entre paréntesis, o de un asterisco que hace referencia a este término; pues si bien sería más castizo dejar sólo fineza y detalle de la experiencia perceptual, en varios textos de naturaleza diversa se le traduce con el neologismo 'grano'. Dicho neologismo es traducido por 'grano' en textos de percepción (ver por ejemplo "Enfrentando el Problema de la Conciencia" de David J. Chalmers), así como en la teoría del cine para designar ciertas texturas. Aquí hace referencia a la alta fidelidad de las percepciones simultáneas capturadas por el sistema perceptual humano, propiedad acerca de la cual se afirma que es una propiedad no-conceptual (N. del T.)

2 No pienso que Peacocke realmente agrupe sus ejemplos bajo el título de la constancia perceptual, pero los ejemplos que considera –el color de una pared en diversos contextos de iluminación, el tamaño de un árbol a diferentes distancias, y el sonido de un motor de coche cuando está muy lejos o cerca– son ejemplos obvios de ese fenómeno.

3 Veo estos ejemplos como equivalentes, ambos señalan a la segunda dependencia. Pero podría ser que Peacocke esté adelantando un punto diferente cuando usa el ejemplo en su 1989.



REFERENCIAS

MCDOWELL, J. (1994) Mind and World, Harvard University Press.         [ Links ]

MCDOWELL, J. (1998) "Reply to Commentators", en Philosophy and Phenomenological Research, Vol. 58, No. 2.         [ Links ]

MERLEAU-PONTY, M. (1962) Phenomenology of Perception, Routledge & Kegan Paul.         [ Links ]

MERLEAU-PONTY, M. (1983) Sense and Content: Experience, Thought, and their Relations, Oxford University Press.         [ Links ]

MERLEAU-PONTY, M. (1989) "Perceptual Content", en Themes from Kaplan, Almog, J, Perry, J & Wettstein, H. (editors), Oxford University Press.         [ Links ]

PEACOCKE, C. (1998) "Nonconceptual Content Defended", en Philosophy and Phenomenological Research, Vol. 58, No. 2.
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