SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.24 número42Kuhn, Incommensurability and Kantian a priori, a Challenge for the Referential Approach to Scientific RealismEarly German Romanticism’s appropriations into the Anglophone American Philosophy. A reconstruction índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Em processo de indexaçãoCitado por Google
  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO
  • Em processo de indexaçãoSimilares em Google

Compartilhar


Discusiones Filosóficas

versão impressa ISSN 0124-6127

discus.filos vol.24 no.42 Manizales jan./jun. 2023  Epub 04-Mar-2024

https://doi.org/10.17151/difil.2023.24.42.7 

Artículos

Individualismo en las sociedades contemporáneas: un diagnóstico en común de Patrick Deneen y Axel Honneth

Individualism in contemporary societies: a common diagnosis by Patrick Deneen and Axel Honneth

Cecilia Gallardo-Macip1 

1 Universidad de los Andes. Santiago, Chile. cgallardo@miuandes.cl. orcid.org/0000-0001-7230-6234. https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=aryhlxYAAAAJ.


Resumen

El individualismo imperante en las sociedades liberales contemporáneas se ha vuelto tan evidente, que parece imposible no cuestionarse acerca de sus causas. Lo que en un principio ofrecía el proyecto liberal, ahora demuestra serias consecuencias. En ese sentido, el diagnóstico realizado por el estadounidense, Patrick Deneen y por el actual epígono de la Escuela de Frankfurt, Axel Honneth, converge en un punto: ambos señalan que, desde su origen, el liberalismo presenta contradicciones internas. Si bien pertenecen a una tradición política muy distinta, ambos logran aportar una lectura del individualismo que ayuda a comprender a fondo los fenómenos sociales actuales. Al mismo tiempo, estos autores proponen una reconsideración integral de las democracias liberales en el contexto global poniendo énfasis en lo que observan en la cotidianeidad: el quiebre de los vínculos humanos, la falta del reconocimiento de la dignidad humana y la pérdida de las comunidades.

Palabras clave: Liberalismo; individualismo; Patrick Deneen; modernidad; Axel Honneth

Abstract

The prevailing individualism in contemporary liberal societies has become so evident, that it is impossible not to question about its causes. What the liberal project seemed to offer now shows inconceivable consequences. In that way, the diagnose made by the American philosopher, Patrick Deneen and the current epigone of the Frankfurt School, Axel Honneth converges on one point: both point out that, from its origin in modernity, liberalism presents internal contradictions. At the same time, these authors propose an integral reconsideration of liberal democracies in the global context, emphasizing what they observe in daily life: the breakdown of human ties, the lack of recognition of human dignity and the loss of communities. Although they belong to quite different political traditions, both manage to contribute a reading of individualism that helps to deeply understand actual social phenomena.

Keywords: Liberalism; individualism; Patrick Deneen; modernity; Axel Honneth

1. Introducción

Patrick Deneen y Axel Honneth son dos autores con grandes diferencias filosóficas y culturales. Mientras que el primero es un conservador americano y el segundo, un alemán socialista, llama la atención que ambos realizan un diagnóstico semejante acerca del liberalismo contemporáneo. Deneen escribe su obra, ¿Por qué ha fracasado el liberalismo? en el 2018, para mostrar la contradicción interna del liberalismo, explicitando la atomización de los individuos; en cambio, Honneth, actual epígono de la Escuela de Frankfurt, publica Freedom’s Right en 2014, donde defiende que el liberalismo del siglo XXI destruye vínculos e instituciones sociales, provocando severas injusticias para con los individuos1.

Ahora bien, el diagnóstico de estos dos filósofos políticos converge en un punto: la causa del individualismo exacerbado actual es, precisamente, el liberalismo. Ambos son conscientes de que, en sus orígenes, el liberalismo auguraba estabilidad y prosperidad; cumplía el sueño moderno: el que los sujetos fuesen autónomos y libres de tradiciones autoritarias. Aparentemente, el proyecto liberal consolidó la promesa de terminar con los regímenes aristocráticos, llenos de violencia y opresión (Honneth, Freedom’s right 18). Sobre todo, el liberalismo se presentó en la modernidad como: “la liberación del individuo del control político” (Deneen ¿Por qué? 27). Es decir, liberó al individuo de las cadenas de los antiguos regímenes y de las guerras religiosas que tanto sometían a los sujetos y, en su lugar, se erigió el Estado como el protector de los derechos y libertades individuales (Deneen ¿Por qué? 50).

Se suponía que el liberalismo era el proyecto político por excelencia, aquel que aspiraba a promover la igualdad de todos los individuos; que iba a defender la dignidad humana y propagar la libertad de los sujetos por todo el mundo y, sin embargo, hoy también presenta otros rasgos menos alentadores. Tanto Deneen como Honneth han notado ciertas características del individuo actual: éstos se relacionan los unos con los otros, con base en un tipo de vinculación impersonal e instrumental; y, además, la noción de comunidad, la familia, las relaciones interpersonales se han fragmentado (Honneth, Freedom’s right 173). Los individuos son tan libres, que cada uno puede elegir el lugar donde vive, las personas con las que desea relacionarse, sus creencias o hasta quién quieren ser. Pero esto, a su vez, los ha convertido en sujetos con un profundo desarraigo, o como bien diría Deneen: “son individuos abstractos en lugares igualmente abstractos” (¿Por qué? 108). Ahora, los individuos se conciben como simples mónadas que únicamente exigen que el Estado cumpla con la función de asegurar las libertades individuales como mecanismo despersonalizado y, que el mercado funcione como una especie de cumplidor de deseos y necesidades, donde cada individuo pueda exigir todo aquello que le brindará satisfacción únicamente a él mismo, sin importarle si esto afecta o no al resto de la sociedad o a las generaciones futuras (Deneen Conserving America? 5). Además, las instituciones se han convertido en un peso que parece encadenar al individuo libre; no necesitan hacer referencia al pasado y, en consecuencia, se ha disuelto la cultura (Honneth, “The limits”; Deneen, ¿Por qué? 96). Según ambos autores, ésta se ha vuelto obsoleta para asegurar la libertad individual, puesto que el hombre contemporáneo vive en el presente.

Bajo esas premisas, el problema radica en que, si en su origen, el liberalismo poseía el objetivo de asegurar los derechos individuales, de liberar a todos los individuos, entonces, ¿por qué en el día de hoy se presentan síntomas y patologías que en un principio no se encontraban? ¿Por qué el liberalismo contemporáneo ha fragmentado las comunidades, roto las relaciones personales e instrumentalizado las instituciones? Deneen responde que, en realidad, el fracaso del liberalismo se encuentra en su mismo éxito; este llevó hasta sus últimas consecuencias sus promesas de asegurar la libertad individual. Honneth, por su parte, dirá que el liberalismo malinterpretó la noción de libertad y redujo la vinculación humana a mera instrumentalización. Sin embargo, ambos autores coinciden en que encontrar una respuesta implica analizar la noción de la naturaleza humana subyacente al proyecto liberal en la modernidad; ya que en ésta es posible encontrar ciertas respuestas a las causas de un excesivo individualismo. Sobre todo, los dos filósofos están de acuerdo en afirmar que es necesario repensar ciertas nociones de la naturaleza humana presentes en el origen del liberalismo (Deneen, ¿Por qué?; Honneth, Freedom’s right).

Por tales motivos, el objetivo de este artículo consiste en realizar un bosquejo del diagnóstico hecho por Deneen y Honneth a las sociedades liberales contemporáneas, para mostrar cómo desde dos tradiciones filosóficas distintas es posible encontrar -a partir de puntos en común- ciertos rasgos que muestran una crisis interna en el proyecto liberal. En otras palabras, la presencia del individualismo en las sociedades contemporáneas es tal, que pensadores pertenecientes a dos tradiciones intelectuales y políticas en principio opuestas coinciden en su visión de las causas y consecuencias del individualismo actual.

En ese sentido, primero se mostrará lo que cada uno de los autores ha observado en su contexto; a saber, el rompimiento de vínculos sociales y la constante desconfianza en las instituciones. A continuación, se expondrá cómo, aunque de tradiciones distintas, tanto Patrick Deneen como Axel Honneth coinciden en que la noción de naturaleza humana propia de la modernidad nos ayuda a comprender las posibles causas del excesivo individualismo que observamos en la actualidad. Por último, se expondrá brevemente cómo una reinterpretación de ciertos rasgos de la modernidad aportaría propuestas que podrían ayudar a combatir el individualismo causado por el mismo triunfo del proyecto liberal. En efecto, para ambos autores, si cabe la posibilidad de elaborar ciertas propuestas -para mitigar los daños en las sociedades contemporáneas-, es necesario formularlas.

2. Diagnóstico de la sociedad actual

El diagnóstico realizado por Patrick Deneen y Axel Honneth acerca de las democracias liberales contemporáneas consiste en la distinción de un profundo individualismo y una crisis institucional. Por supuesto, la pertenencia a sectores políticos diversos determina, en gran medida, la aproximación y el método de su diagnóstico. Por tal motivo, aunque parten de tradiciones distintas, lo interesante de estos dos pensadores es la convergencia en el descubrimiento de ciertas “patologías” presentes en la sociedad liberal2. En efecto, tanto Honneth como Deneen enfatizan que la relación entre el Estado y el mercado ha provocado que los sujetos se aíslen, debilitando fuertemente todo tipo de relación entre los individuos. Por otro lado, el hombre contemporáneo se ha reducido a su interés por satisfacer únicamente sus deseos y necesidades. En ese sentido, estos autores sacan a la luz los conflictos que durante décadas ha provocado el liberalismo en el individuo.

Por un lado, Honneth, al pertenecer a la denominada Escuela de Frankfurt, posee como principal objetivo el explicitar las injusticias presentes en la sociedad, que se derivan de una falta de reconocimiento de la dignidad humana3. En ese sentido, la metodología que utiliza es conocida como la teoría crítica. Esto quiere decir que el interés de Honneth por realizar una constante crítica a su contexto se basa en una influencia psicoanalista y marxista que tanto recibieron los intelectuales de Frankfurt (Honneth, Freedom’s right 20). Sobre todo, en el caso concreto de nuestro autor, su análisis filosófico y sociológico se enfoca en el modo en que la teoría hegeliana del reconocimiento es fundamental para la comprensión de los vínculos sociales; además, es sumamente importante para comprender que, en su crítica a las sociedades liberales capitalistas, Honneth parte del hecho de que las prácticas y estructuras sociales han generado deformaciones patológicas en nuestra racionalidad, provocando un severo individualismo (Honneth, Freedom’s right 23).

Por otro lado, Deneen, al reflexionar acerca del futuro de Estados Unidos en el contexto de las elecciones presidenciales del 2016, notó que el éxito del liberalismo, en la sociedad norteamericana conllevaba a su vez, su propio fracaso (Deneen ¿Por qué? 23). Por ello, retomando a Tocqueville, el politólogo estadounidense busca recordarnos que, desde sus inicios, la igualdad de condiciones que conlleva la expansión del liberalismo se encierra en un círculo vicioso, puesto que, las crisis que comenzaron a aparecer en las instituciones, en la cultura, en las relaciones humanas reflejaban patologías que son “a un tiempo deformaciones de aquellas pretensiones y realizaciones de la ideología liberal” (Deneen ¿Por qué? 23)4.

El estadounidense constata que su nación manifiesta un profundo individualismo arraigado en toda la sociedad; de ese modo, sugiere que el proyecto liberal se ha radicalizado durante las últimas décadas. Nota que en la actualidad los individuos han perdido la confianza y la fe en todo tipo de instituciones y que los vínculos entre los sujetos se encuentran cada vez más rotos. El liberalismo, afirma Deneen, nos ha invitado a todo tipo de placeres y atracciones de la libertad; es el sistema perfecto que nos permite desenvolvernos a partir de lo que decidamos hacer (Deneen, Conserving America? 120).

En nuestras sociedades, como herederas del liberalismo clásico, se han debilitado las relaciones de los ciudadanos entre sí y se ha fortalecido la relación de los individuos con el Estado, lo que ha comenzado a revelar ciertas patologías. El individuo ya no necesita vincularse con los demás. Lo único que requiere es que se cumplan sus deseos y exigencias; en la práctica, se ha convertido en un sujeto que pertenece únicamente al Estado. Las comunidades han tendido a disolverse, desde las familias hasta las asociaciones profesionales y religiosas. En las palabras de Deneen:

[...] el liberalismo ha renunciado a cierta herencia y recursos pre liberales que en su tiempo sostuvieron al liberalismo, pero que ahora no es capaz de reponer. El relajamiento de los vínculos sociales en casi cualquier aspecto de la vida ─familiar, vecinal, comunal, religioso, nacional incluso ─refleja el avance de la lógica liberal y es la fuente de su inestabilidad más profunda. (Deneen ¿Por qué? 53)

Este punto es crucial, puesto que para Deneen es la muestra de lo que Alexis de Tocqueville afirma en los últimos capítulos de Democracia en América, que el Estado tutelar y el despotismo democrático lograría reemplazar todo tipo de relación e institución civil por una relación que aísla a los individuos (Deneen, Conserving America? 183)5. Por ende, los sujetos limitamos toda experiencia humana a la experiencia de nuestros propios cuerpos, desconectándonos físicamente de otros cuerpos (Deneen ¿Por qué? 87-88). Deneen ha notado que, como bien observó Tocqueville, los sujetos cada vez se conducen más a sí mismos y se encuentra con la amenaza de que el individualismo logre: “encerrarlos en la soledad de su propio corazón” (Tocqueville, II, II. 2, 849). En especial:

la expansión estatal asegura la fragmentación final de los individuos, que a su vez requiere de una mayor expansión estatal para controlar una sociedad que carece de normas, prácticas y creencias compartidas. De ese modo, el liberalismo cada vez pide un régimen legal y administrativo más extenso, motivado por el imperativo de reemplazar todas las formas de soporte a la realización humana no liberales (como las escuelas, la medicina o la caridad) y vaciando la sociedad de cualquier clase de sentido compartido sobre el futuro o el destino. Las relaciones informales son sustituidas por directivas administrativas, acciones políticas y mandatos legales, destruyéndose el sentido voluntario de pertenencia cívica y abundando en el crecimiento monstruoso del aparato del Estado para poder asegurar la cooperación social. (Deneen, ¿Por qué? 49)

Es decir, los individuos de hoy son cada vez más “libres”, pero se trata de una libertad que los deja en una dependencia cada vez mayor con respecto al Estado. De este modo, se muestra la paradoja del liberalismo: la ansiada libertad corre el riesgo de transformarse en una nueva forma de esclavitud para con el Estado.

Pero, lo peor, para Deneen, es la tregua existente entre el Estado y el mercado; puesto que la relación entre ambos se reduce a un mecanismo despersonalizado. Así, la palabra “ciudadano” se reemplaza imperceptiblemente por la palabra “consumidor” (Deneen, Conserving America? 7). Despilfarramos cualquier cosa porque no nos importa lo que ocurra en el futuro con las generaciones que nos seguirán; provocamos, también, una lista interminable de deudores que viven en el presente (Deneen, Conserving America? 240). Además, Deneen señala que éste termina por fragmentar e instrumentalizar aún más todo tipo de vínculo (Deneen, Conserving America? 4). El mercado se presenta como la institución capaz de cumplir con todas las exigencias de los individuos (Deneen, ¿Por qué? 57). Más aún, al favorecer una meritocracia, se perpetúan las ventajas de unos sobre otros, propiciando una sociedad donde lo que importa es si eres un ganador o un perdedor (Deneen, Conserving America? 23). Sobre todo, el mercado refleja otro lado de nuestra naturaleza individualista: no somos únicamente individuos atomizados, somos, además, consumidores. El problema es que tal afán por consumir no tiene un límite, porque estamos acostumbrados a que el Estado nos permita “ser libres”. Sin embargo, como bien afirma Deneen:

El sistema económico, que tanto hace las veces de sirvienta del liberalismo como constituye su principal motor, adquiere vida propia, como un Frankenstein, y sus procesos y su lógica ya no pueden ser controlados por las gentes que supuestamente disfrutan del mayor nivel de libertad jamás alcanzado. El precio de la libertad es quedar esposado a la inevitabilidad económica. (Deneen, ¿Por qué? 31)

Para este autor el problema del mercado es que, en la actualidad, se ha salido de control. El liberalismo ha creado individuos insaciables; el consumismo ha aumentado exponencialmente.

Ahora bien, retomando la relación entre el Estado y el mercado y, a diferencia de Deneen, el modo de proceder de Axel Honneth para la elaboración de su diagnóstico consiste en realizar una crítica a tal relación, a partir de las patologías que ha provocado el liberalismo en los individuos, y, sobre todo, en las instituciones (McNay). El estudio de Honneth surge a partir de un valor que, según el filósofo alemán, ha permeado las sociedades contemporáneas de Occidente, es decir, la libertad. En palabras de Honneth: “Of all the ethical values prevailing and competing for dominance in modern society, only one has been capable of leaving a truly lasting impression on our institutional order: freedom, i.e., the autonomy of the individual” (Honneth, Freedom’s right 11). Para Honneth, entonces, existe una estrecha relación entre el modo en que el liberalismo ha concebido la libertad de los individuos y las crisis de las instituciones hoy día. Sin embargo, el diagnóstico que hace Honneth de las sociedades liberales, se centra, principalmente, en que los individuos cosifican a los demás; es decir, no son capaces de reconocer la dignidad de otros seres humanos6. Por otro lado, las crisis institucionales son la principal consecuencia de un modelo político y económico que propicia la instrumentalización de todo vínculo social, alienando, de ese modo, a los individuos.

A partir de una constante crítica a las sociedades contemporáneas, Honneth aplica ciertos criterios para mostrar de qué modo pueden salir a la luz las patologías7. En el caso del liberalismo en el mundo occidental, Honneth desea mostrar que, desde el origen del proyecto liberal, se consolidó una estrecha relación entre el Estado y el mercado. En un principio, afirma Honneth, el mercado presentaba grandes beneficios para asegurar la libertad y la igualdad de los individuos, se apreciaba al ‘homo oeconomicus’, al empresario egoísta, como la gran aspiración social (Honneth, Freedom’s right 179-180)8. No obstante, esta nueva actitud descartó por completo una esfera fundamental de la vida humana: las relaciones personales. Al igual que Deneen, Honneth coincide en que las familias se encuentran tan fragmentadas que la pregunta filosófica de la tradición liberal debe responder cómo la disolución de comunidades en realidad provoca que los sujetos sufran, al carecer de cualquier tipo de contacto social (Honneth, La lucha). Es decir, parece que nadie se ha dado cuenta, según Honneth, de que la sociedad contemporánea instrumentaliza y cosifica al ser humano una y otra vez, porque hemos asumido que nuestras relaciones se basan en intercambios monetarios. Por tanto, nos desenvolvemos en un espacio donde no reconocemos que cada miembro de la sociedad es un ser humano. En las palabras de Honneth: “[...] and the absence of such recognition relations will be followed by experience of disrespect or humiliation that cannot be without damaging consequences for the single individual’s identity formation” (Honneth & Markle 354).

El individualismo actual ha disuelto todo tipo de relación, por el simple hecho de ir en contra de la dignidad humana, se concibe al otro como un mero instrumento u objeto que me ayuda a conseguir lo que quiero. Esto demuestra que el liberalismo ha aislado a los sujetos, y ha convertido todo tipo de asociación en relaciones de suma cero, en que cada uno busca obtener algo a cambio que lo beneficie (Honneth & Markle 384). Además, Honneth ahonda en el caso concreto de la disolución de la institución familiar y la tradición a causa de una naturaleza egoísta y, toma el ejemplo del amor en la familia y cómo las relaciones individualistas la democratizaron, provocando la disolución de sus vínculos (McNay 174).

Por otro lado, la fragmentación de las instituciones se presenta como la consecuencia directa de la falta de vínculos entre los sujetos, puesto que, para Honneth, las instituciones poseen el papel de propiciar el reconocimiento de los demás individuos; éstas existen para orientar a los sujetos, para converger las diversas prácticas y valores de los individuos (Coronado-Angulo 252). Sin embargo, el Estado se ha convertido en la única relación que le importa al hombre contemporáneo. Como la libertad parece consistir en realizar todo aquello que elija, sin ningún tipo de impedimento, las instituciones pueden llegar a imponerse ante el individuo. Por tanto, este sujeto autónomo y libre únicamente va a fortalecer su relación con el Estado para que le asegure ejercer su libertad sin ningún tipo de obstáculo, y por otro lado, fortalecerá su relación con el mercado para que le satisfaga sus deseos y necesidades (Honneth & Markle 352)9. No obstante, el descalificar el papel de las instituciones es, para Honneth, la muestra de una malinterpretación de la noción de libertad10. Además, el actual director de la Escuela de Frankfurt afirma que desde el momento en que Hobbes formuló la teoría del Leviatán donde defiende que “un hombre libre es aquél que, en aquellas cosas que puede hacer en virtud de su propia fuerza e ingenio, no se ve impedido en la realización de lo que tiene voluntad de llevar a cabo”, (Hobbes, El Leviatán, 21, 2, 187) el Estado cobró la tarea de ser la institución por excelencia, en donde se asumió que los seres humanos son seres aislados, cuyo principal interés es actuar con los menores obstáculos posibles (Honneth, Freedom’s right 27). Por tanto, al igual que en todo tipo de relación o comunidad, las instituciones reflejan el modo en que el individualismo ha permeado toda la sociedad, puesto que nos muestran que desde el origen del liberalismo éstas se volverían inútiles para el individuo libre y autónomo.

Con respecto a lo anterior, es interesante observar que ambos autores coinciden en que vivimos en un entorno donde las relaciones se han fragmentado, cualquier tipo de comunidad se ha vuelto innecesaria y las instituciones se encuentran en crisis. Sobre todo, tanto Deneen como Honneth consideran la situación actual como un efecto de haber llevado el proyecto liberal hasta sus últimas consecuencias. Por tanto, el siguiente apartado se enfocará en mostrar cómo ambos autores encuentran en la antropología moderna las causas por las cuales hoy se ha exacerbado el individualismo.

3. Antropología individualista

Existen dos rasgos del individualismo actual que pueden relacionarse directamente con la noción antropológica del liberalismo en la modernidad y que pueden llamar nuestra atención. En efecto, el liberalismo, en su intento por romper toda relación con la Antigüedad, asumió dos premisas: que el hombre es dominado por sus pasiones y que, además, es anticultural11. Es decir, los individuos, en las sociedades contemporáneas, heredaron un carácter pasional, y además en su afán por dejar atrás toda tradición del pasado que no les permitiera ejercer su libertad, comenzaron a querer borrar y erradicar los valores culturales. Son estas características, según Deneen y Honneth, las que nos muestran la tensión presente en el liberalismo.

El hombre, afirma Hobbes en el Leviatán, es una criatura con apetitos y con miedo; una criatura que desea evadir aquello que le provoca un daño físico (Hobbes, El Leviatán, 14, 8. 122). Es más, bajo la lógica moderna, la naturaleza cobarde y egoísta del ser humano fue el motivo por el cual le cedió sus derechos al Estado, ya que los sujetos son incapaces de mantenerse en paz (Deneen, Conserving America? 77). A partir de ese momento, comenta Deneen, se afirma que el ser humano es una criatura que se guía por el placer y el dolor (119). Es decir, buscará comodidad y la minimización de todo aquello que lo haga sufrir. En ese sentido, como en el estado de naturaleza los individuos no eran capaces de mantenerse con vida y a salvo, necesitaron de alguien que les asegurara su autoconservación (Deneen, ¿Por qué? 54). Por tanto, el Estado cobra la función del protector de unos individuos que, por naturaleza, tienden a guiarse únicamente de manera pasional para asegurar su supervivencia (Deneen, ¿Por qué? 174).

Ahora bien, el problema, y en este punto coinciden ambos autores, fue que el Estado, al concebir a todos los sujetos iguales preservando su independencia, asumió que el individuo no requería de ningún tipo de relación o vinculación, más que con aquella institución que él consintió crear (Honneth, Freedom’s right 25). Sobre todo, Honneth agrega que la noción de una libertad individual únicamente propició la oportunidad de generar individuos sumamente egoístas y narcisistas (Honneth, Freedom’s right 23). Más aun, afirma Honneth, la modernidad fue la creciente relación entre el Estado y el mercado; las relaciones de los individuos se convirtieron en meras transacciones. Empezó a ocurrir que el mercado y el comercio transformaron, en cierta medida, las “pasiones” en “intereses” controlando nuestra naturaleza pasional y egoísta por cálculos individuales; se fortalecieron las relaciones basadas en mero interés y se comenzó a aceptar ese comportamiento como la justificación para el crecimiento del liberalismo y el capitalismo12. Por tanto, desde el origen de la modernidad se ha asumido que el ser humano es por naturaleza egoísta, cobarde, pasional y, por ende, individualista, ya que buscó desde la formación del Estado su mera auto conservación.

Por otro lado, la Modernidad y el liberalismo comienzan, según Deneen y Honneth, con la recomendación de romper con la posibilidad humana de vivir en un espectro del tiempo. Se rechaza el pasado como fuente de sabiduría, de consejos y limitaciones y, esto se refleja en la temporalidad que caracteriza al individuo moderno (Deneen, ¿Por qué? 119; Honneth, Freedom’s right 23). El liberalismo nace precisamente como una crítica a la tradición que le precede. Los filósofos de la modernidad, tales como Hobbes, Locke, Descartes y Kant, muestran que el pasado ya no será una fuerza opresora; al contrario, a partir de la creación del individuo moderno, nosotros somos capaces de elegir, pero, sobre todo, la modernidad nos dio el poder consentir (Deneen, Conserving America? 119). En otras palabras, el Estado, al ser creado, es un artificio; por tanto, ya no se trata de un régimen que fue impuesto sobre los individuos, sino que fueron éstos los que consintieron y cedieron, en el caso de Hobbes, sus derechos al Leviatán13. De hecho, Deneen es consciente de este suceso, y menciona que el individuo liberal rechazará todo tipo de tradición, puesto que la considerará como una imposición a su libertad (Deneen, ¿Por qué? 99). De este modo, un Estado que cada vez crece más, junto con individuos que exigen más libertad; da por resultado que lo único que se mantenga como cultura, sea el Estado y el mercado (Deneen, ¿Por qué? 94). El liberalismo, asegura Deneen, considera que la humanidad es una “efímera mariposa”, que vive únicamente en el presente, puesto que el hombre liberal se recluye en sí mismo (Deneen, ¿Por qué? 104). El individuo piensa que el deshacernos de la tradición, la memoria y la cultura, implica deshacernos de aquello que nos impide ejercer nuestra naturaleza. Retomando de nuevo a Tocqueville, Deneen señala que el liberalismo se encarga de enfocarse en los placeres del contexto, puesto que se cree que es algo que está inscrito en la naturaleza humana (Deneen, ¿Por qué? 107). Por tanto, parece que la naturaleza humana, consiste en desbaratar toda práctica o estructura que no haya sido consentida por cada individuo en el presente (Deneen, ¿Por qué? 107). Es decir, el individuo liberal es por naturaleza, un átomo que le interesa únicamente, en la terminología rousseauniana su “amor propio”. Además, la ruptura con la cultura no solamente implica el pasado, también se refiere a la ruptura de aquello que unía a los hombres. En ese caso, las comunidades no son más que la colección de individuos que busca un bien individual, pero, sobre todo, las instituciones se vuelven descartables porque implican la imposición de algo que los sujetos no acordaron.

Ahora bien, un punto crucial donde tanto Honneth como Deneen van a concordar totalmente es que la anticultura del individuo liberal también descarta por completo el futuro de las siguientes generaciones. Al ser atemporal, egoísta e interesado, un consumidor del cual, su avaricia fue convertida en un interés personal, el hombre moderno se desvincula de todo aquello que lo oponga. El liberalismo se convirtió en su oportunidad de convertirse en el autor de sí mismo (Honneth, Freedom’s right 198). Como la cultura era su mayor amenaza, “una persistente amnesia del pasado y una indiferencia de su futuro” se convirtieron en el mayor éxito del individualismo (Honneth 124).

4. Libertad posliberal

Si bien es cierto que el diagnóstico realizado por Deneen y Honneth sobre las democracias liberales nos arroja patologías y rasgos enteramente negativos de los individuos, es sumamente interesante constatar que ambos autores defienden la necesidad de discutir acerca de propuestas o posibles soluciones a lo que ha provocado el individualismo en nuestro contexto. Sobre todo, es Axel Honneth quien propone toda una reconstrucción del liberalismo, a partir de una reformulación de la noción de libertad. En cuanto a Deneen, éste afirma que es consciente de la magnitud del problema que el individualismo ha provocado; sabe que el liberalismo seguirá expandiéndose, puesto que es parte de su lógica interna. Es más, intentar detenerlo o erradicarlo no es solamente una locura, sino también imposible; sobre todo, porque hablar de una nueva época posliberal, no sólo es desconocido, sino también impredecible (Deneen, ¿Por qué? 229). No obstante, Deneen, aunque no ahonda del todo en una propuesta sólida, centra su enfoque en la reavivación de la cultura y la comunidad, así como la “vida de pólis”.

Sin embargo, ambos autores coinciden en que no se trata de erradicar el liberalismo por completo y empezar desde cero. En un principio, el proyecto liberal ofrecía promesas e ideales buenos para los hombres: la justicia, la libertad y la igualdad brindaron grandes oportunidades a los individuos (Deneen, ¿Por qué? 231). Empero, como se mencionó, la presunción de una naturaleza humana sumamente egoísta y anticultural terminó por quebrar el liberalismo actual, puesto que traicionó en última instancia los ideales que tanto defendía. Ahora bien, aunque parecen tener todo en su contra, lo interesante es que ambos autores son sumamente esperanzadores con el futuro. Saben que no será fácil; que implicará el trabajo de varias generaciones, pero que vale la pena intentar hacer algo por la sociedad de hoy y de mañana. En suma, proponen que es necesario luchar contra la naturaleza anticultural del liberalismo.

En primer lugar, afirma Deneen, es necesario reconocer el objetivo que poseía en un principio el liberalismo. En su origen, el proyecto liberal luchó por asegurar la libertad de todo individuo, el que hubiese justicia, dignidad, igualdad; y aunque estos valores provenían de la Antigüedad, el liberalismo buscó fomentarlos a todos los sujetos, y no solamente en algunos pocos, como lo hacía la aristocracia (Deneen, ¿Por qué? 230). Es decir, para Deneen es necesario rescatar las ideas políticas que tanto han moldeado el pensamiento actual. No obstante, en tal ambivalencia del proyecto liberal, Deneen señala que “el liberalismo fue tanto una bendición como una catástrofe para los ideales de occidente, tal vez un paso necesario para que sus fracasos, sus falsas promesas y sus anhelos no atendidos nos lleven hasta algo mejor” (Deneen, ¿Por qué? 234). Como se ve, no se trata de mirar al pasado e intentar reavivar curas que solucionen el individualismo; Deneen no quiere ir a un pasado pre liberal, sino simplemente destacar que hay valores en la tradición filosófica que nos pueden ayudar a hacer algo con la realidad de hoy. Por ejemplo, menciona que la vida de la pólis debería ser reavivada en pequeñas comunidades; que, desde nuestras posibilidades transmitamos por medio de la familia, las tradiciones y la cultura de comunidad que nos define (Deneen, ¿Por qué? 244). Es más, el autor encuentra en pensadores como Aristóteles y su noción de naturaleza humana en comunidad y halla en Tocqueville ─el primero en mostrarnos las tensiones que presenta una democracia liberal-, ciertos valores que podemos rescatar. Es decir, Deneen sabe que lo más probable es que el liberalismo siga creciendo y expandiendo su dominio, no obstante, tiene la esperanza de que en un futuro: “tales prácticas serán desarrolladas en el seno de las comunidades intencionadas que se beneficiarán de la apertura de la sociedad civil. Serán contempladas como «opciones» dentro del marco liberal” (Deneen, ¿Por qué? 243). En otras palabras, Deneen no sabe si siquiera servirá lo que él propone, pero eso no le quita mérito ni esperanza.

En cuanto a Honneth, va un poco más allá del planteamiento de Deneen y formula dentro del mismo liberalismo actual una nueva noción de libertad, denominada “social”. No le interesa siquiera repensar las categorías de la Antigüedad directamente, sino reformular la noción moderna de libertad individual. Por tanto, propone ampliar la noción de libertad negativa y reflexiva desarrollada por Isaiah Berlin, por una que sea capaz de incluir las instituciones y propiciar el reconocimiento de la dignidad de las personas (Honneth, Freedom’s right 19)14. Es decir, la libertad social sería capaz de conciliar los deseos de los individuos, sin que éstos se consideren como limitantes de la libertad de otros; al contrario, bajo esta nueva definición, nuestra libertad se desenvolverá tomando siempre en cuenta que, la propia ayuda a construir la de los demás (Okochi 14). Honneth quiere dejar atrás aquella interpretación de la naturaleza humana en la cual los hombres se caracterizan por ser egoístas e individualistas, que buscan su bien propio sin pensar en el resto. El autor alemán quiere destacar que el hombre no es un átomo, sino que necesita de los demás para ser libre. Y es justo en este punto donde, bajo la teoría de Honneth, las instituciones sociales se vuelven necesarias, puesto que se requieren para construir un espacio en común entre todos los ciudadanos:

When individuals feel that their intentions and purposes are fully supported and appreciated in the social order then the more they will be able to develop their personalities, to align their aims with those of other social actors and, crucially, to willingly assume the obligations and duties that their social roles require of them, rather than experience these as externally imposed burdens. (McNay 173)

Es decir, asumiendo el mismo proyecto liberal, la propuesta de Honneth consiste en reinterpretar la antropología del liberalismo y mostrar que, en realidad, somos seres sociales que nos necesitamos unos a otros para desenvolver nuestra libertad. Ahora bien, esto, en primera instancia, parecería una propuesta de regresar al modelo de libertad de la Antigüedad; no obstante, a Honneth no le interesa hacerlo, quiere rescatar la noción de reconocimiento, y la formulación de la libertad social le ayuda a sostenerla. Pero, sobre todo, quiere intentar hacer algo con la realidad en la que vivimos. Nota, al igual que Deneen, que cabe la posibilidad de replantearse la noción de naturaleza humana que heredamos de la Modernidad, y desea mostrar que, en realidad, el liberalismo fracasó porque asumió que no nos necesitamos los unos a los otros.

5. Conclusiones

Las sociedades liberales contemporáneas han sido quienes han tenido un mayor ejercicio de su libertad, el problema es que, sin darse cuenta, tal libertad conlleva su propia prisión. Llevamos hasta sus últimas consecuencias el proyecto liberal, asumiendo las premisas de la modernidad, y hoy día estamos viviendo sus efectos adversos. El individualismo reinante de las democracias contemporáneas nos ha mostrado que cada vez nuestras sociedades se fragmentan más; cada vez los lazos, las comunidades y las instituciones se han deteriorado progresivamente. Y no importa desde qué perspectiva se vea el problema, la evidencia de lo que ocurre es irrefutable. Cada vez nos instrumentalizamos más, nos dejamos al arbitrio de un sistema que trata a los hombres como engranajes intercambiables de su maquinaria.

Si bien el liberalismo comenzó como el proyecto que terminaría con toda injusticia, desigualdad y opresión, hoy se convirtió en todo aquello contra lo que luchaba. Hoy se ha transformado en una expectativa autodestructiva para el ser humano. Así, el diagnóstico de Patrick Deneen y Axel Honneth que nos equivocamos respecto a la lógica interna del liberalismo. Asumimos y aceptamos una concepción de la naturaleza humana que únicamente fragmenta el tejido social y nos separa de los demás. Vivimos en un contexto donde parece imposible vincularnos, donde somos cada vez más escépticos de los valores que propician las instituciones; pero, sobre todo, no hemos querido ver que el proyecto ha fracasado desde su origen y ahora vivimos con las consecuencias de sus premisas. No obstante, ni Deneen ni Honneth desean dejar el contexto donde vivimos así; al contrario, ambos postulan que ahora más que nunca es necesario replantearse tal naturaleza y encontrar maneras de enriquecer las instituciones, al modo de Honneth, o tal vez, comenzar desde pequeñas comunidades como lo propone Deneen. Es tiempo de dejar de ser átomos que únicamente se centran en el presente, para pensar en las generaciones futuras. Ahora es momento de plantearnos, como sociedad en conjunto, que todos los individuos se consideren como seres humanos dignos. La tarea va más allá, incluso, de sectores políticos opuestos; únicamente en comunidad se puede pensar en otro futuro.

Referencias

Coronado-Angulo, Cecilia. Razón Instrumental, Sociedad e Instituciones. Una Semblanza de Max Weber y La Escuela de Frankfurt. Pamplona: EUNSA, 2019. Impreso. [ Links ]

Deneen, Patrick. Conserving America? Essays on Present Discontents. Notre Dame, USA: St. Augustine’s Press, 2016. Impreso. [ Links ]

______. ¿Por qué ha fracasado el Liberalismo? Santiago de Chile: RIALP, 2019. Impreso. [ Links ]

Freyenhagen, Fabian. “Honneth on Social Pathologies: A Critique”. Critical Horizons, 16(2), 131-52. 2015. DOI.org (Crossref), https://doi.org/10.1179/1440991715Z.00000000044. [ Links ]

Geuss, Raymond. The Idea of a Critical Theory. Habermas and the Frankfurt School. New York: Cambridge University Press, 1981. Impreso. [ Links ]

Haber, Stephané. “Recognition, Justice and Social Pathologies in Axel Honneth’s Recent Writings”. Revista de Ciencia Política (Santiago). 27(2). 159-170. 2007. https://doi.org/10.4067/S0718-090X2007000300009. [ Links ]

Hirschman, Albert. Las pasiones y los intereses. Ciudad de México: FCE, 1978. Impreso. [ Links ]

Hobbes, Thomas. Leviatán o la Materia, Forma y Poder de un Estado Eclesiástico y Civil. Madrid, España: Alianza, 2009. Impreso. [ Links ]

Honneth, Axel. “The Limits of Liberalism: On the Political-Ethical Discussion on Communitarianism”. Thesis Eleven, 28(1) 18-34. 1991. Web. doi: 10.1177/072551369102800103. [ Links ]

______. La Lucha por el Reconocimiento. Por una Gramática Moral de los Conflictos Sociales. Barcelona, España: Grijalbo, 1997. Impreso. [ Links ]

______. “Recognition and Justice: Outline of a Plural Theory of Justice.” Acta Sociologica, 47(4), 351-64. Sage Publications, Ltd., 2004. Web. http://www.jstor.org/stable/4195049. [ Links ]

______. Freedom’s Right. Cambridge, UK: Polity Press, 2014. Impreso. [ Links ]

Honneth, Axel, and Gwynn Markle. “From Struggles for Recognition to a Plural Concept of Justice: An Interview with Axel Honneth”. Acta Sociologica, 47(4), 383-91. Sage Publications, Ltd., 2004. Web. http://www.jstor.org/stable/4195052. [ Links ]

Locke, John. Segundo Tratado de Gobierno. Buenos Aires, Argentina: Ágora, 1959. Impreso. [ Links ]

Lukács, Georg. Historia y conciencia de clase. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1970. Impreso. [ Links ]

Marcelo, Gonçalo. “Recognition and Critical Theory Today: An Interview with Axel Honneth”. Philosophy & Social Criticism, 39(2), 209-221. 2013. doi: 10.1177/0191453712470361. [ Links ]

McNay, Lois. “Social Freedom and Progress in the Family: Reflections on Care, Gender and Inequality”. Critical Horizons, 16(2), 170-86. 2015. Routledge. Taylor and Francis+NEJM, https://doi.org/10.1179/1440991715Z.00000000046. [ Links ]

Michéa, Jean-Claude. El imperio del mal menor: Ensayo sobre la civilización liberal. Santiago de Chile: IES, 2020. Impreso. [ Links ]

Okochi, Taiju. “Freedom and Institution: Theory of Justice as Hegelian ‘Sittlichkeitslehre’ in Honneth’s ‘Das Recht der Freiheit’” Hitotsubashi Journal of Social Studies, 44(1), 9-19. Hitotsubashi University, 2012. http://www.jstor.org/stable/43294600. [ Links ]

Schmitz, Volker. “Introduction: Answers to Axel Honneth”. Axel Honneth and the Critical Theory of Recognition, editado por Volker Schmitz, Springer International Publishing, 2019, 1-11. Springer Link, https://doi.org/10.1007/978-3-319-91980-5_1. [ Links ]

Tocqueville, Alexis de. La Democracia en América, 2ª edic. Madrid, España: Trotta, 2010. Impreso. [ Links ]

1 Aunque se hará referencia principalmente a Freedom ́s Right de Axel Honneth y, a ¿Por qué ha fracasado el liberalismo? de Patrick Deneen, en algunas ocasiones haré referencia a otras obras, puesto que ayudan a sustentar y ampliar el pensamiento de ambos filósofos.

2 Como se comentó anteriormente, es importante destacar que en el pensamiento de Honneth, al no ser un autor sistemático, su noción de patología puede variar de acuerdo con la crítica que esté realizando en un contexto determinado. No obstante, en su crítica al liberalismo entiende por “patología” a las injusticias provocadas por una falta de reconocimiento de la dignidad humana junto con una antropología de alienación a causa de un excesivo individualismo (Haber 163).

3 Aunque cada autor perteneciente a la Escuela de Frankfurt utiliza y realiza cambios en sus análisis sociales, todos los pensadores de esta tradición poseen una línea en común que se basa en denunciar injusticias y contradicciones internas presentes en la sociedad. Sobre este tema véase: (Schmitz, "Axel Honneth and the Critical Theory of Recognition"; Marcelo, "Recognition and Critical Theory Today"; Freyenhagen, "Honneth on Social Pathologies"; Haber, "Recognition, Justice and Social pathologies in Axel Honneth’s Recent Writings"). Una de las explicaciones más claras en relación a los rasgos que componen a la teoría crítica de todos los miembros de la Escuela de Frankfurt puede encontrarse en el texto de Raymond Geuss, titulado The idea of a Critical Theory, donde enlista las características comunes.

4 Deneen se está centrando en la discusión entre los liberales conservadores y los liberales progresistas y, aunque, cada sector defiende distintos ámbitos de libertad, al final ambos promueven mutuamente la causa de la autonomía y la inequidad liberal (Deneen ¿Por qué? 90-91).

5 Deneen se refiere a los siguientes pasajes de Alexis de Tocqueville en Democracia en América: “A medida que las condiciones se igualan, hay un mayor número de individuos que sin ser bastante ricos ni bastante poderosos para ejercer una gran influencia sobre la suerte de sus semejantes, han adquirido o conservado, sin embargo, bastante cultura y bienes para poder bastarse a sí mismos. Éstos no deben nada a nadie; por así decir, no esperan nada de nadie. Se acostumbran a considerarse siempre aisladamente y se complacen en creer que su destino entero está en sus manos” (Tocqueville, II, II. 2, 848). Más adelante afirma que: “La igualdad sitúa a los hombres al lado los unos de los otros, sin vínculo común que los sujete. El despotismo alza barreras entre ellos y los separa. Aquélla les dispone a no pensar en sus semejantes y éste hace de la indiferencia una especie de virtud pública” (Tocqueville, II, II. 4, 853).

6 Para Honneth, el reconocimiento es un principio antropológico fundamental, por ello, realiza una constante referencia a la noción hegeliana de reconocimiento: “Su consideración indica también que un individuo que no reconoce al otro en la interacción como un tipo determinado de personas, tampoco puede experimentarse a sí mismo plenamente como tal tipo de persona. En cuanto a la relación de reconocimiento esto sólo puede significar que en ella está integrada una construcción de reciprocidad que obliga sin violencia a los sujetos que se encuentran a reconocer en modos determinados al otro social. Si yo no reconozco al otro en la interacción como un determinado tipo de persona, tampoco puedo verme reconocido como tal tipo de persona, tampoco puede verme reconocido como tal tipo de persona en mis reacciones, porque a él precisamente debo concederle las cualidades y facultades en que quiero ser confirmado por él” (Honneth, La lucha 52-53).

7 El método de Honneth consiste en la aplicación de su teoría crítica, basándose en cuatro criterios que le permiten realizar un constante diagnóstico de la sociedad contemporánea. A su vez, estos pasos funcionan como premisas para la construcción de una teoría de la justicia que, en principio, es el objetivo de Freedom ́s right. Las cuatro premisas que resumen su metodología se encuentran en esa misma obra. “The aim of constructing a theory of justice as social analysis depends entirely on the first premise that social reproduction hinges on a certain of shared fundamental ideals and values. The second premise of this Project is that the normative point of reference employed by a theory of justice should draw on those values or ideals that, as normative claims, also constitute the conditions of reproduction of a given society. The third premise for basing a theory of justice on social analysis is therefore the methodological procedure of normative reconstruction. Hence a fourth premise for developing a theory of justice on the basis of social analysis is that the procedure of normative reconstruction always offers room for criticizing social reality” (4-9).

8 Con respecto a esta relación, el autor francés, Jean Claude Michéa en su texto El Imperio del Mal Menor: Ensayo sobre la Civilización Liberal, ahonda en el papel del mercado como pacificador de las sociedades y, en ese sentido, la búsqueda del interés personal dio origen a la justificación de actitudes individualistas (Michéa).

9 Es importante destacar que para hablar de cosificación y su crítica a la sociedad, Honneth retoma la crítica marxista de Georg Lukács en su obra: Historia y conciencia de clase, específicamente en un apartado titulado: “La cosificación y la conciencia de clase del proletariado”. En ese texto, Lukács retoma la tesis de Marx en la cual explica que la dominación capitalista comienza por corromper las relaciones entre individuos, reduciéndola a meras relaciones de transacción (Cf. 112). En las palabras de Lukács, la cosificación es: “Subjetivamente, la actividad del hombre - en una economía mercantil acabada- se objetiva con relación al hombre, se convierte en una mercancía que queda sometida a la objetividad, ajena a los hombres, de las leyes sociales naturales, y debe ejecutar su acción tan independientemente de los hombres como cualquier bien destinado a la satisfacción de las necesidades y convertido en cosa-mercancía” (Lukács 114).

10 Cabe aclarar que para Honneth las instituciones poseen un gran valor puesto que está retomando la teoría institucional de Hegel: “Hegel en aquel momento tenía la convicción de que la lucha de los sujetos por el recíproco reconocimiento de su identidad comportaba una necesidad social interna de la aceptación de instituciones que garantizasen la libertad” (Honneth, La lucha 10).

11 Por anticultural, retomo la definición dada por Patrick Deneen en ¿Por qué ha fracasado el liberalismo?: “La doble expansión del estado y la autonomía personal descansa en buena medida en el debilitamiento y la eventual pérdida de culturas particulares, y su reemplazo no por una única cultura liberal, sino por una ubicua y asfixiante anticultura. Lo que popularmente se denomina «cultura» ─a menudo modificada por un adjetivo, como «pop» o «mediática» o «multicultural»─ es de hecho el signo de que la cultura ha sido destripada y dividida en una serie de costumbres, prácticas y rituales generacionales que parten de marcos locales y particulares” (93).

12 Con respecto a este punto, Albert O. Hirschman quien realiza un estudio exhaustivo sobre las pasiones y los intereses en la modernidad, en su obra: Las pasiones y los intereses: Argumentos políticos en favor del capitalismo antes de su triunfo. Honneth lo menciona puesto que, al seguir el pensamiento de Hegel, está de acuerdo en que la historia del capitalismo, el comercio provocó que las pasiones desbocadas, fueran concebidos como intereses individuales (Honneth, Freedom ́s right 198-200).

13 Cf. Hobbes, Leviatán o la materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil. 21, 5, 189). También Locke mencionará que: “Sólo existe sociedad política allí, y allí exclusivamente, donde cada uno de los miembros ha hecho renuncia de ese poder natural [defenderse y castigar], entregándolo en manos de la comunidad para todos aquello casos que no le impiden acudir a esa sociedad en demanda de protección para la defensa de la ley que ella estableció” (Locke, Segundo tratado de gobierno. Cap. II § 8).

14 Con respecto al modo en que retoma la visión de Berlin, Okochi dice: “We should not miss here a trace of the influence of Isaiah Berlin ́s distinction between negative and positive liberty. The negative liberty is - like the negativistic or negative freedom in Honneth - defined by Berlin as a lack of external interferences. While this can be formulated as the freedom of "free-from," positive freedom can be characterized as "free-to." This is freedom in the sense of self-determination” (13). Por otro lado, es importante destacar que Honneth siempre hace referencia a la lectura de Berlin con respecto a los dos tipos de libertad, y no discute directamente el texto de Benjamin Constant acerca de la libertad de los antiguos y los modernos.

Cómo citar: Gallardo Macip, Cecilia. Individualismo en las sociedades contemporáneas: un diagnóstico en común de Patrick Deneen y Axel Honneth. Discusiones Filosóficas. Ene. 24(42), 2023: 121-140. https://doi.org/10.17151/difil.2023.24.42.7.

Recibido: 13 de Marzo de 2022; Aprobado: 12 de Mayo de 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons