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Discusiones Filosóficas

Print version ISSN 0124-6127

discus.filos vol.12 no.19 Manizales Dec. 2011

 

Errores en la estrategia argumentativa de la interpretación providencialista de la mano invisible de adam smith: el caso de la teoría de los sentimientos morales

Errors in the argumentative strategy of the providentialist interpretation of the invisible hand of adam smith: the case of the theory of moral sentiments

Leandro Gastón Indavera Stieben
Universidad Nacional de Chilecito, Argentina. discufilo@ucaldas.edu.co

Recibido el 25 de octubre de 2011 y aprobado el 30 de noviembre de 2011



Resumen

Generalmente, los que defienden la interpretación providencialista de la mano invisible de Adam Smith, sostienen que los individuos guiados por una mano invisible poseen ciertas cualidades que se espera se orientan a ciertos fines beneficiosos para la sociedad. Este sería, ni más ni menos, el sentido de la famosa expresión smitheana. En este artículo mostraré, por el contrario, que en el pasaje de la mano invisible de La teoría de los sentimientos morales los individuos guiados por una mano invisible no poseen las cualidades que se espera se orientan a dichos fines. Así, la interpretación providencialista no puede explicar qué cualidades poseen los terratenientes (los guiados por una mano invisible), de modo tal que se orienten al fin beneficioso en cuestión (la distribución de las cosas necesarias para la vida).

Palabras clave

Interpretación, mano invisible, providencialista, Teoría de los sentimientos morales.

Abstract

In general, those who support the providentialist interpretation of Adam Smith's invisible hand hold that those individuals lead by an invisible hand have certain qualities that are expected to reach certain beneficial ends for society. This would be, neither more nor less, the sense of the famous Smithean expression. In this paper, I will show, on the contrary, that in the invisible hand passage in The theory of moral sentiments those lead by an invisible hand do not have the qualities that are expected to reach the beneficial ends. So, the providentialist interpretation cannot explain how the qualities of the landlords (those lead by an invisible hand) can reach the beneficial ends (the distribution of the necessary goods for life).

Key words

Interpretation, invisible hand, providentialist, theory of moral sentiments.



Introducción

En 1759 Adam Smith publica La teoría de los sentimientos morales (TSM). En la literatura secundaria se citan frecuentemente diversos pasajes de TSM con el fin de apoyar la interpretación que sostiene, que la expresión "mano invisible" usada en dicha obra hace referencia a la acción de Dios, quien actuaría a través de las pasiones humanas.

En este artículo mostraré cómo el mismísimo pasaje de la mano invisible en TSM funciona como contraejemplo de la interpretación providencialista. Generalmente, los que defienden la interpretación providencialista sostienen que los individuos guiados por una mano invisible poseen ciertas cualidades que se espera sean orientados a ciertos fines beneficiosos para la sociedad. Este sería, ni más ni menos, el sentido de la famosa expresión smitheana. En este artículo se muestra, por el contrario, que en el pasaje de la mano invisible de TSM los individuos guiados por una mano invisible no poseen las cualidades que se espera se orientan a dichos fines. Así, la interpretación providencialista no puede explicar qué cualidades poseen los terratenientes (los guiados por una mano invisible en TSM), de modo tal que se orienten al fin beneficioso en cuestión (la distribución de las cosas necesarias para la vida).

El artículo consta de cinco partes. En la primera, se explicará el pasaje de la mano invisible en TSM. En la segunda, se brindará un resumen de las interpretaciones providencialistas. En la tercera, se analizara qué cualidades poseen los terratenientes, aquellos que son guiados por una mano invisible en el pasaje de TSM. En la cuarta, se expondrá la crítica a las interpretaciones providencialistas. En la quinta, concluiré con algunos comentarios finales.

I
El pasaje de la mano invisible en TSM

Unas pocas líneas antes del pasaje de la mano invisible, Smith habla de la importancia de la mejora en las artes y las manufacturas para el desarrollo de la agricultura:

[La invención y la mejora de] todas las ciencias y las artes… ha cambiado por completo la faz de la tierra, … ha transformado las rudas selvas de la naturaleza en llanuras agradables y fértiles, y ha hecho del océano intransitado y estéril un nuevo fondo para la subsistencia y una gran carretera que comunica las diversas naciones del globo. Por estas labores de la humanidad la tierra fue forzada a redoblar su fertilidad natural y a mantener una multitud mayor de habitantes1. (IV. I. 10)
El desarrollo de las artes y las ciencias es la causa del incremento en la fertilidad de la tierra, y el incremento de ésta es la causa de la abundancia de alimento para los habitantes. Pero, ¿quién es el responsable del desarrollo de las artes y las ciencias? Es el "hijo del pobre". Unas pocas líneas antes de hablar de la importancia del desarrollo de las artes y manufacturas para el desarrollo agrícola, Smith nos cuenta:
El hijo del pobre… admira la condición del rico. Encuentra que la cabaña de su padre es demasiado pequeña para él y fantasea con que debería vivir más cómodamente en un palacio. No le gusta el tener que andar o padecer el cansancio de montar a caballo. Ve cómo sus superiores son trasportados en diversos medios y se imagina que en uno de ellos podría viajar con menos incomodidades. Se considera naturalmente indolente y está muy poco dispuesto a esforzarse; opina que un vasto séquito se sirvientes le ahorraría muchas molestias. Para acceder a las comodidades que esas cosas deparan se somete en el primer año de su empresa, es más, durante el primer mes, a mayores fatigas corporales y mayor desasosiego espiritual que los que habría sufrido en toda su vida si no las hubiese ambicionado. Estudia para poder distinguirse en alguna profesión. Con infatigable diligencia trabaja día y noche para acumular más méritos que los de sus competidores. Después trata de sacar esos méritos a la luz pública y con análoga constancia solicita cualquier oportunidad de empleo. A tal efecto le hace la corte a todo el mundo: sirve a quienes odia y es obsequioso con quienes desprecia. Durante toda su vida lucha por la idea de un reposo artificial y elegante que quizás nunca consiga, pero en aras del cual sacrifica una tranquilidad real que está siempre a su alcance, y si finalmente en su extrema vejez lo logra, descubrirá que desde ningún punto de vista es preferible a la modesta seguridad y contento que abandonó por él. (IV. I. 8)
Como hemos visto en la cita anterior, el hijo del pobre trabaja con incansable denuedo día y noche para mejorar su condición. Unas pocas líneas después de decir esto, Smith explica que esta manera de trabajar es la que hace que la tierra redoble su fertilidad natural:
Los placeres de la riqueza y los honores considerados desde este punto de vista mixto llaman la atención como algo excelso, bello y noble, cuya consecución bien vale todo el esfuerzo y desvelo que estamos tan dispuestos a dedicarles.
Y está bien que la naturaleza nos engañe de esa manera. Esta superchería es lo que despierta y mantiene en continuo movimiento la laboriosidad de los humanos. Fue eso lo que les impulsó primero a cultivar la tierra, a construir casas, a fundar ciudades y comunidades, a inventar y mejorar todas las ciencias y las artes que ennoblecen y embellecen la vida humana; lo que ha cambiado por completo la faz de la tierra, que ha transformado las rudas selvas de la naturaleza en llanuras agradables y fértiles… Por estas labores de la humanidad la tierra fuer forzada a redoblar su fertilidad natural y a mantener una multitud mayor de habitantes. (IV. I. 9-10)
Después de mencionar todos los beneficios de las ciencias y las artes para con la agricultura, Smith continúa:
Por estas labores de la humanidad la tierra fue forzada a redoblar su fertilidad natural y a mantener una multitud mayor de habitantes. De nada le sirve al orgulloso e insensible terrateniente contemplar sus vastos campos y, sin pensar en las necesidades de sus semejantes, consumir imaginariamente él solo toda la cosecha que puedan rendir. Nunca como en su caso fue tan cierto el sencillo y vulgar proverbio según el cual los ojos son más grandes que el estómago. La capacidad de su estómago no guarda proporción alguna con la inmensidad de sus deseos, y no recibirá más que el del más modesto de los campesinos. Se verá obligado a distribuir el resto entre aquellos que con esmero preparan lo poco que él mismo consume, entre los que mantienen el palacio donde ese poco es consumido, entre los que le proveen y arreglan los diferentes oropeles y zarandajas empleados en la organización de la pompa. Todos ellos conseguirán así por su lujo y capricho una fracción de las cosas necesarias para la vida que en vano habrían esperado obtener de su humanidad o su justicia. El producto de la tierra mantiene en todos los tiempos prácticamente el número de habitantes que es capaz de mantener. Los ricos sólo seleccionan del conjunto lo que es más precioso y agradable. Ellos consumen apenas más que los pobres, y a pesar de su natural egoísmo y avaricia, aunque sólo buscan su propia conveniencia, aunque el único fin que se proponen es la satisfacción de sus propios vanos e insaciables deseos, dividen con los pobres el fruto de todas sus propiedades. Una mano invisible los conduce a realizar casi la misma distribución de las cosas necesarias para la vida que habría tenido lugar si la tierra hubiese sido dividida en porciones iguales entre todos sus habitantes, y así sin pretenderlo, sin saberlo, promueven el interés de la sociedad y aportan medios para la multiplicación de la especie. (IV. 1. 10)

El vínculo que Smith establece en TSM (IV. 1. 10), entre la producción de alimentos y el mantenimiento de una gran multitud de habitantes no es exclusivamente smitheano. Hume también consideró en su ensayo "On the populousness of ancient Nations" que un incremento en la población estaba relacionado con el desarrollo agrícola y la oferta de alimentos, y que las sociedades modernas resultaban más aptas para el incremento de la población que las sociedades antiguas en donde existía la esclavitud, porque esta no era ventajosa para el crecimiento de la población de la humanidad (cfr. Skinner 180-181).

II
La mano invisible como la mano de Dios. Un breve resumen de las interpretaciones providencialistas de la mano invisible de Adam Smith

En el siglo XX ha habido diversas interpretaciones de la mano invisible de Adam Smith. Una de las más extendidas sostiene que la mano invisible de Adam Smith, hace referencia a la mano de Dios. Ya en 1899 Veblen sostenía:

En la proposición que sostiene que los hombres son "guiados por una mano invisible", Smith no se replega sobre una Providencia entrometida que ponga en orden los asuntos humanos cuando peligra que tomen un rumbo torcido. Él concibe al Creador como muy cauto en el asunto de la interferencia con el curso natural de las cosas. El Creador ha establecido el orden natural para servir a los fines del bienestar humano; y ha adaptado con precisión las causas eficientes constituidas en el orden natural, incluyendo los motivos y propósitos humanos, al trabajo que ellas tienen que llevar a cabo. La guía de la mano invisible tiene lugar no por intermedio de la interposición, sino a través de un esquema comprensivo de artilugios establecidos desde el principio. En lo que a la teoría económica respecta, se concibe al hombre como consistentemente egoísta; pero este hombre económico es una parte del mecanismo de la naturaleza, y su movimiento egoísta no es sino un medio a través del cual, en el curso natural de las cosas, el bienestar general resulta. (396-397)

Kleer sostiene que la interpretación providencialista de la mano invisible de Adam Smith puede encontrarse aún antes del artículo de Veblen. En un muy buen resumen de la historia de la mencionada interpretación, Kleer plantea que en la última mitad del siglo XIX, los críticos sostenían que el liberalismo económico derivaba en definitiva de la doctrina ilustrada de un orden natural y que esta interpretación no fue desafiada, sino recién en la segunda mitad del siglo XX (cfr. Kleer 14-15), debido al ascenso del positivismo en el contexto de la teoría económica después de la segunda Guerra Mundial (cfr. Alvey 335).

Algunos autores han señalado que en la Gran Bretaña del siglo XVIII, la doctrina estoica se puso de moda, y que la visión estoica jugó un gran rol en la Ilustración escocesa, en particular el estoicismo romano de Cicerón, Marco Aurelio, Séneca y Epicteto, todos ellos mentores de Hutcheson, el antecesor de Smith en la cátedra de Filosofía moral en la universidad de Glasgow (cfr. Macfie 1967 24-25 116 Fitzgibbons 1995 30 Hill 2001 5 Alvey 2004 338). De acuerdo con algunos autores, se puede encontrar evidencia de la influencia del estoicismo en la Gran Bretaña del siglo XVIII al analizar las varias traducciones al inglés de los trabajos de Marco Aurelio y otros escritores estoicos durante ese siglo. Hutcheson, para dar un ejemplo de un autor con gran influencia en las obras de Adam Smith, publicó una traducción inglesa de las Meditaciones de Marco Aurelio en 1742 (cfr. Sher 1985 175-177 Clarke 2002). Vivenza, ve presentes principios estoicos en la concepción smitheana frecuentemente repetida acerca de que la naturaleza ha provisto al hombre con un instinto de preservación y cuidado de sí mismo, y que la sociedad no se daña de ninguna manera por la tendencia de cada individuo a perseguir su propio interés. De la misma manera, según Vivenza, la visión smitheana acerca de que la realidad es un sistema que funciona armoniosamente presidida por un arquitecto omnisciente y conductor tiene sus raíces también en el Estoicismo. Estos estudios acerca de la conexión entre el Estoicismo y Adam Smith, han llevado a que algunos autores sostengan que la mano invisible de Adam Smith tiene raíces estoicas. Hill, por otro lado, sostiene que en los escritos de Smith podemos encontrar el siguiente compromiso: una creencia en la existencia de una Providencia benevolente en el contexto de una imitación de la Teodicea estoica en la cual todos los vicios e insensateces aparentes del hombre surgen completamente de la intención de un Creador benevolente (cfr. Hill 2001 4-5 16). Vivenza está de acuerdo en sostener una conexión entre la visión estoica y la mano invisible, pero existe para ella una diferencia fundamental:

[Smith parte] del individuo y sus instintos naturales hacia la auto-preservación y a la búsqueda de la felicidad… La teoría estoica, por otro lado, parte de la contemplación del todo, el punto de vista cósmico. (Vivenza 63-64)
Griswold, por otro lado, sostiene que la mano invisible de Adam Smith significa, en el lenguaje estoico del tipo que Smith evoca, que
nosotros somos como actores en una obra cuya trama no comprendemos y cuyo final no ha sido aún revelado a nosotros. (16)

Desde la segunda mitad del siglo XX, las interpretaciones seculares de la mano invisible de Adam Smith han sido las predominantes, minimizando la importancia del lenguaje teológico en las obras del filósofo escocés. Frases tales como el "autor de la naturaleza", son interpretadas como meros artilugios retóricos de Smith (cfr. Raphael 36). Algunos hasta han sostenido que es posible remover la terminología teológica y las reflexiones de Smith sobre Dios sin afectar el contenido empírico de su obra (cfr. Campbell 69-73). A pesar de esta ola de interpretaciones seculares durante la segunda mitad del siglo XX, la interpretación providencialista volvió a tener preponderancia de nuevo en la literatura especializada en las últimas dos décadas, y emergió así una "nueva visión teísta" (cfr. Alvey 2004 335 2007 67-68).

Una figura prominente de esta "nueva visión teísta", Hill, citando el artículo de McGuire: "Force, active principles and Newton's invisible realm", sostiene que la aprensión smitheana de Dios se encarna en la Cosmogonía y Física estoica en la cual Dios formó el todo y lo gobierna a través de leyes generales, y no mediante milagros. En este sentido, se concebiría a Dios como una providencia general más bien que una providencia especial (cfr. Hill 5). Esta idea de que Dios no actúa a través de milagros o intervenciones directas en los asuntos humanos, sino a través de leyes generales, ha sido aceptada por la mayoría de los defensores de la interpretación providencialista de la mano invisible de Adam Smith. Se ha interpretado que se puede ver la voluntad de Dios en acción en la naturaleza humana, donde la naturaleza hace que el hombre busque su bien haciendo que éste sea atractivo a sus pasiones:

En La teoría de los sentimientos morales, Smith desarrolla la doctrina de un orden benéfico en la naturaleza, que se manifiesta a sí misma a través de las operaciones de la naturaleza externa y las tendencias innatas implantadas en el hombre por la naturaleza. Los sentimientos morales y el interés personal, regulado por la justicia natural y atenuado por la simpatía o la benevolencia, operan en conjunción con las fuerzas físicas de la naturaleza para alcanzar los benéficos propósitos de la Naturaleza… La Naturaleza dicta al hombre las leyes que seguirá. Parece, sin embargo, que la esencia de la doctrina de Smith es que la Providencia ha creado de tal modo la constitución de la naturaleza externa hasta hacer que su proceso sea favorable al hombre, y ha implantado ab initio en la naturaleza humana tantos sentimientos como los que dieran lugar, a través de su trabajo ordinario, a la felicidad y al bienestar de la humanidad. (Viner 202)
La doctrina de la mano invisible ha sido interpretada de vez en cuando para expresar la intervención de la Providencia divina en los asuntos humanos, la mano invisible, la mano de Dios, y el reinado de la mano invisible, la soberanía de la ley natural o la ley de Dios. Esto es inteligible solamente en la medida en que se conciba como idéntica la imposición de Dios y la imposición de la pasión. (Cropsey 27)
El primer motor en el sistema era la Naturaleza… la manifestación del Dios estoico, siendo Dios aquel que trabajaba en el mundo y no el que se sentaba aparte en el cielo. Dios guiaba el sistema a través de las leyes de la Naturaleza, o mediante el espectador imparcial al nivel del individuo. (Fitzgibbons 19-20)
En la última década diversos autores han sostenido que una interpretación apropiada de Smith debe concebir a la mano invisible como la mano de Dios trabajando a través de la naturaleza humana y las pasiones: Se dota a los humanos con un apetito para que los medios alcancen los fines pretendidos por la naturaleza y se forma la vida social humana a través de las leyes inherentes en la constitución humana, siendo todos estos mecanismos administrados con el fin último de maximizar la felicidad humana (cfr. Hill 2001 10 Alvey 2004 339 Denis 2005). Se citan frecuentemente diversos pasajes de TSM con el fin de apoyar la interpretación anteriormente mencionada. Uno de los más citados es el siguiente:
Con relación a todos aquellos fines que por su peculiar importancia pueden ser considerados, si se me permite la expresión, como fines favoritos de la naturaleza, ella ha dotado constantemente de esta manera a las personas de un apetito no sólo por el fin que se propone sino también por los medios a través exclusivamente de los cuales ese fin puede lograrse, y a causa sólo de esos medios, independientemente de su tendencia a producir el fin. Así, la conservación y la propagación de la especie son los grandes fines que la naturaleza parece haberse propuesto en la formación de todos los animales. Los seres humanos están dotados de un deseo de tales objetivos y una aversión por los opuestos, un amor a la vida y un temor a la muerte, un deseo de continuar y perpetuar la especie y una aversión ante la idea de su total extinción… El hambre, la sed, la pasión que atrae a los sexos, el gusto por el placer, el rechazo al dolor, nos impulsan a aplicar esos medios por ellos mismos, sin ninguna consideración a su tendencia a los benéficos fines que el gran Director de la naturaleza intentó realizar a través de ellos. (II. i. 5. 10)

Se cita este párrafo frecuentemente a la hora de probar que el bienestar y la preservación de la sociedad son garantizados por el Autor de la naturaleza porque nosotros tenemos la semilla de ellos en nuestra constitución humana instintiva. La posición más paradigmática de esto la encontramos en el abordaje socio-biológico que realiza Hill sobre este tema: "teleológicamente hablando, las semillas del orden espontáneo se sitúan en las condiciones biogenéticas de la psiquis humana" (Hill 15).

III
Los monstruosos grandes terratenientes y la producción agrícola

Como bien señala Dwyer, Smith insiste en la importante contribución de los pequeños propietarios para el desarrollo económico. Una manera por la cual, según el filósofo escocés, el poder de los pequeños propietarios se incrementó es mediante el ataque a la ley de primogenitura y mayorazgos. Dwyer recalca que Smith reconoce que los pequeños propietarios, estando en una clase social entre el rango de lo medio e inferior, pueden mostrar cómo el camino hacia el éxito económico y el camino hacia la virtud van en la misma dirección (cfr. Dwyer 45-46). Sin embargo, las concepciones de Smith con respecto a los terratenientes son completamente diferentes. Smith describe al nuevo agente social que aparece después de la invasión de Roma por las naciones bárbaras, el gran terrateniente, como incapaz de administrar sus tierras de modo tal que pueda incrementar la producción. Es interesante recalcar que el filósofo escocés piensa que los terratenientes en la Escocia del siglo XVIII también compartían esta falta de interés por la mejora de sus tierras. En una carta dirigida a Lord Shelburne, Smith sostiene:

Tenemos en Escocia algunos nobles cuyos estados se extienden del este al oeste del mar, que se llaman a sí mismos emprendedores, y también sus compatriotas los llaman así, cuando ellos cultivan doscientos o trecientos acres alrededor de su propia residencia, en tanto permiten que todo el resto de su campo sea desperdiciado, casi inhabitado y completamente sin mejora… sin considerarse a ellos mismos responsables ante Dios, su país y su posteridad por tan vergonzoso así como también estúpido descuido. (Smith 1977 4)

En el reporte de 1766 de las clases sobre Jurisprudencia de Adam Smith (LJ (B)) Smith describe la situación económica general en la Grecia y Roma antigua en donde las artes, la ciencia, el comercio y el lujo doméstico fueron mejorados (cfr. LJ (B) 32 33 47)2. Sin embargo, cuando los germanos y otras naciones invadieron el Imperio romano, ese fue el origen de la era feudal, y las cosas comenzaron a cambiar. En primer lugar, fue establecido el derecho de primogenitura y mayorazgos.

La consecuencia económica del derecho de primogenitura es que hace que la tierra sea menos cultivada:
El derecho de primogenitura fue establecido bastante temprano y dificultó que las fincas sean divididas. La institución de mayorazgos trae hasta este día las mismas malas consecuencias. También, la vergüenza del derecho feudal concerniente a la transferencia de propiedad retardó el progreso de la agricultura… Las grandes y antiguas familias pocas veces tenían ya sea reservas o inclinación a mejorar sus fincas, excepto una pequeña porción de terreno para el disfrute alrededor de sus casas3. ((B) 295)
Una descripción similar se encuentra en Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (RN):
Cuando las naciones escitas y germanas inundaron las provincias occidentales del Imperio romano, los desórdenes y confusión subsiguientes a este gran acontecimiento revolucionario duraron muchos siglos. El robo y la violencia que aquellas gentes bárbaras descargaron sobre los antiguos habitantes, interrumpieron el comercio entre las ciudades y los campos. Las primeras quedaban desiertas, los últimos menos cultivados, y las provincias occidentales de Europa, que bajo la dominación del Imperio romano habían gozado de un grado considerable de opulencia, quedaron sumergidas en un abismo de pobreza y de barbarie. Alentados por dicha confusión, los jefes o caudillos de tales naciones iban adquiriendo, o usurpando para sí, la mayoría de las tierras conquistadas. Muchas de ellas habían permanecido siempre incultas, pero ninguna, fuese o no cultivada, carecía de dueño. La mayor parte de estas grandes posesiones vinieron a parar a manos de un corto número de propietarios.
Esta primera acumulación de tierras incultas fue un mal muy grande, que hubiera podido ser pasajero de haberse dividido después otra vez, y distribuido en distintas porciones por sucesión o por venta. Las leyes de primogenitura impidieron la división por derecho sucesorio, y los mayorazgos el que pudieran dividirse por enajenación4. (III. ii. 1-2)
Como hemos visto en la cita anterior de LJ (B), Smith dice que los grandes terratenientes no intentan mejorar las tierras. En RN encontramos una idea similar:
Más rara vez acontece que mejore mucho sus tierras el latifundista. En aquellos desordenados tiempos en que nacieron instituciones tan bárbaras, el gran propietario tenía bastante qué hacer con defender sus vastos territorios, y con satisfacer su anhelo de extender su autoridad y su jurisdicción sobre sus vecinos. No le quedaba tiempo para atender al cultivo y mejora de sus posesiones. Cuando el establecimiento de la ley y el orden le daban algún lugar para ello, carecía de la inclinación y de la pericia necesaria… Para mejorar las tierras se necesita, como para cualquier otra empresa, prestar una gran atención a los más leves ahorros y a las más pequeñas ganancias, y generalmente no es capaz de esto quien ha nacido rico, aun cuando sea sobrio por naturaleza. Una persona de esta clase se halla más propensa a los lucimientos que agradan a la fantasía, que a la utilidad por la cual no siente la atracción más nimia. La elegancia de su tren, de su equipaje, de su porte y de su casa, son objetos a los cuales ha estado acostumbrado desde la infancia, y ellos son los que motivan sus desvelos. (III. ii. 7)

Como hemos visto en las citas anteriores, Smith describe al nuevo agente social que aparece después de la invasión de Roma por las naciones bárbaras. Este nuevo agente social es el gran terrateniente, y es descripto como aquel que es incapaz de administrar sus tierras de modo tal que se pueda incrementar la producción.

La concepción que Smith tiene de los terratenientes abarca los diferentes períodos de la humanidad en la que este agente social existió: los grandes propietarios no se preocupan en mejorar la tierra. En la visión del filósofo escocés, los terratenientes "desean cosechar donde nunca sembraron" (vi. 8) y exigen "una renta por terrenos que no son susceptibles de mejorar por la mano del hombre" (xi. a. 3). Pero esta característica intrínseca de los terratenientes como agentes sociales no es lo peor, según Adam Smith. En los tiempos modernos, la mejora de la tierra no es, nos cuenta el filósofo escocés, una consecuencia de un plan desarrollado en la mente del terrateniente, sino una consecuencia del infatigable esfuerzo de los granjeros y arrendatarios (cfr. I. xi. a III. ii. 14 III. ii. 20).

Para Smith, el hecho que los terratenientes realicen "casi la misma distribución de las cosas necesarias para la vida que habría tenido lugar si la tierra hubiese sido dividida en porciones iguales entre todos sus habitantes" (IV. 1. 10) es un evento inesperado, dado las características anteriormente mencionadas de los terratenientes en tanto agentes sociales.

Ante todo, recordemos que, dado el contexto del pasaje de la mano invisible, la tierra pudo multiplicar su fertilidad natural y mantener a un mayor número de habitantes gracias al inexorable trabajo del hijo del pobre. De hecho, el análisis de Smith acerca de los límites en la capacidad del estómago del rico terrateniente, que ha llamado tanto la atención en la literatura secundaria, no es realmente importante en la argumentación con respecto a cómo es posible que los terratenientes realicen "casi la misma distribución de las cosas necesarias para la vida"5. Además, es verdad que Smith explícitamente sostiene que el "producto de la tierra mantiene en todos los tiempos prácticamente el número de habitantes que es capaz de mantener" (IV. 1. 10). Sin embargo, lo importante aquí es que, gracias al esfuerzo del "hijo del pobre", la tierra pudo mantener más habitantes. Lo único que nos puede dejar tranquilos, teniendo en cuenta los límites del estómago del terrateniente, es que él no puede consumir toda la producción. Pero, si la producción no es suficiente, no habría comida para todos, aun teniendo en cuenta los límites del estómago del terrateniente. Por tanto, el punto central en la argumentación de Smith es la mejora en el desarrollo de la producción agrícola. Como hemos visto en las referencias de LJ (B) y RN, la concepción smitheana acerca de los terratenientes está vinculada con la concepción de que son incapaces para la mejora de la agricultura, que es el punto central para entender el pasaje de la mano invisible.

Las preocupaciones morales también están presentes en la argumentación de Smith en relación a la mejora de la agricultura. Hemos visto que una de las razones que explican el porqué de la incapacidad de los terratenientes para el desarrollo agrícola es que ellos son incapaces de "prestar una gran atención a los más leves ahorros y a las más pequeñas ganancias" (III. ii. 7). Los terratenientes son incapaces de esto porque, siendo hombres de alto rango y distinción, adolecen de las virtudes de la paciencia, la laboriosidad, la fortaleza y el uso del pensamiento (cfr. I. iii. 2. 5). El "hijo del pobre", por el contrario, es capaz de desarrollar la agricultura porque posee las virtudes anteriormente mencionadas (recordemos el énfasis que pone Smith en la infatigable diligencia del "hijo del pobre").

Para Smith mismo es inesperado concebir que los terratenientes, dadas sus características como agentes sociales, puedan ser los que hagan que la tierra mejore. En LJ (B), tanto como en TSM y RN, las ideas acerca de las características del terrateniente y la idea de la mejora agrícola son incompatibles.

Smith es consciente que en el imaginario social de su tiempo, también era sorprendente concebir a los terratenientes como distribuidores de las cosas necesarias para la vida entre todos los habitantes. Es posible inferir esto a partir de la lectura del reporte de 1762 y 1763, de las clases sobre Jurisprudencia que Smith da en la Universidad de Glasgow (LJ (A)). Allí, Smith, en las notas tomadas de las clases a sus estudiantes, reconoce que existe cierta propensión a considerar que el terrateniente es un monstruo que destruye la subsistencia de las otras personas:

Cuando… concebimos a un hombre poseyendo una excesiva o gran finca, tendemos a concebirlo a primera vista como un monstruo que destruye lo que podría proporcionar la subsistencia para un vasto número de la especie humana. Y teniendo esto en cuenta nuestros antepasados los consideraban así, y acudieron a todos los métodos que estaban a su alcance para prevenir su ascenso. -Un hombre que posee una finca de £ 10000 por año tiene lo que podría proporcionar la subsistencia a 1000 hombres y sus familias… Concebimos a este hombre como una peste para la sociedad, como un monstruo, un gran pez que devora a todos los más chicos… Un hombre que consume £ 10000 parece destruir lo que debería mantener a 1000 hombres. Por eso, el parece ser el miembro más destructivo de la sociedad que podamos posiblemente concebir6. ((A) iii. 134-135)
La afirmación de Smith en el pasaje de la mano invisible de que "casi la misma distribución de las cosas necesarias para la vida" es posible tanto en la situación de estar la tierra dividida en partes iguales o en manos de sólo unos pocos terratenientes también es una afirmación sorprendente. Es posible tener "casi la misma distribución de las cosas necesarias para la vida" en sociedades comerciales, post-feudales, porque la tierra pudo redoblar su fertilidad natural gracias a la infatigable diligencia del "hijo del pobre". En la visión de Smith, el desarrollo agrícola no es el mismo en las manos de unos pocos terratenientes que en las manos de pequeños propietarios. En el pasaje de la mano invisible, por ende, Smith está presentando una imagen inesperada: concebir, solamente tomando como variable la división de la tierra, que la distribución de las cosas necesarias para la vida, una consecuencia del desarrollo agrícola, sería la misma. En RN, por ejemplo, Smith enfatiza la necesidad de una estructura de producción agrícola basada en pequeños propietarios:
En Europa las leyes de primogenitura y las vinculaciones de diferente especie impiden la división de los grandes patrimonios y, por consiguiente, son un obstáculo para la multiplicación de los pequeños propietarios. Un individuo de esta clase, que conoce palmo a palmo cualquier porción de su pequeña propiedad, y que la contempla con aquel cariño que naturalmente inspira la tierra, sobre todo cuando se trata de la pequeña propiedad, no sólo se deleita en su cultivo y ornato, sino que es, por lo regular, el más activo, inteligente y próspero de cuantos se dedican a realizar mejoras en el suelo. (III. iv. 19)
IV
Errores en la estrategia argumentativa de las interpretaciones providencialistas de la mano invisible de Adam Smith

Como hemos visto en la primera parte de este artículo, los autores que apoyan la interpretación providencialista han sostenido que una interpretación apropiada de Smith debe concebir la mano invisible como la mano de Dios trabajando a través de la naturaleza humana y las pasiones. A primera vista, parece plausible interpretar la mano invisible de Adam Smith en TSM apelando a una intervención providencial, debido a que el "hijo del pobre" en la historia de Smith es laborioso y quiere mejorar su condición y fue esto lo que hizo posible las mejoras en la agricultura. Sin embargo, en palabras de Smith, no es el "hijo del pobre" el que es guiado por una mano invisible en el relato de TSM. Es justamente, el terrateniente el guiado por una mano invisible en dicho relato. Si la estrategia argumentativa de la interpretación providencialista es correcta, debería haber algo en la naturaleza del terrateniente y en sus pasiones que pueda explicar por qué la mano invisible puede ser interpretada como la mano de Dios trabajando sobre la naturaleza del terrateniente. El único elemento que tenemos es el deseo del terrateniente por obtener bienes manufacturados y lujosos. Sin embargo, esto no es suficiente. Dicho deseo podría no haberse cumplido si el "hijo del pobre" no hubiese trabajado con infatigable diligencia. Más aún, la falta de interés del terrateniente por la mejora y el desarrollo agrícola y la falta de las cualidades necesarias para desarrollarla son obstáculos a la mano invisible, en vez de ser los medios a través de los cuales la mano invisible trabajaría.

El terrateniente, aquel que es guiado por una mano invisible en el relato de TSM, no tiene ni las cualidades de sentido público ni el sentido del honor que pueda hacerlo distribuir los frutos del suelo, siendo la gratitud de los otros una consecuencia necesaria de este comportamiento. En vez de buscar la felicidad pública, los terratenientes son descriptos mediante los famosos y bien conocidos adjetivos de "orgulloso" e "insensible", solo teniendo como deseo el de "la satisfacción de sus propios vanos e insaciables deseos". No existe nada en las características del terrateniente como agente social que nos guíe a comprender los medios a través de los cuales la mano invisible trabajaría. El terrateniente, "sin pensar en las necesidades de sus semejantes" es guiado por una mano invisible en el relato de TSM, no debido a su naturaleza, sino "a pesar de su natural egoísmo y avaricia" (IV. 1. 10).

V
Conclusiones

Como hemos visto, los autores que apoyan la interpretación providencialista, han sostenido que una correcta interpretación de Smith debe concebir a la mano invisible como a la mano de Dios trabajando a través de la naturaleza humana y las pasiones. El problema con esta interpretación es que no puede explicar el pasaje de la mano invisible y el comportamiento de los terratenientes conducidos por una mano invisible, y sus consecuencias económicas y sociales con el argumento de que Dios actúa a través de la naturaleza humana y las pasiones.

El error de la interpretación providencialista radica principalmente en concebir que es posible explicar el pasaje de la mano invisible por medio de un análisis general de la naturaleza humana y sus pasiones, siendo la referencia al deseo de mejorar nuestra condición y otros mecanismos que son inherentes a la constitución humana los recursos más usados en la estrategia argumentativa de la interpretación providencialista. En contraposición, Smith, en el pasaje de la mano invisible de TSM, en vez de hacer hincapié en la naturaleza humana general está desarrollando un análisis que se enfoca en la naturaleza de un agente social en particular: el gran terrateniente.

El hecho es que tanto la falta de interés por parte de los terratenientes en el desarrollo agrícola como la falta de las cualidades para producir ese desarrollo, son más bien obstáculos para la mano invisible, en vez de ser los medios a través de los cuales la mano invisible funciona.



Notas al Pie

1 En este trabajo, utilizó la traducción de Carlos Rodríguez Braun de La teoría de los sentimientos morales (cfr. Smith 1997). Las traducciones de las obras en inglés son propias del autor.
2 Alvey, sostiene que Smith concibe a la Grecia y Roma antigua como sociedades comerciales. Esto conduce a una complicación para la teleología optimista que pretenda tener algún asidero histórico, debido a que ambas sociedades colapsaron. Este hecho histórico sugiere, recalca Alvey, que la forma comercial de determinada sociedad no es un hecho permanente, sino cíclica y que la historia no es para Smith simplemente progresista (cfr. Alvey 2003 93-94).
3 Encontramos LJ (B) en Smith, 1978.
4 Para este trabajo, se utiliza la traducción de Gabriel Franco de Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (cfr. Smith 1999).
5 Ver también TSM I. iii. 2. 1-4 y RN I. xi. c para más referencias sobre el mismo asunto concerniente a los límites del estómago humano. Ver Ahmad (1990), para un análisis de los límites de la capacidad del estómago humano como una cuarta mano invisible y, Schabas (2003 274), para una comparación entre Lineo y Smith en relación a las concepciones sobre la capacidad del estómago humano.
6 Encontramos LJ (A) en Smith, 1978.



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