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Discusiones Filosóficas

Print version ISSN 0124-6127

discus.filos vol.21 no.36 Manizales Jan./June 2020  Epub Dec 17, 2020

https://doi.org/10.17151/difil.2020.21.36.11 

Reseñas

Filosofía y psicología de la mente infantil: un ensayo de ingeniería conceptual en la teoría de la atención conjunta

Philosophy and psychology of the child's mind: an essay of conceptual engineering in the theory of care as a whole

Nicolás Cuevas-Alvear1 

1 Universidad El Bosque. Bogotá, Colombia. Mg. Filosofía. cuevasn@outlook.es. orcid.org/0000-0002-6241-2188. https://scholar.google.com/citations?user=ck1GMpwAAAAJ&hl=es&oi=ao.


Suárez Acevedo, Camila y Pérez Jiménez, Miguel Ángel

Editorial Pontificia Universidad Javeriana- Anábasis, 2019. Bogotá. 144 páginas

Uno de los talentos compartidos por quienes se interesan en explicar fenómenos del mundo es poseer una excelente observación sobre lo que ocurre cotidianamente a su alrededor. Este talento lo poseen los filósofos y los psicólogos por igual. El libro Filosofía y psicología de la mente infantil: Un ensayo de ingeniería conceptual en la teoría de la atención conjunta es una muestra de esa capacidad. Además, es uno de los pocos libros en lengua castellana sobre este tema. En este libro, los autores nos invitan a contemplar el tema del desarrollo infantil desde un punto de vista tanto conceptual como afectivo, específicamente el fenómeno de la atención conjunta. Su propósito es estimular investigaciones en el tema de la atención conjunta en el desarrollo infantil y promover la discusión crítica de las propuestas. El libro se divide en prólogo, introducción, cuatro capítulos, la conclusión y un apéndice de extremo interés para los filósofos.

La introducción sitúa a los lectores en el tema de la atención conjunta como eje central del desarrollo infantil. Esto lo logra a partir de una breve reflexión sobre el lugar de la atención conjunta en la vida de los bebés. El fenómeno de atención conjunta es un evento en el que se ven involucrados tres elementos: 1. el bebé, 2. el adulto o persona responsable de cuidarlo, y 3. un objeto. En el evento, el objeto llama la atención del bebé y su cuidador. En otros términos, la situación de atención conjunta es una triangulación de los siguientes aspectos: 1. Subjetividad, 2. Intersubjetividad y 3. Objetividad. Esta situación se presenta desde los nueve meses de edad y es una mezcla del desarrollo cognitivo del bebé acerca del mundo y el desarrollo social.

Además, la introducción recoge de manera breve la historia del trabajo en atención conjunta y propone un trabajo interdisciplinar entre la psicología y la filosofía para abordar el tema. Se retoman los hallazgos empíricos de la psicología y el trabajo de ingeniería conceptual de la filosofía, con el fin de lograr una comprensión científicamente sólida y conceptualmente plausible de la atención conjunta. En esta sección se plantea la tesis que defienden los autores: la atención conjunta es “el resultado de la interacción intersubjetiva afectiva en la infancia” (Pérez y Suárez, 2019, 21). El resto de la introducción se ocupa de hacer un bosquejo de la cuestión y presentar las líneas generales de la posición de los autores con respecto al tema.

Desde mi perspectiva, el libro se divide en tres partes. La primera parte consiste en presentar el fenómeno de la atención conjunta y las teorías que intentan explicarlo. En pocas palabras, la primera parte es un pequeño estado del arte de la situación en la que se encuentran los estudios teóricos de la atención conjunta. Esta parte está compuesta por los dos primeros capítulos. En el primero describen la atención conjunta a partir de las manifestaciones de esta capacidad en el comportamiento de los bebés, los aportes de esta para el desarrollo psicológico de los infantes y el curso evolutivo de la habilidad en los primeros meses de vida. En el desarrollo de estas temáticas encontramos el papel central que tiene el cultivo de las relaciones interpersonales y el avance en la comprensión del entorno.

A partir de la descripción del primer capítulo, los autores se ocupan de investigar tres teorías psicológicas que explican la atención conjunta, según la evidencia empírica disponible en el segundo capítulo. La primera teoría que investigan es la modular, la segunda es la teoría intencional y, por último, investigan la teoría experiencial. En cada una de las teorías el papel de la atención conjunta es distinto. En las teorías modular e intencional, se trata de una capacidad que sirve de transición para el desarrollo de la teoría de la mente. Por otra parte, en la teoría experiencial se defiende que la capacidad de la atención conjunta es el tránsito en el cual los bebés, primero tienen actitudes meramente instrumentales hacia los objetos, y luego pasan a tener actitudes contemplativas o experiencias afectivas.

La segunda parte consiste en el trabajo filosófico o conceptual. La primera tarea de este trabajo consiste en reconocer cuál es la estructura formal de la teoría, es decir, cuáles son los conceptos que se utilizan para explicar el fenómeno de la atención conjunta. Esto es de suma importancia, las tres teorías parten de la misma evidencia empírica y buscan darle una explicación al fenómeno, sin embargo, difieren en su explicación. Esta diferencia surge de los recursos teóricos que utilizan las teorías. Estos recursos son resultado de los compromisos teóricos de los autores. La tarea del tercer capítulo consiste en hacer explícitos estos compromisos y sus consecuencias.

Allí, los autores distinguen los compromisos y los niveles de estos en cada una de las teorías. Para expresar esto ofrecen un cuadro general. A partir de este trabajo llegan a la conclusión de que hay dos principios explicativos fundamentales para las teorías expuestas en el segundo capítulo. El principio explicativo de las teorías modular e intencional es la intención, puesto que estas explican el surgimiento de la atención conjunta como el desarrollo de la capacidad de la bebé de comprender y proyectar intenciones. Es posible afirmar que la teoría modular y la intencional tienen el mismo principio explicativo porque convergen en tres puntos.

El primer punto de convergencia es la concepción subjetivista del desarrollo psicológico. Esto quiere decir que las teorías modular e intencional hacen énfasis en el aspecto subjetivo del fenómeno de la atención conjunta. Lo importante del fenómeno de la atención conjunta son las capacidades psicológicas internas de la bebé. Así pues, no hay ninguna exigencia en el papel del ámbito objeto ni intersubjetivo.

El segundo punto es la concepción intencional de la atención conjunta. Esto indica que los bebés para comprender a los demás deben aplicar el concepto de intención. Sin este concepto, es imposible que haya algún tipo de relación entre la persona que lo cuida, el bebé y el objeto. Solo a través de la aplicación de ese concepto, el bebé obtiene el conocimiento de los estados mentales del otro sujeto y a partir de eso se hace una idea de cómo valorar el objeto.

Por último, el tercer punto es que en ambas teorías la mente se concibe como un mecanismo esencialmente instrumental. Esto quiere decir que hacen énfasis en el aspecto subjetivo de la atención conjunta. En este panorama la mente se adapta para que las criaturas adapten su comportamiento a las demandas externas, mediante mecanismos de predicción y explicación de comportamientos que apelan a conceptos psicológicos como el de deseo y creencia. De esta manera, la atención conjunta es tan solo un momento en el desarrollo de la mente que finaliza con la teoría de la mente.

Al seguir por este camino, los autores encuentran que el principio explicativo de ambas teorías es la intención. Además, encuentran que el papel de la atención conjunta es momentáneo, esta es tan solo un paso mientras se desarrollan el cerebro y las capacidades psicológicas del bebé. En este punto es la teoría de la mente la que brinda la explicación del desarrollo psicológico de la bebé.

En cambio, el principio explicativo de la teoría experiencial es la experiencia afectiva. Se explica la ontogénesis de la atención conjunta desde la experiencia. El contraste es evidente entre el enfoque experiencial y el enfoque intencional. Los autores realizan una comparación en tres puntos fundamentales de las tres teorías para sacar a la luz las diferencias entre las teorías con enfoque intencional y las teorías experienciales.

En primer lugar, la teoría experiencial les da el mismo peso explicativo a las tres partes involucradas en la situación de atención conjunta; a saber: 1. Subjetiva, 2. Intersubjetiva y 3. Objetiva. Eso quiere decir que la bebé tiene unas capacidades psicológicas elementales que le permiten vincularse afectivamente con las personas y con los objetos. De la misma manera, la teoría exige que los ambientes intersubjetivo y objetivo sean vinculantes y responsivos. El énfasis está puesto en la relación intersubjetiva porque es esta la que le enseña a la bebé cómo valorar los objetos inanimados a pesar de que estos no respondan afectivamente a ella.

La herencia del pensamiento davidsoniano en este asunto es notoria. La triangulación propuesta por Davidson es similar a la que nos presentan los autores en este libro. Como evidencia de esto tenemos varios de sus artículos como “La aparición del pensamiento” (1997), “A Unified Theory of Thought, Meaning and Acción” (1980) y “Animales racionales” (1982). Sin embargo, una de las diferencias fundamentales consiste en el camino que toman los autores que abordan el problema de la interacción humana. Davidson propone la triangulación como modo de interacción lingüística. Sin embargo, en su propuesta queda la duda sobre cómo se relaciona un humano adulto que habla, con una bebé preverbal y un objeto. Justo en este punto cabe la propuesta de los autores. Otra diferencia importante es que la perspectiva desde la que abordan el problema es afectiva, no conceptual o lógica como lo hace Davidson.

El segundo punto es la diferencia del principio explicativo entre el enfoque intencional y experiencial. Como ya se dijo, la teoría experiencial tiene un enfoque afectivo dinámico. Esta capacidad afectiva de la bebé para relacionarse con su cuidador y con el mundo se basa en capacidades motrices, perceptivas, sensoriales y expresivas. De esta manera, la capacidad básica sobre la cual se desarrolla la mente no es la intención sino la experiencia, la capacidad de sentir afectos de los demás y de los objetos. En otras palabras, la atención conjunta se basa en la capacidad valorativa de la bebé, en su perspectiva.

Por último, el tercer punto es el valor funcional que cada enfoque le reconoce a la atención conjunta. El enfoque intencional le asigna una funcionalidad temporal a la atención conjunta, esta es solamente una capacidad transitiva en el desarrollo de la mente. No obstante, para el enfoque experiencial esta habilidad tiene un valor contemplativo. Su finalidad es compartir y contrastar con los demás las experiencias afectivas con el mundo y ellos.

El cuarto capítulo es un ejercicio de auditoría conceptual. Este ejercicio consiste en la aplicación del método de auditoría e ingeniería conceptual que se utiliza en filosofía del lenguaje y es novedoso que se emplee en el tema de la atención conjunta. La auditoría se hace a partir de dos actitudes metodológicas, una constructiva y una evaluativa. La primera evalúa la plausibilidad de aplicar los conceptos de intención y experiencia a la explicación de la atención conjunta. Por otra parte, la actitud constructiva propone las vías de mejoramiento en la conceptualización de la mente infantil. En este caso, se busca mejorar lo conceptos a partir de las necesidades y los resultados de la evaluación (Cappelen, 2018). En el capítulo se discuten las formas en que se utilizan los conceptos en las teorías para la explicación de la ontogénesis de la atención conjunta, es decir, se evalúan las ventajas y desventajas de los conceptos centrales de las teorías presentadas en los capítulos previos. Los conceptos centrales son el de intención y el de experiencia.

Por un lado, explicar la conducta de un bebé a partir de las intenciones tiene un problema fundamental, y es que las creencias son un prerrequisito para las intenciones. Para que alguien haga algo por la bebé, ella debe creer que el otro puede verlo y creer que hará algo por ella. Además, se deben presuponer los deseos determinados, pues la bebé debe querer que haga algo por ella. Siendo esto así, la teoría intencional no podría explicar la aparición de las creencias y los deseos puesto que estos se presuponen para que haya intención, noción que los teóricos de la mente presuponen.

Sin embargo, si los científicos que defienden el enfoque intencionalista dicen que defienden una noción de intención en sentido prospectivo, como un plan de acción, tienen una vía que explica la intención por conductas corpóreas, motrices y no necesitan de otros estados mentales como las creencias y las intenciones. El problema con esta noción de intención es que el agente al que se le atribuye debe estar posibilitado para tener un saber práctico, motriz, lo suficientemente avanzado para ejecutar ese plan. El punto de partida para verificar ese saber práctico es el de la tercera persona que lo atribuye, en pocas palabras, la bebé y el adulto cuidador deberían tener unas habilidades motrices similares para aplicar el concepto de esta manera.

En pocas palabras, explicar el surgimiento de la atención conjunta a partir del concepto de intención es privilegiar la perspectiva de tercera persona y todos los compromisos psicológicos sean fuertes o débiles. Esto enfrenta a la psicología a enfrentar retos como la explicación del intencionalismo cultural de Tomasello.

Por otra parte, explicar la ontogénesis de la atención conjunta a partir del concepto de experiencia es adoptar una perspectiva de segunda persona. Esto enfrenta a los investigadores a dotar de contenido el concepto de experiencia. Algunos pueden considerar las sensaciones como noción para darle contenido al concepto de experiencia afectiva. La razón es que la experiencia del mundo es algo que la bebé siente, está presente en todo su cuerpo. Sin embargo, estas no tienen contenido alguno, son estados mentales de tipo fenomenológico. A lo sumo tienen contenido causal, ciego.

El problema de esta propuesta reside en que la experiencia afectiva nos pide que la entendamos en al menos tres niveles. El primero de experiencia completamente indiferenciada, en la que la intersubjetividad tiene un carácter primario y el nivel en el que la bebé siente que es uno con su figura de crianza. En este nivel se identifica el contenido con la sensación misma, a pesar de que no se logre dar cuenta de la diferencia entre el contenido de su experiencia y el contenido de la sensación. Esto abre un campo fructífero en el que las emociones tienen un papel central, no obstante, este campo aún sea una selva que hay que explorar, teniendo cuidado en cada paso. Los otros dos niveles requieren una diferenciación del contenido más detallada. Por esa razón, habría problemas al tomar las sensaciones como candidato para dotar de contenido a la noción de experiencia afectiva.

Los autores proponen la emoción como una mejor opción para entender la afectividad. No obstante, el contenido de la emoción también es problemático. Se han propuesto varias teorías sobre cómo abordar el contenido de la emoción. Entre ellas se encuentra el enfoque de las teorías cognitivistas como la de Solomon (1993). Hay otros enfoques que reconocen las emociones por su presencia corporal y las consideran también como formas de categorización perceptiva, entre estas teorías se encuentra la de Prinz (2004). De esta manera, parte del proyecto futuro para desarrollar la teoría experiencial es hacer un esfuerzo teórico que articule cualquiera de las propuestas de las teorías de la emoción con la teoría de la atención conjunta; este puente aún no ha sido construido.

En las conclusiones se recoge todo el trabajo del libro y se propone una prospectiva sobre lo que puede ser el trabajo y el desarrollo de la tesis que se defiende. Además, en esta los autores explicitan las consecuencias filosóficas y fácticas del desarrollo del tema de la atención conjunta. Una de las consecuencias centrales que se desprenden del camino que se tome para explicar la ontogénesis de la atención conjunta es el compromiso con algunas ideas sobre cómo nos relacionamos los seres racionales entre nosotros. Con el intencionalismo surge un compromiso con una idea instrumental del mundo y de los otros. Si el lugar central lo ocupan las intenciones, tanto los objetos como los demás seres serán medios para cumplir dichas intenciones. En contraste, adoptar un enfoque experiencial obliga al compromiso con la idea de que los demás seres tienen un valor en sí; son fines en sí mismos. En este enfoque los seres humanos estaríamos preocupados por compartir nuestras experiencias sobre el mundo y escuchar las experiencias de los demás nos ayudaría a comprender de mejor manera las nuestras.

El apéndice es una discusión relevante para la filosofía actual. En este se discute sobre el papel de la causalidad en la explicación de los fenómenos psicológicos. La discusión gira alrededor de cómo utilizamos el vocabulario psicológico y cómo utilizamos el vocabulario físico. En esa discusión, el término ‘causalidad’ tiene una fuerza increíble en las descripciones físicas del mundo. Sin embargo, el vocabulario psicológico tiene unas funciones completamente diferentes de aquellas que cumple en el vocabulario físico. Este lo utilizamos para comprender a los demás a través de la interpretación, sin buscar leyes universales que expliquen los comportamientos de los otros. Así pues, la causalidad en el escenario del desarrollo infantil es insuficiente, puesto que no busca explicar el desarrollo psicológico de los bebés.

En líneas generales, los autores hacen una propuesta que va en contracorriente de las tendencias dominantes en psicología evolutiva. Como está expuesto en el segundo capítulo y auditado en el cuarto, las teorías de la piscología evolutiva explican la atención conjunta atribuyendo a los bebés la capacidad para comprenderse a sí mismos y a los otros como agentes intencionales; esto les permite defender que los bebés utilizan la atención conjunta para razonar instrumentalmente. En este panorama, los bebés conciben a los otros como medios para satisfacer sus intenciones.

Sin embargo, el desarrollo de la tesis queda para un trabajo posterior. El propósito del libro radica en recopilar los trabajos actuales en atención conjunta y ponerlos bajo la lupa de la auditoría conceptual. Para lograr este trabajo se requiere por un lado la perspectiva psicológica sobre la atención conjunta, porque esta identificó el fenómeno y ha construido teorías explicativas del mismo. Por otro lado, la perspectiva filosófica les brinda las herramientas conceptuales para evaluar las teorías.

Estoy de acuerdo con los autores en su postura sobre la explicación intencionalista. Esta tiene unos grandes problemas que solucionar desde el punto de vista filosófico y psicológico. Entre estos problemas se encuentran los usos equívocos de los conceptos e introduce circularidades explicativas. Además, fuerza atribuirles a los bebés capacidades psicológicamente implausibles, como la de tener intenciones definidas y razonamiento instrumental. Desde la perspectiva ética, la teoría intencional tiene un problema que plantearse y es cuáles son las consecuencias de explicar la conducta humana desde la primera infancia como instrumental. Si determinamos las relaciones humanas o con la naturaleza como meramente instrumentales, esto podría llevar a la justificación de la instrumentalización de los otros por beneficio propio. Esta justificación tendría un carácter antropológico y estaría sustentada en el desarrollo de la mente desde la primera infancia. En otras palabras, podría caerse en la naturalización de la instrumentalización de los otros.

Por otra parte, la postura experiencialista propuesta por los autores no adolece de los problemas encontrados en la intencional. No obstante, aún hace falta una noción fuerte de experiencia afectiva para poder desarrollar la teoría. Sin la noción central de la teoría, esta no sería más que una propuesta sin fundamento fuerte. La teoría no tendría un concepto definido que explicase la atención conjunta, y, con esto, sería víctima de ambigüedad conceptual. Esto la haría poco eficaz al momento de buscar alguna aplicación empírica de la teoría.

Entre los retos de la teoría se encuentra el deber de explicar cómo a partir de la experiencia afectiva se llega a formar el pensamiento. Este reto lo deja planteado Davidson en su artículo “La aparición del pensamiento” (1997). Él adelanta una gran tarea, a saber, explicar cómo se formaría el lenguaje desde el punto de vista conceptual. Sin embargo, hay que explicar cómo se forman las actitudes proposicionales ante el contenido conceptual que se va elaborando en experiencia. En otros términos, se debe explicar cómo de la afectividad entendida como forma de categorización, se llega a la categorización conceptual de esa experiencia.

Para cerrar, hay que reconocer que el libro propone una ruta a seguir, por un lado, la continuación de la ingeniería del concepto de experiencia afectiva como método de fortalecimiento de la teoría de la atención conjunta y que lo articulan con lo que hoy en día sabemos sobre la afectividad. Por otra parte, propone que el debate entre intenciones y experiencias en la explicación de la atención conjunta debe involucrar una consideración moral y antropológica. En este debate se juega la comprensión de los otros. Si se tiene una perspectiva instrumental, estos son tan solo medios para satisfacer nuestros propios propósito o caprichos. Mientras que, si adoptamos otra ruta, estos pueden entenderse como seres con valor intrínseco.

El libro está escrito en un vocabulario accesible tanto para los especialistas como para los no especialistas en el tema. Los primeros encontrarán una gran riqueza conceptual en los detalles de la obra y los segundos podrán comprender las líneas generales de discusión. De la misma manera, el estilo del libro permite que tanto psicólogos como filósofos y, en realidad, cualquiera que esté interesado en el tema del desarrollo infantil, pueda reevaluar sus posiciones sobre la aparición del pensamiento, el desarrollo infantil y las relaciones de segunda persona que configuran nuestra cotidianidad. Además de su buen estilo de escritura, el libro tiene algunos materiales didácticos que no se acostumbran a usar en filosofía, pero que dan un aporte a la comprensión del tema: estos son las tablas y las figuras.

En el caso específico de la filosofía, me parece de suma importancia este trabajo porque se tocan puntos centrales para la estética y la ética. La ontogénesis de la atención conjunta nos deja ver cómo surge la perspectiva de un ser racional, es decir, el conjunto de sus creencias, deseos y demás actitudes proposicionales. El surgimiento de la perspectiva es también el surgimiento de la ética y la estética, puesto que es la aparición de los juicios de valor acerca de las otras personas y acerca de los objetos. La explicación del surgimiento de dicha perspectiva es de una vital importancia tanto para la antropología filosófica como para quienes estén interesados en la racionalidad, y los autores desarrollan esta temática a través del libro sin necesidad de decir de manera explícita que la están tratando.

Por esta razón, sugiero a quienes se interesan tanto en el tema del desarrollo infantil como en el surgimiento de la estética, la ética e incluso en el surgimiento del pensamiento, se tomen un par de horas para estudiar esta obra. De la misma manera, agradezco a los autores por su inmenso trabajo.

Referencias

Cappelen, Herman. Fixing Language. An Essay on Conceptual Engineering. Oxford, England: Oxford University Press. 2018. Print. [ Links ]

Davidson, Donald. “A Unified Theory of Thought, Meaning, and Action”, in Davidson, D. Problems of Rationality: 151-166. Nueva York: Oxford Clarendon Press Inc. 2004. Print. [ Links ]

______. “Animales racionales”, en Davidson, D. Subjetivo, intersubjetivo, objetivo: 141-155 Olga Fernández (trad.) Madrid: Cátedra. 2003. Impreso. [ Links ]

______. “La aparición del pensamiento”, en Davidson, D. Subjetivo, intersubjetivo, objetivo: 176-190. Olga Fernández (trad.) Madrid: Cátedra. 2003. Impreso. [ Links ]

Pérez, Miguel y Suárez, Camila. Filosofía y psicología de la mente infantil. Un ensayo de ingeniería conceptual en la teoría de la atención conjunta. Bogotá: Editorial Universidad Javeriana. 2019. Impreso. [ Links ]

Prinz, Jesse. “Embodied Emotions”. En R. C. Solomon, Thinking About Feeling. Contemporary Philosophers on Emotions. Nueva York, USA: Oxford University Press. 2004. Print. [ Links ]

Solomon, Robert C. The Passions: Emotions and the Meaning of Life. Indianapolis, USA: Hackett Publishing Company. 1993. Print. [ Links ]

Como citar: Cuevas Alvear, N. Reseña “Filosofía y psicología de la mente infantil: un ensayo de ingeniería conceptual en la teoría de la atención conjunta. De: Suárez Acevedo, C. y Pérez Jiménez, J.A”. Discusiones Filosóficas, vol. 21, no. 36, 2020, pp. 179-189. DOI: 10.17151/difil.2020.21.36.11.

Recibido: 19 de Abril de 2020; Aprobado: 30 de Abril de 2020

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