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Justicia

Print version ISSN 0124-7441

Justicia  no.26 Barranquilla July/Dec. 2014

 

Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) un nuevo modelo de integración regional*

Boliarian alliance for the peoples of our America-Treated about trade of the villages (ALBA-TCP) a new model of regional integration

Luis Fernando Trejos Rosero**
Melissa Johanna Peláez Blandón***

* Este artículo se deriva de la investigación "La diplomacia de tres actores no estatales colombianos. Insurgencia, sociedad civil y gobiernos locales en el escenario internacional". XII convocatoria interna de investigación: Modalidad Agendas de I+D+I. Universidad del Norte.
** Doctor en Estudios Americanos con mención en Estudios Internacionales (IDEA/USACH). Profesor e investigador del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte, Barranquilla (Colombia). Investigador Asociado del Instituto de Altos Estudios de América Latina y el Caribe, Universidad del Norte. Coordinador de la Maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte y miembro de los Grupos de Investigación Agenda Internacional y Conflicto y Postconflicto en la Región Caribe colombiana de la Universidad del Norte. trejosl@uninorte.edu.co
*** Profesional en Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte, Barranquilla (Colombia). Estudiante de la Maestría en Cooperación Internacional del Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación de la Universidad Complutense de Madrid (España)-IUDC-UCM. melissap@ucm.es; melypelaez0818@gmail.com

Referencia de este artículo (APA): Hernández, F. & Latorre, E. (2014). Una reflexión sobre las raíces teórico-jurídicas del derecho de la competencia en Colombia. En Justicia, 26, 13-25.

Recibido: 22 de abril de 2014 / Aceptado: 20 de mayo de 2014


Resumen

No son pocos los esfuerzos de integración en el continente con un marcado énfasis regionalista, pero se podría decir que el ALBA-TCP, por su carácter de integración sui generis, se plantea como un instrumento de múltiples dimensiones y una infinidad de intereses socioeconómicos y geopolíticos, que resultan muy interesantes para su comprensión y análisis. Es por esta razón que en el presente trabajo, se pretende realizar una aproximación general a este nuevo mecanismo de integración para la región. En este sentido y en un primer momento, se plantea el marco filosófico que sustenta al ALBA-TCP, para luego mostrar algunos aspectos que la constituyen y que respaldan los compromisos de las diversas naciones que hoy conforman esta iniciativa. Finalmente y a modo de conclusión, se exponen una serie de observaciones para facilitar la reflexión en torno a la información presentada.

Palabras clave: Complementación, Economía, Integración, Latinoamérica y Mercado.


Abstract

There are few integration efforts on the continent with a strong regionalist emphasis, but you could say that the ALBA-TCP, by its sui generis character of integration, is presented as a multidimensional instrument and countless socioeconomic and geopolitical interests, which are very interesting for compression and analysis. It is for this reason that this report is intended to give a general approach to this new mechanism of integration for the region. In this sense and at first, the philosophical framework underpinning the ALBA-TCP, and then show some aspects that constitute and support the commitments of the various nations that now make this initiative arises. Finally and in conclusion, a series of observations was set to facilitate reflection on the information presented.

Key words: Complementation, Economy, Integration, Latin America and Market.


Introducción

En la última década América Latina ha experimentado vertiginosos cambios a nivel social y político, los cuales no han estado exentos de golpes de Estado, insurrecciones en contra de gobiernos en crisis, represiones o una fuerte y constante movilización social. Este panorama ha marcado la evolución reciente de un continente azotado por la pobreza, la desigualdad, la inseguridad pública y el narcotráfico, pero al mismo tiempo, ha precipitado un escenario con nuevos actores, que emergen como una respuesta a los profundos problemas que vive la región y donde el componente social y el desarrollo endógeno se configuran como fundamentales en la búsqueda de soluciones de largo plazo. De esta manera, no son pocos los países de Latinoamérica que hoy cuentan con gobiernos surgidos a través de amplias alianzas nacionales y con fuerte arraigo popular (Ecuador, Venezuela, Uruguay, Brasil, Bolivia) y, que dada la coyuntura política y el marcado protagonismo de amplios sectores sociales (indígena, campesino, estudiantil, obrero, etc.), se plantean alternativas de integración regionales que, además de servir como plataformas de unidad política, respondan a necesidades e intereses socioeconómicos concretos para cada una de sus naciones; uno de estos procesos nuevos de integración se ha denominado Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), que responde a una iniciativa, principalmente de Venezuela, pero que ya cuenta con varios socios estratégicos, entre ellos, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador.

Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP)

Está claro que los procesos de integración en América Latina no son nuevos, estos han pasado por momentos bastante complejos, que dan cuenta de una realidad regional que ha transitado por etapas de mayor o menor fragmentación sociopolítica (Frohmann, 1999). Pero vale la pena destacar que los diversos esfuerzos por integrar Latinoamérica, se han caracterizado por un marcado énfasis económico y comercial y hoy, en particular y en el marco de la globalización, este énfasis se hace mucho más evidente al buscar, especialmente, la liberalización comercial y la estimulación de las inversiones regionales y extrarregionales (Durán & Masi, 2007). De esta manera, es lógico suponer que los actuales procesos de liberalización económica y comercial, tienden más a favorecer los intereses y necesidades de las empresas multinacionales, que el desarrollo mismo de las naciones latinoamericanas.

Si bien es cierto, esta lógica está cambiando en algunos aspectos, no es posible hablar de un cambio sustancial y definitivo en la orientación en los procesos de integración en la región, fundamentalmente de aquellos que tienen más tiempo de funcionamiento, como la Comunidad Andina, el Mercado Común Centroamericano (MCCA), la Comunidad Caribeña (CARICOM) y el MERCOSUR. Pero además, es preciso señalar, que a la par de estos ya conocidos esfuerzos de integración en la región, emerge una iniciativa que establece como marco para su desarrollo, procesos más armónicos y simétricos en las relaciones de los países que la integrarían, así como la necesidad de poner mayor atención al desarrollo social; hablamos en este sentido de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).

Dicha iniciativa, surge a partir de la apuesta venezolana de contraponer un proyecto latinoamericano de integración económica, política y sociocultural al proyecto norteamericano de un Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) con fines principalmente económicos y políticos, es por ello que en un primer momento el bloque regional se denomina Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Sin embargo, para resaltar la importancia del desarrollo económico bajo los principios de cooperación, complementariedad y solidaridad, los Estados Miembros resolvieron circunscribir el Tratado de Comercio para los Pueblos (TCP), nombre de la organización en 2009, por lo cual hoy día se conoce como ALBA-TCP.

De esta forma el ALBA-TCP, según sus impulsores, se plantea como una propuesta de integración diferente, que ponga el énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social y por lo tanto, exprese los intereses y necesidades de los pueblos latinoamericanos. Se trata, entonces, de "un esquema de integración basado en principios de cooperación, solidaridad y complementariedad, que surge como una alternativa al modelo neoliberal" (Correa, 2006). Refiriéndose a estos tres principios que sustentan el proceso integracionista latinoamericano, Muñoz y Ramírez (2012) sugieren que

para que haya una verdadera cooperación entre los países, debe existir equidad en los beneficios que se derivan y reciban de ella, entendidos estos como aquellos que contribuyen a resolver problemas estructurales de las economías y/o a solucionar problemáticas de orden social o medioambiental. Sin embargo, la cooperación a su vez debe sustentarse en el principio de la solidaridad, de forma que se permita el aprovechamiento por el otro de las capacidades y potencialidades, aun cuando en un inicio del proceso todas las partes no realicen aportes equivalentes.

Además los autores concuerdan también con que

la complementariedad es otro de los principios estratégicos sobre el cual debe constituirse la integración de nuevo tipo en América Latina, ya que resulta indispensable para proporcionar mayor estabilidad y permanencia al proceso y estimular el desarrollo de la estructura económica regional.

Por lo cual Muñoz y Ramírez (2012) argumentan que

la complementariedad debe construirse para reducir las diferencias en los niveles de desarrollo industrial, productivo, tecnológico, de recursos humanos, entre los países de la región en busca del beneficio social; no obstante, dicha construcción constituye el aprovechamiento de las distintas potencialidades.

Este proyecto integracionista, de acuerdo con sus promotores, se fundamenta en la creación de mecanismos que permitan fomentar ventajas cooperativas entre las naciones para compensar las asimetrías existentes entre los países del hemisferio. De igual forma, sus principios se basan en la cooperación de fondos compensatorios que corrijan las disparidades que colocan en desventaja a los países débiles frente a las primeras potencias. Asimismo, el ALBA-TCP otorgaría prioridad a la integración latinoamericana y a la negociación en bloques subregionales, abriendo nuevos espacios de consulta a fin de profundizar en el conocimiento de posiciones e identificar espacios de interés común que permitan constituir alianzas estratégicas y presentar posiciones similares en los procesos de negociación.

De esta manera, en el marco de lo que podría ser el ideario de este proyecto integracionista, el expresidente venezolano Hugo Chávez, planteaba el ALBA, en sus inicios, como "un mecanismo de integración que busca promover la lucha contra la pobreza, preservar la autonomía e identidad latinoamericana, estimular la transferencia de tecnología, la asistencia técnica, la formación de recursos humanos y que trata de aprovechar la capacidad y recursos de las empresas nacionales como proveedoras de los entes públicos" (Chávez, 2003). Además, para Chávez, este proyecto se proponía enfrentar el abuso de los monopolios y oligopolios a través de mecanismos que aseguraran una "sana competencia" y facilitaran detener la manipulación de los inversionistas frente a los intereses de los Estados. Pero fundamentalmente, este proceso de integración, según sus fundadores, busca garantizar los derechos económicos, sociales, culturales y civiles que, en el marco de la aplicación de los acuerdos, deberán ser interdependientes, indivisibles e irrenunciables; en este sentido, se plantea que los intereses comerciales no podrán tener supremacía sobre los Derechos Humanos y la soberanía de los Estados.

Si bien es cierto, este sistema de integración a nivel de idearios y objetivos, busca también ampliar la dimensión de los acuerdos y las relaciones entre los actores nacionales, como las organizaciones civiles, las comunidades y otros agentes supraestatales, es preciso señalar, que hasta el momento en las negociaciones y acuerdos, solo han participado los entes estatales y muy marginalmente otros actores, aunque la promesa de inclusión se ha hecho extensiva y reiterada. Así, todo este discurso inclusivo, ha levantado enormes expectativas sociales con relación, no solo a las posibilidades de una respuesta efectiva a los problemas y necesidades de los pueblos, sino también en relación a la oportunidad de participar en el proceso mismo de discusión y toma de decisiones en las rondas de negociación del ALBA-TCP1 .

Por otra parte, es preciso destacar que las múltiples dimensiones que reconoce este proceso de integración en mención, se enmarcan en una necesidad creciente de la región de trascender a los acuerdos meramente comerciales y dar lugar a reales y concretas formas de integración, tomando como eje principal un desarrollo más integral de las sociedades latinoamericanas. En este sentido, en el marco de los procesos de integración existentes (MERCOSUR, CARICOM, UNASUR, etc.) se viene planteando, la urgencia creciente de crear condiciones que permitan avanzar en la convergencia de las normas y las políticas sociales que faciliten efectivamente, el desarrollo humano de la región, que incorpore por ejemplo, los Derechos Humanos y laborales, el tema de las migraciones intrarregionales y la ciudadanía compartida, la descentralización y los procesos de democratización y reforma del Estado, los derechos económicos y sociales, la previsión, la salud y la educación, entre otros (Franco & Di Filippo, 1999).

Características más importantes en el proceso de construcción del ALBA-TCP

Es interesante identificar que dentro de los objetivos planteados por el ALBA-TCP, se encuentre en un primer plano la preservación de la autonomía e identidad latinoamericana. Aunque es una difícil apuesta desde el punto de vista sociológico, pues resulta altamente complejo hablar de una identidad latinoamericana como un todo, especialmente con los actuales niveles de fragmentación social y política de la región (Maira & Hirst, 2007). Más bien, el énfasis es puesto en las características históricas de autorrealización o en las referencias idiomáticas, que parecen ser un factor fuerte de vinculación regional. En todo caso, la atención a los elementos identitarios, evidencian la importancia que este sistema de integración otorga a la cuestión cultural y que involucra, por lo menos en el discurso, la consideración de la inclusión sociocultural a los ámbitos de integración regional.

Otro aspecto importante que se destaca dentro de los objetivos del ALBA-TCP es la promoción de la lucha contra la pobreza y la exclusión social. Según sus defensores, no puede haber un área de libre comercio, mientras no se corrijan las asimetrías históricas entre países, lo que implicaría un proceso bastante largo, si se consideran por ejemplo, las diferencias entre la economía venezolana con respecto a la nicaragüense. Ahora bien, en relación al acceso a mercados, los impulsores del ALBA-TCP plantean, que no se pueden eliminar los aranceles con respecto a las grandes potencias, mientras estas conserven los subsidios y las ayudas internas a sus agricultores. Pero se propone, a nivel de los que componen la iniciativa de integración, mantener un marco de promoción y protección de las cuotas, las licencias y otras medidas no arancelarias, como instrumentos de política para favorecer la agricultura y la industria de cada país.

Como un aspecto relevante en torno a las inversiones, se plantea el condicionamiento a la adquisición de materias primas, bienes y servicios nacionales, así como la necesidad de mejorar la transferencia tecnológica y asistencia técnica, la formación de recursos humanos, pero, sobre la base de que los inversionistas extranjeros no podrán demandar contra leyes y regulaciones de interés público. Otro aspecto que señala más la orientación política de los objetivos del ALBA-TCP, es la protección a los servicios públicos de necesidad social, de esta forma, se plantea que es necesario mantener todos los servicios públicos indispensables para la población que así lo determine el marco de regulación de cada país.

Está claro que el libre juego del capital en áreas estratégicas de la economía, bajo este marco de protección, no tendrá ninguna alternativa o posibilidad de competencia frente al control y monopolio del Estado. Lo cierto, es que el ALBA-TCP no se plantea como un corrector a las imperfecciones del mercado ni como un facilitador secundario, aunque parezca contradictorio, sino más bien como una alternativa a las contradicciones que genera el modelo globalizador neoliberal y el libre mercado, pero a través de la acción directa de cada uno de los Estados Miembros.

A partir de esta mirada es posible entender por qué el énfasis en el proteccionismo estatal por parte de este mecanismo de integración. De esta forma, el Estado, bajo la lógica neoliberal es amenazado y reducido, pero bajo la visión de los defensores del ALBA-TCP, protege e impone las pautas del desarrollo socioeconómico, no el libre mercado. Por eso, por ejemplo, la agricultura tiene una significancia especial dentro de este proceso de integración. Se le asigna un carácter prácticamente estratégico, pues se considera una actividad fundamental para la supervivencia humana, sobre el entendido, que es mucho más que la producción y el comercio de una mercancía, es la base para la preservación cultural, la defensa del territorio, la relación con la naturaleza, la seguridad y la soberanía alimentaria, es por eso que se plantea la exclusión de los procesos de negociación a los productos agrícolas sensibles para la población campesina o nacional.

Además, de acuerdo con los principios fundamentales del ALBA-TCP (cooperación, solidaridad y complementariedad), indispensables para una integración latinoamericana mejor consolidada, Muñoz y Ramírez (2012) afirman que "el Estado desempeña un papel trascendental al corresponderle una dirección activa y protagónica en la tarea de disponer, asignar y distribuir los recursos en función de la complementariedad". Los autores sustentan esta premisa resaltando la idea de Borón (2008), respecto a que "la complementariedad económica lejos de ser un resultado natural y espontáneo de los mercados es producto de las iniciativas estatales, que se traduce en proyectos conjuntos de cooperación". Lo anterior es otro argumento que respalda el papel protagónico y preponderante del Estado frente al mercado.

Con relación a la propiedad intelectual, se percibe por parte de los auspiciadores del ALBA-TCP, la necesidad de proteger y difundir el progreso científico y tecnológico de los pueblos, de esta manera, destacan que los gobiernos deben tener la capacidad de otorgar licencias obligatorias a favor de empresas nacionales para que fabriquen por ejemplo, genéricos que faciliten el acceso a medicina fundamental para la salud de la población. En este sentido, enfatizan también en el cuidado y atención especial para proteger el conocimiento ancestral indígena, ligado a la medicina alternativa o no tradicional como parte de un invaluable legado histórico-cultural.

Al principio se habló del interés de este proceso integracionista, por promover los mecanismos adecuados para resolver las asimetrías económicas y comerciales que pueden afectar relaciones y beneficios igualitarios entre las nacionés que integran el ALBA-TCP, de esta forma, según los acuerdos ya suscritos, existe un apartado en particular que aborda el Trato Especial y Diferenciado entre las naciones, allí se señala la necesidad de establecer mecanismos adecuados que permitan efectivamente abrir oportunidades al comercio de los países con mayores desventajas comparativas y con problemas de asimetrías económicas sustanciales, aunque se reconoce la necesidad de entrar en procesos de condonación de deuda (externa) que facilite la recuperación de las inversiones estatales a nivel de sus propias economías.

Con relación a los objetivos orientados a la protección del Medioambiente y los Derechos Humanos, se señala por parte de los impulsores del ALBA-TCP, que la defensa del ambiente, no puede ser un obstáculo para las relaciones comerciales, aunque los acuerdos medioambientales se suponen con vigencia y prioridad por sobre los demás intereses de índole económico, de esta manera, se insta a las empresas transnacionales a ajustar sus prácticas empresariales y productivas a la conservación y protección efectiva de los ecosistemas y medioambiente en general. Los Derechos Humanos por su parte y bajo este marco de integración, simplemente se caracterizan como indivisibles frente a cualquier controversia e interés privado.

ALBA-TCP: Casos prácticos de integración. El ejemplo de Cuba y Venezuela

Uno de los primeros esfuerzos concretos y llevados a la práctica por naciones latinoamericanas en torno al ALBA-TCP, fueron los acuerdos alcanzados por Cuba y Venezuela en el año 2004 (cuando aún la plataforma regional se denominaba solo ALBA). Dado su carácter de múltiples dimensiones, es importante resaltar el significado o simbolismo que dichos acuerdos tienen para el impulso de este proceso de integración regional.

Primero, es oportuno destacar en este apartado que el ALBA (antes de ser denominado ALBA-TCP) nace de los acuerdos firmados por los entonces presidentes de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías y el presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba, Fidel Castro, en La Habana, Cuba, el 14 de diciembre de 2004, a fin de afianzar el Convenio Integral de Cooperación entre ambos países, que habían suscrito el 30 de octubre de 2000, con el objetivo claro de consolidar su proceso de integración bilateral2 .

Dentro de este marco de integración y en relación al compromiso cubano, se señala la eliminación de aranceles o cualquier tipo de barrera no arancelaria aplicable a todas las importaciones hechas por Cuba, cuyo origen sea venezolano. En este sentido, se señalan la eliminación de impuestos sobre utilidades a toda inversión estatal y de empresas mixtas venezolanas e incluso de capital privado venezolano en Cuba, durante el período de recuperación de la inversión. Dado el carácter socialista de la economía cubana, y su nivel de centralización, llama la atención la disposición de apertura hacia la inversión venezolana. Aunque, no es nueva esta apertura económica a la inversión mixta en sectores que no se consideran estratégicos, no deja de llamar la atención que el ALBA-TCP plantee desafíos de inversión interesantes a la economía centralizada cubana, en el marco de un proceso de integración más bien horizontal.

Otro acuerdo destacable de este proceso de integración entre ambas naciones, es el relacionado con la apertura aduanera y el trato igualitario a los barcos de bandera venezolana en todas las operaciones que se efectúen en puertos cubanos, como parte de las relaciones de intercambio y colaboración. Además de las facilidades a las líneas aéreas venezolanas, de estar al mismo nivel de las cubanas, para el transporte de pasajeros y carga.

Con relación a las inversiones de entidades estatales venezolanas en Cuba, la isla se compromete a eliminar las restricciones a la posibilidad de que tales inversiones puedan ser 100 % propiedad del inversor estatal venezolano, lo que abre una puerta enorme a las viejas restricciones cubanas de control y centralización estatal sobre los medios de producción nacionales. Adicionalmente al acuerdo marco, se establecieron algunos compromisos de marcado énfasis social que vale la pena mencionar, dadas sus características y la importancia de la multidimensionalidad en este tipo de procesos de integración. De esta manera, Cuba se comprometió a otorgar becas anuales a jóvenes venezolanos. Además de la facilitación de instalaciones y equipos para controles antidopaje.

En relación a la educación, se establecieron acuerdos de intercambio y colaboración en asistencia a métodos, programas y técnicas del proceso docente-educativo, así como la facilitación a la Universidad Bolivariana de profesionales de la medicina de la Misión Barrio Adentro, para la formación de médicos integrales y especialistas de la salud. Servicios integrales de salud para la población venezolana atendida en esta misión médica y, por último, un mecanismo de consenso en la forma de pago accesible para el Estado Venezolano (Declaración de los Acuerdos de Ayacucho, 2004).

Por su parte, Venezuela acordó el mismo marco de facilidades comerciales y económicas que las asumidas por Cuba, pero además, se comprometió a la transferencia de tecnología para el sector energético y becas de estudios en las áreas de investigación científica. De igual forma, acordó financiar proyectos productivos, de infraestructura, energéticos, de la industria eléctrica, asfaltado de vías, desarrollo portuario, acueductos y alcantarillados, sector agroindustrial y de otros servicios. Adicionalmente a todo esto, Venezuela colaborará en estudios de investigación de la biodiversidad y la participación de Cuba en la consolidación de núcleos endógenos binacionales y el potencial desarrollo de convenios a nivel de telecomunicaciones, incluyendo el uso de satélites.

Centroamérica y el Caribe en el ALBA-TCP

El Caribe es un mercado relativamente pequeño, pero si se incluyen los habitantes del CARICOM (aproximadamente 17 millones), Cuba (11.163.9343 ) y República Dominicana (9.445.2814 ), además de Venezuela (28.946.1015 ), la región alcanza aproximadamente los 62,8 millones de habitantes (entre América Latina y el Caribe constituyen un total de 581,4 millones de habitantes para el 20126 ), con un PIB cercano a los 80.000 MM USD de los cuales el 36,25 % (28.000 MM USD) es aportado por los 15 países integrantes del CARICOM y el restante 63,75 % (52.000 MM USD) por Cuba y República Dominicana. Por otra parte, el Caribe es un reservorio de riquezas energéticas, acuícolas y rica en yacimientos de minerales estratégicos. Se trata de una región que puede convertirse en una potencia turística mundial y en la prestación de servicios marítimos por su ubicación geoestratégica.

Pero, pese a la importancia regional de sus recursos y al peso significativo en organismos multilaterales internacionales como la Organización de Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos, que le valen una importante capacidad de negociación a la hora de la toma de decisiones, el Caribe se encuentra en una situación de desventaja con respecto a otras subregiones del continente, básicamente por poseer economías deficitarias y presentar siempre balanzas comerciales de bienes negativas y con un comercio intrarregional bajo, ya que las exportaciones representan el 11,75 % del total exportado y las importaciones el 5,15 %. Es necesario mencionar que el 71 % de las exportaciones caribeñas, tienen como destino Norteamérica y Europa, solo un 12 % va a Centroamérica y un 4 % a Suramérica7 . Este desbalance, más los acentuados problemas de índole social y política ponen al Caribe en una situación bastante compleja, que le obliga permanentemente a subordinar sus políticas internas y externas a exigencias y caprichos externos.

De esta manera, según los auspiciadores del ALBA-TCP, esta iniciativa adquiere una dimensión especial para el desarrollo del Caribe, en la medida que existen condiciones objetivas que permitirían avanzar rápidamente el proceso de integración con esta subregión a través de un programa de cooperación integrado y consistente, orientado a construir las bases del desarrollo socioeconómico sostenible. En este sentido, las propuestas del ALBA-TCP para el Caribe no se presentan como un conflicto de intereses para los acuerdos multilaterales o subregionales existentes, sino que por el contrario, se observan como complementarios y sostenibles para todas las partes. Cabe resaltar que la mayoría de los países que hoy integran el ALBA-TCP, cuentan con acuerdos de cooperación en integración anteriores ya sea con el CARICOM, el MCCA o la Comunidad Andina, lo que en absoluto ha dificultado la plena incorporación de dichos países a este nuevo marco de integración.

Iniciativas del ALBA-TCP

El ALBA-TCP cumple ya 10 años de funcionamiento y con 11 Cumbres oficiales y 7 Cumbres Extraordinarias ha logrado emprender grandes iniciativas en distintos ámbitos de actuación (económico, comercial, financiero, etc.), las cuales son pertinentes destacar. En el siguiente cuadro se pueden observar dichas iniciativas organizadas cronológicamente:

Concerniente a estas iniciativas, Muñoz y Ramírez (2012) aseveran que el ALBA-TCP representa un

nuevo modelo de integración que a través de los distintos mecanismos diseñados e implementados en el marco de su arquitectura (refiriéndose a las iniciativas presentadas anteriormente), pretende estimular un desarrollo regional. Es decir, el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), el Banco del ALBA, el Sistema Único de Compensación Regional, SUCRE, y los proyectos y empresas gran nacionales constituyen, entre otros, cruciales mecanismos que expresan un nuevo carácter de las relaciones sociales de producción, un nuevo tipo de relaciones de cooperación, colaboración y complementariedad que ciertamente tributan a una mayor autonomía e independencia latino-caribeña dentro del sistema capitalista de relaciones económicas internacionales.

Perspectivas de crecimiento del ALBA-TCP

Dada la dimensión de los cambios asumidos por algunos mandatarios latinoamericanos, en cuanto a propiciar nuevos escenarios de integración regional, las perspectivas que según los mismos presidentes del ALBA-TCP han destacado en distintas cumbres, son bastante esperanzadoras. En este sentido, después del lanzamiento oficial de la Alternativa Bolivariana en La Habana, auspiciado por Venezuela y Cuba, hace 10 años, se han sumado varias naciones: Bolivia, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Ecuador, Antigua y Barbuda, y Santa Lucía. Esto significa que actualmente el ALBA-TCP involucra a una población de más de 75 millones de habitantes y una superficie de más de dos millones y medio kilómetros cuadrados, con una importante concentración de recursos energético, de biodiversidad, cultural, hídrico, etc.

El ALBA-TCP presenta la necesidad creciente de fortalecer sus mecanismos de integración y búsqueda de nuevos socios latinoamericanos, como la subregión del Caribe y de ciertos países de Suramérica interesados en el proyecto. Aún no es posible establecer de qué manera evolucionará o desarrollará este nuevo proceso de integración, lo que sí está claro, es que existe una fuerte presión internacional, regional y desde el proceso mismo de globalización, para que las naciones cuenten con mecanismos de inserción comercial que faciliten la inversión extranjera. No se sabe aún si este nuevo modelo de integración atraerá la inversión extranjera o la ahuyentará, por el miedo que despiertan los procesos de nacionalización o el proteccionismo estatal sobre los recursos y sectores estratégicos de la economía de las naciones, se podría decir, como una suerte de antítesis a los procesos de liberalización económica que pregona el neoliberalismo en América Latina. De todos modos, sí se sabe que Venezuela, uno de los mayores promotores de esta iniciativa, viene experimentando ritmos de crecimiento económico superior al 9 % anual desde el año 2004 y que es una de las naciones latinoamericanas que más ha establecido acuerdos comerciales y de cooperación en la última década, a pesar de las crisis social, económica y política que está viviendo actualmente.

El ALBA-TCP frente a la globalización y los Estados Unidos

El contexto internacional es percibido por algunos impulsores del ALBA-TCP, como un mundo con fuertes corrientes globalizantes, con desafíos tecnológicos, oportunidades de evolución política y social, así como evidentes peligros de alteraciones traumáticas a la paz, pero con desafíos imponentes para todos los países grandes y pequeños por igual, que exige respuestas y definiciones que permitan enfrentar con éxito, domesticar y aprovechar las fuerzas de la tecnología, comunicaciones y economía para beneficio de los países y sus pueblos (Correa, 2006).

De esta manera, el ALBA-TCP como sistema de integración en bloques regionales, surge como una respuesta a la globalización mundial monopólica, pero no se plantea negarla ni desaprovecharla. Por el contrario, más bien forma parte de esta nueva lógica de integración subregional, pero sus objetivos y énfasis estratégicos no son similares a otros ya establecidos a nivel continental. Por eso es necesario diferenciar este proceso de otros existentes en América Latina. Aunque se entienda y se observe que forma parte de estos procesos de globalización mundial, pero desde una lógica, un sentido e inspiración contrarios a la globalización puramente mercantilista.

La Alternativa Bolivariana para las Américas, a partir de 2004 (posteriormente ALBA-TCP) se constituye, según sus defensores, como una apuesta de algunos países del continente para enfrentar los graves y endémicos problemas internos, aunque con un sentido y búsqueda de integración para la región. Contrapuesto a este nuevo mecanismo, el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), impulsado por Estados Unidos, se dibujaba, según sus auspiciadores, como el horizonte necesario para enfrentar el estancamiento económico y facilitar el intercambio comercial a escala continental, teniendo como centro y protagonista a la economía estadounidense. Dos posiciones antagónicas que dan cuenta de la fragmentación y contradicciones que afectan aún a América Latina. Es indudable que para los Estados Unidos un Tratado de Libre Comercio a nivel continental (reconociendo el peso de su economía y las enormes ventajas productivas, comerciales y financieras, que la separan de la mayoría de los países de la región) pudiese significar una presencia e influencia superior a la que históricamente ha tenido en la región. Este dato, no menor, pareciera estar en el centro del interés inmediato norteamericano, dada la celeridad y presión que ha impuesto desde el principió a los países latinoamericanos, para firmar lo antes posible dichos acuerdos. De esta forma, no son pocos los países que hoy cuentan con Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, entre estos: México, Centroamérica, Perú, Chile, Ecuador, República Dominicana.

Pero, ¿qué es lo que realmente está en juego cuando dos proyectos tan diferentes se disputan actualmente influencia y presencia continental? Es bien sabido de los enormes recursos naturales y energéticos con que cuenta América Latina, solo hay que señalar por ejemplo, las grandes reservas de gas natural y petróleo, así como las importantes reservas biológicas y acuíferas únicas en el mundo, que se tornan cada vez más estratégicas para las economías y la sostenibilidad de las naciones y regiones del mundo. Estados Unidos sabe de esto y los países latinoamericanos también. El ALCA dentro de este nivel de análisis, para muchos y diversos actores de la región, puede significar la anexión económica y política definitiva de América Latina y sus recursos estratégicos a Estados Unidos. El ALBA-TCP dentro de esta misma línea de análisis, puede implicar la posibilidad de una mayor autonomía regional y fundamentalmente la protección de los recursos estratégicos, indispensables para el desarrollo inmediato y futuro latinoamericano (Montoya, 2006).

Conclusiones

El ALBA-TCP aún dista de ser un proyecto de carácter meramente político, se comienza a perfilar, a través de los diferentes acuerdos que hasta ahora lo componen, como un proyecto más amplio, con capacidad de incorporar dimensiones con un alto sentido social, latinoamericanista y de solidaridad regional, lo que lo presenta como un novedoso desafío para las naciones que lo promueven. No está de más mencionar, que este proyecto de integración ha logrado posesionarse como una alternativa a la propuesta al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), promovida por Estados Unidos, restándole no solo credibilidad sino también adherentes.

El marco filosófico que sustenta el ALBA-TCP, si bien es cierto responde al histórico ideario latinoamericanista, presenta una serie de desafíos que no pueden ser resueltos desde posiciones puramente ideológicas. De esta manera, existe la necesidad de concretar más en aspectos relacionados con dicho ideario. Especialmente cuando se habla de integración con justicia social, identidad común, inclusión, respeto a los Derechos Humanos, participación social, etc. Si bien es cierto, se refleja un alto nivel de compromiso y solidaridad entre los gobiernos que componen esta iniciativa de integración, aún el componente de liderazgo personal prevalece por sobre los esfuerzos nacionales institucionales por propiciar una integración con un ideario latinoamericanista.

Sin embargo, es pertinente subrayar que el principio de complementariedad, sustentado en dicho marco filosófico, adquiere un nuevo carácter,

donde cada cual aporta y contribuye a un objetivo común según su capacidad y recibe los beneficios equitativamente, lo que da lugar a un nuevo tipo de división internacional del trabajo entre los países pertenecientes al sistema integracionista, cuya naturaleza incluyente y no marginadora, facilitará equiparar los niveles de desarrollo. Enfocada hacia el uso racional de los recursos y potencialidades, la complementariedad se basa en las ventajas existentes y futuras, en la ubicación geográfica de los recursos, en las prioridades del desarrollo regional y en la proyección estratégica y sostenible del mismo a largo plazo (Muñoz & Ramírez, 2012).

Es decir, que a pesar de los desafíos que presentan muchos aspectos del ideario que sustenta esta plataforma regional de integración, también cuenta con aspectos innovadores (complementariedad, solidaridad, etc.) que poco a poco se han ido fortaleciendo y consolidando en una nueva forma de ver e impulsar la integración en América Latina.

Por otro lado, existe una infinidad de actores sociales que atraídos por la apuesta integracionista del ALBA-TCP, esperan respuestas y además ser escuchados en sus propuestas. Un reto importante para esta iniciativa de integración, es facilitar realmente los mecanismos de participación y toma de decisiones por parte de significativos actores nacionales latinoamericanos, como son los movimientos sociales, las organizaciones empresariales, las organizaciones no gubernamentales, las universidades, etc. Esto no solo marcaría la distancia con los demás procesos de integración existentes en la región, sino que otorgaría importantes niveles de credibilidad y consensos a los gobiernos nacionales y una mayor sostenibilidad a las iniciativas de carácter regional. Por otra parte, los principios, alcances y proyectos del ALBA-TCP, surgidos como respuesta al fenómeno de globalización mundial, más que evitar el vínculo y la apertura internacional, presenta claras intenciones de insertarse en la globalización, pero a través de alianzas regionales que supondrían la reducción de las desventajas de los países latinoamericanos con respecto a otros bloques mundiales.

El ALBA-TCP ha logrado consolidarse como un nuevo modelo de integración en América Latina no solo diferente sino también llamativo, el cual tiene tanto fortalezas como desafíos. Se ha mencionado con anterioridad que entre las fortalezas del ALBA-TCP se resalta la ubicación de los países miembros en Centroamérica, Suramérica y el Caribe, conformando un bloque con una posición estratégica con presencia tanto en el Atlántico, como en el Pacífico y el Caribe. No solo una posición geográfica estratégica en cuanto a las salidas al mar, sino también con presencia tanto en la región Andina como en la región Amazónica. Lo que permite que el ALBA-TCP cuente con las mayores reservas de petróleo y litio en el mundo, al igual que muchas otras de gas natural y minerales como hierro, oro, coltán, níquel, aluminio, acero y cobre. Además también posee grandes extensiones de tierra cultivable y una rica biodiversidad. Asimismo, el ALBA-TCP está conformado por pueblos con una enorme riqueza cultural e histórica8 . Otra fortaleza a resaltar es el poder geopolítico que van adquiriendo algunos de los Estados miembros, como Venezuela y de igual forma los acuerdos estratégicos que se van configurando en torno a temas sensibles como los recursos petroleros (un ejemplo, Petrocaribe).

Por otro lado, las acciones del ALBA-TCP en materia social han alcanzado algunos logros destacables, entre los cuales se resalta que en tan

solo cinco años, 11 millones de personas han salido de la pobreza en los países miembros, el nivel de alfabetización aumentó de 84 % a 96 % (cinco de los nueve países que conforman el bloque, han sido reconocidos por la ONU como libres de analfabetismo), la mortalidad infantil ha caído 32 % y alrededor de 900 mil personas con discapacidades han sido atendidas por programas de ALBA, solo en 2010 (Zambrano, 2011).

En muchos otros espacios de integración (como la ONU, por ejemplo) se ha llegado afirmar que los países miembros del ALBA-TCP van por buen camino en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

De igual manera, el ALBA-TCP presenta desafíos importantes que debe encarar para seguir legitimándose como un mecanismo de integración fuerte, de los cuales ya se habían mencionado dos muy importantes, el primero en cuanto a algunos aspectos de su ideario latinoamericanista y el segundo referente a incluir de manera activa la participación de otros actores (además de los estatales). Pero también se encuentran otros desafíos relevantes que cabe subrayar, tales como el surgimiento de organismos regionales con principios y perspectivas contrarias a las del ALBA-TCP, el ejemplo más sobresaliente es la Alianza del Pacífico, que la integran Chile, Colombia, Perú y México. Rafael Correa, presidente de Ecuador, señaló al respecto, en medio de una cumbre del ALBA-TCP en 2013, lo siguiente:

Queremos mucho a Colombia, Perú, Chile, México, pero se enfrentan dos visiones del mundo: el neoliberalismo, el libre comercio, y aquellos que creemos en el socialismo, en garantía de derechos, en zonas libres pero no para el libre comercio sino libre de hambre, libre de pobreza.

Por lo cual sugirió crear una alternativa que impulse "la complementariedad, cooperación en contravía de la propuesta de libre mercado de la Alianza del Pacífico". Alrededor de esto se deben resaltar dos hechos recientes importantes:

  1. La II Cumbre Extraordinaria de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, (ALBA-TCP)-Petrocaribe, que se realizó del 15 al 17 de diciembre de 2013 en Caracas, con la presencia de los Jefes de Estado de los países miembros, cuyo objetivo fue discutir el Tratado Constitutivo Eco-ALBA, para avanzar en una zona económica con Mercado Común del Sur (MERCOSUR), que beneficie de forma directa a todos los países que son miembros de ambas organizaciones. El Eco-ALBA es un acuerdo internacional de carácter marco, suscrito por los presidentes de dicho organismo, en Caracas, el 4 de febrero de 2012, durante la XI Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. Tiene como objetivo primordial constituir una zona económica de desarrollo compartido interdependiente, soberano y solidario, destinado a consolidar y ampliar un nuevo modelo alternativo de relacionamiento económico para fortalecer y diversificar su aparato productivo y el intercambio comercial9 .

  2. La propuesta latente de crear un mercado común para fomentar la producción sostenible en la región latinoamericana y caribeña entre la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y Petrocaribe10 , con el fin de desarrollar un "mercado potente, con grandes desafíos positivos y con facilidades para los trámites de importación y exportación" (Rivas, 2014).

También es un desafío a tener en cuenta las tensiones con los países de la región que promueven y/o apoyan las nociones neoliberales, asimismo los países del ALBA-TCP deben lidiar estratégicamente con las críticas e injerencias de países como Estados Unidos, que en muchas ocasiones han buscando deslegitimar las acciones y principios del bloque.

Finalmente, el ALBA-TCP está lejos de convertirse aún en una iniciativa con peso e influencia en Latinoamérica, no obstante, se presenta como una alternativa importante a la propuesta puramente mercantilista del ALCA, propiciada por los Estados Unidos. De esta manera, si la Alianza Bolivariana realmente quiere convertirse en una "alternativa" o referente de integración regional, debe establecer con claridad los mecanismos que posibilitarán los cambios y procesos deseados y propuestos en su marco filosófico que facilite el desarrollo de cada una de las naciones constituyentes de esta iniciativa integracionista, pero fundamentalmente para sus pueblos que reclaman, no solo proyectos sino participación con decisión real en la construcción de sus futuros.


Notas

1 Para ampliar información: http://www.alternativabolivariana.org.
2 Acuerdo entre el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y el Presidente del Consejo de Estado de Cuba, para la aplicación de la Alternativa Bolivariana para las Américas (2004): http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2004/esp/a141204e.html.
3 Datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información de la República de Cuba: http://www.one.cu/estadisticapoblacion/estadisticapoblacion.asp.
4 Datos de la Oficina Nacional de Estadística de la República Dominicana: http://www.one.gob.do/index.php?module=articles&func=view&catid=76; http://censo2010.one.gob.do/.
5 Datos del Instituto Nacional de Estadística de la República Bolivariana de Venezuela: http://www.ine.gov.ve/.
6 Datos del Banco Mundial: http://datos.bancomundial.org/region/LAC.
7 Datos del Instituto Nacional de Estadística de la República Bolivariana de Venezuela: http://www.ine.gov.ve/.
8 Para ampliar información: http://www.alianzabolivariana.org/paises_alba_tcp.php.
9 El Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana (MREMH) de la República del Ecuador: http://cancilleria.gob.ec/ii-cumbre-extraordinaria-alba-tcp-petrocaribe-alba-se-realizara-en-venezuela/.
10 Para ampliar información: http://www.telesurtv.net/articulos/2014/04/21/alba-celac-mercosur-unasur-y-petrocaribe-crearan-mercado-comun-1287.html.

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