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Bitácora Urbano Territorial

versión impresa ISSN 0124-7913

Bitácora Urbano Territorial vol.24 no.2 Bogotá jul./dic. 2014

 

Editorial

Bordes urbanos: teorías, políticas y prácticas para la construcción de territorios de dialogo

Natalia Villamizar-Duarte1 

1 Editora invitada


La "ciudad" y la "urbano" son dos conceptos que suelen presentarse como similares en su significado. Sin embargo, en las últimas décadas diversos autores han debatido acerca de la muerte de la "ciudad" y otros han celebrado el ascenso de lo "urbano". El termino ciudad parece ser insuficiente para explicar no sólo la aglomeración de personas y actividades en una zona geográfica determinada, sino la complejidad de dinámicas y relaciones que esta aglomeración conlleva. Hoy en día, la palabra ciudad tiende a estar acompañada de algún descriptor que le ayuda a ampliar su significado: ciudad-región, ciudad global, mega-ciudad, postmetrópolis y worlding city, son algunos de los conceptos que intentan dar cuenta de la compleja realidad urbana contemporánea.

Una realidad caracterizada, entre otros aspectos, por un crecimiento urbano acelerado tanto en términos de población, como en términos de urbanización. La población urbana aumenta diariamente y la tendencia a la aglomeración en territorios urbanos parece no tener reversa. Este fenómeno de urbanización del territorio está, además, acompañado y estrechamente vinculado al proceso de globalización económica, lo que ha dado lugar a cambios sin precedentes en la forma en que los territorios son ocupados y transformados. Las nuevas formas de producción, la diversificación en la inversión de capital, el comercio internacional, la migración global y la disolución de ciertas fronteras económicas y políticas son algunos de los aspectos que impactan este proceso.

En 1997 la Organización de las Naciones Unidas publicó un informe sobre los asentamientos humanos titulado Un mundo en proceso de urbanización y diez años después el reporte sobre el estado de la población mundial, en el cual, anuncia que: "[e]n 2008, el mundo alcanzará un hito invisible pero trascendental: por primera vez, más de la mitad de su población humana, 3.300 millones de personas, vivirá en zonas urbanas" (Martine, 2007: 1). Es en este nuevo contexto urbano y global donde surgen los debates que apelan simultáneamente al manejo adecuado del crecimiento urbano y a la configuración de sistemas que permitan y faciliten el intercambio de bienes y servicios, información, personas y conocimiento.

El control del crecimiento y la facilidad de los intercambios son aspectos clave en la transformación de la "ciudad" en lo "urbano" y han generado grandes desafíos para los gobiernos de las ciudades. Las preguntas que surgen de este proceso han dado lugar tanto a la emergencia de un campo de estudios preocupado por comprenderlas, como a su traducción en políticas, estrategias y prácticas de ordenamiento territorial. En ese contexto, el propósito del dossier central de este número de la revista Bitácora Urbano Territorial es aportar al debate acerca de los bordes urbanos como categoría de planificación cuya resignificación tiene impacto en las políticas de ordenamiento territorial de las ciudades y de las regiones.

Bajo esta categoría, los bordes urbanos han presentado una tendencia a ser concebidos como una línea, un límite o una frontera que permite establecer competencias territoriales de gobiernos e instituciones. Recientemente, los enfoques multidisciplinares han propuesto entender los bordes como un espacio dinámico de relación entre territorios y actores que permite el surgimiento de nuevas territorialidades, y en donde el problema del límite implica clasificaciones construidas socialmente a partir de interacción entre dinámicas urbanas, rurales y ambientales. En este sentido, el manejo y el control de los bordes urbanos y de las relaciones con sus contextos regionales se convierte en un aspecto clave para el ordenamiento territorial en contextos de crecimiento urbano acelerado, en la actualidad concentrados en las ciudades del llamado tercer mundo. Por otra parte, el análisis y comprensión de diversas manifestaciones de bordes al interior de las áreas urbanas aparece como un elemento de importancia en la relación entre la forma urbana y la comunidad, actualmente afectada por procesos de segregación espacial. A pesar de las diferencia de escalas, los bordes urbanos surgen como categoría que permite aportar al debate acerca de las actuaciones y de las decisiones de planeamiento, así como elaborar preguntas sobre los procesos de negociación de los intereses de los actores comunitarios, privados y estatales.

En este sentido, las contribuciones al dossier central dan cuenta de las diversas escalas del debate sobre los bordes urbanos en las grandes ciudades. Ellas comparten un enfoque múltiple que entiende los bordes como espacios y categorías dinámicas en donde convergen diferentes actores, intereses, visiones e ideas de lo urbano, y que revelan singularidades en las formas de relación, disputa y negociación del espacio. Los ocho artículos que hacen parte de este dossier se organizan en tres grupos de acuerdo al aporte que cada uno hace a la construcción del concepto de borde tanto desde el debate teórico, como desde prácticas que informan su construcción espacial. El primer grupo presenta tres experiencias que, a partir de estudios de caso, avanzan en la conceptualización de los bordes urbanos como categoría de ordenamiento. El segundo grupo se enfoca en prácticas y estrategias que aportan a la configuración espacial de los bordes y el último grupo presenta dos estudios en los cuales los bordes son objeto de diseño urbano y arquitectónico.

En la conceptualización de los bordes urbanos como categoría de ordenamiento, Salazar y Zuleta realizan su análisis desde la representación vivencial, existencial, y espacial en donde el territorio concentra el movimiento y la dinámica de la ciudad. De esta manera se materializan espacios en donde se articulan actores sociales, modelos de sociedad y discursos institucionales que se traducen en prácticas que trasforman el paisaje urbano, generando nuevas narrativas y discursos. Las diversas tipologías de borde dependen entonces de la relación entre espacio, tiempo y actores que generan interacciones y consecuentemente diferentes territorialidades. Los autores resaltan como la coyuntura entre prácticas transitorias y nómadas generan procesos de desterritorialización a la vez que las estructuras permanentes con imaginarios localizables conducen posteriormente a procesos reterritorialización. Y es esta dinámica la que conlleva a la resignificación del paisaje contemporáneo de los bordes urbanos.

Desde el enfoque teórico de la producción social del espacio, Ballen realiza un análisis de la construcción discursiva y de la evolución del concepto de borde en las políticas y los instrumentos de ordenamiento urbano en Bogotá, en donde pasaron de ser una categoría para la delimitación del territorio periférico, a convertirse en el eje de una propuesta gubernamental de ordenamiento. Con este ejercicio, la autora debate la pertinencia de la categoría borde en los procesos de ordenamiento del territorio y de gestión de los procesos de urbanización. La categoría plantea el problema de la demarcación territorial: dónde inicia, qué abarca y hasta dónde se proyecta un territorio de transición y más importante aún, si es un espacio particular o una fase temporal de transición hacia la consolidación de los procesos de urbanización. Entender los bordes como territorios de transición entre usos urbanos y rurales, y sus ecosistemas naturales en donde diversos actores demandan la reivindicación de sus intereses particulares, supone asumirlos no sólo como un espacio concreto en el que se integran estas tres realidades, sino como un sistema constituido por un ámbito físico, una ámbito institucional que los define como objeto de ordenamiento territorial y un ámbito vivencial de apropiación tanto por los habitantes tradicionales como por los recién llegados. Esta es una alternativa conceptual para desbordar la noción clásica de límite y estudiar la configuración de dichos espacios como el producto de varios procesos de negociación y resignificación.

Para finalizar el primer grupo de artículos, Ana Ruiz Varona analiza cómo la disolución de los bordes como límites y la emergencia de nuevas realidades territoriales se ha traducido en Aragón, España, en la creación, adaptación y transformación de marcos normativos de ordenamiento. El crecimiento urbano y las transformaciones de las dinámicas de intercambio han demandado nuevos instrumentos de planeación y la articulación de diversos niveles de gobierno. El paso del zoning a zonas representa una nueva lógica de construcción del territorio basada en la coexistencia y la complejidad dentro de un mismo ámbito espacial. Como respuesta a esta nueva territorialidad, las políticas de ordenamiento de Aragón se inserta tanto en la escala nacional como en la regional para desarrollar instrumentos de planeación supramunicipal y, de esa manera, construir un sistema que permita reequilibrar el espacio regional a partir de una reconceptualización de la categoría de borde.

Un segundo grupo de contribuciones se enfoca en prácticas y estrategias que aportan a la configuración espacial de los bordes. A partir del análisis de la ciudad de Trebinje, localizada hoy en el borde entre Bosnia-Herzegovina, Croacia y Serbia, Karan plantea el debate acerca de las narrativas que influyen en la configuración de territorios de borde como estrategia para el establecimiento de una nueva identidad. Este borde es, a la vez, una zona de articulación y de conflicto. Trebinje ha estado históricamente en medio de diferentes visiones del mundo: entre oriente y occidente, entre capitalismo y comunismos, esta condición de intermedio ha producido una simbiosis de influencias que han marcado tanto su espacio físico como sus estructuras institucionales. En este contexto, el patrimonio cultural y arquitectónico se utiliza como instrumento para la configuración del borde como símbolo de identidad y diferencia, que sirve a dos procesos paralelos: el reforzamiento de la identidad nacional y la integración a la estructura global de competitividad urbana y a la industria del turismo. La resignificación del espacio físico y del significado de lugar a través de las prácticas cotidianas en el, al igual que el reforzamiento de ciertos elementos de la memoria colectiva, son estrategias para dar forma tanto a comunidades territoriales como a imaginadas. En Trebinje, la conformación del borde se centra en crear un significado simbólico reflejado en la estructura física y en las prácticas cotidianas en el espacio urbano en donde diversas identidades que encuentran y enfrentan generando un conflicto que afecta el uso y apropiación del espacio urbano.

Ayala y Rodríguez presentan un análisis de las diferentes formas de uso, apropiación y transformación del espacio de borde urbano fronterizo en donde la ciudad funcional y la simbólica se configuran desde la lógica y la informalidad de las prácticas cotidianas. Este trabajo se enfoca en analizar el papel del espacio público del municipio de La Parada como un territorio de flujo en donde se superponen experiencias y relaciones de poder en un proceso de negociación permanente de la configuración del borde. Así, la frontera, esa línea intangible de división geopolítica de los Estados, se vuelve concreta en el espacio de las experiencias cotidianas, de interacción de comunidades binacionales y de agentes institucionales que construyen y regulan las relaciones socioculturales, y en escenarios físicos a través de su uso y apropiación.

Egio y Torrejon realizan un análisis de los bordes urbanos a partir de la comparación de las estrategias de las políticas de ordenamiento de la ciudad de Medellín y de la complejidad de intereses y percepciones, asociadas a las múltiples identidades de los agentes urbanos. Estas lógicas se establecen a partir de la posición ideológica, del poder simbólico y de la capacidad de influencia de los actores sobre las políticas de ordenamiento. Estas políticas elaboradas por diferentes instituciones son, en muchos casos, independientes de las prácticas de los pobladores. Sin embargo, determinan no solo la percepción de los actores sobre sus territorios sino también sus relaciones funcional y simbólica. En este proceso, las categorías clásicas de ordenamiento se adaptan a partir de nuevas relaciones altamente informales que llevan a procesos de negociación constante para la construcción territorial, que dependen ampliamente de la capacidad de influencia de cada grupo de actores involucrados.

El último grupo de contribuciones presenta dos aproximaciones al estudio de los bordes como objeto de diseño urbano y arquitectónico complementando, de esta manera, el debate sobre los bordes urbanos como espacialidad. A partir del análisis del lindero en Caracas, Capra ilustra cómo el proceso acelerado de encerramiento de la propiedad privada genera un deterioro que afecta tanto el espacio interior de la misma, como su espacio exterior hacia la ciudad. Los bordes como puntos de contacto definen apropiación y pertenencia, pueden concebirse como división o como espacialidad. El autor propone el borde como objeto de reflexión de la condición de espacio intermedio habitable a escala de lo cotidiano. Pensar el borde no como un límite sino como un espacio, conformado por el retiro, el lindero y la calle. Así, establece la posibilidad para explorar la relación entre el edifico y la ciudad y de cualificar el borde intra-urbano como un espacio de dialogo entre lo público y lo privado.

El artículo de Xavier Ruiz cierra el dossier central de este número. A partir del concepto de borde como mediador entre naturaleza y ciudad, como territorialidad en donde se funde lo rural y lo urbano, el autor elabora una reflexión tecnológica del borde y propone el uso de objetos arquitectónicos para crear espacios de transición y traslape de funciones ambientales y urbanas

Las diferentes contribuciones de este dossier central coinciden en establecer la condición dinámica de los bordes urbanos. Los diversos ejemplos ilustran cómo la superposición del ordenamiento formal y las negociaciones informales establecen una variada respuesta tanto en las formas de ocupación, uso y apropiación del territorio por parte de los pobladores, como en la definición de políticas urbanas. En los casos presentados, las condiciones de informalidad se traducen en la construcción de una territorialidad que superpone las prácticas cotidianas con la negociación de los intereses de los habitantes, las instituciones y los futuros pobladores. De esta manera, la pregunta por el manejo del crecimiento urbano, con sus bordes y desbordes, plantea un proceso de constante deconstrucción y resignificación de los territorios que son, a la vez, espacios de transición e intermedios habitables. En el borde la diversidad y las condiciones de diferencia no implican necesariamente exclusión, así, estos territorio constituyen una oportunidad para generar espacios de diálogo continuo que den lugar a la asociación y cooperación entre actores.

Bibliografía

Martine, G. (2007). Estado de la población mundial 2007. Liberar el potencial del crecimiento urbano. Nueva York: Fondo de Población de las Naciones Unidas. [ Links ]

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